CAPÍTULO 78: I NEED TO TELL YOU A SECRET

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—— I NEED TO TELL YOU A SECRET ——

Mystic Fall, 994 d.C.

Carina estaba sentada en una de las sillas que había entorno a la mesa de la sala principal, la pequeña cabaña estaba constituida por tres habitaciones, la primera era la principal donde hacían la mayor parte de la vida común, las otras dos estancias eran las habitaciones en la que estaba enfrente de la de la entrada, dormía Carina, mientras que en la pequeña buhardilla que había en la casa dormían sus tres hijos.

—¿Madre, que haces despertar a estas horas?— Preguntó Astrid mientras bajaba las escaleras evitando caerse de ella, como muchas veces la había pasado cuando era pequeña por tener prisa.

—¿Astrid, que haces despierta?— Preguntó Carina sorprendida por la aparición de su hija, ya que estaba tan ensimismada en sus pensamientos que no había sido consciente de la presencia de su hija.

—He preguntado primero.— Alegó la chica, haciendo que Carina sonriera sabiendo que su hija no la respondería, hasta que ella lo hiciera primero. Para la mayoría de las cosas, Astrid era demasiado cabezota.

—No podía dormir, ¿y tu, hija mía?— Explicó mientras Astrid se sentaba en la silla que estaba al lado de la de su madre.

Veía la luz de las velas.— Admitió la adolescente con obviedad, mientras señalaba las velas que estaban a un lado de la mesa, las cuales no aportaban demasiada luz, pero sí la suficiente como para que el fuego de la llama llamará la atención de cualquiera que quisiera conciliar el sueño. —¿Esta todo bien?— Preguntó preocupada, dándose cuenta de que así era. Principalmente porque el rostro de su madre confirmaba que algo sucedía.

, ¿porque no iba a estarlo?— Mintió Carina sabiendo que no podía decirles a sus hijos lo que la estaba pasando, por lo menos no todavía. Aunque tampoco sabia cuanto tiempo podía quedarla.

—¡Me has quemado!— Exclamó Astrid apartando rápidamente la mano de la de su madre, mientras miraba la quemadura que tenía en la palma de su mano.

Déjame ver la herida.— La pidió Carina mientras la agarraba la mano, pero usando un trozo de tela para poder curarla, haciendo que Astrid se diera cuenta de lo que estaba pasando, sobretodo porque acababa de percatarse del motivo por el que la había quemado.

—Magia negra...— Murmuró mientras miraba como la quemadura se curaba, para a continuación alzar la cabeza y mirarla. —¿Madre que está pasando? ¿Desde cuando tienes magia negra en tu cuerpo? Siempre nos has vetado usarla, ¿la estas usando?— Preguntó Astrid sin comprender que estaba pasando, pero sabía que algo ocurría. La actitud de su madre, la magia negra, parecía que estaba relacionado y seguramente habría más factores que podían contribuir a su teoría.

—Hay algo que debes de saber, Astrid, algo que solo debes de saber.— Suspiró Carina, sabiendo que era inevitable y debía de decírselo a su primogénita, pero únicamente a ella. Sus hijos pequeños no podían descubrir lo que la estaba pasando.

—Me estás preocupando, ¿que pasa? ¿Es grave?— Preguntó Astrid mirando a su madre preocupada, sin comprender nada.

—Me estoy muriendo.— Admitió finalmente la bruja, haciéndo que la expresión de Astrid se transformará de una que reflejaba la preocupación a otra que mostraba la sorpresa y el temor de lo que aquello suponía.

—¿Cómo? ¿Cómo vas a estar muriendote, madre? Eso es imposible, estas sana.— Alegó sin comprender porque se madre podía decir algo así, no tenía sentido, no para ella.

—Yo lo se, lo siento dentro de mi. Siento que no estoy bien, llevo sintiéndome así desde hace varios meses.— Revelo Carina mientras la expresión de Astrid cambiaba al comprender lo que eso suponía, lo que supondría para ella y para sus hermanos perder al único padre que les quedaba.

—Hablemos con Ayanna, ella sabrá que hacer, podrá ayudarte.— Afirmó Astrid creyendo que la enfermedad que su madre tenía podía tener alguna cura, pero la realidad no era tal y como la mayor de los hermanos creía.

—Ya he hablado con Ayanna, hija. Me ha confirmado lo que yo ahora te estoy diciendo.— Admitió Carina sabiendo que aquello era difícil, principalmente a la hora de decírselo a sus hijos.

—Pero no comprendo, ¿porque tienes magia negra si te estás muriendo...?— Preguntó Astrid mientras hacía memoria recordando el sacrificio por el que ella se había vuelto tan sensible a la magia negra. —¿Esto es por lo del sacrificio?— Preguntó de nuevo haciendo referencia a él, en voz alta, por primera vez desde que sucedió. Ya que no había hablado de ello con nadie, tal y como prometieron, y como se había prometido a si misma había dejado a un lado el recuerdo de Tyrion.

