𝐮𝐧𝐨

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Entre medio del mar.

No podía taparme los oídos. Ni siquiera podía caminar con comodidad, el bullicio de personas me prohibía hacerlo por la gran festividad presentada en este pueblo. Los locales estaban regados de grandes filas, donde los niños se morían por comer helado, incluso, por jugar con algunos payasos, pero yo, yo solo quería salir de esta multitud, para buscar aire. Camine, aunque golpearan mis hombros y me exigían que caminara correctamente, continué caminando, para así, poder llegar al final de ese camino, sujetándome de las barandas que nos separaban de una caída al mar. Las apreté con mucha fuerza, dejando que todo mi peso se sostuviese de ahí. Respire hondo, muy hondo, observando el reflejo de mi persona en esas maravillosas aguas que chocaban entre sí. Cerré los ojos, sintiendo esa sensación, esa que me hacía sentir bien y despejada del mundo, donde solo la brisa acariciaba mi rostro y removía mi cabello. Pero, el cerrar los ojos, continuaba llevándome a una gran pesadilla, una pesadilla que no me permitía avanzar sin sentirme encadenada a ella. Nuevamente apreté la baranda, observando sus azulados ojos mirarme, mientras que yacía sentado a mi lado, tan sereno, observando el atardecer. No podía olvidarlo. Me estaba perturbando con el paso de mis días, como si me desintegrara. Solté una bocanada, sintiendo ese suave tacto en mi hombro, obligándome abrir los ojos.

—Ainara.—me llamo él, mientras que lo vi reflejado en el mar, mirándome.—Me he preocupado, no vuelvas a irte así. Por favor.—me pidió él, por lo cual mis músculos se aflojaron.

—Lo lamento, Reiner.—me disculpé, cabizbaja.—No puedo evitarlo.—justifique, levantando la mirada, para observar cómo la brisa removía también su corto cabello.—Ya se me pasará.—afirme, respirando hondo para dejar que toda esa vagues de pensamiento se fuese de mi ser.

—¿Quieres un helado?—me preguntó, haciéndome girar para observar la cantidad de niños que lo consumía.—Gaby y Falco me han pedido que vaya por unos, deben estar haciendo la larga fila junto a Pieck.—indicó Reiner.

—Si, eso estaría bien.—le dije, intentando de verme más serena, viendo como él asentía.—De vainilla, por favor.—le pedí, viéndose sonreír de lado.

—Quédate aquí.—me pidió, distanciándose de mi, para continuar caminando entre la multitud, haciéndome suspirar, para mirar al cielo.—Armin, me preguntó... ¿donde estás ahora?—murmuraba, mirando entre el mar, y el cielo.—Es que, no dejo de sentirte tan cerca.—murmuré nuevamente.

Mantenía mis ojos en el cielo. Era una pena, una gran pena que no pudiéramos tocarlo con nuestras manos, pero el hecho de que creíamos conducir hasta allí luego de una larga vida, me mantenía curiosa por saber cómo se sentía morir. Las aves volaban, paseaban por el cielo libremente, dejando sus plumas caer. Baje la mirada, dejando de observarlas. Inclusive, una pareció detenerse en la baranda a mi lado. La miré, bastante curiosa observe sus plumas. Era una hermosa ave, detenida a mi lado, sin moverse o tener algún instinto de sobrevolar temeraria por mi cercanía, así que, me quede a su lado, inmóvil mientras observaba el bullicio. Entre la brisa, pude ver como en el aire flotaba un sombrero, un negro sombrero el cual pude obtener cuando levante mi mano para alcanzarlo. Suavemente lo acaricie, observándolo detenidamente. Era suave, también muy hermoso. Lo sujete, por alguna extraña razón, lo sujete en mis manos, como si supiera que alguien vendría de una manera desesperada buscando su sombrero entre la multitud, pero mientras, devolví mi mirada al ave, quien picoteó el sombrero. Haciéndome sonreír de lado, pero dirigí mi mirada al fondo de la multitud, podía ver cómo la gente se removía, mientras que una mano sobresalía. De seguro era quien perdió el sombrero. Pero para eso, debíamos volver varios años atrás, donde esta historia comenzó. ¿Están listos?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro