𝟎𝟓

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ᴀʀᴄᴏ ᴜɴᴏ ——— ❛Se tu la luz.❜

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Shoko se mantenía en su oficina. Había pasado toda la madrugada despierta, por lo que sus ojos enmarcaban aún más sus ojeras y expresión exhausta. No pudo conciliar el sueño en un día libre fuera del trabajo debido a la situación que azoto a los hermanos Fushiguro. La adulta exhalaba de su humo, la oficina olía a cigarro y se pegaba a sus atuendos sin vacilar. Ieri intentaba de mantener la calma e intentar de buscar entre los libros viejos de hechicería una forma de desencadenar aquel sello. Habían pasado unos sucesos ajenos a la vida de Rin, donde los adultos mantenían sus batallas a distancia para que no pudieran tener conocimiento de lo que sucedía. Pronto la adolescente empezaría el dichoso colegio de hechicería y Shoko de solo pensarlo se abrumaba. Sabía cómo era la gerencia escolar y el control que los peces gordos tenían sobre los hechiceros para crear un balance en el mundo. Temía que Rin sufriera como ella y perdiera tanto.

Con el cigarro en el borde de sus labios, Shoko no veía a Rin asomada por la puerta para mirarla con curiosidad y también preocupación. A la joven se le había hecho una pesadilla intentar de dormir, sintiéndose afligida a la situación que había azotado a su mejor amigo. Se quedó asomada en la puerta sin ser vista, viendo a su madre adoptiva en medio del cansancio combatir para no quedarse dormida, pareció ser que un viejo retrato que encontró entre los libros fue lo que hizo que abriera los ojos grandemente. Shoko exhaló el humo, acariciando el retrato y viendo el rostro joven de un chico apuesto de cabello dorado conjunto unos hermosos ojos verdes. Quedó detenida en el retrato que dejó caer en el escritorio para recordar como ensueño a alguien que hizo en su momento su corazón palpitar con gozo y alegría, en medio de un amor que no pudo ser, que acaba en los cimientos de un infierno que ella aún aprendía por superar. 

—Mamá.—con pena Rin se asomó, haciendo que Shoko reaccionara, pero sin tener tiempo de guardar el retrato que tenía en sus manos.

—Rin, es tarde. Deberías estar en la cama.—indicó la adulta, mirando a su hija.—Y sabes que no me gusta que vengas aquí, el olor puede pegarse a tu ropa o cabello.—añadió.

—Lo siento, no podía dormir.—admitió Rin, con la cabeza baja, mientras que Shoko suspiró y entendió los sentimientos de su hija.

—¿Es por lo de Tsumiki?—le preguntó Shoko, Rin suspiró cruzada de brazos para tardarse en responder a la pregunta de su madre.

—Estoy algo preocupada por ella. Esto ha abatido mucho a Naomi y Megumi.—indicó Rin.—Siento que no hay nada que pueda hacer para ayudarlos o aportar en la situación.—añadió ella, haciéndole notar a su madre la frustración que tenía.

—Buscaremos una forma para ayudar a Tsumiki.—afirmó, queriendo despreocupar a su hija quien no tardo en asentir levemente.—No puedo prometerte que será rápido, pero haremos algo.—esclareció Shoko, dejando el retrato aún lado para darle toda la atención a su hija quien miraba.

—¿Puedo ver el retrato que estabas mirando?—le preguntó Rin a Shoko, refiriéndose al retrato que veía en sus manos; la adulta dudo, pero extendió su mano.—¿Eres tú?—le cuestionó, sonriendo.

—Es cuando iba al colegio, ¿luzco mona? Bueno, era más fácil, tenía el cabello corto y no tenía que peinarlo casi.—explicó Shoko, mientras que Rin veía la foto detenidamente.

—¿Es el hermano de Nozomi Kimura?—Shoko quedó fría, mirando como Rin reconocía a alguien de quien nunca le había hablado.—Ella me lo mencionó hace días y nunca lo he visto, esta claro lo que pasó.—añadió de forma sutil.

—Fue lindo mientras duro.—respondió Shoko, mirando nuevamente el retrato que su hija le pasó.—Cuando llegaron al colegio de hechicería, los hicimos parte de nosotros, eran muy apegados pero Neo sin duda tenía grandes aspiraciones como hechicero. Fue una pena como terminó todo.—musito.

—Lamento si no debí preguntar.—se disculpo Rin, apenada bajo la cabeza ante ver la entristecida expresión de su madre.

—No, está bien. Creo que es bueno hablar de estos temas contigo.—indicó Shoko.—Tienes quince años y te enamorarás algún día, mirarás a alguien como nunca mirarías a otra persona.—explicó.

—¿Y cómo puedo saberlo?—cuestiono Rin, algo desconcertada mientras que Shoko se levantó para pasar por su lado y tocarle el hombro.

—Solo lo sabrás.—respondió, llevando su dedo al pecho donde apuntaba a su corazón latiente.—Ve a dormir Rin, intenta descansar.—pidió.

Rin se quedó parada en la oficina. Shoko había decidido tomar una ducha e irse a dormir, pero su hija no pudo quitarse lo que le había dicho de la cabeza. Acostada en su cama y mirando el techo, suspiró para llevar sus manos al pecho. ¿Acaso sabría cuando verdaderamente su corazón le pertenezca a alguien? Pensarlo y debatirlo para sí misma le levantó una inquietud, donde una sola imagen varonil la azoto hasta hacerla quedar sentada en la cama, como si el aire le faltara. Su mente solo estaba exhausta y confundida, lo que quería mostrarle era solo una falacia clara de algo que no podría ser. Rin respiro hondo e intento retomar el sueño, incluso con ello, creyó soñar con esa mirada que la perseguía y esos labios carnosos. ¿Por qué se sentía mal pensar en eso e incluso la fantasía de conjuntar sus labios como una hermosa melodía? Cepillando sus dientes y vistiéndose para un nuevo día, Rin no paraba de pensar.

—Rin, Rin.—ella se sobresaltó, el escenario cambió a un extenso salón donde se veía por la ventana el día soleado le permitía entrenar con Satoru Gono; su futuro profesor.—¿Hay alguien en casa? Estoy tocando el timbre.—bromeó.

—Lo siento.—se disculpo ella, sentándose en el suelo aún lado de él para tomar un sorbo de agua fría; Satoru le pedía hacer ejercicios físicos para crear resistencia en ella y fortalecer sus habilidades.

—Vaya, hoy estamos en otro planeta. Si es interesante me gustaría saber, si no ahórratelo.—expresó él, con sus ojos vendados y expresión arrogante, Rin denegó; evadiendo a su mentor.

—Nada interesante, Gojo.—admitió ella, dejando la cabeza baja mientras que él la miraba de forma detenida e intentaba averiguar qué pensaba su futura alumna quien se veía disociada.

—¡Oh, pero miren! Si creí que te tomarías unos días de duelo, pero bueno, parece que alguien no quiere que se le adelanten.—exclamó Satoru al ver como en el salón se adentraba su próximo alumno.

—Nadie murió, no tengo porque estar de duelo.—artículo Megumi con una expresión fría que sacudió a Rin, ella miró como venía vestido de forma deportiva y traía una mochila consigo.

—Pero que humor, ¿crees que las chicas querrán acercarte a ti en el colegio?—se cuestionó Satoru.—De bravucón en la secundaria, a un aburrido en el colegio de hechicería.—ofendió.

—No era un bravucón.—desmintió Megumi, para así poner su mochila en el suelo y ver cómo su mentor le veía con una sonrisa extendida.

—¿Y por qué razón era que golpeabas a tantos?—le preguntó Satoru, sonreía y se mantenía de brazos cruzados, haciendo que Megumi sintiera un calor en sus mejillas.

¡Mira la falda de Rin, es tan corta que puedo ver sus hermosas piernas e incluso el color de sus... —Megumi frunció el ceño al recordar eso y como la imagen después era de una montaña de chicos a los que pisaba.

—Se colaban en la fila del almuerzo.—respondió, Rin levantó su mirada para verlo de forma detenida, él también lo hizo, acercándose a ella.

—Bien, ¡ya que están aquí los dos, será más fácil!—exclamó Satoru, levantándose del suelo.—¿Por qué no practican los ejercicios de combate cuerpo a cuerpo? Será útil usarlos con rivales. Más cuando hay festivales contra otros colegios.—artículo Satoru, mirando a los adolescentes.

—Eso sería excederse.—respondió Megumi, mirando a Rin y como esta levantó una ceja; él la estaba subestimando, lo que la hizo enojar e incomodar por un breve momento.

—Yo creo que eso no le gustó.—comentó Satoru, por lo que Rin se levantó del suelo, mirando a Megumi con el ceño fruncido.

—Parece que alguien no durmió bien.—expresó Rin, irónicamente fue ella la que no durmió bien, pero Megumi exhalaba más frialdad de lo usual.

—Parece que no.—opinó Satoru, cruzándose de brazos y sonriendo de lado, notando la pequeña rivalidad de los jóvenes enfrente.

—¿Tú podrías dormir con todo esto?—le cuestionó Megumi, mientras que Rin se acercaba de una forma intimidante.

—¿Deberías desquitarte con los demás por lo que sucede en tu vida?—preguntó ella por encima de su pregunta, fruncida de ceño.

Satoru sonrió y aplaudió cuando eventualmente Megumi lanzó el primer golpe—, estaban entrenando pero Rin sabía que una parte de su mejor amigo estaba sacando la ira e impotencia que llevaba por dentro—. Él era una persona que suprimía sus emociones. Desde que le conoció vio en Megumi un chico independiente que carecía de muchas cosas, pero que no se detenía por nada y por nadie, mucho menos miraba hacia atrás. Él siempre era fiel a sus convicciones e ideales, era lo que determinaba sus virtudes y fortalezas que no solo Rin admiraba, Satoru también. Si pudiera tener palomitas de maíz, las tendría para verlos pelear. Rin era muy buena de forma estratégica y también flexible, por lo que esquivaba bastante bien los golpes de Megumi que claramente no serían capaz de rozarle ni un pelo. Él intentaba de canalizar su energía maldita, la cual se retenía en sus nudillos para no llevar el entrenamiento de una manera personal y solo disfrutar el proceso de fortalecer sus habilidades.

Pero no podía dejar de pensar en lo que pasaba y en la impotencia de no haber podido hacer algo por su hermana—, todos parecían seguir sus rutinas diarias e incluso Rin y eso lo llenaba de más impotencia—. No porque su mejor amiga no pudiera ser capaz de seguir adelante, si no porque por alguna razón Megumi tenía miedo de detenerse y no poder seguirla como siempre. Él veía sus ojos púrpuras y notaba que ella se estaba esforzando para darle un buen entrenamiento a Satoru, pero solo veía su mirada y los lunares que formaban parte de su detallado rostro. Ella se giraba y su cabello flotaba en el aire, parecía un sueño del que nunca quisiera despertar. Y sintió la necesidad de detenerse, pero apretó sus labios y gruñó, poniéndole más intensidad a la pelea donde buscaba tumbar a Rin para verse victorioso del combate. Estaba enojado y agitado, expandía más su energía maldita contra ella sin darse cuenta que se volvía personal.

—Megumi.—llamó Satoru, colocando una expresión seria cuando noto las gotas y sudor bajar de una manera desenfrenada.

Rin tomaba una respiración agitada, bajo su cuerpo para esquivar una patada de Megumi y ella se levantó, dando un giro donde solo logró golpear la palma de su mano que retuvo su pie para empujarla de forma brusca. Rodeó su rostro con sus codos para defenderse de los golpes de Megumi—, ella notaba su frustración y como quitaba esas energías de su cuerpo, su mejor amigo en el fondo sufría por lo que sucedía y esta era su mejor forma de dejarlo ver—. Rin empezó a sentir cansancio y su cuerpo no respondía a la defensa, así que abatida por las horas en las que no durmió bajo sus codos para rendirse, cayendo al suelo sentada cuando Megumi daría su defensa final, pero se detuvo justo cuando su mentor se colocó delante de él con una expresión seria y sin gracia que denotaba su incomodidad por la falta de auto control. Megumi miró de forma culpable a Rin, notando que ella no lucía bien y que algo pasaba.

—Rin.—la llamó preocupado, retomando el control de su respiración para ella denegar como si estuviera bien y ellos exageraran.

—No te tomes las cosas tan a pecho.—indicó Satoru, en un tono bajo.—Deberas aprender a controlar tus emociones en el colegio de hechicería.—aconsejó, de forma sutil sin querer desacreditar como se sentía Megumi, quien asintió estoico.

—Lo siento, es solo que no descansé bien.—comentó Rin, por lo que Satoru se giró para ponerse en cuclillas y colocar su mano en el hombro de ella.

—Te traeré más agua fría y luego los llevaré por una comida rápida. Así podrán descansar.—musitó Satoru, levantándose en cuanto oyó su celular.—Y atenderé esta llamada también.—afirmó, tomándola para salir del salón de entrenamiento.

—Rin, te lastime las manos.—señaló Megumi con pena, mirando a su amiga en el suelo mirar sus dedos enrojecidos y raspados; quizás en algún movimiento Megumi pasó su uña de forma brusca.

—Es una estupidez.—indicó ella, para así Megumi tomar el bote de primeros auxilios y abrirlos, buscando unas bandas para cubrirle.

—Me excedí Rin, lo siento.—se disculpo Megumi, sentándose frente a ella para tomar sus manos de forma delicada.

Rin se mantuvo en silencio, extendiendo su mano hacia él cuando la tomó—, sintiendo ese roce cálido y sutil de Megumi hacia ella cuando decidió colocarle las bandas—. Por alguna razón Rin decidió mirar como él la cuidaba, como se aseguraba que la banda cubriera a la perfección el pequeño golpe con raspadura en sus dedos para que no la molestara. Su corazón palpitaba muy rápido y no era por la precisión de su agitación en medio del combate, era por la cercanía de Megumi y por lo estoico que se veía, pero aún así, sutil e intentando de ser compasivo con ella. Retomó sus pensamientos de la noche anterior, en donde no pudo dormir al pensar en cómo sería plasmar sus labios contra los de Megumi y la razón del porque había pensado en él como la persona a la que su corazón le pertenecía. Ella dejó que sus mejillas se sonrojaran y miró como él alejo su mano en cuanto termino. La miró, pero no dijo nada y no se percató en lo que Rin pensaba.

—Ya esta.—indicó Megumi, mirando como Rin desviaba la mirada; notó sus mejillas tornarse más rojizas y pensó que ella tenía calor.

—Gracias.—musitó Rin, con la cabeza baja mientras que Megumi se asomaba para buscar a Satoru quien se oía en la lejanía hablando.

—Quédate aquí. Yo te traeré el agua fría.—indicó él, mirando a Rin asentir quien se veía abatida en sus pensamientos tan profundos.

Ella lo miró y detuvo su mirada en el físico del chico—, él era atractivo, siempre lo fue—. ¿Pero acaso realmente su corazón latía así de rápido porque algo más allá albergaba? Rin soltó un suspiro y llevó sus manos hasta el pecho, confundida con sus sentimientos e incluso negada al sentirlo. Recordaba cada momento con Megumi, en donde ella recordara mirarlo de esa forma detenida, en medio de la admiración y el respeto que sentía por él. Se negó, retomando también la conversación que tuvo con su madre en la madrugada donde apuntaba a su corazón. Rin había conocido a muchos chicos en su secundaria, también tenía amigos varones que no solo se basaba en su única amistad con Megumi, ella había conocido a más personas a su alrededor. Chicos que creyó lindos o atractivos, a los que miraba, pero no de esta forma tan genuina en la que estaba mirando a Megumi. Ella abrió sus ojos grandemente y se negó de forma rotunda. Después de cinco años, ¿de verdad se había enamorado de su mejor amigo?

80 votos para el próximo capítulo.

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