XXXVII. Teamwork

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CAPÍTULO TREINTA Y SIETE
TRABAJO EN EQUIPO



Apenas habían pasado unos minutos después de que el equipo Flash y William volvieran a Tierra 1 con Tessa cuando Hermes apareció en Laboratorios STAR para llevar a Tessa a Themyscira. Barry había insistido en ir con ella, pero la ubicación de la isla debía seguir siendo un secreto. Para Barry era aún peor no poder acompañarla, pues ahora que Octavia no estaba él no podía ponerse en contacto con ninguna amazona para conocer el estado de Tessa.

Diana, quien había viajado hasta la isla para acompañar a Tessa, se había planteado hablar con él, aunque eso implicará revelar su identidad. Pero cuando Hermes volvió a presentarse allí al día siguiente asegurándole que él ya les había informado, decidió dejar las cosas tal y como estaban.

La brisa marina golpeaba el castaño cabello de Tessa, cuya mirada se encontraba perdida en la vista frente a ella. El sol se reflejaba en las cristalinas aguas que rodeaban la isla.

—¿Cómo estás?

La voz de Diana sacó a Tessa de sus pensamientos, obligándola a levantar la mirada hacia ella.

—Bien, supongo—le responde, encogiéndose de hombros—Me gustaría que Barry estuviera aquí, pero entiendo que este sitio es secreto, incluso para él.

—Si te sirve de consuelo, he intentado hablar con las Amazonas para que le dejaran venir—le informa Diana mientras se sienta a su lado—Pero mi pregunta iba más por lo de tus poderes.

—¿Qué como me siento sin ellos?—inquiere, frunciendo el ceño. Diana asiente—Humana.

Diana sonríe ante su respuesta.

—¿Solo eso?

—No lo sé. Me siento rara, es como si me faltara una parte de mi. Es extraño—le explica—Además... ahora mismo me gustaría tenerlos para que esta herida se curara más rápido—señala su abdomen—

—Tomate esto—le informa, entregándole una pastilla y una botella de agua—Caitlin dejó instrucciones para todo.

—Si, suele hacerlo—murmura Tessa, sonriendo al recordar a su amiga—

El silencio se instala entre ellas. Era un silencio cómodo, tranquilo y el cual les permitía escuchar las olas del mar chocando contra la orilla y a los pájaros piar sobre los árboles.

—Hay algo que no entiendo—Tessa rompe el silencio tras un par de minutos—¿Por qué Hermes se presentó tan rápido para traerme aquí? Sé que los dioses saben que yo le di a Circe la manzana de la discordia, ¿por qué le enviarían a ayudarme?

—Hermes no fue enviado. Él vino a ayudarte porque él quiso—le explica Diana—Eso me dijo él al menos. Aunque no me extrañaría que tu madre se lo pidiera.

—¿Crees que harán algo?—inquiere, girando su rostro hacia ella—Con Circe.

—Lo dudo.

—Ya. Es lo que suponía—suspira, volviendo su mirada al frente—Supongo que no harán nada hasta que ella no vaya al Olimpo a matarles en persona. Dejaran que yo muera, que tu mueras y que todas las Amazonas mueran. Porque eso hacen, nos crean a nosotras para protegerles, para ser un ejército bajo su mando, como si no importáramos. E incluso tú y yo, que somos hijas de dos dioses, no les importamos. Estamos aquí, atrapadas en la Tierra. Quiero decir, al menos yo puedo morir. ¿Tú? Si no te matan, eres inmortal. Sola, para siempre. ¿No te cabrea?

—Aprendí a ver el bien en la gente de la Tierra. Me gusta vivir aquí—le asegura Diana, sin saber a donde quería llegar—

—Si, a mi también. Eso no es lo que quiero decir. Hablo de su egoísmo—le explica—Ellos nos envían aquí, a hacer su trabajo, mientras ellos no hacen nada ahí arriba. Yo no estaría viva si mi madre no hubiese tenido el impulsivo deseo de tener una hija. Y ahora yo tengo que vivir lejos de ella porque Zeus no permite que nos veamos. Ella rompió una regla al bajar a la Tierra y tenerme, pero no rompe ninguna más por pasar tiempo conmigo o conocerme. Ella hizo lo que quiso y me dejó aquí. Sola.

—Tessa. Tú nunca estarás sola—Diana agarra su mano con delicadeza, dedicándole una leve sonrisa—

—No hablo de eso. Sé que tengo una familia, amigos. Te tengo a ti y a las Amazonas, pero... ¿Tú nunca te sientes sola?—cuestiona, posando su mirada en ella—Porque yo si lo hago. Todo el tiempo. Me siento como una extraña. Diferente a todos los que me rodean. Si, mis amigos saben pelear como yo y otros tienen poderes, pero no es lo mismo. Es solo que a veces me gustaría tener a alguien que fuera como yo. Un semidiós. Tú vives lejos, tienes tu vida, y lo entiendo. Es solo que... Dios, sueno como ellos. Soy una egoísta.

Se lleva las manos a su rostro, frustrada.

—Hey, no, eso no es verdad—niega Diana, acariciando su espalda con cariño—Sé lo que quieres decir. Por eso quería que supieras algo, de Circe.

Tessa aparta sus manos, posando su mirada confusa en ella.

—Sabes que Hecate le dio sus poderes después de que las Amazonas la racharan, ¿no?—le pregunta. Tessa asiente—Pues bien, al irse de aquí, Circe casi muere ahogada. Fue ahí cuando Hecate la salvo y le dio poderes. Pero no se los dio porque le diera pena. Hecate se sentía sola. Todos los dioses tiene poderes específicos, o al menos la mayoría. Rayos, agua, la guerra, pero ella tenía unos poderes mucho más complejos y se sentía sola. Así que creo a otra bruja. Circe es como tú y como yo, Tessa, se siente sola.

—Yo quería ayudarla—recuerda Tessa—Llevó tiempo pensando que somos más parecidas de lo que pensamos. Pero ella me atacó.

—Ella cree que la venganza es la solución. Ella nunca se a sentido unida a este mundo, a la Tierra, no como nosotras. Necesita ayuda para ver más haya. Ambas tenéis que comprender que lo que importa es lo que hagáis aquí en la Tierra para ayudar a la gente. Que la mejor forma de venganza contra los Dioses es hacer lo que ellos nunca han hecho, ayudar a las personas. Cuando hagáis eso, los humanos no los venerarán a ellos, si no a quien de verdad se lo merece, a quienes les han ayudado de verdad.

—¿Y qué se supone que tengo que hacer?

—Lo primero es curarte. ¿Después? Vuelves a casa, y continuas luchando. Circe te ha ganado una batalla, no la guerra. Puedes recuperar tus poderes. Y después puedes pararla o puedes hacer que abra los ojos.

—No puedo hacerlo sola—le asegura, bajando la mirada—

—Y no lo harás—le asegura Diana—Tienes a Barry y a tu equipo. Me tienes a mi. Voy a quedarme aquí, a proteger la isla junto a las demás Amazonas. No estas solas, Tessa. Bajaste la guardia y ella te quito los poderes. Es horrible, si, pero no puedes rendirte. Son tus poderes, Tessa, solo tuyos. Recupéralos.


Tras pasar dos semanas completas en Themyscira, Tessa por fin pudo volver a casa. Allí, Barry la recibió con los brazos abiertos y una sonrisa llena de alivio y felicidad en su rostro. Desde su llegada la noche anterior, no habían podido separarse el uno del otro. Por fin, después de todo lo que había pasado, podían estar juntos.

El brillo del sol golpeaba su rostro, produciendo leves cosquillas sobre su piel. Sin embrago, eso no fue lo que la despertó, sino Barry. Con las yemas de sus dedos, el velocista acariciaba lentamente uno de sus brazos, produciendo leves escalofríos a través de su cuerpo. Sus ojos la observaban detalladamente. La espera había merecido la pena. Todos esos días separados ahora parecían muy lejanos.

Tessa no pudo evitar sonreír cuando los labios de Barry chocaron contra la piel desnuda de su hombro izquierdo, depositando leves y cariñosos besos cerca de su cuello.

—Buenos días—susurra contra su oído—

—Los mejores—asegura ella, dándose la vuelta para poder mirarle—

Barry sonríe al conectar sus miradas y acerca sus labios a los de ella para poder depositar un suave beso sobre ellos. Tessa sonríe ante el gesto, llevando su mano hacia su nuca para impedir que se aleje de ella. Después de tanto tiempo esperando por aquello, Tessa ya no quería separarse nunca más de él.

El beso se vuelve cada vez más profundo y lleno de pasión. Tessa desenreda sus piernas de las de Barry y rápidamente se incorpora para colocarse encima de él. Las grandes manos de Barry bajan hasta su cintura, formando pequeños círculos sobre su piel con sus pulgares. Una sonrisa se asoma por sus labios ante las cosquillas que aquello provocaba en ella.

