CAPÍTULO 8: THE BLACK HERETIC

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—— THE BLACK HERETIC ——

—Adelante.— Dijo Tomiris después de que alguien llamará a la puerta.

—Buenos días, preciosa.— Sonrió Genya mientras entraba en la habitación con una bolsa junto a ropa.

—¿La ha llegado alguna carta a Alina?— Preguntó esperando escuchar una respuesta positiva para poder leer una carta de Mal, porque echaba de menos a su amigo, el poder hablar, entrenar o simplemente divertirse juntos gastándose bromas como cuando eran pequeños.

—No.— Respondió Genya con pena al ver la expresión de la chica.

—¿Voy a montar a caballo?— Preguntó la pelinegra al ver la ropa que Genya la había traído.

—Con el general Kirigan.— Respondió Genya mientras dejaba la ropa y los pantalones sobre una silla.

—Necesito entrenar, no que me paseen por la ciudad. Cuanto antes Alina y yo hagamos lo que tenemos que hacer antes volveremos...— Empezó a decir sin entender porque no podía entrenar más.

—¿A vuestra vida?— La interrumpió Genya mirándola con obviedad. —Esta es tu vida.— La recordó en señal de que las cosas ya no serían como antes.

—Ya, mi vida.— Murmuró con pesadez. —Con Zoya esperando a vengarse de mi o de Alina.— Puntualizó sabiendo que eso la hacía permanecer en alerta en todo momento.

—Ya no está en palacio.— La informó Genya haciendo que Tomiris la mirase sorprendida. —¿No te has enterado?— Inquirió al darse cuenta de que ella no se había enterado. —Kirigan la ha mandado a replantearse sus prioridades.— Añadió sorprendiendo a Tomiris, ya que aquello significaba que Kirigan se estaba preocupando por ellas y por que su estancia allí fuera lo más agradable posible, y eso la hacía sentir extraña. Ella siempre era la que se preocupaba del bienestar de Mal y Alina, era extraño que alguien se preocupara por su propio bienestar.  —Vamos, no querrás hacerlo esperar.— La recordó.

—No osaria.— Respondió la ojiazul sarcásticamente. —¿Por qué? ¿Esta enfadado?— Preguntó preocupada.

—Con esto se lo pasará.— Garantizó Genya mientras la mostraba una nueva Kefta de color negro con bordados en color plateado.

—El negro es su color, no el mio.— Murmuró dándose cuenta de que no podía llevar una kefta de aquel color, no solo por todo lo que había descubierto, sino también porque no quería mostrar que era diferente a los demás. Lo que menos quería parecer era ser distinta. —¿Y Alina?— Preguntó esperando poder ver a su hermana antes de la comida.

—Tenía entrenamiento doble, Kirigan considera que te vendrá bien salir fuera. Fue Alina quien se lo pidió.— Explicó la confeccionadora haciendo que Tomiris pusiera una expresión de pocos amigos, lo que menos quería era distraerse.

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—Buenos días.— Saludo Tomiris.

—Buenos días.— La saludo de vuelta Kirigan viendo que llevaba la kefta de color azul y no la negra.

—¿No lleva su Kefta?— Preguntó al ver como se la quitaba y se la daba a un sirviente.

—¿No te gusta el color que elegí para ti?— Preguntó de vuelta haciendo alusión a que había rechazado ponerse el regalo que la había hecho.

—Usted es el único que lo viste.— Le recordó en señal de que ella no quería destacar por encima de los demás, ella solo quería volver a ser una rastreadora normal.

—¿Aún insistes en ser como los demás?— Preguntó Kirigan mientras la pelinegra se acercaba a su caballo.

—Algún día estaría bien saber lo que se siente, general.— Garantizó mientras se subía sobre el animal con bastante facilidad.

—Hoy no será ese día.— Afirmó el Grisha mientras imitaba su gesto. —Y por favor, llámame Aleksander.— La pidió mientras la dedicaba una sonrisa.

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—¿Qué es lo que ves?— Preguntó Kirigan al ver como Tomiris observaba su reflejo de la fuente.

—La imagen que otros tienen de mi.— Murmuró dándose cuenta de que apenas parecía ser ella, jamás había llegado a imaginar que pudiera verse de aquella manera, sin tener el pelo enredado y sin marcas de heridas, sangre o suciedad por el rostro.

—Quizá tu verdadero yo haya salido por fin a la luz.— Sugirió Kirigan mientras se acercaba a uno de los laterales de la fuente para quitar los hierbajos. —¿Qué tal os adaptais Alina y tu al Pequeño Palacio?— Preguntó con curiosidad.

—Me gusta entrenar, creo que no va mal, a veces Baghra no es un libro abierto.— Admitió sin saber como iba a terminar todo aquello, ya que las clases con Baghra no tenían los resultados que ella esperaba.

—Nunca.— Admitió Kirigan mientras sonreía. —¿Tu gusta tu cuarto?— Preguntó interesándose de qué ella estuviera bien adaptada.

—Nunca antes me habían calentado la cama con piedras.— Garantizó dándose cuenta de las diferencias con las que había vivido. —Me alegro de tener a Genya y a Alina, ella sí parece entender los mensajes encriptados de Baghra. Aunque no se a donde me lleva este camino.— Admitió sabiendo que no todo iba a ser un camino de rosas, algo la advertía de que todo era demasiado idílico como para ser real.

—Se bien como te sientes, Tomiris.— Afirmó Kirigan mientras la aludida se sentaba en uno de los bancos que estaban frente a la fuente. —De pequeño solía fugarme y esconderme aquí. Cuando descubrí que descendía de uno de los Grisha más odiados de Ravka empecé a venir a lanzar monedas y a pedir un deseo.— Explicó mientras miraba aquel lugar con nostalgia. —Siempre el mismo, una y otra vez. Ser otra persona.— Admitió mostrando que su vida no había sido un camino de rosas, sobretodo por tener el poder que había en él.

—Esta es su historia, ¿verdad?— Afirmó Tomiris mientras se levantaba y señalaba los dibujos que decoraban la fuente.

—¿Lo sabes por los dibujos?— Preguntó sorprendido e impresionado.

—Claro, todos los niños saben su historia, no sólo los Grisha.— Garantizó recordando que fue ella quien se la enseñó a Mal y a Alina. —Hace cientos de años, Anastas, el rey, empleo a un Grisha como asesor militar. A un invocador de sombras.— Empezó a decir sin estar segura de sí podía o no emplear el nombre con el que se acostumbraba a usar para referirse a aquel Grisha.

—Puedes decirlo, al hereje negro.— La interrumpió Kirigan dándose cuenta de que ella no quería usar aquel término por temor a ofenderle.

—La sed de poder del hereje era insaciable, así que el rey, por temor a una sublevación puso precio a su cabeza y a la de los Grisha que le apoyaban. El hereje sabía que tenía las de perder e intento crear su propio ejército sirviéndose de la misma ciencia prohibida que Morozova había utilizado para sus amplificadores. Pero fracaso, y acabó creando la sombra que lo mató junto a muchos otros.— Terminó de decir mientras recorría la fuente parándose por segundos frente a cada dibujo. —¿Me lo enseñaron bien?— Preguntó mientras se daba la vuelta y le miraba con una sonrisa.

—He dedicado mi vida a enmendar el gran pecado de mi ancestro, pero no me ven como una solución. Solo les recuerdo el problema, todos necesitamos un chivo expiatorio.— Admitió el general sabiendo que él jamás podría ser una solución, él no tenía el poder para deshacerse aquella monstruosidad que se cobraba la vida de tantas almas inocentes.

—Por eso nos miras así a Alina y a mi, ¿no?— Inquirió mientras se apoyaba en la fuente. —Somos tu solución.— Respondió con seguridad. —Pero si fracasamos nos culparan a nosotras, y seremos las nuevas herejes negro.— Añadió sabiendo cual era el peso que había sobre los hombros de ambas y el riesgo que corrían si no llegaban a cumplir con las expectativas de todos.

