013━━━henry creel

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013━━━henry creel














━━━DUSTIN LES HABÍA PEDIDO que subieran a la habitación de Nancy, así que los cinco se quedaron agachados frente a la cama de ella como bien habían sido ordenados. Dustin tenía la teoría de que cualquier objeto que tuviera mucha luz podía ser manipulado desde el Mundo del Revés por ellos en la misma posición. Fue así como les dijo que le quitarían a Holly uno de sus juguetes, el cual era una enorme pantalla con bolitas que debían  pegarse ahí para que, cuando se enchufara a alguna corriente, se iluminara. Pensó que ese era el modo más posiblemente eficaz para que ellos, los que no estaban en otra dimensión, pudieran escucharles.

Habían descubierto que si Dustin hablaba muy alto o gritaba podían entender lo que decía desde arriba, así que el plan fue que él hablaría y ellos contestarían a través de la luz.

Steve apuntaba con la linterna al punto exacto donde había afirmado Dustin que utilizarían la pantalla de Holly. Eddie se balanceaba hacia delante y hacia detrás apretando la boca con fuerza y tensión, muy nervioso.

Tíos, ¿lo estáis viendo? —escucharon decir a Dustin con eco y distorsionado.

Nancy acercó la mano hacia el punto iluminado por Steve y comenzó a mover la mano de la misma manera que habían hecho en las lámparas de la sala de abajo. Nada más hacerlo, ese halo brillante apareció y Nancy pareció intensificarlo. Todos sonrieron complacidos.

¡Es la hostia! —decía Erica. La risa genuina de Dustin les confirmó que habían notado ese acto.

Nancy no podía parar de mover sus dedos y su mano, agitándola con elegancia y parsimonia, haciendo disfrutar a todos de un efecto visual satisfactorio. La brillantina se movía manipulada por Nancy como si se tratara de un tipo de masa flotante.

Vamos a desenchufarlo, esperad.

En cuanto lo desenchufaron notaron que, efectivamente, había mucha menos intensidad de luz en ese lugar. Pero seguía siendo brillante.

Vale, ¡probad ahora!

Escribe —le dijo Eddie a Nancy.

Steve estaba en un extremo alumbrando, a su lado Nancy era la que había sido nombrada como encargada de escribir en la "pantalla", Poppy se encontraba en el medio junto a Eddie, y en el otro extremo estaba Robin, totalmente alucinada.

—Ah... —Nancy acercó su mano a la luz que había sobre su cama llena de enredaderas mientras Eddie subía sus manos a su cabeza con nerviosismo.

En cuanto Nancy puso su dedo índice sobre la luz, ésta volvió a aumentar su intensidad. Movió el dedo hacia abajo, y después, desde el centro de ese palo, dibujó otro tumbado. Así, hasta crear una «H». Después, al lado, escribió una «I».

¡Ha funcionado!

Todos lo celebraron dando gritos de júbilo y alegría. Eddie apretó su puño y su boca mientras lo celebrara feliz. Poppy soltó una carcajada feliz y apretó la otra mano de Eddie totalmente emocionada. Eddie sonrió en cuanto ella volvió a mirar hacia el lugar donde Nancy escribía.

—¡Hola! —Dijo él acercándose esporádicamente y de manera cómica a la luz, como si Dustin pudiera escucharle.

Robin y Poppy rieron al unísono y Steve lo miró con el ceño fruncido.

Nancy volvió a acercar su dedo índice y volvió a escribir. Esta vez fue una palabra más larga: «ATRAPADOS». Se escuchó cómo Lucas, Dustin y Erica lo leían y entendían. Eddie siguió balanceándose nerviosamente mientras asentía con la cabeza.

¡Están encerrados en el Mundo del Revés! —gritó Lucas.

¿No podéis volver por el Watergate?

Todos se quedaron algo confundidos.

—¿Qué coño es el Watergate? —Preguntó Steve.

—Está en el agua y es un portal —explicó Robin con obviedad.

Eddie se quedó pensativo mirando hacia la luz y ladeó la cabeza.

—Qué ingenioso. Claro.

Nancy sacudió la cabeza, parpadeando, y después volvió a escribir.

—No, está... ah...

«CUSTODIADO»

Vale, el Watergate está custodiado. —aventuró Dustin, y Eddie aplaudió en dirección a la luz, aún creyendo que así podía felicitar a Dustin.

—Perfecto, sí, sí —decía Steve emocionado al saber que conseguían comunicarse.

Vale, ¡creemos que tenemos una teoría que podría seros útil!

Todos asintieron conformes con ello, necesitaban cualquier idea, por pequeña que fuera. Definitivamente habían notado la falta de presencia de ese renacuajo inteligente hasta ahora.

—Es un genio —suspiró Robin cerrando los ojos aliviada.

Creemos que el Watergate no es el único portal. Y que hay un portal en cada escenario del crimen.

Todos olvidaron esa emoción por la teoría en cuanto lo escucharon. Los cinco se quedaron en silencio tratando de comprender qué quería decir con eso.

—¿Alguno entiende qué significa eso? —preguntó Poppy. Todos negaron con la cabeza.

—No.

—Ni idea.

Nancy creó una interrogación con la luz.

¿En serio? ¿Cuántas veces tengo que acertar en mis teorías... ¡para que os fiéis de mi!?

Steve puso los ojos en blanco.

—Caray, ese niño necesita una cura de humildad.

Eddie se giró hacia delante en dirección a Steve.

—Es el tono, ¿a que sí?

—Exacto.

Poppy se quedó algo pensativa y luego miró a Eddie.

—Chrissy murió en tu caravana, ¿no es así?

Eddie asintió mirándola intensamente.

—¿A cuánto de aquí está tu caravana? —preguntó Nancy.

—A once kilómetros.

Poppy suspiró frustrada. No podían ir andando hasta allí, y muchísimo menos en un mundo como aquel.

—Chicas —las llamó Robin al verlas algo desesperadas—, sé que vuestra casa está congelada en el tiempo de un modo muy siniestro, pero... ¿no habéis tenido siempre bicis?

Eddie se giró para mirarlas con esperanza y las hermanas Wheeler compartieron miradas cómplices para después sonreír y levantarse de un salto asintiendo. Claro que siempre las habían tenido.

Robin se apresuró a escribir en la luz la palabra: «CARAVANA», para después recibir una respuesta afirmativa de Dustin.

Los cinco bajaron con velocidad hasta el piso de abajo y corrieron al garaje. Estaba incluso más frío allí abajo. El número de bicis para ellos era exacto para su suerte, pues en 1983 tenían la bicicleta de Mike, Nancy, Poppy, Karen y la antigua de Mike que todavía no habían tirado en ese entonces. Así que cada uno eligió una y salieron de la casa de los Wheeler montados en las bicicletas del pasado.

Comenzaron a pedalear con fuerza aceptando mentalmente que no podrían parar de avanzar hasta que no terminaran los once kilómetros al llegar a Roane Hill.

Los relámpagos tronaban en sus cabezas e iluminaban las calles llenas de polvo y volutas en el aire, parecía como si estuvieran en un pueblo fantasma infectado por un aire tóxico. Pero en ese instante no se pararon a pensar en nada más, el único objetivo era llegar al hogar de los Munson. Allí podían encontrar la salida fuera de aquella horrible dimensión. Por fin.

Lo que no sabían era que Vecna tenía vigilantes y ojos en todas partes. Un murciélago apoyado en una farola iluminada por la que pasó el grupo de cinco los observó detenidamente y después chilló en consecuencia, dando un aviso que no podía significar nada bueno.

Poppy pedaleó y pedaleó, y aunque sentía que su pecho le dolía y su garganta se enfriaba, que sus ojos escocían y que se llenaban de lágrimas por el frío y la velocidad, no cesó en ningún momento de pedalear. Había pasado por cosas peores, podía con eso.

—¿Podemos cambiar las bicis? Me gusta más la tuya —le dijo Eddie colocándose a su lado sin dejar de pedalear, bromeando.

Poppy no pudo evitar reír por lo bajo. Eddie se había quedado con la bicicleta más baja: la antigua de Mike de cuando tenía diez años. Ella negó con la cabeza con diversión.

—Te gusta hacerme sufrir, Poppy Wheeler.

Ella siguió pedaleando y lo miró de lado para después guiñarle un ojo. Eddie intentó decir algo, se quedó a medias, y después pensó que no era el momento. No era el momento de hablar lo que quería hablar con ella desde que los interrumpieron en la Roca del Cráneo.

Pero desde que ambos se habían besado y habían sido interrumpidos, no habían podido hablar de lo ocurrido. Y a Eddie le preocupó mucho el hecho de que Poppy se quedara a tan callada y ausente con él desde entonces.

¿Se arrepentiría?

Hubo un momento en que pasaron cerca de la casa de nada más y nada menos que los Creel. Era horripilante la imagen que se cernía a medio kilómetro de ellos. La casa abandonada de los Creel llamaba más la atención que ningún otro lugar de aquel sitio. Era como si los relámpagos se originaran allí arriba, allí los truenos eran mucho más fuertes y una gigantesca horda de murciélagos volaba dando vueltas alrededor de la fachada de esa lúgubre casa.

Todos se quedaron mirándola con asombro y algo de terror.

Poppy pensó en la historia de los Creel. Era tan oscura que no le extrañaba que allí se hubieran quedado recuerdos tan malos como para que se convirtiera en un sitio tan llamativo en el Mundo del Revés.

Pensó en Victor Creel, en cómo había perdido a su mujer y a sus dos hijos por culpa de Vecna. Una familia feliz y normal. Unos hijos que tenían un futuro por delante. Y ahora Victor estaba solo y ciego en un psiquiátrico. Si ella hubiera sido Nancy o Robin cuando fueron a visitarlo, no habría aguantado más de dos minutos viéndolo tan miserable y escuchando esa historia tan trágica.

Vecna no podía hacer más daño. No podían permitirlo.



