010━━━skull rock

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010━━━skull rock












━━━POPPY DESPERTÓ CON FRÍO. Su ropa mojada había tardado en secarse y apenas había podido dormir. Estaba temblando de los nervios y de lo helada que se encontraba. Además, había dormido en la peor postura posible. Había puesto su cazadora vaquera en el suelo y había dejado su cabeza allí toda la noche para no tener la cara pegada a las hojas y la tierra del suelo. Sin embargo, ahora le dolía el cuello horrores por las dos noches seguidas durmiendo en el suelo.

Se incorporó levemente, bostezando y pasando sus manos por sus ojos, y miró a los lados con pereza. Al ver que estaba sola, abrió mucho los ojos. Se levantó casi de golpe y empezó a mirar cada tramo que había frente a ella para comprobar que alguien estaba por allí. Eddie no podía haberse escapado y haberla dejado sola.

Empezó a sentirse muy nerviosa, pues Eddie no llegaba y no sabía si marcharse o quedarse.

—Wheeler, ¿qué haces?

Poppy se giró sobresaltada y miró a Eddie con los ojos muy abiertos y una mano en su pecho por el susto. Eddie la miró con el ceño fruncido.

—¿Estás bien?

—Me has asustado. Pensaba que me habías abandonado.

Eddie la miró con confusión.

—Sólo he ido a por esto —le enseñó con una gran sonrisa, orgulloso de sí mismo, un walkie-talkie.

Poppy se quedó boquiabierta y se acercó a él mirando el walkie-talkie con asombro. Eddie le dejó que lo agarrara y Poppy lo miró de cerca.

—¿Dónde lo has conseguido?

Con la caída al agua al volcarse el bote la noche anterior, todos sus aparatos electrónicos dejaron de funcionar. Sus relojes, el walkie-talkie... Así que el hecho de que él hubiera conseguido uno para que pudieran comunicarse con alguien fue increíble.

—Lo he robado de una obra que estaban haciendo a un kilómetro de aquí, más o menos. Estaba metido en un cinturón de un trabajador y lo he cogido sin que me vean. También he programado la sintonía con el walkie-talkie de Dustin.

—Genial.

—Pero será mejor que nos movamos y que busquemos un sitio donde podamos escondernos.

Poppy estuvo de acuerdo y trató de desperezarse lo máximo posible para después agarrar su cazadora y ponérsela. Puso una mueca al darse cuenta de lo fría que estaba la cazadora también.

—¿Tienes frío? —Preguntó Eddie cuando empezaron a caminar.

—Estoy helada —Murmuró abrazándose a sí misma.

Eddie la miró pensativo y, después, se acercó a ella para pasar sus manos por los brazos de ella y comenzar a darle calor. Poppy se quedó algo sorprendida, pero no dijo nada hasta que Eddie terminó.

—¿Mejor?

A Poppy, a pesar de no querer sonar así, habló con la voz en un hilo al responder.

—Sí...

¿En serio le había gustado eso? Eddie tan sólo había pasado sus manos por su torso para que ella entrara en calor, tampoco había sido para tanto. Pero ahora su corazón latía a mil por hora.

Siguieron caminando durante unos minutos en silencio, esquivando matorrales y buscando cualquier signo de algo que no fuera árboles. Hasta que Eddie decidió romper el silencio.

—Oye, Wheeler...

Poppy lo miró.

—Sólo... sólo te quiero dar las gracias.

—¿Por qué?

—Pues por venir a ayudarme. Ayer estaba muy nervioso y te hablé muy mal, pero en realidad me sentía muy aliviado de ver que alguien había venido en mi rescate.

Poppy se quedó asombrada ante esas palabras, pues no se habría imaginado nunca a Eddie Munson diciéndole aquello. Bajo ninguna circunstancia.

—No es nada —se encogió de hombros—. Cualquiera lo habría hecho.

—No, no cualquiera. Ellos eran tus amigos y decidiste sacrificar esa amistad, parecer mi cómplice y más... tú tenías mucho que perder y ahora...

