𝐜𝐢𝐧𝐜𝐨

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Soldados.

───
Tres años después.
───

Mis párpados se sintieron pesados ante la iluminación que transmitían las ventanas. Con pesadez los abrí, mirando aquel techo. Cada día que despertaba, cada día que pasaba, seguía sintiéndome aún con un vacío que no podía describir, era uno ajeno que no podía entender, y provocaba que me pesara él levantarme de esta cama, pero sabía, que debía hacerlo. Me levante, quedando sentada, observando a mi alrededor. Muchos empezaban a levantarse, y alistarse. No tarde en estirar mi cuerpo tan pronto baje de la litera, peinando mi cabello rápidamente aunque estuviese desmoronado. Anoche fue un buen festejo, nos habíamos después de todo, graduado. Habían pasado tres años, y recientemente había cumplido mis quince. El festejo no lo pase sola, pero aún, extrañaba mi hogar, pero al menos; ya tenía uno nuevo. Con mi serena expresión, pase por el lado de mis compañeros, quienes con su gran esfuerzo, lograron dignamente su diploma. Aún con los tres años que pasaron, se me hizo imposible no entrelazarme, pues, eran rostros y voces que veía a diario, así que, de una forma u otra; fue inevitable. Debía admitir que mi corazón, empezaba a pertenecer acá, pero mi alma estaba consiente de que yo no era un soldado de Paradis.

Salí de los dormitorios, para pasar a las regaderas, no sin antes escuchar voces conocidas llamarme, pero yo tan solo salude con mi mano, y continúe. No era tan cercana con algunos, pero no dejaba de ser cortes con ellos, aunque no pasaran tanto tiempo conmigo como los otros. Me adentre a las regaderas, y me quite mi ropa de dormir, encendiendo un grifo, y dejando que el agua cayera en mi, levantándome más. Mi cuerpo había cambiado, se desarrollo, al igual que mi rostro. Ya no era tan niña, tampoco tan adulta, era una adolescente que pronto se convertiría en una. Mi cabello había crecido un poco, pero me mantuve picándolo, con la intención de que no me molestara en mis entrenamientos. Habían muchas cosas en mi que habían cambiado, más allá de mi físico, mentalmente yo estaba ida. Aunque tuviera un pensamiento diferente, y no solía compartirlo con nadie, ni interior estaba podrido por él engañar, y usurpar a personas que para mis ojos, no lo merecían o quizás si, pero no entendía del todo bien tener que hacerles daño. Seque mi cuerpo, y coloque aquel uniforme, sabiendo que había otro que me esperaría, que estaba tatuado en mi piel. Me lo acomode, amarrando mis correas y ajustando mis zapatos.

-Amaya.-me sobresalte ante la presión de una mano en mi hombro, pero ante ver sus ojos, me calmé, y agarraba mi ropa.

-Hola, Marco.-le salude, mientras que camino a mi lado.

-Hoy saldremos al distrito de Trost, ¿irás?-me preguntó curioso.-Bueno, todos los que se graduaron iremos. Pronto habrá que elegir una de las tres elites, ¿tú a cuál iras?-me preguntó curioso, nuevamente, y es que, él era así.

-Al cuerpo de exploración.-le respondí, viendo como abría grandemente los ojos.-Ya lo sabias.-le esclarecí cuando entrábamos a los dormitorios, para yo guardar mis cosas.

-Lo sé, pero tenía esperanza que ingresaras a la policía militar.-confesó, algo apenado.

-Marco, aquí estás. Te buscaba.-la puerta se abrió, dejando ver a cara de caballo, quien me miró fulminante; nos odiábamos.-Venga, deja de mirarme así.-me pidió, con una sonrisa de lado.

-¿Quieres venir con nosotros?-me preguntó Marco, animado, pero negué, y deje de ver su animación.

-Ella irá con los perdedores.-exclamó Jean, pero Marcó le fulminó ante mi incomodidad del comentario.-Solo bromeó, santo.-se distanció, dejándome a Marco y a mi, solos nuevamente.

-Si no fuera tan patético... -esboce, llevando mi mano a mi frente y negando.-Pero, no puedo negar que es un buen compañero.-opine, visualizando a Jean sonreír y hacer muecas de manera egocéntrica.

-¿Entonces irás con ellos?-me preguntó Marco, refiriéndose a tres chavales con quien compartía seguidamente, pero me encogí de hombro.

-No lo sé, depende a qué línea me envíen.-le decía, recogiendo mis cosas, para caminar a su lado, pero antes de que pudiéramos salir, él apretó mi brazo con delicadeza.

-Oye.-me llamo, a lo que vi sus mejillas sumamente sonrojadas.-¿Crees que luego podríamos compartir?-me preguntó.

-Claro, siempre lo hemos hecho.-le asentí, pero él parecía querer llevar a otra situación, que no estaba claramente preparada.

-Solos.-añadió, sonriendo tímidamente.-Como una cita.-especificaba, aún tímido.

-Bueno... yo.-me frene, sintiéndome tímida, sin saber cómo responder ante eso.-Un día, un día podemos tener eso.-le exprese tímidamente y sonrojada,

-¿Sabes lo que es, cierto?-me preguntó, y vagamente asentí.-Oye, no tenemos que tomarnos de las manos ni nada de eso, solo podemos pasar un rato agradable como los buenos amigos que somos.-me decía, mientras que salíamos al aire libre.

-¿Ya te le has confesado?-abrumada rodee mis ojos ante sentir los brazos de Ymir a posicionarse en mis hombros, de manera incómoda me removí.

-Déjalo.-le pedí cuando vi a Marco sonrojado, y sumamente avergonzado.

-Si, es tierno que quiera compartir con ella. No tiene nada de malo.-opino Krista, poniéndose a mi lado.-Al menos tiene a un pretendiente.-dijo bromeando.

-No me interesa ninguno, tú atención me basta.-le sonrió Ymir en una risa burlona, dirigiéndose a su amiga, y dejando de poner su peso en mi, para ponerlo en ella.-Además, pienso que Eren deferiría con "uno solo pretendiente", ¿a que no?-me preguntó, y simplemente la evadí.-El chico con actos suicidas y la solitaria loba, buena pareja que se pueden tirar.-exclamaba burlona, distanciándose junto a Krista.

-Es tan insoportable.-argumente, visualizando como Marco sonreí y asentía.

-Eh, vámonos chaval.-le pidió Jean, ante visualizar a varios reclutas empezar a salir de la base, pero Marco me miró detenidamente.

-Si quieres nos encontramos allá.-le indique, a lo que él asintió, girándose para darme mi espacio; pero tan solo me quede aturdida cuando visualicé a Annie, Berthold y Reiner juntos, charlando de una manera sospechosa.-Eh.-le llame nuevamente a Marco, acercándome a él.-Si quieres os acompaño.-le dije, viendo como asintió rápidamente y me dio paso a su lado.

-Joder.-exclamó Jean, dándome un espacio a su lado en la carreta, para yo visualizar hacia dónde quise escapar.

Las frías miradas de aquellos tres chicos se dirigieron a mi, parecía que me estuviesen esperando, pero por alguna razón, no quise ir. Éramos conocidos de toda la vida, criados desde niños, anduvimos en los mismos callejones corriendo y jugando, como en los mismos entrenamientos compitiendo. Fueron enviados aquí dos años antes que yo, han estado más tiempo, han descubierto más, pero yo, no tenia los pecados que sus hombros si. Sus acciones habían provocado muertes inocentes, y trágicas historias que no podían escapar de nuestros oídos. Veía la carreta irse lejos, y finalmente, deje de verles. Me consideraba diferente a ellos, porque pese a que mi alma estuviera oscurecida por la soledad, y la tristeza, yo no era amante a la guerra, o a ser una guerrera. Tenía una razón para estar aquí, y sin duda, era para proteger el honor de mi familia, de las únicas dos personas que compartían mi apellido, y que vivían más allá de los muros. Debían estar juntos, charlando y despertando cada mañana sabiendo que se tenían el uno al otro, sin saber si estaba bien, si había comido y dormido, debían tener su corazón cada día en una cuerda floja apuntó de romperse, con el temor de que no volviera a casa. No había manera de que esta Isla llenara el vacío que sentía, pero tampoco, el volver a casa aliviaría la vergüenza de lo que mi gente durante años ha estado haciendo. La carreta siguió, hasta que justamente paró luego de un buen rato. Donde nos bajamos.

-¿A donde irán?-le pregunté a Marco curioso, viendo como se iba rápidamente con Jean.

-Iremos a buscar doncellas.-exclamó Jean, haciendo un gruñido, intentando de parecer coqueto; pero parecía, un relincho de caballo.

-Yo me quedaré, veré que tarea puedo hacer.-le indique a Marco, quien dudoso me miró.

-Bien.-asintió, sonriéndome ampliamente.-¡Nos vemos!-se despidió, felizmente, mientras que tan solo me quede parada allí, observando la multitud sobrepasar.

-¡Niños, no corran!-pedía una mujer, mientras que sus pequeños hijos, corrieron a mi alrededor, a lo que les di espacio.

-¡Eh, allí está!-aquella voz se posicionó en mis tímpanos, y me giré, buscándole, pero no le vi.-¿Qué haces aquí? ¿Has venido a buscarnos?-los brazos de Eren se colocaron en mis hombros, a lo que sonrojada, observe frente a él, a un hombre de las tropas de guarnición.

-Lamentamos haberte dejado, estabas dormida, y no nos atrevíamos a despertarte.-Armin se colocó a su lado, me miró sonriente y algo tímido.

-¿Está es tu novia Eren?-preguntó aquel hombre de cabello rubio, y bigote, me examinaba, pero yo algo arisca, le empujé a Eren.-Venga, estoy bromeando niña.-sonrió él, pero me mantuve seria, y cabizbaja.

-¿Y Mikasa?-pregunte curiosa ante la ausencia de mi amiga, la más cercana a mi, después de estos tres años.

-Debe estar en las primeras líneas, ayudando algunos pueblerinos con las provisiones.-la excusó Armin, a lo que asentí.-¿Tú con quien viniste?-me preguntó.

-Con Marco y Jean.-le respondí.-Ustedes se me adelantaron, así que aproveche.-le decía.

-Hannes, ella es Amaya.-Eren se interpuso en mi medio, para así, presentarme.-Amaya, él es Hannes.-presentó nuevamente desde mi ángulo, a lo que asentí ante aquel hombre.

-Mm.-él exclamó un suspiro aullado.-Te pareces mucho a Carla.-indicó, a lo que me quede en silencio por eso.-Es un gusto.-me sonrió él, estrechando su mano, la cual acepte.

-Yo me voy, veré si Mikasa me necesita.-aviso Armin, a lo que asentimos rápidamente cuando se decidió ausentar frente a nosotros.

-Bueno, es hora de que ustedes también se vayan. No quiero que os regañen por mi culpa.-expresó él, rasgándose la nuca.

-Adiós Hannes, nos vemos pronto.-se despidió Eren, mientras que yo, tímidamente alce la mano, y me despedí de la misma manera en la que Eren lo hizo.-Bueno, ¿vamos al muro? Están limpiando unos cañones.-me decía él, a lo que asentí, mientras que pasábamos alrededor de la gente.

-Si, claro.-le respondí, caminando a su lado.-¿De donde conoces a ese soldado?-le pregunté a Eren, mirando atrás al hombre rubio que caminaba en la dirección opuesta.-Podría jurar que estaba ebrio, Eren.-opine, y este, asintió algo avergonzado.

-Él era parte de las tropas de guarnición de ShingaShina.-me dijo rápidamente.-Era un amigo de la familia, siempre estaba con nosotros, fue él quien nos salvó a mi y a Mikasa de morir, aquel día.-me contaba, vagamente, como si recordara algo que le pesara.-¿Qué harás?-su entristecida expresión cambio, de ánimo.-¿Ya has decidido a donde iras?-me preguntó, refiriéndose a las tres elites que nos abrigaban.

-No lo sé, Eren.-le respondí, cortamente.-Ya te lo he dicho, soy muy indecisa.-le decía, a lo que él me miraba detenidamente.

-Vamos, ven conmigo al cuerpo de exploración.-me pedía Eren, animado.-Seremos un gran equipo, siempre lo hemos sido.-esbozó una sonrisa, y tan solo negué.

-Lo dices porque estás enamorado de mi.-le dije de manera egocéntrica, notando como se sonrojó a mi lado, y bajo la cabeza avergonzado.

-Como crees... -se rascaba la nuca, estaba nervioso.-Oye, realmente creo que hacemos un buen equipo. Siempre sobresalimos cuando te toca conmigo.-asentí, no mentía ante eso.

-No eres el único, también hago buen equipo con Mikasa.-añadí, caminando a su ritmo.-O Armin, quizás.-dije.

