💋 ᎒᎒ 𝟎𝟎𝟎.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

𝑩𝑼𝑬𝑵𝑶𝑺 𝑨𝑰𝑹𝑬𝑺 - 𝑨𝑹𝑮𝑬𝑵𝑻𝑰𝑵𝑨
𝑉𝐴𝐶𝐴𝐶𝐼𝑂𝑁𝐸𝑆 𝐷𝐸 𝐽𝑈𝑁𝐼𝑂, 𝟸𝟶𝟷𝟿

Liked by lisandromartinezzz, julieeromero, matiassolano and 7565 more

renimartinezz Everybody looks better in pink 👠

The comments have been disabled…

Renata cerró su espejito, volviendo a guardarlo en su bolso tras retocar su gloss. Su amiga, Julieta, se encontraba unos pasos más adelante, sonriendo ante la fuerte música del boliche. El lugar estaba hasta arriba de gente, tanto en la zona pública como en la zona VIP y un leve olor a alcohol y a porro inundaba el ambiente.

Desde que se había ido a vivir a Países Bajos, extrañaba su país natal. Extrañaba a su familia, el ambiente, la comida, el clima… Extrañaba las jodas y la diferencia de personalidad entre los holandeses y los argentinos. Extrañaba a Matías y sus mensajes, extrañaba las boludeces de Camila, extrañaba las buenas cogidas de Maxi… Extrañaba muchas cosas.

Aquella mañana habían aterrizado en Ezeiza y aprovechando que era fin de semana y podrían recuperar las horas de sueño, no dudó en aceptar la invitación de Maxi a una de sus jodas. Capaz incluso cerraba la noche con él, o capaz eso lo hacía Julieta.

— Creo que vi a Maxi comiéndose a una piba.

— ¿Maxi? ¿Qué Maxi?— frunció su ceño, pasando su mirada por entre las personas a su alrededor— Che, Reni, ¿decís que Gio esté por acá?

— Maxi el que nos invitó, boluda. Y Gio no sé, no hablo mucho con él.

— ¿Se llamaba Maxi? Yo lo llamé Matías.— rió, girándose— Ya sé que no hablas mucho con él, Reni, no lo pregunto por eso. Pregunto si estará por acá... Capaz tengo suerte y me lo cruzo... ¿Quién sabe? Capaz hasta cierre con broche de oro la noche con él...

— No, Matías era otro. ¿Tan bueno es ese Gio?

— Ay no sé, ni le presté atención a los nombres. Y bueno se queda corto, con decirte que estuve más de una vez con ese pibe las veces que venía a Buenos Aires...

— Pero no te enganchaste con él, ¿no?

— No, Reni, no me enganché.— rió, negando— Mira si yo me voy a enganchar con alguien, por favor.

— Ay no sé, yo solo pregunto.

— Bueno, ya respondí tu pregunta... ¡Ay! ¡Por dios!—frunció su ceño al sentir que la empujaban— ¡Tené más cuidado, pelotudo!

— ¿A quién llamaste pelotudo...?—giró hacia ella— ¿Julieta?

Enfrente suya se encontraba nada más y nada menos que el hermano de su amiga, Cristian. El cordobés tenía puesta una remera blanca que le quedaba ajustada en las mangas, marcando los músculos de sus brazos. Por si eso no fuera poco, lo que en verdad la hizo morder su labio mientras lo recorría con la mirada eran los tatuajes que se podían ver en ambos brazos. Llevaba bastante tiempo sin verlo y sin duda, había mejorado mucho.

— ¿Cristian?— suspiró— Tiene que ser una joda, la puta madre...

— ¿Estás bien, Juli?

— Si, estoy bien, sí. El bruto de mierda este casi me saca el hombro de lugar, pero todo bien.

— ¿Qué me decís bruto? Yo estaba caminando y vos te metiste en el camino.— frunció su ceño— ¿Y qué haces acá? ¿No estabas en Ámsterdam?

— Estaba, vos lo dijiste. Me estoy tomando unas vacaciones.— alzó su ceja— ¿Y vos qué haces acá? ¿Dándote un "permitido"?

— Yo no me estoy dando... Callate, fea, solo estoy haciéndole la segunda a un compañero... ¿Y aparte a vos qué te importa? Metete en lo tuyo.— miró detrás de la menor, alzando su ceja— ¿Qué hace la hermana de Licha acá? ¿Viene con vos? Dónde la vea...

— ¿Decías algo?

— ¿Qué haces acá, Julie?— ignoró a la mayor tras escanearla con la mirada, girándose hacia su hermana— ¿Cómo entraste? ¿Y qué haces con la hermana de Licha?

Por desgracia, parecía ser igual a la última vez que se habían visto. Ni siquiera se había molestado en hablarle.

— Ay, no me empieces a comer la oreja, Cristian.— Julieta negó, pasando por su lado— Lisandro no está acá y no la vio, así que no jodas.

— Bueno...— encogió sus hombros, silbando— ¡Licha! ¡Vení!

— Chusma de mierda...

— La puta madre…

Semejaba que aquel cordobés parecía decidido a joderle la noche, pues no tardó mucho en ver la silueta de su hermano acercándose a ellos. Le había asegurado que aquella noche no saldría y allí estaba ella, incumpliendo nuevamente una de las promesas que le hacía.

— ¿Qué pasó?— frunció su ceño— ¿Vos qué haces acá?

Estaba enojado con ella, lo podía ver en su mirada.

— Hola hermanito, ¿todo bien? Si, Reni, todo bien.

— Renata…

— Un hermano peor que el otro.— cruzó sus brazos— Que chusma que sos, Cristian.

— Esta fue, Licha. La que trajo a tu hermana fue la loca esta, te la va a llevar por mal camino, escucha lo que te digo.— alzó sus cejas— Es mala influencia.— ladeó su cabeza— ¿Cómo hicieron para entrar?

— Un amigo nos dejó entrar— sonrió.

— Julieta...

— ¿Qué? Nene, un amigo nos dejó pasar.

— ¿Y así de fácil las dejaron entrar? ¿A las dos? Si, dale, mentime que me encanta, Julieta.

— ¿Cómo hicieron para entrar?

La pregunta de Lisandro fue directa a la mayor, quien se debatió entre responderle o no hacerlo. Sin embargo, después de haberle mentido aquella noche, lo más prudente parecía decirle la verdad.

— Ya fue, Lis, conozco al dueño, punto.

— Me dijiste que fue por un amigo, Julieta. Viste que ni para mentir bien sos buena, ¿no?

— La cagaste, Reni, la cagaste.— suspiró— No me jodas, Cristian. Vine acá a pasarla bien, no me vas a cagar la noche.— se alejó— Nos vemos.

— ¡Julieta!

Pese al grito de su hermano, su amiga no se molestó en girarse, adentrándose entre la multitud.

— Esta pendeja…

— Vos, cuidadito con lo que haces.

— No me jodas más Lisandro.

— Cuidado que se te revela la nena, Licha.

— Renata…

— Chau.

Dio media vuelta, alejándose hacia la barra y dejando a los dos hombres atrás. Cuando su hermano se ponía en aquel plan, era imposible razonar con él. Ella también necesitaba divertirse, no todo podía llevárselo él.

— Y se te rebeló nomás.— Cristian rió, viendo a la morena alejarse, riendo— Bueno, me voy a la barra a buscar un trago, ahora voy con ustedes.

El morocho siguió el camino que había recorrido la mujer, encontrándola rápidamente por él tono rosado de su vestido. Estaba aún más hermosa que la última vez que la había visto, mucho más desarrollada.

— ¿Te entró la rebeldía ahora a vos?— tomó asiento a su lado, sonriendo— Me parece que te estás juntando mucho con mi hermana, morocha.

— Y si, con alguien tendremos que quejarnos de nuestros hermanos controladores.

— Ah mira, ¿se quejan entre ustedes de nosotros? —alzó su ceja— Lo que se entera uno, che.

— ¿No deberías ir con mi hermanito?

— Prefiero quedarme acá con vos, hacerte un poco de compañía para que no estés tan solita.— sonrió— ¿Te puedo invitar un trago?

— No voy a decir que no a eso.

— Bueno, entonces pedí lo que vos quieras nomás, yo te invito.

Si él se ofrecía, no iba a negarse a darse el gusto, por lo que se inclinó sobre la barra, llamando la atención del bartender. Podía sentir la mirada fija del morocho sobre su culo, donde probablemente se vería la tela de su tanga de encaje a través de la abertura en su muslo derecho.

— Lindo, ¿me traes vodka?

— Para mí un ron cola nomás, anótame los dos tragos a mí.— la miró— Estás empezando fuerte, morocha.

