✦VI: Los latidos del corazón frío sincronizados con el cálido

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No podía apartar de su mente las palabras de Dooly. Era plenamente consciente del sufrimiento que Jungkook estaba experimentando y, por un momento, se sintió egoísta. A pesar de lo difícil que le resultaba, sabía que debía poner fin a esto.

Abrió un portal que lo llevó directamente a la habitación de Jungkook. Dado que era de madrugada, el chico ya estaba profundamente dormido. Se acercó a él con cautela, observándolo mientras dormía en paz. Por alguna razón, verlo descansar de esa manera le proporcionaba una sensación de tranquilidad. Cuanto más lo observaba, más se preguntaba por qué se sentía tan atado a él. Era simplemente algo inexplicable.

Dejó escapar un suspiro y decidió adentrarse en los fragmentos de la vida de Jungkook, observando cómo era el chico cuando no estaba en el hospital. Al verlo lleno de vitalidad, con una sonrisa radiante, no pudo evitar esbozar una sonrisa propia. Si pudiera eliminar su dolor de forma permanente, lo haría sin dudarlo. Jungkook tenía tanto por vivir, y era desgarrador que su vida se viera truncada tan prematuramente.

Se detuvo en un recuerdo en el que los mejores amigos del menor y su familia le cantaban feliz cumpleaños. Dirigió su mirada hacia el portarretratos que Jungkook tenía junto a la cama del hospital y se dio cuenta de que mostraba ese mismo momento. La sonrisa en el rostro de Jungkook era inmensa, y Vante podía ver las pequeñas arrugas que se formaban alrededor de sus ojos cuando sonreía de esa manera.

Se quedó tan absorto en la imagen frente a él que no se dio cuenta de que de repente su pecho se llenaba de una profunda melancolía. Cuando finalmente se percató y desvió la mirada hacia Jungkook, el joven ya lo estaba mirando de vuelta, aunque no exactamente a él, sino a lo que Vante estaba observando.

—Recuerdo ese día... —murmuró el menor, esbozando una sonrisa nostálgica—. Fue un poco antes de que me enterara de mi condición.

Vante cerró el recuerdo y fijó su mirada en el joven frente a él. Era bastante curioso cómo, a pesar de la oscuridad de la habitación, podía percibir claramente el brillo en los ojos de Jungkook. ¿Era normal que pareciera contener un universo de estrellas en ellos?

Jungkook se sintió un poco inquieto. Aunque no podía ver el rostro de Vante, era consciente de que este lo estaba observando. Su curiosidad solo crecía al recordar que La Muerte tenía una mano humana. ¿Cómo sería el rostro que se ocultaba tras esa oscuridad?

Decidió enderezarse en la cama y extendió su brazo para tomar la manga de la túnica oscura. Se quedó inmóvil por un momento, esperando alguna reacción por parte del ente, pero al no ver ninguna señal de negativa, continuó acercándola un poco más y, poco a poco, comenzó a deslizarla hacia arriba. Vante estaba tan fascinado por el joven que no podía articular palabra alguna. La curiosidad en la mirada de Jungkook era algo que simplemente no podía dejar de admirar.

Esperaba que, como en otras ocasiones, Jungkook llevara su mano hasta su rostro, ya que parecía disfrutar de sentir el frío que emanaba de él. Sin embargo, para su sorpresa, en lugar de eso, Jungkook entrelazó los dedos con los suyos.

¿Qué diablos era esta sensación? ¿Por qué de repente su corazón latía de esta manera? ¿Se trataba del suyo? ¿O era el corazón de Jungkook? Estaba tan desconcertado por algo tan simple como que le tomaran la mano que era incapaz de pensar con claridad.

—Si tu mano es así... ¿significa que eres un humano, verdad? —preguntó Jungkook.

La Muerte salió de sus pensamientos al escuchar eso. —¿Lo dudas? —cuestionó con interés al ver al menor encogerse en su sitio. Vante negó con una sonrisa y, sin pensarlo mucho, tomó asiento en la camilla junto a él. Jungkook parecía inquieto por tenerlo tan cerca, aunque no era miedo lo que sentía, sino una auténtica curiosidad por el ser que estaba a su lado.

—No lo sé, quizás debajo de esa túnica no hay nada, o tal vez tienes tres ojos y cuernos, no estoy seguro.

Vante comenzó a reír al escuchar lo que Jungkook pensaba, maravillado por la imaginación del joven. No podía culparlo, después de todo, los humanos a menudo tenían ideas muy extrañas sobre cómo era su apariencia física.

Sintió cómo Jungkook le soltaba, y un extraño vacío llenó su pecho al notar la ausencia del calor ajeno. No pudo evitar hacer una leve mueca, pero por encima de ese sentimiento, pudo percibir la creciente tensión en el ambiente, especialmente ese nerviosismo que provenía de Jungkook.

Vante lo observó con atención, y su cuerpo se tensó al ver cómo Jungkook acercaba las manos hacia él. Al principio, temió que la intención del joven fuera quitarle la capucha de la túnica, en cuyo caso se habría alejado rápidamente. Sin embargo, para su sorpresa, las manos del menor no tocaron la tela, sino que se adentraron en la oscuridad debajo de ella, desapareciendo en la penumbra. Lo siguiente que sintió fueron unas manos sujetando sus mejillas.

La situación se tornaba cada vez más insólita, desafiando todos los límites de lo que se consideraba permisible. A pesar de que sabía que debía hacer algo al respecto, se encontraba paralizado al notar cómo los ojos de Jungkook se abrían en sorpresa y sus labios formaban una perfecta "o". Era una imagen que simplemente lo dejaba sin palabras.

El chico, por su parte, se sentía genuinamente turbado y, sobre todo, fascinado. La piel en sus manos estaba fría, igual que la mano del ente, pero sorprendentemente suave. Tragó con fuerza, pero con una pizca de duda, comenzó a explorar el rostro ajeno. Sus dedos recorrieron los labios y apreciaron la forma de estos, «un corazón», pensó, lo que hizo que una sonrisa se dibujara en sus labios ante ese descubrimiento. Prosiguió su exploración, encontrando una nariz bien perfilada, y con suavidad acarició uno de los ojos, sintiendo las pestañas cuando La Muerte parpadeó por la acción. Luego, llevó su mano hacia la frente de Vante, aparentemente sin ningún ojo en esa zona, y finalmente, deslizó su mano hasta su cabello. Se sorprendió por lo suave y sedoso que se sentía, pasando sus dedos entre las hebras del ser, y comenzó a acariciar sutilmente gran parte de su cabeza.

Vante soltó una risita cuando se dio cuenta de que Jungkook estaba en realidad buscando si tenía cuernos.

El sonido desconcertó al chico, quien no dudó en aprovechar la oportunidad para llevar nuevamente su mano hacia los labios ajenos.

—¿Cómo lucirás cuando sonríes? —preguntó mientras acariciaba con delicadeza la comisura elevada del ser.

Todo había resultado abrumador para él. Cuando vio que Jungkook tenía la intención de quitarle la capucha, entró en pánico y se alejó rápidamente, regresando a su torre. Se sentía profundamente desconcertado. Se quitó la túnica y dejó su guadaña en una esquina de la habitación, luego se acercó a la ventana para contemplar el horizonte. Trataba de encontrar calma en el silencio, pero su corazón seguía latiendo descontroladamente. Suspiró con fuerza y cerró los ojos. Sin embargo, su mente comenzó a traicionarlo, reproduciendo el recuerdo del toque de Jungkook en su rostro. La forma en que lo acarició con tanta delicadeza le enviaba escalofríos por todo el cuerpo. Jungkook había sido cuidadoso, como si temiera quebrarlo si lo tocaba con brusquedad.

Abrió los ojos bruscamente y negó con la cabeza. Todo esto estaba mal en todos los sentidos. Reglas que había mantenido durante muchos años, con Jungkook, las había quebrantado en cuestión de segundos. Sinceramente, desearía que alguien le explicara qué estaba sucediendo, porque se sentía abrumado y estaba seguro de que podría volverse loco si no lo estaba ya.

No tenía ni la más mínima idea de a quién recurrir. Sabía que Sana probablemente le reprendería por seguir posponiendo las cosas, y Dooly, desde su último encuentro, había estado notoriamente serio. Lo entendía, en cierto sentido, ya que Jungkook le recordaba su vida en la Tierra, y eso debía ser una carga emocional abrumadora para él. Y así, sus opciones se agotaron.

Suspiró de nuevo, como solía hacer con frecuencia últimamente. Pasó la mano frente a él y la imagen de Jungkook apareció ante sus ojos. Seguía recostado en la cama, con la espalda apoyada en el respaldo y la mirada perdida en la ciudad que se veía a través de la ventana. Se sintió culpable por dejarlo en ese estado, especialmente considerando que en la Tierra era de madrugada y sabía que Jungkook debía descansar adecuadamente. Temía que su situación empeorara si no lo hacía.

Se quedó en silencio, reflexionando sobre los pensamientos que habían cruzado su mente. ¿Era posible que la situación pudiera volverse aún más complicada? Jungkook ya estaba listo para morir, un hecho que a veces parecía olvidar. Él estaba en una etapa avanzada de la enfermedad, al límite de lo insoportable, y era por eso que Vante debía llevarlo consigo, para que finalmente pudiera descansar. Sin embargo, a pesar de todo el tormento que experimentaba debido a la enfermedad, Jungkook estaba dispuesto a soportar un poco más de sufrimiento para asegurarse de que su familia estaría bien una vez que él se fuera.

Verdaderamente tenía un corazón noble, uno que Vante deseaba proteger con todo su ser.

Jungkook no podía evitar pensar que tal vez había cruzado una línea, pero su curiosidad había sido irresistible después de descubrir que bajo esa túnica se ocultaba una persona. Sin detenerse a pensar demasiado, había sucumbido ante la tentación de ver el rostro de su verdugo.

No comprendía por qué le inquietaba que el ser se hubiera marchado de esa manera. No se debía únicamente a la posibilidad de haberle molestado y que eso llevara a que no volviera. Era una sensación confusa que lo atormentaba. Dejó escapar un suspiro y dirigió su mirada hacia la ventana, desde donde podía contemplar la ciudad. Sabía que debería estar durmiendo, era plenamente consciente de ello, pero no podía conciliar el sueño cuando su corazón se sentía tan abrumado por lo que había sucedido.

A veces le resultaba difícil creer toda la situación. Cuando enfermó, sabía que la muerte eventualmente llegaría a él, pero nunca esperó que fuera de una manera tan literal.

Cerró los ojos, sintiéndose cansado, pero su mente no podía dejar de dar vueltas a lo que acababa de pasar. Cuando finalmente los abrió, dirigió su mirada hacia su mano, la observó durante un largo rato como si hacerlo le devolviera la sensación de esa suave y fría piel en ella. Su curiosidad estaba creciendo de manera exponencial, y realmente deseaba ver a la persona oculta bajo la túnica.

Decidió que debía dejar de pensar en ello y hacer un intento de dormir. Sabía que si no lo hacía, su madre se preocuparía al ver su estado físico por la mañana, aunque él estaba seguro de que ya se veía mal, independientemente de lo que su familia y amigos le dijeran sobre su apariencia. Se acomodó en la camilla y cerró los ojos, soltando un suspiro profundo.

—¿Podré verte mañana? —musitó para sí mismo antes de caer en un profundo sueño.

A la mañana siguiente, los primeros rayos de sol se filtraron por la ventana de la habitación y fue despertado para administrarle su medicación. Su madre ya se encontraba ahí, organizando el desayuno en una de las mesas móviles.

—Buenos días, mamá —saludó el joven, mientras bostezaba y frotaba sus ojos, luchando por despejar la bruma del sueño.

Su madre lo miró con una sonrisa cariñosa y se acercó para darle un beso en la frente. —Hola, cariño. ¿Cómo te encuentras hoy?

