14.

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—¡Pizza, pizza, pizza! —Roseanne sonrió al ver a la pelinaranja saltar animada mientras juntaba dos piezas y sonreía, ahora volteando a verla.
La pelinegra había dicho que estaba hambrienta, por lo que acordó en pedir la comida favorita de la mayor.

Y se veía tan tierna al dejar sus instrumentos, pararse sin usar los brazos, y caminar a ella con ese rostro en el que se quería sentar...
La pelinegra sólo sacó un trozo y le ofreció de comer a la otra, que vio el alimento sonrojada, pero comió, sonriendo al instante.

—Amo la pizza, la comería a diario, pero no es saludable. —sirvió la pizza en un plato y se la dejó a la menor, que comenzó a comer de forma animada mientras saltaba en su asiento. Era tan tierna.

Se apoyó en su brazo mientras comía y veía a Jennie ver su adorada pizza con brillos en sus ojos, limpiar sus labios de salsa de tomate que quedaba, y tenía un rostro lleno de amor e ilusión por su adoración.

Jennie era tan tierna, demostraba pureza y quería pensar que no era así, pero el saber su historial de manwhas le hacía saber que no era tan así. Rosé sólo mordió su pizza mientras suspiraba y rió, haciendo que la mayor la viera fijamente.

—¿Pasa algo?

—Recordé un chiste, osita. —sus mejillas abultadas ahora parecían dos cerezas, su mano que estaba en su barbilla ahora estaba en la mesa y sus ojos se abrieron, como nunca. Pero después, sólo sonrió boba mientras miraba una esquina de la mesa y parecía que se había comenzado a guardar en una cajita, sonriente.

''¡Gracias Dios, por presentarme a esta persona de 1,67, manos largas y de 7 pulgadas!''

Fue lo que gritó internamente porque Roseanne se estaba derritiendo ante la ternura de la chica por un apodo. Sonrió.

—¿Quieres que te cuente el chiste? —sus pequeños ojos reaccionaron y asintió rápidamente, viéndola, expectante.

—''Doctor, tengo todo el cuerpo cubierto de pelo, ¿Qué padezco?'' y el doctor contesta; ''Padece uste' un osito''

Fue el primer chiste que se le vino a la mente, el único chiste que le contaba su papá para poder encubrir su mente perversa porque no quería que la mayor la descubriera por completo, pero al ver su risa, no falsa, una verdadera, y después saltar discretamente a ella para acurrucarse en su hombro, Rosé se volvió a derretir.

—Eres muy tierna.

—Tú lo eres más. —Jennie chilló cuando la menor se sentó en su regazo y la siguió abrazando, saltando, y ella rió, echándose atrás para caer, bromeando, pero lográndolo en el proceso.

Pero antes de caer, la mayor la estaba sosteniendo, viéndola preocupada.— Creo que perdiste el equilibrio.

No, para nada, sólo que Rosé no supo por qué le había encantado esa salvada hasta el punto de que su corazón y no su coño esté palpitando de forma agresiva con tal escena, que sólo tragó saliva, vio a la mayor, y la besó.

Roseanne no era una dama en apuros, ella salía de los problemas en los que se metía sin ayuda de nadie, ella era independiente y odiaba cuando la retrataban frágil porque no lo era, para nada.
Odiaba cuando le remarcaban eso, la 'salvaban', odiaba el que le dijeran qué hacer y tener que pagar por eso.

Pero no le veía problema a lo que había hecho Jennie, pero sabía, que si otra persona se hubiera atrevido a hacerlo, estaría siendo abofeteada y gritada, pero ahora estaba la rubia siendo besada mientras era acariciada.

Roseanne no necesitaba ayuda, no la quería, no necesitaba a nadie, pero en ese momento se sintió pequeña en los brazos de la pelinaranja que la había comenzado a parar para acostarla en la cama y seguir con el beso.
No le comenzó a quitar la ropa, como había querido hacer desde hace tiempo. Sólo se separó de la mayor mientras la veía fijamente y volvió a besarla, sólo que ahora por menos tiempo.

—Lo siento.

—No-no te disculpes, me gustan tus besos. —su sonrisa que fue apareciendo de poco a poco de forma nerviosa, y Rosé acarició ese rostro, viéndola fija.— Ahora, ¿Estás bien?

—Sí, sólo no pensé que caería por completo, es lo que pasó. —Jennie asintió, ahora sentándose en la cama, viendo su Mecha a medio armar.

Si fuera Lalisa quién le hubiera interrumpido mientras lo armaba, la chica ni se ganaría una migaja de la comida de Jennie en, por lo menos, un sólo mes por interrumpirla de sus acciones. Pero el tener a la pelinegra en sus brazos que ella se hacía bolita mientras la besaba, realmente no le molestaba, para nada.
Hasta se le hacía tierno.

Sólotragó saliva mientras guardaba las piezas de forma acomodada para armarlasluego, levantarse, y comenzar a acostarse junto a la menor después de agarrardos mandos para comenzar a jugar Minecraft.

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