— Me gustan las cosas bien hechas.

— Pero te vas a agarrar tremendo pedo si empezás así.— rió— Sabes la resaca que vas a tener al otro día…

— La aguanto bastante.

— Si vos decís, igual no se te ve que aguantes bien.— negó— Mañana vas a amanecer con resaca, estoy convencido de eso.

— Soy una cajita de sorpresas.

Aquel último comentario hizo que el cordobés desviará su mirada hacia sus pechos, subiéndolo lentamente hacia sus labios. Había captado su  atención, eso estaba más que claro.

— ¿Sos una cajita de sorpresa?— sonrió— ¿Y qué sorpresitas tenés ahí escondidas, morocha? Si puedo saber…

— Muchas.— sonrió, llevándose el vaso a los labios— ¿Todo bien, vos?

— Si, todo bastante bien. Es lindo volver acá de vez en cuando... ¿Y vos? ¿Todo bien? ¿Qué me contás de vos? Hace tiempo que no te veo, che.

— Bueno, ahora vivo en Ámsterdam con tu hermana. Era mejor que vivir con Lis y tenerlo preguntando a donde voy.

Desde que se había mudado con Julie había resuelto sus dos mayores problemas: el no poder llevarse a ninguna conquista para coger y el tener que aguantar a la novia de Lisandro rompiéndole los ovarios. Según sin entender por qué no cortaba con ella y vivía su vida siendo el mismo gato que era, pero soltero.

— ¿Vivís con Julie? ¿Viven juntas?

— Sí, ¿no te dijo?

— No, no me dijo nada —negó— Igual, tampoco le pregunté mucho sobre eso, así que capaz por eso no me lo dijo. Sabes cómo es ella, si no le preguntas no te dice nada.

— Ya sé.— acomodó su cabello tras su oreja— Igual sabe hacer las cosas callada.

— ¿Y vos? ¿Sabes hacer las cosas callada?

Y allí estaba la oportunidad que le estaban brindando y no pensaba desperdiciarla. Hacía años que quería saber como se sentía estar con él. Había escuchado tantas historias que quería comprobar si alguna era cierta, por lo que cruzó sus brazos, marcando más sus pechos, haciendo que la mirada del cordobés, oscurecida por el deseo, bajase hasta dicha zona.

— Las hago muy bien callada.

— ¿Si? —sonrió, acercándose— ¿Y si me lo demostrás mejor? Para estar seguros…

— Que atrevido....

— Igual no dijiste que no... —apoyó su mano en su cintura— Demostrame que sabes hacerla callada, morocha…

— Y bueno...— acercó sus rostros— No me voy a negar.

Antes de que pudiera arrepentirse, unió sus labios con los del morocho, quién no tardó en iniciar una lucha por la dominancia que no pensaba perder. Sabía a alcohol, pero no sabía reconocer a cual.

— No iba a dejar que te niegues tampoco.— murmuró, separándose— No sabes las ganas que tengo de partirte al medio, mamita... Las ganas que te tengo guardadas…

— ¿Si?

— Si... —unió sus labios, bajando sus manos y dejando un fuerte apretón que le hizo soltar un leve gemido en su boca— Vení conmigo, morocha…

— ¿A dónde?

— No preguntes, vení conmigo.

— Bueno…

Cristian tomó su mano, entrelazando sus dedos y guiándola a través de la multitud. En cuanto pudo ubicarse y ver que se dirigían hacia la salida, la hizo caminar delante suya, soltando una nalgada en su orto, que la hizo dar un saltito. Renata frunció su ceño, negando mientras lo miraba, pero él solo se limitó a soltar una carcajada.

A los pocos pasos, se detuvieron frente a un auto, momento que el hombre aprovechó para acorralarla contra él y volver a besarla, introduciendo su rodilla entre sus piernas. Si tan solo la subía un poco más, sería capaz de sentir la humedad de sus pliegues y la necesidad palpitante de que hiciera algo. Habían sido tan solo unos besos y ya la tenía toda dispuesta, toda entregada a él.

— Quiero sacarme las ganas de cogerte que tengo y quiero hacerlo bien… No quiero que nos interrumpan.— se separó, agarrando  sus llaves, sonriendo— Subí, hermosa. Vamos a otro lugar donde podamos estar tranquilos los dos…

— Mira que guardadito lo tenias.

No se negó a que el morocho le abriese la puerta para entrar a su auto, probablemente sería lo más caballeroso que haría por ella en toda la noche. Luego de acomodarse y abrocharse el cinturón, ladeó su cabeza para ver como él encendía el vehículo, saliendo del aparcamiento del lugar.

— Hay cosas mías que no conoces todavía, morocha —apoyó su mano en su muslo, acariciándolo— ¿Venís conmigo?

— Voy, creo que eso es obvio después de que me subiera acá con vos.

— Bueno, entonces anda abriendo esas piernas, hermosa…

— Me gusta por donde va eso, lindo.

— Vos disfruta entonces... —sonrió, subiendo su mano— Tenemos rato para llegar todavía…

— Cristian...

— ¿Qué pasa, morocha? —la miró de reojo— ¿Querés que pare?

— No, seguí.

— Sigo entonces, hermosa —sonrió— Yo sigo…

Los dedos del cordobés tantearon su entrada, acariciando sus pliegues por encima de su tanga de encaje. Su respiración comenzó a acelerarse cuando notó que corría la prenda a un lado, deslizando sus dedos por su humedad. Iba lento, provocándola, torturándola… Justo cuando iba a quejarse, el defensor introdujo su índice entre sus pliegues, comenzando a simular estocadas.

Un gemido agudo se escapó de su boca al sentir como añadía otro dedo más, haciendo que clavase sus uñas en el asiento. Una sonrisa de superioridad se mostraba en la cara del hombre viendo como se retorcía del placer, incitándolo a aumentar su velocidad una vez que encontró su punto dulce.

Para el punto en el que se encontraban en su destino final, Renata ya había alcanzado el orgasmo dos veces, dejando una pequeña mancha de sus fluidos en el asiento del copiloto. Aún así, eso no le molestó demasiado a su acompañante, quien solamente había chupado sus dedos con una sonrisa y le había dicho que no se preocupara. Aquella imagen, había sido una de las más eróticas que había visto.

— Vos entra nomás, con confianza.— Cristian abrió la puerta, haciéndose a un lado— Esto es todo para nosotros, solamente para nosotros, linda.

— Lindo departamento…

— Gracias, pero no es mi casa —rió— Ni la casa de nadie. ¿Nunca estuviste en un hotel así, morocha?

— No tengo tanta plata.

— Bueno, por hoy disfruta entonces.— sonrió, apoyando su mano en su cintura— Vení, con confianza.

— Dale...— dejó su bolso en un sofá— Está linda.

— ¿Te gusta?

— Mhm…

— Vamos, hermosa —la abrazó por la espalda, dejando un beso en su cuello— Déjame mostrarte mi parte favorita…

El morocho la condujo por un pasillo, guiándola hasta la puerta del fondo. Allí se encontraba lo que debía ser el dormitorio principal de aquella especie de habitación completa de hotel. La cama era amplia y parecía cómoda, pero sin duda, lo mejor eran las vistas.

— Es esta...— se sentó sobre la cama, dejándola en su regazo— La cama rodeada por esos lindos espejos…

— ¿Por qué los espejos?

— Porque así podés ver la carita hermosa que pones cuando te esté cogiendo, morocha...— dejó varios besos en su cuello— Y así también puedo tener vistas de ese semejante orto que tenés…

— Tenés algo con mi orto.— rió, moviéndose sobre él, en busca de fricción— ¿No me vas a ayudar a quitarme este vestido?

— Shh, quieta —la sujetó de la cintura, dándole un apretón— Claro que te voy a ayudar a sacarte el vestido, pero a mí tiempo, hermosa... —subió su vestido lentamente, aprovechando para dejar un fuerte apretón— Que orto que tenés, morocha... Sabes cómo te lo voy a dejar…

— Espero que bien rojito.

— Depende de cómo te portes.— le quitó su vestido, sonriendo— Mami, que gomas…

— ¿Viste?  Son naturales, a mi me gustan mucho.

— Y a mí me encantan...— bajó los besos hacia sus pechos, dejando una mordida en cada uno— Epa... —rió ante su salto— ¿Te dolió, morocha?

No sabía porque preguntaba, estaba claro que sabía que le había dolido. Aún así, no había sido un dolor malo, sino que le había gustado cómo se sentía.

— Me mordiste, claro que me dolió.

— Fue una mordidita suave noma' —dejó un beso en cada uno, para después subir una de sus manos hacia su seno— Te lo compenso dándoles un poco de mimos... Porque después van a sufrir, el tremendo orto que tenés, estas buenas gomas y vos, mamita…

El morocho mordía, chupaba y lamía a su gusto, rodeando sunpezon con su lengua mientras que con su otra mano masajeaba su otro pecho. Un escalofrío recorrió su espalda, mientras que una serie de leves gemidos escapaban de su boca ante el contacto.

— ¿Vos te vas a quedar así?— bajó su mirada— Es injusto.

— No, morocha, no me voy a quedar así...— se quitó la remera, desabrochando sus pantalones— Levántate un poco, hermosa…

— Mhmm...— se reincorporó, dejando varios besos por su cuello— Las ganas que te tengo, negrito…

— Y las ganas que tengo yo... Subiendo esas fotitos a insta, paseándote en culo por la casa de tu hermano... Los vídeos que subías a mejores amigos... Hija de puta, lo que me calentabas... —la sentó en su regazo, acomodándola— Movete para mí, morocha... Moveme la colita como lo hacías en tus videos y en los boliches... Move toda la colacha para mí, mamita…

Sin perder tiempo, comenzó a moverse sobre él, notando como poco a poco su bulto se iba endureciendo. Una vez que lo sintió listo, bajó su bóxer, haciendo que su pija chocase contra su abdomen. Ante la atenta mirada del cordobés, escupió en su mano, llevándola a su glande y comenzando a pajearlo, para después alinearlo con su entrada.

— ¿Y vos que veías mis mis videos?— se acomodó, introduciendo la puntita— ¿La santita que tenés por novia no te sabe coger?

— ¿Yo te pedí que hablaras? —la tomó de la cintura, entrando de una estocada— ¿Qué importa mi novia acá? Vos dijiste que ibas a hacerla de callada, entonces hacela de callada... —sonrió, comenzando a moverse sin darle tiempo a acostumbrarse, guiando sus caderas— Si va a salir algo de tu boca, va a ser mi nombre, ¿estamos? —dejó caer su palma, mirándola— ¿Estamos, morocha? Quiero escucharte gritar mi nombre…

El ardor en su nalga, juntó a la sensación de su miembro abriéndose paso entre sus paredes fue demasiado, haciendo que un gemido agudo saliese de su garganta. Lo que al principio se había sentido como dolor, poco a poco fue transformándose en placer.

— A-agrandado…

— Eso no es lo que te pedí — se levantó, deslizándose fuera de su interior, y dejándola boca abajo sobre la cama— ¿Te lo repito por las buenas o me vas a hacerte repetirlo por las malas, morocha?

Cuando sintió una palmada en su muslo, entendió lo que el morocho quería y arqueó su espalda, doblando sus rodillas y subiendo su culo.

— Yo no soy la santa de tu mu…

— ¿Que te dije?— dejó caer su palma con fuerza, pasando su glande por sus pliegues— Haceme caso si no querés que te castigue peor, trolita... —sonrió, llevando su mano hacia su cabello y jalándolo levemente hacia atrás para que lo mirase— ¿Vas a hacer lo que te pedí o tengo que obligarte a hacerlo, morocha?

— Haceme lo que quieras, mi amor.

— Te voy a partir al medio, trolita... Querías por más malas, por las malas va a ser... —la introdujo abruptamente, sacándole un quejido— Te quiero escuchar gritar mi nombre, ¿escuchaste? —llevó su mano hacia su cuello, apretándolo levemente— ¿Me escuchaste, zorrita?

— Cristian…

— Así, muy bien... —sonrió— ¿Querías que te lo deje colorado? Ahora vas a ver cómo te lo dejo todo colorado... —se inclinó, agarrando su mandíbula y girando su cabeza hacia él— No te contengas, mami... Grita mi nombre nomás, nadie va a escucharnos... —unió sus labios— Quiero escucharte gritar mi nombre…

El cordobés se movía con dureza y rapidez, saliendo y entrando con facilidad gracias a la lubricación de su zona íntima. Su mano caía repetidamente sobre sus nalgas, sacándole gemidos debido a ese dolor agradable. Puteadas salían su la boca al notar como empujaba hacia él, ayudándolo a hundirse con mayor profundidad en su interior.

— Cristian... Cris... Ahí…

Ante sus jadeos ahogados, aumentó la velocidad de sus estocadas, guiandolas hacia donde había descubierto que se encontraba su punto dulce. De la boca de Renata solo salían gemidos y palabras incoherentes, mientras trataba seguir el ritmo marcado por el morocho.

— Hija de puta... — la giró, dejándola frente a él y apoyó sus manos en su cintura, apretándola— Dale, morocha, movete... Movete, mami, seguí así... —unió sus labios, apretando levemente su cuello y soltando un quejido ante el arañazo de la mujer en su brazo— Como rasguñas, gatita... Te pones brava...—sonrió, sacando su mano de su cuello y llevándola hacia su zona íntima— Dale, correte para mí, hermosa... Grita mi nombre y correte para mí, mi amor... Quiero que lo último que salga de tu boca sea mi nombre…

— Cris... Cris... Cris...— mordió su labio— Más fuerte...
— Lo que mi morochita pida... —se hundió con más profundidad, acariciando su clítoris— Dale, mi amor... Correte conmigo, hermosa…

El calor en su zona íntima se hizo más intenso, indicándole que no quedaba mucho para que alcanzase su tercer orgasmo de la noche.

— Cristian...— clavó sus uñas en su espalda, mientras las lágrimas se acumulaban en sus ojos— Cris...— gimió en su oído— Cris…

— Aguanta un poco, morocha, aguanta... Ya casi acabo, mi amor, aguanta un poco... —unió sus labios, embistiendola con fuerza— Un poco, hermosa... Un poco más, Rena... Rena...—suspiró, liberándose en su interior y dejándose caer sobre su pecho— ¿Estás bien, linda?

— Sí...— asintió, respirando agitadamente— Estoy bien.

— ¿Cansadita, morocha? —sonrió, acariciando suavemente su orto— Mira que coloradito te quedó, bien rojito... ¿Viste esto? Esa es una buena marca, así se cierra un buen garche... No como las que te hacen los otros pibes a los que te coges... —le dió un apretón, uniendo sus labios— Esto es una marca de verdad, mami... Una marca de un buen garche. Igual, vos tomas pastillas, ¿no?

— Sí y tampoco tengo nada. Sé que a vos tampoco, para eso están sus exámenes médicos. Solo por eso me dejé sin.— lo miró a los ojos, sonriendo— ¿Qué pasa, la taradita con la que estás no se deja hacer esto?

— No, no se deja hacer nada de esto —besó su cuello, acariciando su cintura— No le gusta, es bastante aburrida en ese aspecto —sonrió— Pero vos te dejaste hacer de todo, mami, te la re bancaste de una.

Todas las historias eran ciertas. Con una cogida, aquel morocho le había volado la cabeza y se arrepentía profundamente de no haberlo probado antes.

— Aún me quedó algo que quería hacer.

— ¿Lo que?

— Depende de lo cansado que estés.

— Y un poco todavía aguanto, morocha —sonrió, acariciando su cintura— ¿Por qué? ¿Qué propones?

— Hacerte el mejor pete de tu vida.

— Epa, que directa... —acarició su mejilla— Si vos querés hacerlo, yo no me voy a negar para nada, morocha...

Dejó que el hombre se reincorporase, sentándose sobre la cama, para después arrodillarse frente a él en el suelo, acomodandose entre sus piernas. Con una mano, comenzó a acariciarlo, aumentando su velocidad y reduciéndola, haciendo que su elección volviese a formarse.

— Bueno...— bajó sus besos por su abdomen— Parece que la idea te gustó.— sonrió— Como te tengo…

— No me hagas callarte la boca... —murmuró, llevando su mano hacia su cabello y sujetándolo— Yo lo dejo en tus manos, mami... Pero quiero que lo sientas hasta el fondo de tu linda garganta…

— Sí...— dejó un beso en la punta, introduciéndolo lentamente.

Renata ahuecó sus mejillas, ayudándose con su mano en la parte que quedaba fuera de su cavidad bucal. Los cambios de ritmo hacen que el morocho soltase alguna que otra puteada mezclada con gemidos, que no hicieron más que aumentar cuando introdujo todo su miembro en su boca.

— Rena... —suspiró, tirando su cabeza hacia atrás— Que bien que lo haces, hija de puta... —sujetó su cabello, aumentando la velocidad— Seguí así, mi amor, seguí…

Sus ojos se cristalizaron, sintiendo una arcada al notar como la punta rozaba su campanilla. Sin embargo, eso no hizo que el defensor se detuviera, sino que aumentó su velocidad, cogiendo su boca a su gusto, buscando su orgasmo, que no tardó mucho en llegar. Sin despegar su mirada del defensor, tragó el líquido espeso, sacándolo de su boca.

— Esto si es cerrar bien un garche.— pasó su pulgar por sus labios, limpiando los restos y dejándose caer a su lado en la cama— ¿Qué pasó? ¿Ahora sí quedaste seco?

— Sos una hija de puta... —rió, mirándola— Al final si resultaste ser una cajita de sorpresas, che…

— Decime vos.— sonrió, acomodando su cabello—   Te deben de tener aburrido en la casa.

— Y no sabes cuánto... —apoyó sus manos en su cintura, acercandola a él— Aburrido es poco, me tienen muerto en esa casa. Es re exigente, no le gusta probar nada y siempre quiere hacerlo en la misma posición... Y tengo que ir despacio porque tampoco le gusta que vaya rápido…

— ¿Qué le pasa a la santita? ¿Miedo a que la rompas?

— Dice que no le gusta porque no le ve lo interesante a hacerlo rápido o en esas posiciones —alzó sus cejas— Según ella, el sexo bueno es el normal, el de una posición sola. Sabes cómo me aburro, casi nunca quiero coger con ella por esa razón.

— Yo también buscaría placer en otras.
— Igual, a vos te tengo unas ganas desde hace ufff, una banda...— apretó su cintura— Estuve con otras, pero con ninguna la pase tan bien como la pasé con vos... Aguantas bien, morocha…

— Yo también estuve con algunos, pero la mayoría eran medio flojitos.

— Mirala a ella, toda exigente —rió— ¿Ninguno llegaba a satisfacerte tanto como lo hice yo, hermosa?

— Les falta soltarse un poco. Igual, hubo uno que sí me dejó re loca, ahí descubrí que me gustaban muchas cosas.

Con él había aprendido lo que era el placer de verdad, pero el problema había llegado cuando se había enganchado y eso no había sido recíproco.

— ¿Ah, sí? —frunció su ceño, apretando su cintura— ¿Quién?

— Nadie importante, fue un garche fijo que tuve.

— ¿Así que te dejó loca? Bue, no creo que tanto como te dejé yo.— sonrió— Admitilo, morocha, fui tu mejor garche.

— No seas agrandado.

— No lo negaste tampoco.— unió sus labios— Eso me da la razón, fui el mejor garche que tuviste.

— No te emociones.

— ¿Entonces lo fui?

— Sh…

— Dale, respóndeme...— acarició su cintura— Quiero escuchar que lo digas, hermosa…

— Yo no voy a decir nada.

— Dale, Reni... —la abrazó, dejando varios besos en su cuello— Decilo…

— Lo fuiste, si.

Si antes tenía una sonrisa agrandada, la que puso después fue aún peor.

— ¿Viste como si podías decirlo?— sonrió, dejando un corto beso en sus labios— Escúchame, morocha, ¿te querés quedar acá conmigo? Digo, pagué la habitación por toda una noche, sería una pena desperdiciarla…

— Sí vuelvo con Licha me va a reclamar así que me quedo.
— Hablando de Licha, que raro que no te ha llamado…

No era tan extraño, si estaba en aquella fiesta, lo más probable es que se hubiera distraído cogiéndose a alguna en un baño o llevándosela a su departamento, o capaz las dos.

— Estará cogiendo con alguna.

— Lo más seguro es que si —rió, agarrando su móvil— ¿A mí hermana no la viste? Yo hablé con ella hoy cuando nos cruzamos y después no la vi más…

— No, capaz está con Gio o con las chicas.

— ¿Vos decís? No sé... Voy a llamarla mejor, así me quedo más... Ah, no, no, me mandó un mensaje —dejó el móvil a un lado— Se fue a quedar con una amiga, ya me avisó —rodeó su cintura— Ya me quedo tranquilo nomás.

— ¿Qué decís entonces? ¿Segundo round?

Bueno... Empezamos fuerte, ¿no?

Reni no le tiene miedo al éxito.

Como siempre, recordarles de votar y comentar, me ayuda mucho.

Y aquí dejo mi perfil de ig. Siganme y así chusmeamos juntas sobre las historias  :)

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro