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Tan cerca pero tan lejos.

Miraba aquella claridad que esa ventana transmitía a esa grande habitación, una habitación con unas comodidades que no había visto en tanto tiempo. Una enorme cama, con mesas de noches bastante limpias y hermosas. Habían dos grandes sofás adornando la habitación, con una mesa de cristal y unas flores espléndidas. Al menos en este oscuro lugar había algo bonito y ordenado. Me senté en aquel cómodo sofá, viendo a aquel hombre dando vueltas y vueltas. Sentía mis ojos pesados, sentía cansancio reflejándose en cómo la falta de sueño me afectaba, las noches aquí no eran color de rosa como lo son en Alexandria y más cuando mi corazón estaba siendo consumido. Me sentía muerta por dentro pero pero mi corazón aún era capaz de latir, aún bombardeaba lleno de vida, sintiéndome yo llena de cansancio. Negan daba vueltas en la habitación, su semblante era diferente al que había conocido por primera vez. Su rostro se veía lleno de tristeza, se veía algo distante y cortante, no era la persona que había conocido y eso me llenaba de curiosidad, me llenaba de misterio.

No sabía el por qué me encontraba en su habitación, no sabía que hacía sentada en este cómodo sofá y con su presencia, lo único que sabía era que no podía dejar de pensar en el rostro de mi hermana. Sus risas, su voz estaban atadas a mis oídos como si ella estuviera presente en estos momentos aquí, ayer me acosté pensando en ella, me acosté pensando en ella aún lado de mi hermano; esperando soñarla y no fue así, ella se había ido incluso hasta de mis sueños. Sentí mi garganta quemarme con el deseo de querer llorar mientras veía mis manos, mientras que observaba mis nudillos con esos colores opacos que demostraban los moretones que me provocó golpear la pared siendo decorados por esas gotas que se salieron de mis ojos ante el recuerdo de Natasha en mi mente. Limpie mis lagrimas, intentando suspirar para no sollozar y llamar la atención de este hombre quien aún daba vueltas en esta habitación.

—Quiero ver a mi amigo, solo quiero verlo.—decidí romper el hielo ante la petición que le hice a Negan, quien se mantuvo en silencio y pude ver cómo negó mi petición.—Solo quiero decirle que mi hermana murió, eran pareja... —susurre sin obtener respuesta alguna.—Vas a marearme si sigues dando tantas y tantas vueltas.—comente observando cómo Negan pisaba fuertemente su talón contra el suelo, resonaba en mis oídos y me molestaba.

—Nunca había hablado con una adolescente molesta y sentida porque perdió a su hermana a causa de mis hombres, intentó tener las palabras correctas para poder comprendernos y llevarnos mejor.—me respondió, seguía dando vueltas y vueltas.—Aunque los hombres que provocaron eso ya pagaron, tú hermano los mato con sus propias manos, oh ese chico, él es encantador; quisiera que liderará este lugar que he formado.—dijo sonriente, algo que me lleno de muchas dudas en cómo este hombre tenía una estrecha y fuerte relación con mi hermano.

—Él nunca será como tú.—hablé algo molesta ante su comentario anterior, ver su sonrisa me atormentaba.—Eres un idiota si crees que podemos ser amigos como Nate y tú.—añadí a mi comentario, viendo cómo la sonrisa de este hombre cesaba.

—Tú hermano desde que llegó aquí cambió mi forma de ver la vida pero no ha cambiado mi forma de querer verla, él será un gran líder algún día y él será mejor que todos los hombres que han estado aquí.—dijo, mientras que me quedé en silencio sin respuesta alguna.—Lamento la muerta de su hermana, él es fuerte y lo sobrellevará, se que tú también lo harás, eres ruda igual que él.—sus disculpas habían sido un tipo de abertura a una herida, así se sentía.—Esto es más difícil de lo que pude imaginarme, demonios.—murmuró observando la ventana, mientras que yo decidí tan solo observar mis manos entrelazadas y evadir su mirada.—Mira, comprendo que estés molesta porque mate a tus amigos, mueren personas todos los días. Diablos, si que mueren. Hace tres días mataste a uno de mis hombres, tenía familia y sufren su muerte.— observe su rostro, la malicia y burla que contagió en su dormitorio, se burlaba.

—Eran mi familia, no eran mis amigos, es algo que tú nunca tendrás.—respondí cortantemente. Negan me observo, suspirando y asintiendo.

—No, no tengo familia pero este es mi hogar, el hogar de muchas familias a los que debo mantener en pie.—Negan me miro sonrientemente ante una buena respuesta, él tomaba esto como un debate yo lo tomaba con la menos importancia del mundo.

—¿Haciendo que trabajen para ti como si fuesen esclavos? ¿Castigándolos quemándoles la mitad de la cara? ¿Reteniendo mujeres para que puedan todas acostarse contigo, siendo obligadas a miles de cosas bajo tu mandato? Oh, qué buena forma de vivir besándote los talones de los pies.—mi voz se escucho bastante agitada ante su repugnante contestación, este santuario era un gran infierno lleno de demonios que desean ser ángeles.—Si a esto le llamas un hogar, padeces de psicopatía porque eres un completo enfermo mental.—mi mirada hacia él fue dirigida con un total desprecio, su semblante de burla cambio, llenándose de seriedad y incluso molestia.

—El mundo no es lo que era, Aliana. Vivimos ahora como si todo estuviera en nuestras manos, como si pudiéramos hacer lo que nos diera la gana.—comentó sentándose delante de mí en aquel otro sofá que adornaba su habitación.—Las leyes controlaban nuestra forma de vivir, había un orden y vivíamos bajo un patrón, un patrón que nos educaba. Alguien necesita liderar el poder que perdimos, necesitan aprender nuevamente a tener un orden y ser capaces de lo que sea por sobrevivir. Aquí no se trata de quien viva, se trata de quien puede tener la mentalidad para poder manejar ese poder y crear un orden.—dijo este observando su bate lleno de púas para luego acostarlo aún lado de él, serio ante su respuesta.

—Yendo por cada comunidad destrozando y quitándole lo poco que consiguen, matando gente y creando caos, ¿a eso le llamas orden?—entre dientes pregunté.

—Le llamó poder y respeto.—dijo sonriente, bufé y observe cómo este hombre se levantó, dejando su bate de púas en aquel sofá, me sentí asqueada ante el gran recuerdo abrumador que me llegó a la mente.—Estás molesta, estás sentida y te entiendo pero no entenderás ahora el por qué de las situaciones, Rick lo entiende porque es un líder y quiere tener el mismo poder que yo quiero pero no de la misma forma.—Negan se quedo observando la ventana ante su comentario, reí.

—Nunca jamás serás como Rick Grimes... —susurre, observando cómo él se giró siendo capaz de entender mis palabras aunque las haya dicho en un bajo tono.—Y él reclamará cada muerte que provocaste o puedas provocar, te lo puedo asegurar.—le dije mientras que él no despegaba sus ojos de mi.

—No, no me mal interpretes... yo no quiero ser como Rick.—Negan no tardo en acercarse a mi, obteniendo una manzana fresca que le trajo una de sus mujeres y mordiéndola.

—¿Negan?—la puerta hizo un sonido estruendoso, no tarde en dirigir mi mirada curiosa hacia allá ante escuchar la voz de mi hermano quien apareció allí, no tardo en sonreír al verme pero tan solo decidí bajar la cabeza.

—Quédate aquí, no decidas salir y ser tan curiosa, ayer ya te dimos el tour.—hablo este con una voz de firmeza ante la orden que me había dado, asentí.

Observe como Negan dejó la manzana mordida en la mesa, este camino directamente a la puerta en donde mi hermano lo había llamado. Observe la manzana mordida, una manzana que se pudriría en un par de horas nada más por el tacto de aquel hombre. Di un leve brinco ante el sonido de unos disparos, de varios disparaos en un momento. Algo curiosa ante el sonido de las balas no tarde en levantarme, algo sigilosa no tarde en dirigirme a la gran ventana que creaba una gran iluminación en esta gran habitación. Me quedé inquieta ante lo que mis ojos habían visto, incluso sentí mi corazón detenerse y como el aire me faltó. Era él, no estaba soñando cuando estaba viendo justamente a Carl Grimes parado en la entrada del santuario con un arma y apuntándole a esos hombres, a los hombres de Negan. Había un hombre tirado en el suelo, con grandes hoyuelos rojizos en donde se desangraba, estaba muerto. Pude sentir mi corazón bombardear fuertemente ante su presencia, las ansias de querer dirigirme hacia él eran enormes. Me quedé mirando fijamente la mirada sin saber cómo reaccionar o qué hacer, pues las órdenes de quedarme en este cuarto habían sido precisas. Ver a Carl en el mismo lugar que yo me llenaba de felicidad, me llenaba el corazón aunque la tristeza me estuviera consumiendo por dentro. Di un leve salto ante ver cómo aquel hombre rubio, quien tenía su rostro quemado empujaron a Carl al suelo, arrebatándole su arma.

