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「 ᴍᴇ ᴅᴇʀʀᴜᴍʙᴏ 」







Los veo allí: a la mayor parte de mis amigos.

Mientras Thomas se niega a soltarme de la mano, comparto mirada con todos ellos.

Con aquellos que mantuvieron en secreto los verdaderos planes tras los Juegos y que tenían que ver conmigo, con aquellos que no sabían nada del tema y con aquellos que en realidad, nunca he creído conocer del todo; como Vincent, quien descansa su cabeza en el hombro de Rose. Es un chico reservado, buen luchador pero de pocas palabras. Aun así, confío en él.

Parece tener más unión que nunca con esa chica de cabellos de fuego que alza su mirada hacia mí, dejándome plena vista de sus impresionantes ojos azules. No hay duda en su reflejo, no hay ningún tipo de miedo. Lleva su cabello atado en una cola de caballo bien alta y, por suerte, no tiene ninguna herida a la vista. Ninguno de mis amigos tiene nada. Me alegra saber eso, claro.

Luna se pasea entre todos ellos dejando que sus dedos, múltiples de ellos, acaricien su cogote y su hermoso pelaje blanco. Y realmente parece que esa amputación de pierna no le afecta en nada; estoy orgulloso de él.

―Los dos os veis tan bien juntos, chicos ―comenta por lo bajo Heather, la chica que me ha salvado la vida infinidad de veces.

Y ahora mismo no siento pena o vergüenza alguna de recibir esta clase de apoyo; me alegra ver que ese no-rechazo que vi en ellos en la arena de los juegos, sigue siendo real. Me hacen sentir en casa, cómodo y bien recibido. Heather ahora, de alguna manera parece tener las marcas del rostro mucho más marcadas y notorias que antes. Su cabello es decorado por una trenza de raíz y lleva puesta una camisa de tirantes, que deja plena vista de un enorme tatuaje en su brazo derecho. Es impresionante cómo a esta chica todo le queda de perlas.

Ethan está apostado a su lado, como es costumbre, y con esa sonrisa torcida que tantas veces he visto. Apoya sus codos sobre la mesa en la que se reúnen todos, y una bandeja plateada con pasta y puré de patatas se muestra por delante. No ha probado bocado, permanece impecable.

Como su sonrisa, cuando me dice: ―Me alegro de verte, Newt. Estar aquí sin ti es un muermo.

―¿Lo dices porque sin mí no puede empezar la revolución? ―pregunto con curiosidad, mientras tomo asiento entre ellos. Thomas no se aparta de mi lado, tampoco me suelta la mano.

Mis amigos me reciben con sonrisas, con palmadas rápidas por la espalda y me esfuerzo por dejar el pasado atrás. Los tengo a ellos, me recuerdo, ellos son lo único que me ayuda a no perder por completo la cabeza y a saber qué no estaré solo cuando llegue el momento de la verdad. Lo único a lo que puedo atenerme en este mundo de locos.

Brenda está a mi izquierda, y tiene el cabello incluso un poco más largo que la última vez que la vi. Sorprendentemente, hace tres meses. Lleva un vendaje en una de sus piernas, lo veo claramente porque luce unos shorts cortos y las botas de cuero que posee no la cubren lo suficiente. Me pregunto qué ha podido pasarle y entonces recuerdo que en los juegos cojeaba, no tanto como yo y tampoco con la misma gravedad como para perder una pierna.

Nunca pregunté que le pasó; quizás pueda hacerlo más tarde. Aunque odio posponer las cosas.

Pero ahí estaba; con expresión doliente, pero sonriente y a un lado suyo, Jace Prior. Uno de los chicos que había compartido estadía con Minho, que había hecho lazos con él y al que se le podía llamar "amigo". Gruesas ojeras se esconden bajo sus ojos y tensa su mandíbula con bastante fuerza. Su cabello es corto, recto y oculta su barbilla, posandola en sus brazos.

Parecen con más cercanía que antes, pero aún así parece estar perdido en sus pensamientos y aunque sé que se le está pasando por la cabeza, escucho a Brenda hablarme.

―Tenerte fuera por treses meses ha sido duro, Newt. No sabíamos... bueno, si te ibas a recuperar de tu pierna. Lo que nos contaban tus padres no siempre eran buenas noticias. ―Y a pesar de que lo espero, no recibo ninguna mirada llena de compasión.

Solo siento los dedos grandes de Thomas afianzarse todavía más a mis dedos, y siento que lo que me pasó no es algo de lo que deba avergonzarme o sentirme menos. Por alguna razón me anima a levantarme la pernera del pantalón, todavía escuchando por ahí a Luna pasarlo en grande, con sus botes y sus aullidos. Con sus respiraciones fuertes y alegres.

De pronto el bullicio del resto del mundo, sus voces, sus miradas y sus preguntas no pronunciadas no me importan, cuando todos mis amigos tratando de ver mejor mi pierna ortopédica, me siento tranquilo; que a la hora de la verdad eso es lo que más importa al final. Obviamente, todos llenos de curiosidad. Sin embargo, Thomas no aparta sus ojos de los míos.

Dayana, la chica de cabellos ceniza y de ojos morados, quien viste una simple camisa oscura con vaqueros azules, hace una mueca de tristeza. Pero es totalmente comprensible, por supuesto. Sus palabras, al lado de un interesado Jace, resuenan en mi cabeza una y otra vez.

Quitándole peso a lo que no debe importar, ayudandome con mi carga.

―Me alegro de que sigas vivo, Newt, y esa pierna demuestra las enormes ganas que tienes de seguir viviendo. De verdad, me alegro de que sigas con nosotros.

―No es la única ―agrega un Thomas, en un tono dulzón.

Pienso entonces que todo lo que he hecho, que todo lo que he conseguido y perdido al mismo tiempo, se reduce a esto. Y por primera vez en mi vida, me siento yo mismo.

―¿Y cómo es estar con ella? ¿Fue difícil acostumbrarse a ella? ―Ethan pregunta, a pesar de recibir un codazo en el esternón por Heather.

Pero todos ellos tienen curiosidad por saber, incluyendo a Thomas.

Tampoco me cuesta darles una respuesta, porque de todas formas hablo con la verdad por delante.

―Bueno... Claro que sí, pero, es lo que hay. ―Hundo mis hombros, sin explayarme demasiado―. Lo importante es que sigo aquí con vosotros, chicos.

―No tienes ni idea de lo mucho que te hemos echado en falta. Thomas ya comenzaba a aburrir con sus continuas preguntas sobre ti, ¿sabes? ―comenta Vicent, en un tono bromista y aunque Thomas se sonroja, me lo imagino angustiado por mí y me río.

Pero entonces dando unas apresuradas miradas me doy cuenta de la falta de una persona. De alguien que había estado con mi hermana, que no se había apartado de ella en ningún momento.

Todavía no termino de acostumbrarme a su estrecha relación con Lizzy, pero eso claramente es para otro momento.

―¿Y Gally? ¿Dónde está?

Es Heather quien me responde, dándole unas vueltas a su propio puré de patatas.

―Sigue... sigue al lado de tu hermana, Newt. No... No ha querido apartarse de ella. Supongo que ha decidido cuidar de ella teniendo en cuenta que bueno, no estabas. ―Su comentario parece ennegrecer un poco el ambiente, pero me recompongo porque sabía desde el principio que las cosas no iban a ser fáciles con ella.

Sobretodo teniendo en cuenta que en los Juegos había intentado matarme.

―¿Y sigue...? ―Dejo la pregunta a medio hacer, incapaz de terminarla.

Thomas retoma la palabra, sacudiendo esos hombros con más seguridad que antes. De verdad que este nuevo cambio en sí mismo, le luce bastante.

―No sabemos nada del tratamiento que le están haciendo, Newt. Eso... eso se lo han reservado tus padres, pero creo... Creo que podrás verla pronto. ―Y por supuesto que intenta animarme.

Thomas es así; siempre tratando de ver el lado bueno de las cosas aunque el mundo arda en llamas y se caiga a pedazos. Esta es una de las razones principales por las que, bueno, me enamoré de él. No obstante, la mención de mi hermana me incomoda de repente.

Todavía siento sus manos sobre mi cuello y eso hace que me baje la pernera del pantalón, ocultando nuevamente mi nueva pierna y, por supuesto, separar mi mano de la de Thomas.

Él parece comprender mi repentino deseo por recibir un poco de espacio.

―Oye, Newt... Perdoname por romper tan buen ambiente, ¿pero tienes alguna idea de cómo vamos a recuperar a Minho? ―Esa pregunta por supuesto que me descompone.

Me la esperaba, claro, pero pensar de repente en Minho me revuelve las tripas. Me lo imagino siendo torturado, en las manos de los presidentes y..., Miro a los ojos de Jace.

Está enfadado, confuso y se reprime. Sus manos se aprietan con fuerza bajo su mandíbula, a pesar de que Brenda mantiene un agarre firme en uno de sus hombros.

Trago grueso al sentir todas esas miradas clavadas sobre mí y me cuesta creer lo egoísta que he sido. Durante la mayor parte de mi aislamiento en rehabilitación, solo he pensado en mí y puede que estos chicos, mis amigos, hayan estado martirizándose la cabeza una y otra vez, buscando la mejor forma de planear algo con lo que atenerse para salvar a Minho.

―Yo le debo mi vida a Minho, porque gracias a él es que puedo estar aquí ―añade Dayana, con expresión perdida, como cavilando en memorias pasadas.

Vivencias de los Juegos, es más que obvio.

―Creo que sería bueno conocer a fondo a quienes mandan en este lugar y después tratar de encontrar la mejor forma de llevar a cabo alguna misión en cubierta para salvarlo ―digo, optando por mi única opción.

Todos ellos asienten sin indagar mucho más, porque saben que es mi primer día en este sitio, que debo acostumbrarme y que esa es la mejor forma que tenemos para proceder.

Revuelvo mis cabellos enrulados, mientras siento a Luna descansar bajo mi pie derecho.

―¿Alguno de vosotros ha tenido contacto con algún mando superior?

Por supuesto, las negativas se muestran de inmediato.

Eso, no ayuda mucho. Después de todo, esperaba recabar algo de información con ellos, pero ahora.... Me doy la vuelta para compartir una significativa mirada con Brenda, ya que su contacto más abierto sería de mucha ayuda.

―¿Has visto a tu padre? ¿Sabes algo qué pueda ser útil?

No se me pasa desapercibida esa sonrisa resuelta, tranquila y llena de alivio cuándo menciona a su padre. Por supuesto, eso me deja en claro que seguía con vida y que estaba por aquí.

Retuerce sus manos bajo la mesa, liberando de su agarre a Jace y me mira con una sonrisa.

―Mi padre fue uno de los contactos especiales en el 12 con este distrito. Él se estaba preparando para todo esto incluso sin tener idea de que todo esto se haría real. Pero... hace unas semanas se marchó a una misión de reconocimiento para descubrir algún chisme en los otros distritos y todavía no ha regresado. ―Ella suspira entonces con gravedad―. Tampoco sé mucho más que tú.

Me decepciona un poco, pero antes de poder añadir algo más, todos nos giramos hacia atrás al escuchar una voz grave dirigirse hacia nosotros.

―Newton Grey y Thomas Stephen Williams, acompañadme. Os necesitan a ambos en el Comando ―dice, y nos hace varias señas para levantarnos.

―¿Comando? ¿Así de la nada? ―Se escucha decir por detrás a Jace, aunque nadie responde sus dudas eso me deja en claro que allí se reúnen los de alto mando.

Inmediatamente Luna se refugia bajo las piernas de Brenda y eso me facilita mucho salir de la mesa con una actitud calmada. Thomas me sigue por detrás, aunque claramente su rostro muestra un claro desconcierto. No devuelvo la mirada a mis amigos, porque saben tan bien como yo que estas son el tipo de cosas que debe de hacer alguien qué ha impulsado la revolución.

Aunque no estoy seguro de porqué me tiene que acompañar Thomas.

―Andando ―agrega el hombre con voz firme, mientras nos dirige hacia la salida del comedor.

El señor es de mediana edad, rubio, de expresión amable y acogible. No cuadra mucho con su voz firme. Además, va vestido como un completo soldado y carga en su espalda una metralleta. No me sorprende que anden armados hasta los dientes, lo que sí lo hace es esa sonrisa amable en sus expresiones suaves.

Le doy un codazo bajo al chico a mi lado, y suspirando, termino arrastrando mis pies por detrás del hombre, con la respiración contenida. Siento una presión en mi pecho mientras abandonamos la sala y bajo todas esas miradas interesadas por, claramente, querer conocerme y entrañar todos los misterios que escondo bajo mi máscara. Lo que no saben, es que soy un libro abierto y que todo lo que "escondo", en realidad, es un cascarón vacío.

―Por cierto, teniendo en cuenta que este es tu primer día, Grey, soy uno de los oficiales al cargo de la seguridad de la comunidad y de sus miembros de aquí el trece. Me llamo Jason Chase, un placer, joven prometedor. ―Asiento sin decir mucho, y luego se dirige a Thomas―. Tu y yo ya nos conocemos, pero te aconsejo a que mantengas tu plena curiosidad en silencio.

»Después de todo, tu invitación ha sido algo de último momento y en el Comando no se habla, a no ser de que se te conceda la palabra ―termina, con un guiño de su ojo derecho.

Thomas y yo volvemos a mirarnos, confusos ante todo esto.

Finalmente, tras atravesar múltiples pasillos y puertas corredizas, llegamos al umbral del Comando, que resulta ser un cuarto de reuniones de alta tecnología del Concilio de guerra, completo con paredes computarizadas parlanchinas, mapas electrónicos que muestran los movimientos de las tropas en varios distritos, y una mesa rectangular gigante con tableros de control que claramente no se deben tocar sin permiso.

Allí dentro hay dos mujeres muy parecidas, de cabellos blancos y miradas adustas. También dos chicas cercanas a nuestra edad que mantiene sus manos entrelazadas. Las dos se parecen mucho a las adultas de antes. Además de eso, se pasea por toda la sala con aire pensativo un hombre que reconozco bastante bien a pesar de la lejanía: Jorge Brown, el padre de Brenda.

Lleva una chaqueta de cuero ajustada y unos vaqueros oscuros, terminando en botas de montaña. Tiene una barba empezada y una escopeta en una funda en su cintura y no advierte mi presencia. Y me siento un poco mal de que no haya ido a ver a su hija todavía, a pesar de haber regresado. No obstante, volviendo a lo importante, ninguno de ellos se da cuenta de que estamos allí, porque están reunidos ante una pantalla de televisión en el extremo distante del cuarto que muestra una transmisión del Capitolio.

Escucho decir en bajo a Jason que eso lo hacen durante las veinticuatro horas del día y que, hasta el momento, estas programaciones las mantienen ocultas solo para el Comando.

―¿No qué no se podía hablar sin permiso? ―menciono por lo bajo, causando unas pequeñas risas en Thomas.

El hombre de cabellos rubios y que lleva sujeto en una coleta se ríe. Me cae bien.

Pienso que quizás puedo escabullirme con Thomas al ver que claramente mi presencia allí no es de tanta importancia como se supone y nos han hecho pensar, cuando Jeanne Trinket, hermana de Effie y a quien no había visto por estar en una sala contigua, sale de ella con una taza humeante en las manos.

Ella nos ve y nos hace señas rápidamente para que nos unamos a ellos. Thomas suspira y dándome un empujón en la espalda, me guía hacia adelante. Jason se queda a nuestras espaldas, y parece un perro guardián.

Sin embargo, parece que las presentaciones se posponen al tomar asiento con todos ellos, y compartiendo una breve mirada de reconocimiento con Jorge, cuando la pantalla muestra a Caesar Flickerman, el eterno anfitrión de los Juegos del Hambre, con su cara pintada y su traje brillante, preparado para dar una entrevista. Los colores dorados lucen sobre él, e ignoro la extraña sensación de ahogo en mi estómago al pensar en todas las veces que he hablado con aquel hombre.

Todos miran absortos la pantalla, incluso Thomas y siento que me caigo hacia atrás ―metafóricamente― cuándo la cámara se hace hacia atrás y veo que su invitado es Minho.

Minho Khan. Mi mejor amigo, mi hermano, mi otra mitad.

La cabeza me da vueltas al verlo tan cerca, tan vivo. Me quedo completamente congelado, incapaz de saber sí estoy respirando porque esto es lo que menos me esperaba aquí dentro; es decir, he mantenido en mi mente el ferviente deseo de salvarlo y traerlo conmigo de regreso, pero esta es una sorpresa que me ha tomado desprevenido.

