10.

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Jennie había intentado suicidarse, pero afortunadamente habíamos llegado a tiempo para salvar su vida.

Estaba acostada en la cama del hospital respirando a través de una máscara de oxígeno, una vía intravenosa conectada a ella.

Como su enfermera, me sentí responsable de lo que le sucedió. Si no la hubiera dejado fuera de mi vista, tal vez esto no hubiera sucedido en lo absoluto.

Observé a Jennie mientras dormía pacíficamente, a pesar de lo caótica que había sido su vida. Su pecho se movía en una constante subida y caída lenta.

Cualquier persona normal fácilmente la consideraría digna de Hollywood. Debería haber estado en uno de los escenarios de la pelicula; sentada en su habitación privada, leyendo las líneas que se suponía que tenía que recitar y tomando un sorbo de algún jugo fresco que le habría traído algun asistente, en cambio, era una maníaca condenada por asesinatos. Además, era tan impredecible y eso era lo que la hacía mucho más misteriosa.

Misteriosa.

Impredecible.

Preciosa.

Instintivamente, aparté los mechones de cabello de su rostro.

Era casi pasada la hora del almuerzo cuando Jennie abrió los ojos. Su respiración era normal por lo que se le retiró el ventilador.

Miraba al frente; cualquier signo de diversión no existía. Revisé sus signos vitales y le conté sobre las dosis adicionales de medicamentos que debía comenzar al día siguiente.

Ella sólo asintió una vez, su rostro enmascaraba la indiferencia. Luego fue trasladada de la sala de emergencias a una habitación normal de hospital en una camilla donde iba a estar bajo observación. esta habitación en particular tenía una pantalla plana montada contra la pared.

El silencio se estaba volviendo incómodo, así que decidí romperlo. — ¿Te gustaría descansar un poco más? Creo que es mejor si duermes toda la noche. Te sentirás mejor mañana. — sugerí.

Jennie me miró con su mirada oscura. — Todo lo que he estado haciendo durante los últimos seis meses es un jodido descanso. Lo que realmente quiero es salir de este maldito lugar.

No le dije nada a eso, en cambio le pregunté. — ¿Realmente mataste a HanBin?

—Enfermera Roseanne, no usted también. — ella dijo. — Obviamente alguien me está inculpando.

—Pero toda la evidencia esta en tu contra, Jennie. — dije. — El asesinato... es similar a los anteriores.

—Yo. No. Lo. Hice. No. Maté. A. Kim. HanBin. – dijo con una voz en alto. — Si hay alguien a quien me gustaría matar, sería a JiSoo jodida Kim JiSoo.

—Shhh. — dije. — Baja tu voz.

—Si te dijera algo, Anne, ¿me creerías? — preguntó, su voz se suavizó un poco.

Ella me había dicho "Anne", como en aquella llamada después de llevarle el pastel de chocolate. Esto me dio la impresión de que hablaba en serio.

—¿Qué cosa?

Se enderezó y me miró a los ojos. — Los asesinatos antes... yo... no maté a ninguno de ellos.

Creo que tomó mucho tiempo para asimilar sus palabras y el shock se registrara en mi cara. — No te creo.

—Y no puedo culparte, nadie lo hizo hasta ahora, pero no puedes cambiar la verdad. — dijo con tanta sinceridad que incluso el Papa le creería,  pero yo sabía que no debía confiar en Jennie.

Se sabía que jugaba bien sus cartas, derribaba todas las barreras y dejaba a una persona lo suficientemente descuidada como para hacerles pensar que estaba hablando en serio hasta que la sorpresa era para ellos.

—No me importa si es la verdad. Creo en lo que veo. — dije. — Vi las fotografías de los asesinatos y el polígrafo también demostró que estabas mintiendo.

Sonrió con tristeza. — Se sabe que un polígrafo una precisión del 70%. El examinador no estaría de acuerdo. Esos imbéciles no tenían nada mejor que hacer, pero pensé que eras más inteligente, enfermera Roseanne.

—No intentes burlarse de mí. — dije.

—Me han inculpado. — ella confesó.

Suspiré. — ¿Y qué quieres por eso?

—Un favor. — dijo simplemente.

Levanté las cejas cuando comenzó a recitar el favor que quería de mí. Cuando terminó, retrocedí un paso al instante. Decir que estaba furiosa sería una subestimación.

—¡No lo haré y eso es definitivo! — dije.

—¿No lo harás?

—¿Crees que estoy tan loca como tú? ¡podría perder mi trabajo! — estaba tratando de mantener mi voz baja.

—Park JiMin. Dulce y servicial. Futuro veterinario.

—No te atrevas a poner un dedo sobre mi hermano o yo...

—No quiero, Roseanne. Te lo juro. Eres buena conmigo en comparación a todas las demás enfermeras que logré ahuyentar, y por eso me gustas. Si las circunstancias fueran diferentes, quién sabe si tendría algo diferente a una simple relación entre enfermera y paciente. — dijo, y no tenía ninguna duda de las palabras que acababa de decir. — En serio, no quiero hacerte daño. Ni a alguien a quien amas. Todo lo que pido es tu cooperación.
No tenía otra opción.

Cerré los ojos y los abrí, respirando profundamente. — De acuerdo. Lo haré.

Transcurrió una semana y me sentía cada vez más ansiosa.

¿Qué pasaría si no pudiera hacer lo que Jennie me pidió?

¿Estaría muerta?

O peor, ¿sería capaz de hacerle algo que JiMin?

Había hecho todo lo que me había pedido.

Me metí en el quirófano y me puse unos guantes de látex, y guardé un cuchillo de bisturí en mi bolsillo.

Todo lo que tenía que hacer era salir de este lugar sin ser notada.

No esperé a hablar con nadie y caminé directamente hacia el ascensor. Cuando llegué al cuarto piso, salí y la doctora JiSoo estaba en el pasillo como de costumbre. Sospechaba que rara vez se sentaba en su oficina y prefería andar por los pasillos solo para vigilar a alguien. También sospechaba que estaba jugando al espía para la doctora TaeYeon.

Ella me estaba mirando fijamente, con una mirada que demostraba puro odio hacia mí. Podía sentir sus ojos azules en mi espalda mientras caminaba más lejos.

—Enfermera Roseanne. —me llamó.

Me detuve en seco, esperando como el infierno que no sospechara nada.

Le pasé mi sonrisa más falsa. — ¿Qué puedo hacer por usted, doctora?

Su mirada era dudosa. — Parece que tienes prisa, ¿cual es la emergencia?

—Esto es un hospital. — me reí. — Siempre hay una emergencia?

—Pero parece que estás tramando algo. — dijo simplemente.

—Necesitas café. Estas alucinando. — dije apresuradamente, giré sobre mis talones cuando me cogió la mano.

Le lancé una mirada y miré su mano sosteniendo la mía. De repente, la soltó.

Se aclaró la garganta. — Me preguntaba si estabas libre para almorzar hoy.

La miré con incredulidad. — ¿Qué?

Tenia una docena de preguntas corriendo en mi mente.
¿Había entrado en otra dimensión?

¿Era otra de las estrategias de JiSoo para obtener alguna información de mi parte?

¿Que demonios quería?

Ella suspiró. — No importa.

Juro que vi algo de decepción en su rostro.

¿Tal vez se estaba quedando sin amigos debido a su actitud de mierda?

Suspiré con pena por mi colega. —  Estoy un poco ocupada hoy, pero te acompañaré mañana.

Levantó la mano para detenerme. — Olvídalo. No quiero que tome esto de la manera equivocada y pienses que te estoy pidiendo que vayas porque me gustas o algo que está fuera de discusión.

Mi boca era una gran 'O'

¡No podía creer en esta mujer!

