CAPÍTULO 9: THE SAND BAG (PART II)

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—— THE SAND BAG ——

—¿Qué me has hecho?— Le preguntó Johanna a Morfeo una vez que aquel sueño desapareció, al mismo tiempo, Davina se quedó en el umbral de la puerta, atenta a todo lo que pudiera estar pasando.

—Ha sido la arena.— Se limitó a decir el rey de los sueños, en señal de que la arena a pesar de no ser usada por su legitimo dueño, tenía vida propia y podía obrar de la forma que quisiera.

—¿Dónde está Rachel?— Preguntó Johanna preocupada por lo que la arena la podía haber hecho. —Rachel.— La llamó a la espera de que está, en algún momento, volviera a responder. —¿Rachel?— La llamó de nuevo mientras revisaba una a una todas las habitaciones.

—Johanna.— Una lejana voz resonó desde una de las habitaciones, llamando la atención de los tres. —¿Johanna, eres tu?— Preguntó Rachel haciendo que la aludida se acercara a la habitación para encontrarse en su interior a una moribunda Rachel, la cual llevaba de la mano la bolsa con la arena del señor de los sueños. —Ha sido un sueño maravilloso.— Garantizó mientras Johanna se acercaba a ella.

—¿Qué le ha pasado?— Le preguntó Davina a Morfeo en su susurro tan inaudible que solo fue él capaz de escucharla.

—No esta hecha para los humanos.— Se limitó a responder mientras se acercaba a Rachel y la quitaba la bolsa con brusquedad.

—No, no, damela. Por favor.— Le suplico mostrando lo necesaria que se había vuelto para ella la arena. —Me duele.— Sollozó mientras Johanna intentaba calmarla.

—Podemos irnos.— Se limitó a decir Sueño en señal de que ya tenía lo que quería por lo que ya podía ir a por el segundo de sus bártulos, el yelmo.

—¿Qué?— Inquirió Johanna al escucharle. —De eso nada, no podemos dejarla así.— Alegó sin comprender como es que no tenía la compasión suficiente como para apiadarse de una persona inocente que se había convertido en un daño colateral.

—Es un caso perdido, la arena era lo único que la mantenía viva.— Respondió Sueño, dando a entender que los pocos minutos de vida que la quedarán serían de una insufrible agonía, provocada por el dolor que había despertado en ella en el momento en el que se había separado de la bolsa.

—Tienes que hacer algo, sino fuera por tu arena no estaría así.— Sentenció Johanna sabiendo que el eterno era capaz de que aquellos momentos fueran mucho más llevaderos.

—No fui yo quien se la dejó aquí.— Se limitó a decir, haciendola entender que el único responsable de ello era Johanna Constantine.

—¿Pero a ti que te ocurre?— Preguntó la humana confundida por su extraño comportamiento. —Querías recuperar la arena para salvar a la humanidad, ¡pues aquí la tienes!— Le gritó sin entender porque no hacía nada por aquella humanidad que tanto decía querer ayudar. —Pero para ti todos somos Roderick Burgess, solo te preocupa tu arena, tu poder. ¿Para que nos sirves?— Alegó incrédula por haber pensado que un Eterno o cualquier criatura con tanto poder fuera a hacer algo por los demás, todas aquellos con poder solo pensaban en ellos mismos y en mantener o agrandar el poder que ya poseían. —Ya tienes tu bolsa, ayúdala o largaros ya.— Sentenció con firmeza mientras Morfeo se daba la vuelta en señal de que se marchaba.

—Davina.— El señor de los sueños llamó a su protectora, al ver que esta se había quedado en el mismo lugar, manteniendo su mirada en la pobre mujer que en silencio lloraba.

—Dejarme con ella.— La pidió a Johanna mientras se acercaba a Rachel y se sentaba al otro lado de la cama. Al ver sus intenciones de ayudarla, Sueño se marchó detalle del que ninguna de las tres se dio cuenta.

—¿Qué vas a hacerla?— Preguntó Johanna manteniéndose en el mismo lugar.