Incapaz de fijarme en nadie más que él, me levanto de golpe de la mesa tirando la silla metálica en la que me había sentado en el proceso. Cae con un ruido sordo y a pesar de recibir miradas como agujas, todo eso deja de importar al verlo ahí. Apoyo mis manos en busca de estabilidad, y busco de inmediato cualquier signo de herida.

Entonces me sorprende ver lo magullado que está; lo pálido que se encuentra y esos cortes en sus cejas y en las partes superiores de sus labios. Lo han tratado de ocultar con maquillaje pero se ve que han dejado esas a propósito, para mí. Viste un traje azulado y una rosa blanca descansa en un bolsillo derecho sobre su pecho. Mi estómago se revuelve con mucha más fuerza que antes cuándo escucho a una de las mujeres de pelo plateado decir por lo bajo:

―Jason, asegurate de que esto se reproduzca ya mismo por todas las pantallas del 13.

Y a pesar de que escucho cómo sale apresurado de la habitación, mis ojos se mantienen en esa expresión seria, burlona de siempre. Thomas trata de agarrarme una de las manos, pero la aparto de inmediato al no poder conciliar esta imagen con el sonriente, bromista y alegre que acechaba en mis recuerdos. Este no era mi Minho.

Caesar se sienta más cómodamente en la silla enfrente de él y le da un vistazo largo. Oculta muy bien su expresión llena de horror.

—Esta es la primera vez que tenemos la fortuna de verte aquí con nosotros, Minho. Bienvenido, tributo del doce. ―Su tono me suena descompuesto de alguna manera.

Minho permanece impasible, sosteniéndose de la silla gruesa con una fuerza que vuelve sus nudillos blancos. No sonríe ni nada por el estilo, no sé que pensar.

―Esta es la primera vez que te veo en persona, Caesar. Puedo decir que no es un placer para mí ―dice, con un tono agresivo.

Siento que se me arruga el corazón al ver como el entrevistador retuerce su boca, como si... Como si esa no fuese la forma en la que tendría que responder.

Temo por su vida nuevamente. Minho puede llegar a ser... tan tozudo.

―Confieso que es una sorpresa tenerlo aquí, ya que... Las últimas noticias que tuvimos sobre usted fue en la última noche de los Segundos Juegos. ¿Quién hubiera pensado que te veríamos en carne y hueso? ¿Qué tendríamos este regalo? ―Caesar intenta mantener una conversación fluida.

Pero como siempre, mi mejor amigo no pone las cosas fáciles.

—No era parte de mi plan, eso es seguro —dice Minho con el ceño fruncido―. Odio verte, porque esto solo significa lo lejos que estoy de él.

Por supuesto, ya deja la idea implícita que habla de mí. Thomas se levanta a mi lado y me tiembla todo el cuerpo.

Caesar se inclina hacia él un poco. intentando nuevamente retomar la conversación por otro lado.

—Sabemos que tu idea era sacrificarte en la arena para que Newton Grey sobreviviera.—Ese era su plan todo el tiempo. Claro y simple—. Pero, desgraciadamente, otras personas tenían en mente llevar a cabo otros planes. ¿Sabías algo de esto?

Se forma un grave silencio y en este, advierto las líneas que se han formado entre las cejas de mi mejor amigo. De nuevo, quisiera tenerlo enfrente de mí y no temer por su vida a través de una pantalla. Poco a poco, se me hace más complicado la misión de respirar.

Sobretodo cuando descubro manchas moreteadas en su cuello, como si...

De todas maneras Minho no responder, por lo que Caesar sugiere otro camino.

—Háblanos de esa noche. Ayúdanos a entender algunas cosas.

Mi amigo muerde sus labios antes de soltar:

—Esa noche... esa noche solo quería permanecer al lado de Newt.

Y entonces siento que me derrumbo.

🏹🧡... ELSYY AL HABLA (!)
muchas gracias por todo su apoyo, por leer desde principio a fin, por no rendirse con los bebés y querer saber de su historia.

no puedo dejar de pensar en lo mucho que van a sufrir de aquí en adelante.

los quiero mucho, no olviden dejarme todas sus opiniones. nos vemos pronto, mis tributos.

🧡🏹

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