COPITULO 7

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Cuando ya amaneció Alana ya había llegado a las ruinas de lo que quedaba de Cair Paravel, al llegar recordó los sucesos que allí mismo, habían sucedido. Sucesos que Evangeline la decía de niña.

Mientras, en el castillo el caos invadía a todos. La princesa se había ido, se había escapado para evitar algo que era inevitable.

En la biblioteca del castillo, los reyes de antaño hablaban de los motivos por los cuales, Alana se había ido.

-Altezas, tal vez deberían de saber que la princesa desciende de un linaje con magia.- Dijo Edward mirándoles.
-Aslan hace magia. Todos lo sabemos.- Alegó Caspian mirándole.
-No me refiero a eso. La reina Sigrid, era una Gran Bruja Blanca. Una de las mas poderosas que han llegado a existir. Por ello, la princesa Evangeline esta poseída por Jadis. Nadie, sabe de ello, y es cuestión de tiempo que se sepa. Alana, ya se a convertido en león, solo tiene que esperar a que sus poderes, se manifiesten.- Explicó el centauro mirándoles.
-¿Desde cuando puede saberlo?- Pregunto Lucy mirándole.
-Seguramente desde hace unos días. El colgante que lleva alrededor del cuello, es poderoso. Si se le llegara a quitar tal vez esos poderes que posee, se descontrolen.- Alego el centauro.
-¿El ritual de la Luna de Sangre necesita de algo?- Preguntó Susan con temor.
-La reina Sigrid, me dijo que necesitaban doce almas puras, un ente, el corazón de una Gran Bruja Blanca, la espada de la primera Bruja y la esencia de la reina de los elfos. Seguramente la princesa a ido en busca de la espada.- Dijo el centauro.
-Hay que ir al castillo de los elfos, hay que evitar que la reina sea atrapada por Jadis.- Dicto Edmund mirando a sus hermanos.
-Ellos se encuentran en el viejo castillo de Aslan.- Dijo Edward.
-¿Viejo castillo?- Preguntó Peter extrañado.
-Así es, hace años las brujas atacaron destruyendo el de los elfos. Los reyes iban a mudarse allí, pero tras saber de lo sucedido, se lo cedieron a los elfos. Allí fue donde las princesas nacieron.- Explicó el centauro.
-Hay que irse de inmediato. Cuanto mas tiempo perdamos sera peor.- Alego Caspian.
-Yo os guiare hasta él, preparense, en una hora estén en los establos.- Pidió el centauro marchándose.

Entre tanto, Alana miraba los alrededores de lo que una vez fue, un hermoso castillo. Vio los restos de la sala de los cuatro tronos, y una puerta, se acerco a ella. Al abrirla vio unas escaleras, descendió a través de ella y llego a una sala. Allí vio cuatro estatuas, bajo las cuales había cuatro baúles. Se acerco a la primera estatua, era de una mujer.

-Reina Lucy, la Valiente.- Leyó la Narniana.

Se fijo mas detenidamente en el resto, y se dio cuenta que eran los cuatro hermanos.

»Quien lo diría.- Rió ella mientras miraba a su alrededor.

Alana se fijo en la que la rodeaba, pero no había nada que pudiera indicar que allí hubiera una espada. Salio al exterior y vio como en lo alto había un árbol, se acerco a él y le miro. Había algo, dentro de él que era extraño, diferente. Al contrarió que el resto, este había crecido sobre el mármol, y eso era raro.

Alana poso su mano sobre la corteza del árbol, y lentamente esta brillo, mostrando la verdadera forma de él y lo que se encontraba clavado en ella. La Narniana, sonrió al ver la espada, simplemente era hermosa. Se acerco a ella, y agarro la empuñadura, haciendo un poco de fuerza, empezó a tirar hasta que la espada salió al completo. Alana la miro, y corrió hacia su caballo, debía de darse prisa si quería llegar al castillo de los elfos.

Mientras, Edward guiaba a los reyes de antaño hasta las altas montañas en las que se hallaba el castillo.

-¿Que les sucedió a los reyes?- Pregunto Susan mirando al centauro.
-Desaparecieron. Sucedió una noche de tormenta. Tormenta hecha por Magia, ambos reyes salieron para evitar que entraran dentro del pueblo. Tras aquella noche, no se volvió a saber nada. La única que vio que o quien se los llevo fue Evangeline.- Dijo el centauro.
-¿Alguna vez dijo quien fue?- Preguntó Edmund mirándole.
-No, tras la desaparición de sus padres y la partida de su hermana menor, la princesa se encerró en sí misma. Al igual que ahora, Alana. Evangeline, siempre había sido así. Pero su hermana menor no, Alana, siempre fue muy curiosa y valiente. Pero, tras saber de la desaparición de su hermana, ella dejo de hablar de sus padres o hermana. El hecho de reinar, nunca la ha gustado.- Explicó el centauro con tranquilidad.
-Pero, ella sabia que tal vez, existiera la remota posibilidad de que reinase.- Alego Caspian mirándole.
-Nadie se espera que su hermana sea poseída por el peor enemigo de Narnia. Además, Alana es alguien que carece de poca paciencia. Y ahora que sera coronada reina, seguramente anteponga su reino por encima de todo, al igual que hizo su padre al comienzo.- Dijo el centauro bajando la mirada.
-Todo es muy raro. Si Alana también lo es, ¿porque no la atraparon a ella?- Dijo Lucy evitando decir la palabra "bruja".
-La princesa nunca ha hecho magia, solamente se ha convertido en león. Pero sus padres me advirtieron, que cuando alcanzase la edad para transformarse, sus poderes florecerían.- Explicó el centauro.

Mientras los reyes de antaño y el centauro iban al castillo elfico, en la mas alta de las montañas del norte. Jadis miraba el pequeño grupo de Brujas que todavía le seguían siendo fiel.

-Hermanas... Pronto la Luna de Sangre, estará en su auge, haciendo que nuestros poderes sean mas poderosos. Dentro de dos días, atacaremos al castillo, donde residen los elfos. Vuestra misión es encontrar a la reina y traermela con vida. Necesitamos su sangre, para poder hacer el ritual.- Anunció Jadis desde lo alto de una roca.
-¿Y que sucede con la espada? Si alguien la encuentra, podrá matarnos incluso si hubiéramos hecho el hechizo.- Alego una Bruja.
-No temáis, esa espada se perdió hace tiempo. Y no existe ninguna bruja que pueda empuñarla.- Alego Jadis tranquilizando al resto de brujas.
-¿Y la nieta de Aslan?- Preguntó la Bruja de pelo puntiagudo.
-Ella no puede, la espada sólo puede ser usada por la legendaria y mítica Gran Bruja Blanca Elemental, y esa niña jamas a hecho magia.- Alego Jadis haciendo que todas se rieran.

Mientras, Jadis decía aquello, Evangeline, sonría con maldad al saber que ninguna de ellas se esperaba a su hermana. Ella, sabia, mejor que nadie, sobre la extraña atracción, que Alana tenia al fuego. Cuando la morena le veía, se quedaba hipnotizada, no solo por el brillo o el calor, sino, por la danza, que el fuego hacia ante ella. También, era extraño y curioso, que al tocarle, jamás le hiciera daño. Pero Evangeline tenía esperanza, conocía muy bien a su hermana y sabia que Alana no se daría por vencida, lucharía, se vengaría y la libraría. La rubia, sabía que los propósitos que su hermana se ponía les cumplía, y ahora que sabia que los reyes de antaño estaban ahí, ayudándola, la llenaban de vitalidad y fuerzas para luchar, no solamente por ayudar a su hermana y recuperar su cuerpo, sino, para proteger a su pueblo y buscar, junto a Alana, venganza hacia la muerte de sus padres a manos de Brujas, las cuales, Sigrid había confiado y la habían traicionado por poder.

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