Me dirigí rápidamente a emprender caminata hacia allá, observando en si como no había ningún tipo de arma presente en mi visualización. Corrí rápidamente ante la mesa de noche de Negan abriéndola, como todo hombre, había un arma ahí. Decidí obtenerla, observando las balas que habían ahí pero el arma debía estar cargada en caso de emergencias, por ejemplo esta era una emergencia. Abrí la puerta con cuidado, observando los largos pasillos y tan solo viendo a varios salvadores pasar. Algo disimulada empecé a caminar con lentitud, no quería llamar la atención y que pasara alguna situación que se saliera de mis manos. Con cuidado baje las escaleras, observando a una de las mujeres de Negan pasar por mi lado. Esta era una hermosa rubia llamada Amber quien pasó por mi lado cabizbaja, al bajar ante una de las últimas plantas de este lugar no tarde en bajar con suma rapidez las escaleras, teniendo la esperanza de poder encontrarme con Carl. Empecé a escuchar varias voces y sabía que estaba cerca del salón principal en donde se encontraban todos los trabajadores hablando sus deberes. No tarde en correr con suma rapidez por esos largos pasillos, me encontraba en la tercera planta, y observe la puerta principal en donde estaba la segunda planta.

—¡Carl!—grite fuertemente al verlo caminar por la segunda planta, aunque intente gritar nuevamente, sentí como mi boca había sido tapada y como mi cuerpo empezó a ser arrastrada, dejando de ver así la segunda planta y empezar a ver las paredes de los pasillos nuevamente.—¡Mm! ¡Mmm!—intentaba de hablar, mientras que forcejaba con quien me estuviese agarrando, no podía ver quien era. Hasta que sentí mi cuerpo caer bruscamente al suelo, siendo destapada y como una puerta se cerró.—Eres un idiota... —hablé entre dientes, observando a Jayden estar parado delante de la puerta.

—No podía permitir que fueras.—dijo.—Y no es personal, no me importa si son pareja o si me caen mal ambos, hago mi trabajo.—se defendió.

—¿En serio no es personal?—pregunté agitada, levantándome del suelo.—Sal de mi maldito camino, por favor.—dije, intentando abrir la puerta pero él no me lo permitió.—¡Sal maldita sea!—grite, intentando empujarlo pero Jayden era más fuerte que yo.

—Oye, en serio si fuera por mi te hubiese dejado tirada en el bosque, hago esto por Nate. Y baja la voz, la gente empieza a pensar que eres una maniaca.—dijo, alejándome de la puerta y sentándome en una silla que había allí, mientras que él dio pasos atrás, volviendo a pararse delante de la puerta.—No intentes nada, no saldrás, lo lamento.—Jayden pareció disculparse por el hecho de que me prohibía salir, aunque lo intentara sabría que no podría ni siquiera llegar a Carl Grimes, así que no me resistí y tan solo suspire hondo.

—¿Cómo terminaste aquí?—pregunté, dándome por vencida y sintiendo esa inmensa tristeza de tener que olvidar por un momento a Carl.—¿Por qué te fuiste?—añadí.

—Si vas a hacer preguntas yo también quiero respuestas de mis preguntas.—comentó cruzándose de brazos, mientras que no me quedo más opción de asentir y observando a la persona que algún día quise con todo mi corazón.—Bueno... —suspiró.—No podía quedarme, no me sentía cómodo, era una sensación extraña que me prohibía estar ahí y no solo por el hecho de la gran atracción entre Carl y tú, era porque no pertenecía ahí. Cuando perdí a mis papás en nuestro campamento, lo único que tenía era a ustedes y no quería perderlos, ver qué andábamos con un grupo de desconocidos, que pasábamos hambre y que no tenían idea de hacia donde iban; me atemorizaba. Cuando vi que no tenían interés en buscar a Nate me atemorice más en la idea de aferrarme a esos extraños, temía a perderlas o a morir, suena cobarde pero tenía miedo de mi vida.—contaba, mientras que deslizó todo su peso en la puerta y decidió sentarse en el suelo, observando sus manos.—Pase hambre, más de la que pasamos allá pero no me arrepentí de haberme ido, encontré un supermercado y comí, me mantuve ahí por días, estuve solo y lloraba, quería encontrarlos porque me sentía lleno de soledad; hablaba con un maniquí.—reímos ambos, mientras que mantuvimos una conexión visual.—Te eche de menos pero sabía que lo de nosotros solo había sido una gran ilusión. Días después, fue como un milagro que Nathan me encontrara con ellos, yo estaba casi muriéndome. Me trajeron aquí, desperté y conocí este mundo. Me aferré a la idea de sobrevivir, ahora soy la mano izquierda por así decirlo de Negan, después de Simón y Nathan claro. Al principio me pareció un lugar no lo sé malo por así querer pintarlo pero me di cuenta que era una solución a permanecer con vida, con reglas y me acoplé.—se encogió de hombros.