—Creo que sí, aquel joven brujo era muy poderoso. Tal vez tuviera oportunidad de lanzarme una maldición.— Suspiró su madre, haciendo que su hija mostrará la incertidumbre al no saber si aquella suposición era o no cierta, aunque todo indicaba a que lo era.

—¿Cuanto tiempo tenemos?— Preguntó Astrid sabiendo que esa era la pregunta que necesitaba respuesta.

Aún lo desconozco, el tiempo dicta lo que la magia provoca, hija mía.— La recordó su madre mientras la agarraba de las manos, haciendo que Astrid la mirase con los ojos llorosos, pero a pesar de ello, Astrid no derramó ni una sola lágrima. —Pero no has de estar triste, todo tiene su motivo en esta vida. Todos nacemos con un propósito.— Añadió intentando animarla, pero recibir una noticia así no ayudaba, nada mejoraría el estado de ánimo de las dos brujas.

—¿Y el tuyo es morir?— Preguntó su hija mostrando lo enfadada que estaba por lo que su madre había insinuado.

—El destino es caprichoso, Astrid. Todos tenemos escrito nuestra historia con un principio y con un final, tenlo presente.— La recordó esperando que fuera consciente de sus palabras.

—¿Y mis hermanos? Ellos merecen saber lo que pasa.— Alegó haciéndola ver a Carina que sus hijos pequeños también debían de saber lo que iba a suceder o por lo menos una parte de la historia.

—Les diré que estoy enferma, pero en ningún momento les dirás cual es el origen de mi enfermedad ni el desenlace que voy a tener.— La ordenó a Astrid mientras la miraba con seriedad, pero en el rostro de la joven podía verse que no estaba de acuerdo con su madre a la hora de tener que mentir a sus hermanos. —¿Entendido, Astrid?— Inquirió con seriedad, esperando que su hija fuera consciente de que sus hermanos no podían saber lo que pasaría.

—Sí, madre.— Murmuró Astrid mientras su expresión se endurecia, odiaba mentir a sus hermanos, menos aún ocultarles cosas, pero comprendía que su madre lo hacía para protegerles.

✶⊶⊷⊶⊷❍❍⊶⊷⊶⊷✶

Nueva Orleans, actualidad.

—¿Dónde demonios te habías metido?— Preguntó Leonidas al ver que su hermana estaba en el porche de la casa de Taylor, donde pasaba algunas noches.

—Tengo que contarte algo.— Admitió Astrid mientras Leonidas se sentaba a su lado dándose cuenta de que pasaba algo.

—¿Qué pasa?— Preguntó su hermano preocupado, dándose cuenta de que su hermana tenía la misma expresión de preocupación que su madre solía tener a veces.

—Mamá no murió por una enfermedad.— Dijo finalmente, sabiendo que había llegado el momento de decir la verdad.

—¿Cómo que no murió por una enfermedad? Tardo tres años en morir.— Alegó Leonidas sin comprender lo que su hermana estaba diciendo, principalmente porque no tenía sentido lo que estaba diciendo.

—Fue maldecida con un maleficio de muerte, el cual tardo tres años en llegar a su fin.— Murmuró mientras abrazaba sus rodillas recordando que saber aquello fue una verdadera agonía para ella, porque nunca sabía cuando llegaría el final de su madre hasta que llegó.

—Si era una maldición debía de estar hecha con magia negra, y tu eras muy hábil con ella, tenías la capacidad de absorberla.— Recordó su hermano sin comprender como es que no se lo había dicho antes, o mejor dicho como es que Astrid no se había dado cuenta de ello.

—Sabía como madre que era magia negra, cada vez que la tocaba... lo sentía. Pero ella jamás me dejó intervenir, únicamente me obligaba a mentiros y me mentía a mi, porque creía que aquella maldición procedía de otro lugar, de otra persona.— Explicó la rubia sabiendo que su hermano debía de saber toda la verdad, no podía seguir ocultándosela como cuando eran pequeños. Ambos dejaron de serlo hacia demasiado tiempo.

—¿Tu sabes quien maldijo a nuestra madre?— Preguntó el vampiro sabiendo a la perfección que su hermana conocía aquella respuesta.

—Sí, fue Dahlia.— Respondió mientras giraba la cabeza para poder mirarlo, viendo la expresión de sorpresa por parte de su hermano mayor.

—¿Qué? ¿Por qué? Madre jamás uso la magia para el mal, ayudo a todo el mundo, enseño a cuantos llamaron a su puerta en busca de conocimiento. Porque esa maldita arpía la quiso hacer tanto daño, ¿porque nos hizo eso? Ni si quiera nos conocía.— Alegó mientras se levantaba sin comprender porque Dahlia les había hecho aquello, nada de lo que le estaba contando su hermana parecía tener sentido para él o por lo menos no en aquellos instantes.

—Por Esther, Freya me ha explicado que dejo la magia. Y cuando Dahlia se la llevó a ella volvió a practicarla, esta vez con una nueva mentora que parecía ser la sustituta de aquella hermana que la había arrebatado a un hijo.— Le informó haciendo que Leonidas comprendiera cual era el origen de aquellos negativos sentimientos que Dahlia tenía por su madre.

—Todo por envidia.— Suspiró mientras Astrid se levantaba para ponerse a su altura. —¿Desde cuando lo sabes?— Preguntó su hermano haciendo referencia hacia quien había maldecido a su madre.

—Unos días, no estaba segura de que fuera cierto, aunque así lo creía. Hoy Dahlia me lo ha confirmado, no se va a detener ante nada.— Garantizó la híbrida sabiendo que debía de hacer algo para proteger a Hope, aunque quisiera venganza proteger a su hija era mucho más importante que vengar a su madre.

—¿Y qué planeas hacer?— Quiso saber su hermano reconociendo en la mirada de su hermana que tenía algo en mente.

—Vas a ayudarme.— Le informó con seriedad, haciéndole ver que no tenía opción de negarse. —Taylor, Hayley y Jackson se han llevado a Hope y a la manada, yo me reuniré con ellos, es evidente de que Dahlia les va a seguir y debo de hacer algo para protegerlos.— Le explicó haciendo que Leonidas le mirase sorprendido, porque eso suponía que su hermana iba a huir por segunda vez.

—¿Y yo debo de quedarme aquí a sufrir la furia de Klaus al saber que te has ido y te has llevado a Hope? No quiero volver al ataúd, o peor que me clave una estaca como hace una hora ha hecho con Mikael.— Alegó su hermano sabiendo perfectamente que todos serían testigos de la cólera del híbrido en cuanto supiera que Astrud había vuelto, por segunda vez, a huir de él pero está vez llevándose a la hija que tenían en común.

—Tu debes de quedarte y ayudarles, todos supondrán que no te he dicho nada por mi deseo de protegerte. Además de que si Dahlia descubre que estas con vida ira también a por ti para vengarse de madre de todas las formas que puede conocer.— Explicó Astrid sabiendo que Dahlia no sabía cuantos hijos había tenido Carina, sólo la conocía a ella y eso era suficiente, ya no solo para captar su atención, sino para que no la centrará en su hermano pequeño.

—¿Y tú? Sabe que eres su hija y la madre de la niña que quiere llevarse, es como un dos por uno.— Alegó el moreno con obviedad haciendo sonreír a su hermana.

—No sabe que Hope es mi hija, evidentemente lo descubrirá más pronto que tarde. Pero por eso debo de ir con ella y tu debes de quedarte, ¿lo entiendes?— Explicó mirando a su hermano con desesperación, esperando que él lo comprendiera.

—Para mí desgracia lo entiendo demasiado bien, Astrid.— Suspiró con pesadez haciendo que Astrid viera que él no estaba del todo de acuerdo con el plan de su hermana.

—Todo estará bien, hermanito, te lo prometo.— Le tranquilo mientras le miraba con una pequeña sonrisa en señal de apoyo.

—Espero que tengas razón y que esta no sea la última vez que nos veamos, porque como te vea en el Otro Lado te diré "te lo dije". Y no creo que quieras escucharlo por toda la eternidad.— Alegó el vampiro haciéndola reír por su comentario para después Astrid abrazarlo.

—Yo también te quiero.— Sonrió mientras los dos se abrazaban en señal de despedida.

—Tener cuidado por favor, no me perdonaría saber que os ha pasado algo malo.— La pidió mientras la miraba con sinceridad, a fin de cuentas Astrid y Hope eran la única familia que le quedaba.

—Para matarme hace falta mucho más que la Malvada bruja del Oeste.— Garantizó la mayor de los hermanos con seguridad en sus palabras, sabiendo que aquella no era una despedida definitiva como fue la que tuvieron quinientos años atrás, aquello solo era un «hasta luego».

★★★

No os podéis creer las ganas que tenía de publicar este capítulo.

Primero por el flashback, hacer escenas con Carina y Astrid humana me encanta. Y se que todas las escenas de ellas siento que son perfectas. Pero también como que era necesito explicar el porqué a todas las decisiones de mi protagonista y su forma de ser. Al final su madre la inculcó una serie de valores que han florecido con el paso de los años. Aunque Astrid jamás recreará las acciones de sus padres con sus hijos.

Segundo, las escenas con Leo siempre son maravillosas. Osea amo a los dos y creo que él sabe que muy en el fondo su hermana no es responsable de las acciones de su madre, y menos aún cuando desconocían el origen.

Pero si os soy sincera, me encanto hacer el paralelismo de la despedida, osea es como un vuelta otra vez al punto de partida de la historia. Y os aseguro que Astrid es lo último que quiere hacer, recrear sus acciones del pasado, pero el bien y el futuro de su hija es más importante, porque al final ella es su responsabilidad.

Dicho esto, solo puedo decir que me muero de ganas de que toda esta parte de la historia termine. Porque tengo una de sorpresas para el final... que no os veis venir, aunque también tengo ganas para que conozcáis a mis nuevos personajes, como Yelena y como Eliana, os aseguro que vais a amar a las dos.

¿Qué os ha parecido el capítulo?

Os leo ♥️


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