𝐜𝐮𝐚𝐫𝐞𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐮𝐧𝐨

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𝟐𝟒 𝐝𝐞 𝐉𝐮𝐥𝐢𝐨 𝐝𝐞 𝟐𝟎𝟎𝟔

Emma colocaba su vestido de nuevo en su cuerpo a la vez que William abrochaba sus pantalones y se colocaba su camisa abierta alrededor de sus hombros y brazos mientras se dirigían hacia un sitio apartado para hablar.

Estaban en el vestíbulo del hotel y Emma se sentía un poco nerviosa al estar a solas con William después de un tiempo sin poder hablar de manera tranquila. Realmente no habían vuelto a estar ellos dos de esa manera y Emma estaba expectante de lo que el rubio quisiera decirle.

—¿Vamos a mi habitación?

—Hum... Bueno, vale.

Emma pensó que no era necesario hablar en una habitación, pero la idea de ir a la habitación con William tampoco era desagradable para ella, por lo que no se negaría.

Mientras andaban hacia la puerta de William y Skandar, ellos dos andaban en silencio mientras notaban sus manos rozarse por la cercanía en la que se encontraban. Era un silencio algo incómodo pero la tensión era completamente notable para ambos.

Llegaron hasta la puerta y William la abrió para después darle espacio a Emma para entrar.

Emma miró a su alrededor. Esa habitación era diferente a la que ella compartía con Daisy. Esa habitación era era blanca y rústica también, con bastantes partes de madera. Habían dos camas y para desgracia de Emma se dio cuenta de que eran más grandes que las suyas. Una estaba dispuesta de un modo y la otra estaba metida en otra parte de la habitación, que de dividía en un arco. Estaba más o menos decorada de la misma manera pero era incluso más acogedora que la suya, eso la hizo enfadar levemente por dentro pero tampoco le dio demasiada importancia por los nervios de estar sola con él.

—Dime, ¿qué quieres hablar? —Emma se tomó la confianza de sentarse en el borde de una de las camas.

—De nosotros —Emma no se sorprendió ante lo directo que William fue, a veces él quería ir al grano—. De lo que sentimos.

—¿Y tú qué sientes?

—Depende de lo que sientas tú.

Los dos se miraron intensamente, sin saber qué demonios decir. Estaba claro que los dos dudaban en si ser sinceros del todo o no, pues no sabían cómo reaccionarían mutuamente. Emma pensó que William debía ser el que diese ese paso, pues era el que había insistido en hablar con ella.

—De acuerdo, empezaré yo. -cedió el chico.

Él agarró una silla de madera que tenía detrás y la colocó frente a Emma para después sentarse en ella. Emma no dejó de mirarlo y analizó cada movimiento del chico con interés. William se terminó de sentar y apoyó sus codos en las rodillas. Emma acercó su rostro al de él y se quedó de esa manera.

—Cuando te marchaste a América me rompiste el corazón.

—Cuando no viniste a despedirte en el aeropuerto tú me lo rompiste a mi.

—Fui a verte —respondió con el ceño fruncido—. Pero llegué tarde.

—¿En serio?

Aquello sí que fue una sorpresa para Emma. Esa parte de la historia no la conocía.

—Totalmente en serio. Llegué dos minutos después de que tú embarcaras. Pero está claro que tú eso no lo sabías, al parecer.

—Claro que no lo sabía. Nadie me lo contó.

—De todas formas, eso no es lo importante. Déjame hablar. —Emma no dijo nada para darle a entender que podía continuar—Al principio yo estaba todo el tiempo pensando en ti, pero un día, creo que el día de tu cumpleaños... ahora que lo pienso, ha pasado justo un año de eso...

—William, sin desviarte del tema...

—Sí, perdón. El día de tu cumpleaños Anna habló por teléfono con Ben y nos contó que tú te veías con ese Landon y que le gustabas. Yo pensé que habías pasado página finalmente y fue cuando meses después empecé a salir con Jane.

—Yo empecé a salir con Landon porque pensaba que tú habías pasado página pronto con Jane.