-Bueno, son uña y mugre, claro que se entienden; son mujeres.-exclamó, pero me detuve en seco cuando observé a Berthold adentrarse a un callejón, aislado y sin nadie.

-¿Irás arriba?-le pregunté, y él rápidamente me asintió.-Bueno, yo veré que necesitan acá. Tan pronto termine, subo al muro contigo.-le decía, y él dudoso asintió.

-Oye.-me llamo, me detuve en seco antes de que pudiera seguir, y lo mire.-Olvídalo... -musitó, y antes de que pudiera detenerle, se giró.

-Eren, espera... -mi mano se quedó estrechada, pero él, con su equipo de maniobras tridimensionales, se había ido a la cima del muro del distrito Trost.-Berthold.-en un tono bajo lo llame, acercándome al callejón, esperando que nadie os viera.-¿Qué haces?-le pregunté curiosa, viendo como se sobresaltaba ante mi aparición.

-Voy atacar.-me informó, de una manera pasiva; que me preocupo, me quede parada frente a él, con los ojos abiertos como platos.

-¿Qué?-pregunte, confusa.-No. ¿Por qué?-volví a preguntar, inquieta y sin tener idea de lo que estaba sucediendo, o sucedería.

-Tenemos una misión, debemos actuar, hemos perdido tiempo.-me indicó, mientras que veía como él observaba a los alrededores.

-Aquí están.-mire atrás, observando a Reiner, y como llego junto a Annie.-Nos has estado evadiendo.-afirmó, pero me quede en silencio ante eso.

-¿Atacar te beneficiará conseguir al titán fundador?-le pregunté a Berthold, ignorando a Reiner, viendo como mi amigo me miraba dudoso, él no deseaba hacer esto.

-Si.-afirmó.-Amaya, se robaron al titán fundador y lo han traído aquí. Alguien debe tenerlo, un titán de conciencia inteligente como nosotros. No lo hemos visto, porque no hemos llevado ataques. Voy a romper la puerta de Trost, nos encargaremos de actuar como soldados, me cubrirás en todo momento, y luego te esparcirás con quien quieras. Veremos si esto nos lleva a la ventaja.-me decía Berthold, pero yo estaba denegando.

-O a la perdición.-le justifique.-No hay que hacer esto.-les decía.-Berthold.-le llame, esperando que reaccionara, pero los brazos de Reiner me atraparon, y me sobresaltaron.

-¡Amaya, no!-me quede tensa, ante sentir como empujaba mi cuerpo, como si deseara que reaccionara.-Se que nunca has querido esto, lo sé, desde el momento en que te ingresaron en él área de reclutas de guerreros con Pieck.-decía, mirándome detenidamente.-Estás aquí, por el honor de tu familia, no por ti. Este no es nuestro hogar, por más bonito que sea. Vamos actuar, ahora. Y es una orden.-baje la cabeza.-¡Eres una guerra de Marley!-me grito.

-Soy una guerrera, de Marley.-repetí sus palabras, vagamente, sintiendo como soltó mis brazos; pero aún mantenía mi cabeza baja.

-Déjala Reiner, ya entendió. Ya entendimos.-hablo Annie, manteniéndose aislada.

-Irás arriba con los demás, te encargarás de que al menos no sean capaces de ver a Berthold, a quien veas; hazlo caer.-indicó, y pesadamente, asentí.-Amaya.-me llamo.

-¡Ya entendí!-hable, totalmente agitada.-Ya entendí... -musité, mientras que sentí la mano de Reiner nuevamente en mi hombro.

-Esto es lo que somos.-me dijo, neutral mente, pero apagado; sin humanidad.-Y lo seguiremos siendo.-me despegue de él, con algo de brusquedad, y me quede cabizbaja.-Vete con Eren, tienes una coartada con él. Aprovecha que esta que se muere por ti.-mis ojos se abrieron, y de una manera impulsiva agarre su chaqueta en mis manos, empujándolo bruscamente a la pared.

-¡Amaya!-Berthold me llamo enfadado, mientras que mis ojos y los de Reiner se miraban fijamente.

-Él no será parte de esta mierda, Reiner.-le dije, presionándolo contra la pared, agitada.-Si algo le pasa, te voy hacer pedazos. Titán acorazado.-le musité en el oído, gruñendo.

