Dejó a un lado la taza de leche que bebía como por inercia, únicamente para no morir y poder seguir escribiendo aquellas inútiles cartas.

Se dirigió a su habitación y frente al gran espejo que allí había se detuvo.
Odiaba su aspecto demacrado, lo odiaba a él por convertirla en el monstruo delante de sus ojos. Ya ni siquiera sentia lo misma que hace unos años cada vez que se paraba delante del espejo, no tenía ganas de arreglarse, a penas se cepillaba el cabello y lavaba su cuerpo, ya sin ánimos de absolutamente nada.

Abrió el velador junto a su cama y de allí sacó una pequeña libreta negra como sus tristes ojos, como el color favorito de Taehyung y también el que JiSoo más detestaba porque le provocaba tristeza, pero que ahora era el que teñía su vida.
La abrió y en una de las pocas páginas que aún seguían en blanco y con el mismo bolígrafo viejo, aquel que Taehyung le obsequió al ver su amor por las letras (sí, porque a veces todos somos un poco masoquistas) comenzó a escribir.

❝Sí hubiera sabido tus planes desde un principio, jamás te habría dejado ir, aunque me odiaras, incluso si me llamaras egoísta te retendría hasta el día de mi muerte, porque me falta el aire si no estás conmigo, el oxígeno ya no es suficiente para mantenerme en pie.

Pero veo que eso a ti ni siquiera te importó.
Ahora me doy cuenta que nunca me quisiste. O tal vez sí, pero no lo suficiente como yo lo hacía porque era incluso capaz de cualquier cosa por ti, y ahora sería capaz de cualquier cosa para que volvieras a mi lado.

Quisiera retroceder el tiempo para esta vez hacer las cosas bien...❞ ˖ ࣪ . ִֶָ