CAPITULO 36

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A la mañana siguiente, Alana y Peter se dirigieron a la isla de Fuego, ambos irían para saber cual seria el cuarto y último legendario.

Alisa se quedaría bajo la protección de Isabella, la cual había sido amenazada por Alana, ya que si algo la pasaba Isabella lo pagaría y sabia que lo que Alana decía lo cumplía siempre.
Ambos se dirigieron a la isla de Fuego, ya que cuanto antes llegaran antes se irían. Alana todavía tenia las marcas que la había provocado no haber seguido las normas, pero merecía la pena.

"Espero completar esta misión cuanto antes. Desde lo del sueño o visión o lo que fuese, me siento incomoda estar cerca de él. Además, cuando renuncie a todo por fin dejare de ser un peligro andante." Pensó Alana mientras su mente vagaba a lo mas lejos de las corrientes de aire.

Al llagar a la isla de Fuego Alana examinó que tuviera su espada y sus Sais, los cuales estaban ocultos en caso de emergencia.

-¿A donde vamos?- Preguntó Peter.
-Allí.- Respondió Alana señalando la montaña con el cráter.
-¿Hay que subir hasta la cima de un volcán?- Preguntó Peter perplejo.
-Claro.- Respondió con obviedad la Narniana. -No pretenderás que sea bajo el mar.- Añadió ella con sarcasmo.
-No, pero creía que no había que subir una montaña con un volcán activo.- Comentó él.

Alana no dijo nada y comenzó a caminar mientras llevaba su mano hasta la empuñadura de su espada, sabia que estar en su isla no solo podría beneficiarla, sino que también, podría perjudicarla. La isla de Fuego estaba en su estación cumbre, el verano, dejando lejos el invierno, el cual hacia estragos cuando llegaba y provocaba terribles sucesos en la isla.

-Vaya, todo esta muerto.- Alegó Peter mirando todo.
-No esta muerto, solamente la vegetación es así.- Explico Alana algo irritada.

Peter no dijo nada, se había percatado de que la Narniana estaba molesta, y seguramente porque él estaba allí. Desde hacia un par de días ella le evitaba, bueno, evitaba a todos a excepción de Alisa, Shiary, Isabella y las Ondinas. En cambio, a ellos, a los reyes de Antaño, intentaba darles esquinazo día sí y día también.

-¿Porque nos evitas?- Preguntó Peter mirándola.
-¿Evitar a quien?- Preguntó ella intentando que no se notase el nerviosismo.
-Pues a los reyes de Antaño. ¿Porque nos evitas?- Alego él de nuevo.
-No os evito.- Respondió ella.
-Claro... Isabella nos a dicho que quieres renunciar, también a ser una Elemental. Parece que no quieres tener contacto con la magia.- Comento Peter mirándola.
-La magia no es buena. La magia mato a mi abuelo, a mis padres y a mi hermana. La magia trae problemas.- Respondió ella fríamente.
-Pero esa misma magia salvo a Aslan de la muerte. Además, eres descendiente de Acheron...- Dijo Peter.
-Por eso mismo. El poder de Acheron no tiene control, y por ello es mejor que tenga la mínima relación con las islas; con Narnia, no puedo cortar esa relación, pero si pudiera ya lo habría hecho.- Respondió ella con tranquilidad.
-¿Acheron no escribió ningún libro o tuvo alguno que pudiera ayudarle con sus poderes?- Pregunto Peter con curiosidad.
-No se tiene constancia. También es cierto, que fue hace años cuando él existió.- Explicó Alana mirando al suelo.

Peter se mantuvo en silencio y observo de reojo a la Narniana, esta iba cabizbaja mientras bordeaba arboles y rocas, que seguramente jamas había visto.
Unas horas después llegaron al pie del volcán, este mostraba desolación y al mismo tiempo imponía respeto.

-Venga, vamos.- Alego Alana buscando alguna cueva.
-No es por nada, pero si buscas la entrada y te acercas al fuego puedes morir abrasado por el calor.- Comentó Peter mirándola.
-Yo no. Los guardianes del Fuego soportamos altísimas temperaturas. En tu caso, bueno, deberías de comer de la flor de Fuego para que eso no pasara.- Comento Alana cogiendo una flor amarilla y dándosela a Peter.
-¿Que hago con esta flor?- Preguntó Peter cogiéndola.
-Comerla.- Respondió Alana con una sonrisa.

