CAPÍTULO 39

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Los ojos de Alana se abrieron acomodándose a la oscuridad, miro a su alrededor y observo que ya no estaba en el Santuario, sino, en el castillo de los Elfos. Al fin había vuelto a Narnia. Rápidamente, se levanto de la cama, se cambio el vestido por uno de color azul oscuro de manga larga, cogió los dos Sais y una capa con capucha. Sin hacer ruido salió de la habitación y se escondió entre las sombras.

La Narniana recorrió en silencio los pasillos del castillo, mientras su sombra era iluminada exclusivamente por los rayos de la luna. Al llegar al exterior Alana se percato de la bajada de temperatura, algo extraño debido a la época en la que estaban, Alana se tapó aún mas con su capa y se dirigió a la espesura del bosque.

Camino por él, observando como los arboles sufrían, como aquellos gritos de dolor martilleaban su cabeza sin poder hacer, ella, nada. Los arboles, arbustos y todo, estaban ocultos, en algunas partes por nieve, la cual ella sabia que no la había producido el invierno, sino, Jadis. Alana no tardo mucho en llegar a un claro donde la luna iluminaba todo. La Narniana se quito la capucha que la ocultaba y se sentó en el suelo.

-Hoy hace otro año mas. El año que todo cambió, ya son diez años. Ojala estuvierais aquí.- Dijo Alana quitando la nieve de lo que parecía un arbusto.

Tras quitar todo observo la placa que estaba ante ella, conmemorando el lugar donde sus padres murieron.

»Pronto pagara. Pagara por lo que os hizo. Pero no solo a vosotros, sino, a mis hermanas. Juro que lo pagara.- Añadió ella mientras sus ojos se volvían del dorado de Aslan.

Un rayo de luz surgió y cayo justamente en la inscripción, ante ella, aparecieron sus padres. Al verles Alana sonrió y sus ojos se llenaron de lágrimas, pero esta vez por la felicidad de verles.

-¿Como es posible?- Pregunto ella frotando sus ojos pensando que era un sueño, su imaginación o incluso una alucinación.
-No es tu imaginación. Uno de los poderes de Acheron era poder hablar e incluso ver e invocar a los muertos.- Explicó Leo observando a su hija pequeña.
-¿Porque me ocultasteis lo de Alisa?- Preguntó ella con una expresión de dolor.
-Creímos que seria lo mejor...- Respondió Sigrid mirándola.
-¿Lo mejor? ¿Sabéis el miedo que tenia al saber que había perdido mi alma? Creía que acabaría loca, o peor, haciendo daño a todos.- Alego Alana alarmada
-No ha sido así. Sabíamos lo que sucedería, por ello no dijimos nada. Pero a diferencia, eso ha hecho que recuerdes cosas, que como Guardiana de Aslan, debiste de borrar de tu mente.- Comentó su padre.
-Es cierto. He recordado cosas, pero eso no os libra de ello. Tanto Evi como yo nos merecíamos saber que teníamos una hermana.- Respondió ella sintiendo un escalofrío al nombrar a su hermana.
-Nunca lo quisimos ocultar. Pero el peligro de Jadis estaba presente y Evangeline iba a ser su objetivo, no era bueno que supierais de Alisa, sabíamos que tu la buscarías, y eso podría traerte problemas.- Respondió su padre mirándola.
-¿Mas problemas de los que he tenido? He sido secuestrada, golpeaba, han intentando matarme mas de diez veces e incluso me suicide. Creo que no hubieran sido muchos mas los problemas que aquello hubiera traído.- Respondió ella cruzándose de brazos.
-La luna esta siendo ocultada, debemos de irnos. Ten cuidado, y confía, únicamente, en la noche.- Dijo su madre abranzadola.
-¿Podría traer un día a Alisa? Quiere veros, y se que vosotros a ella también.- Dijo ella mirándole con una sonrisa infantil.
-Siempre que quieras.- Sonrió su padre.

Ambos desaparecieron mientras Alana sonreía, ahora que sabía que podría verles les vería muy a menudo, y con ella vendría Alisa, sabia que aquella sorpresa la haría muy feliz.

Alana se sentó en el suelo y miro la placa que estaba ante ella, realmente no sabia como había hecho aquello, pero sabia que tenia relación con la noche, aquella que siempre la había intrigado y maravillado. Las sombras, las estrellas e incluso la luna siempre habían despertado su imaginación, haciéndola creer que se debía a su sangre de estrella, pero en realidad era porque ella pertenecía a la noche. Por ello veía belleza en todo aquello que los demás no lo veían.

-Mis recuerdos... Ojala no hubieran vuelto. Todo seria mas fácil. ¿No?- Dijo Alana en voz alta mientras recordaba una canción.

Sin darse cuenta comenzó a cantarla mientras algunas lágrimas resbalaban por sus mejillas, era cierto que había perdido sus recuerdos, pero les había recuperado, se había acordado de aquel chico que por años había invadido sus sueños diciéndola cosas, ahora, no podía perseguir aquel amor, aunque pudiera, él no se acordaba de ella, y por mucha magia que ella consiguiera hacer no podría devolver algo que ella no había robado. Desde las sombras, Peter escuchaba la canción que Alana cantaba, lentamente los recuerdos llegaron a él, haciendo que recordara porque soñaba con una chica, aquella chica era ella. Alana. Al recordarla, el mayor de los Pevensie sonrió pero se percato de que ella tal vez no se acordara de él. Alana término de cantar la canción y observo la luna y las estrellas, haciéndola sonreír.

"El tiempo se acaba... ¿Que puedo hacer? Debemos de buscar a Arturo, pero no se donde puede estar, podría estar en cualquier parte de Narnia o tal vez muerto. Si pudiera hacer un portal y traerle... ¡Todo seria mas fácil! Pero no me fió de la magia y nunca lo haré, esta ha causado problemas. Pero es parte de mi. Como el hecho de mis recuerdos. Puede que si no recordase todo seria mas fácil o tal vez empeorase. Mi abuelo e incluso mis padres mi dijeron que había algo mas poderoso que la Magia. Y era el amor. Pero no el amor de dos seres, sino el de varios, tal vez mi amor por mi familia hizo que viera mi nacimiento como mis recuerdos perdidos." Pensaba Alana mientras jugaba con su Sai.

-¿Que haces en mitad del bosque?- Preguntó Peter acercándose.
-Necesitaba despejar la mente, la noche ayuda.- Respondió ella mirando a la luna que volvía a ser ocultada por las nubes.
-¿Recuerdas algo de las islas?- Preguntó él.
-En realidad sí. Ha sido la primera vez y última que he conseguido recordar tras haber usado mis poderes.- Alego ella riéndose.
-¿Te arrepientes de haber renunciado?- Pregunto él con curiosidad.
-Me arrepiento de muchas cosas, pero no de entregar algo que no es mío.- Respondió ella poniéndose de pies.
-Hiciste bien en devolverles lo que es suyo a los Dragones.- Comentó Peter.
-Ellos eran Guardianes y deberían de serlo. Se que mi abuelo les desterró, pero se que llegara a entender porque lo he hecho. Aslan no ha sido un Elemental, ni tampoco ha visto que yo he visto por años, así que debe de entender lo que hago.- Alegó ella guardando el Sai y adentrándose de nuevo en la maleza.

Alana comenzó a caminar mientras la llegaba un olor un poco desagradable, la Narniana le identifico enseguida y cogió los dos Sais y se puso en alerta.

-¿Que sucede?- Preguntó él con curiosidad.
-Brujas. Huelo a podrido.- Dijo ella mientras alzaba la cabeza.

Lanzo al aire su Sai y le cogió lanzándole a su derecha. El arma voló a una gran velocidad clavándose en el pecho de una Bruja. Alana caminó en la dirección que su arma había tenido y llego ante la Bruja, esta se quejaba de dolor, mientras su sangre negra teñía la blanca nieve, haciéndola parecer impura.

-Maldita Narniana. ¡Sueltame!- Gritaba ella.
-¿Duele?- Preguntó sarcásticamente Alana.
-Como no me sueltes te despellejare viva.- Amenazó la Bruja.
-Que graciosa. ¿Crees poder hacer algo?- Rió Alana mientras retorcía el Sai. -Sabes, los Sais están hechos de un metal que impide que las Brujas, al clavárselos, usen sus poderes y que se quiten el arma. Un metal muy bueno, lastima que ya no queden más.- Añadió Alana mirándola.
-Que pena que tus padres murieran un día como hoy. Todas las Brujas, hoy, celebran su muerte.- Rió la Bruja.
-Me alegro.- Respondió Alana con odio. -Yo celebro la muerte de vuestros amigos, los Fuegos Faustos, y celebrare la muerte de todas vosotras. Creeme que os matare, a todas.- Añadió ella mientras sus ojos se volvían dorados.
-Estas loca.- Alego la Bruja.
-Loca, monstruo, asesina. Me han llamado de muchas maneras, Brujas de mayor rango que tú. Te recomiendo que seas mas creativa.- Alegó Alana mientras rodaba sus dorados ojos.
-Sangre sucia.- Respondió ella mientras moría.

Al escuchar aquellas dos palabras Alana trago con dureza la saliva, cogió su Sai limpiándole. Y observo la sangre negra que había quedado en el suelo.

-¿Que significa Sangre Sucia?- Pregunto Peter tras ella.
-Cuando dos especies diferentes tienen un hijo, este es mestizo, muchos no están de acuerdo con esto, por ello les llaman Sangre Sucia. Hacia tiempo que no oía aquellas dos palabras juntas. Supongo que creyó que eso podría hacer algún daño.- Alegó Alana transformándose en león.

La Narniana se despidió del mayor de los Pevensie y se dirigió, rápidamente, al castillo de los elfos. Al llegar desapareció en su habitación soltando por completo las lágrimas que había intentando contener. Aquellas palabras la hacían mucho daño, mas que cualquier insulto porque la recordaba la muerte muchos como ella, los cuales, en su mayoría, murieron asesinados solo por ser mestizos. Por ser única y explosivamente diferentes y únicos, seres que muchos creyeron que eran peligrosos e imposibles de controlar. “¡Nadie debe de ser controlado!” Pensó Alana en ese momento llena de ira.

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