—¡No fue para nada así!

—¡Pues así lo creía yo! —Emma contuvo la agitación que sentía y cerró los ojos—. Toda nuestra historia es un cúmulo de malentendidos que no hemos aclarado.

—Somos un par de idiotas —asintió William y ambos rieron un poco por lo bajo. William dejó de reír y agarró las manos de Emma para juntarlas con las suyas, sin dejar de mirarla a los ojos. Emma lo miró también y enseguida quedaron en un silencio que esta vez no era incómodo. Ambos disfrutaban mirándose—. Aún estando con Jane no te podía sacar de mi cabeza, Emma. Nunca te he podido olvidar del todo.

El corazón de Emma comenzó a latir con prisa y excitación al escuchar la declaración y palabras de William.

—Lo que quiero decir es que... No sé. En realidad sólo te quería decir lo que siento aún.

—¿Te sigo gustando?

William la miró con nerviosismo, rascando su nuca.

—Define "gustar".

—Oh, Will —Emma comenzó a reír y puso su frente en las manos que tenían juntadas. Después lo miró—. Tú a mi sí me sigues gustando.

Ya que él no se atrevía a ser sincero del todo, había decidido que lo haría ella. Debía decirle lo que sentía para que él se atreviese a dar el siguiente paso.
Los ojos azules de William brillaban al escuchar esas palabras.

William acercó su rostro con una rapidez impresionante y besó con dulzura a Emma. El beso fue lento y ella ladeó su cabeza cerrando sus ojos. William separó sus manos de las de ella y las depositó sobre su nuca.

Después se separó sus labios y juntaron sus frentes, con los ojos cerrados todavía. Tenían la respiración un poco agitada, al igual que los latidos de sus corazones.

—Emma, a mi no me sigues gustando.

Emma no se esperaba esa respuesta.

—Yo sigo enamorado de ti.

Emma sonrió al escuchar eso. Sí que había funcionado dar ella el primer paso, había sido fácil conseguir la reacción de William. Además, esas palabras calaron hondo en su corazón.

Emma volvió a juntar sus labios con los de William para después agarrarlo de su cabello y atraerlo hacia la cama. William hizo lo que ella indirectamente le pedía y la tumbó en la cama mientras conseguía que el beso cambiase de intensidad. Mordió el labio inferior de Emma y ella después comenzó a besar el cuello del rubio. William reprimió soltar un jadeo mientras sentía los labios de Emma sobre su piel.

Emma separó sus piernas para dejar que William se situase entre ellas. La tela del pantalón de Will y la ropa interior de Emma les separaba, pues el vestido se había abierto en la abertura que había en la zona de las piernas. De esta manera, William cortó cualquier distancia corporal entre ambos. Mientras se besaban, William chocó su intimidad contra la de ella, consiguiendo que Emma gimiera contra sus labios. Esto hizo que el ambiente se volviese aún más excitante.

Emma continuaba haciendo pequeños ruidos que encendían cada vez más a William, y ambos no pudieron aguantar más, no después de tanta tensión acumulada. Sin desvestirse o cualquier otra acción, William bajó sus pantalones evitando separarse demasiado de Emma mientras que ella bajaba su ropa interior, sin quitarse el vestido.

William volvió a besarla con fuerza y mucha pasión a la vez que se unían. Mientras, William separó sus labios para después mirarla con intensidad, sin querer perderse sus expresiones. Emma a veces cerraba los ojos, pero trataba de mantener el contacto visual. No era una imagen que quisiera perderse.

—Emma, ¿estás tú enamorada de mi?

Ella lo pensó bien, aunque sabía perfectamente la respuesta, pero se replanteó el hecho de confesarle algo así a William. ¿Pero qué sentido tenía ocultarlo? En ese momento lo tenía más claro que nunca.

—Sí —tragó saliva—. Lo estoy.

[...]

Cuando William abrió los ojos, se despertó con compañía. Estaba en su cama, pero abrazaba a alguien. Él apoyaba su rostro en un cabello de color castaño y el cuerpo que abrazaba estaba cubierto por un vestido marrón de lunares blancos.

Recordó todo lo sucedido la noche anterior y sonrió sin poder evitarlo. Estaba feliz de la manera en que había despertado, pues era lo que llevaba deseando demasiado tiempo. Había estado deseando volver a repetir momentos como ese con Emma desde que lo dejaron.

Desde aquel beso que compartieron cuando ella volvió de Los Ángeles.

William, que de por sí ya abrazaba a Emma en la cama con ella dándole la espalda, apretó mas el brazo que rodeaba su cintura mientras soltaba un suspiro con felicidad. Posó su nariz en el puente entre el cuello y el hombro de Emma aspirando su olor a vainilla.

De esta manera consiguió que Emma comenzase a abrir los ojos. Tardó unos segundos en ubicarse nada más despertar, pero rápidamente giró su cabeza y sonrió ligeramente al ver que William era el que la abrazaba.

—Buenos días —murmuró ella con voz de recién levantada.

—Sí que lo son —respondió él con voz ronca.

William trató de abrazarla de manera que ella acabase en su pecho. Emma pasó su pierna derecha por encima de él a la vez que miraba hacia el rostro del chico y le daba un casto beso en los labios.

—Feliz cumpleaños —susurró con una sonrisa.

Emma sonrió de vuelta y apoyó su cabeza en el pecho del rubio, disfrutando de aquel momento.

—¿Te sientes diferente ahora que tienes dieciocho?

—Creo que en otra situación ciertamente me habría sentido igual—admitió— Pero con lo ocurrido anoche sí que me siento diferente.

—Yo también me siento diferente y no he cumplido años.

Emma alzó su cabeza para mirarlo más de cerca, y después pasó su mirada hacia sus labios. Entonces William abrió mucho los ojos con sorpresa y se incorporó de una haciendo que Emma se incorporarse de una con fuerza.

— Mierda, mierda...

William, que iba solo en calzones, se levantó de la cama mientras seguía susurrando maldiciones con mucho nerviosismo. Agarró sus vaqueros mientras se acercaba al reloj para mirar la hora.

—Oh, santa mierda.

—¿Qué ocurre, Will? Me estás asustando.

William la miró con mucha agitación mientras agarraba su camisa blanca (la que utilizó la noche anterior) y se la ponía encima.

—Emma tienes que levantarte ahora mismo.

—¿Por qué? ¿Qué pasa?

—Mierda, no te da tiempo a pasar por tu habitación a cambiarte.

—¿Cambiarme para qué? —Emma se levantó con confusión y miró su vestido— ¿No te gusta como voy?

—¡Vas preciosa pero ese vestido apesta a bebida! —olió su camisa— Joder, mi camisa también.

Se quitó rápidamente esa camisa y buscó en su armario otra cosa. Al final se decantó por una camiseta blanca con la marca de Ralph Lauren en un extremo de esta en pequeño.

—No entiendo por qué estás tan nervioso.

—Debes peinarte y lavarte el rostro con agua ahora mismo.

—Vale, vale.

Emma lo miró con las cejas alzadas mientras entraba en el cuarto de baño. Se miró en el espejo y comprendió que debía asearse, pero realmente no entendía por qué tanta insistencia en hacerlo.

Llevaba su cabello castaño un poco revuelto, tenía restos de rímel debajo de sus ojos y ciertamente se notaba que no había pasado la mejor noche. Lavó sus dientes con su dedo utilizando la pasta de dientes y después pasó una toalla llena de agua por su rostro con fuerza.

Peinó su cabello para dejarlo liso y suelto, pero lo tenía un poco sucio por todo lo ocurrido la noche anterior, así que acabó recogiéndolo en una trenza.

Cuando salió del baño, William entró para asearse también con mucha prisa, y después salieron cuanto antes de allí. William le indicaba a Emma que debía seguirlo hasta el patio, pero ella cada vez entendía menos aquel comportamiento.

—¿Qué hora es?— cuestionó.

—Muy tarde, muy, muy tarde —repetía él.

—¿Qué jodida hora es Will?

—La una de la tarde —mierda, era la hora de comer. ¿Pero por eso se comportaba de esa manera?

Antes de llegar al patio, antes de girar una esquina, William acorraló a Emma contra una pared y la besó con fuerza. Ella, aunque estaba sorprendida, le siguió el beso con un poco de confusión.

—Después hablaremos de lo que ha pasado con más tranquilidad -afirmó con nerviosismo-. Porque créeme que a partir de ahora será mejor que tengamos más comunicación.

Emma asintió, estando de acuerdo con él.

—Pero ahora debemos actuar como si nada porque lo último que queremos es que nuestros padres se pongan a interrogarnos.

—Sí, estoy de acuerdo. Pero... los demás deben sospechar, los de nuestra edad.

—Ya hablaremos de eso —Will besó su mejilla, y entonces sonrió.— Estás...

—¡William Peter Moseley! —escucharon una voz gritar en un susurro. Ellos se giraron para ver a una Daisy enfadada andar hacia ellos con paso rápido— ¡Emma Blair Barnes! Ya estáis separando vuestras sucias bocas y salís al patio ahora mismo. Llevamos media hora esperándoos, ¡media hora!

—¿Por qué estáis así por llegar tarde a la comida? —Emma frunció el ceño.

Daisy pareció darse cuenta de algo, por lo que cerró su boca sin decir nada.

—¿Qué pasa, eh? ¿Tuvisteis una noche movida y habéis dormido como nunca, no es así?— tenía sus brazos puestos en jarra.

—¡Daisy cálmate!—Emma trató de aliviar la situación.

—Cuando Skandar me lo contó... ¡sabía que esto pasaría!

—¿Skandar te contó el qué? —La castaña cada vez entendía menos.

—¡Tenemos que salir ya! —cortó aquella conversación el chico. Apoyó sus manos en los hombros de Emma y la obligó a quedarse ahí—. Primero salimos Daisy y yo, ¿vale? Espera diez segundos.

—Oh, ya entiendo...

—No entiendes nada.

William agarró a su hermana de la mano y la arrastró fuera de allí. Emma comenzó a reír en silencio mientras escuchaba los susurros de todos en el patio de la piscina. Evitó sus carcajadas mordiendo su mano para que no se escuchase, debía hacerse la sorprendida cuando saliese.

Contó hasta diez y entonces comenzó a andar con "naturalidad" hacia la piscina. En cuanto puso un pie fuera y fue visible para los demás, los gritos que ya se esperaba resonaron en sus oídos. Le dio tiempo a ver que estaba lleno de globos y con una pancarta con letras que formaban su nombre. Estaba precioso. También habían encendido las luces de la piscina a pesar de estar a plena luz del día.

—¡SORPRESA!

Emma comenzó a sonreír dando palmadas, a pesar de imaginárselo ya le emocionaba igualmente. Miró a todos con mucha alegría y sus amigas corrieron a abrazarla.

—¡Feliz cumpleaños!

—Muchas gracias, chicas. Os amo.

Todas le abrazaron mucha fuerza, le dieron besos en la cabeza y en las mejillas y finalmente la soltaron para que pudiese abrazar a su madre. Tricia la abrazó con mucha fuerza mientras besaba su cabello.

—Felicidades, mi ángel —le susurró con emoción al oído— Estoy orgullosa de ti.

Emma notó cómo sus ojos se cristalizaban por lo que su madre le había dicho a la vez que su padre la abrazaba después.

—Muchísimas felicidades. A pesar de ser mayor de edad siempre serás mi pequeña.

—Te quiero, papá.

Las siguientes felicitaciones y abrazos fueron por parte de Jack y Ben, que le repitieron que ahora podía ser su chofer o que podía ir a la cárcel junto con más chorradas que se les ocurrían.

Los Moseley la abrazaron también con mucho cariño, Peter le repitió una y otra vez que la quería mucho y que estaba feliz por ella. Juliette estaba a punto de llorar al igual que Tricia. Daisy llegó a comentar en broma que su propia madre prefería a una de sus mejores amigas antes que a ella.

Los padres de Rachael no fueron tan efusivos con ella pero le felicitaron de corazón. Georgie le dio un sonoro beso en la mejilla para después regalarle un dibujo en el que salían ambas en una playa precisa.

— Vamos a comer — anunció Thomas— Hemos estado esperándote demasiado, nos rugen las tripas.

Emma rió nerviosamente mientras evitaba la mirada que William le lanzó. Todos se acercaron a la mesa y se sentaron con ganas de poder comer por fin.

—¿Cómo has dormido tanto?— le pregunto Juliette, luego miró a su hijo—. Tú también Will, te has despertado tarde.

—Mamá ya te he dicho que Emma estaba frita en su cama —respondió Daisy nerviosamente— por lo ocurrido anoche.

—¿Anoche? ¡No pasó nada anoche! —gritó rápidamente Emma con terror esperando que todos esos adultos no supieran lo que ocurrió con William.

—¿Cómo que no? —Anna dijo entre dientes— ¿No te peleaste con Tabitha Finley?

Emma frunció el ceño echando hacia atrás la cabeza, y cuando se dio cuenta de que se referían a eso sintió vergüenza por su reacción. No se podía creer que algo tan fuerte como lo que pasó en la discoteca se le olvidase por haberse acostado de nuevo con William Moseley.

—¡Ah, sí! ¡Eso! Sí, la cagué como nunca.

—¿Pero por qué siempre tienes que andar metiéndote en problemas? —preguntaba Tricia con cansancio.

—¡Es que de verdad que yo no los busco! Me buscan ellos a mi. Literalmente tuve a Tabitha toda la noche encima de mi hasta que consiguió enfurecerme.

Miró la mesa y analizó la comida que habían puesto. Agarró un nacho para untarlo en tzaziki mientras escuchaba lo que le decían los demás.

—Se ha liado una buena, al parecer –comentó Laura antes de darle un sorbo a su cerveza–. Ya se está hablando en muchos medios, no han perdido el tiempo. Hay mucha gente contra ti porque Tabitha está embarazada, pero también están empezando a exhibir muchos comportamientos suyos, por lo que los lectores se dividen en dos bandos.

—Me alegro de escuchar que al menos hay alguien en mi bando.

—Es una gran boxeadora —les dijo Ben con diversión—. Tendríais que haber visto la precisión con la que golpeó a esa rubia, estaba hasta orgulloso de ella.

—Ni yo podría haberle dado tan fuerte —asintió Skandar.

—Dar más fuerte que tú no sería tan difícil—murmuró William.

—Cállate, idiota.

William le hizo burla con su cara y Skandar le sacó la lengua pero finalmente acabaron riendo.

—Dejemos este tema, por favor, lo había olvidado —pidió Emma.

—¿Cómo olvidas algo así? —se extrañó Soumaya.

Ben, Skandar y Anna soltaron una carcajada a la vez.

—Con un buen revol... —iba a decir Ben en voz baja, pero Rachael fue lo suficientemente rápida como para lanzarle un nacho en la cabeza y pararle los pies— con un buen revolcón de Ginebra, Rach, ¿qué te pasa? No me lances comida.

Todos lo miraron con los ojos entrecerrados, estaba claro que el moreno estaba disfrutando de verlos tan asustados.

— Pensé que no volverías a probar una gota de alcohol en todo el viaje —comentó Peter con diversión. Emma le miró de reojo intentando no sonreír.

—No es una mujer de palabra -respondió Benjamin con decepción fingida.

—Oh, dejadme en paz, es mi cumple. Deberíais guardaros vuestros comentarios hacia mi en un día como este.

—Además, Emma conocerá a Hayden Christensen, deberá tomarse un chupito antes de hacerlo para poder coger confianza -comentó Laura entre risas.

¿Cómo podía ser que un acontecimiento como aquel se le hubiese olvidado? Claro, después de todo lo ocurrido en menos de un día, como para no tener la cabeza hecha un lío.

Escuchó gruñir por lo bajo a William mientras comía al escuchar el nombre del actor y Emma tuvo que aguantar sus ganas de reír. ¿William pensaba que Emma acabaría casándose con Hayden? Qué mono.

—Te estarás preguntándote por tu regalo —comentó Tricia—, pero está en Londres, esperándote.

—¡Tricia!— le regañó Juliette.

—Era una sorpresa —continuó Debra con el regaño.

Tricia tapó su boca con una sonrisa divertida, haciéndose la inocente, aunque lo había hecho aposta.

—Pero no le he dicho qué es.

Emma las miró sonriendo, sin saber qué tramaban, pero estaba segura de que le gustaría mucho aquel regalo. A pesar de la pelea de la noche anterior con Tabitha y aquella rubia, Emma tenía muchas razones para sentirse feliz en ese momento.

Cuando ya hubieron comido, cantado y hablado de todo un poco, Soumaya y Theodore se levantaron y miraron a todos los presentes cogidos de la mano. Sonreían como nunca.

—No queremos quitarte el protagonismo en este día, Emma, siento si tengo que decir esto ahora —de disculpó Soumaya rápidamente, confundiendo a todos—. Pero es el último día y quiero que lo sepáis todos a la vez ahora que estamos todos juntos. Mis padres ya lo saben, así que sólo faltáis vosotros.

—Al grano, Maya —le dijo Theodore con una pequeña risa, acariciando la mano de su novia.

—¡Theodore y yo nos casaremos!

Todos abrieron mucho los ojos soltando un jadeo. No daban crédito a lo que escuchaban. Rápidamente comenzaron a aplaudir y a soltar gritos de emoción. Helen y Debra fueron las primeras que se levantaron para correr a abrazar a la pareja. Emma miró con mucha sorpresa a sus amigas, cuyas mandíbulas llegaban a la mesa.

Skandar se había quedado en shock sin poder emitir palabra.

Emma corrió a abrazar a la pareja comprometida después de que lo hiciesen todos los padres, que habían tardado mucho en felicitarlos. Le dio dos besos en la mejilla a Theodore y después abrazó con fuerza a Soumaya.

—Eso es increíble, chicos, estoy muy feliz por vosotros. Y no te preocupes por haberlo dicho hoy, esto es mucho más importante que un cumpleaños.

—¡No todos los años gente cercana anuncia que se casa!—exclamó Rachael.

Laura miraba la escena con una sonrisa, pues ella ya sabía la noticia, mientras bebía de su cerveza, lamentándose internamente de lo sola que estaba. Daisy le acompañaba en el sentimiento, al igual que Rachael y Skandar.

Emma pensó que estaba muy contenta de ver que habían parejas que se querían tanto, que querían pasar el resto de sus vidas juntos. Para ella un matrimonio cuyo sentimiento era puro y verdadero era una de las cosas las cosas más bonitas que podían existir.

William también fue a felicitarles con una gran sonrisa y cuando pasó al lado de Emma, de manera sigilosa para que nadie más lo viera, le dio un rápido beso en la mejilla. Emma le miró con sorpresa y una sonrisa pequeña en sus labios.

Y pensó que ella, aunque no supiese de qué manera y hasta qué punto, también tenía a alguien especial.


¡!Holaaa!! Espero que os haya gustado mucho este capítulo, a mi me ha encantado.

Vengo a haceros un poco de spam, pero creo que lo agradeceréis.

Como ya sabréis tengo una historia en mi perfil llamada «Moonshadow», que es un fanfic de Peter Pevensie en Las Crónicas de Narnia (una vez más is invito a leerla).

Y también os invito a leer mi nueva historia, si te gusta Narnia y Harry Potter, es tu novela perfecta. Se llama «Los Pevensie en Hogwarts» y aquí se añade a los hermanos Pevensie y los hermanos Lloyd (de mi imaginación) en la historia del Cáliz de Fuego. Es básicamente un crossover y un fanfic con Peter.

Espero que os paséis y les deis una oportunidad. ¡Besos!

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