—Sí aun te queda fe, ten por seguro que jamás lo permitiría.— La aseguro Kirigan mientras se apoyaba en la fuente a su lado.

—Te agradezco la intención, pero...— Empezó a decir algo incómoda, la presencia de Kirigan la hacía sentir extraña.

—Yo voy a estar a vuestro lado, vosotras y yo vamos a cambiar el mundo, Tomiris.— Aseguró con completa certeza en sus palabras. —Deberíamos de volver, Baghra no soporta a los traidores.— La informó mientras se alejaba al mismo tiempo que Tomiris lanzaba la moneda a la fuente esperando que todo saliera bien.

—¿Le puedo pedir un favor, general?— Preguntó mientras se subía sobre su caballo.

—Te he dicho que puedes llamarme Aleksander.— La recordó mientras ponían rumbo al Pequeño Palacio. —¿Qué necesitas? Pensaba que todas tus necesidades estaban cubiertas.— Asumió sin entender por qué ella necesitaba algo más.

—Sí, y lo están.— Garantizó temiendo haber metido la pata con su petición. —Pero..., me gustaría de alguna forma retomar alguno de mis viejos entrenamientos. En el campamento tenía costumbre entrenar con una espada, y me gustaría volver a hacerlo. Se que ahora ya no es necesario, ya que tengo... esto. Pero me hace sentir más protegida.— Explicó mientras hacía aparecer una pequeña esfera de luz de color azul claro.

—¿Protegida? ¿Acaso tienes miedo de algo? Dejame decirte que nadie osaria atacar el Pequeño Palacio.— La tranquilizó sin entender de qué podría tener ella miedo cuando nadie allí la haría nada.

—Lo se, lo sé. Es solo... que me gustaba usar una espada, llevo con una de la mano desde los ocho años. Es extraño no tener una cerca.— Admitió sabiendo que muy en el fondo dejar atrás aquello que la había librado tantas veces de la muerte era complicado, y más en un lugar donde ella no se sentía nada segura.

—Veré que puedo hacer.— La tranquilizó haciéndola entender que tendría una espada.

—Gracias, Aleksander.— Sonrió Tomiris aliviada de poder retomar aquello que era tan parte de ella como la luz de luna.

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—Esa luz no es suficiente.— Dijo Baghra al ver la pequeña esfera de luz que Tomiris había invocado.

—Esta luz es la máxima que puedo invocar.— Afirmó la chica creyendo que seria suficiente.

—No es suficiente para destruir la sombra.— La advirtió en señal de que iba a necesitar más luz para poder ayudar a Alina a destruir aquella monstruosidad.

—¿La Sombra que se creó a partir de la Invocadora de la Luna?— Preguntó mientras hacía desaparecer la esfera de luz para poder mirar a Baghra la cual parecía mostrar que estaba sorprendida por su comentario.

—¿Qué sabes de ella?— Inquirió sabiendo que Tomiris había descubierto aquella verdad que tanto se empeñaban en ocultar.

—No mucho, solo se que la Invocadora de la Noche no es más que un cuento hecho para protegerme, y que técnicamente no debería de poder invocar a las sombras. También se que no es casualidad que Alina y yo hayamos aparecido a la vez y que seamos hermanas, y por usted se que soy un amplificador humano. ¿Me he dejado algo?— Se limitó a decir mientras apoyaba los brazos en el reposabrazos de la silla, para a continuación entrelazar sus dedos.

—Veo que sabes la verdad.— Asumió viendo que la verdad había salido a la luz más pronto que tarde y eso podía dificultar mucho las cosas, en especial para Tomiris.

—¿Por qué seguir con esa mentira? El Hereje negro murió en cuanto creo a la sombra.— Alegó sin entender porque se había creado aquel cuento cuando ella no corría peligro, por supuesto por parte de aquellos que querían matarla, pero ellos no suponían un peligro realmente.

—Muchos son los que no quieren que la sombra sea destruida, y matarían por uno solo de tus huesos.— La informó haciendo alusión a que había quienes querían continuar con las artes oscuras que Morozova había practicado siglos atrás. —La leyenda de la Invocadora de la Noche se creó para protegerte, como bien sabes.— Añadió mostrando que por su parte solo quería su bien.

—¿Pero por qué?— Insistió sin entender el motivo, ¿de que la estaban protegiendo realmente? ¿Cuál era la verdad que se escondía tras aquella historia?

—Se cree que la primera Grisha fue una Invocadora de la Luna.— La reveló pero aquello no ayuda a Tomiris a aclarar todas y cada una de las preguntas que tenía, de hecho aquello solo ocasionaba que tuviera más. Muchas más.

—¿Y eso que quiere decir?— Preguntó sin entender nada.

—Hay quienes creen que la Invocadora de la Luna fue el comienzo y puede ser el final. El que seas capaz de invocar a las sombras descuadra todo cuanto se sabía de ti.— La reveló haciendo que Tomiris centrará su atención en sus manos, siendo consciente de que una parte de su poder no era de ella. ¿Entonces de quien venía aquella parte de oscuridad?

—¿Q-quien más sabe que es mentira?— Preguntó con cierto temor en su voz.

—Solo yo, no te preocupes.— La tranquilizó pero de alguna forma, aunque Tomiris quería respirar aliviada, no podía.

—¿Debo de confiar en usted?— Preguntó mientras la miraba con cierto temor y respeto.

—Me has revelado que lo sabes, y he compartido contigo lo que yo sé.— La recordó en señal de que ella también confiaba en la chica, pero también era consciente de que era inevitable ocultar una mentira que había perdurado durante tantas generaciones. —Ahora que ambas hemos llegado a un punto de inflexión, dime, ¿quieres seguir manteniendo la mentira?— Baghra miro a Tomiris con curiosidad esperando poder descifrar cual sería su siguiente movimiento, pero a diferencia de su hermana, ella no era un libro abierto que todos pudieran leer con facilidad.

—De momento sí, ahora que se la verdad que faltaba haré todo lo posible para poder... aprender a invocar la luz de la luna.— Garantizó sabiendo que su poder iba más allá de lo que creía y que el peligro que corría era más serio del que podría haber imaginando en un primer momento.

—Eso quería escuchar.— Sonrió Baghra orgullosa. —Continuemos.— Sentenció.

★★★

Antes de nada deciros, que nadie escucho la conversación de Alina y Tomiris.

Pero la decisión de esta última de contárselo a Baghra es simplemente porque sabe que puede confiar en ella. Ciertamente la Santa de la Noche no existe, y durante lo que dura esta primera parte (que es más corta que la segunda) me seguiré refiriendo a Tomiris de esa manera. Posteriormente ya haré alusión a ella por la clase de Santa que es.

La escena con Genya, de verdad, Genya la he amado siempre. Ha sido un personaje increíble y la actriz es súper talentosa, porque sino lo sabéis ella hace de mala en la película de Dragones y Mazmorras, lo que muestra su versatilidad.

Y ya Kirigan..., Ben Barnes se ha lucido haciendo de malo. Yo que he crecido viéndole encarnar papales de héroe o de anti-heroe (recordemos el retrato de Doryan Gray) sin duda verle hace de malo, es algo que fascina y muestra lo buen actor que es. Aunque de personalidades distan mucho.

La escena en la fuente, se que muchos puede que querréis un romance entre ambos. No le habrá, aunque Tomiris confiara mucho, demasiado, en él, y eso la hará sentirse culpable. El motivo por el que deshecho la oportunidad de hacer drama es porque hay otra clase de drama que podréis ir viendo venir en próximos capítulos.

Y hablando de los próximos capítulos, por temas de tiempo, los próximos dos domingos no habrá nuevo capítulo de Daylight. La siguiente actualización será el 15 de septiembre, esto es debido a que no estará disponible ni conectada, y tampoco quiero que estéis esperando una actualización que no llegará. Pero la pausa es temporal. Porque os aseguro que se vendrá con fuerza.

¿Qué os ha parecido el capítulo?

Os leo ♥️


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