𝐜𝐚𝐭𝐨𝐫𝐜𝐞

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El viejo cuartel de la legión de exploración.

Sentía mi frente sudorosa, a pesar de que ese blanco pañuelo se ajustara en mi cabeza para evitar que el polvo cayera sobre mi cabello, me mantenía acalorada. Sostenía aquel trapeador, manteniendo un patrón en el suelo, limpiándolo. Hace mucho que no venía aquí, de hecho, hace años. La primera ves que vine, mi padre aún no tenía el mandato que tiene ahora. Él en ese entonces, solo era un capitán, un líder a quienes todos seguían sin recelo, confiaban en él, como aún lo hacen. Me tumbe en el banco de aquella ventana, la soledad de esta habitación me hacía sentir que sin duda, echaba de menos a mis compañeros. Sostuve el trapeador, la iluminación se adentraba en cada rincón de este lugar. Aún, a través de ella, se veía el polvo. Bufé. Sabía que si no limpiaba lo suficiente, recibiría un regaño que no necesitaba para nada. Me giré, una vos femenina llego a mis tímpanos al igual que una reconocida voz. Tumbada en la ventana, podía ver como de un caballo blanco con manchas cremas se bajaba una chica de estatura media. Su cabello era cobrizo, la luz del sol lo iluminaba como la misma llama de un fuego, estaba envuelto en una recogida trenza que permitía tener acceso a sus facciones. Nunca la había visto, mucho menos en la cercanía que tenía junto a mi padre.

—Oye.—me sobresalte, escuchando la fría voz de aquel capitán dirigirse a mi, Levi yacía adentrándose en la habitación, visualizándola por completo con desilusión.—Esto aún luce asqueroso, ¿lo sabes?—me preguntó, acercándose.

—Alguien llegó. ¿Quién es?—le pregunté curiosa, viendo que portaba el uniforme de la legión, pero en cuanto Levi se asomó a la ventana, se tenso, como si le doliera ver a esa adulta ahí.

—Nadie importante.—artículo él, distanciándose fríamente de mi, para dirigirse a la salida.—Termina de limpiar, o te irá peor que el otro mocoso.—expresó, dándome la espalda.

—Si, capitán.—asentí, viéndole irse sin decir más.

Me quede desconcertada, como mismo había entrado, se había ido. Frío y lleno de una amargura que lo perseguía hasta en las sombras. Su actitud había decaído, aunque su semblante siempre ha sido sombrío, él visualizar aquella mujer lo tenso. Lo supe, porque vi sus músculos caer con el asombro de su mirada turbia. Levi era un hombre misterioso, muy inexpresivo y eso hacía que fuera imposible descifrar lo que sentía, pero sin duda, lo más que se podía notar de un hombre como él, era cuando estaba emotivo o conmovido. Me giré, para ver la ventana, pero ya no había nadie. Nuevamente me levante, apretando más el trapeador para limpiar. No sabía cuantas horas me había costado estar aquí, limpiando y aseando. Debía hacerlo, era una principal tarea de convivencia expuesta por el mismo Levi. Él, era demasiado obsesivo con la limpieza y la organización, todo lo que se viera estropeado o sucio, sin duda alguna lo abrumaba e asqueaba. Me quite aquel pañuelo, limpiando mi sudor. Suspire gruesamente, aún la tarde no acababa, pero mi mandato si. Ya no veía más polvo en el reflejo de la habitación, por lo cual me deslicé en la pared. Todo mi peso decayó en cansancio. No había tenido tiempo de pensar, ni siquiera un poco. Lleve la mano al borde de mi puente en la nariz. Aún, podía escuchar los gritos de Marco estremecer cada parte de mi erizada piel. La culpabilidad me agobiaba, me llevaba a una agonía de la que no podía escapar. Ni siquiera, había podido hablar sobre esto con alguien.

No tenía el valor de poder mirar a los ojos al menos a Eren y decirle, "Marco murió y no pude hacer nada". Me dolía, quizás, por esa razón había deseado no entrelazarme con nadie, pero era inevitable no haberlo hecho con todos ellos. De un momento a otro, se habían vueltos cercanos. Todo una rutina, una misma rutina. Y ahora, estaba segura que Marco no sería el primer ni último amigo a quien veré morir. Recosté mi cabeza, llevando mi brazo a la rodilla, haciéndole descansar cuando los azulados ojos de Armin Arlert llegaron a mi mente sin previo aviso. Extrañada suspire, su rostro, su voz. Todo retumbó en mi como un presagio, pero este no era maldito, era sano y abiertamente bonito. Nunca había pensando en él con tanta frecuencia, solo se que por alguna razón, no podía sacarlo de mi cabeza. Poco a poco, sentí mis mejillas calentarse, era un sonrojo inevitable que me hacía esclarecerme a mi misma, que le echaba de menos. Más de lo que he podido hacerlo. Levante mi mirada, escuchaba pasos huecos fuera del pasillo. Había un silencio, uno que ni siquiera note, pero cuando logré visualizar los azulados verdosos ojos de Eren encontrarme, todo mi cuerpo recobró energía en medio de la emoción. Eren no solo era especial para mis compañeros, él sin duda era especial para mi, uno de los pocos que apreciaba.

—Hola, Eren.—le salude, viéndole sostener varios trapos socios, él también se veía exhausto con aquel trozo de pañuelo blanco cubriendo su cabello.—¿Ya terminaste?—le pregunté en cuanto se sentó, abatido, buscando aire para sí mismo.

—Yo, no lo sé. Cada ves que creo terminar, el capitán Levi me hace entender lo contrario a eso.—esbozo, cabizbajo y apenado.—Pareces llevarte muy bien con él.—comentó, por la ausencia de mi queja.

—El capitán Levi, por alguna razón parece sentir que soy más que la hija de un simple comandante.—le decía.—Él, al igual que ustedes, me veía como una persona normal. Y también, como si fuera su familia. Me estima, lo sé por cómo siempre busca socorrerme y hacerme entender el mundo en el que vivimos. Yo también lo estimo.—confesé, viendo a Eren mirarme.

—¿Sabes? Nunca creí que fuéramos a llevarnos tan bien.—sonreí, viéndolo a él estar más relajado.—Y es que, desde el primer día, no parecías sentirte cómoda con ninguno de nosotros. A menos que fuese Reiner o incluso, Berthold. Pero, te agradezco que te hayas esforzado en ayudarme, siempre lo dire, te debo una.—indicó, pero denegué rápidamente.

—No me debes nada, Eren. Eso era lo que debía suceder para que yo pudiera alentarme a mi misma a conocer personas extraordinarias como lo son todos ustedes.—expresaba, melancólica.—Los aprecio, más que nada en el mundo. Por eso estoy aquí, para no dejarte solo. Tenemos que descubrir juntos lo qué hay en ese sótano, ¿no es así?—le pregunté, viéndolo afligido.

—Ainara, muchas gracias. Siempre he creído que soy un idiota e impulsivo, pero me haces sentir que no es así. Me das la confianza, por eso, gracias.—agradeció cabizbajo, en medio de una conmoción.—Si te recuerdo de ShingaShina, me apena tampoco haber podido haberte hablado. Quizás, las cosas serian diferente ahora.—musitó.

—No creo que sea diferente, igualmente todos somos amigos. ¿No es así?—pregunte, notando que la intensidad del sol, empezaba a bajar.

—Me refiero a Armin.—desconcertada, guarde silencio por su breve interrupción.—Las cosas entre tú y él, serían diferentes—esclarecía.

—¿Qué? ¿De qué estás hablando?—le pregunté, sigo nerviosa, mientras que mi estómago se revolcaba ante los pensamientos de aquel rubio.

—Oye, ambos son mis amigos. Se que, se gustan el uno al otro. Al menos, de él si tengo seguro que está profundamente enamorado de ti. Supongo que lo flechaste cuando le diste ese golpe en la nariz hace unos años. Icónico.—abrí mis ojos grandemente, aún mi estomago se revolcaba con más intensidad por lo que Eren me decía.

—¿Armin realmente está enamorado de mi?—le pregunté, con mis mejillas sonrojadas.

—¿Qué, no es muy obvio?—me preguntó levantando una ceja.—Quizás, el hecho de que Reiner también sienta algo por ti, hace nublar el sentimiento de Armin. Podría ser esa la razón de que él no se atreva a decirte, ¿será?—se preguntó a sí mismo, para hacerme mirarle extrañada.

—¿Ustedes hablan de nosotras?—le pregunté, notando como se sobresaltó.

—¡No! ¡Bueno, a veces!—exclamo, impulsivamente.—¡No le digas eso a Mikasa, pensaría mal y estaría todo un día pidiéndome que le dijera algo sobre ella!—me pidió, por lo cual levante una ceja, pícaramente.

—¿Por qué Mikasa?—le pregunté, viéndole fijamente a sus ojos, algo parecía brillar en él.

—Olvídalo, no viene al caso. Me desvíe, lo siento.—me dijo, cabizbajo y apenado.—No importa, pero todo pasó el día de la montaña de nieve. Cuando, besaste a Armin.—me helé, por completo me helé cuando musitó esas palabras.—Te desvaneciste, suponíamos que no recordarías nada, por eso nadie nunca dijo nada sobre eso. Al menos, Reiner, Berthold, Annie, Mikasa y yo. Fuimos los únicos que vimos como lo empujaste hacia ti, para besarlo. Desde ese día, creo que culminaste en sellar ese sentimiento que Armin tenía por ti.—pensativa desvíe la mirada, sin tener una memoria sobre eso, porque para mi, había sido como un sueño.—Afirme que tú eras por ahí como dicen, ¿la mitad de su naranja? Ah, ¿así se dice?—se preguntaba Eren.

—Se dice, media naranja. "Ella es su media naranja". Así es que se dice, idiota.—ambos nos sobresaltamos, visualizando al capitán Levi tendido en el margen, cruzado de brazos.

—¡Capitán!—le llamamos, algo apenado, pues parecía haber estado ahí por mucho rato.

—Oigan mocosos, dejen su charla romántica para otro día. Levántense.—nos pidió, por lo cual rápidamente lo hicimos.—Eren, te voy a presentar a mi escuadrón especial, mientras que tú Ainara, tu padre quiere verte. Él está en el patio, muévanse.—expresó, fríamente para sacarnos de la habitación con un tacto de brusquedad.

Eren y yo caminamos en medio de aquellos pasillos. Ambos exhaustos, sucios y sin duda, apestosos. Mantuve mi cabello amarrado en una coleta baja, con algunos flequillos por fuera, mientras que Eren tenía su cabello castaño oscuro despeinado. Él estaba atemorizado por la presencia del capitán, sus pasos resonaban duro contra el suelo, se sentía auditorio. Estaba nervioso, de seguro lo estaría más ante la presentación de varios veteranos. Pues, el capitán Levi era líder de su propio escuadrón, desconocía sus portadores, pero se que le respetaban por igual. De hecho, cuando le conocí, había deseado pertenecer a dicho escuadrón, porque sin duda admiraba el trabajo que hacía Levi como soldado. Él era eficaz, como también, sumamente mortal para los titanes del exterior. Dicen, que él jamás había perdido contra un titán, excepto el día en que pareció haber perdido algo significativo para él, hace años cuando conoció a mi padre. Todavía, el dolor de su duelo se esclarecía en sus pasos. De reojo le mire, aún iba decaído. Parecía estar asombrado por la presencia de aquella ajena mujer a mi, pero mientras caminamos al exterior de ese patio, pude presenciar cómo Levi y Eren se desviaron, dejándome sola en mi andar. Me detuve en seco, el capitán Levi no desvió su mirada hacia mi, él continuó guiando a Eren sin decir una sola palabra de mi desvío.

—Ainara.—miré adelante, la presencia de mi padre llamo mi atención, pero más la mujer que yacía a su lado, con sus manos atadas en la espalda baja.—Hija, ven, por favor.—me pidió.

—¿Quién es ella?—pregunte descortés, y es que, la curiosidad me mataba más que la firmeza que debía tener mi disciplina; ella me miró con detenimiento, sus ojos eran un azulado muy claros, parecían grisáceos, no había visto unos igual.

—Laia Stone, tú segunda capitana al mando.—ella estrechó su mano, dirigiéndose a mi, su voz era gruesa y también, bastante fría como la mirada que había en su semblante.—Es un honor por fin conocer a la hija del comandante Erwin.—estreche mi mano con la suya, por breves segundos hasta que dejamos caer nuestros hombros para mantenernos distantes.

—Laia ha trabajado con Levi durante todos estos años, por lo cual también tendrán que acatarse a sus órdenes sin vacilar.—decía mi padre, aún lado de ella.—Su hermana menor, Jana Stone pertenece al escuadrón de operaciones especiales que Levi y Laia dirigen.—me esclarecía, asentí.

—¡Laia!—una chillona voz me alarmó, por lo cual me giré abrupta, viendo a esa mujer de cabello castaño amarrado y anteojos mirarnos.—¡No puede ser! ¡Moblit, ven aquí!—pasmada mire como ella mantuvo su mirada en mi, y en dos pasos, estaba frente a mi cuerpo, examinándome.–¡Pero si es igual de hermosa que su madre Averly, es sumamente increíble!—exclamaba, apretando mis mejillas con fuerza.

—Sargento, por favor, esta lastimándola.—un hombre llego a nuestro lado, agitado y buscando aire, su cabello castaño decaía en su cabeza.

—Hange, me alegra mucho que hayas podido llegar. Pero, veo que sigues comportándote igual de imprudente.—musitó Laia, mirándola con detenimiento por lo cual aquella mujer se distanció de mi, haciéndome acariciar mis mejillas.

—Pero, ¿has venido más amargada que antes?—le preguntó Hange en medio de una sonrisa, notando como la mujer de cabello cobrizo mantenía una fina línea sus labios.—Supongo que eso pasa con las mujeres que se lían con Levi.—artículo, dejándome asombrada por lo que dijo, pero la mujer delante de ella solo cedió en el silencio, mientras que Hange sonreía.—¡En fin!—expresaba, para volver a girarse frente a mi.—Bienvenida al viejo cuartel nuevamente, Ainara.—me expresó ella, acariciando mi hombro.

—Con su permiso.—la mujer de cabello cobrizo se aisló de nosotros, con un rostro frío e entristecido, me quede observándola, hasta que el suspiro grueso de mi padre llamó mi atención.

—Hange, eso fue algo imprudente de tu parte.—musitó mi padre, con una fina línea en sus labios.—Laia está aquí para ayudarnos con lo que sería la restauración del camino hacia el distrito Maria. Necesitamos de sus habilidades, tanto físicas como mentales.—exclamaba mi padre, viendo a Hange algo apenada.

—Si Erwin, quizás tienes razón, fue algo imprudente de mi parte mencionarle a Levi.—musitó ella, acariciando su mejilla.—No es que nunca nos lleváramos bien, pero se que aún me ve como una desquiciada.—decía cabizbaja.—Iré a recoger mis cosas, debo acomodarme e iniciar con los experimentos de los titanes que capturamos.—musitó ella, girándose.—Ainara, luego me gustaría hablar contigo. Hay muchas cosas que quisiera contarte.—expresó, en una leve sonrisa, por lo cual tímidamente asentí.

—Hange puede ser algo, extrovertida, pero es una mujer grandiosa.—recitó mi padre aún lado de mi, visualizando cómo la examiné de pies a cabeza.—Ella y tú madre se llevaban bien.—añadió, por lo cual helada alce la mirada para ver cómo su rostro decayó en el recuerdo de aquella mujer.

—Me duele saber que todos saben algo de ella.—expresé, fríamente.

—¿Qué más quisieras saber?—me preguntó, mientras que pensativa, veía el atardecer caer sobre nosotros.

—Dónde está.—musité, en medio de esos tonos naranjales que nos alumbraban, levante la vista viendo a las aves, para sentir la brisa en mi rostro.

—Espero algún día descubrirlo, aunque eso me cueste todo... —murmuró, levantando la vista firmemente.

Sentí como me acercó a él, como si deseara protegerme del mundo, pues la pesadez de su brazo recostado en mi hombro, impedía que me moviera más allá. En sus ojos, se veía el dolor que esa ausencia le cansó. Por varios años, presencia esa mirada. Intriga, agonía. Se mezclaban en las noches donde despertaba sin poder dormir, para abrir la puerta de su habitación y verlo tendido en el borde de su cama, preguntándose miles de cosas que no parecían tener una sola respuesta justa. Amor, había aún amor en su suspiros. No solo el amor tan grande que tenía por mi, por lo único vivo que pertenecía a él como herencia de un amor, si no, por la mujer que se fue y le dejó desolado sin una sola respuesta. Era un misterio, un misterio que nos dejó desconsolados, pero más unidos que nunca, porque siempre hemos sido él y yo. Abrace a mi padre, en medio del atardecer que caía. Firme, serio, un hombre justo con ideales afirmativos. Así lo veían muchos de los soldados, mientras que yo, lo veía como el héroe que me salvó del mundo tan cruel en el que vivimos. Mamá, no sé si aún estés aquí o más allá, pero espero algún día toparme con la mujer que me dio la vida, para así quitársela a mi padre. Llegara ese día, ese día donde nos encontraremos cara a cara. No importa qué.

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Hola.☁️Alerta de colaboración.💕
CherryTailBlossom será la encargada de desarrollar la historia sobre Laia Stone y un triángulo amoroso a muerte.

Mientras que por otro lado, ackermanreiss02 será quien llevará a cabo el desarrollo de Jana Stone, la oc que tendrá una relación con Jean Kirstein.💕

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