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Corrió por la vereda con la gente caminando en su contra, cruzando calles, esquivando vendedores ambulantes y perritos callejeros. En un pestañeo perdió de vista al chico, y comenzó a desesperarse de verdad.

Avanzó casi dos cuadras, pero fue en vano. Sería difícil allarlo si ya lo había perdido entre tanta gente, y pensó que quizá él necesitaba estar solo o regresar a su casa.

Taehyung metió las manos en los bolsillos de su pantalón y caminó de regreso lentamente. Extrañamente, tras haber recorrido solo media cuadra, su instinto le hizo entrar por el pasillo junto a una casa de animales rescatados, el cuál daba al patio trasero dónde las personas podían ver la mascota que quisieran adoptar.

¡Y bingo!

Sentado en una banca alrededor de un árbol de copa verde y frondosa, el peli-negro abrazaba un pequeño conejo blanco. Al ser día de semana y temprano en la mañana la gente no colmaba el lugar -tristemente casi nunca lo hacía-, por lo cuál después de saludar con amabilidad a una encargada y señalar al muchacho como avisando que venía con él, caminó despacio hasta el chico.

—¿Te molesta si me siento?

El contrario no respondió con palabras, ni siquiera levantó el rostro. Solo negó con la cabeza en la misma posición en la que estaba. Tal vez ni siquiera había notado de que era Kim.

» —Chico, lo siento mucho, no quise...

—Eres un i-idiota—murmuró en medio de un espasmo. Taehyung se dió cuenta en ese momento de que estaba llorando mientras le daba caricias al pequeño animal sobre su regazo.

—Lo sé...—temeroso, puso una mano sobre la espalda del chico y al ver que éste no rehuía al toque, deslizó el brazo al rededor de sus hombros para atraerlo a sí mismo. Cuando el peli-negro se dejó mimar por el mozo de la cafetería y se hechó en su pecho, el conejo no desaprovechó la oportunidad y se dió a la fuga dando saltos.

—Taehyung—lo miró desde abajo, por la posición en que se encontraba—, ¿no vas a perder el empleo?

Ninguno de los dos supo que el llanto había pasado, estaban concentrados en otra cosa.

—Qué bien huele tu cabello—cerró los ojos, la fragancia era exquisita. Olía a miel y flores.

Le recordó a su infancia, por alguna razón. Aunque odiaba la miel y las flores le daban mucha alergia, recordaba que a su mamá le gustaba poner un florero en medio de la mesa como decoración y cuando enfermaba de la garganta ella le obligaba a comer una cucharada de esa cosa espesa y amarillenta.

—N-no evadas mí pr-pre-pregunta—bufó.

—No lo estaba haciendo, tonto.

—¿Y e-entonces?

—No me van a despedir, descuida—sonrió.

—¿Se-se-seguro?

—Muy seguro, chico—se rió, con la nariz entre sus hebras negras—. ¿Quieres que te acompañe hasta tu casa?

El peli-negro lo miró. A los ojos, marrones como una avellana, esos ojos que acompañados por los rulos locos que casi pasaban de las orejas lo transportaban a cinco años atrás. Cuando solo eran dos pequeños niños ilusos, que juraron promesas difíciles de cumplir, que soñaron con un reencuentro.

Y vaya reencuentro.

—Estoy bien—dijo finalmente, saliendo de su ensoñación—, puedo ir solo.

—¿Estás seguro?

—En v-verdad, es-estaré bien—le sonrió, poniéndose de pie—, de-de-debe haber mucho movimiento en el ba-barr-barrio, la po-policía y los médicos... Pu-pu-puedo lidiar co-con eso.

—Lo siento mucho por tu tío, parecía buen hombre.

El chico le sonrió una vez más, y no lo dijo. Pero sí, su tío era un gran hombre, e iba a extrañarlo tanto.

Helouuuuuu:D qué tal están?

Quise actualizar hoy, para tener la excusa de subir otro capítulo mañana 😌

No diré más nada. Cuídense💜

©ʏᴏᴏɴɴɪᴇxᴊɪᴍɪɴɪᴇ5

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