XLV. Our Destiny

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CAPÍTULO CUARENTA Y CINCO
NUESTRO DESTINO



John encontró a Athena y a su grupo en la refinería de gas de Star City. El plan que tenían parecía claro, o cortaban el suministro o hacían estallar la refinería. No era su forma común de actuar, pero estaban amenazando la ciudad a la espera de que Thea y Tessa les entregarán el mapa. Y parecían haberlo conseguido, pues en ese momento el equipo se encontraba en la refinería de gas, junto al mapa.

—Overwatch, ¿ves a los del Gremio?—inquiere Oliver a través de las comunicaciones—

—No, pero tengo un pico de frecuencia que indica que han activado una bomba—le responde Felicity—

—Nos están presionando para que negociemos—señala Nyssa—

—Nos separaremos para encontrarla—ordena Oliver—

—Tengo muchos puntos calientes. Estáis rodeados—les informa Felicity entonces—

—Estad alerta—les indica John—

Tessa eleva su mirada, observando todo lo que había a su alrededor, esperando encontrar a alguno de esos asesinos entre la oscuridad del lugar.

—Si tanto quieres el mapa, sal—Thea eleva la voz, esperando que Athena oiga sus palabras—Hablemos.

Ella y Roy se adelantan a los demás, quienes al quedarse rezagados no tardaron en ser atacados por los miembros del Gremio. Tessa, quien había conseguido esconderse, seguía a su hermana y a su mejor amigo de forma sigilosa.

—Es posible que tu padre te enseñara algo al fin y al cabo—la voz de Athena sale de entre las sombras—Pero te equivocas si crees que solo queremos el mapa.

Una flecha vuela en el espacio entre ella y Roy. De esta sale una cuerda, la cual rodea a Roy con fuerza y le aleja de Thea. Tessa respira con tranquilidad, sacando una flecha de su carcaj. Sus movimientos eran lentos, delicados y sutiles mientras colocaba la flecha en el arco.

—El mapa es inútil sin derramar tu sangre—añade Athena, colocándose frente a Thea—

La pelea entre ellas comienza mientras Tessa camina de forma lenta hacia Roy, asegurándose de que se encontraba bien. El ruido de las espadas de Thea y Athena chocando entre ellas llenaba la sala en la que se encontraban cuando Tessa sacó un cuchillo para cortar la cuerda que rodeaba a su amigo.

—Tu padre hablaba mucho de ti, pero hablaba mucho más de tu hermana—habla Athena al acorralar a Thea contra una columna—Tú debilidad le avergonzaba, pero he de decir que me sorprende que seas tú la que esté aquí y no ella.

—No olvidéis que hay una bomba activada—la voz de Felicity llega a los oídos de todos—

—Siempre hay una bomba activada—murmura Roy al ponerse en pie con ayuda de Tessa—

—He localizado el detonador. Esta a seis metros a vuestra derecha.

Roy y Tessa comparten una mirada.

—Ve con Thea, yo me encargo de la bomba—le indica el chico—

—¿Seguro?—inquiere, dudosa—

—Si. Corre—le indica Roy. Tessa no lo duda y se aleja de él con rapidez—Vale, Felicity, guíame.

—Arriba—le responde ella—

Cuando Tessa localizó a su hermana, se la encontró cara a cara con Athena. Esta última la apuntaba con su espada tras haberle hecho un corte en la cara. Con la flecha ya preparada, Tessa no dudo en apuntarla, pero, al oírla hablar, decidió esperar antes de dispararla.

—Merlyn dijo que intentó enseñarte a ser fuerte. Veo que fracaso.

—Merlyn no era mi padre—se queja Thea, dándole a Tessa la señal que estaba esperando para por fin disparar su flecha hacia Athena—

Esta le atravesó el brazo donde sostenía su espada, haciéndola quejarse de dolor y dejando que la espada cayera al suelo, provocando un estruendo,

—Pero si era el mío—comenta al acercarse a ellas—Yo me encargo. Vete de aquí, Thea, vive tu vida.

—¿Qué? No. Tú mereces esa vida tranquila y feliz tanto como yo.

—Puede, pero yo he elegido esta vida—señala en respuesta mientras desenvaina su espada—Dame el mapa y vete.

—No—se niega, sacando el mapa y colocándolo a unos centímetros sobre una de las máquinas de la sala, la cual poseía varias llamas de fuego—

—No debes hacer eso—se queja Athena al ver sus movimientos—

Intenta acercarse a ella para impedir que queme el mapa, pero en cuanto se mueve, Tessa saca un cuchillo de su cinturón y se lo clava en el abdomen.

—¿Estáis bien?—inquiere Nyssa al llegar a su lado—

Ambas se dan la vuelta hacia ella tras ver cómo Athena caía al suelo.

