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Jimin caminaba por los solos pasillos de su nueva preparatoria. Estaba perdido por aquella pesadilla que había tenido en la madrugada. El chico se levantó sudado con el pulso acelerado, el sueño había parecido real, él pensaba que había pasado aquello. Él había sentido las manos de aquel hombre aferrarse a su cuerpo y lo atraían hacia él.

Para Jimin, el amor significaba una pérdida de tiempo. Él decía que, con solo una palabra de aquella persona, te torturaba dulcemente hasta hacerte morir. Pero, para Jimin también se significaba algo más, sexo. La manera más placentera y hermosa que una hermosa le pueda dar a otra sin salir de su boca un simple "te amo"

Jimin soltó un suspiro y caminó hacia su nuevo casillero, lo abrió y dejó ahí sus libros. Acomodó algunas cosas y luego lo cerró, se enganchó la mochila en un hombro y caminó hacia su segunda clase, Biología.

—Lo siento mucho, no te vi. —dijo Jimin con la mirada hacia los pies de una persona.

Iba caminando con la cabeza agachada y no se había dado cuenta de quién venía en frente, se chocó con alguien y ahora le tocaba pedir disculpas a un desconocido.

—No te preocupes, estoy bien. —dijo una voz de hombre.

Jimin levantó la mirada y se encontró con unos ojos cafés brillantes y una sonrisa radiante, aquel chico tenía aspecto de buena persona.

—¿Eres el nuevo? ¿Cierto? —le dijo el chico.

—¿Hablan de mí?

—Eres la nueva tendencia de la preparatoria. —se burló el chico y Jimin se sonrojó. —¡Oh! No quise que te sonrojaras, lo siento.

—Me pasa seguido, no te preocupes. —le dijo Jimin y le paso por al lado.

—Soy Jung Hoseok. —dijo el chico.

Jimin le dio una sonrisa a medias y siguió su camino. No le quiso decir su nombre ya que él solo irá a estudiar, graduarse e ir a la universidad sin tener amigos.

Entró al salón y busco con la mirada un asiento vacío, encontró uno. Caminó hacia el fondo del salón y se sentó. Colocó la mochila en el suelo y sacó un cuaderno y un lápiz. A su izquierda estaba un chico moreno, usaba gafas y traía una chaqueta que decía " I'm King" en la parte de atrás. El chico que estaba a su derecha, estaba sentado en la mesa y sostenía un libro en sus manos, sus labios eran abultados y de un rosa suave.

—¿Jimin, cierto? —dijo el chico de gafas.

Jimin asintió y le extendió la mano.

—Namjoon. —le estrechó la mano. —Soy el presidente de la clase, es un placer que estés con nosotros.

—Deja de mentirle al pobre niño, Namjoon. Sabes que no te importa nadie. —dijo el chico de labios rosa sin quitar la mirada del libro que estaba leyendo.

—¿Puedes callarte, Jin? —le dijo Namjoon cerrando los ojos con furia. —Claro que me importa.

Le guiño el ojo a Jimin y él pasó saliva.

—¿Vives acá? —le preguntó Namjoon.

—Sí, desde ayer. —le respondió Jimin y se llevó una mano a la nuca.

La puerta del salón se abrió de golpe y Jimin vio entrar a Taehyung con unas gafas de sol puestas. El chico traía una mala cara, pasó por el medio de Namjoon y Jimin y se sentó en la silla que estaba al lado de Namjoon.

—¿Hiciste la tarea? —preguntó Taehyung, acercándose a la mesa de Namjoon.

—No te la voy a pasar, estas muy grande, Taehyung. —le dijo Namjoon cruzándose de brazos.

—¿Grande? Grande está mi pene. Pásame la tarea o le digo al director que traficas porno. —lo amenazó Taehyung.

—¿Y? que se entere, aquí todos en este salón hemos visto porno o ¿No, Jimin? —lo miró Namjoon.

—¿Eh? ah sí, todos. —dijo Jimin y cambió la miró hacia otro lado.

—¡Jimin! —lo llamó Taehyung. —Me esperas a la salida, iré contigo.

Jimin asintió con la cabeza sin mirarlo. Se quedó mirando hacia la ventana, se había enfocado en un punto, más bien en un árbol. La cosa era que Jimin sentía que lo vigilaban desde aquel árbol, o solo quizás se estaba volviendo loco.

Jimin sacudió la cabeza y se frotó los ojos. Miró hacia la pizarra y vio entrar a su maestro de biología. El hombre de unos 30 años empezó a dictar la clase, pero cada vez que Jimin escribía alguna palabra en su cuaderno tenía la sensación de mirar hacia el árbol. El chico captó que algo se movía, no eran las hojas del árbol. Era alguien que se escondía detrás. Entrecerró los ojos y vio que era un chico, junto a otro chico. Al parecer se estaban enrollando a escondidas. A Jimin se le escapó una sonrisa tímida de sus labios y siguió escribiendo.

Terminó de escribir el párrafo que estaba en la pizarra y volvió a voltear hacia la ventana. Los chicos del árbol estaban hablando con dos hombres, vestían de negro y uno traía una máscara negra. A Jimin se le aceleró el pulso cuando vio al hombre de máscara con un arma en las manos que apuntaba hacia la cabeza de un chico.

Jimin abrió los ojos y se levantó lentamente de la silla sin apartar la mirada de la silla. Jimin sintió la corazonada que eran los hombres que había visto antes, los que habían matado a aquel hombre. Aquel hombre que tenía apuntada el arma hacia la cabeza del chico, al parecer le estaba gritando, porque el chico que lo acompañaba lo abrazaba por la cintura. El hombre apretó el arma en sus manos, Jimin espero el disparo pero nunca llegó.

Los dos hombres atacaron a los chicos a golpes, Jimin quería salir para ayudarlos, pero era débil e idiota. Si iba allí, quizás lo matarían por meterse donde no lo llaman. El hombre de máscara golpeó al chico que le había tenido la pistola en la frente. El otro hombre golpeaba al chico que lo acompañaba.

Jimin se lamió los labios y se le abrió la boca cuando el hombre se quitó la máscara y dejó ver su rostro. Su cabello era de un rubio intenso y sus facciones era delgadas.

—Señor, Park Jimin. —lo llamó el profesor. —¿Quiere decirnos qué es lo que ve allá afuera?

Ignoró la voz de su maestro y siguió con la vista fija en la ventana.

—Señor, Park Jimin... —volvió a llamar el maestro.

—¡Jimin! —le gritó Jin.

Fue ahí en donde Jimin bajó la mirada al rostro de Jin y luego volvió a mirar a la ventana, se estaban llevando los cuerpos inmóviles de los chicos.

—Lo siento, pero debo salir. —le dijo Jimin a la clase y cogió su mochila se la enganchó en el hombro y caminó hacia la salida.

—Señor, Park Jimin, espere un momento. —le dijo el maestro, pero Jimin ya había salido por la puerta. —¡Señor, Park Jimin!

Jimin empezó a correr hacia la salida. Empujó las puertas de la escuela y siguió corriendo. Se ubicó en el centro de la preparatoria y recordó el camino al que daba la ventana. Jimin volvió a correr.

Jimin se giró y vio el árbol, corrió hacia él y lo observó. Los chicos ya no estaban ahí y tampoco los hombres. Jimin cerró los ojos con fuerza y apretó sus puños, soltó un suspiro de decepción. Jimin abrió los ojos y rodeo el árbol, observó cada detalle, hasta se sentó en la hierba para buscar algún objeto o algo, pero nada.

Jimin se escondió detrás del árbol al ver al director pasará muy cerca de él mientras hablaba con una maestra. Jimin pegó la cabeza al tronco del árbol y soltó una risita. Se sentó en la hierba y se puso a pensar. ¿Porque esos hombres eran así? ¿Les pagaban por cada muerte? ¿Quién era su jefe? ¿Por qué quería ver a tantas personas muertas? ¿Quién era ese "M.Y"?

—¡¿Qué hace?! —unas manos se colocaron en los hombros de Jimin y el chico saltó de la sorpresa.

—No hagas eso, Jungkook. —le dijo Jimin a su hermano.

Jungkook tomó asiento a su lado y notó que su hermano traía la vista fija en algo.

—¿Te drogaste? —le preguntó Jungkook.

—Sabes que no me gusta, Jungkook.

Jungkook rodó los ojos y sacó de su mochila una barra de granola, Jimin lo miro cuando se la llevó a la boca. —¿Quieres? —le preguntó. Jimin negó y volvió la mirada hacia la nada.

—Aquí había dos chicos... —empezó a decir Jimin y Jungkook le presto toda su atención. —Yo miraba desde la ventana del salón y vi cuando unos tipos se acercaron a ellos, uno le apuntó hacia la frente con un arma.

Jungkook se atragantó con la comida y miró a Jimin como si estaba hablando enserio.

—No le disparó a nadie, solo que se lanzaron a golpearlos y...., y ahora no sé dónde están. —dijo Jimin y Jungkook se mordió el labio.

—¿Les viste el rostro?

—Solo a uno. Era rubio con buenas facciones. — dijo Jimin y Jungkook miró hacia la nada. —Eran los asesinos que vimos ayer, Jungkook.

Jungkook se levantó exaltado y Jimin lo miró extrañado.

—Esto es estúpido. ¿Cómo pueden ser los asesinos del estacionamiento? —preguntó Jungkook

—Lo son, Jungkook. —dijo Jimin con seriedad.

—Eso es imposible, Jimin.

—Son ellos, Jungkook. Vi como los golpeaban sin ningún temor alguno de matarlos. Son ellos, Jungkook. —se levantó Jimin de la hierba.

—Es imposible... —empezó a caminar Jungkook. —Imposible...

—¿Qué querrán? —se preguntó Jimin.

—No lo sé y no me interesa saber. —le respondió Jungkook, se agachó y cogió su mochila, se la guindo en el hombro. —Iré a clases. Tú deberías hacer lo mismo.

—Me iré a casa. —le respondió Jimin agarrando su mochila.

—¿No vas a entrar a tu próxima clase?

—Matemáticas tiene problemas, que ellos se resuelvan solos. Yo no los tengo que hacer. —le dijo Jimin y comenzó a caminar, pero se detuvo. —Ah, y a Taehyung que los esperes, se irá contigo.

Camino de nuevo dejando a Jungkook con la palabra en la boca. Jimin se guindo la mochila y se metió las manos en los bolsillos, soltó un suspiro y se movió el cabello. Caminó por la cera, no sabía a donde iba solo sintió deseos de caminar y pensar.

A la edad de 15 años, lo que hacía Jimin siempre lo reflexionaba, veía algo y reflexionaba. Le gustaba pensar demasiado, a veces Jungkook no sabía cómo era que los dos eran hermanos. Cuando cumplió los 18 su pensamiento se duplicó. El chico a veces se quedaba mudo viendo a la nada, pensando en cómo sería su vida, si estuviera enamorado, casado o hasta muerto.

Jungkook sugirió que lo metieran a un psiquiatra porque hablaba solo por las noches y gritaba demasiado. Cuando se enojaba destruía todo a su paso, rompía todo. Una noche casi mataba a golpes a Jungkook por decirle que nadie se iba a enamorar de él, porque tenía problemas. A Jimin no le gusto y se le lanzó a Jungkook.

Jimin quería que alguien lo amara, no importaba quien. Pero que él se sintiera amado. Jimin cruzó la calle y siguió caminando. Los vellos de su nuca se levantaron y Jimin comenzó a sudar frío.

El chico se volteó y vio a unos tipos lo observaban desde una camioneta blanca. Jimin sacudió la cabeza y siguió caminando. Había pensado que lo estaban siguiendo, pero no era así. Jimin siguió su camino moviendo la cabeza para todos los lados mientras tarareaba una canción.

Se detuvo en seco cuando volvió así sentir que alguien lo veía. Jimin se lamió los labios y miró por encima del hombro. La camioneta blanca estaba así unos cuantos metros de él. Pensó que la había dejado atrás hace rato, pero al parecer no.

Jimin suspiró y siguió caminando, cada paso que daba miraba hacia atrás y veía que la camioneta avanzaba despacio. A Jimin se le aceleró el pulso, lo estaban siguiendo. Jimin aceleró el paso, mientras trataba de respirar lentamente.

La camioneta se movió un poco más cerca y fui ahí cuando Jimin empezó a correr. La camioneta aceleró un poco casi alcanzando a Jimin. Sintió arder sus ojos y siguió corriendo. La camioneta lo alcanzó. Miró a su lado y vio al hombre que se había quitado la máscara, traía una sonrisa siniestra y Jimin abrió los ojos. Corrió demasiado rápido y sintió las lágrimas bajar por su rostro, estaban asustado, si lo atrapaban lo podrían matar hasta incluso llevarlo con su jefe y eso sería terrible.

Jimin frenó para tomar aire y vio de reojo cuando la camioneta paro y se bajaron los dos tipos. Lo invadió el miedo. El chico salió corriendo cuando el tipo casi lo alcanza con las manos.

Volvió a correr y entró entro a un callejón, miró varias veces hacia atrás para ver si lo seguían, pero por andar mirando se chocó con alguien y los dos cayeron al suelo. Jimin quedó encima de un hombre, su piel era demasiado pálida, sus ojos eran de un café y no tenían brillo.

Jimin se quedó boquiabierto encima del hombre, casi dejaba caer la saliva encima de él.

—Creo que deberías levantarte, niño. —le dijo el hombre y Jimin tardó unos segundos para procesar lo que había dicho.

Sus mejillas se pusieron coloradas y apartó del cuerpo de aquel hombre. Jimin bajó la cabeza en modo de disculpa hacia su mayor.

—¿Por qué venias corriendo? ¿Tenías prisa? —le preguntó el hombre.

—Discúlpeme, no lo había visto. Me estaban persiguiendo y no...

—¿Persiguiendo? —arrugó la frente el hombre. —¿Quién? ¿Por qué? ¿Robaste algo?

Jimin abrió los ojos y negó con la cabeza.

—No, yo no robo. —le dijo Jimin y se llevó una mano a la nuca. —No sé quiénes eran, señor. Pero, son malos.

El hombre observó a Jimin detalladamente. Por fuera era un chico que estaba en forma, labios carnudos y unos hermosos ojos. Pero, por dentro era un niño inseguro de sí mismo y tímido.

—¿Malos? ¿Cómo lo sabes? —le preguntó

—Los he visto maltratando a unas personas y es muy... —Jimin cerró con fuerzas los ojos cuando pasó por su mente el recuerdo de los sesos volando. —Es muy repugnante ver eso.

El hombre le alzó una ceja y soltó una carcajada, Jimin lo miró extrañado.

—Parece que has pasado por un trauma, niño. —le dijo el hombre y se acercó a Jimin.

—Se te pasará, ya verás.

Le colocó la mano en el hombro a Jimin. Una oleada de calor invadió el cuerpo de Jimin al contacto de aquel hombre. El hombre se quedó mirando a Jimin a los ojos como si fuera a succionar su alma. Jimin se sintió incómodo y apartó la mirada con las mejillas coloradas.

—Me gusta ver cómo te sonrojas. —le dijo el hombre a Jimin y colocó su palma en la mejilla derecha de Jimin.

Jimin lo miró extrañado. El hombre a plena vista parecía amable, pero algo en él decía que no lo era.

—¿Cómo te llamas?

—Ji-Jimin, soy Park Jimin

El hombre le sonrió.

—Lindo nombre, Jimin. Me gusta —le guiñó el ojo.

—Se-Señor debo irme, necesito llegar a casa. —le dijo Jimin. —Tenga un buen día.

Jimin le pasó por el lado, pero el hombre se giró y le alcanzó la muñeca a Jimin. Lo atrajo de vuelta hacia él.

—Aún no te he dicho mi nombre. —de sus labios escapó una sonrisa torcida.

A Jimin se le revolvió el estómago.

—Se-Señor de verdad, debo irme. Mi madre me espera. —dijo Jimin tratando de soltarse de su agarre.

—¿Por qué te quieres ir tan rápido, Jimin? Apenas nos empezamos a conocer. —el hombre se acercó a Jimin y le acarició la mejilla. —¿Qué edad tienes?

—Cumplo 19 en octubre.

—En tres meses, perfecto.

El pulso se le aumentó por la cercanía y su caricia. Jimin sentía que ese hombre era malo y tenía que irse lo más rápido de ahí, si se quedaba un poco más quizás pasará algo que no le iba a gustar a Jimin.

—Se-Señor me disculpo, pero mi mamá...

Un dedo chocó contra los labios de Jimin, callándolo.

—Tu mamá estará bien si no llegas pronto. Por lo antes, déjame invitarte un helado. —le dijo el hombre con una sonrisa amigable.

—Se-Señor, no lo conozco. —le dijo Jimin y se apartó de él

—Tranquilo, no te haré nada. Vamos a conocernos, Jimin. Siento que tú y yo seremos muy amigos.

—Se-Señor, discúlpeme. Me tengo que ir. —le dijo Jimin y caminó a paso rápido lejos de él hombre.

—¡Soy Min Yoongi! —le gritó él y Jimin lo miró por encima del hombro. —¡Me encantó conocerte, Jimin!

Jimin se giró y vio que el hombre se despedía de él con la mano. Alzó su mano para hacerlo mismo, pero se dio cuenta que lo hacía su cuerpo. Le dio la espalda y siguió caminando a paso rápido.

Min Yoongi se quedó observando la espalda de Jimin y sonrió cínicamente. Se llevó las manos a los bolsillos y escupió saliva al suelo.

—Te encontré, Park Jimin. Nos veremos muy seguido, pequeño.        






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