✦✧EXTRA I

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

𝙴𝚜𝚙𝚎𝚌𝚒𝚊𝚕 𝙽𝚊𝚖𝚓𝚒𝚗♥

El abrumador montón de documentos estaba asfixiándolo. Desearía que alguien le hubiera advertido que gobernar el Inframundo no se limitaba únicamente a transportar las almas. Otro pesar que lo atormentaba era la confianza que le había dado a sus arpías, ya que ninguna de ellas parecía dispuesta a ayudarlo. A pesar de que no tenía la capacidad de cansarse físicamente, su mente era un caos a punto de colapsar.

Cuando Momo ingresó a su despacho, su rostro se iluminó con la esperanza de recibir ayuda. Sin embargo, al notar las montañas de documentos en el escritorio del Rey, la pelinegra se dio la vuelta inmediatamente.

—Espera, Momo, no... te vayas. —Pero era demasiado tarde; la chica huyó de allí.

En ese momento, el Dios del Inframundo sentía un impulso abrasador por destruirlo todo. Estaba exhausto de la situación y anhelaba con desesperación un merecido descanso.

Y como si de un milagro se tratase en ese momento Sana ingresó a la oficina, observó al Rey, chasqueó la lengua y negó con la cabeza. —Te ves digno de ser un Dios —declaró con sarcasmo —. No puedes quejarte por algo que tú mismo provocaste. Si dejaras de postergar el trabajo, no tendrías que estar sufriendo por esto.

—Deja de regañarme —se quejó el contrario.

Sana se tomó un momento para reflexionar, y finalmente dejó escapar un suspiro profundo. —Está bien, te ayudaré esta vez —anunció, y los ojos del Rey brillaron de gratitud. —¡Pero debes dejar de acumular trabajo!

El Dios del Inframundo se preguntaba qué pensarían de él si supieran que sus propios subordinados lo trataban de esa manera. Seguramente no lo creerían, ya que, incluso entre los dioses, su reputación era la de alguien frío y cruel, lo cual distaba mucho de la realidad. Pero, sin importar lo que hiciera, no conseguía que lo percibieran de manera diferente.

—Quizás podrías aprovechar para dar un respiro en la Tierra y despejarte un poco.

¿Cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que Namjoon pisó el plano terrenal? Realmente no estaba seguro, ya que el tiempo es inexistente en el Inframundo, lo que hacía difícil determinarlo. Aunque ha estado vigilando la Tierra desde la comodidad de su oficina, debe admitir que la idea de ir le está causando curiosidad.

—Está bien, lo haré —asintió en acuerdo—. Gracias, Sana.

La arpía giró los ojos con fastidio antes de dirigirse directamente al escritorio y tomar asiento para comenzar a trabajar. A pesar de que no podía verlo, El Rey le dedicó una sonrisa, luego se volvió, abrió un portal frente a él y entró, siendo transportado a la Tierra. Una vez que se aseguró de que el lugar era seguro, dejó de ocultar su presencia y comenzó a pasear por el extenso parque en el que había aparecido. Sin duda, presenciar todas las maravillas de la Tierra en persona era una experiencia completamente distinta.

La brisa que acariciaba su rostro resultó ser refrescante y agradable, tanto que se permitió cerrar los ojos para disfrutarla. No imaginó que ese pequeño gesto cambiaría por completo su vida; ya que tal vez, de haberse abstenido, habría sido capaz de visualizar su camino y así evitar al chico que venía directo hacia él. No obstante, las cosas no transcurrieron de esa manera. Sin poder evitarlo, colisionó con el muchacho, haciendo que todas sus pertenencias se esparcieran por el suelo.

—Lo siento, no vi hacia dónde iba —se disculpó el otro mientras se agachaba para recoger sus planos.

—La culpa fue mía —refutó Namjoon, inclinándose de igual forma para ayudar al chico a recuperar sus cosas—. No estaba prestando aten...ción.

Cuando sus miradas se encontraron, un breve silencio se apoderó del lugar. Namjoon sintió cómo su respiración se congelaba, mientras la mirada del joven parecía enviar una corriente eléctrica a lo largo de su cuerpo. ¿Desde cuándo los ángeles habitaban en la tierra? Se sintió completamente cautivado por la belleza del joven que lo observaba con cierta confusión en sus ojos, posiblemente por la forma en la que lo estaba mirando.

—O-oh, bueno, fue culpa de ambos —declaró el humano con nerviosismo, sacando al Dios de su ensimismamiento.

Ambos se pusieron de pie y Namjoon vio al chico examinar el plano que sostenía a la espera de que se lo devolviera.

—¿Vas muy lejos? Podría acompañarte y ayudarte a cargar con todo esto, sería mi manera de disculparme por lo ocurrido antes.

El castaño abrió sus ojos de par en par y negó rápidamente con la cabeza. —No tienes que hacerlo, también fue culpa mía.

Namjoon insistió con una sonrisa amable. —Me sentiría mal si no me dejas ayudar. Por favor, permíteme.

La mirada del moreno era sorprendentemente profunda. No entendía qué era lo que le impedía apartar sus ojos de los ajenos, como si estuvieran conectados por una fuerza magnética irresistible. Estaba nervioso, pero no de una manera incómoda; era simplemente que este chico extrañamente lo hacía sentir así.

Finalmente, dejó escapar un suspiro y tímidamente asintió. —E-está bien.

Namjoon sonrió con una alegría sincera, sus ojos se entrecerraron y sus característicos hoyuelos aparecieron, lo cual dejó genuinamente desconcertado al chico. Estaba seguro de que nunca había visto una sonrisa tan encantadora como esa.

El Rey tomó algunos de los planos que el castaño sostenía, aliviándolo un poco de la carga. —Bien, te sigo. Por cierto, soy Namjoon, Kim Namjoon.

—Encantado de conocerte, soy Jeon Seokjin —respondió el joven con amabilidad.

El moreno asintió y se puso a la par del chico, observándolo con discreción, cuidando de no ser descubierto. —¿Qué estás estudiando? —preguntó, deseoso de iniciar una conversación. Quería escuchar más de la agradable voz del castaño.

—Estoy en mi último semestre de Arquitectura —explicó Seokjin. Nam asintió con comprensión, ahora entendía por qué llevaba tantos planos. —¿Y tú? ¿Estás estudiando?

—Oh... —Namjoon reflexionó por un momento antes de asentir. —Sí, estuve en el extranjero estudiando por un tiempo, pero decidí regresar y terminar aquí mi carrera.

—¿Te faltaba mucho?

—No, es mi último año también.

—¿Por qué decidiste volver si te quedaba tan poco? —preguntó con curiosidad.

—Hace poco falleció mi madre. Fue por eso que decidí regresar. Me arrepiento de no haber pasado más tiempo a su lado. Estar aquí me hace sentir más cerca de ella, así que opté por quedarme.

Namjoon se sentía desconcertado por las palabras que estaba pronunciando, preguntándose por qué se estaba inventando todo esto y por qué estaba acompañando a este chico en primer lugar. Le resultaba extraño las cosas que le hacía hacer.

—Lamento mucho escuchar eso. Debe haber sido muy difícil, ¿verdad? —dijo con sincera compasión.

El moreno percibió algo en el tono de voz de Seokjin, así como en la expresión apagada que cruzó su rostro en ese momento. Esa sensación de tristeza le hizo reflexionar sobre la naturaleza del chico. Se preguntó si Seokjin era naturalmente tan empático o si tal vez había algo más en su historia que explicara esa sensibilidad.

—Sí, lo fue, pero ahora sé que está en un lugar mejor, así que no tengo por qué preocuparme —expresó Namjoon con una sinceridad palpable—. La muerte no siempre tiene que ser algo negativo.

Era la primera vez que Seokjin escuchaba a alguien hablar de esa manera sobre la muerte. No podía evitar pensar que perder a alguien tan importante no podía ser fácil. Sin embargo, el chico frente a él parecía tener una tranquilidad inusual al respecto.

Hablaba con genuina seriedad y esa convicción lo intrigaba demasiado.

Namjoon notó el dilema interno que el chico estaba experimentando. No había tenido que pensar mucho en su respuesta, ya que hablaba desde su perspectiva como El Rey del Inframundo. Estaba plenamente consciente de que las almas tenían un destino mejor preparado para ellas en el más allá, lo que le permitía expresar sus opiniones con confianza. Sin embargo, pasó por alto el hecho de que los humanos a menudo eran mucho más apegados a la vida terrenal.

—Quisiera tener tu mentalidad... —murmuró Seokjin con voz baja, aunque lo suficientemente clara para que Namjoon lo escuchara.

—¿Eh? —parpadeó Namjoon, confundido.

—No es importante —respondió Seokjin, esbozando una sonrisa que parecía un tanto forzada. —Ahí está mi facultad —señaló—. Desde aquí puedo arreglármelas solo. Te agradezco mucho tu ayuda, Namjoon.

El mencionado ni siquiera se percató de cuándo habían entrado a la universidad; estaba completamente absorto en la compañía del precioso chico a su lado, perdiéndose por completo en su presencia. Le frustraba que el plano terrenal estuviera sujeto al implacable paso del tiempo, pareciendo correr demasiado rápido a su parecer.

Sacudió la cabeza ligeramente con una sonrisa. —No te preocupes, de verdad, no fue nada. Y, de nuevo, disculpa por hacerte tirar tus cosas —dijo mientras ofrecía los planos para que Seokjin los tomara. Sus dedos se rozaron por un instante, y El Rey sintió una corriente eléctrica que recorrió todo su cuerpo, dejándolo tenso... ¿sería posible?

—Fue cosa de ambos —dijo el contrario. —Bueno, yo... debo irme. Nos vemos, supongo.

Recibió una amplia sonrisa del moreno, acompañada de un asentimiento. —Seguro que sí.

Seokjin se forzó a apartar la mirada del chico frente a él; su corazón latía a un ritmo vertiginoso desde el breve roce de manos, algo dentro de él se sentía extraño. Aunque no quisiera, sabía que debía marcharse. Por eso, después de una leve reverencia, se dio la vuelta y caminó rápidamente hacia su facultad.

Mientras tanto, El Rey aprovechó el momento para utilizar sus poderes y acceder a los vínculos del castaño. Fue entonces cuando comprendió la magnitud de lo que había ocurrido. Estaba perplejo porque nunca se había imaginado que algo como esto fuera posible. Un fino hilo rojo estaba conectando su dedo meñique con el de Seokjin. Observó el momento de su consolidación y notó que fue justo en el instante en que ambos chocaron accidentalmente.

—Interesante... —murmuró en voz baja, con una sonrisa en el rostro. —Te encontré.

Cuando Namjoon regresó al Inframundo, se encontró con Sana esperándolo, sentada sobre el escritorio, con los brazos cruzados y una mirada severa.

—¿Qué se supone que hiciste? —inquirió en el momento en que El Rey emergió del portal.

Namjoon parpadeó varias veces, desconcertado, y ladeó la cabeza. —¿De qué estás hablando?

—No te hagas el desentendido, Nam. Sé lo que has estado haciendo estos días en el plano terrenal.

Oh, eso.

—No tengo nada que explicar, soy El Rey. ¿No se supone que puedo hacer lo que quiera? —respondió, alzando ambas cejas, lo que le valió un bufido de la arpía.

—Justamente existimos para evitar que hagas lo que quieras —murmuró entre dientes. Se bajó del escritorio y dio unos pasos hacia él. Aunque el Rey fuera más alto y su aura más intensa, Sana no se dejaría intimidar por eso. —Te recuerdo, Namjoon, que eres El Dios del Inframundo, no un estudiante de último año de Antropología. ¿Qué diablos estabas pensando al usar tus poderes para inscribirte en esa universidad? ¿Es que tu eternidad es así de aburrida? Tu lugar es aquí. Cuando te envié a la Tierra era para que te despejaras, no para que inventaras una jodida vida allí.

—¿Ya terminaste? —preguntó El Rey serenamente, cuando la chica dejó de regañarlo. Vaya, sus propios subordinados regañándolo. ¿Había caído tan bajo?

—¡No estoy bromeando! —declaró Sana, visiblemente molesta.

—Te estás tomando demasiadas confianzas, Sana. No pongas a prueba mi amabilidad —su tono, aunque tranquilo, estaba cargado de amenaza, lo que provocó que la contraria se sintiera un poco tensa al enfrentar el imponente aura del Rey. A pesar de esto, ella no vaciló en su posición. —Además, hay una razón para todo esto, un alguien, en realidad —dijo, y las comisuras de sus labios se elevaron levemente.

Los ojos de la chica se abrieron ampliamente. —¿Estás haciendo esto... por un humano? —No podía creer lo que escuchaba—. Dime que no hablas en serio.

—¿Tanto te preocupa? —respondió Namjoon.

—¡Claro que sí! ¿Acaso crees que un humano sería capaz de gobernar a tu lado? Si tienes tanta urgencia, elige a alguno de los dioses menores. No necesitas fijarte en alguien tan insignificante como un humano.

El ambiente en la habitación se cargó de tensión, y la arpía llevó una mano a su pecho, luchando desesperadamente por respirar mientras el aire se volvía escaso. El aura del Rey estaba siendo liberada en su totalidad, ocasionando que el Inframundo comenzara a temblar. En la oscura mirada de Namjoon, Sana pudo ver las llamas arder, volviendo sus ojos completamente rojos.

—Te lo diré una sola vez, y espero que lo entiendas —dijo avanzando un paso hacia la chica—. No te atrevas a llamar insignificante a tu Rey de nuevo, o tendremos serios problemas.

Sana cayó de rodillas al suelo en respuesta, y Namjoon reprimió su aura una vez más. Los temblores cesaron, y el oxígeno llenó nuevamente los pulmones de la arpía. Inhaló una gran bocanada de aire, tosiendo mientras luchaba por normalizar su respiración. Realmente, había creído que sus pulmones estallarían debido a la inmensa presión que había sentido.

Namjoon poseía una personalidad amable y jovial, un contraste sorprendente con la imagen que normalmente se tenía del gobernante del Inframundo. Sin embargo, su elección de ser así no lo convertía en una persona débil; después de todo, había una razón por la que ocupaba el trono. Aunque se hablaba poco de la ira del Rey, se decía que era algo que se debía evitar a toda costa.

Se agachó para tomar a la chica de los brazos, ayudándola a levantarse. Generó un poco de energía en su mano y la colocó en el pecho de Sana, lo que finalmente la ayudó a recuperarse.

—Sabes que el concilio supremo no lo aprobará —intentó advertir la castaña, con un poco de temor en su voz.

—No tendrán opción, ese chico es el elegido —respondió Namjoon, interrumpiendo a la arpía, lo que la dejó boquiabierta, incapaz de creerlo—. Y todos sabemos que nadie va en contra del Destino, así que deja de preocuparte tanto.