Cuando por fin llegaron hasta Roane Hill, todos seguían a Eddie, que iba el primero como guía, y giraron hasta llegar a la zona donde se encontraban las caravanas de él y de Max. En cuanto llegaron a la de los Munson, bajaron de sus bicicletas y las tiraron al suelo mirando la entrada.

—Tiene que ser un Récord Guinness —opinó Robin mientras caminaban hacia la puerta —: "La mayor distancia recorrida interdimensionalmente".

Steve encendió la linterna de nuevo y comenzó a toser asqueado.

—He respirado un montón de porquería. La tengo en la garganta.

Eddie abrió la puerta de su humilde morada y pasó el primero. Fue seguido de Poppy y después de Robin y Nancy. Steve entró el último, y parecía seguir tosiendo. Los cinco se quedaron contemplando el techo que había nada más entrar, pues llamaba considerablemente la atención. Steve lo apuntó con la linterna a pesar de no ser necesario, pues esa cosa se iluminaba a sí misma.

En el techo había una gigantesca y grotesca fisura que emitía una luz roja, igual que la del Watergate.

—Qué fuerte —Steve apagó la linterna dándose cuenta de su inutilidad.

De esa fisura salían gruñidos y sonidos extraños. Enredaderas con vida propia se deslizaban y movían alrededor de ese agujero asqueroso, como ocupando el resto del techo e infectándolo. Era como un enorme virus que se expandía sin parar.

—Aquí es donde Chrissy murió —explicó Eddie, miró un segundo de reojo a Poppy para ver su reacción, ella sólo tragó saliva sin apartar su mirada vidriosa por la impresión de ese portal—. Justo donde murió.

—Creo que ahí dentro hay algo —anunció Robin.

No se equivocaba, pues al otro lado de esa fisura roja apareció una sombra larga y fina. Tocó el agujero y con ello la masa que lo tapaba, y empezó a tirar de él hacia abajo. Todos lo miraron con sorpresa y sin poder apartar la vista tratando de adivinar qué era.

—¿Qué coño es eso?—Preguntó Eddie.

Esa cosa, que seguía tirando de la masa que gruñía, acabó bajando con más fuerza que antes consiguiendo romper el agujero por completo. El estruendo al hacer que la masa viscosa y líquida se rompiera y cayera al suelo hizo que todos se sobresaltaran y dieran un salto hacia atrás gritando asustados.

Sus expresiones estaban cargadas de una mezcla de miedo, confusión y asco mientras veían lo que parecía un palo moviéndose alrededor del agujero y quitando los restos de masa.

Se miraron entre ellos sin comprender nada.

El palo dejó de moverse y quitar masa y salió del techo. Ninguno supo qué hacer.

Steve fue el primero en decidir que debía acercarse, con la respiración agitada, para comenzar a caminar en dirección a la fisura. Lentamente acabó justo debajo de ella y miró hacia arriba con expectación. Los demás lo siguieron y conforme se fueron acercando, su corazón fue latiendo con más fuerza.

—No puede ser —murmuró Steve con impresión.

Poppy se quedó mirando hacia arriba, al igual que el resto, y no pudo evitar sonreír ampliamente al ver quiénes estaban ahí arriba.

Al otro lado del portal podían ver a Lucas, Max, Erica y Dustin en el mismo lugar que ellos, pero al revés, y con una tonalidad en el ambiente totalmente distinta.

Estaban, literalmente, un grupo encima del otro.

Dustin comenzó a reír y todos los del grupo que estaban en el mundo normal comenzaron a saludarles con las manos, muy admirados por la escena.

Los del Mundo del Revés saludaron de vuelta, también asombrados, pero mucho más confusos. Aunque no menos agradecidos.

—Hola —respondieron al unísono.

Después, empezaron a reír por la alegría y euforia que sentían en ese momento. Poppy tapó su sonrisa soltando una carcajada de júbilo.

—Joder, menudo viaje —Dijo Robin.

Dustin miró a sus amigos y comenzó a reír orgulloso de sí mismo, después, miró hacia arriba, y gritó:

—¡Bada Bada Boom!

Así, los dos grupos decidieron que debían buscar la manera de hacer salir de allí a los cinco atrapados. Como siempre, el que más teorizó sobre la idea fue Dustin, que habló sobre una hipótesis que había creado sobre la gravedad en ambos sitios al mismo tiempo. Los demás escucharon atentamente pero no supieron qué decir porque no entendían nada y no sabían cómo aportar algo.

Dustin ordenó a Max y a Lucas que trajeran un colchón, a Erica le dijo que buscara unas sábanas o algo parecido. Erica llegó la primera con las sábanas y Dustin comenzó a hacer nudos entre ellas para poder hacer una larga cuerda. Lucas y Max llegaron con un colchón enorme arrastrándolo por el suelo. Lo tumbaron justo debajo del grupo del Mundo del Revés.

Poppy y los demás analizaron el colchón que acababan de dejar frente a ellos. La castaña frunció el ceño al darse cuenta de que ese colchón tenía una extrañas manchas de un color fuerte y de tamaño muy grande repartidas por él. Miró a Eddie con una ceja enarcada, Robin se quedó mirándolo de reojo con la misma pregunta a punto de salir de su boca.

Eddie no los miró, se quedó contemplando su colchón mientras tragaba saliva, pensando en una respuesta.

—Esas manchas son de... ah... —miró a Poppy, pero al ver su expresión atónita volvió a mirar hacia el colchón por encima de ellos—. No sé de lo que son.

—Mhm...

En cuanto Erica y Dustin hubieron terminado de hacer múltiples nudos a lo largo de las sábanas y hubieron creado la cuerda planeada, Dustin se quedó de pie en medio del colchón y miró hacia arriba.

—No sé si la física funcionará, pero... de perdidos al río...

Lanzó la sábana-cuerda hacia arriba y ésta acabó cayendo al suelo de la caravana del Mundo del Revés. Había traspasado el portal. Dustin apretó la sábana y tiró de ella hacia abajo.

—Vamos allá. —todos los que estaban con Dustin se acercaron a él haciéndole un corro y observando la escena—. Si mi teoría es correcta...

Dustin soltó ambas manos de la sábana y ésta permaneció en la misma posición, no cayó hacia abajo y no se salió sola del portal. Se mantuvo en el mismo lugar.

—Abracadabra —rió complacido.

—Joder —Dijo Max, impresionada.

—¡Vale, tirad fuerte, a ver si aguanta!

Todos en el Mundo del Revés se miraron y asintieron con una confirmación silenciosa. Robin, que era la que más cerca estaba de la manta, puso sus manos en ella y tiró hacia abajo. Efectivamente, resistía. Dustin reía.

—Es la mayor locura que he visto en toda mi vida —comentó Erica—. Y he visto cosas muy fuertes.

Dustin y ella chocaron los cinco, orgullosos de ellos mismos.

Robin no tardó en agarrarse a la sábana y miró a los demás.

—Seré el conejillo de indias.

Se impulsó hacia arriba con un jadeo de esfuerzo y comenzó a trepar la sábana con dificultad pero sin parar. Dustin pidió a los demás que "despejaran la pista de aterrizaje" dejando libre de personas el colchón donde Robin debía caer.

Robin llegó hasta el portal y en cuanto lo cruzó, su cabello y su ropa pasaron de estar en una posición normal a encontrarse bocabajo. La gravedad cambió y Robin fue impulsada hacia abajo, quedando tirada sobre el colchón con fuerza soltando un grito.

Se incorporó en el colchón con los ojos muy abiertos y respirando agitadamente por la impresión. Estaba a salvo.

—Menos mal —sonrió aliviada y aceptó la mano de Dustin para ayudarla a subir—. Es divertido.

Los cuatro que seguían allí atrapados se miraron entre ellos, como decidiendo quién sería el siguiente. Steve y Poppy miraron a Nancy, pero Nancy y Eddie miraron a Poppy. Poppy negó con la cabeza.

—Te toca, Nance.

—¿Qué? No. La siguiente eres tú.

—No pienso subirme allí arriba hasta que tú estés a salvo. Me conoces y sabes que soy más testaruda que tú, así que podemos pasarnos aquí todo el día.

Nancy resopló frustrada y miró mal a su hermana para después agarrarse a la sábana y mirar a los tres restantes que la contemplaban con atención.

—Tú vas la siguiente, por favor —le pidió a Poppy.

Poppy le indicó con la mano que subiera por la sábana de una vez. Nancy comenzó a trepar lentamente haciendo mucho esfuerzo, soltando quejidos, y finalmente llegó hasta el portal. Todo su cuerpo se quedó repentinamente bocabajo al igual que el de Robin cuando comenzó a cruzarlo anteriormente y finalmente fue impulsada por la gravedad hasta el colchón de espaldas. Boqueó en busca de aire y después se incorporó totalmente alucinada.

—Woah.

Dustin y Lucas la ayudaron a levantarse para despejar el colchón.

—¡Siguiente!

Poppy miró a Eddie y tanto él como Steve negaron con la cabeza. Poppy bufó.

—Ya has escuchado antes a Nancy —le indicó Eddie.

—¿Desde cuándo estás de acuerdo en que Nancy esté al mando? —se quejó ella.

Eddie la miró alzando las cejas con impaciencia.

—Desde que sus reglas tratan de mantenerte a salvo. Sube.

Poppy se quedó totalmente sorprendida ante esas palabras, tanto que ni siquiera quiso rebatirlas, así que se acercó a la sábana y puso sus manos alrededor de ella. Suspiró nerviosa mirando hacia arriba y pidió mentalmente que la caída al colchón no fuera dolorosa.

Miró a ambos chicos.

—Nos vemos al otro lado —les dijo con una pequeña sonrisa.

—Al otro lado —repitió Steve.

—Nos vemos —asintió Eddie.

Poppy comenzó a subir haciendo mucha más fuerza de la que esperaba hacer. No estaba en forma, eso estaba claro, pues las piernas comenzaron a temblarle mientras trataba de trepar sin caerse. Era más difícil de lo que había imaginado que sería. Pero siguió trepando para darse prisa y que el resto pudiera salir en cuanto antes.

Llegó hasta el portal y en cuanto lo cruzó notó cómo la gravedad en su cuerpo cambiaba. Su cabello se fue hacia arriba, la sangre de su cuerpo comenzó a acumularse en su cabeza y la cazadora vaquera se le subió hasta los antebrazos. Todo su cuerpo cayó hacia abajo y entonces el entorno se volvió negro.

Poppy gritó y sintió como si su cuerpo bajara a cámara lenta sin parar. Movió su cuerpo con lentitud mientras caía, confusa, para finalmente caer sobre un suelo duro y firme. Su espalda y su cabeza se estamparon contra esa superficie muy diferente a un colchón. Tocó su cabeza cerrando los ojos sintiendo un dolor intenso en la parte trasera de su cabeza. Tardó unos segundos en darse cuenta de que algo había ido mal.

Giró hacia su derecha para después apoyar sus manos en el suelo y levantarse soltando quejidos de dolor. Abrió los ojos y miró a su alrededor mientras sentía esas punzadas dolorosas por todo su cuerpo golpeado.

El alma se la cayó a los pies.

Estaba en la caravana de Eddie, sí, pero allí no había nadie. Estaba lleno de enredaderas y estaba tan frío como cuando había estado allí hacía dos segundos con el resto. Ahora no había absolutamente nadie. Ni siquiera había un colchón en el suelo. Estaba sola. No había funcionado.

Se abrazó a sí misma sintiendo mucho frío y terror. No había funcionado y estaba sola.


Mientras, en la caravana de Eddie en el Mundo del Revés, lejos de la conciencia de Poppy, Steve y Eddie sacudían el cuerpo inerte de la segunda de los Wheeler. Poppy estaba paralizada, de pie, con los ojos totalmente en blanco. No respondía a sus toques ni a sus voces.

—Poppy, eh —le decía Steve con preocupación, sacudiéndola—. Despierta.

Eddie sintió que su cuerpo y su piel se erizaba. Muy malos recuerdos le vinieron a la mente al contemplar a Poppy en ese estado. Recuerdos que tomaban lugar en ese mismo punto. Pero esta vez se trataba de alguien que ahora era muy importante para él.

Poppy estaba en trance, igual que estuvo Chrissy. Exactamente igual.

—Poppy —Gritó asustado y comenzó a sacudirla agarrándola de los hombros. Ella no respondía. Esa escena le resultaba dolorosamente familiar—. ¡Poppy! ¡Despierta!

Su voz comenzó a quebrarse mientras la llamaba desesperado. Al otro lado, Nancy comenzaba a gritar el nombre de su hermana totalmente ansiosa y a punto de romper a llorar. Los demás se quedaron mirando la escena con los ojos muy abiertos. No podía estar pasando aquello, no ahora que habían buscado una solución.

—¡No te duermas, Poppy! —Gritaba Steve.

—¡Poppy, despierta! —le pedía Eddie, aterrorizado—. ¡Mantente despierta, ¿me oyes?! ¡No te atrevas a entrar en trance! ¡Por favor! ¡Joder! ¡Poppy!

Max miró a Poppy paralizada desde el otro lado junto a los demás y la realidad le cayó encima igual que un balde de agua muy frío.

—Vecna.


Poppy seguía sumida en aquella horrible pesadilla. Estaba atrapada en esa caravana sola.

Pero al mirar hacia el techo, esperando ver el portal y al resto de sus amigos, un sollozo se escapó de sus labios al darse cuenta de la figura que estaba allí.

Chrissy Cunningham, en su traje de animadora, la miraba con ojos vacíos llenos de sangre con su cuerpo pegado al techo de la caravana, en el punto exacto donde antes había visto aquel portal.

Poppy caminó hacia atrás totalmente horrorizada tapando su boca y escondiendo sus sollozos mientras las lágrimas comenzaban a correr por sus mejillas.

Negó con la cabeza, no podía apartar la mirada de esa siniestra imagen. No. Aquello no era real. No era real. Tenía que concienciarse de que lo que estaba viendo no era la realidad. Pero no podía parar de llorar.

Sus brazos, sus piernas, su cuello, su espalda... todos sus huesos rotos. Estaba pegada a ese techo con la postura más horrorosa que podría haberse imaginado jamás. Y aunque eso no fuera la realidad de ese momento, sabía que esa escena había llegado a ser real días atrás.

—¿Recuerdas lo que hiciste, Penelope? —Dijo una voz grave y oscura arriba.

Poppy miró hacia arriba dejando de sollozar, con las mejillas llenas de lágrimas, pero ahora preocupada por lo que había escuchado. No podía ver a nadie. Pero en cuanto escuchó esa voz tan oscura, que incluso le hacía sentir escalofríos, supo de quién se trataba al instante.

Estaba bajo la maldición de Vecna.

—Abandonaste a tu mejor amiga y dejaste que, sabiendo que se encontraba en el agujero más oscuro en el que había estado jamás, se quedara sola y sin tu ayuda. Sabías que algo pasaba y... no hiciste nada.

Poppy comenzó a negar con la cabeza y apartó la mirada del techo mientras tapaba sus oídos.

—La abandonaste, Penelope...

Poppy soltó un grito de frustración y corrió hacia la puerta de la caravana. La abrió, para su sorpresa, y salió por ella. Pero nada más salir al exterior, cayó sobre un suelo duro y sintió una luz muy potente sobre su rostro. Frente a ella había muchísimas personas. Había un enorme público que la señalaba y se reía de ella. Poppy frunció el ceño tapando su frente por la luz y miró hacia el público. Estaba en el auditorio del instituto.

La gente del público se reía de ella sin parar, le gritaban cosas horribles y Poppy sintió que sus piernas temblaban. Miró dónde estaba ella. Estaba en el escenario. Junto a ella había un micrófono y su guitarra Charver. Era el día del Festival de Talentos. El día que se juró a sí misma que no volvería a tocar la guitarra.

Sintió que las ganas de llorar llegaban de nuevo, pues revivir aquello estaba siendo muy difícil, sin embargo pasó de la pesadumbre a la confusión y después al terror en cuanto se dio cuenta de que la gente del público comenzaba a dejar de reírse y empezaban a gritarle con furia. Sus rostros ya no parecían normales, ahora se estaban desfigurando, todos con sus mandíbulas rotas, sin ojos y con cuencas llenas de sangre, con extremidades retorcidas... y empezaban a acercarse a ella.

Poppy gritó aterrorizada y, tropezándose, intentó salir del escenario, pero entonces unas manos la agarraron de los brazos y ella miró con los ojos muy abiertos a la persona que la retenía.

Eddie.

—Eddie —dijo con la voz en un hilo.

Eddie la agarraba justo en el borde del escenario, la miraba con preocupación y Poppy sintió unas ganas tremendas de abrazarlo.

—Eddie, ayúdame, por favor —sollozó.

—¿Estás bien, Poppy?

Poppy tragó saliva y negó con la cabeza, sintiéndose muy pequeña y vulnerable. Sólo quería que todo eso terminara. Quería que Eddie le abrazada y le consolara.

—¿Qué sientes por mi, Poppy? —Preguntó Eddie. Poppy lo miró frunciendo el ceño—. ¿Qué quieres de mi?

Poppy comenzó a respirar agitadamente.

—¿Qué...?

—¿Por qué huyes de lo que sientes? —Eddie empezó a apretar con más fuerza los brazos de Poppy, con expresión furiosa—. ¿Por qué me utilizas y luego me ignoras, eh? ¿¡Por qué!?

Poppy sintió que le faltaba la respiración y forcejeó para soltarse del agarre de Eddie.

—Eddie, por favor... me estás haciendo daño.

—¿Te da miedo admitir que te gusta un bicho raro? ¿Te da miedo admitir que tú, en el fondo, lo eres también y no quieres que la gente lo sepa? ¡Eres patética!

Poppy negó con la cabeza frenéticamente mientras hacía esfuerzos para poder liberarse, mirando a Eddie sin poder creer que le dijera todo aquello. Era cierto, lo que Eddie le decía era lo más cierto que había escuchado nunca, pero no podía decírselo así de esas maneras y en un momento como aquel...

No era real.

—¡Suéltame! —Gritó dándole un enorme empujón.

Pero al soltarle Eddie por aquel golpe, ella cayó hacia atrás y así salió del escenario cayendo de espaldas. Bajó por las escaleras en una caída dolorosa y gritó hasta que llegó al suelo sintiendo que le dolían las costillas, los brazos y las piernas. Comenzó a toser mientras abría los ojos con dificultad apoyándose con los antebrazos en el suelo para poder levantarse.

En cuanto se incorporó y miró hacia arriba, el corazón le dio un vuelco.

Ya no estaba en el auditorio. Ya no había público a su alrededor.

No, ahora estaba en un lugar mucho más siniestro. Allí toda la luz era roja, había relámpagos, truenos y restos de lo que parecía un edificio flotando en el aire. Poppy intentó respirar con normalidad.

Un reloj comenzó a escucharse. Se dio cuenta, con estupefacción, de que se encontraba en un lugar que parecía el mismo infierno. Aquel reloj se escuchaba lento, como anticipando algo. Y ella acababa de bajar rodando por las escaleras parecían... parte de una casa. Una cada desmontada. Una casa cuyas partes separadas iban flotando por el aire.

Un reloj de pared pasó flotando a un metro de ella y se giró para mirarlo con terror. Hacía un sonido siniestro y comprendió al instante que se trataba de aquel reloj que todos los que habían sido malditos por Vecna habían visto. La piel se le erizó pero se obligó a sí misma a no entrar en pánico.

—Veo que me habéis estado buscando, Poppy —dijo la voz lúgubre de Vecna desde alguna parte—. Estabais tan cerca... tan cerca de la verdad... Nancy habló con Victor —Poppy se sobresaltó al escucharle decir el nombre de su hermana y se preocupó por ella—. ¿Cómo estaba el viejo y ciego Victor? ¿Me echa de menos? Sé que debería verlo... pero estaba ocupado.

Poppy abrió la boca con sorpresa al encontrarse con un tronco de enredaderas que entre ellas aprestaban y custodiaban el cuerpo retorcido y muerto de Chrissy. Eso quería Vecna: paralizarla y hacer que todos sus pensamientos fueran negativos.

Pero no pudo evitar pensar que estaba muerta ya. Iba a morir en ese horrible lugar.

Negó con la cabeza, parpadeando intentando espantar las lágrimas que se formaban en sus ojos.

—Estaba muy ocupado...

Entonces, a unos metros del tronco de enredaderas donde se encontraba el cuerpo de Chrissy, Poppy vio una parte de la casa que parecía mucho más... completa. Era una pared con una puerta que tenía una hermosa vidriera con una rosa en el centro. Poppy se fue acercando con el ceño fruncido y de manera muy extraña acabó contemplando cómo aquella puerta se hacía más y más nueva, hasta que se completó toda la sala y se encontró en la entrada de una casa.

La puerta se abrió y por ella pasaron cuatro personas. Vestían una ropa característica de los años cincuenta. La pareja de adultos, el matrimonio, se quedó mirando el interior de la casa con asombro.

—¿Qué os dije? —Decía el hombre.

—Vaya —dijo su mujer, de cabello rubio perfectamente peinado.

Detrás de ellos entraron dos niños, sus hijos, una chica y un chico. Iban perfectamente vestidos y peinados también. La niña caminó en el interior de la casa con ojos brillantes y una enorme sonrisa en su rostro, subiendo las escaleras con emoción. Sin embargo, el niño se quedó muy quieto en la entrada de la casa, cabizbajo y serio. Era algo obvio que no era igual al resto de su familia tan solo con ese gesto.

—Parece un cuento de hadas, un sueño —decía la niña corriendo escaleras arriba.

—¡Alice, no corras! —Decía la madre.

Alice... Ese nombre le sonaba a Poppy. Lo había leído en alguna parte. Miró a los padres de la niña rubia con expresión confusa.

—Es preciosa—decía el hombre sobre la casa, mirando a su mujer con una gran sonrisa.

El niño, detrás, se quedó quieto y de pie, con ojos vacíos pero al mismo tiempo... decían muchas cosas. Poppy lo analizó con cuidado y sintió un escalofrío cuando aquel chico alzó la mirada y conectó la suya con la de ella. Como si la estuviera viendo.

El niño comenzó a caminar hacia otro pasillo y Poppy decidió seguirle, con curiosidad y sabiendo que Vecna le estaba enseñando aquello por alguna razón.

Siguió a aquel chico misterioso hasta un pasillo, para que después él desapareciera por una esquina y la luz del pasillo comenzó a titilar. En especial, en una sala: en el cuarto de baño. El niño se agachó en el suelo, ya con otra ropa distinta, y quitó una tapa del suelo para dar paso a un respiradero lleno de telarañas y arañas. El niño metió la mano en el nido de arañas y cuando una subió a su mano sin que él se inmutara, Poppy comprendió con terror que se trataba de viudas negras. Abrió la boca sorprendida.

Las viudas negras... era otro síntoma de la maldición.

El niño no le tenía miedo a la viuda. La había buscado, había ido a que ese insecto subiera a su mano. Disfrutaba de esa compañía.

Sintió que alguien pasaba corriendo por detrás de ella y giró con rapidez hacia esa dirección. Vio de nuevo al niño, con otra ropa, bajando las escaleras de la casa para entrar en otra habitación. Lo siguió lentamente y entró por la puerta que le había visto cruzar segundos antes.

Ahora ese niño, en otro día distinto, estaba sentado en el suelo frente a lo que parecía un altar. Había una mesa baja llena de velas encendidas y tarros con viudas dentro de ellos. El niño tenía en su regazo una libreta a donde dibujaba de manera cuidadosa una enorme viuda.

Sintió un escalofrío.

Salió de aquella habitación y bajó las escaleras de la casa, la cual comenzaba a comprender que era la casa separada y flotante de aquel extraño infierno donde le había mandado Vecna, para ver que el niño ahora miraba un reloj de pared con curiosidad. Poppy se dio cuenta de que ese reloj era también el que había visto flotando junto a ella momentos antes.

El niño cerró los ojos en dirección a ese reloj y, para asombro de Poppy, las manecillas de éste empezaron a girar a una velocidad impresionante. Él las estaba manipulando con su mente.

Aquel sonido lúgubre del reloj comenzó a sonar mientras las manecillas giraban.

El chillido de un animal la hizo girarse en redondo y, de repente, se encontraba en el exterior de la casa. Ahí, en el suelo, un conejo atado por un palo con una cuerda, reteniéndolo, chillaba sin parar intentando escapar. El niño rubio de ojos azules que llevaba haciendo cosas tan extrañas durante toda aquella visión cerró los ojos con el brazo y la mano extendida hacia el pobre animalillo.

En cuanto las venas de sus brazos y sus manos se hincharon mientras cerraba los ojos, el animal comenzó a retorcerse en el suelo hasta que sus huesos crujieron y se rompieron en distintas direcciones. Poppy comenzó a respirar agitadamente viendo la escena sin poder creer que aquello hubiera pasado.

Ese niño tenía poderes similares a los de Once.

Se dio la vuelta y corrió de vuelta al interior de la casa sin poder aguantar aquella imagen durante más tiempo. Le dolía el pecho y sentía que sus ojos se empañaban. Cerró la puerta de la casa y apoyó la espalda en ella.

Pero no había terminado.

Escuchó el llanto de un bebé sin parar en el salón de la casa, así que caminó hasta allí pensando que quería salir de ese lugar cuanto antes. ¿Por qué Vecna la estaba torturando de esa manera?

En el salón, el padre de la familia estaba sentado en un sillón mientras contemplaba con los ojos muy abiertos la imagen de una cuna con un bebé en su interior metida en la chimenea encendida de la casa. El bebé lloraba mientras todo su entorno, incluido él, se incendiaba bajo la estupefacta mirada del padre de la familia.

Después, escuchó una canción... una melodía muy conocida y familiar. Era una canción famosa. Dream a Little Dream of Me. Siguió la dirección de la canción hasta llegar a una sala de estar. Había una mesa larga donde esa familia cenaba. De una radio antigua en una cómoda salía aquella melodía. Pero la canción comenzó a entrecortarse, así que el padre de la familia se levantó mirando la radio con confusión. Intentó arreglar el problema y mientras miraba hacia otro lado, el niño cerró los ojos haciendo que las luces de toda la casa titilaran. Todos, incluida Poppy, miraron hacia arriba con sorpresa.

Pero ella se echó hacia atrás al ver que, de manera brusca, el cuerpo de la madre se levantaba de la silla y quedaba flotando en el aire para después comenzar a retorcerse... igual que Patrick, Chrissy, Fred y todos.

Miró al niño con estupefacción. Él estaba haciendo eso.

Y en cuanto vio esa escena comprendió quiénes eran aquellas personas, esa familia... Eran los Creel. Estaba visualizando la historia de los Creel.

Henry Creel era el hijo. Henry era el que había causado todas esas alucinaciones que Víctor había dicho que habían vivido. Henry Creel tenía los mismos poderes que Once, incluso peores.

La madre cayó al suelo ya muerta, y todos en la sala menos Henry comenzaron a gritar. Victor Creel levantó a su hijo con rapidez mientras el pequeño limpiaba con seriedad un rastro de sangre que bajaba por su mejilla.

Lo siguiente, en la entrada, fue la imagen de Víctor Creel parado frente a la puerta de su casa, en trance, mientras que Alice Creel yacía tumbada en el suelo con su cuerpo igual de retorcido que el de su madre. Henry estaba de pie, en dirección a su padre, con los ojos en blanco. Él estaba haciendo que su padre estuviera en trance, y él había asesinado a su madre y a su hermana.

Las luces titilaron con fuerza hasta que Henry pareció colapsar y cayó al suelo. El padre salió de su trance y, ajeno al culpable de todo aquello, corrió hasta su hijo y lo levantó en brazos con esperanza de que él sí respirara.

La policía llegó y arrestaron a Victor Creel, siendo él inocente. Henry había planeado todo aquello.

Las luces titilaron de nuevo y Poppy, cada vez más aterrada y nerviosa por lo que iba descubriendo, se giró para darse cuenta de que ahora se encontraba en una especie de hospital. En un laboratorio. Contempló con impresión un cristal que la separaba de una sala donde Henry estaba sentado en una silla siendo tatuado en la muñeca por un hombre de cabello castaño. Se acercó al cristal y se quedó completamente boquiabierta al ver que se trataba del doctor Brenner.

El doctor que había escondido a Once en el laboratorio de Hawkins desde su nacimiento. El hombre del que ella había intentado escapar todo ese tiempo y por el que había rezado que estuviera muerto.

Ese hombre, mucho más joven, tatuaba en Henry algo en su muñeca, igual que el tatuaje de Once. El tatuaje de Once decía 011. El de Henry, 001.

Negó con la cabeza sin poder creerlo. No podía ser.

Henry Creel había sido el primero del programa de Brenner. Henry había sido el número uno.

Henry había matado a su familia. Había sido él el demonio que había torturado a su familia.

Y Henry Creel... ¿era...?






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NO ME CREO QUE TENGAMOS QUE ESPERAR HASTA EL 1 DE JULIO.

Y lo peor será esperar años para la ultima temporada. No quiero que acabe. Bueno, esto ha terminado fuerte y el siguiente volumen empezará aún más fuerte. Este ha sido el capítulo más largo que he escrito nunca creo JAJAJA. Espero que lo hayáis disfrutado y os haya dejado con ganas de más.

Me va a costar no seguir escribiendo la historia de Poppy y Eddie hasta julio, pero lo bueno se hace esperar.

Sed sincer@s, ¿qué os ha parecido el volumen 1?

Bueno, nos vemos en el próximo aunque vaya a tardar más, espero que volváis cuando comience a actualizar de nuevo. I love you <3

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