CAPITULO 42

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Había pasado una semana desde el accidente. Desde entonces Alana no había despertado y eso preocupaba a su hermana, ya que la menor seguía teniendo delirios y la fiebre alta. Antes de que la aurora saliera por el horizonte y diera comienzo al día, Alana empezó a abrir sus ojos, observando la oscuridad que invadía todo. Giro su cabeza hacia la izquierda viendo a su hermana dormida, al verla pensó que algo malo la había ocurrido, y sin recordar lo que la había pasado a ella misma, se levantó.

-Alisa.- Dijo ella con una sonrisa.
-Alana, ¿que haces levantada? Debes de descansar.- Dijo alarmada su hermana.
-¿Que ha pasado? ¿Estas bien?- Preguntó ella preocupada.
-Yo estoy bien. Eras tu la que no estaba bien, te mordí. ¿Lo olvidas?- Alego Alisa mirándola.
-No me acordaba. Supongo que se me olvido al verte así. Debí de haber cuidado de ti. Pero venga, mi sorpresa se ha propuesto un par de días.- Rió Alana caminando.
-Alana, no estas en condiciones de salir.- Alego su hermana.
-No me voy a detener por una mordida, Alisa. Voy a salir. Necesito ver a la noche, a Narnia. Respirar.- Respondió su hermana menor saliendo de allí.

Alisa suspiro y siguió a su hermana por los pasillos. Al llegar a fuera, Alana esperaba a su hermana con una sonrisa y los brazos cruzados.

-Niñas, ¿a donde van?- Dijo Aslan tras ellas.
-Ven abuelo, acompañanos. Tengo algo que creo que ambos desearan ver.- Dijo Alana con una sonrisa.

Ambos miraron extraños a la Narniana y sin decir nada comenzaron a seguirla. Alana les guió hasta donde estaba la placa conmemorativa de sus padres.

-¿Que hacemos aquí?- Preguntó Aslan.
-Confiar en mi. Ahora no habléis, necesito concentración.- Dijo Alana concentrándose.

Lentamente empezaron a surgir dos nítidas figuras que adquirieron forma, al verlas Aslan abrió sus ojos y Alisa se enderezó. Alana abrió sus ojos y sonrió a sus padres.

-Es imposible.- Dijo Aslan.
-Madre, padre. Ella es Alisa.- Dijo Alana mirando la reacción de su hermana y de sus padres.

Alisa se acerco a ellos y sonrió, sabia que no podía tocarles, pero su hermana la había hecho un gran regalo. Verles y tener un recuerdo de ellos.

-Padre...- Dijo Leo mirando a Aslan.
-No conseguisteis separarlas nunca.- Rió el león.
-Lo sabemos. ¿Porque has tardado tanto en venir?- Dijo Sigrid mirando a su hija menor.
-Tuvimos un pequeño contratiempo.- Alegó ella.
-Te mordió Alisa en su transformación.- Respondió Leo mirándola.
-¿Como sabes eso?- Preguntó Alisa asombrada.
-Alana siempre desobedece las normas. Además sentimos lo cerca que estuvo de la muerte.- Respondió Leo.
-No desobedecí las normas, solamente intente salvar a una elfa.- Respondió ella.
-¿Pensaste lo que sucedería si morías?- Preguntó su madre.
-No lo pensé, porque lo único que sabía que debía de hacer era salvar a esa niña. No se merece morir. Además se que Alisa no me haría nada.- Alego Alana seriamente mientras miraba como el sol comenzaba a surgir.
-Aslan, por favor, cuida de ellas y protegelas.- Pidió Sigrid.
-Siento no poder cumplir con tu petición Sigrid, pero ellas ya son adultas y saben protegerse solas mejor que lo que yo haría. No os preocupéis por ellas.- Dijo Aslan mientras se desvanecían Leo y Sigrid.

Alisa abrazo con fuerza a su hermana haciéndola sonreír.

-Gracias por este regalo.- Dijo Alisa al oído de su hermana.
-¿Como hiciste eso?- Preguntó Aslan.
-La noche anterior al suceso lo hice, estuve pensando y llegue a la conclusión de que con ayuda de la noche podía hacer esto.- Explicó ella.
-Ha sido un bonito detalle, Alana. Gracias.- Dijo su abuelo.
-Siempre has cuidado de todos, jamás podre compensarte, por ello supuse que te gustaría ver esto también.- Alego Alana mirándoles.
-Bueno, ¿ambas están preparadas?- Preguntó Aslan con una sonrisa.
-¿Preparadas para que?- Preguntaron ambas al unísono.
-La coronación sera en unos días. Os recuerdo a ambas que hoy es su cumpleaños.- Rió el león.
-Se me había olvidado.- Dijo Alana pensativa.
-Siempre se te olvidan esas cosas.- Rió el león. -Por cierto, tengo una cosa para ambas.- Añadió el león.
-¿Que es?- Preguntó emocionada Alisa.
-Como se que no consigues dominar un arma, supongo que seria mejor que ya supieras cual es.- Dijo el león rugiendo.

Junto a un tronco apareció un carcaj, un arco y una pequeña daga. El carcaj era de un color rojo oscuro, al igual que la empuñadura de la daga y que parte del arco. Las flechas eran de madera con algún toque rojizo.

-El carcaj es mágico, siempre habrá flechas en él. La daga, usala siempre que sea estrictamente necesario.- Alego el león.
-En conclusión, ten escondida la daga y usala cuando estén punto de matar a alguien o a ti.- Resumió Alana con una sonrisa.
-Tu no te libras, Alana. Se que no te gustaba los regalos, pero debo de pedirte disculpas por lo que te ha pasado.- Dijo Aslan rugiendo.

Ante Alana surgió un colgante, este tenia forma de un pequeño escudo plateado con un león rojo levantado sobre sus patas traseras.

-Gracias.- Respondieron ambas al unísono.
-Alana, ¿cuando te hiciste esas cicatrices de la espalda?- Dijo el león.
-Cuando me mandaste al mundo de los reyes de Antaño. La familia con la que vivía..., el padre era un maltratador.- Explicó Alana mirándole.
-¿Porque no me lo dijiste?- Preguntó Aslan asustado.
-No sabia como. Y de un día para otro regrese a Narnia, era cierto que la extrañaba a Narnia, y de un día para otro estaba aquí.- Explicó Alana mirándole.
-Alana, te maltrataron. No debes de permitir aquello. Y lo peor es que no confiaste en mi.- Alegó Aslan mirándola.
-Lo siento.- Respondió Alana cabizbaja.
-Sera mejor regresar al castillo. Hay que curarte la herida.- Dicto Alisa.

Ambas se fueron y se dirigieron directamente al castillo, allí Alisa destapo la herida de Alana, la cual estaba en su hombro derecho y que se veía perfectamente.

-Otra cicatriz mas.- Rió Alana mirando la herida.
-Debiste de decirlo.- Alegó Alisa.
-¿Y que hubiera pasado? El abuelo me mando allí por protección propia, si hubiera vuelto muchas cosas podían haber cambiado.- Alego Alana pensativa.
-Pero te borro la memoria, ¿como es que recuerdas?- Alego Alisa.
-Mis sueños. Recordé gracias a ellos, aunque hubiera sido mejor olvidar.- Alego ella.
-Esa mirada es por algo, algo en ese mundo te hizo no querer irte por mucho que te maltrataras.- Alego Alisa con una sonrisa. -¡Te enamoraste!- Añadió ella elevando un poco la voz.
-Cierra la boca.- Alego Alana mirándola.
-Vaya, así que mi hermana enamorada, quien lo diría.- Rió Alisa.
-Nadie lo sabe y nadie debe de enterarse.- Alego Alana molesta.
-Vale, pero es normal enamorarse.- Alego Alisa.
-Lo se, pero de quien fue no. Son mundos diferentes y siempre sera así. Además, él y todos los que me conocieron, perdieron ese recuerdo de mi. No existo en ese mundo.- Aclaro su hermana.
-Habla con el abuelo. Aunque, puede que él ya este aquí.- Alego pensativa Alisa.
-Venga, vamos. Quiero enseñarte a usar un arco.- Alego Alana.
-Mejor sera que descanses. Iré a por algo de comida. Y después hablamos.- Alego Alisa marchándose.

Alana sonrió y miro la herida que tenia, estaba claro que había tenido suerte, un poco mas arriba y habría muerto, un poco mas abajo habría y perdido el brazo. Ahora debía tener cuidado con lo que hacía, no era bueno tentar tantas veces a la muerte, porque en algún momento esa suerte cesaría.

-Veo que despertaste.- Alego Peter desde la puerta.
-Sí, hace un par de horas.- Alegó Alana cogiendo su Sai.
-¿Te preguntaron por las extrañas cicatrices?- Pregunto él con curiosidad.
-Sí, y ya les respondí a mi abuelo y a mi hermana. Espero que no vengas tú a hacerme otro interrogatorio, para eso ya tengo a Aslan.- Alego ella jugando con el arma.
-Solo queríamos saber lo que paso.- Alego él.
-Paso lo que paso. No hay nada que aclarar, si no hubiera recordado nada hubiera pasado. Por unas cicatrices no me voy a morir. He estado apunto mas veces que todos los que aquí viven.- Alego ella.
-Podrías haber muerto, Alana.- Alego Alisa.
-Venga ya.- Alego ella rodando sus ojos.
-Fue tu deseo de volver la que te salvo de ese maltrato.- Alego Alisa acercándose.
-¿Y donde estuvo esa ayuda cuando fui maltratada por las brujas, esclavizada, secuestrada y torturada? Al igual que en ese lugar, también estaba lejos de Narnia. Pero parece que todos olvidáis eso, que he tenido mas vidas y mas sucesos.- Alego Alana molesta.

Peter se marcho al darse cuenta del enfado de la Narniana y Alisa cerro la puerta para que Alana pudiera cambiarse.

-No deberías de ponerte así. Solo nos preocupamos de ti.- Alego Alisa mirándola.
-Nadie lo ha hecho nunca, no empecéis ahora.- Respondió Alana cogiendo la ropa.

La Narniana se quito el sucio y, todavía, ensangrentado vestido y le sustituyó por uno azul cielo, uno de los colores predominantes en su armario; se ató el pelo en una trenza, ya que era raro que le llevase suelto; y se puso las botas y el cinturón con los Sais. Alisa sonrió a su hermana, y ambas salieron fuera de la enfermería listas para entrenar y volver a su rutina, la cual se centraba en entrenar y en alguna reunión, en cambio la rutina de Salida tenía una pequeña variante, ella tenía que dar clases de todo tipo; mientras que su hermana solía hacer un reconocimiento sobre Narnia, para asegurarse de que todo estaba bien.

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