Peter cogió un pétalo y se lo metió en la boca masticandolo, al tragarlo con dificultad, mostró una expresión de desagrado que hizo que Alana debiera contener la risa.

-Sabe fatal.- Alego él.
-No debes de masticar, debes de tragarlo.- Explicó Alana mirándole.
-Recuerdame porque estoy comiendo esto.- Alegó él siguiendo su indicación.
-Para no morir abrasado.- Aclaro Alana mientras miraba su espada.

Peter terminó de comerse la flor y ambos volvieron a emprender su camino, mientras un Fuego Fausto les seguía muy de cerca, cosa de la cual Alana se dio cuenta, pero oculto en silencio para poder pillarle desprevenido.
Los dos dieron rápidamente con la cueva, la cual emanaba calor, el cual Peter sintió pero que no le asfixiaba, ahora agradecía haber comido de aquella flor. Alana miraba a su alrededor, las paredes eran de un color negruzco y en algún que otro hueco manaba gas.

-Hay que tener cuidado.- Alego Alana mirando a Peter.
-¿Por?- Preguntó él mirándola.
-Si el volcán entra en erupción, cosa que ocurre muy a menudo, tu moririas si la lava te toca.- Explicó Alana.
-Hagamoslo rápidamente.- Comentó Peter nervioso.
-¿Acaso tienes miedo?- Preguntó ella con una picara mirada.
-Morir no esta entre mis planes.- Alego él.
-Tienes suerte que puedo controlar, temporalmente, la lava y al volcán.- Comento con algo de orgullo la Narniana.
-¿Por cuanto tiempo?- Preguntó Peter mirándola.
-Apenas unos minutos.- Respondió ella.
-Bueno, eso tranquiliza. Un poco.- Comento Peter.

Los dos prosiguieron, mientras Alana se iba preparando para atacar al Fuego Fausto que estaba tras ellos. Peter observaba sin entender porque Alana miraba de reojo hacia atrás, sino había nadie, rápidamente hizo un rápido movimiento cogiendo su Sai y le lanzo, dando al Fuego Fausto. Peter abrió sus ojos de par en par, al ver la rapidez y puntería que la Narniana tenia.
Tras lanzarle Alana retrocedió y se dirigió hacia el Fuego Fausto, el cual se quejaba de dolor.

-¡Sueltame!- Ordeno él.
-Primero responde a mi pregunta. ¿Porque nos seguías?- Alego ella mirándole.
-No es lógico que sigas con vida. Moriste, todos lo vimos. Pero al igual que tú, Jadis lo hizo, pero esta viva. Además, la Elemental viene en busca de su Legendario.- Alego el Fuego Fausto.
-Mira, la paciencia no es una virtud que tenga, así que dime la verdad o lo lamentaras.- Amenazo Alana cruzándose de brazos.
-Sabemos lo que planeas, y no lo vas a conseguir. Antes que nosotros y que las Brujas hubo un Guardián, el primero, en este volcán él reposa. No queremos que despiertes a aquello que no podemos controlar.- Alego el Guardián.
-Es extraño. Vosotros queréis la destrucción y dominio de las cuatro islas, ¿porque debería de escucharte?- Alego ella mirándole fijamente.
-Porque tememos a los dragones.- Respondió el Fuego Fausto.
-¿Dragón?- Dijo Peter alarmado.
-Desaparecieron hace años. Son mitos, salvo aquellos que intentan robar su tesoro, en ese caso se transforman en uno temporalmente.- Alegó Alana mirándole.
-Es cierto. Aquí descansa el último. No lo despiertes. Y ahora, sueltame.- Alegó el Fuego Fausto.

Alana cogió el Sai y se le quitó, haciendo que el guardián ahogase un grito de dolor. El Fuego Fausto se fue y los dos chicos retomaron su camino hacia el interior del volcán.
Conforme se iban acercando el calor aumentaba, pero también un extraño olor que únicamente Alana podía percibir. Tras girar por segunda vez, ambos llegaron ante una entrada en la que había un animal dormido. Este tenia aspecto de lagarto, una larga cola, la piel de un gris plomizo y dos enormes alas que hacia aparecer y desaparecer mientras dormía. Al verle se dieron cuenta que el Fuego Fausto tenía razón, los dragones existían, pues estaban ante uno.

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