—Confía en mi.— La pidió mientras la dedicaba una sonrisa sincera y amistosa, mientras agarraba de la mano a Rachel, para luego ofrecer su otra mano a Johanna, la cual por unos segundos dudo en dársela, para finalmente aceptar. Finalmente las tres terminaron dadas de la mano, creando un círculo. Para Davina aquello era un recuerdo muy lejano, hacia mucho tiempo que no hacía algo así y no sabía si iba a funcionar, pero no podía permitir que una persona inocente muriera de aquella forma, no si ella podía remediarlo de alguna forma. —Te llamamos, Hécate. Te llamamos ahora, doncella, en tu potencial ilimitado. Te llamamos, madre, en general, tu poder divino. Te llamamos, vieja, en tu sabiduría arcana. Somos descendientes de todas las doncellas, madres y coronas. Y así, cuando llamamos al tres en uno, llamamos a todas las brujas que se remontan desde el comienzo de los tiempos hasta el final de los días. Invocamos a nosotras mismas, los poderes que nos han sido negados. Nos imbuye con ellos, Hécate, y te rezaremos mañana, tarde y noche. Y viviremos para honrar tu tres caras, tus tres formas. Madre oscura, guardiana de la llave de la puerta entre mundos, te convocamos. Acompaña a nuestra hermana a la otra vida y protegela, y nunca más te olvidaremos de nuevo.— Recitó la protectora intentando que su voz no titubeara en ninguna parte del ritual, mientras conforme recitaba aquellas palabras, Johanna observó como las velas que Rachel tenía de decoración se iluminaban de golpe, así como la moribunda humana respiraba aliviada al sentir como el dolor abandonaba su cuerpo para después ser ella la que le abandonada, muriendo en paz y sin dolor alguno.

—¿Qué eres?— Preguntó Johanna finalmente una vez que Davina había terminado y se había soltado de la mano muerta de Rachel.

—Soy humana, o lo fui.— Admitió mientras su expresión volvía a ser de seriedad, ocultando aquella felicidad que había aparecido en su mirada al volver a invocar a su señora.

—Mi abuela me contaba historias de aquellos con el pelo de tu color.— Recordó mientras miraba el complejo peinado que la protectora llevaba.

—Somos protectores de los eternos. Los que son como yo nacen con un don.— La reveló mientras iba apagando una a una todas las velas.

—¿Y el tuyo es hacer que el dolor desaparezca?— Inquirió sin saber nada de los protectores, haciendo que Davina sonriera, ese don hubiera sido mil veces mejor que el convertirse en un gran dragón.

—No, aunque hubiera mejorado algunas cosas.— Admitió mientras sonreía de lado. —Tenemos la capacidad de adquirir una forma animal, antes me transformaba en un dragón.— Aclaró mientras se daba la vuelta y soplaba otra vela, apagando la luz y permitiendo que la oscuridad regresará.

—¿Antes?— Inquirió Johanna mientras miraba el broche que la protectora llevaba, donde estaban las cabezas de tres dragones.

—Me arrancaron las alas, esta banda de metal apareció de los huesos que quedaron.— Explicó mientras señalaban con su mano la cadena que cruzaba su cuerpo en diagonal.

—¿Quien haría algo tan salvaje?— Preguntó la humana sorprendida por lo que la acababa de decir, aunque lo que la sorprendía era que siguiera con vida y llevando acabó su deber.

—Alguien que codicia el poder.— Respondió con obviedad. —Lo que la he hecho a Rachel es algo que las mujeres del templo en el que servia podíamos hacer, la rezamos a Hecate para que acoja el alma de las mujeres cuando están sufriendo. Una trinidad hace que funcione.— Explicó aclarando una de las tantas dudas que Johanna tenía respecto a lo que Davina había hecho, algo que la honraba pues pocos se hubieran apiadado de una mujer moribunda.

—¿Por qué permaneces con alguien que te considera un número? Estoy segura que no eres del todo inmortal.— Quiso saber sin entender de donde venía tanta lealtad hacia alguien a quien seguramente no le importaba la vida de la protectora.

—Es para lo que he nacido y lo único que se hacer, Johanna, como tu y el matar demonios. Si ahora te dijera que dejaras de hacerlo, ¿lo harías?— Quiso saber haciendo que la morena comprendiera que eran incapaces de hacer otra cosa porque era lo único que sabían hacer y lo único que habían hecho siempre.

—¿Por qué la has...?— Quiso saber esperando una explicación al motivo por el que la había rogado a una diosa su protección, así como un alivio para aquel dolor.

—Compasión.— La interrumpió sonriendo de lado para después mirar el cuerpo de Rachel, el cual parecía transmitir una sensación de calidez, como si solamente estuviera dormida. —Supongo que todavía espero que la humanidad tenga esperanza con aquellas personas que pueden hacer de este mundo un lugar mejor. Puede que lleve muchos años sin estar en este mundo, pero soy humana y es algo que me llena de orgullo, solo nosotros somos capaces de hacer cosas excepcionales.— Respondió sonriendo mostrando que a pesar del deber que tenía, siempre buscaría el bien para los suyos, nadie antes lo había intentado por eso, a su manera, Davina buscaba ayudarles, aunque a veces no sirviera de nada y hubiera quienes no se merecían aquella ayuda.

✶⊶⊷⊶⊷❍❍⊶⊷⊶⊷✶

Davina se quedó apoyada en la pared mientras pensaba en la conversación con Johanna, hacia años que dejó de pensar que era un número más en una lista de protectores, pero lo era, era una de los pocos humanos que podía jugar en contra de las leyes de la naturaleza, algo que sin duda no la importaba, siempre le había gustado romper las normas, desafiar a sus superiores, pero aquella noche, cuando agarraba la mano moribunda de Rachel, muchos habían sido los recuerdos que habían vuelto a su cabeza, recuerdos que creía que hacía tiempo había olvidado o por lo menos recluido lo más lejos posible, pero la realidad no era para nada como siempre había fingido que era. Estaba marcada por una larga mancha de muerte, donde se preguntaba porque ella debía de haber sido la afortunada en sobrevivir, todavía no comprendía por qué ella debía de ser especial. Lo único que la hacía diferente lo había perdido, y su habilidad para meterse en problemas más que ayudar siempre causaba más caos, pero puesto que había hecho un juramento de lealtad no podía renegar de ello y si lo hacía temía las consecuencias que eso podría traer.

—Pensaba que aborrecias a los de tu propia especie.— Comentó Morfeo sin comprender porque Davina había decidido ayudar a una humana que se había terminado por destruir ella sola.

—Un momento de compasión, supongo que a veces aparecen.— Se limitó a decir, sabiendo que si nunca había hecho algo por los humanos más allá de ayudar a algunos cuando había tenido la oportunidad, es por el simple hecho de que sabía lo que las habían hecho a sus hermanas, y de alguna manera guardaba rencor a la humanidad, por supuesto no todos los humanos eran culpables de las acciones que llevaron acabo otros, pero los siglos la habían hecho ver que había veces que la humanidad no necesitaba la ayuda ni la compasión de nadie. —Pero Johanna tenía razón, la arena es importante, no lo niego, pero el hecho de que tengas que depender de ella es lo que te hace débil.— Puntualizó mientras miraba esta vez a Sueño seriamente, comprendía que quisiera recuperarla pero él podía haber ayudado a Rachel mucho mejor que ella y con la certeza de que no fallaría, no como ella que había invocado a Hecate sin saber si esta respondería a su plegaria.

—Tu dependías de tu transformación en dragón y ahora ya no la tienes.— La recordó Sueño haciendo que Davina mantuviera la misma expresión, aunque el recordatorio la había molestado lo suficiente para que en otra época se hubiera replanteado atacarlo.

—Cierto, no tengo alas ni todas las ventajas que tenerlas me proporcionaban, pero aprendí a vivir sin esas alas y a buscar soluciones a raíz de su ausencia. La vandana de metal surgió de entre los restos de mis propias alas, un arma que sólo responde ante mi.— Le informó mientras se agarraba con fuerza a la cadena de metal. —Y no por ello la uso o dependo de ella, todo aquel que quiere tu poder ahora sabe lo que debe de arrebatarte para que no seas rival.— Añadió esperando que el señor de los sueños comprendiera que lo que ella quería decir, es que de alguna forma debía de aprender o a proteger mejor sus bártulos o a no depender de ellos, aunque parecía ser que iba a ser más factible la primera opción por razones evidentes.

—Bueno, ¿y ahora que hacemos?— Intervino en ese momento Matthew, el cual había aparecido volando para posarse en el suelo y mirar a sus señor.

—Yo me voy en busca de mi yelmo, y tu te vas al sueño.— Se limitó a decir.

—O mejor aún, llevarme con vos y no tendremos que hablar más del tema.— Sugirió el animal creyendo que su idea era mucho mejor que la de volver al reino del eterno.

—Es tentador, ciertamente.— Admitió mientras se arrodillaba para ponerse a la altura del cuervo. —De hecho puede que te necesite a donde vamos.— Sugirió esperando que la ayuda de Matthew y la de Davina bastarán para salir del infierno ilesos y con el yelmo.

—¿Sí? ¿Y a donde vamos?— Preguntó con curiosidad el cuervo, haciendo que Davina le mirase incrédula al saber que aquella curiosidad y emoción desaparecieran en cuanto supiera cual era el lugar al que visitarian.

—Al infierno.— Garantizó Sueño mientras volvía a levantarse.

—¿Al infierno, infierno? ¿O lo decís en plan metafórico? Por que en cualquier caso habría que comentárselo antes a Lucienne, a ver que le parece.— Quiso saber mientras Morfeo dejaba caer la arena que había en el saco, para poder llevarles a los tres hasta las puertas del mismos averno. —Me da en la nariz, aunque como buen pájaro tengo pico, que no va a estar muy a favor del viajecito.— Garantizó mientras Sueño hacia una serie de movimientos, provocando que la arena se volvía más densa, convirtiéndose en una nube de arena y polvo. —Pero no me estáis escuchando, así que... ¡A la mierda, vayamos al infierno!— Sentenció Matthew sabiendo que lo único que podía hacer era resignarse, bastante había sido convencerle de que le dejara acompañarlos.

★★★

Ahora sí, Davina a hecho magia. Por supuesto la magia es con respecto a la invocación pero ha tenido lugar.

De verdad estaba deseando llegar a este capítulo, porque el del Infierno es mi episodio favorito y le disfrute muchísimo, además de que estamos más cerca de saber más del pasado de Davina.

También os digo, el gif, el cual he hecho yo, no recordaba que existía, normalmente recuerdo los gifs que hago, pero este se me había olvidado completamente.

Con respecto al capítulo, por supuesto me centro en el episodio, es imposible no hacerlo cuando todo ocurre tan... rápido, pero sí os aseguro que el cambio de quien ayuda a Rachel es algo de lo que estaba segura, en especial porque quiero esperar a que Sueño se vaya dando cuenta de que no es la humanidad quien los sirve sino a la inversa.

La conversación de Sueño y Davina, bueno que decir, él lanza pullas y ella no se calla. De hecho ella nunca ha asumido que es como su superior, ella le protege y para llevarlo a cabo debe de ser sincera en ese aspecto, evidentemente.

También os digo, la escena de Johanna es de mis favoritas, no por qué, tal vez por como hago que se preocupe, y eso la hace ver a Davina que no toda la humanidad es tan mala como de alguna forma siempre ha pensado, sino que hay malos y buenos. También os digo, que su perspectiva cambiará por completo en un par de capítulos.

Llegados a este punto, donde casi estamos a la mitad de la historia, me gustaría saber que os está pareciendo la historia, en especial mi protagonista.

¿Qué os ha parecido el capítulo?

Os leo ❤️


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