—¡Tienes que estar bromeando! Nunca dije que me gustaras. Obviamente parece que tiene problemas para leer a la gente, doctora JiSoo.

Sonaba tan loca como Jennie, tal vez incluso peor.

Al menos Jennie no estaba actuando cono ella.

—Oh, sé lo que te mantiene ocupada durante estos días. — dijo irónicamente.

—¿Y qué es? — pregunté irritada.

—Disfrutas entreteniendo a esa psicópata de Jennie Kim. — señaló. — Sé lo que está pasando entre las dos.

—Claro. — mis manos se apretaron en puños apretados. — Te daré el beneficio de la duda. Piensa lo que quieras.
De repente se inclinó, y nunca me había intimidado su altura porque nunca había notado nada en ella que no fuera la minea de odio que se extendía sobre nosotras.

Su aliento minúsculo se abarcaba sobre mí cara. — Ten cuidado no quiero que te corten como a mamá Kim.

Entré casualmente a la habitación de Jennie.

Estaba recostada en su cama, mirando algún programa, cuando se percató apagó la televisión y volvió toda su atención hacia mí.

—¿Lo encontraste?

Cerré la puerta detrás de mí y deslice el bisturí cerca de su cojín.

Las comisuras de su boca se torcieron en una sonrisa. — Eres una buena chica.

—Hice lo que me pediste, pero tendrás que prometerme que no le harás daño a nadie. — dije.

—Tienes mi palabra. — dijo Jennie.

—¿Qué me vas a hacer? — le pregunté después de entregarle el bisturí.

Lo estaba evaluando con curiosidad, como si no hubiera visto un bisturí en su vida antes.

—Jennie, te pregunté algo.

—Relájate, enfermera Roseanne. No voy a quitarte un solo pelo de tu bonita y pequeña cabeza. — sonrió, ocultando rápidamente el bisturí debajo de la cama del hospital. — Ahora, hay otra cosa que necesito de ti.

Escribió un número para mí y me dio instrucciones sobre mi que se suponía que debía hacer.

—¿Estas loca? — casi le grité. Fue difícil mantener mi voz baja. — Si alguien se entera de eso,va a ser un delito penal. Podría ir a la cárcel por esto.

—Te aseguro que si sigues mis intrucciones, no te pasará nada, pero si quieres negarte, esta bien porque de un modo u otro encontraré la manera de salir de aquí y cuando eso pase, tu hermanito estará en casa esperándote. — dijo. — En el congelador. – ella soltó una carcajada.

Esto ya no era gracioso.

Me mordí los labios com fuerza. — la doctora JiSoo sospecha que hay algo entre nosotras.

—Bueno, esa bastarda arrogante no tiene nada más que hacer. Solo te está molestando, apuesto. — dijo Jennie. — Es el tipo de persona que finge saberlo todo, pero no lo hace.

Frustrada, le pregunté. — ¿Por qué yo? ¿Por qué me haces esto?

Las expresiones de Jennie se pusieron serias. — Te advertí suficientes veces para que desistieras, ¿no?

—¡Es mi trabajo, nunca pedí esto! — dije.

—Bueno, yo tampoco, pero estamos atrapadas la una con la otra, Anne. — dijo. — Las enfermeras más inteligentes se fueron, pero la doctora TaeYeon pensó que podrías hacer una diferencia porque eres amable y bondadosa, pero de nuevo, esta no es una puta novela cliché en la que la enfermera trata y cura al paciente con su amor.

Cuando no dije nada, murmuró. — Debiste haberme dejado cuanto tuviste una oportunidad, como todos los demás.

En lugar de responder eso, dije. — A las cinco y media estaré lista para lo que necesites, pero tienes que cumplir tu palabra y nadie saldrá herido.

Hizo una cruz en el corazón con el dedo, y su otra mano arriba. — Te estaré esperando, enfermera Roseanne.


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