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—¿A dónde tan bonito, mí amor?—preguntó curiosa al verle bajas las escaleras—, no me dijiste que saldrías.

Taehyyng se miró en en el reflejo de la pantalla de su celular. ¿En verdad se había arreglado tanto? Solo se había peinado el cabello, cambió por completo su ropa a una muda nueva y con olor a limpio, y también había usado por primera vez una suave colonia que su madre le regaló para algún cumpleaños. ¿Eso era mucho?

—Un amigo me invitó a su casa—se encogió de hombros. Él no creía que fuera para tanto, es más, pensaba que su madre era una exagerada.

—¿Un amigo?—soltó una pequeña risa, mirando a su hijo con incredulidad—,¿estás seguro? Sabes que puedes decirme.

—Mamá, ¿es en serio?—rodó los ojos—,  Kookie es solo mí amigo.

El rostro de la mujer cambió totalmente. Estaba sorprendida, pero más que eso, parecía aturdida. Kookie. Ella conocía bien ese nombre.

—No puede...—quiso reírse, pero se sintió patética. Se cubrió la boca con ambas manos, confundiendo a su hijo—. ¿Cómo...? ¿Cuando volvió? ¿Y porqué no me dijiste antes, Tae?

—¿Tú cómo sabes quién es?—la mujer no respondió, había captado con rapidez que él no lo recordaba. Sin más, el menor se acercó a besar la mejilla de su madre—. Te veo más tarde mamá.

—Cu-cuídate.

Taehyung suspiró, olvidándose por un momento la extraña situación con su progenitora hace un momento y salió de la casa.

El peli-negro estaba sentado en el hall de la casa cuando Kim llegó llevando su bicicleta al lado. Se sonrieron, quizá un poco incómodos por razones opuestas. Jungkook lo conocía bastante y era raro fingir que a penas sabía su nombre, mientras que Taehyung nunca había tenido más amigos que Yuqi y Seokjin.

—Hola, Kookie—saludó dejando su medio de transporte en el suelo, junto a un sapo decorativo del jardin. Se acercó al chico para despeinarse el cabello.

—Yah, tonto—se quejó, alejando las manos contrarias que querían despeinarse el cabello—. ¿Va-vamos adentro?

—A eso vine.

Jungkook rodó los ojos y se puso de pié para abrir la puerta. La casa estaba silenciosa, por lo que Taehyung supuso que la señora Choi no se encontraba. Caminaron en silencio directamente a la habitación que ahora el peli-negro ocupaba, puesto que Kim ya conocía el lugar y lo interesante pasaría arriba.

Los ojos marrones del peli-castaño escanearon la dichosa habitación, notando varias cajas con juegos sobre la alfombra. Twister, varios mazos de cartas, el ahorcado, la oca, generala, rompecabezas, y varios juegos de mesa que siempre había visto en propagandas de televisión.

—¿A q-qué quieres jugar primero?

—Hmm... Elige tú, deleitame.

Jungkook tomó con determinación las cartas del uno. Estaba bien para comenzar.

—Mala elección—se rió—, vas a perder.

—Oh, e-eso está por verse

Definitivamente, Taehyung había tenido solo cinco victorias de doce, pero eso no le quitaba mérito. Al jugar una pequeña competencia de armar rompecabezas, Taehyung fue auto-coronado como rey, con la excusa de que toda su infancia había estado rodeado de ese tipo de juego gracias a su madre.

Ambos se pusieron en la tarea de preparar chocolatada, estaban ambrientos, y aprovechando que estaban solos decidieron merendar directamente sentados en la alfombra de la habitación.

—¿Qué es esto?—murmuró tocando una piedra violeta. Quiso sacarla pero la cadenita estaba enganchada a otras cosas que había en la enorme caja llena piezas sueltas perteneciente a viejos juegos de mesa. El peli-negro dejó su taza hacia un costado y miró con desinterés, hasta que se dió cuenta de lo que Kim le estaba preguntando.

—Hmm, es un collar—murmuró, intentando disimular los nervios—, e-es un corazón.

—Pero está a la mitad—susurró. Muy dentro algo le decía que ya lo había visto en algún lugar de su casa, ¿pero dónde? Él muy pocas veces usaba collares, le gustaban pero solo en algunas ocaciones se los ponía—, ¿y la otra parte?

—La ti-tiene mí mejor amigo—contestó con rapidez—. ¡Hyung, ve-ven a ver esto!—señaló algo en el suelo, para cambiar de tema rápidamente.

Kim olvidó el corazón morado y fue donde su amigo, sonriendo al observar lo que le estaba mostrando. Era una libélula enorme, seguramente se había metido a la habitación por la ventana y le estaba costando salir. Con rapidez Kim tomó una lupa de la cómoda para poder apreciar mejor cada parte del insecto.

—Qué bonita es—suspiró el mayor—, ¿te animas a levantarla? A m-mi me da im-impresión.

Taehyung asintió, poniendo una mano junto al insecto para que comenzara a treparse. La sensación de las patas de la libélula enganchandose de a poco en su piel era extraña, pero soportable. Jungkook señaló la ventana para que su amigo caminara hasta allí y finalmente liberara al insecto.

—¡Juguemos twister!—pidió el mayor en cuanto la libélula abrió sus alas y voló lejos. Taehyung se volteó para mirarlo, estaba sentado en el suelo hacuando espacio para colocar la manta con círculos.

Kim nunca había jugado twister, le parecía un poco tonto, pero siempre hay una primera vez para todo.

El primero en levantar una carta fue el anfitrión, debía poner una mano en el segundo círculo de la primera fila, de color verde. En el primer turno de Tae, tuvo que apoyar su pie izquierdo en el último círculo de toda la manta, en el color amarillo. Con cada tarjeta, Jungkook terminó como un cangrejo, con el estómago hacia arriba y las extremidades incómodamente estiradas. Taehyung pasaba un pie por debajo del mayor, con lo cual indirectamente le ayudaba a mantenerse quieto —lo cuál, claramente no era trampa, pero tampoco se hablaba de ello en las reglas. De todos modos, ninguno conocía las reglas del juegp—. Un brazo de Kim pasaba junto al rostro de su amigo, y el otro, se mantenía también junto a su rostro, pero del otro lado.

—¿Cuándo se termina el juego?—preguntó aguantanodse la risa, la falta de ejercicio estaba haciendo a sus brazos temblar como una gelatina.

—El primero que cae, pierde. Y e-ese no voy a s-ser...

El menor sin poder resistir más su propio peso con sus brazos, calló sobre su amigo. Rápidamente quitó la pierna que pasaba por debajo de Kook para no lastimarle la espalda. Sus carcajadas fueron cesando de a poco al darse cuenta de que sus propias narices casi que rozaba la ajena.

Estaban cerca. Demasiado cerca.

—Ta-Taehyung—llamó a su nombre en un suave susurro, tan bajito que a penas el chico pudo oirle.

—¿Si?—se perdió un minúsculo segundo en sus orbes oscuros, éstos siempre tenían un brillo especial, parecía como si dentro de ellos hubiera una galaxia de estrellas únicas.

—Tú también eres muy bonito.

Perdón por no actualizar aquí TT

©ʏᴏᴏɴɴɪᴇxᴊɪᴍɪɴɪᴇ5

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