Jungkook deseaba sinceramente poder responder a esa pregunta con honestidad. A veces, se cansaba de tener que ocultar su verdadero estado de salud para no preocupar a su familia y amigos. Se sentía tan mal y agotado por la falta de sueño pero, como de costumbre, le ofreció una sonrisa a su madre y respondió de la manera habitual.

—Estoy bien, no te preocupes.

La madre de Jungkook pareció aceptar su respuesta y asintió con una expresión alegre, acercándole la mesa para que pudiera comenzar a desayunar. Él realmente deseaba no tener que hacerlo. Cada vez que ingería algo, su estómago se revolvía con dolor y sentía náuseas debido a los efectos de la quimioterapia. Sin embargo, no podía rechazar la comida al ver la sonrisa en el rostro de su madre y al pensar en el tiempo que ella se tomaba cada mañana para preparar la comida con amor.

Haneul notó que su hijo estaba un poco distraído mientras comía su desayuno.

—¿Estás bien, cariño? Te veo pensativo. ¿En qué estás pensando? —preguntó con preocupación en su voz.

Jungkook parpadeó un par de veces, ni siquiera se había dado cuenta de que su mente había estado divagando hasta que su madre lo llamó. Se había prometido a sí mismo que no pensaría más en eso, pero realmente se preguntaba si sería capaz de ver a La Muerte hoy. Quería disculparse por haber sido tan impulsivo.

—No es nada —aseguró, esbozando una sonrisa para tranquilizarla.

—¿Estás seguro?

—Sí, por cierto, esta sopa está deliciosa. Adoro tu comida —dijo el joven, buscando cambiar de tema. Su estrategia funcionó, ya que su madre se distrajo con el comentario y olvidó su inquietud inicial.

Comenzaron a charlar sobre cosas triviales y, por un momento, Jungkook pudo dejar de lado el tema de La Muerte. Había decidido que, ahora que sabía que se iría pronto, debía aprovechar al máximo el tiempo que pasaba con su familia.

La mañana transcurrió con tranquilidad, y antes de darse cuenta, llegó el momento en que su madre tenía que marcharse al trabajo.

—Mañana vendré con tu padre, pasaremos el día contigo —anunció la mayor con dulzura. Jungkook respondió con una sonrisa radiante al escuchar la noticia de que vería a su papá. Ya habían pasado varios días desde la última vez que lo vio, pero comprendía que su padre tenía que cumplir con su trabajo.

Deseaba sinceramente poder decirle que no tenía que esforzarse tanto en eso, pues sabía que pronto tendría que marcharse. Sin embargo, sabía que no era posible hacerlo. En primer lugar, porque verlo triste lo entristecería a él aún más, y en segundo lugar, porque probablemente no le creerían si intentara explicar cómo tenía conocimiento de ello.

—De acuerdo, entonces nos vemos mañana —asintió, aceptando gustoso el beso que su madre depositó en su frente.

—Te amo, bebé.

—Y yo a ti, mamá.

Tras la despedida de su madre, la mujer salió de la habitación, dejándolo finalmente solo. Esperó pacientemente hasta que estuvo seguro de que ella se había alejado lo suficiente, luego se levantó de la cama, arrastrando la máquina a la que estaba conectado, y se dirigió al baño. Allí, liberó su estómago, vomitando todo lo que había comido. Había estado reprimiendo esa necesidad para no preocupar a su madre. Y ahora que era consciente de que el tiempo que le quedaba era limitado, quería evitar que sus seres queridos vieran cualquier aspecto desagradable de su condición.

De todas formas, ya estaba acostumbrado a ocultar el inmenso sufrimiento que experimentaba.

—Solo un poco más. Aguanta un poco más —se dijo a sí mismo con determinación—. Pronto todo acabará.

En la tarde, cuando el sol comenzaba a ocultarse, como en tantas otras ocasiones, sus amigos llegaron después de terminar sus clases. Hoseok entró con una expresión alegre y se abalanzó sobre su amigo, con el cuidado de no lastimarlo pero abrazándolo con fuerza.

—¡Jungkookie! —gritó emocionado, sacando una sonrisa en el rostro de Jungkook al ver el entusiasmo de su mejor amigo.

—Hobi, te extrañé —dijo, a pesar de haberlo visto ayer, pero sabía lo mucho que a su mejor amigo le gustaba escuchar esas palabras.

Jungkook dirigió su mirada hacia la puerta y frunció el ceño al no ver a Yoongi entrar. Estuvo a punto de preguntar a su mejor amigo por él, pero en ese mismo instante, Yoongi apareció en la habitación. Hoseok se giró hacia su novio y le sonrió burlonamente.

—¡Ja, te gané! —declaró con orgullo.

—Te dije que no iba a correr —murmuró Yoongi entre dientes—. Además, tuve que disculparme con las enfermeras que te vieron correr. ¿Eres un niño, acaso?

El moreno al escucharlo, formó un puchero con los labios y se encogió de hombros ante el tono severo que Yoongi usó para regañarlo. Yoongi lo observó por un momento y luego chasqueó la lengua, acercándose a su novio para acunar su rostro con ambas manos.

—No pongas esa cara. Está bien, tú ganaste. No estoy molesto —dijo con más cariño, dejando un beso en el puchero de Hoseok.

Los ojos del contrario se iluminaron y una gran sonrisa decoró su rostro mientras se lanzaba hacia su novio, quien lo recibió con los brazos abiertos. Min esbozó una pequeña sonrisa y negó con la cabeza.

Jungkook observaba la escena con ternura, sintiéndose feliz al ver a sus personas favoritas ser felices juntos. En el fondo, anhelaba tener una relación como la de sus mejores amigos. Aunque sus relaciones pasadas tuvieron momentos buenos, al final siempre llegaron a su fin. Deseaba un amor que perdurara más tiempo, pero lamentablemente parecía que eso no estaba destinado a ser para él.

Estaba inmerso en sus pensamientos cuando notó que una botella fue colocaba frente a él. Parpadeó un par de veces y sonrió al encontrarse con su bebida favorita: té de kombucha de limón.

—Gracias, hyung —dijo feliz mientras tomaba la botella, la destapaba y daba un sorbo, disfrutando del delicioso sabor. Sin embargo, en ese preciso momento, un imponente ser apareció frente a él y la sorpresa le hizo escupir el té.

Sus amigos acudieron rápidamente en su ayuda. Hoseok daba palmaditas en su espalda mientras Yoongi buscaba un pañuelo para que pudiera limpiarse.

Vante observó la escena con los ojos abiertos de par en par. Realmente no se esperaba esto. Pensaba que podría observar a Jungkook desde la esquina sin ser notado, pero si había sido capaz de verlo en cuanto entró a la habitación, solo podía significar que su Prana nuevamente se le había agotado.

Dejó escapar un profundo suspiro. Este chico realmente no debería estar aquí. Si Jungkook lo veía, lo mejor sería regresar a su torre para no incomodarlo mientras estaba con sus amigos. Así que abrió un portal y estuvo a punto de entrar en él cuando un grito agudo lo detuvo en seco.

—¡No! —exclamó alarmado, lo que provocó miradas confusas por parte de sus amigos. Jungkook se tapó rápidamente la boca con las manos al darse cuenta de lo que había hecho.

La Muerte no pudo evitar reír al notar cómo su persona se avergonzaba, y Jungkook quedó cautivado, como tantas veces antes, al escuchar su risa.

«Ah, realmente quiero verte sonreír».

Creo que es un capítulo lleno de muchas emociones, no sé si ponerme feliz por el avance del Taekook o triste por todo lo que Jungkook está soportando dhfsdkhfsd :c lo más curioso es que ya sé que pasará y muchos que están releyendo también jajaja pero bueno, me gusta ser dramática n.n

Volveré más tarde para la siguiente actualización. Hasta entonces, manténganse sanos♥.

𝐊𝐢𝐦𝐍𝐢𝐤𝐚𝐫𝐢.

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