016━━━hi again, friend

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016━━━hi again, friend













━━━NANCY RECARGÓ LA ESCOPETA que tenía en sus manos y la miró atentamente. Se sentía segura con el arma en su posesión. Por alguna razón, ella sabía que podía manejar todo lo que le impusieran sin ningún problema. Le gustaba luchar con las armas.

—¿Cuánto cuesta? —Le preguntó al dependiente en la caja.

—Ciento veinte con noventa y nueve, y de regalo veinte cartuchos de perdigones.

Nancy lo miró con lo que parecía ser una mínima sonrisa satisfecha y volvió a bajar su mirada hacia la escopeta, bastante convencida de su elección.

Una voz a su lado la sorprendió.

—Hola, ¿me enseña esta preciosa 357?

Nancy se quedó paralizada y subió lentamente su mirada analizando la voz tan familiar que acababa de escuchar a, literalmente, tan sólo unos centímetros de ella. Giró primero los ojos y luego su cabeza hacia su derecha, donde acabó encontrándose con Jason Carver. El estudiante de oro llevaba puesta su chaqueta de los Tigres y apoyaba sus manos en el mostrador.

—Por supuesto —respondió el dependiente. Agarró el revólver y se lo entregó al rubio—. Toma, hijo.

Jason agarró el arma.

—Gracias.

Nancy rápidamente giró su cabeza hacia otro lado con la boca y los ojos muy abiertos, entrando en una tensión total en su cuerpo. No podía verla. Pero no podía moverse y llamar la atención, así que estaba acorralada.

Pero mirar hacia otro lado no sirvió de nada.

—Nancy Wheeler —Escuchó que decía Jason con sorpresa.

Ella cerró los ojos reuniendo fuerzas internamente y lentamente giró su cabeza hacia Jason cambiando su expresión y fingiendo una mayor calma de la que sentía. Se encontró con Jason señalándola con el revólver sin apuntarle de manera amenazadora, lo hacía inconscientemente.

Tenía el cabello revuelto, no perfectamente peinado como solía llevarlo, y sus ojos estaban rojos con ojeras adornándole por debajo. Tenía muy mal aspecto. Lucía... devastado y desquiciado.

—No esperaba verte aquí —Le dijo mirándola con atención.

Nancy, que seguía con la escopeta en sus manos, trató de hablar con normalidad.

—Ya, bueno... todo esto asusta a cualquiera.

Ambos se quedaron en silencio y miraron hacia el mostrador buscando qué más decir. Nancy fue la primera en hablar.

—Oye... siento mucho lo de Chrissy —se quedó mirándolo de frente y se acercó un par de centímetros.

Jason la miró y sus ojos reflejaron tristeza profunda, así que comenzó a asentir y pareció ponerse nervioso.

—¿Te doy un consejo? —comenzó a esquivar el tema. Nancy lo miró alzando las cejas, sorprendida por esa pregunta—. Las escopetas no dan para mucho más que para matar pájaros pequeños.

Jason había comenzado a acercarse a ella lentamente y acabó cara a cara, a pocos centímetros. Nancy sujetó su arma con firmeza y no rompió el contacto visual, cada vez más tensa.

—Vale que son potentes, pero tienen poco alcance. Y eso te obligaría a enfrentarte a tu enemigo de cerca, quien podría cogerte el cañón así —su voz se tornó mas fuerte y enfadada con las últimas palabras y acabó agarrando el cañón de la escopeta con su mano, apretándola fuertemente. Nancy se sobresaltó y miró el cañón apretando los labios—. Y redirigirlo.

Nancy lo miró con ojos amenazadores, comprendiendo las intenciones de Jason. Pero si ese chico de verdad creía que la intimidaría, es que no conocía a la verdadera Nancy Wheeler.

—¿Por qué estás nerviosa?—le preguntó de manera cínica.

—Ya te he dicho... que todo esto asusta —susurró.

—Oye, tu hermana... ah... ¿sabías algo de todo lo que estaba haciendo?

—¿Y qué se supone que está haciendo? —Preguntó Nancy, perdiendo la poca paciencia que le quedaba.

Jason habló con un tono de voz cargado de furia, sed de venganza y... tristeza. Pensar en Poppy como una traidora le transmitía tristeza en el fondo.

—Ayudar al asesino de su mejor amiga. De la chica que le dio todo.

Nancy negó con la cabeza y apretó la mandíbula, teniendo muchas repentinas ganas de darle en la cabeza a ese adolescente con su escopeta.

—Poppy no es tu enemiga, Jason. Te estas equivocando.

Jason soltó una risa por lo bajo llena de ironía. Miró a Nancy con impaciencia y con nerviosismo.

—Claro, ya... Y tu hermano, ¿está contigo por casualidad?

—¿Mike?—Preguntó Nancy con confusión.

—Mike —Jason asintió, muy serio.

Nancy negó con la cabeza, sorprendida por esa pregunta.

—No.

Jason seguía agarrando el cañón de la escopeta y retaba a Nancy a apartar su mirada de la de él, pero ella no lo hizo.

—Lo pregunto porque es... —sintió cómo se tensaba y cómo le costaba decir lo próximo— del Fuego Infernal, ¿no?

—No sé a qué te refieres.

—¿Y sus amigos qué? Tu hermana. Ella estaba con Eddie cuando Patrick murió en el Lago Lovers. Todos estáis tramando algo, Wheeler. ¿Han venido ellos contigo?

—¿Puedes soltar la escopeta? —Le dijo Nancy.

Jason siguió intentando intimidarla con la mirada y no soltó el arma.

—Suéltala. Ahora. —Repitió Nancy, ya sin utilizar la educación o la paciencia, y mirándole más amenazadoramente. Ella podía sacar su genio también.

Jason se quedó mirándola y después la soltó sin decir nada más.



En la caravana, Dustin daba vueltas mirando su reloj, preocupado por el tiempo que estaban tardando los demás en volver. Lucas estaba sentado esperando impacientemente y Eddie y Poppy estaban sentados uno al lado del otro, regalándose miradas el uno al otro para después apartar la mirada con sonrojo o alguna sonrisa vergonzosa.

—¿Por qué coño tardan tanto? —Preguntó Dustin mirando su reloj.

Justo en ese instante la puerta de la caravana se abrió y todos miraron en esa dirección con alarma.

—¿Qué ha pasado? —Gritó Lucas.

Steve entró el primero, cargado de bolsas con cosas que habían comprado, y por detrás Erica.

—Hay que irse —Declaró Steve dirigiéndose al asiento conductor. Erica caminó al interior apresuradamente y habló con rapidez en dirección a Lucas y a Poppy.

—Vuestros otros amigos están aquí.

Por detrás entraron Nancy, Max y Robin también con otras bolsas. Habían comprado una gran cantidad de cosas.

Poppy y Eddie se miraron y maldijeron al mismo tiempo que Lucas. Max cerró la puerta y Dustin le gritó a Steve que arrancara cuanto antes. Steve gritó que todos se agacharan y pisó el acelerador. Todos se sentaron y escondieron sus cabezas. Poppy, sentada al lado de Eddie, se apretó junto a él y él pasó sus brazos por el cuerpo de ella para esconderla al mismo tiempo que él bajaba su cabeza para que no fuera visto tampoco.

Pasaron junto a la puerta de la tienda, donde había un gran parking lleno de coches y de gente, y finalmente salieron del recinto. El corazón de Poppy iba a mil por hora. Si Jason y el resto del equipo estaban comprando armas eso no podía significar nada bueno.

Cuando tuvieron que dejar de agacharse y Steve pudo conducir con normalidad, todos se incorporaron y se miraron los unos a los otros con agitación. Nancy agarró una de las bolsas y la vació en el suelo de la caravana. Había, literalmente, de todo. Poppy acercó su mano con curiosidad hacia una escopeta y Nancy le dio un manotazo mirándola con severidad.

—Ni se te ocurra. No vas a disparar.

Poppy abrió la boca, ofendida.

—Oye, ya basta. Sé que soy torpe, pero es hora de dejar de exagerar.

Todos la miraron con las cejas alzadas, haciéndole que se replanteara lo que acababa de decir. Bufó y se cruzó de brazos con molestia. Eddie rió por lo bajo.

—Se aproxima una guerra sangrienta —Habló Nancy—. Tenemos que organizarnos bien, ¿de acuerdo? Tenemos que planear todo al milímetro si queremos que salga bien.

Todos asintieron estando de acuerdo. Poppy decidió dejar de estar molesta. Había cosas más importantes.

—La guerra es como un callejón —dijo Robin—. Es sucia y mugrienta. Y puede que te encuentres con un cuerpo o dos, pero a veces debes pasar por eso para llegar a donde necesitas estar.

Todos la miraron sorprendidos por esas palabras. Robin siempre hablaba mucho y de manera nerviosa, pero esa fue quizá la vez que más poéticamente había hablado.

—Para algunas personas la guerra es sólo un atajo —Añadió Max.

—Pues yo no estoy interesada en la guerra, ni como atajo ni como nada —Dijo Poppy, pues se sentía muy preocupada por toda aquella situación. En especial después de las imágenes que Vecna le había hecho ver.

—Puede que tú no estés interesada en la guerra —le dijo Nancy mirándola con seriedad—, pero la guerra sí está interesada en ti. En todos nosotros. Así que hay que actuar en consecuencia.

—¿Entonces cuál es el plan? —Preguntó Eddie.

Nancy miró hacia Steve, y después a Robin. Los tres asintieron con una afirmación silenciosa entre ellos. Robin fue la que habló y respondió.

—Steve, Nancy y yo iremos hasta la casa de los Creel en el Mundo del Revés. Nosotros lo mataremos.

—¿Qué? —Poppy se levantó mirándolos con enfado—. ¿Y nosotros qué? Yo también quiero ir a matar a Vecna. Si la guerra está interesada en mi quiero hacer algo grande.

—Pues eso no ocurrirá —rebatió Nancy mirándola y hablándole igual que una madre—. Ni lo pienses. ¿De acuerdo?

Poppy la miró entornando los ojos con enfado, pero eso no fue suficiente para que su hermana cambiara de opinión.

—Max, Lucas y Erica irán a la casa de los Creel en este mundo —siguió explicando Robin, con algo de miedo mientras turnaba su mirada entre las dos hermanas Wheeler, que seguían compitiendo visualmente—. Y... Dustin, Eddie y Poppy se quedarán en la caravana de Eddie distrayendo a los murciélagos de Vecna.

Al escuchar eso, Poppy lo reconsideró y dejó de mirar enfadada a su hermana para después sentarse junto a Eddie de nuevo, más calmada al saber lo que haría. Nancy miró a su hermana alzando las cejas, sin saber si reírse de ella o enfadarse porque el hecho de que le dijeran que estaría con Eddie en el plan.

Dustin sonrió y miró a otro lado para que los demás no se dieran cuenta.

—¿Cómo mataréis a Vecna?—Preguntó Lucas.

—Nosotros iremos hacia la casa de los Creel y no entraremos hasta que nos deis la señal, específicamente Erica desde el parque que hay justo enfrente, para después subir y dispararle tras incendiarle con gasolina y un mechero. —Contestó Robin hablando muy rápido.

—Woah —Soltó Eddie—. ¿Y me podéis decir si nosotros tendremos un plan tan guay como ese?

Poppy asintió, también queriendo un plan que molara tanto.

—Distraeréis a los murciélagos con música —Respondió Nancy, y miró a su hermana con una pequeña sonrisa. —Con la guitarra.

Ella frunció el ceño y se quedó mirando a su hermana sin entender por qué el plan era así.

—Venga ya, Poppy. Si Eddie y tú tocáis la guitarra al mismo tiempo, ¿sabes las vibraciones y el ruido que eso haría? Todos los murciélagos irían hasta allí. Lo que tenéis que hacer es tocar a la vez la canción más... —miró a Eddie— metal, como dices tú, que se os ocurra.

—Pero también tenéis que preparar la caravana para evitar la entrada de los murciélagos a toda costa. —Explicó Steve desde el asiento conductor—. ¿Me oís? Tenéis que hacer todo lo posible porque no puedan entrar a la caravana.

Poppy, Dustin y Eddie se miraron entre los tres y asintieron decididos. Harían todo lo posible por hacer bien su parte. Poppy estaba contenta con los compañeros que le había tocado.

—Pero yo... —Poppy carraspeó con la garganta y miró sus manos con nerviosismo— llevo mucho sin tocar la guitarra. Quizá Eddie debería hacerlo solo. Además, tengo la guitarra en casa.

Eddie la miró mientras los demás se quedaban en silencio sin saber qué decir. Él agarró su mano sin miedo a que los demás estuvieran delante y miró a Poppy fijamente a los ojos.

—Iremos a por esa Charvel roja y tocaremos juntos, ¿vale?

Poppy tragó saliva. Eddie siguió viéndola insegura.

—¿Qué hemos hablado antes? —le recordó—. Que debes ser tú misma. Deja de pensar en la gente a la que no le importas. Piensa en lo que nosotros pensamos: a los que sí nos importas.

Poppy asintió lentamente y apretó la mano de Eddie. Los demás los miraron con los ojos muy abiertos, totalmente sorprendidos por aquellas muestras de afecto tan públicas.

—Antes se han besado —les susurró Dustin a los demás.

—Técnicamente, Henderson —comenzó a decir Eddie sin apartar su mirada de Poppy—, nos hemos besado tres veces.

—¿Qué? —Chillaron Nancy y Robin.

—¿Pero qué...? —Steve se giró mientras conducía para mirarlos con los ojos muy abiertos.

—¡Steve, la carretera! —Gritó Robin.

Steve se disculpó y se quedó conduciendo mirando al frente totalmente estupefacto. Eddie dejó de mirar a Poppy pero no soltó su mano para hablarle a su grupo de amigos, que los contemplaban anonadados.

—Poppy me besó en la Roca del Cráneo.

—Sí, bueno —ella se puso colorada por la vergüenza—. Después me besaste tú. Y... y has sido tú el que me ha besado ahora.

Robin sonrió satisfecha y los miró orgullosa. Max se había quedado boquiabierta. Eddie sonreía divertido. Poppy no sabía si sonreír también o que la tierra le tragase.

—El caso es que —él volvió a mirarla— tú vas a tocar la guitarra conmigo. ¿Vale? Lo haremos por Chrissy. Le debemos al menos... eso.

Aquello tocó la fibra sensible de Poppy y acabó convenciéndola del todo. Sí, Chrissy Cunningham se merecía que le dedicaran aquella canción que ayudaría a salvar el mismo. O al menos... a intentarlo. Así que Poppy lo decidió. Lo haría por su mejor amiga. Ella merecía aquello y más.

—De acuerdo.

Todos vitorearon y aplaudieron contentos. Nancy miró a su hermana con una pequeña sonrisa, orgullosa, pero triste. Sabía que su hermana estaba pasando por lo mismo que ella había vivido con Barb. Estaba orgullosa de Poppy, de lo que hacía y de lo leal que era. Se inclinó hacia ella sin levantarse de su asiento y apretó su brazo como señal de apoyo.

—Lo harás genial, Poppy, confío en ti. Confía tú en ti misma también.

Poppy le sonrió también levemente, melancólicamente, y miró a los demás con decisión.

Siguieron planeando todo lo que harían, incluido el grupo de Max, Erica y Lucas; y avanzaron hasta entrar de nuevo en Hawkins. Nancy fue la que entró en la casa de los Wheeler para sacar la guitarra de Poppy del desván. Poppy se quedó apoyada en el cristal de la caravana para mirar su casa desde lo lejos, totalmente destruida mentalmente al pensar en lo preocupada por ella que debía estar su familia. Nancy había prometido que sería cuidadosa entrando y que no haría ruido para no ser interceptada por sus padres. Pero Poppy quería ver a su madre, quería ver a Holly, a su padre... los echaba de menos y eso de ser una desterrada al igual que Eddie no le gustaba. Sólo quería darle un abrazo a Karen y que ella le dijera que todo iría bien.

Cuando Nancy volvió al interior de la caravana con la Charvel, se la entregó a su hermana bajo la atenta mirada de todos los presentes, y Poppy la agarró sin apartar su mirada de su querido instrumento. No pudo evitar que el corazón le latiera a mil por hora al volver a tener ese preciado objeto en sus manos. Sonrió levemente.

—Hola de nuevo, amiga —murmuró, más contenta de lo que se habría esperado al tenerla con ella.

Eddie sonrió con la boca cerrada, enternecido por aquella escena.

—¿Tú también le hablas a tu guitarra como si fuera una persona igual que Eddie? —Preguntó Dustin con burla. Eddie le lanzó un cojín.—¡Oye! Ya está bien con lanzarme cojines.

Lucas le lanzó otro cojín y esta vez Dustin soltó un grito de frustración. Todos rieron y Dustin respondió lanzándoles dos cojines al azar. Les dio a Eddie en la cabeza —el cual se quejó de sobremanera— y a la espalda de Steve, que trataba de conducir tranquilo.

—¡¡Si queréis que conduzca más os vale dejarme en paz!!



Llegaron a una pradera donde acordaron que prepararían las armas y todo lo necesario que se llevarían hacia el Mundo del Revés. Bajaron todo lo que habían comprado y se dividieron en grupos para separar las tareas de cada uno. Steve y Robin se dedicaron a meter la gasolina en botellas de cristal por un embudo y a meter también en la boquilla de éstas pañuelos para así poder incendiar a Vecna. Lucas y Erica se quedaron sentados más apartados mientras creaban lanzas mediante largos palos de madera y cuchillos atados en un extremo del palo con cuerdas. Esas lanzas estaban preparadas para Dustin, Eddie y Poppy.

Nancy preparó la escopeta que ella utilizaría para disparar a Vecna, pero no la preparaba de cualquier manera, si no que la apoyó en el tronco cortado de un árbol y comenzó a cortar la mitad del cañón hasta la boca del arma. Max le preguntó si aquello no era ilegal, Nancy le dijo que lo era, y además mucho, pero que le aseguraría no fallar. Así que no parecía una idea tan loca.

Poppy ayudaba a Eddie y a Dustin a clavar clavos en las tapas de basureros de metal para crear así escudos letales, como le gustaba llamarlos a Dustin. Eddie y Dustin eran mucho más rápidos que ella, pero hacía lo que podía.

—¡Poppy! —la llamaron Erica y Lucas.

Ella se giró hacia los hermanos Sinclair, que alzaban sus lanzas.

—¿Podrías ayudarnos? —Preguntó Erica—. Lucas no tiene ni idea de cómo sujetar el cuchillo con fuerza.

Poppy asintió y se levantó dejando a medias su escudo.

—Terminad el mío.

Eddie sonrió con burla sin apartar su mirada del escudo al que terminaba de clavar sus clavos.

—Sí, mejor. No estabas haciendo un gran trabajo.

Poppy lo miró ofendida y le dio un leve empujón haciéndole reír mas fuerte. Poppy susurró que era un imbécil intentando no sonreír también y se alejó para ir hacia los Sinclair.

Eddie terminó su escudo y después agarró el de Poppy para comenzar a clavar los clavos de mejor manera en la que lo había hecho ella, pues había hecho un desastre que tenía que arreglar.

—Qué torpe que es —rió para sí mismo, sintiendo ternura.

—Y que lo digas —respondió Dustin mirando divertido a Poppy más arriba, intentado arreglar el estropicio que había hecho Lucas mientras Erica se reía de él—. Poppy ha cambiado mucho contigo, Eddie.

Eddie dejó de clavar los clavos para mirar a Dustin con el ceño fruncido. Dustin parecía muy serio, hablaba con lo que sentía de verdad.

—¿Qué quieres decir?

—Ella... estuvo muy distante de todos nosotros después del verano pasado cuando ocurrió todo lo del Azotamentes. Se juntó con el equipo de baloncesto y dejó de ser ella misma por completo. No era que no se juntara nunca con nosotros o que no nos hablara, nunca ha dejado de mostrar que nos quiere, pero... Estaba distinta.

Eddie se quedó totalmente serio y callado y escuchó al pequeño con atención, con interés.

—Pero en cuanto ha ocurrido todo esto y ella te ha empezado a conocer... ha vuelto a ser ella misma. Es como si le dieras la confianza que le quitaron otras personas. —Eddie no pudo evitar sonreír y girarse hacia la castaña, que en ese momento estaba totalmente ajena a lo que hablaban de ella—. Le gustas de verdad.

Eddie miró a Dustin sin saber qué decir, pero Henderson tenía mucho que seguir hablando. Sentía la necesidad de hacerle saber a Eddie todo lo que él sabía y notaba.

—Una vez leí que alguien que piensa demasiado es alguien que ama demasiado. Y es cierto. Tienes que confiar en que una persona como Poppy, cuando te quiere, lo hace de verdad. Ella seguro que ha pensado en todas las razones posibles para no hacerlo. Pero se ha dado cuenta de que lo que siente es muy fuerte. La conozco de hace mucho tiempo, Eddie, y puedo decir que eres la persona que más le ha marcado.

Eddie suspiró y terminó los clavos que faltaban en el escudo de Poppy. Volvió a girarse hacia Poppy y Dustin le palmeó la espalda con una pequeña sonrisa.

—¿Te sientes igual?

—¿Desde cuándo eres tan filosófico y terapeuta, Henderson? —Se burló Eddie.

Dustin se encogió de hombros.

—Me gusta ver a las personas que quiero siendo felices juntas.

Eddie sonrió sin poder evitarlo y le revolvió el cabello para después levantarse y alzar el escudo de manera juguetona e infantil, como si fuera un niño con un juguete nuevo.

—Sí, Henderson. Me siento de la misma manera —hizo aspavientos con el escudo—. Me siento así por ella desde hace bastante más de lo que ella piensa.

Aquello último intentó decirlo de manera indiferente pero se pudo notar que al decir eso su tono de voz se oscurecía un poco, como si estuviera soltando algo que llevaba tiempo guardando.

—Entonces deberías decírselo.

Eddie no respondió, si no que siguió jugando con el escudo.

—¿Qué te parece? —Dustin se refería al escudo, pues se dio cuenta de que a Eddie le daba más vergüenza hablar de eso de lo que pensaba.

—Ligero, pero resistente —decía Eddie moviéndolo. Lo alzó hasta el cielo con dramatismo—. ¡Letal! Pero fiable.

Dustin rió sacudiendo sus hombros con diversión. Eddie lo señaló con esa expresión tan teatral que hacía siempre.

—Escúchame bien —comenzó a decir apoyando su pie a una caja de rejas que tenían en el suelo, poniendo una voz grave y ronca—, ya no habrá más retiradas de Eddie el Desterrado.

Dustin lo miró sonriendo y se levantó con su escudo en mano, también.

—Ya estás listo para la bat-alla.

Rió solo al escuchar su propia broma. Eddie se quedó mirándolo con seriedad. Dustin siguió riendo.

—¿Lo pillas? —Eddie siguió mirándolo con extrañeza—. Bat. Murciélago. —Nada—. ¿No? Vale.

Soltó el escudo y lo dejó en el suelo con decepción, pues pensó que Eddie lo pillaría, pero no.

—Creía que era bueno... —dijo con expresión decaída.

Pero no le dio tiempo a decir nada más, porque Eddie se lanzó hacia él y lo derribó con facilidad. Dustin gritó mientras se sujetaba al torso de Eddie para evitar ser tirado al suelo. Ambos comenzaron a forcejear en un intento de que no cayesen al suelo.

—¿Qué haces? —le preguntaba Dustin intentando mantener el equilibrio.

Eddie siguió intentando tirarlo al suelo, o abrazarlo, quién sabía, mientras sacaba la lengua como signo de esfuerzo pero de diversión. Los dos siguieron forcejeando intentando derribar al otro, con sus manos en el torso de cada uno para mostrar más fuerza. Al final, Eddie soltó a Dustin con diversión.

—¡Serás cabrón...! —Gritó Dustin haciéndole otro placaje a Eddie.

Eddie hizo un gran esfuerzo por no ser él ahora tirado al suelo y se agarró de los calzoncillos de Dustin para poder debilitarle y al mismo tiempo sujetarse de cualquier sitio para no caer.

—¡No, de los gayumbos no! ¡No vale!

Eddie aprovechó y lo sujetó de su cuello para mirarlo con una gran sonrisa, obligándole a mantener el contacto visual.

—No cambies nunca, Dustin Henderson —dijo de corazón.—Prométemelo.

Dustin, algo sorprendido por aquellas palabras, pero sin soltarse del agarre de Eddie y sin dejar de mirarlo, contestó:

—No era mi intención.

Eddie no soltó su agarre y se quedó mirándolo con la boca abierta y con gran admiración. Jamás se habría imaginado que quería tanto a un niño al que le sacaba tanta edad. Pero le quería. Maldita sea, quería mucho a Dustin. Ese niño se había ganado su corazón.

—Bien.

Dustin asintió.

—Bien... —repitió Eddie mirándolo de lado, sonriendo.

—Bien. —Dustin rió y Eddie le palmeó el hombro.

Eddie soltó a Dustin y miró hacia los Sinclair y hacia Poppy.

—Eh, chicos. —ellos lo miraron—. ¿Qué tal vais con esas lanzas mortíferas!

Ellos alzaron sus pulgares en señal de aprobación. Poppy acababa de arreglar una de las lanzas y se la entregó a Lucas guiñándole un ojo. Se había quedado mirando a Eddie y a Dustin jugar y mirarse con orgullo el uno al otro. Ella no había podido evitar sonreír con ternura en ese proceso. Aquella escena había sido de lo más adorable y una repentina ola de cariño le recorrió al presenciar aquello.

Se dirigió hacia Max y Nancy y se percató de que ellas habían terminado su tarea.

—Buen trabajo —señaló el arma serrada de su hermana.

—No tanto como el tuyo —respondió Nancy—. Esa lanza parece verdaderamente mortal.

—No tanto como esa escopeta. Dale su merecido a Vecna.

—Lo haré.

Poppy miró a Max.

—Y tú... por favor, ten mucho cuidado. Eres el cebo, pero no es necesario que te coma. ¿Vale?

Max le sonrió en un intento de calmarla y no preocuparla más.

—De acuerdo.

Nancy se quedó mirando a Eddie, que jugaba infantilmente con Dustin, y después contempló a su hermana.

—De verdad me gusta Eddie para ti. Os complementáis bien.

Poppy se sonrojó pero no lo negó. Se quedó mirando a Eddie jugar y sonrió. Miró a Max y a Nancy.

—Me asusta pero... creo que es la primera vez que me siento de esta manera con alguien. Sé que es precipitado, pero es como me siento.

—Es completamente comprensible —respondió Max rápidamente—. Si no te conociéramos quizá lo pensaríamos, pero el simple hecho de que tú estés admitiendo esto ya dice mucho. Me alegro por ti.

Poppy se agachó y abrazó a ambas chicas.

—Os quiero mucho. —susurró con sentimiento.

—No te pongas tan sentimental o me puede dar algo —dijo la pelirroja, abrazándola de vuelta.

—Nosotras a ti también, Poppy —Nancy también correspondió al abrazo y aprovechó esos minutos en los que Poppy no parecía reacia a mostrar afecto hacia ellas.

Poppy se levantó intentando dejar de ponerse tan sentimental y corrió colina abajo en dirección a Erica, Lucas, Dustin y Eddie, que en ese momento jugaban imitando una batalla. Se interpuso entre ellos entre risas y Eddie rápidamente la cubrió con su escudo. Poppy agarró el suyo y se protegió de la lanza de Lucas.

Sí, aquello la hacía completamente feliz.


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