-¿Te enamoraste de Eren? Sabiendo que alguien te está esperando en Marley.-alce mi mano, con mis nudillos cerrados, iba a golpearle hasta que Annie apretó fuertemente mi mano hacia atrás, haciéndome gemir.-Sabiendo que Colt te espera.-añadió, e intente de volver a golpearle, pero no pude.

-Lo que sienta, no te incumbe.-expresó Annie, distanciándome de él.-Vamos hacer esto, no perdamos más tiempo.-pidió ella, dejando que finalmente, ellos se fuesen.-Amaya.-me llamo, captando mi atención.-¿No pudiste evitarlo?-me preguntó, pero deje mis músculos relajados, y la miré cínicamente.

-No me preguntes eso, cuando tú te has enamorado de Armin también.-musité, cortamente, para así, salir de aquel callejón.

Respire hondo, ella y yo, nos miramos. Ya no éramos unas niñas Annie, estábamos aquí por el honor de nuestros padres, ni siquiera era por nuestra voluntad propia. Portábamos un poder que no podíamos sobrellevar más allá de nuestros límites, porque pese a que recorriera por nuestra sangre, no nos pertenecía y nos acortaba la vida. Dejamos de mirarnos, para caminar por direcciones opuestas. No deseaba una coartada, no deseaba meterle más a fondo en este teatro que cuatro niños de una nación ajena, habían creado, guiados por adultos ignorantes con un pensamiento ilógico hacia personas que desconocían, los Eldianos. Empecé a caminar con discreción, aislándome de aquella área, la cual se convertiría en un campo de batalla. Apreté mis equipos de maniobras tridimensionales, y volé por los tejados, esperando encontrar una mejor coartada, pero allí yacía ella. Mikasa, su corto cabello jugaba con el viento, y su mirada me atrapó en el tejado. Tuve intenciones de acercarme, ella me veía fijamente, como si esperara que llegara a su lado, pero fue el momento perfecto, mi coartada, estaba lista. Exprese temor, y sorpresa cuando vi como él cielo detonó aquellos rayos en algún punto fijo, fuera del muro. Quienes habían alguna ves visto esos colores, sabían lo que se aproximaba.

El cielo retumbó, y el suelo también. Los gritos se exclamaron grandemente, esta gente, vivía un caos que no pensaron revivir. Fue ahí que vi el temor en sus ojos, y como corrían con rapidez. Miedo, caos, pánico. Sensaciones que no podía sentir, pero si describir. Atrás de aquel muro, yacía un fuerte titán, midiendo mínimo sesenta metros. Era el titán más fuerte, y más grande. El titán colosal, portado por Berthold. Creaba pánico el rostro de aquel monstruo, estaba bordado de músculos. Sus grandes dientes se veían, sus ojos también. Elevó una gran expulsión de humo a su alrededor, pero claramente, hubo un leve retumbar. Debió haberle hecho el hoyuelo a la puerta del distrito de Trost, lo que significaría, que los titanes fuera de aquel muro, que provenían desde más allá del muro Maria, el cual ellos mismos habían fraccionado, se avecinarían hacia acá. Me quede aturdida visualizando a la gente correr, a la gente entrar en pánico, y sentir un miedo indescriptible. Verles me hizo sentir un apretón en mi corazón, no podía moverme ante ver lo que una sola aparición, había provocado. ¿Esto fue lo que sintió toda esa gente hace cinco años? Era lo que me preguntaba a mi misma, veía el horror en sus rostros, lo veía fríamente.

Toque mi cabeza, la presión que sentí en ese momento, fue fuerte. El estrés me recorrió, y tan solo me lancé al suelo, procurando a niños, esperando a que corrieran. Habían caldo pedazos de la muralla en varios techos, había sangre, y gente aplastada. Sentí nauseas, pero más que eso, resentimiento a mi misma por haber permitido dicho acto. Me detuve en seco en un callejón, mis manos temblaban. No quería esto, no deseaba estar aquí. Sentía nuevamente mi alma fraccionarse en dos pedazos, sabía cual era mi postura y que no debía oponerme, pero mi otra mitad me estaba arrancando el corazón y pidiéndome humanidad, pero no me quedaba nada. Deje a esos niños, a su suerte y con temor. Mordí mis labios y continúe, dejando a pueblerinos atrás, sabiendo que podía ayudar, pero lo único que debía hacer; era continuar, esperando una señal, pero yo sabía que esto no nos llevaría al titán fundador, así que me detuve y maldije. Retrocedí, y corrí velozmente hacia esos niños, levantándolos del suelo, y señalando por donde podían escapar, y fue ahí, que sentí mi alma descansar por un solo instante.

No podía moverme de esta área, no hasta que viera una señal de que Berthold se había ingresado al interior del muro. Veía a los soldados, los mismos que se habían graduado el día anterior volar por los aires con sus equipos de maniobras tridimensionales. Me mantuve seria, tragando saliva y protegiendo a quien me necesitase, pero ya no era necesario, así que me removí de mi lugar cuando entre él corre y corre, observé a Berthold. Tenía su cabeza baja, y tapado con su capa, debía regenerar su rostro, las marcas de su transformación eran más notables. Sus ojos y los míos se cruzaron, y asentí, sabiendo que no había nadie que lo hubiese visto, y quien si, de seguro había sido silenciado por Annie o Reiner. Llego hasta a mi, y ambos nos elevamos en el aire con el equipo de maniobras tridimensionales. Observé la cima, y mis compañeros ya no estaban en el muro, y la línea fina de cañones, se había derrumbado. Había dejado a los soldados expuestos, y sin defensa, sería una desventaja. Muchos habían usado todo su esfuerzo para colocar esas líneas de cañones, en caso de que algunos titanes se avecinarán, nuevamente les habíamos dejado la peor fase, el ataque, sin poder contraatacar.

-Amaya.-me llamo, mientras que mi pecho subía y bajaba, la rabia me consumía.-Yo tampoco quería hacer esto.-expresó, de manera cínica.

-¿Y por qué lo hacemos?-le pregunté, agitada y mirándole con mis ojos abiertos.

-Porque es lo que somos.-me respondió, serenamente.-Para esto fuimos criados.-me hablo, pero tan solo bajé la cabeza, y gruñí, hasta que un sonido del gas proveniente a un equipo de maniobras tridimensionales se avecinó a mis tímpanos.-Mikasa.-ella llegó a mi lado, observándome, a mi y a Berthold.

-Van a reunirnos, dirigirán las líneas de escuadrones.-me avisaba, llevando su mano a mi hombro.-Te va tocar en las primeras líneas, de seguro Armin y Eren estén en las mismas, en caso de que sea así, te pido que procure por ellos, si a mi tampoco me toca.-asentí ante su petición.

-Estaremos en diferentes áreas, iré a ver qué me dicen los superiores.-hablo Berthold, sonando como si estuviese nervioso, Mikasa le asintió.

-Ha tumbado los cañones.-le contaba, y ella miraba arriba de la cima del muro.-No tardarán en entrar, será un caos.-opinaba, mirando a los alrededores y como la gente huía.

-Como hace cinco años... -susurro ella, llevando su mano a su cabeza, y tocándola.

-Mikasa.-la llame, colocando mi mano en su hombro.-No dudaré en protegerles.-le decía, y ella me miraba, sin saber a lo que me refería, y eso me dolía.

-Entonces, protege a Eren y a Armin, yo puedo.-me indicó, a lo que asentí.-Por favor, Eren es muy impulsivo, y Armin es ansioso. No nos pondrán en el mismo lado, estoy segura.-me decía ella.

-¡Finger, ven conmigo!-dirigí mi mirada a uno de los superiores, quien se dirigió a mi.-Irás a las primeras líneas, vamos.-me pedía, y me quede un instante parada, observando a Mikasa.

-Iré a por ellos, en cuanto pueda.-le dije, antes de que pudiera elevarme en el cielo, dejándola atrás con otro de los supervisores.

-¿Nerviosa señorita Finger?-me preguntó, mientras que nos detuvimos en aquel tejado, era una de las primeras líneas de casas expuestas al hoyuelo que se había creado en el distrito de Trost.-Se ve tensa.-hablaba de manera burlona, pero mantenía mi seriedad, y evadía.

-No.-respondí, fríamente.

-Es un titán de 6 metros, es un anormal. No nos mira.-expresó él cuando vimos con claridad a uno de los primeros titanes adentrarse por la puerta exterior de Trost.

-Lo se, me lo enseñaron durante tres años.-hablé, de manera sarcástica.

-Entonces, ataca.-me pidió, y lo mire fijamente ante eso.

-Cobarde... -masculle, sacando por primera vez, mis hojas de mis equipos de maniobras tridimensionales.

Me detuve en seco, y por primera vez, sentí algo de miedo cuando les vi. Pese a ser portadora de un gran titán, no era igualitario pelearle en esta forma humana. Estaría enfrentándome por primera vez a ello, y no tenía idea de cómo empezar a demostrar mis capacidades. Respire hondo, y me alinee en los tejados de manera visual, buscando una estrategia para girar alrededor de su nuca sin caerme. Di un leve brinco, para enganchar mi gancho alrededor de su oreja, viendo como sangre salpico. Mi cuerpo se impulsó con el viento, y giré con el, mis espadas se elevaron y apunte directamente a la nuca del titán anormal. Apreté los mangos de mis hojas con fuerza, sintiendo mis palmas calentarse ante el cierre Yam brusco. La sangre salpicó, y su trozo de piel también. Y con eso, leve vapor sobresalió. Me eleve en el aire, viendo como por la entrada, se aproximaban más titanes, pero era claro que no todos eran anormales. Era extraño, sentía que realmente estaba defendiendo esta ciudad. Algo en mi interior se sentía hueco y vacío, porque mucha sangre se estaría derramando por haber permitido la abertura, pero aquí estaba, hipócritamente. Cerré mis ojos, y me eleve en el aire nuevamente con más fuerza.

Lleve los mangos de mis hojas con velocidad a su nuca, aquel titán era más grande, y deseaba atraparme en las palmas de sus manos, pero no lo permití. Cayó, junto al otro. Era difícil cortar aquel pedazo de nuca, pero lo había hecho. El sudor yacía saliendo de mi frente, y las gotas caían en el suelo, mientras que veía a varios soldados llegar. Mis pies se colocaron en la cima del muro, y más allá veía a la gran cantidad de titanes que se dirigían hacia acá. Escuchaba gritos, y cuando mire a mi horizonte, veía el caos que nuestras acciones influyeron. Me quede con los ojos abiertos, pero no transmitía ninguna expresión cuando visualicé a una mujer ser comida por un titán. Su sangre salpicó, y cayó en el suelo, de la siguió comiendo, como si no la escuchara. Mi pecho subía y bajaba, sabía que él estar aquí parada, haría que otras personas siguieran muriendo, pero no sabía cómo actuar, o que hacer, no era mi deber estar aquí, pero un impulso me empujaba a defender esta ciudad, como si yo perteneciera a ella. Quizás, estaba pasado tanto tiempo aquí, que empezaba olvidar de donde venía, y a qué, pero es que no podía permitir que dicho caos arropara a esta ciudad por un capricho.

Me impulsé lejos del muro, aprovechando que uno de mis supervisores no me veía. Me había lanzado como carnada a los titanes, así que su experiencia era nula, porque si no, él se hubiese lanzado conmigo, como los otros. Ahí recordé, y continué lejos de ahí. Sentía preocupación, y sabía que mi humanidad estaba ahí, y mi orgullo prevalecía sobre estos muros. Veía a través de los callejones a personas, estaban aplastadas y en baches de sangre. Desviaba mi mirada, no podía observar eso. Los gritos se escuchaban, no se detenían, así que tan solo me enredé con mis cables, y me caí en el tejado, gimiendo y raspando mi rostro. Me incorpore, temblorosa y resentida. Estaba sintiendo emociones que no había sentido, confusión, y molestia conmigo misma. Confundía esta realidad, con la que debía tener. Mi postura no era sentirme así, era fingir, pero me había acostumbrado tanto, que ya no podía ser quien era. Apreté los mangos de mis hojas, y observé a mi alrededor a los titanes, pero mi piel se tenso y busque el horizonte cuando escuché un grito desgarrador que jure reconocer. Mi corazón iba rápido, así que los ignore, y empecé a volar en el aire con el gas, buscando aquel grito, pero lo había encontrado.

-¿Qué diablos...?-mis ojos estaban abiertos como plato, observando reclutas en el suelo, muertos y despedazados.-¡Armin!-grite cuando lo visualice, no estaba tan lejos después de todo, pero yacía tembloroso y aturdido en el tejado, frente aquel titán.

-¡No!-grito cuando mis manos lo atraparon, no se con que fuera, pero lo atrapé y me eleve con él en el cielo, con intención de sacarlo de allí, pero se movió bruscamente y volvimos a caer en el tejado.

-¡Armin!-le grite agitada, apretándolo con fuerza cuando vi que tuvo intención de volver a ese tejado.-¡Cálmate!-le pedía, intentando de apretarlo contra mi cuerpo, pero me empujó con brusquedad.

-¡Eren!-grito, mirándome con sus azules ojos empapados en lágrimas, me quede tensa, mirándole.

-¿Donde está Eren?-le pregunté, viendo como caía arrodillado frente a mi, sus ojos estaban abiertos, y su mirada era ida.-Oh no.-lleve mi mano a mi cabeza, sintiendo una punzada.

-Se lo comió... -murmuraba Armin, y le mire inquieta, sintiendo mi cuerpo temblar en tantos aspectos, pero mi mente se fue en blanco.-Eren... -él lo llamaba, y yo lo imaginaba.

-¿Eren?-mi realidad se fue años atrás, donde veía a Eren sentado en las escaleras de aquella cabaña de la base.-¿Qué haces aquí?-le pregunté, escuchando un leve sollozo y me tensé, viéndole, giro su rostro e intento de evadirme.-¿Estás llorando?-le pregunté, cerrando la puerta de los dormitorios para que los chicos adentro no nos escucharan.

-No, solo... no.-me quede parada detrás de Eren, intentando de mirarle, pero él se levanto y se limpió sus lágrimas.-Estoy bien, puedes volver adentro con los demás.-me pidió, pero me quede confundida ante verlo así, tan triste.

-Eren, yo no soy buena en esto, pero déjame ayudarte, al menos intentarlo.-le indique, intentando de acercarme a él, pero sé alejo.-Somos amigos, ¿no?-le pregunté.

-Si.-exclamó, girándose, para así permitirme el ver su rostro empapado de lágrimas.-Es solo que extraño a mi mamá, demasiado.-decía, intentando de detener su llanto.-Solo quiero un abrazo, y que me diga que todo estará bien.-decía, girándose para darme la espalda.-Solo eso quiero... -volvió a decir, y yo tan solo suspire algo ansiosa ante verle así.

-Todo estará bien, Eren.-fue lo que dije cuando mi cuerpo se abalanzó al suyo, y lo abrazó con fuerza.-Todo estará bien.-le dije, para así escuchar sus sollozos y como apretó mis manos.-Joder.-exclamé, dándome cuenta que había vuelto a la realidad, y que Armin estaba frente a mi llorando.-Eren.-lo mencione, teniendo sus verdosos azulados ojos en mi mente, estaba sintiendo algo en mi interior; una tristeza inexplicable.-Imbécil, pensé que eras más fuerte que esto.-exprese tocando mi cabeza, mientras que mis rodilla temblaban.-Me dejaste aquí, sola.-exclame, cayendo arrodillada en el suelo, para observar cómo Armin caía en llanto.

No sabía que sentir, o cómo dejarme sentir. Mi cabeza dolía, ¿en qué momento Eren fue comido? Me preguntaba una y otra vez, el tiempo fue tan rápido para mi, que ni siquiera me di cuenta. Sentía nauseas, y un sentimiento de odio recorrió cada parte de mi ser. Apreté las mangas de mis hojas, y empecé a sentir la adrenalina. No podía tener credibilidad que él ya no estaba, me era denegada esa información. Me levante del suelo, y mordí mis labios para evitar aquel estruendoso sollozo. Brinque del tejado, y me impulse con el equipo de maniobras tridimensionales para atacar al titán que se acercaba a nosotros. Enfurecí, y sentía tantas ansias de hacerlo, de convertirme en aquel demonio y pisotear a mis allegados, pero no pude, no podía ser el monstruo que evitaba ser. Las hojas atravesaron su cuerpo, la sangre salpicaba y yo solo gritaba, enojada. No podía llorar, las lágrimas no me salían. La dureza de mi corazón se quebrantaba, y solo pensaba en que pude haber evitado la entrada de los titanes, y con eso, la muerte de la persona de quien me había enamorado, Eren Jeager.

¿Porque no me diste más tiempo, Eren?

───

Próximo capítulo: ¿Por qué tú?
Amaya queda afligida al dolor por primera vez, dándose cuenta que su alianza con Marley se estaría desvaneciendo cuando ella se da cuenta de que el titán fundador siempre estuvo frente a sus ojos.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro