𝟎𝟑

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ᴀʀᴄᴏ ᴜɴᴏ ——— ❛La estación.❜

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El día estaba lluvioso, Rin yacía sentada frente a su ventana. Había una presión en su pecho y las ojeras se enmarcaban bajo sus ojos—, no había estado durmiendo lo suficiente desde que volvió de sus vacaciones—. Rin no olvidaba el desprecio que su familia materna le tenía y eso la consumía, se sentía sola por completo. Su gato maullaba, buscaba caricias de su dueña quien le correspondía. El olor a café atravesaba sus fosas nasales, ahuyentaba el olor a cigarro que salía de la oficina de su madre. Encendió una vela aromática con un olor sutil para disfrazarlo, sin duda Rin no patrocinaba que su madre fumara y procuraba por su salud ante eso, pero la adolescente no sabía del todo las adversidades de su madre, tampoco como el cigarro había influido en calmar sus ansiedades. Porque criar a una niña ajena siendo aún una joven adulta, fue difícil para Shoko, pero sin duda un alivio.

Rin se cambiaba de ropa luego de haberse dado una ducha tibia al levantar temprano—, ya era demás recordar que sus atuendos eran negros y que rara la vez se le vería con otro color que no fuera ese—. Sus facciones faciales eran detalladas, pintaba sus uñas de un azul royal bastante llamativo para quienes lo notaran, ella era vanidosa y cuidaba su piel a la perfección. Su celular vibraba, las alertas de mensaje llegaban a esta. Se asomó para observar el nombre enmarcado en ella, no le sorprendía ver el nombre de Megumi ahí, era rutinario que se llamaran, pero jamás tan seguido. Sostuvo su celular y observó la imagen que tenía de fondo, era Megumi y ella en la secundaria. Con sus uniformes cremas, Rin sonreía, mientras él tenía su brazo en el hombro de esta y una mirada seria. Se quedó detenida en la imagen, reviviendo aquel momento.

—Te tomaste a pecho lo de quien madruga Dios lo ayuda.—mencionó Rin al aceptar la llamada, sentándose en su cama.

—Gojo quiere que vayamos a comprar los uniformes juntos, cree que algo se me pasará.—respondió Megumi en la otra línea, con una voz soñolienta.

—¿No puede llevarte?—le preguntó Rin algo curiosa, mirando a su gato bajar de la cama para treparse en su escritorio.

—Algo pasó.—indicó Megumi, haciendo que Rin se preocupara, él estaba sentado de igual manera en el borde de su cama y miraba perdido la ventana.

—¿Y Kimura?—cuestiono aún curiosa, las gotas de lluvia aún enmarcaban la ventana de manera continua.

—Se han ido juntos, supongo que algo pasó en una misión, no lo sé Rin.—musitó con pereza ante tantos cuestionamientos de su amiga, quien rodeó los ojos.—Dijo que tomáramos los cheques del colegio para pagar, es como una bonificación para comprar lo que necesitemos.—añadió.

—Bien, encontrémonos en la parada del tren, ¿de acuerdo?—sugirió ella en una afirmación, mirando el suelo.—No me hagas esperar mucho.—pidió ella con una sonrisa tierna.

—Nos vemos allá, llegaré lo más rápido que pueda, lo prometo.—pronunció Megumi, separando el celular de su oreja para suspirar exhausto.

Restregó sus ojos y se levantó de la cama, se quitó rápidamente la camisa para tomar una ducha rápida—, mientas miró las gotas de lluvia caer, en una sintonía perfecta Rin también las veía al levantarse de su cama—. Él restregó su cabello, había mucho silencio en su casa y suponía que algo mal debió haber pasado para que sus mentores salieran sin dar explicación, aunque no fuera algo común, aquellos adultos con los que Megumi y sus hermanas crecieron eran reservados, más aún la rubia de Nozomi. Su pretexto siempre fue que quería cuidarlos del mal que había en el mundo, mientras que Satoru quería enseñarles a enfrentarlos. Ella era precavida, Satoru más atrevido. Megumi secó su cuerpo y se vistió, portó una camiseta negra con unos pantalones anchos de un color crema, conjunto unos zapatos negros con cordones blancos. Quería verse bien, extrañamente.

—¿A dónde vas Megumi?—su hermana mayor se asoma, Naomi le miraba de manera estoica pero a la vez curiosa.

—Iré con Kazuma a comprar algunas cosas para el colegio.—respondió, pasando por el lado de su hermana.

—¿Quieres que les acompañe?—le preguntó siguiéndolo por el pasillo, mientras que Megumi se giró para negar.

—No, esta bien. Iremos nosotros dos solamente.—indicó con rapidez, dirigiéndose a la cocina para así Naomi levantar su ceja.

—¿Y desde cuando ha sido un problema que los acompañe a ustedes dos?—Naomi se cruzó de brazos y le miró.—Solía hacerlo.—añadió.

—Nunca, pero... —Megumi quería buscar la manera de responder apropiadamente pero por alguna razón flaqueó.

—¿Te esta empezando a gustar Rin?—esa pregunta hizo que él crujiera los dientes con vergüenza, evadiendo a Naomi.—Espera, ¿por eso te molestaste todo el verano? Si, te molestaste porque Rin se fue y tenías miedo que no volviera.—adjunto.

—Es mi única amiga, me preocupaba su viaje, nada más.—de manera cortante respondió.—Tsumiki ha estado durmiendo, no la molestes y a mi tampoco, estaré ocupado.—indicó.

—Si, muy ocupado.—musitó risueña, sonriendo por lo bajo de forma cabizbaja ante ver el sonrojo de su hermano por sus palabras.

Naomi sonrió de lado, quedándose cruzada de brazos para ver a Megumi salir por la puerta con algo de prisa. Ella removió su cabeza en negación y tan solo recordó cómo Megumi cuando niño solía extenderle la mano a Rin en la acera, buscando que ella caminara detrás de él. Desde que la conoció y la ayudó a bajar del árbol por el miedo que le tenía a las alturas, él quería ser el único capaz de siempre ayudarla. Naomi se giró y se fue a su habitación, queriendo prepararse para entrenar o esperar el llamado de alguna misión. Solía siempre estar ocupada, al menos la mayor parte del tiempo parecía ser así. El día se mantuvo grisáceo y Megumi caminaba con las manos en sus bolsillos, también unos auriculares, estaba pensativo desde que salió de su casa. Oía música, pero aún así en su oído retumbaba el cuestionamiento de su hermana sobre sus sentimientos. No era mentira que él creyera que Rin era una joven atractiva, también inteligente, al menos cuando se lo proponía.

La conocía desde niña, conocía sus más mínimas mañas, pero siempre se habían tratado como buenos amigos capaces de incluso tomarse de la mano cuando fuera necesario—, ¿por qué se sentía abrumado?—. No quería pensar en Rin de otra manera, aunque se retaba a probar si realmente había un sentimiento influyendo en su amistad, en esa especial amistad atada a su corazón que lo alejaba un poco de la frialdad y alumbraba el sol. Eran tan iguales, como a la vez diferentes, podía confiarle su vida a Rin y saber que estaría seguro, y es que incluso su nombre sonaba como la melodía de una canción que repetiría siempre. Pensó en eso, hasta que la vio sentada en la parada de trenes con su celular en mano. Se detuvo a observarla, su cabello caía suelto por completo y tenía un hermoso atuendo negro, compuesto de una falda con talle alto y una camiseta pegada manga larga que dejaba ver un poco su abdomen, al final unas botas con cordones y unas medias blancas sobresaliendo por los tobillos, ¿sentía algo por ella?

—Podías tardar menos.—comentó Rin, mirándolo malhumorada y seria, para así Megumi oír el tren llegar.

—Pude haber tardado más, Rin.—contra respondió, colocó su brazo en el hombro de Rin y la impulso hacia el tren.

—Me lo prometiste.—indicó Rin algo apenada, viendo a Megumi sentir un leve cargo de conciencia por haberla hecho esperar.

—Naomi me atrasó, ya sabes cómo es.—justificó Megumi con sutilidad en su voz, buscando recompensar a Rin.

—¿Y Tsumiki?—preguntó ella, Megumi se encogió de hombros para así empezar a caminar aún lado de ella; ambos eran altos.

—Ha estado durmiendo, no se levantó a desayunar, espero que al menos cene. Debió haber llegado cansada de las clases de verano.—respondió Megumi, pensando en su hermanastra.

—¿A dónde iremos primero?—le preguntó ella, deteniéndose y percatándose que el tren iba lleno, así que ambos quedaron parados.

—Los uniformes, luego a la librería especial para hechiceros.—respondió él, sujetándose del barandal para notar a Rin removerse.

—¿Y luego?—volvió a preguntar, bastante cerca de él, por lo que Megumi sin intención la miró y chocó su respiración con ella.

—No lo sé, a donde quieras.—indicó, desviando su mirada de ella, Rin tenía unos ojos púrpuras que heredó de su fenecido clan.

—Bueno, me lo debes a fin de cuentas.—expresó Rin con emoción en sus palabras.—¿Qué? Me hiciste esperar, sabes que me molesta.—indagó ella, acercándose a él.

El tren cerró sus puertas—, por lo que Megumi decidió sostener a Rin por la cintura—. Fue un impulso inconsciente, solo quería tenerla cerca ante la multitud de personas alrededor de ellos. Rin se quedó con la mirada baja y disimuló un sonrojo, por alguna razón sentía que le faltaba el aire ante la cercanía de Megumi, pues olía a la perfección su aroma tan varonil. Aprovechó para admirar su atuendo, el cual le hacía ver con un aspecto más serio del que solía tener. Megumi fingía no notar que Rin lo miraba y se preguntaba, ¿acaso ella también podía sentir una tensión en ambos que los demás notaban? No parecían mejores amigos, en esa posición donde casi estaban abrazados, las personas veían a una pareja de adolescentes genuina teniendo de seguro una salida lejos de casa. Cuando llegaron a la ciudad, no podían mirarse, sentían pena.

—¿Es aquí?—se preguntó Rin, mirando el local con inseguridad, Megumi miraba su celular el cual lo había guiado hasta aquí por el GPS.

—Si.—respondió de manera desinteresada y mirando por las ventanas, parecía que no había nadie, un local completamente solitario.

—¿Seguro?—volvió a cuestionar Rin en su duda, Megumi frunció su ceño y rascó la nuca algo ansioso, no quería perder su tiempo hoy.

—No están erróneos, es aquí.—una voz femenina hizo que ambos se giraran para verla, una joven chica de también cabello negro les miraba.

—¿Vas al colegio de hechicería?—le preguntó Rin, sabiendo que si conocía la localización era porque la respuesta le afirmaría una correcta.

—Mi primer año.—respondió la joven de complexión delgada y facciones detalladas, miró detenidamente a Megumi como a Rin.

—¿Y cómo te llamas?—Megumi rodeó los ojos y miró a otro lado, a veces no entendía porque Rin quería saberlo todo.

—Yumei Kamiki.—respondió de manera sutil, no se veía estoica o amargada, solo reservada como quizás tímida.—¿Son hermanos?—pregunto.

—¿Nos parecemos?—Rin llevó su codo contra el de Megumi, quien la alejó un poco algo avergonzado, ¿quería a Megumi como un hermano?

—En nada.—comentó Megumi, sintiéndose abrumado.—¿Podemos entrar?—preguntó con algo de prisa, abriendo la puerta del local.

—Discúlpalo, tiene una agenda muy ocupada.—expresó Rin con sarcasmo, quedándose aún lado de Yumei, quien la oía.

—Solo encuentra un uniforme, Rin.—mencionó este, Yumei la miró detenidamente, por alguna razón su nombre le parecía conocible.

—¿Cómo te llamas?—le preguntó Yumei algo curiosa cuando Rin se dirigió a los uniformes femeninos, sin duda si estaba abierto el local.

—Oh, ¡discúlpame! Me llamo Rin Kazuma.—se presentaba Rin, mientras que Megumi la oía y miraba algunos uniformes.

—¿El clan que fue masacrado?—se preguntó Yumei en un tono bajo, Megumi se detuvo en seco, observando como Rin desvaneció su sonrisa en lo que sujetaba un uniforme.

—Si.—respondió Rin, disimulando no sentir una amarga sensación bajarle por la garganta, sostuvo un uniforme y lo miró.—¿No vas a coger un uniforme?—le preguntó.—Este te quedaría muy bonito.—afirmó Rin, mirando a Yumei.

—Me lo probaré.—indicó Yumei al sostener el uniforme algo tímida, mirando como Rin le sonreía de manera amigable.

Increíble, era lo que pensaba Megumi, Rin era increíble. Él admiraba el hecho de cómo ella se desenvolvía—, siendo él, se hubiera abatido en el recuerdo y la amargura de haber recordado a su familia fenecida—. Rin era diferente, solidaria y amable, su alma era genuina como tan pura. Megumi se quedó viendo el probador como ambas femeninas hablaban, se conocieron hace unos minutos y parecían entenderse, hablaban de manera fluida como cómoda. Él no era así, le costaba y le parecía aburrido socializar con personas nuevas, por eso estaba acoplado a Rin, en parte ese era el pensamiento que lo sostenía. Rin era la única persona que conocía con profundidad, por eso confiaba a ciegas y era capaz de lo que fuera por Rin. Él estaba en el probador, midiéndose varias prendas escolares.

El de cuello alto le pareció adecuado—, era algo ancho pero le parecía perfecto—. Salió del probador para verse en el espejo, en el reflejo miro como Rin también salió del probador. Él la miró mirándose en el otro espejo, la falda le quedaba espectacular y la camiseta manga larga también. El uniforme era de tonalidades oscuras, un azul bastante frío que parecía la noche. Ella llevó sus manos hasta la cintura y se giró, viendo como le quedaba el uniforme hasta sonreír. Megumi bajó la cabeza y sonrió de lado, ¿por qué ella se veía tan bien en lo que hacía? Los tres jóvenes fueron a la caja para pagar el uniforme con un cheque escolar que les habían brindado para comprar uno que otro material necesario, también aprovecharon para comprar una mochila la cual Rin escoció en color negro y Megumi púrpura oscuro. Yumei sin embargo escogió otro color, pero aún así los acompañó a la estación.

—La comida estuvo deliciosa, gracias por pagar Fushiguro.—comentó Yumei con algo de pena, abastecida y complacida.

—Lo pago el colegio, no te preocupes.—esclareció él sin preocupación, caminando con las féminas en el bullicio de personas alrededor.

—Hasta aquí llegamos.—anunció Rin, girándose para ver a Yumei mirarla mientras sostenía varias bolsas con cosas para el colegio.

—Les agradezco su compañía.—en un referencia, Yumei se inclinó ante ellos, dejándolos algo pasmados por dicho respeto.

—Oh, no fue nada Kamiki.—Rin extendió su mano hasta el hombro de Yumei, a quien le sonrió para acomodarle su postura.

—¿Nos veremos en el colegio?—le preguntó Yumei algo preocupada, mirando a ambos jóvenes mirarse entre sí para mirarla.

—Si.—decidió responder Megumi, intentando de acoplarse a la situación y ver cómo Rin sonreía enorgullecida ante eso.

—Ya llegó el tren, debemos irnos.—despidió Rin, sacudiendo su mano para ver a Yumei girarse e irse con satisfacción.

—Fue agradable.—admitió Megumi, tomó unos asientos rápido y esperó a que Rin se sentara, le quitó las bolsas para ponerlas aún lado.

—Lo hiciste así.—esclareció Rin, sintiéndose exhausta para colocar su cabeza en el hombro de Megumi.—¿Crees que lo haremos bien en el colegio?—se preguntó.

—Nos tenemos, así que estaremos bien.—asumió Megumi, mirando el reflejo de la ventana para ver a Rin con los ojos cerrados.

Megumi pasó su brazo por el hombro de Rin, quería tenerla cerca y oler su aroma tan floral que ya estaba acostumbrado a oler. Jamás imaginó que las gotas de lluvia caerían nuevamente—, el día estaba perfecto y hubiera preferido que siguiera así, pero Rin se recostó de él e hizo que su corazón estallara—. ¿De verdad la veía como algo más que una amiga? Ha compartido con ella recuerdos irrepetibles que no desearía tener con nadie más, decidió confrontar su sentimiento al mirarla descansar a su lado. Observo los lunares, eran perfectos y estaban tan detallados que parecían haber sido hechos por un pincel. Se fue acercando de a poco hasta que sintió unos nervios evadirle cuando la comisura de sus labios estaban cercas a los de Rin, decidió alejarse y solo aferrarla a su cuerpo, esperaba que la luz saliera pronto, pero no imaginaba el caos que Megumi tendría cuando llegara a su casa y descubra una cruel realidad.

—Gojo.—Megumi sostenía su celular y miraba aturdido a su hermanastra mientras esperaba oír al adulto al otro lado de la línea.—Tsumiki no despierta.—anunció, viéndole una extraña marca en la frente y sintiendo el aire irse de sus pulmones.

70 votos para el próximo capítulo.
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