De repente, la chica hizo una reverencia de noventa grados, lo que tomó al Rey por sorpresa. —Lamento mucho mi insolencia de hace un momento, no tenía idea de lo seria que era la situación. Si El Destino ha determinado que ese chico es el indicado, entonces cuenta con mi completa devoción.

Namjoon asintió. —Levanta la cabeza, Sana. Todavía tengo mucho trabajo por hacer para traerlo. Voy a necesitar tu ayuda, ya que estaré pasando mucho tiempo en el plano terrenal.

—Cuenta con ello.

—Buena chica.

Namjoon ya tenía todo meticulosamente planeado cuando aquel día volvió a cruzarse con Seokjin. Había pasado varios días estudiando la rutina del castaño y finalmente había ideado la oportunidad perfecta para encontrarse nuevamente.

En el instante en que Seokjin avistó al moreno caminando frente a él, su corazón comenzó a latir con una intensidad sorprendente. Llevaba días tratando de borrar de su mente aquella preciosa sonrisa con hoyuelos, sin éxito alguno, y nunca hubiera imaginado que tendría la oportunidad de volver a verla.

—¿Me estás siguiendo? —preguntó el castaño cuando el chico se detuvo frente a él.

Namjoon dejó escapar una armoniosa risa que dejó encantado a Seokjin. —Eres bonito, pero lamento decirte que en realidad también estudio aquí.

El Rey notó el rubor que coloreó las mejillas de Seokjin y sintió cómo su corazón se llenaba de una agradable calma y calidez. Por supuesto, no tenía intención de revelarle al chico que lo estaba siguiendo. Si quería asustarlo, simplemente podría decirle que había sido elegido para gobernar el Inframundo a su lado. Debía ser cuidadoso.

—Oh, entiendo... —asintió el castaño, visiblemente nervioso.

—¿Ya terminaste tus clases? —preguntó, a pesar de que conocía perfectamente el horario del castaño, consiguiendo un asentimiento del otro. —¿Te gustaría ir a cenar conmigo? —propuso con una sonrisa.

—Lo siento, pero tengo algunas cosas que hacer. Será en otra ocasión, Namjoon —se disculpó Seokjin, con un atisbo de pena en su voz.

Namjoon ciertamente no esperaba ser rechazado. Sin embargo, si Seokjin tenía asuntos pendientes, no había nada que pudiera hacer al respecto. Intentaría de nuevo en otra ocasión. O al menos lo intentó, ya que cada vez que se encontraban "casualmente", el castaño terminaba rechazando su invitación. Esto desanimó un poco al Dios. ¿Acaso aquel chico lo estaba rechazando a propósito? Realmente no quería creer que esa fuera la situación.

La siguiente vez que se encontraron, luego de varios rechazos, no fue algo que El Rey hubiera planeado. Esta vez, se trató de una verdadera coincidencia. Namjoon saludó al castaño y este le respondió con una bonita sonrisa. El moreno temía que, si utilizaba la misma táctica de siempre, volvería a ser rechazado. Por lo tanto, en esta ocasión, no le preguntó a Seokjin si quería cenar con él. Esto no pasó desapercibido por el castaño, lo cual pareció desanimarle bastante.

—Oye, ¿qué te parece si mañana almorzamos juntos? No puedo ir muy lejos de la universidad porque tengo una entrega importante después, pero puedo preparar el almuerzo para ambos. Es mi manera de disculparme por todas las veces que te rechacé la invitación a cenar.

Los ojos del Rey se iluminaron con entusiasmo al ver que esta vez era Seokjin quien le extendía una invitación a comer juntos. Aunque él, como Dios, no necesitaba alimento como los humanos, no perdería la oportunidad de probar la comida preparada por el castaño.

—Claro, me encantaría —asintió con alegría—. Te esperaré en la entrada de tu facultad, así no tendrás que alejarte mucho.

—Perfecto —aceptó el contrario, sintiéndose de repente muy feliz por la perspectiva de ver nuevamente al moreno al día siguiente—. Debo irme, pero nos vemos mañana.

—Claro, ten cuidado —Namjoon despidió al otro con una sonrisa cálida.

Seokjin se alejó, y El Rey no retiró la mirada de él hasta que lo perdió de vista. En ese momento, odiaba el paso del tiempo aún más de lo habitual. Por lo general, el tiempo pasaba demasiado rápido, pero en esta ocasión, le parecía interminable. Decidió regresar al Inframundo para ocuparse de algo de papeleo y, con suerte, distraerse un poco.

Ojalá fuera capaz de conciliar el sueño; tal vez así el tiempo transcurriría más rápido.

Al día siguiente, Namjoon estaba lleno de energía. Ni siquiera prestó atención en clase, aunque tampoco era necesario, ya que conocía la historia de la Tierra como la palma de su mano. Además, todo esto no era más que una fachada que debía mantener si no quería asustar a Seokjin.

Cuando la clase llegó a su fin, recogió sus cosas y se dirigió rápidamente hacia la facultad de Arquitectura. Su corazón dio un vuelco cuando divisó a cierto castaño en la entrada. No pudo evitar sonreír al ser consciente que era a él a quien estaba esperando.

—Lo siento, ¿te hice esperar mucho? —cuestionó el moreno, ganándose una mirada del contrario, quien negó inmediatamente con la cabeza.

—No, salí un poco antes.

—Entiendo. ¿A dónde vamos entonces?

—Aquí a la vuelta hay un buen sitio donde podríamos sentarnos.

Ambos chicos se encaminaron hacia la ubicación que Seokjin había indicado. Una vez que encontraron un lugar bajo unos frondosos árboles, el castaño sacó una manta de su mochila y la extendió sobre el césped para que pudieran sentarse.

Namjoon observaba atentamente cada movimiento de Seokjin. La meticulosidad con la que acomodaba todo era simplemente fascinante. Este almuerzo estaba superando sus expectativas, y apenas estaba comenzando.

—No soy muy bueno en la cocina, pero espero que te guste —declaró Seokjin tímidamente. Namjoon hubiera querido decirle que podría haberle dado carne cruda y él se la habría comido con una sonrisa si es él quien la ofrece.

Por supuesto, se abstuvo de decirlo. Lo último que quería era asustarle.

Al dar el primer bocado, sintió cómo sus papilas gustativas estallaban de felicidad. Aunque El Rey del Inframundo no necesitara comida, no le importaría en absoluto que Seokjin le cocinara a menudo.

—Esto es increíble, Jin. Me ha fascinado —admitió Namjoon con honestidad.

El castaño sintió cómo el calor subía a sus mejillas, no solo por la sinceridad en la mirada del otro al elogiar su comida, sino también por la manera tan informal en que el moreno le habló. No se había imaginado que disfrutaría tanto de un trato más cercano.

—Me alegra mucho que te guste —respondió feliz.

Haberse levantado tan temprano para cocinar, definitivamente había valido la pena.

El almuerzo transcurrió de manera agradable, entre charlas y risas. Namjoon percibió el ambiente armonioso entre ambos, lo que le dio la confianza para abordar el tema que lo tenía inquieto.

—Jin, ¿tienes algún trabajo después de clases?

El castaño parpadeó, algo confundido, y negó con la cabeza. —No, no tengo. ¿Por qué lo preguntas?

—Bueno, como siempre rechazabas mis invitaciones a cenar, pensé que quizás tenías un empleo —explicó, encogiéndose de hombros.

¿Eso quería decir que Seokjin realmente ignoraba sus invitaciones a propósito? Namjoon no quería considerar esa posibilidad, ya que de ser así, no lo habría invitado a almorzar hoy. Se había contenido de seguirle más allá de la universidad, quería hacer las cosas bien con él, por lo que convertirse en su sombra no estaba en sus planes.

El castaño percibió cómo el semblante de Namjoon se entristecía y eso le causó un sentimiento de culpa. No quería que malinterpretara la situación, así que tras pensarlo detenidamente, decidió compartirle la verdadera razón.

—En realidad, todos los días después de clases, voy al hospital.

El Rey frunció el ceño, confundido. Estaba bastante seguro de que al menor le quedaba mucho tiempo de vida y gozaba de buena salud, por lo que sería imposible que sus visitas al hospital fueran para sí mismo.

Había un rastro de confusión en su mirada, algo que Seokjin logró captar, por lo que decidió ofrecer una explicación.

—Mi hermano menor está en el hospital, así que luego de que mis clases terminen, voy a visitarlo.

Oh.

—Entiendo. ¿Hace mucho que está ahí? —preguntó discretamente, sin querer abordar directamente el tema, y dejando que fuera Seokjin quien decidiera cuánto quería compartir.

—Dos años —respondió el contrario, su semblante decayendo y su mirada tornándose triste. A Namjoon no le agradó en absoluto ver a Seokjin de esa manera. —Pero estoy seguro de que pronto saldrá de ahí —añadió de repente, forzando una sonrisa.

El Dios entendía que después de dos años internado, un cambio tan drástico para dejar el hospital no sería fácil. Claro que existían casos excepcionales, así que no dio nada por sentado. No quería ser impertinente y preguntar por cosas que no debía, así que decidió que luego investigaría al chico por su cuenta.

—¿Son muy cercanos? —preguntó Namjoon en cambio, notando cómo los ojos de Seokjin volvían a brillar.

—Sí, Kookie es mi adoración desde el momento en que nació. Es realmente muy lindo, tierno y sobre todo amable. Tiene una hermosa sonrisa y unos ojitos preciosos —declaró emocionado.

—Suena como alguien increíble —dijo Namjoon, y el contrario asintió.

—Lo es. Me gustaría pasar más tiempo con él, pero solo puedo verlo después de clases y por un corto tiempo, ya que la hora de visitas termina.

Justo en ese momento, una idea cruzó la mente del moreno.

—Pues, si quieres, yo podría llevarte a verlo si alguna vez tienes algún período libre.

Seokjin abrió la boca sorprendido y negó rápidamente. —No, no puedo pedirte eso. Es demasiado.

Namjoon insistió con amabilidad, tratando de disipar las dudas de Seokjin.

—Oh, vamos, Jin. Si te lo ofrecí, es porque no me molesta hacerlo. Tengo muchos periodos libres porque necesito ponerme al día con algunas materias para que mi plan de estudios en el extranjero encaje con el nuevo, así que tengo tiempo de sobra. Podría llevarte en mi auto y regresar a tiempo para tu clase.

—Yo... no lo sé.

—No lo pienses demasiado. Yo no fui capaz de pasar mucho tiempo con mi madre como me hubiera gustado. Si puedo ser de ayuda para que pases tiempo con tu hermanito entonces lo haré con gusto.

Seokjin no podía comprender cómo era posible sentirse tan feliz. Lo que Namjoon le estaba proponiendo no era algo ordinario y no podía negar que la idea de pasar más tiempo con Jungkook le llenaba de emoción.

—Entonces, aceptaré. Gracias, Nam. Realmente lo aprecio mucho.

Luego de su conversación con Seokjin, Namjoon se dispuso a conseguir un automóvil. Gracias a sus poderes, no le resultó difícil obtener uno. Estaba agradecido por haber obtenido un teléfono celular con anterioridad, ya que ahora tenía el número de Seokjin agendado. Le había dicho que lo contactaría si llegase a tener algún periodo libre para ver si estaba disponible para llevarlo a ver a su hermano.

Ahora que estaba en el Inframundo, se dedicó a investigar al menor de los Jeon. Por cómo Seokjin se había expresado de él, El Rey realmente esperaba encontrarse con un niño. Le había sorprendido bastante descubrir que, en realidad Jeon Jungkook era un joven de veintiún años.

El chico estaba luchando contra un cáncer terminal, y las perspectivas no eran alentadoras. Su nombre estaba al borde de ser incluido en la lista de traspaso, y la expresión en el rostro de Seokjin revelaba que tenía pleno conocimiento de que su hermano menor tenía poco tiempo de vida, aunque parecía resistirse a aceptar la cruel realidad.

Profundizó en su análisis, utilizando sus poderes para escudriñar el alma del joven, y se encontró con una sorpresa asombrosa.

—Vaya, un alma especial... —musitó para sí mismo, muy interesado por el dato que acababa de descubrir.

"Sana, ¿cuál es el estado actual de Taehyungie?" inquirió a la arpía a través de la conexión mental que compartían.

"Sin vinculo", respondió ella de inmediato. "¿Por qué? ¿Tienes algo planeado para él?".

"Sí, pero todavía no es el momento. Por ahora lo asignaré a Lee Misuk".

"De acuerdo".

Sin duda, buscaría la forma de aprovechar este descubrimiento.

Los días transcurrieron, y con ellos se presentó la oportunidad de llevar a Seokjin al hospital para visitar a su hermano. Durante todo este tiempo, Namjoon solamente lo acompañaba hasta allí y esperaba en el automóvil hasta que el castaño regresaba para llevarlo de vuelta a la universidad.

Su relación con Seokjin había mejorado notablemente, ya que pasaban más tiempo juntos. Sin embargo, Namjoon percibía que había una línea que no le era permitido cruzar. Aunque no comprendía del todo las complejidades de las emociones humanas, no tenía prisa alguna. Estaba dispuesto a ser paciente con Seokjin y esperaría el tiempo que fuera necesario para que lo aceptara por completo.

Había experimentado una vida demasiado extensa; el fluir del tiempo terrenal no podía equipararse a la eternidad que definía su existencia. Valoraba enormemente cada momento compartido a su lado. Con el transcurso del tiempo, comenzó a notar gestos de Seokjin hacia él: los abrazos cálidos, los momentos en los que entrelazaba sus dedos con los suyos y, lo mejor de todo, los dulces besos de despedida que siempre depositaba en su mejilla.

El Dios no podía evitar imaginar cómo sería sentir esos labios suaves contra los suyos.

Fue así que a medida que el tiempo avanzaba, el nombre del menor de los Jeon finalmente se añadió a la lista de traspasos.

El momento había llegado.

—¿Querías verme? —preguntó Sana al entrar en el despacho del Rey.

—Oh, sí. Quería saber si Taehyungie ya ha terminado su encargo.

—Así es, justo hace un momento —asintió la castaña. — De hecho, acabo de regresar de la sala del juicio.

—Perfecto, necesito que lo llames. Tengo una alma para él.

La arpía abrió los ojos desconcertada. —¿Tan rápido? Pero... sabes que esta es su última oportunidad. Pensé que le darías más tiempo. Tal como está ahora, la próxima alma será igual de insignificante que las anteriores, y entonces quedará atrapado aquí para siempre —expresó con preocupación.

—Deberías confiar en mí, tengo un buen presentimiento esta vez.

Sana estaba un poco dudosa, pero al fin y al cabo no podía ir en contra del Rey. Lo único que podía hacer era rogar para que todo saliera bien y Vante finalmente tomara la decisión de ser libre.