—Hey, hey, hey—Barry sujeta sus muñecas al notar como las manos de Tessa comienza a bajar a través de su abdomen—No creo que eso sea buena idea ahora mismo.

—¿Por qué?—se queja Tessa, echando su cabeza hacia atrás mientras forma un puchero con sus labios—Quiero hacerlo.

Barry sonríe con ternura ante el tono suplicante de su voz. Parecía una niña pequeña pidiendo dulces.

—Con esta cicatriz cerrándose aún, no es el mejor momento. Por mucho que ambos queramos—Barry mueve sus dedos a través de su abdomen hasta rozar la herida que Circe le había dejado—

—Anoche no parecías tan preocupado por eso—contrata ella, haciendo que su sonrisa aumente—

—Yo hice todo el trabajo anoche—le recuerda, soltando una pequeña risa mientras la observa detenidamente, fijándose en cada detalle de su desnuda piel—

—Pues haz lo mismo ahora—le suplica, volviendo a formar un puchero con sus labios—

Barry sonríe, incorporándose para sujetarla de las mejillas y volver a unir sus labios en un beso. Tessa no tarda en seguirle el gesto, hundiendo sus dedos en su cabello. El beso se alarga hasta que ambos sienten la falta de oxígeno en sus cuerpos. Barry la abraza completamente contra su cuerpo mientras comienza a bajar sus besos por su mandíbula hasta llegar a su cuello. Tessa se retuerce de placer ante el tacto de sus labios, sintiendo una corriente de aire atravesando su cuerpo.

En un rápido gesto, Barry la obliga a tumbarse de nuevo sobre el colchón, quedando él encima de ella. Su mano derecha busca la suya, entrelazando sus dedos mientras continúa depositando besos sobre su cuello.

Es el sonido de su teléfono el que interrumpe su íntimo momento.

—Agh—se queja Tessa al sentir como Barry se aleja levemente de ella—Deja que Cisco y Ralph se encarguen de lo que sea que esté pasando.

—Por mucho que me gustaría hacer eso, Ralph lo ha pasado muy mal esta semana desde que DeVoe atrapo a Izzy, no creo que tenga muchas ganas de luchar contra el crimen.

Izzy Bowin, una de las metahumanas del autobús. La última a la que el equipo había encontrado, y la última en ser víctima de DeVoe. Tessa se encontraba en Themyscira cuando aquello pasó, pero al parecer la chica podía usar las ondas sonoras y resultaba una buena luchadora contra DeVoe. Pero por desgracia la pelea no había ido muy bien y había acabado muerta. Ralph, quien había formado un vínculo con ella, se encontraba triste por no haber podido hacer más y salvarla.

—Lo siento—habla Barry, depositando un último beso sobre sus labios antes de levantarse—Te lo compensaré.

—Más te vale—responde Tessa, mientras vuelve a acomodarse bajo las sábanas—

—Te quiero.

—Lo sé—le responde, haciendo que ruede los ojos—Yo también te quiero.

Barry sonríe y, utilizando su velocidad, desaparece de la habitación.


Tras dormir un par de horas más, Tessa por fin decidió ponerse en pie. Su abdomen aún dolía por la herida que Circe le había hecho, pero lo peor de todo era el mal estado general que sentía en todo su cuerpo. Se sentía especialmente débil, aún llevando las pulseras de luz solar que Winn le había fabricado.

Cuando el timbre de su casa sonó, Tessa no pudo evitar sonreír, pues minutos antes Jay le había dicho que se pasaría a verla, prometiéndole que le llevaría algo de comer.

—Dime que me has traído patatas del Big Belly Burger—habla, nada más abrir la puerta—

—Hola a ti también—comenta Jay—

Tessa rueda los ojos antes de que su mirada se encuentre con la figura de William, quien se encontraba junto a su amigo.

—Will, ¿qué haces aquí?—inquiere, formando una sonrisa con sus labios—

—Barry me ha traído—le explica, adentrándose en el apartamento—Las clases terminaron antes y quería verte.

—Y... hemos traído regalos—comenta Jay mientras Tessa cierra la puerta tras él—Pero antes, ¿cómo estas?

—¿Mejor?—responde, aunque sonó más como una pregunta—No sé, el dolor cada vez es menor, pero me siento muy débil y lo odio. De todas formas, no quiero hablar de eso. ¿Has dicho que has traído regalos?

Jay sonríe ante sus últimas palabras.

—Estos días han sido duros, todos lo hemos pasado mal sin saber cómo estabas, pero creo que Cisco a sido de los que más preocupado estaba.—le explica—Así que mientras estabas en Themyscira te fabrico esto.

Le entrega un pequeño objeto. Tessa lo observa detenidamente, confusa. Parecía tratarse de un teléfono móvil, pero con alguna mejora.

—Sirve para hablar con otras Tierras. Bueno, con Tierra 38 mas específicamente—le explica Jay. Tessa levanta su mirada, sorprendida—Todos se quedaron bastante mal tras no poder hacer nada más por ti. Si no fuera por la amenaza que tienen, Kara y Mon-El estarían aquí ahora mismo. Con eso podrás hablar con ellos. Aunque no me sorprendería que se presentaran aquí en cualquier momento.

Tessa no puede evitar volver a sonreír ante sus palabras. Ella también deseaba haber podido hablar con ellos, abrazarles. Le habían salvado la vida y ella no había podido agradecérselo.

Les debía muchos agradecimientos y varios abrazos a todos los que la habían salvado. Felicity la había encontrado casi muerta en un callejón y aún no había podido verla casi completamente recuperada. Tras días ayudándola a viajar entre ciudades, Cisco había hecho todo lo posible por ayudarla, y ahora hasta había creado ese aparato. Julian había viajado con ella a Tierra 38. Alex y Winn la habían salvado. Y aunque no conocía a Brainy en persona, Tessa deseaba agradecerle su ayuda.

—Oye, Will—sus ojos se posan en el chico, mostrando un brillo de preocupación y algo de pena. El joven levanta su mirada hacia ella—Siento que tuvieras que verme así. Sé lo preocupado que estás por tu padre y verme así no debió ayudar mucho. Yo...

—Está bien—la interrumpe—Hable con mi padre y, tras cometer una pequeña estupidez, creo que ya lo entiendo mejor. Ahora sé que, pase lo que pase, nunca estaré solo. Tú, tía Thea, Felicity, Barry, Jay... Es como una gran familia.

—Si, si que lo es—una pequeña sonrisa se asoma por sus labios ante las palabras del joven—Siempre que pasa algo, hay alguien ahí para ayudar.

William asiente, de acuerdo con ella.

—Tarde en verlo, pero ahora sé que todos estaremos bien. Pero, aún así, ten cuidado, ¿vale?

—Créeme, tras lo ocurrido, no pienso dejar que nadie más esté tan cerca de ponerme una mano encima—le asegura, mientras se sienta en uno de los taburetes de la cocina. William sonríe, sentándose a su lado—Ahora, Jay, ¿te importaría ponerme un poco al día? ¿Cómo vamos con DeVoe?

—Pues... Cisco tiene una pista. Una forma de localizarle—le explica, apoyándose en la isla de la cocina, frente a ella—Aunque yo no estoy seguro de entenderla.

—Creía que la última vez que Cisco le había localizado con una vibración, eso casi le mata—recuerda Tessa, tomando un sorbo del batido que le habían traído—

—Si, por eso a tenido que buscar una alternativa. Su última teoría es que usa una dimensión de bolsillo—aquellas palabras atraen rápidamente la atención de Will. Jay posa su mirada en él al notar como su rostro se llena de confusión—Si, esa fue mi cara al oír la explicación.

—¿Qué significa eso?—William gira su rostro para mirar a Tessa—

—Einstein dijo que, teóricamente, era posible que una región específica del espacio-tiempo pudiera existir entre las cuatro dimensiones típicas que vemos—le explica ella, abriendo la bolsa de comida—Es básicamente otra dimensión. Una en la que puedes entrar y salir desde cualquier lugar. Básicamente te teletransportas.

—Si, pues Cisco cree que su escondite está en una dimensión de bolsillo—señala Jay—Ahora trabaja en localizarla. Y Barry intenta ser lo bastante rápido como para poder atravesarla o atrapar a DeVoe antes de que desaparezca. A estado entrenando.

—¿Sí?—Tessa le observa sorprendida. Jay asiente—Debería ir a Laboratorios STAR. No puedo pelear o no mucho al menos, pero puedo ayudar desde allí.

—Si, a Barry seguro que le viene bien el apoyo—afirma Jay. Tessa asiente, de acuerdo con él—

—¿Tú te quedas aquí este finde?—inquiere la chica, girando su rostro hasta posar su mirada en William—

—Si os parece bien a ti y al tío Barry—le responde, antes de agarrar una patata frita—

—Claro. Siempre eres bienvenido.

Jay sonríe enternecido al verles juntos. Tessa tenía un don con los niños, pero la relación que ella y William tenían era muy especial y era imposible no darse cuenta de eso.

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