—Eh, Munson. Déjate de cursilerías —Bromeó ella. Pero se quedó algo seria—. Sí que he perdido mucho haciendo esto, pero... no tienes que darme las gracias. ¿Qué tipo de persona sería si no te ayudara sabiendo que eres inocente?

Eddie la miró con expresión dulce y sonrió de lado contemplándola caminar junto a él mirando al frente. Ella notó la mirada de Eddie sobre ella y al ver que le sonreía con la boca cerrada, pero de manera honesta, no pudo evitar ponerse muy nerviosa y mirar de nuevo al frente. Su corazón volvió a latir a mil por hora. Eddie la miró con confusión ante esa reacción.

—Tengo hambre y me encuentro como una mierda —comentó cambiando de tema.

—También te ves como una —bromeó él.

Poppy lo miró con la boca muy abierta e intentó no sonreír con ofensa falsa. Eddie sonrió y después soltó una carcajada para empujarla con su hombro en el de ella juguetonamente. Poppy le empujó de la misma manera y también rió.

Así, siguieron caminando hasta que llegaron a un lugar que Poppy y Eddie conocían muy bien: La Roca del Cráneo. Era una enorme roca que tenía la forma de calavera. Estaba apoyada sobre otra más pequeña, formando una especie de mini túnel de unos centímetros. Los dos se miraron al mismo tiempo, sorprendidos, y no hicieron falta palabras de confirmación para correr allí y sentarse debajo de ellas.

Eddie encendió el walkie-talkie y comenzó a hablar.

—Dustin, ¿me oyes? ¿Wheeler? —Dijo refiriéndose a Nancy.

No tardaron en responder.

—Eddie, qué fuerte. ¿Estás bien?

Eddie apretó los dientes intentando contenerse y apretó también el puño. Era normal, pues estaba pensando en que podrían haber respondido el día anterior. Y Poppy también lo pensó.

Eddie negó con la cabeza cerrando los ojos con fuerza y poniendo sus dedos en su sien con nerviosismo cuando respondió.

—No, tío —dijo con la voz ronca—, no podemos estar más lejos de estar bien.

—¿Quién está contigo?

Eddie miró a Poppy antes de contestar.

—Poppy.

Hubo un silencio al otro lado de la línea hasta que volvieron a contestar.

—¿Dónde estáis? —Preguntó Dustin.

—En la Roca del Cráneo. Uh... ¿La conoces?

—Ah, sí. Está cerca de Cornwallis y...

—Garret —completó Steve—, sí, sí. Sé dónde está.

—Esperad —pidió Dustin—. Ya vamos. ¡Ya vamos!

Eddie asintió cerrando los ojos tratando de calmarse a sí mismo. Poppy lo miró a su lado abrazándose a sí misma con una expresión llena de intranquilidad.

—¿Estás bien?—Preguntó aún sabiendo que no estaba bien.

—Es todo una mierda.

—Lo sé.

Eddie se quedó mirando al suelo, apoyando su espalda en la roca a un metro de Poppy. Parecía realmente afectado. Sabía que aquello no acabaría en nada bueno, y Poppy también lo sabía. Pensó en si Jason había dicho algo ya de ella, si también la buscaban a ella. Incluso a pesar de que Jason hubiera visto que Patrick había sido alzada del agua por una fuerza invisible, estaría seguro de que tenía que ver con algo relacionado al diablo. Así era su mente.

—Voy a ser culpado por algo que no he hecho —Gruñó—. Vivo con mi tío en una caravana de mala muerte y apenas se ocupa de mi. Llevo cuidándome sólo toda mi vida, quería graduarme este año y por fin... por fin poder evolucionar.

Suspiró con tristeza. Poppy escuchó con atención sintiéndose terrible por él. Ella había pasado por muchas cosas esos años, tampoco había tenido una vida fácil. Pero nunca le había faltado nada material ni cariño. Había tenido facilidades para conseguir lo que se propusiera, había tenido amigos que la habían apoyado sobre todas las cosas, dos padres y tres hermanos increíbles.

—Supongo que estoy destinado a estar solo y sin nada.

—Eh, no digas eso —Poppy lo miró frunciendo el ceño con sus rodillas pegadas a su pecho, girando su cabeza en dirección a él—. Eso es mentira. Nos tienes a nosotros.

Eddie resopló.

—Escúchame —volvió a decir ella—. No me voy a ningún lado.

Eddie se quedó mirándola fijamente y finalmente asintió. No apartó la mirada hasta que escucharon un sonido cerca de ellos. Se tensaron al instante y giraron sus cabezas en esa dirección con terror. Era el sonido de una hoja crujiendo.

Poppy puso su mano en su pecho por el susto, pero aliviada, cuando se percató de que se trataba de un saltamontes que en ese momento había saltado sobre una hoja del suelo. Rió un poco al darse cuenta de que les había asustado un insecto.

—Maldito bicho —Murmuró Eddie.

—¿Sabes? Cuando era pequeña recuerdo hacer casitas en el césped y en la tierra para insectos con Nancy y Mike —recordó ella repentinamente—. Les dábamos de comer y les hacíamos dormir en camas de hojas que creábamos. Recuerdo tocarlos sin que me diera ningún asco.

Eddie sonrió frunciendo el ceño, sin saber si eso era gracioso o confuso.

—Eso es asqueroso

—No lo es —replicó ella.—Yo no hago nada asqueroso.

—¿Ah, no? ¿Me vas a decir que juntarte con el equipo de baloncesto no es asqueroso? —Poppy no respondió—. Haces cosas asquerosas —Dijo negando con la cabeza con esa pequeña sonrisa—. Tienes suerte de que seas guapa.

La cabeza de Poppy se movió con una velocidad impresionante, se quedó mirando a Eddie con la boca entreabierta y sintió que sus mejillas se ponían rojas. Eddie rascó su nuca con nerviosismo e hizo una mueca mientras miraba hacia otro lado.

—¿Qué?

Eddie intentó ponerse serio y mirarla como si lo que hubiera dicho no era para tanto.

—Eres un poco guapa, ya sabes... sólo un poco. Que no se te suba a la cabeza.

Poppy sonrió complacida y siguió mirándolo intentando no reír por lo nervioso que parecía. Eddie pareció molesto al darse cuenta de que le había dado a Poppy el poder de saber cómo ponerle totalmente inquieto.

—No me puedo creer que Eddie Munson acabe de admitir que le parezco guapa —Poppy soltó una carcajada. En el fondo no podía evitar sentirse muy feliz por alguna razón. Era como haber ganado la aprobación esperada de alguien que realmente nunca le había importado, y mucho menos su opinión.

Eddie bufó perdiendo la paciencia.

—Cierra la puta boca.

Poppy dejó de reír y trató de ponerse seria mientras ocultaba su sonrisa de manera poco exitosa.

—Eh, eh. ¿Con esa boca besas a la gente?

Eddie la miró mordiendo su labio con enfado y al ver que ella no se intimidaba, como siempre, puso los ojos en blanco.

—Te odio —declaro él.

Poppy, inconscientemente, se acercó más a él y le dio un golpe en el brazo con su dedo índice para molestarle.

—No, no lo haces.

Poppy dejó de sonreír cuando vio que Eddie, aunque con expresión enfadada, bajaba su mirada hacia su boca. Ella sintió que su cuerpo temblaba ligeramente y bajó su mirada hacia los labios de él también. Mirándose mutuamente, sentados hacia la misma dirección, pero con sus cabezas giradas hacia el otro, apoyados con sus espaldas en la roca.

—No lo hago —dijo él en un susurro apenas audible.

Quizá Poppy no podía luchar más contra aquella molesta sensación que le hacía querer lanzarse sobre Eddie en cualquier momento, en especial desde que habían estado sentados uno al lado del otro. Ella no quería sentirse como se sentía pero en ese momento no lo pensó demasiado y se dejó llevar por sus impulsos.

Acortó la distancia entre Eddie y ella y sin llegar a tocarle, con sus manos apoyadas en la fría roca del suelo, acercó su rostro al de Eddie y le besó en los labios. Fue un beso dulce y corto, sin más que un toque de labios leve.

Poppy cerró los ojos y Eddie se quedó pasmado, con los ojos muy abiertos. Poppy se separó de él y entonces se dio cuenta de lo que acababa de hacer. Eddie y ella se miraron sin saber qué hacer o decir.

—Lo siento —Murmuró totalmente avergonzada—. No sé qué...

Pero no pudo terminar la frase porque en cuestión de un segundo Eddie se había acercado a ella y había pasado su mano por la mandíbula de la castaña para después devolverle el beso con fuerza. Poppy estaba sorprendida pero no paró la acción, si no que lo juntó más a ella agarrándolo de su cazadora mientras cerraba los ojos y hacía el beso más profundo.

Era la sensación más extraña que jamás había sentido. En su vida sólo había besado a dos personas: a un chico de su edad el verano pasado cuando la invitó al cine y la besó de manera desastrosa; y después a Chance, que nunca le había hecho sentir nada especial.

Sin embargo, aquel beso con Eddie consiguió que un cosquilleo en su vientre la inundara.

Eddie hizo que ella fuera tumbándose lentamente sobre el suelo y quedó encima de ella mientras seguía besándola con intensidad, mucha más intensidad que la que Poppy había empleado cuando ella había dado el primer paso. Parecía que quisiera devorarla.

Poppy pasó sus brazos por el cuello de Eddie y lo juntó más a ella mientras apretaba sus piernas contra las de él y disfrutaba de aquella sensación. Cualquier tipo de beso anterior no tenía comparación con el de ese momento.

Eddie dejó de besar sus labios para pasar a bajar su boca por la mandíbula de ella, después bajó hasta su cuello y Poppy cerró los ojos sin querer separarse en ningún instante.

—¡Te lo digo yo! —La voz de alguien aproximándose les hizo levantar la cabeza hacia los matorrales que había frente a la enorme roca.

Después se miraron el uno al otro con los ojos muy abiertos, Eddie encima de Poppy, y se separaron bruscamente. Se levantaron con velocidad y torpeza y Eddie le indicó que no hiciera ruido mientras escuchaban más voces aproximándose. Eran muchas personas.

Eddie le agarró la mano y le hizo correr hasta una roca más pequeña escondida entre matorrales para esconderse detrás de ellos. El corazón de Poppy parecía estar a punto de salirse de su pecho porque alguien podía pillarles, pero también por lo que acababa de pasar.

En los matorrales que había al lado de ellos a unos metros apareció un brazo con una manga color mostaza y después el rostro de nada más y nada menos que Steve Harrington. Poppy suspiró aliviada desde su escondite, con Eddie muy pegado a ella.

—¡Oh, boom! —Gritó haciéndose paso entre las ramas y las hojas mirando la gran roca—. Bada bing, bada boom. Ahí está, Henderson. La Roca del Cráneo. —comenzó a caminar hacia ella mientras Dustin entraba en escena también con una pequeña brújula en sus manos—. Chúpate esa enano, en esa cara de chulo engreído.

Steve, que por alguna razón que ellos desconocían quería restregarle a Dustin que se encontraban allí, le miró con arrogancia y se giró hacia la enorme roca.

—No es posible —Dijo Dustin mirando la roca con confusión.

Steve abrió y cerró la mano con sus dedos burlándose de Dustin imitándolo. Eddie comenzó a levantarse y Poppy lo miró con confusión.

—Ya, ya. Ni teniéndola delante de las narices lo admites —se encogió de hombros—. Admite que te has equivocado, cara de culo.

Eddie saltó de la pequeña roca con fuerza detrás de Dustin y de Steve. Ambos se giraron sobresaltados.

—Estoy de acuerdo —dijo Eddie—. Tú, Dustin Henderson, eres un... cara culo total.

Dustin sonrió aliviado de verle mientras Steve pasaba su mano por su boca sin parecer tan emocionado.

—Creía que te habíamos perdido —Dustin caminó rápidamente hacia Eddie y lo abrazó con fuerza.

Eddie sonrió levemente y le abrazó de vuelta.

—Yo también, tío —palmeó su espalda—. Yo también.

Poppy se levantó también y salió de detrás de la roca sin dar el salto dramático que Eddie había dado, sino resbalándose y casi cayéndose. Hacía honor a su título de torpe tras hacerle sangrar la nariz a una chica en su primer día de animadora.

—¡Poppy! —Dustin corrió hacia ella y también la abrazó con fuerza—. Dios, no sabes lo preocupados que estábamos por ti. No sabíamos nada de ti desde que te fuiste al funeral.

Se separaron y Steve fue el siguiente en acercarse a Poppy, con los brazos en jarras igual que una madre enfadada, y se quedó mirándola durante unos segundos seriamente hasta que repentinamente la acercó a él y la abrazó con fuerza.

—No vuelvas a asustarnos de esta manera.

—Vale, mamá —rió ella.

Nancy, Robin, Lucas y Max llegaron al segundo y Nancy soltó un grito ahogado al ver a Poppy. En cuanto Steve la soltó, Nancy fue la siguiente en abrazarla. Se quedó mucho tiempo aferrándose a su hermana con expresión preocupada.

—No se sabía nada de ti hasta que la policía ha dicho que Jason te vio con Eddie —Dijo consternada.

Poppy, aunque ya se había imaginado que eso pasaría, se separó de su hermana y se quedó mirando a todos con los ojos muy abiertos y sin saber cómo reaccionar a eso. Se le cayó el alma a los pies. Oficialmente ahora era otra sospechosa ante la autoridad. Todos formaron muecas que denotaban que ellos tampoco sabían qué hacer al respecto.

Poppy se abrazó a sí misma y miró al suelo. Eddie se quedó mirándola a unos metros con preocupación, pero sin saber qué decirle, en especial delante de todos.

—Os hemos traído comida —Dijo Robin sonriendo, intentando aliviar el ambiente.

Así fue como les entregaron patatas Lays, agua, cervezas y demás alimentos que Eddie no tardó en devorar, pues comía igual que un animal. Poppy también comió con ganas, aunque no de la misma manera, pues llevaba sin comer desde la mañana del día anterior. Eddie se quedó agachado con los pies en puntillas mientras bebía de una cantimplora, Poppy estaba sentada en un extremo de la roca un poco separada de los demás mientras se bebía una cerveza en silencio sin mirar a los demás.

Los demás les explicaron que el día anterior habían visitado la casa abandonada de los Creel. Afirmaron que pasó una cosa de lo más extraña, pues cuando llegaron a la buhardilla todos juntaron sus linternas en un círculo alrededor de un punto exacto que estaba muy iluminado y sus linternas también aumentaron su luz. Después de eso, fueron explotando una a una.

—Cuando llegamos a la orilla intentamos llamaros pero, ah... —desenroscó la cantimplora y bebió agua— se me ha mojado el walkie, se ha jodido y... he hecho lo único que hago ahora, por lo visto —dejó la cantimplora en el suelo y junto sus manos con una sonrisa irónica, riendo—: Correr.

—¿Sabéis a qué hora fue el ataque? —Preguntó Nancy.

Dustin, mientras, no paraba de dar vueltas sin escucharlos. Miraba su brújula dándole la espalda a los demás y parecía pensativo, inmerso en sus pensamientos y en lo que fuera que estaba maquinando. Poppy tampoco escuchaba: estaba mirando hacia el bosque, sentada de perfil en perspectiva de los demás, pensando en cómo ahora todo Hawkins pensaba que era la cómplice del supuesto asesino de su mejor amiga y en cómo antes había tenido una sesión de besos de lo más intensa con Eddie —al cual ahora no podía ni mirar a los ojos.

—No, sí, sí. Sé exactamente la hora que era —Respondió Eddie a Nancy. Se quitó su reloj de la muñeca—. El walkie no es lo único que se jodió.

Le lanzó el reloj a Nancy y ella lo atrapó al vuelo. Frunció el ceño y miró la hora que marcaba el aparato.

—Las nueve y veintisiete.

—Cuando se encendieron las linternas —Dijo Robin con sorpresa.

—¿Qué significa exactamente? —Preguntó Steve de brazos cruzados.

—Que la fuente de esa energía era Vecna atacando a Patrick —explicó Nancy.

—Pues... ya estamos más cerca. —comentó Robin—. Ya sabemos cómo ataca Vecna.

—Y desde dónde ataca —Habló Lucas por primera vez.

Max también participó. Llevaba dos trenzas como peinado y sus cascos apoyados en su cuello como siempre durante esos últimos días.

—Y ahora hay que colarse en su guarida en el Mundo del Revés y clavarle una estaca en el corazón.

—Eso si tiene corazón —recordó Robin.

—¿Una estaca? —Steve frunció el ceño—. ¿Igual que con un vampiro?

—Es una metáfora —se defendió Max de mala gana.

—Uh... con una bala bastará. ¿No? —preguntó Eddie en la misma postura, aunque de vez en cuando se giraba para mirar a Poppy sin parecer demasiado preocupado delante de todos.

—Yo voto por decapitarlo —Propuso Lucas.

—Sí, y yo me apunto a todo eso pero no podremos hacerlo hasta que entremos en el Mundo del Revés. —recordó Nancy.

—Ce tendría que recuperar sus poderes —dijo Max.

Dustin seguía dando vueltas como loco. Steve pareció de acuerdo con Max.

—Todo era mucho más fácil. Teníamos una colega con superpoderes.

—Superpoderes, ya —Dijo Eddie—. Lo habíais comentado —miró a Poppy de nuevo, pero al ver que ella no miraba a nadie y parecía tan afectada, se giró hacia Dustin—. Uhm... Henderson no está... maldito, ¿no?

Dustin, dándoles la espalda, se quedó paralizado mirando algo hacia el frente. Todos se habían girado para observarle.

—¿Maldito? —repitió Steve—. No, no. Qué va. Está bien. ¿Zumbado? No lo dudes.

Dustin abrió sus brazos y se giró hacia ellos gritando de manera brusca:

—¡Bada Bada Boom!

Todos lo miraron sobresaltados, incluso Poppy salió de su trance y se quedó con la cerveza a medio camino de su boca para quedarse contemplándolo con los ojos muy abiertos.

Dustin señaló a Steve y caminó hacia él lentamente.

—Bada-Bada-Boom —repitió más despacio que antes—. Yo tenía razón. La Roca del Cráneo está en el norte.

Steve echó la cabeza hacia atrás poniendo los ojos en blanco.

—Venga ya. ¿En serio?

Dustin asintió, sonriendo orgulloso de sí mismo. Steve señaló la roca con ímpetu y enfado.

—¡Esta es la Roca del Cráneo! ¿Vale? —Dustin siguió asintiendo y sonriendo—. Yo hice popular este lugar para venir a liarse con gente, yo lo conozco mejor que tú.

Eddie carraspeó la garganta y Poppy le dio un largo trago a su cerveza. Nancy y Robin parecieron darse cuenta de sus reacciones y se miraron entre ellas con sorpresa al darse cuenta de que las dos habían pensado lo mismo.

—Estás total y absolutamente equivocado —Steve seguía inmerso en su discusión con Dustin—. Ahora mismo. Al cien por cien.

—Sí —Dustin se inclinó hacia él—. Y... no.

Todos lo miraron con confusión. Steve puso sus manos en su rostro.

—Matadme.

—La brújula funcionaba al salir de casa de los Wheeler. Y funcionaba cuando nos subimos al coche. Pero fallaba cuando nos acercábamos al Este. Ahora está desviada. Cuando se estaba guiando yo, yo no me equivocaba. —levantó la brújula—. Sino la brújula.

—¡Si usas una herramienta defectuosa es culpa tuya! —Steve no pareció entender a qué se refería Dustin.

Todos se quedaron pensativos mientras intentaban atar cabos para entender lo que Henderson explicaba.

—Pero es que no es defectuosa —respondió Dustin—. Lucas, ¿te acuerdas de lo que afecta a las brújulas?

Lucas dejó de rascar su nuca y abrió mucho los ojos para después señalar a Dustin sin caber en su asomo.

—¡Los campos electromagnéticos!

—Sí —Dustin abrió los brazos con una pequeña sonrisa.

—Perdona... Pero me perdí esa clase —Robin frunció el ceño.

—En presencia de un campo electromagnético más fuerte, la aguja siempre apunta en dirección a esa fuente. Así que, o bien hay un imán súper grande por aquí, o...

—...hay un portal —completó Poppy la frase mirando hacia el bosque comprendiéndolo.

Dustin sonrió emocionado señalando a Poppy, orgulloso de que ella lo hubiera pillado. Eddie, que se había quedado ese tiempo escuchando sin comprender nada, se sintió más perdido que nunca.

—Pero estamos muy lejos del laboratorio —dijo Nancy.

—Pero y si, de alguna forma, ¿hubiera otro portal? Un portal que no conocemos —propuso Dustin—. Tendría que ser más pequeño y menos poderoso.

—Un mini portal —dijo Robin.

Steve se quedó con cara de póquer.

—¿Cómo?

—Ni idea —respondió Henderson—. Pero sí sé que algo está provocando esa alteración y la última vez que vimos algo similar era un portal. Y espero que lo sea porque así podríamos acceder a Vecna y liberar a Max de la maldición.

Dicho esto, Dustin se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia el lado contrario.

—¿A dónde vas? —preguntó Steve—. ¡Eh! ¡Eh, eh, eh! —Dustin paró en seco para mirarlo—. Todavía buscan a Eddie, y ahora a Poppy también, ¡no podemos irnos de excursión por el bosque!

Dustin levantó de nuevo la brújula.

—Esta pequeña cápsula de acero podría ser la clave para salvar a Max, Eddie y Poppy. ¿Qué me decís, Eddie y Poppy, los Desterrados?

Todos se giraron para mirar a Eddie y a Poppy. Eddie y Poppy se miraron entre ellos. Ella suspiró y Eddie se quedó unos segundos observándola con atención. Cuando habló no apartó la mirada de la castaña.

—Que creo que nos estás pidiendo que te siga a Mordor y —miró ahora a Dustin—, si te soy completamente sincero, creo que es una mala idea. Pero, ah... la Comarca... la Comarca está ardiendo.

Poppy entendió la referencia a los libros de El Señor de los Anillos por J.R.R. Tolkien en cuanto escuchó aquello. Jamás había leído aquellos libros, pues le parecían demasiado largos, pero eran famosos y ella era buena captando referencias.

Dustin, que también lo había entendido, comenzó a dar saltos en su sitio mirando a todos con una gran sonrisa.

Eddie se levantó poniendo sus manos en sus rodillas como soporte de impulso y se puso recto.

—Así que vamos a Mordor.

Se dirigió a Poppy se puso frente a ella.

—¿Qué dices, Wheeler? ¿Te apuntas? —le tendió una mano—. Nada que perder.

Poppy suspiró y se bebió lo que quedaba de cerveza en un trago. Dejó la botella de cristal, sin pesar en que eso podía ser perjudicial por la ansiedad del momento, y puso su mano sobre la de Eddie para ser ayudada a levantarse.

—Nada que perder.





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