—Creo que ambas aprendimos algo de Malcolm—suspira Tessa—

Nyssa las observa con detenimiento antes de posar su mirada en el suelo. Al darse la vuelta, Thea y Tessa se sorprenden al ver que Athena había desaparecido.

—¿A donde ha ido?—se queja Tessa, riñéndose a sí misma por no haber estado atenta—

—Esa mujer es difícil de matar—señala Nyssa—¿De verdad lo habrías quemado?

—Del todo—le asegura Thea al notar su mirada sobre ella—

—Los asesinos que no han huido están apresados—les informa Oliver al reunirse con ellas—

—No echare de menos a esos tíos—comenta John a su lado—

—Speedy, el mapa—señala Oliver al ver como algo había aparecido en el papel—

—Por eso era necesario que tu sangre fuese derramada—asume Tessa al recordar las palabras de Athena—

—Pero no veo una X que marque un punto—señala ella—¿A donde lleva? ¿Qué es todo esto?

—Creo que yo lo sé—responde Nyssa—


—Nanolitografía, el mapa está impreso con bacterias—explica Felicity tras analizar el mapa—

—Agh, es asqueroso—se queja Roy, formando una mueca—

—Se revelan ante las encimas del ADN de Thea y Tessa.

—¿Otra técnica antigua de la Liga?—inquiere John—

—No, no. Esto es una ciencia moderna—le corrige Felicity—Hace falta un microscopio atómico. Típico de Merlyn.

—Nyssa, has dicho que sabías adónde llevaba esto, ¿no?—Oliver se gira hacia ella—

—Son líneas ley.

—Líneas ley. Las recuerdo por culpa de Damien Dark—comenta Felicity—

—¿Si? Yo las conozco por una serie—comenta Tessa, cruzándose de brazos—

—Estas son distintas—continúa hablando Nyssa, cuya mirada se encontraba analizando el mapa con detenimiento—Creía que solo se cruzaban en un punto del planeta.

—Pues no lo parece—señala John—

—Desde luego. Son líneas globales. Sugieren la existencia de tres intersecciones como la que creía que solo existía en Nanda Parbat.

—A ver, a ver, ¿qué había solo en Nanda Parbat? Dinos, a parte de un paisaje deprimente—inquiere Felicity—

—Ahora sé por qué Merlyn llamo a su nueva liga el "Gremio de Thanatos".

—Thanatos es la personificación de la muerte en la mitología griega—señala Tessa—

—Exacto—afirma Nyssa—Creo que estas líneas sugieren la existencia de tres pozos.

—¿Tres qué?—Thea la observa confusa—

—Vuestro padre descubrió la existencia de tres Pozos de Lázaro.

—Como no—murmura Thea con frustración—

Thea recordaba lo que aquel pozo le había hecho a ella y a Sara. Si, les había devuelto la vida, pero también les había dejado secuelas. Una sed de sangre a la que cada una de ellas se tuvo que enfrentar de diferente manera. Después de la destrucción del pozo, no parecía una sorpresa que Malcolm hubiera investigado la posible existencia de más pozos, teniendo en cuenta la obsesión que tenía por ser invencible.

Sin decir nada más, y bajo la atenta y preocupada mirada de Roy, Thea se aleja de ellos.

—Hay que destruirlos—comenta Tessa entonces—¿No?

—Así es. Ese poder no debería llegar a las manos de nadie, y menos de Athena y el Gremio—afirma Nyssa, posando su mirada en ella—

Tessa asiente, antes de seguir los pasos de su hermana.

—¡Thea!—exclama, intentando alcanzarla—Thea, espera.

Cuando Thea por fin frena sus pasos, se gira hacia ella. Tessa podía notar la lucha interna que estaba teniendo en su mente en esos momento con solo mirarla a los ojos.

—No tienes que hacer esto, ¿vale? Yo lo haré—le dice—Él era mi padre. Es mi responsabilidad. Tú lo dijiste, él no era tu padre.

—Sé que lo dije. Pero... no puedo simplemente huir, darte la espalda y dejarte con todo esto. Puede que Malcolm no fuera mi padre, pero tú si eres mi hermana—señala ella en respuesta—Murió salvándome la vida. Perdiste a tu padre por mi.

—Thea, no hay día que no me alegre de que quien saliera con vida de esa isla fueras tú y no él. Y no lo digo solo por todas las cosas malas que hizo.

—Acabas de casarte, Tess. Ya has perdido demasiado. Barry te necesita y, sinceramente, yo creo que necesito esto.

—Creía que querías una vida tranquila junto a Roy—señala, confusa—

—Si, yo también lo creía. Pero... no sé si me sentiría completa solo con eso. Y también creo que alguien tiene que terminar el círculo de odio y violencia de Malcolm.

—¿Y que harás con Roy?—cuestiona Tessa, preocupada—

Thea se limita a encogerse de hombros.

—No lo sé—baja la mirada al suelo—Espero que lo entienda. Quien sabe, tal vez quiera acompañarme. No lo sé. Destruiré esos pozos y acabaré con Athena y el Gremio.

—Sé que lo harás—afirma, formando una sonrisa nostálgica—

Los ojos de Thea viajan hacia ella, conectando sus miradas.

—¿Sabes? No podría haber soñado con una hermana mejor que tú. Te quiero.

—Yo también te quiero, Speedy.

Sus miradas se cristalizan mientras se envuelven la una a la otra en un abrazo. Tessa había perdido a Tommy, pero había encontrado a Thea. Y Thea había encontrado a la mejor hermana que podría haber deseando. Tal vez eran muy distintas, pero se entendían. Y su lazo fraternal era tan fuerte que ambas sabían que podía sobrevivir a la distancia y al tiempo.

Tal vez no lo sabían en ese momento, pero, en el futuro, volverían a encontrarse. Volverían a abrazarse. Y tal vez, por ese entonces, otra joven de ojos verdes, pelo castaño y cuyo nombre también empezara por T, habría heredado parte de su personalidad y resilencia. Tal vez, en el futuro, Speedy ya no sería un nombre que solo le perteneciera a Thea.


La despedida de Thea, Roy y Nyssa estuvo llena de lágrimas. Volverían a verse, pero durante mucho tiempo estarían muy lejos los unos de los otros. Oliver y Thea se daba un último abrazo mientras Tessa abrazaba a William por los hombros, revolviendo su pelo para intentar hacerle sonreír.

—Para—se queja, soltando una pequeña carcajada—

Tessa sonríe, empujándole levemente hacia el coche. Había conseguido su objetivo.

Thea y Roy le dedicaron una última sonrisa de despedida desde la distancia, gesto que ella no tardó en corresponderles, sin saber que ellos no eran los únicos presentes en aquella vacía calle. A varios metros de ellos, escondidos entre la oscuridad y los desiertos edificios cercanos, dos jovenes de cabello castaño les observaban con atención.

—Es raro ver esto cuando en casa solemos hablar con la tía Thea cada semana—comenta el chico, escondiendo sus manos en los bolsillos de sus pantalones—Les espera un largo viaje y una gran aventura.

—Desearía poder decírselo. Le ahorraríamos mucho sufrimiento al tío Roy si le contáramos lo que le va a pasar—se queja la chica, girándose hacia su hermano—

—¿Contarle que morirá y le resucitarán con uno de esos pozos que quieren destruir? Seguro que nos creería—comenta con sarcasmo—

—Si supiera quienes somos, seguro que lo haría—señala ella—Pero tienes razón. No podemos arriesgarnos a cambiar nada.

—Queda poco tiempo para la derrota del equipo Flash contra DeVoe—habla el chico entonces, observando su futuristico reloj de pulsera—Mamá volverá a Central City dentro de poco, nosotros deberíamos hacer lo mismo.

—Si—asiente ella, dedicándoles una última mirada a sus tíos—Vámonos.

Y así como habían llegado, los dos jovenes salieron corriendo de allí dejando como único rastro la estela de sus rayos morado y amarillo. Aquel brillo llamó la atención del joven William justo en el momento en el que se disponía a subirse a los asientos traseros del coche de su padre.

—Vamos, pequeño Arrow—Tessa le anima a darse prisa al ver que se encuentra distraído—

—Si. Ya estoy—afirma, sentándose a su lado y cerrando la puerta tras él—

Tessa sonríe y se inclina hacia adelante, observando a Felicity y a Oliver con una pequeña sonrisa triste. Acababa de irse y ya echaban de menos a Thea. Los ojos de William vuelven a dirigirse, a través de la ventanilla del coche, hacia el mismo lugar donde aquellos rayos habían parpadeado.

Debía decírselo a Tessa, a su padre y a Felicity, pero no estaba seguro de lo que había visto y algo dentro de él le decía que los culpables de aquellos rayos no eran peligrosos. No eran una amenazada. No cuando la sensación que había tenido al verlos era la misma que sentía al ver el rayo de Barry. Sentía esperanza.

Lo que el pequeño Will no sabía en ese momento era que en el futuro él conocería muy bien el brillo de esos rayos. Su yo adulto ya había visto esas estelas moradas y amarillas un millón de veces. Y, cada vez que las veía, sentía la misma esperanza que el joven Will sentía en ese momento.




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