—Wao, que bonita historia.—dije sarcásticamente mientras que él solo sonrió, bufo ante mi forma de expresarme por su narración.—Natasha perdió al bebé, fui triste pero pudimos ya sabes, superarlo como siempre.—decidí ser honesta y confesarle ese gran recuerdo, Jayden estaba ilusionado con ese bebé que venía en camino, observe como su rostro cambió a un semblante de tristeza.

—Si, así fueron criados ustedes, fueron criados con el pensar de que debían superar con rapidez cada cosa que les sucedía.—dijo.—Llevas aquí tres días Aliana, solo lloraste a tu hermana los primeros días días y ya hoy estás como si nada hubiera pasado, no está mal estar débil un tiempo.—comentó, mientras que sus castaños ojos me miraban penetrantemente.

—No quieres saber cómo me siento, ni quisiera que lo sintieras porque te pudrirías con tan solo tener encima de tus hombros el dolor que estoy cargando en estos momentos por el hecho de que ella ya no vaya estar aquí.—mi voz se entrecortó ante eso, así que opté en no añadir más y restregar mis ojos humedecidos para así no llorar, aunque lo quisiera.

—Lo siento, ella era importante para mi y para mi hermano, él la amaba.—sonreí ante el recuerdo quien fue una persona importante para Natasha, quien sería el padre del bebé que ella esperaba.—¿Tú lo amas?—Jayden me miro fijamente, no tarde en confundirme ante su pregunta.

—¿Qué?—pregunté algo confusa, él sonrió y tan solo quedó algo pensativo antes de volver a explicarme su pregunta.

—¿Amas a Carl?—el recuerdo de Carl no tardo en aparecer en mi memoria, era una respuesta difícil de entender pero ese chico con ese sombrero de alguacil empezaba a traer mi mundo de cabeza.—Voy a dejarte ir pero no dirás que te encontré, tú y yo no nos hemos visto en el día de hoy, voy a dejarte ir para que puedas verlo a él o a él otro, deben estar en la primera planta.—no tarde en levantarme de la silla con rapidez al escuchar lo que Jayden había dicho.

—¿Jayden? ¿Me copias?—la voz entrecortada de mi hermano resonó por el walkie-talkie que Jayden portaba en su cinturón, este con rapidez no tardo en obtenerlo.—¿Jayden?—se volvió a escuchar en la línea.

—Te copió, cambio y fuera.—respondió Jayden, levantándose del suelo y esperando respuesta de Nathan.

—¿Aliana está contigo?—pregunto mi hermano, Jayden me miro, me miro varias veces antes de responder, bajo la cabeza.

—No.—respondió Jayden, quien no tardo en abrir la puerta, asintiéndome.—Vete ahora antes de que me arrepienta, y solo hago esto para demostrarte que no te tengo rencor.—sonrió burlón, no tarde en sonreír.

Sentí mi corazón bombardear, no tarde en asentirle y agradecerle en voz bajo el gran acto que había hecho hacia mi. Sabía en donde se localizaba la primera planta, así que no tarde en empezar a emprender camino hacia lo que quería que fuera mi destino. Carl Grimes y yo estabas tan cerca pero a la vez, tan lejos. Mire atrás, observando a Jayden ser sigiloso y empezar a caminar a la dirección contraria. Me encontraba confundida con su actitud pero a la vez agradecida por lo que estaba arriesgando, le debía algo y me prometí a mi misma que algún día se lo pagaría con un buen acto. Empecé a caminar más de prisa, apareciendo en la segunda planta, observando el área de trabajadores y en cómo todos estaban parados allí, no hacían su trabajo. La voz gruesa de Negan resonaba por todo eso allí, con lentitud y sin hacer mucho escándalo pude localizarlos, pude ver el sombrero de Carl resaltar entre tantas personas, sonreí pero no llamaría la atención. No cuando empecé a caminar con rapidez, bajando las escaleras. No llamaría la atención, dañaría todo nuevamente. Con el corazón en la mano y una gran sonrisa en mi rostro, fui acercándome a donde él estaba, hasta que mi sonrisa se esfumó ante la presencia de Nathan delante de mi, impidiéndome el paso y pidiéndome hacer silencio.

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