Aunque Namjoon tenía altas expectativas para el alma de Jungkook, nunca llegó a imaginar la magnitud del impacto que tendría en Taehyung. Si bien era consciente de que estaba infringiendo múltiples reglas, no tenía el corazón para reprenderlo cuando por primera vez desde que el azabache se convirtió en Muerte, lo vio tan feliz.

Lo único que pudo hacer es darle un advertencia, el resto dependería de él.

Además, se percató que desde que Taehyung se vinculó con el alma de Jungkook, Seokjin parecía visiblemente más feliz. Ya que al parecer, podía notar cierta mejoría en su hermano. Namjoon era consciente que no existía una mejora como tal, sin embargo, no se sentía capaz de desilusionar a Seokjin. Además, no podía involucrarse demasiado en el asunto.

Otro detalle que no pasó desapercibido fue que, por primera vez después de tanto tiempo conociendo a Seokjin, este le preguntó si le gustaría conocer a su hermano. Esta propuesta llenó de emoción al Rey, pues entendía la importancia que Jungkook tenía en la vida del contrario. Saber que estaba dispuesto a presentárselo era un gesto sumamente significativo.

Así que, después de fijar una fecha para el encuentro, solo quedó esperar a que llegara el día. La única persona que tenía conocimiento de su relación con Seokjin era Sana, lo cual lo mantuvo ansioso respecto a la reacción de Taehyung cuando lo viera.

Y, sin lugar a dudas, cuando el día llegó, y finalmente entró en la habitación del hospital donde se encontraba Jungkook, la expresión de sorpresa en el rostro de su Muerte es algo que recordaría por siempre.

Ese día, finalmente comprendió por qué Jungkook era considerado como un alma especial. Todo lo que Seokjin le había contado sobre él resultó ser verdad. El menor demostró ser una persona verdaderamente encantadora. Pero lo que más le asombró fueron las miradas que de vez en cuando le dirigía a Taehyung; la intensidad del brillo en sus ojos era realmente fascinante.

Esto despertó su curiosidad de sobremanera.

A pesar de que Taehyung lo miró con desaprobación durante toda la noche, él simplemente encontró la situación divertida. Sabía que tendría que abordar el asunto más tarde, pero por ahora, iba a disfrutar de ese momento.

Después de que la hora de visita terminó, Namjoon condujo hasta la casa de los Jeon. En todo el camino, Seokjin estuvo extrañamente callado. Aunque le hubiera gustado preguntar qué sucedía, decidió que lo mejor sería darle su espacio para lidiar con sus emociones.

Al estacionarse frente a la casa del castaño, se volvió hacia él y notó cómo su mirada parecía perdida entre sus manos.

—¿Estás bien, Jinie? —finalmente inquirió, provocando que el contrario alzara la mirada para encontrarse con la suya.

El momento pareció extenderse en el tiempo mientras sus ojos se mantenían fijos, hasta que una cálida sonrisa iluminó el rostro del castaño y lo vio asentir apenas. —Le agradaste mucho a mi hermano.

—A mí también me agradó, tenías razón. Es un chico increíble.

Seokjin sintió cómo su corazón latía con fuerza y, sin poder contenerse más, se lanzó a los brazos de Namjoon, fundiendo sus labios en un apasionado beso. Namjoon se sorprendió por la acción, pero rápidamente se dejó llevar, y tenía razón, los labios de Seokjin se sentían como gloria.

Sus labios se movían con delicadeza, como si un sinfín de emociones se expresara en el suave vaivén de sus bocas. Tan solo se separaron cuando la necesidad de oxígeno se hizo imperativa. El Rey mantuvo su frente apoyada contra la de Seokjin, su mirada era intensa y repleta de devoción absoluta hacia el castaño que buscaba recuperar el ritmo de su respiración.

—Sé que has estado intentando acercarte a mí, y todo este tiempo lo único que he hecho es esconderme detrás de una barrera por miedo a lo que siento por ti. Pero ahora he sido capaz de darme cuenta de algo, y es que no hay nada que me aterre más que pensar que exista el día en que pueda llegar a perderte. He estado huyendo del compromiso durante todo este tiempo, pero contigo, todo eso queda atrás, porque lo único que deseo es estar a tu lado.

El Dios del inframundo no conocía el cielo, pero podía jurar que su Jinie se sentía como su propio paraíso.

—No tienes idea de cuánto he deseado escucharte decir esto, de poder tenerte así —dijo el moreno, tomando el rostro del castaño entre sus manos—. El miedo a perderme no debería ocupar un lugar en tu mente, porque yo solamente puedo proclamarme tuyo, jamás pienses en mi lejos de ti, porque mi eternidad es tuya. Desde el día en que te encontré, hasta el día en que deje de existir.

Seokjin podía jurar que era la confesión más intensa que había recibido en su vida, y aunque lo tomó por sorpresa, estaba genuinamente fascinado. La forma en que Namjoon pronunció cada una de esas palabras no dejaba lugar a dudas.

Los ojos del contrario brillaban con una sinceridad innegable.

Ese día se convirtió en el más feliz para el Dios del Inframundo, ya que oficialmente se habían convertido en pareja. Aunque Seokjin se convirtió en su Rey desde el mismo momento en que lo encontró, pero por ahora, se centraría en disfrutar de este momento. Con el tiempo, hallaría la manera de compartir con su ahora novio quién era en realidad.

Solo esperaba que Seokjin lo aceptara de la mejor manera posible, porque el trono que antes había permanecido vacío junto al del Rey, ahora tenía su nombre grabado, y eso era algo que nadie podría borrar.

Después de dejar a Seokjin en su casa, Namjoon decidió que era el momento adecuado para visitar a un viejo amigo. Así que, abrió un portal que lo llevó a un lugar que no había visitado en mucho tiempo. Cuando llegó, recorrió los largos y luminosos pasillos hasta llegar a un inmenso salón donde finalmente encontró al ser que buscaba.

—Vaya sorpresa. ¿A qué debo la visita del gran Dios de la Muerte?

—Me sorprende tu hipocresía cuando seguramente has estado esperándome, ¿verdad, Destino?

El ser de cabello blanco rio con diversión. —Te he dicho que no seas tan formal conmigo. Ha pasado mucho tiempo desde que nos vimos, pero siempre he estado presente.

Namjoon negó divertido con la cabeza. —Entonces, dime, Jackson. ¿Así de aburrido has estado?

—¿Lo dices por el humano? Me ofende que cuestiones de esa manera mis decisiones. El vínculo es algo que ya está establecido, y mi responsabilidad es simplemente unirlos. Además, no esperaba que encontraras a tu destinado tan pronto, aun faltaba un par de vidas más. Me sorprendió mucho sentir la conexión hecha.

—No he venido para cuestionar tus decisiones; sabes que nunca te llevaría la contraria. Además, Seokjin es perfecto para mí y será un gran Rey.

El ser de cabello blanco sonrió con orgullo, ya que, aunque el Destino es inalterable, le proporciona una satisfacción especial cuando alguien está de acuerdo con sus elecciones. Su amistad con Namjoon es inigualable, ya que es el único Dios que no ha cuestionado sus acciones.

—Entonces, si no has venido a cuestionar mi decisión, ¿qué estás haciendo aquí? —preguntó curioso—. Dudo que solo hayas venido a visitarme.

El moreno rio levemente. —Jamás te cansarás de reprocharme que no haya venido, ¿verdad?

—Jamás.

Namjoon chasqueó la lengua. —Tienes razón. Estoy aquí por otro asunto —asintió—. Estoy un poco intrigado por un vínculo.

—¿Nombres?

—Jeon Jungkook y Kim Taehyung.

El contrario abrió los ojos sorprendido.

—Oh, al parecer, no soy el único que está aburrido —declaró burlonamente—. ¿Qué te motiva a involucrarte de esta manera? No te recuerdo así, Namu.

—Conoces la razón, así que responde.

El peliblanco dejó escapar un suspiro profundo. —Te has vuelto aburrido —declaró El Destino, rodando los ojos—. Hay una conexión entre ellos que no fue completada.

—¿Y con eso te refieres a que no la enlazaste?

—Es correcto. Sabes que soy justo, y originalmente, ambos no deberían haber tenido la oportunidad de encontrarse. Sin embargo, parece que te has entrometido más de la cuenta —dijo con seriedad—. Incluso si han logrado conocerse, Jeon Jungkook nunca podrá volver a encontrar a ese chico si decide permanecer en el Inframundo para siempre. No es mi estilo forzar destinos imposibles. Por eso, he decidido no unirlos, con el tiempo, surgirá alguien que pueda reemplazar el vínculo original.

Ahora entendía la razón detrás del brillo en los ojos de ambos chicos al encontrarse, ya que, incluso sin un vínculo completamente unido, era evidente que estaban hechos el uno para el otro.

—¿Y por qué estás tan seguro de que Taehyung se quedará en el Inframundo?

—Son muy pocas las líneas que existen donde se mantienen unidos en un destino compartido; no quiero correr riesgos. Jungkook merece encontrar su propia felicidad.

El Dios de la Muerte deseaba contradecir, pero no podía estar seguro de que Taehyung abandonaría su papel como Muerte. No obstante, deseaba confiar en que abriría los ojos.

—Dale una oportunidad. Si decide cruzar, entonces sella el vínculo.

El Destino no podía comprender por qué Namjoon se estaba involucrando tanto en este asunto. Sin embargo, había dos cuestiones. La primera era su aprecio por el Dios de la Muerte, y la segunda podría ser que, tal vez, se encontraba un tanto aburrido, lo que haría que esta situación fuera divertida de observar.

—Bien, ya que estás tan interesado en esto, lo dejaré en tus manos.

No obstante, no esperaba que su declaración fuera tan literal. Ya que con un chasquido de dedos por parte del peliblanco, apareció una pequeña caja de madera frente a él. El ser tomó la caja y se la extendió, y aunque con cierta duda, Namjoon la aceptó entre sus manos.

—Este es el vínculo. Si logras convencerlo de cruzar, entonces entrégaselo. Si su destino es verdaderamente estar juntos, él encontrará el momento perfecto para abrirlo y sellar la unión.

Namjoon asintió, ahora convencer a Taehyung dependía de Jungkook. Aún existía la posibilidad de que tuvieran una historia feliz, pero eso recaía sus manos.

Esto, era lo único que él podía hacer por ambos.

Namjoon se sorprendió profundamente cuando recibió una llamada de su novio en plena madrugada. La voz de Seokjin sonaba desolada, y su corazón se estremeció al escucharlo tan quebrado. Parecía que Taehyung finalmente había concluido su trabajo.

No comprendía verdaderamente qué lo había impulsado a mantener a Jungkook con vida durante tanto tiempo, ya que con el paso de los días, Taehyung también iba muriendo gradualmente. Esta cuestión le inquietaba profundamente, pues, a pesar de su deseo de intervenir, aún sostenía la esperanza de que, al final, Taehyung decidiera cruzar.

Tenía un cúmulo de pensamientos en su mente, pero en esos momentos, su única prioridad era estar allí para su novio.

Pasó todo el tiempo posible junto a Seokjin. La noticia de la muerte del menor de los Jeon fue devastadora para la familia y amigos del chico, en un grado que nunca hubiera imaginado. Él como Dios del Inframundo, no era capaz de percibir la muerte como algo negativo, y anhelaba sinceramente que los seres humanos pudieran comprender que morir no significaba el final, sino más bien el comienzo de un nuevo ciclo de vida.

A pesar de sus propios pensamientos, Namjoon se esforzó al máximo para brindar consuelo a su novio. Permaneció a su lado de manera constante, recordándole con cada gesto y palabra que no estaba solo en ese difícil momento. Mientras sus dedos se deslizaban con suavidad por el cabello castaño de su novio, una voz resonó en su mente.

"Está hecho, ha cruzado".

"De acuerdo".

—Tranquilo, Jinie. Ahora tu hermano está en un lugar mejor —murmuró suavemente con total convicción.

De alguna manera, la seguridad en las palabras de Namjoon le proporcionó calma a su corazón, ya que realmente deseaba creer que su hermanito estaba en paz.

Cuando Seokjin finalmente se sumió en el sueño, Namjoon aprovechó el momento para volver al Inframundo en busca de Taehyung. Su sorpresa fue inmensa cuando lo encontró frente al arco del traspaso. Lo observó detenidamente en silencio durante un buen rato y notó que, a pesar de sus esfuerzos, era incapaz de cruzarlo, lo que lo llenó de extrema preocupación.

Después de un tiempo, Namjoon finalmente se acercó a Taehyung, y nunca habría imaginado que llegaría un momento en el que sería capaz de verlo tan destrozado. Su intención jamás había sido herirlo de esta manera, y justo ahora se sentía atemorizado de preguntarle qué planeaba hacer a continuación. Por lo tanto, decidió llevarlo de regreso a su torre, donde Taehyung tendría el tiempo necesario para reflexionar y tomar decisiones con calma.

Antes de regresar al plano terrenal, Namjoon hizo una visita a Jimin para compartir un poco de la situación y pedirle que brindara apoyo a Taehyung. No obstante, le solicitó que le diera un tiempo a solas antes de ir a verlo, ya que era fundamental que Taehyung tuviera la oportunidad de reflexionar la situación por sí mismo.

Era consciente de que esto era lo único que podía ofrecer en ese momento; el resto estaba en manos de Taehyung.

Regresó a la tierra para hacerle compañía a Seokjin. Los primeros días resultaron abrumadores, ya que la ausencia de su hermano menor le desgarraba el corazón por completo. Con infinita paciencia, Namjoon se dedicó a consolarlo con besos y dulces palabras de amor, secando sus lágrimas y abrazándolo con firmeza.

Con el paso de los meses, Seokjin comenzó a asimilar la dura realidad de que su hermanito no volvería. Gradualmente, se dio cuenta de que tenía que ser fuerte, pues aún estaba comprometido con la promesa que le había hecho a su hermano.

Que intentaría ser feliz.

Pasaron tres años cuando finalmente escuchó una voz en su mente: "Está aquí". En ese instante, supo que era hora de regresar al Inframundo; el momento decisivo había llegado.

Por un momento, Namjoon llegó a creer sinceramente que Taehyung podría liberarse de su sufrimiento. Sin embargo, si el azabache había acudido a verlo, eso sugería que nada de lo que había ocurrido hasta ahora había tenido el efecto deseado. Pero sus pensamientos cambiaron drásticamente cuando le anunció su decisión de cruzar al otro lado. En ese instante, Namjoon sintió un nudo en la garganta y una profunda emoción llenarle el pecho, ya que no había nada que anhelara más que ver a Taehyung finalmente vivir.

Cuando lo vio partir, comprendió que no sería la última vez que se verían. Después de abrazarlo, entregó la pequeña caja de madera que El Destino le había dado y le permitió marchar.

—Bueno, Taehyungie, eres libre.

El tiempo avanzó, y gracias a Jackson, Namjoon pudo confirmar que el vínculo se había establecido correctamente. La noticia llenó su corazón de alegría, sabiendo que el amor de esos dos chicos perduraría en otra vida.

Mientras tanto, en la Tierra, las cosas marchaban sin problemas. Sin embargo, Namjoon era consciente de que había llegado el momento de revelar la verdad sobre su verdadera identidad a Seokjin. Ya no podía postergar esta conversación, especialmente ahora que vivían juntos, lo que hacía más difícil ocultar sus idas al Inframundo para resolver sus asuntos.

Más que nada, deseaba ser honesto con Seokjin, liberándose del peso de las mentiras.

Por eso, un día, cuando el castaño regresó a casa después del trabajo y luego de cenar juntos, Namjoon lo llevó al balcón de su departamento, desde donde tenían una vista espectacular de la ciudad debido a su ubicación en un piso alto.

—Amor... —susurró Namjoon a su novio, quien estaba entre sus brazos, observando al horizonte. Seokjin intentó girarse para mirarlo, pero Namjoon lo detuvo. —Escúchame, ¿si?

El castaño, un poco confundido, simplemente asintió. —De acuerdo.

—¿Recuerdas lo que te dije el día que nos convertimos en novios? —preguntó Namjoon, a lo que Seokjin respondió con una sonrisa y un asentimiento.

—Claro, dijiste que tu eternidad era mía desde el momento en que nos conocimos hasta que dejes de existir. Eres muy intenso, cariño —comentó el castaño dejando escapar una risita.

—Puede parecer intenso, pero yo estaba hablando muy en serio.

—Seguro que sí, bebé.

Namjoon dejó escapar un profundo suspiro. Realmente no sabía cómo abordar el tema, a pesar de haber tenido tiempo para pensar en ello. Expresar lo que quería decir parecía una tarea imposible.

—Hay algo que necesitas saber, Jinie, algo que he guardado durante mucho tiempo.

Estas palabras inquietaron al castaño, quien finalmente se volvió para enfrentar a su novio. La seriedad en los ojos de Namjoon lo llenó de inquietud, y aunque no quería anticipar lo peor, simplemente no podía evitarlo.

—¿D-de qué estás hablando? — preguntó con nerviosismo.

—En primer lugar, quiero que sepas que te amo más de lo que puedas imaginar. Mi amor por ti es verdaderamente eterno. Pero, debo confesarte algo que no sé cómo expresar. Tengo miedo de que pienses que estoy loco o que te alejes de mí por miedo. Ya que, a pesar de que tenemos un vínculo, nunca te obligaré a estar conmigo si no es lo que deseas.

Seokjin lo miró con temor. —Nam, estás asustándome.

—Escucha, cariño, en realidad no soy quien crees que soy — finalmente confesó Namjoon. —No estuve en el extranjero, mi madre no falleció, no trabajo en una universidad, y Kim ni siquiera es mi apellido.

El rostro de Seokjin se llenó de confusión y preocupación. —¿Q-qué? No bromees de esa manera, por favor.

—No es una broma, Jinie —declaró Namjoon con una seriedad que dejaba claro que hablaba en serio.

—¿Q-quién eres entonces? ¿Estuviste mintiéndome todo este tiempo? ¿Qué más me ocultaste, Namjoon? ¿Algo en ti es real? ¡Dime, maldita sea! ¿¡Me amaste de verdad siquiera!?

Seokjin lo empujó, alejándolo de sí. Estaba visiblemente alterado, y aunque el rechazo desgarraba el corazón de Namjoon, no iba a forzarlo a nada.

—Escucha, cariño. No es lo que estás pensando —intentó calmarlo, pero Seokjin parecía incapaz de escucharlo.

—¡No quiero oír nada de ti! Tantos años juntos... —murmuró con pesar. —T-todos han sido una completa mentira.

Seokjin entró en la casa y se dirigió directamente a la habitación que compartían. Empezó a empacar sus pertenencias, con lágrimas que empapaban sus mejillas. A pesar de sus esfuerzos por contenerse, no podía evitarlo; sentía que su corazón estaba siendo golpeado con fuerza.

—Por favor, permíteme explicarte —suplicó desesperadamente el Dios del Inframundo.

—No quiero escuchar más de tus mentiras —dijo Seokjin, tomando sus cosas, dispuesto a salir de la habitación. Pero antes de que pudiera hacerlo, escuchó una risa familiar que lo detuvo en seco.

Se giró al escuchar la voz de su hermano menor, y sus ojos se abrieron de par en par al ver pasar frente a él varios momentos del pasado que compartió con Jungkook. Estaba tan conmocionado que le costaba procesar todo adecuadamente. Su garganta se cerró, y su voz se negaba a salir. ¿Qué diablos estaba pasando?

—No te dije la verdad porque tenía miedo de que no me aceptaras y te alejaras de mi lado. Seokjin, te amo tanto que sin ti sería capaz de dejar de existir, porque significas todo para mí.

La mirada de Seokjin seguía fija en los fragmentos que pasaban frente a él, incapaz de comprender lo que estaba viendo.

—¿Q-quién eres? —finalmente preguntó cuando logró deshacerse del nudo en su garganta, su mirada cargada de incertidumbre fija intensamente en Namjoon.

—Me conocen por muchos nombres, pero soy el Dios del Inframundo.

El castaño simplemente no podía creer lo que escuchaba. —¿Q-qué?

—Sé que es difícil de creer, pero te estoy diciendo la verdad, Jinie. Toda esta vida que inventé fue para poder estar a tu lado. Jamás me habrías aceptado si hubieras conocido mi verdadera identidad — negó con tristeza —. No todos son como tu hermano, capaces de amar sin importar la diferencia —. El desconcierto en la mirada de Seokjin fue evidente. —Jinie, por favor, no tengas miedo y dame la oportunidad de mostrarte quién soy realmente.

El castaño observó la mano extendida frente a él y, aunque se sentía nervioso, cuando miró a los ojos de su novio, encontró ese brillo lleno de amor y devoción pura que siempre veía en él. A pesar de la confusión, sabía que amaba a Namjoon. Por eso, decidió tomar su mano, y lo siguiente que vio fue un portal que se abría frente a ellos. Aunque dudó, finalmente decidieron entrar en él.

Era imposible para él creer todo lo que sus ojos estaban viendo. Si alguien le hubiera dicho que todo esto era simplemente un sueño, definitivamente lo habría creído.

—Esto es...

—El Inframundo —confirmó el contrario.

Con un chasquido de dedos por parte del moreno, en un abrir y cerrar de ojos, se encontraron en otro lugar. Esta vez, Seokjin se sorprendió por la gran cantidad de lo que parecían ser Muertes, por las túnicas y guadañas que portaban.

—No te preocupes, no te harán daño.

Seokjin se sintió sorprendido cuando los seres se acercaron a ellos y, al bajar la capucha de sus túnicas, realizaron una profunda reverencia. No obstante, la reverencia no parecía dirigirse hacia Namjoon, sino hacia él.

—Bienvenido, Su Alteza —dijeron todos al unísono, con una alegría palpable. Seokjin estaba más asombrado al descubrir que bajo esas túnicas negras se encontraban jóvenes comunes; y no esqueletos como generalmente se creía, que no prestó atención a la manera en la que lo llamaron.

Con un gesto de la mano del Dios, todos los presentes regresaron a sus quehaceres, se encontraban deseosos de observar más de cerca a aquel del que les habían hablado como el otro gobernante del Inframundo, pero sabían que tendrían tiempo después para hacerlo.

Namjoon condujo a Seokjin a otra parte del inmenso palacio en el que se encontraban. El castaño estaba tan absorto en todo lo que le rodeaba que no prestó atención a lo que tenía delante hasta que sintió que su novio soltó su mano.

Parpadeó varias veces, observando detenidamente los tronos que tenían frente a él. Aunque los materiales y piedras preciosas incrustadas en ellos podrían haber sido lo más destacado, su atención estaba completamente centrada en el nombre grabado en uno de los tronos.

El suyo.

—¿Qué es esto? —preguntó, incapaz de apartar la mirada del nombre.

—Desde el momento en que nos cruzamos por primera vez, tu nombre se grabó ahí. Fuiste elegido, Jinie...

—¿Elegido para qué?

—Para gobernar a mi lado.

Todo esto resultaba jodidamente abrumador, ¿qué él, qué? Era simplemente inconcebible, se consideraba una persona bastante común, y la sola idea de que El Rey del Inframundo se hubiera enamorado de él parecía casi ridícula.

¿Verdad?

—Esa es la razón por la que puedes estar aquí, porque eres El Rey de todo esto.

Oh, mierda.

Cuando Seokjin le pido tiempo para reflexionar, Namjoon no tuvo más opción que aceptar. Aunque no quería admitirlo, la situación lo estaba afectando profundamente. Sin embargo, se mantuvo fiel a su promesa de ser paciente y respetar el espacio de su novio.

No obstante, la distancia entre ellos se volvía cada vez más insoportable. A pesar de estar pendiente de Seokjin en todo momento, ansiaba desesperadamente poder besarle, abrazarle y susurrarle palabras de amor.

Los días se convirtieron en semanas, y las semanas en meses. Tres largos meses habían transcurrido desde que Seokjin le pidió tiempo, y había sentido que esta espera era mucho más eterna que su propia existencia. Justo cuando se encontraba sumido en la miseria total, Seokjin finalmente le pidió que se reuniera con él.

Namjoon no desperdició un solo instante y abrió un portal que lo llevó de vuelta a lo que solía ser su hogar. Seokjin se asustó al ver el enorme portal abrirse de la nada y al Rey del Inframundo salir de él.

—Jinie... —musitó al verlo, deseando con todas sus fuerzas reducir la distancia entre ellos y rodearlo con sus brazos. Lo había extrañado demasiado.

—Ese día mencionaste que no todos son como mi hermano. ¿Qué tiene que ver Jungkook en todo esto?

Namjoon se sorprendió de que, después de todo este tiempo, esta fuera la primera pregunta que Seokjin le hiciera. Incluso había olvidado que había hecho mención de eso, pero al parecer el castaño no lo había pasado por alto. Y a pesar de que quería hablar de ellos, estaba dispuesto a responder todas las preguntas que Seokjin tuviera.

—Tu hermano era consciente de que iba a morir... — comenzó a explicar, consiguiendo que los ojos de Seokjin se agrandaron en sorpresa al escucharlo. —Y esto se debió a que tu hermano pudo ver a La Muerte que había llegado por su alma. Sin embargo, en lugar de temerle, sintió una profunda curiosidad por ella, lo que le llevó a conocerlo mejor, y al final, enamorarse.

—¿Q-qué? Eso...

Namjoon movió la mano frente a él, y comenzaron a proyectarse varios fragmentos de la vida de Jungkook, en los que se le veía en la habitación del hospital, compartiendo momentos con La Muerte.

Seokjin observó todo con los ojos bien abiertos, asombrado por lo que veía. Presenció a su hermanito compartiendo momentos especiales con aquel azabache que vestía de una túnica negra. Lo sorprendió la forma en que los ojos del chico brillaban cada vez que veía a Jungkook.

Sin embargo, su sorpresa aumentó cuando, en esos fragmentos, los vio abrazados, compartiendo besos tiernos, o en las noches en las que Vante velaba el sueño de Jungkook y lo acariciaba con ternura hasta que el sol volvía a brillar. Era innegable; hasta él podía notar con claridad que su hermano estaba profundamente enamorado de ese chico. Esto le permitió comprender por qué le había visto más feliz esos días.

Todo esto había sido posible gracias a la presencia de ese ser en la vida de Jungkook.

—¿Sabes lo que sucedió con mi hermano? — preguntó, recibiendo un asentimiento de parte de Namjoon.

—Está en un lugar mejor, lo siento, pero no puedo mostrártelo. Tengo un límite en cuanto a lo que puedo permitirte ver. Sin una unión real, es imposible por ahora.

—¿Es feliz? —preguntó en cambio, a lo que El Rey asintió. —Entonces, eso me basta —declaró con más calma—. Estaba aterrado, y aún lo estoy cuando pienso en toda la responsabilidad que abarca gobernar el Inframundo. Porque no tengo una jodida idea de lo que se espera de mí. Sin embargo, estoy harto de despertar solo en nuestra cama, harto de no recibir mi beso de despedida y de no poder escucharte decirme cuanto me amas. Te extraño tanto que empiezo a pensar que me hiciste algo.

Namjoon soltó una risita y negó con la cabeza, utilizando su poder para mostrar el vínculo que los unía. —Estás destinado para mí, Jinie, y yo para ti...— comenzó diciendo mientras observaba a su novio mirar el hilo con curiosidad. —No importa cuánto intentes alejarte de mí; al final, siempre nos encontraremos de nuevo.

—Vaya...— exclamó el castaño, visiblemente asombrado. Había escuchado hablar del hilo rojo, pero nunca se había imaginado que fuera real. Aunque, a este punto, ya no había nada que lo sorprendiera. —Entonces, ¿esto es para siempre, verdad?

El Rey asintió.

Jin soltó un profundo suspiro y finalmente cerró la brecha entre ellos, rodeando con sus brazos el cuello de Namjoon y ocultando su rostro en él.

—Está bien, de todas formas ya había decidido quedarme contigo.

Namjoon se separó para poder mirar a su novio y no pudo evitar que unas lágrimas de alivio rodaran por sus mejillas. Después de todo este tiempo, fue capaz de comprender que no podría vivir sin su Jinie a su lado.

Estaba profundamente agradecido de que todo hubiera salido bien.

—Por toda la eternidad... —recitó El Rey.

—Hasta que dejemos de existir.

—Sí, hasta que dejemos de existir.

Vaya esto... Realmente se extendió más de lo esperado .-. lamento si sienten que hubo cosas que pasaron de manera muy rápida pero por más que intenté no hacerlo tan extenso resultó de esta forma. Espero que les haya gustado este capítulo♥ recuerden que hace falta un extra más y con eso finalizamos este fic c':

Gracias por todos los comentarios tan bonitos que dejan, me hacen muy feliz n.n

Voy a dejar un parte de mi nota anterior:

Sigamos con el stream a FACE y colapsemos juntos con la colab. de Jungkook con Calvin Klein AAAA manifestemos un Kookie en boxers jjajaja xD

Quedamos clown esperando a Kook;c pero bueno asdfghjklñ, procuraré volver más tarde para subir ahora sí, el último extra. Hasta entonces, manténganse sanos~

𝐊𝐢𝐦𝐍𝐢𝐤𝐚𝐫𝐢.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro