𝟑𝟏

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

────────────────────────
❛Campamento de verano.❜
OMNISCIENTE
────────────────────────

El campamento de verano. Por fin había llegado el día donde partirían al campamento de verano que tanto añoraron ir, pero con la amargura expuesta por los sucesos que había sobrepasado su compañera de clase, los pertenecientes a la 1A se sentían tensos por tener que cruzarse con ella, sabiendo que había estado alejada de cualquier tema vinculado al asunto del luto. La mayoría había aspirado a ser como aquel héroe, hablaban sobre eso en murmuras, la gente en la calle leía los periódicos y veía como memoraban la historia del héroe que sacrificó su vida una noche estrellada para no lastimar a nadie con un veneno infundido en su sistema, capaz de aniquilar a quien sea si fuera expuesto. Entre ellos, alistándose para el campamento, Kaminari veía en su mesa de noche aquel peluche del héroe que manipulaba la electricidad. No solo era el padre de su compañera a quien estimaba, si no que también era el héroe en el que deseaba convertirse y saber que había sido inculpado lo hizo sentir impotente. Muchos lo juzgaron, como también a su compañera por ser su hija.

La ideología de los héroes empezó a caer nuevamente, el saber que un héroe había sido inculpado y que nadie buscó una manera de saberlo, empezaba a ser cuestionado por muchas personas, desde los noticiarios hasta personas con poder en la política. El tema era muy sensible y por tal razón, la señora Inko tenía el televisor desconectado al igual que el wifi. No había internet en su casa y como por ser un lugar donde la señal no llegaba bien, sus hijos, si, sus hijos no podían ver nada de lo que se hablaba en los medios sociales del internet. Ella se asomó a la habitación de su hijo varón, mirando como él recogía su mochila al igual que Kai, quien yacía cabizbaja y vestida con el uniforme de la academia. Desde hace una semana, la niña se encontraba reacia e indispuesta a hablar. A penas empezó a comer nuevamente después de bajar varias libras. Sin embargo, algo que notó la adulta fue la ausencia de los mechones negros en su cabello. No podía comprender, pero si la singularidad se definía en las características físicas, ¿por qué estaban desapareciendo sus mechones negros? Inko respiro hondo y se acercó.

—¿Quieres que te ayude?—le preguntó a Kai cuando se acercó a ella, sonriéndole, su hijo se aisló un poco para ver cómo las manos de Kai temblaban.

Un ataque de pánico, uno tan grande que no pudiera dejarla respirar. Izuku no soportaba verla así sin sentirse impotente. Estaba de mal en peor, ¿pero como no? Acababa de perder a un ser querido, sin olvidar que estuvo en presencia directa con lo sucedido y siendo una adolescente madura, no podía entender lo que pasaba. En su mente, lo único que había era una furia inexplicable hacia el héroe número dos por lo que había hecho, tan grande la furia que arrebató su rencor con la persona que tampoco esperaba cruzar miradas con ella. Era un daño colateral, las acciones de los adultos y sus decisiones crearon patrones de daños. Kai se alejó, permitiendo que Inko doblara su ropa. Bajo la cabeza apenada cuando sintió que no podía respirar bien, pero en su mente se repetía el trágico suceso que había pasado. Más aún, debía soportar que al volver del campamento de verano tenía que ser sometida a sesiones con un psicólogo por parte de la UA, como también a un nuevo hogar sustituto. Su vida se estaba yendo a la basura y todo era culpa de una persona.

¿Y donde está Hikari Tamira? Luego de los reveladores sucesos en la costa de la ciudad, todos se hacen la misma pregunta ante el trágico evento que ha marcado a toda una generación, la muerte de Thundermen.—hablaba aquella reportara, en el hogar de la familia Iida, todos oían.

—Que tragedia.—comentó la señora Iida, poniéndose de pie para acercarse a la televisión y oír con más atención lo que hablaban al respecto.

—Hijo, ¿como está tu amiguita?—el señor Iida se dirigió hasta su hijo menor, Tenya tenía la cabeza baja y recordaba tan solo como su amiga había estado con él en los momentos más difíciles.

—No he podido comunicarme con ella padre, pero estaré de su lado en estos días del campamento.—Tenya se animó, levantándose de la mesa del comedor con una energía esperanzadora.

La gente está molesta, está molesta porque un héroe fue inculpado y tuvo que sacrificarse, ¡ese hombre murió creyendo que la gente lo odiaba!—exclamó aquel comentarista en un programa de televisión mañanero, molesto.—¿Qué son los héroes? ¿De donde salen los villanos?—una pregunta sensible que alteró al público.

El menor de la familia recogió sus cosas y se despidió de sus padres. Por todo el camino no dejo de pensar en una sola cosa. "No puedo ser un héroe, si no puedo salvar a un amigo". Era lo que se repetía en la cabeza desde que salió, dirigiéndose al punto de encuentro para partir al campamento de verano con los demás. Iida conocía a Nakamura desde que tenían ocho años, cuando ella fue ingresada en la primaria de Somei. Desde ahí, siempre fueron unidos y muy amigos, así que probablemente aunque no lo demostrara, el joven delegado de la clase 1A estaba igual de afectado por la terrible noticia que exponía todo Japón en cada esquina. Acomodó sus anteojos, estaba dispuesto a devolver el favor a su compañera de casi toda la vida. Tenía que recompensar su cobardía de hace años, tenía que volver a darle la mano sin que ella se la pidiera, porque eran amigos y ella le dio una nueva oportunidad. De esa misma manera se sentía Izuku, sus verdosos ojos no dejaban de buscar a Kailani. Su madre había pedido un taxi, donde los acompaño con tal de que no se fueran a pie. Estaba queriendo proteger a esa niña de los medios que buscaban con desesperación saber más sobre la situación.

La adulta miraba a los niños sentados uno al lado del otro. La noticia también la había tumbado, ser vecina de unos héroes famosos y profesionales parecía ser una locura, pero se convirtió en toda una pesadilla. Ella sintió su corazón inflar cuando la mano de su hijo se dirigió hasta la fría mano de aquella niña. Izuku, tenía un corazón gigante y lleno de empatía. No había que mirarse, Kai y Deku no tuvieron que hacerlo, porque con un solo tacto, él le hizo saber que estaba ahí para acompañarla en esta travesía donde todo parecía estar oscureciendo. No dejaría a la niña que ha estado ahí para defenderlo, no dejaría a su amiga y haría todo a su alcance para protegerla. Porque siempre era ella quien lo hacía, siempre estaba un paso adelante protegiéndolo y no quería que fuera así. Ahora, quería esforzarse más en el campamento para darle un aliento de esperanza a quien parecía ser su alma gemela, un amor platónico de hermandad que le estaba curando a él esa soledad que tuvo por años. Iba a decir algo, pero el taxi se detuvo. Cuando la adolescente vio que habían llegado al lugar, otra vez parecía no poder respirar bien.

—Izuku, por favor, cuida de Kai.—pidió Inko en cuanto les ayudó a bajar sus pertenencias, todos los demás compañeros empezaron a mirar y dudar si poder acercarse a Kai.

Todo para Kai se sentía como un trago amargo de su infancia. Todos la miraban, pero aunque no la señalaran, ella los veía haciéndolo como esos niños en su primaria que la señalaron cuando el foco alumbraba a ella. Sentía tanta presión que solo oía los latidos de su corazón, no podía disimular su rostro y se veía asustada, empezó a temblar hasta que la mano de la castaña se entrelazó con la suya para sonreírle. Uraraka fue la primera valiente en romper el hielo, intentando de someterse al sentir de su mejor amiga. Fue así que todos intentaron acercarse. Rascaban sus nucas y pensaban palabras, pero el trago amargo de Kai era evadir por completo el recelo del chico medio alguno que yacía aislado, aún lado de su profesor. El mismo la miraba, su alumna se veía decaída y notó la ausencia de sus mechones negros. Estaba dolido por ella, pero sus facciones no lo reflejaban. Sin embargo, el pecho comprimido de Shoto si, porque él estaba más tenso de volver a ver a Kai, aunque si ella vería algo, irónicamente desde su postura sería su lado derecho y no el izquierdo que le aterra.

—¡Vamos, entren en fila por favor!—pidió el delegado, Kai se quedó al final de la fila para ver el taxi donde Inko estaba yéndose.

—Aizawa.—Kai se dirigió a él cabizbaja, era la primera vez que le dirigía la palabra luego de lo sucedido, él se sorprendió, porque por alguna razón temía verla; le afectaba que se viera así.

—¿Qué pasa Nakamura?—le preguntó, en un tono suave, por primera vez no hablaba de manera antipática, este hombre no dejó de pensar en su alumna durante estos días y verla así, le dolía.

—Profesor, no me haga ir al campamento por favor.—le pidió ella, sus ojos llorosos delataron el sentir, nadie veía su expresión, pero estaban en silencio e imaginaban que sucedía.

—Se que...

—No quiero estar con él.—esa interrupción y aclaración de una Kai llorosa lo dejo más anonadado, sin saber que palabras usar para motivar a la joven cuando llegó a su conclusión.

Es como predije.—pensó, recordando la indiferencia que mostraron dos de sus alumnos más cercanos, no era un rumor que Nakamura y Todoroki fueran la pareja más llamativa de la UA.

—¿Puedo irme a casa?—le preguntó ella, llevando sus manos hasta el rostro, restregándolo, su corazón se comprimía de verla así.

—¿Eso es lo que quieres?—le cuestiono él, con su mirada baja para verla, porque era más alto que ella y eso en si, intimidaba a sus alumnos.

—No puedo respirar bien.—esbozo ella, llevando la mano hasta su pecho, era la primera vez que se encontraba en una situación así.

—¿Todo está bien?—del autobús sobresalió el verdoso cabello de Izuku, abriendo sus ojos cuando vio las lágrimas de su mejor amiga, con eso su pecho subía y bajar.

—Midoriya, entra al autobús. Yo me encargo.—pidió su profesor, sabiendo que todos miraban de manera curiosa lo que sucedía, como si fuera un espectáculo, pero es que estaban preocupados.

—Si.—aceptó algo derrotado e impotente, girándose para entrar, Izuku dirigió su mirada a Todoroki pero él estaba recostado y mirando hacia otro lado, evadiendo toda la situación.

—Escúchame.—le pidió Eraser Head, esperando que ella lo mirara, pero solo comprimía más su pecho.—Volver no te hará sentir mejor. Solo estás huyendo y yo se una sola cosa, jamás has huido de tus problemas, por más miedo que tengas, Nakamura.—planteo él, intentando de animarla.

—Usted no sabe lo que dice.—justificó ella, negando entre lágrimas.—Pasó toda su vida esperando a una mujer que al final lo abandonó, no se quedó, ni por su familia, ni por usted. Así que no sabe lo que dice, no sabe el miedo que tengo.—expresó, con una actitud hostil que si toco a Eraser, pero no quería desistir en abandonar a su estudiante.

—Comprendo.—ella se sorprendió cuando él reaccionó así, tan sereno y reservado, mirándola.—Pero que eso no te aleje de tus sueños. Nadie más peleará por ti, solo tú. Así que puedes decidir si subir y esforzarte por ser de las mejores aspirantes a héroes, o volver a casa.—indicó.

Si alguien le dijera lo que su corazón le decía, se sentiría mejor, porque ella no se entendía nada en lo absoluto. Respiro hondo, restregó sus ojos y sin decir nada, subió al autobús. Aunque nadie lo viera, él sonrió. Como profesor, Aizawa sentía que al menos estaba haciendo un buen trabajo en alimentar los sueños de sus estudiantes. Ella no sabía que estaba sintiendo, porque todo parecía un sueño muy doloroso. Sus compañeros intentaron no mirarla, buscando no incomodarla. Entre ellos, el único que la miró, fue aquel de los ojos rojizos que no le importaba en lo absoluto si lo que hacía estaba mal, porque no quería dejar sola no por un momento a su compañera. En eso, los ojos del bicolor pudieron notarlo, ver como Katsuki buscaba a Kai con la mirada fue un trago amargo, así que volvió a llevar su mirada hasta la ventana, en silencio y con sus nudillos tan cerrados, que aún lado suyo, Momo lo veía con pena, queriendo hacer algo útil por él, llevo su mano hasta la de Shoto, palmeándolo. Él y ella se miraron con detenimiento, dejaron el contacto físico, como visual. Intento, pero Shoto siguió sintiéndose deprimido e impotente.

La joven de ahora cabello blancuzco y rostro pecoso se sentó en el fondo del autobús, él no evitó sentir que era la ocasión perfecta para demostrar su apoyo, pues entre algunos asientos donde pudo sentarse, Kai decidió sentarse con quien fue alguna vez una de las personas más cercanas para ella. En el asiento frente a ellos, Izuku se asomó para sonreír y asentir en cuanto Tenya lo miró, dejándole encima el cargo de cuidarla durante todo el viaje. Él se giró para verla, así que como gesto a eso, Kai también se giró para verlo y una sonrisa forzada sobresalió, una que lo alivió. Una pelota violeta y pegajosa llegó hasta su asiento, Kai la atrapó en sus brazos cuando vio una nota pegada en ella. Al verlo, supo que no fue un error entrar en el autobús, aunque su corazón añoraba la calidez del joven en unos asientos más adelantes, sus amigos estaban ahí, dispuestos a acompañarla en este viaje que para ella, parecía eterno y doloroso. Miró la nota, la cual le hizo sentir menos tensa, confiando en que todo estaría bien, o al menos, era eso lo que quería creer. Porque estaba perdida, tan perdida que ya no sabía quien quería ser.

"Estamos aquí. Todos".—era lo que decía la nota que Mineta le había enviado con una pelota, respetando no solo su espacio, si no su duelo.

—Tus mechones negros, no están.—comentó Iida, sin saber cómo romper el hielo, miró el cabello atado de su compañera, lucía más reluciente.

—Es desde que libere mi don por completo.—expresó ella, en un tono bajo para así acariciar la nota que tenía en sus manos, sentía gratitud.

—Oye, Kai.—la llamo Iida, ella se giró y lo vio acomodar sus anteojos, apenado.—Lo que sea, lo podemos resolver juntos. ¿Está bien?—le preguntó, ella asintió, con su pecho comprimido.

—Eres un buen amigo.—afirmó ella, sanando en Iida aquel resentimiento consigo mismo por haber sido un mal amigo años atrás con ella.

—Gracias.—musitó él, mirando hacia adelante e incluso respirando con orgullo, podía sentirse mejor consigo mismo después de tanto.

—Me estoy haciendo pipí.—se oyó el comentario de Mineta más adelante, pero a penas el autobús había acelerado, no se detendrían ahora.

—Todoroki, ¿quieres oír música?—Bakugo de reojo observó cómo Yaoyoruzo se dirigió a quien estaba a su lado, sin decir nada, Todoroki aceptó la oferta.

—Bakugo, ¿qué tienes?—le preguntó Kirishima aún lado suyo cuando lo noto bufar, era como sin un humo sobresaliera de sus orejas.

No le respondió a su compañero, aquel con el que pudo trazar un vínculo amistoso desde que llegó a la UA, sin embargo, continuó mirando con un alfiler en sus rojizos ojos al que veía como mitad y mitad, por sus dones fragmentados en diferentes lados de su cuerpo. El grisáceo ojo de Shoto cruzó fríamente con Katsuki, una tensión, una fina línea que los seguía desde los sucesos en aquella Isla artificial. Verlo le repudiaba, saber que esos ojos eran los que su compañera en la última fila desesperaba por ver, era para Katsuki un balde de agua fría. Dejaron de mirarse, olvidando la impotencia de ambos en no poder hacer nada para cambiar los eventos pasados. Ya el bicolor tenía suficiente. Oyendo la música de su compañera, intentó de calmarse para mirar el reflejo de la ventana y quedar atónico. No importaba cuanto intentara de evadirla, e ignorar el hecho de lo que había pasado, de la huella marcada en su corazón, habría un momento donde ambos se mirarían y fue ahí. En el reflejo de la ventana, Shoto se quedó viendo donde yacía Kailani sentada.

La extrañaba tanto, que parecía un infierno, pero era igual de orgulloso que su padre y no miraría atrás, sin importar lo que sintiera por la albina que yacía sentada atrás, con todas las emociones sacudiéndola. Desde niña, Kai siempre fue capaz de lidiar con todo. Se encerraba en su habitación para no preocupar a su madre y lloraba escondida debajo de la almohada, pero un día solo llegó y dejo de llorar. Por eso lloraba, pero no era un llanto como cuando era niña, Kai había perdido esa potencia de llanto que la liberaría de todo. Se quedó sentada, mirando la ventana. Se sentía triste y melancólica, tenía mucho dolor en su corazón. Estaba lidiando con tantas cosas que ella no entendía. Su corazón roto por el desamor con Shoto, el duelo por la muerte de su padre y la ausencia clandestina de su hermano, ahora también de sus madre. Jamás creyó que en estos seis meses, todo cambiara de una manera tan drástica. Sentía tanto por dentro, pero ella no iba a detonar. Kai se mantuvo recostada de la ventana, esperando que este viaje acabara pronto.

80 votos para el próximo capítulo:
Próximo capítulo: Él odia a los héroes.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro