𝐭𝐫𝐞𝐢𝐧𝐭𝐚

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Lo que ves, es lo que soy.

───

Estaba acostada en la cama, en silencio, observando el techo. El día había sido lento, tanto que aún no creía que la noche cayó. Me levante, quedando sentada en el borde. Estaba vestida y peinada, pero no me había decidido en bajar al comedor del cuartel, donde los soldados del cuerpo de exploración, tendrían una cena. No era capaz de sentarme en una mesa donde muchos platos estarían ausentes. No podía levantarme, sentía una presión en mi pecho que me carcomía, me llenaba de tristeza. Mi mente esta sobrellenada de pensamientos que no deseaba analizar, o pensar. Restregué mis ojos, tenía cansancio mental, y no sabía cómo evitarlo. Suceso tras suceso, muerte tras muerte, todo ha sido un hoyuelo del que no he podido escapar. Mi espíritu prevalece en la oscuridad de la que creí haber escapado, pero estando sola en este dormitorio, me hacía entender lo jodida que estaba por dentro. Levante mi colchón, observando las cartas intactas. Las tome en mis manos, y las conté. Estaban completas, por lo cual opté por volverse a colocar en el colchón, pero ante el tacto que hicieron con la puerta, me hizo sobresaltarme. Me levante, dejando las cartas debajo de mi almohada, para así, observarme en el espejo una vez más.

Me veía en ese espejo, mis ojeras se marcaban cada día, y me veía pálida. Estaba enfermando. Me veía algo más delgada, pero no del todo. Arregle mi camisa manga larga blanca, para así estirar un poco más mis mahón ajustado, de un negro ya deshecho. Deje mi cabello suelto, solo era una comida, una que merecían todas esas personas que han arriesgado su vida por hacer que la legión llegue hasta donde ahora esté. Deje las luces apagadas, saliendo de la habitación, para dirigirme al comedor principal, donde deberían estar todos cenando, juntos. No recordaba cuando fue la última vez que cené con mi familia, que nos sentamos todos en una misma mesa, a disfrutar una comida caliente, y de una buena charla. Creo que después de tanto, ya no recordaba como se sentía. Baje las escaleras, observando a mis compañeros, escuchando voces distintas. Muchas personas se veían contentos, comían con ese brillo en sus ojos, charlaban, pasaban un buen rato. Camine entre las bancas, no tenía hambre, pero tan solo ver como ellos tres estaban sentados con un hueco espacio, y un plato con comida solitario, me hizo estremecer. Cabizbaja me acerque a su mesa, y con lentitud, me senté, sin poder mirarle a los ojos.

-Te hemos guardado un plato, Sasha esta desquiciada hoy.-comentó Armin, acercando ese plato hacia mi, donde pude ver carne.-Buen provecho.-me dijo, pero no podía levantar los cubiertos para comer.

-Gracias, chicos.-agradecí, acomodándome en el banco junto a ellos, para ver los cubiertos y obtenerlos en mi mano.

-¿Estás bien?-aún lado de mi escuchaba su voz, quería temblar, no podía mirarlo a los ojos sin sentir una presión en mi conciencia.-Amaya.-Eren me volvió a llamar, por lo cual alce la mirada para verle, sus ojos, su mirada me calmaba, y más cuando vi como dejo de comer.

-Debe estar cansada, no ha podido dormir bien.-comentó Mikasa, ante mi ausencia de palabras, como si quisiera apoyarme.

-Si, entiendo.-expresó Eren, sentí su cálido tacto de su mano con la mía, la cual acaricie con mis dos manos.-Pero, come, así podrás irte a dormir.-me pidió, a lo que sonreí y asentí.

-Huele bien.-comente, sintiendo ese sabroso olor por mis fosas nasales, a lo que no tarde en darle un bocado, saboreando la comida en mi paladar.-Mm, ya entiendo porque Sasha está amarrada.-comente, creando que ellos rieran cortamente ante verme visualizar a Sasha, amarrada en una de las columnas.

-¿Por qué vas a llorar?-mire a Armin, y como me miraba fijamente, sonriendo negando, restregando mis ojos ante ni siquiera sentir como se humedecieron.

-¿Qué pasa?-me preguntó Eren, creándome presión.-¿Hay algo que quieras decir?-volvió a preguntarme, a lo que me quede analizando lo que me dijo, y no pude contestar.

-Es que... -me detuve en seco por mi voz entrecortada, viendo como ellos tres me veían.-Hace mucho tiempo que no cenaba algo así, con personas que me importan... -musité, limpiando mis lágrimas, respirando hondo para calmarme, me estaba desmoronando, no podía fingir más.-Mi mamá era quien siempre cocinaba, y cuando murió, ya no comíamos en la mesa como una familia, ya no podía disfrutar comer como antes. Es por eso que cuando llegue aquí, siempre quería comer sola, pero Armin siempre quería sentarse conmigo porque creía que era cómodo porque guardaba silencio, y siempre escuchaba sus teorías sin interrumpirle, desde ahí no empecé a sentirme sola, pero estar aquí, me hace recordar que aunque se sienta confortable comer juntos, nada nunca será como con ella.-les dije, mientras que dejaron de comer, para escucharme, y parecieron sentirse apenados.

-Si, se como se siente... -expresó Mikasa.-Es como un plato frío y amargo que no puedes saborear, que fuerzas en tragar porque sabes que no volverás a comer uno igual, o quizás la persona que esté a tu lado, no esté mañana.-su mirada cambio, y pudimos ver a Jean, quien yacía comiendo solo, cuando siempre su compañía era aquel joven de pecas que no podía olvidar.-Pero no nos detenemos, seguimos comiendo, porque es la única manera en la que podemos recordarles, estamos aquí porque ellos no pudieron estarlo, no importa qué tan amarga sea la comida, al final te sentirás bien de haberla cómoda. Así que por favor, come, y no hagas que me levante para que te tragues la comida, no quiero dársela a Sasha, quiero que te la comas tú.-expresó seriamente, dejándome sin palabras.

Mire el plato de comida, aquel que solo le di un bocado, para nuevamente coger los cubiertos, y comer. Nuevamente di un bocado, y aunque quisiera recordar a mi madre en tristeza, no lo hice. Ella siempre hacía la comida con amor, siempre colocaba nuestros platos en la mesa con gentileza. Tardaba horas preparando la comida, siempre nos daba un poco de probar. Comía con una sonrisa, y disfrutaba vernos saborearla. Recuerdo el primer día que estuve sin ella en la mesa, en cómo las velas estaban apagadas, y el horno también. No pude saborear esa primera comida que no vino de ella, nunca más volví a comer como aquel día. Siempre perdía el apetito, siempre me apeteció comer sola, sin que nadie viera lo triste y vacía que me sentía, pero después de todo, aquí me encontraba. Comiendo alrededor de personas que sintieron también esa amarga comida cuando perdieron a un ser querido, todos estaban solos, no tenían a nadie, solo se tenían a ellos mismo, y aún así, eso les era conforme. Comí agradecida de tenerlos a mi lado, de tener a personas maravillosas que harían lo que fuera por mi, y eso aunque me supiera amargo, no deje de comer, porque eso al final, les hacía sentir bien, y merecían sentirse bien.

-A ver, todos hemos sido novatos alguna vez.-alce mi mirada cuando escuché como Jean se dirigía a Marlo, mientras que veía como aquel chico de cabello negro y de forma como un bohío, tenía su nariz rojiza; de seguro se había peleado, pero estaba ajena.-Si sacrificaran a los novatos nada más al empezar, no habría un relevo generacional, así que el trabajo de los novatos es quedarse en la retaguardia y observar para aprender.-escuchaba como Jean le explicaba, claro, desde su punto de vista tan amarga.-El soldado más inútil es el que solo consigue atacar un par de veces porque parece tener prisa para morir.-tome un sorbo de mi agua cuando Jean se recostó de mi, mirando fijamente a Eren.-¿O no?-pregunto de manera sarcástica, mientras que lo mire incomoda.

-Quítate de encima mío.-le pedí, viendo como él intimidado, se distanciaba.

-Oye. ¿A que te refieres con eso?-le preguntó Eren a Jean, este abrió los ojos de manera sorpresa ha, ya sabía donde terminaría esto.

-¿Tú ves a algún otro idiota suicida aquí?-le preguntó sarcástico, a lo que yo, rodeé los ojos.

-Ay por Dios, Jean, no empieces.-le pedí, llevando mi mano a mi rostro, dándome una leve tocada de lo cansada que estaba de estos dos.

-Escucha, ¿sabes lo que he descubierto últimamente? Que soy bastante normalito, así que, si me ves así, será porque eres una gallina, Jean.-continué con el rostro tapado, sabiendo que estaba entre medio de estos dos imbéciles.

-Uno.... Dos... -no tuve que terminar en contar, pues ellos, ya se habían abalanzado él uno y al otro, como en los viejos tiempos.

Me quede en la mesa, estaba entre medio de ellos, pero se habían movido con todo golpes y insultos. Yo continué comiendo, no me perdería por nada del mundo este plato ahora que lo he saboreado. Armin se levantó, al igual que Mikasa y todos para observar otra vaga pelea. Me dirigí al plato de Armin, y sin importancia, me robé su pan, comiendo mientras aquellos dos peleaban. Me quede observando desde la mesa, nadie los separaba por primera vez, todos disfrutaban de esa niñería que esos dos se traían desde hace tres años. Tome un sorbo de mi agua, para así limpiar mis labios con la servilleta, optando por levantarme para observar mejor. Había una altanería, así que nadie pudo escuchar cuando la puerta se abrió, para mostrar a ese capitán caminando con lentitud hacia el círculo. Su expresión estaba seria, yo me estaba riendo hasta que me fulminante, baje la mirada para colocarme seria. Él veía como Eren y Jean ya no podían golpearse más, pero este procedió a algo más fuerte. Su pierna se elevó, y con un solo movimiento, el capitán Levi rompió la unión, golpeándoles bruscamente para que estos cayeran al suelo con una buena distancia entre ambos. El bullicio se detuvo, y un gran silencio se formó ante notar la presencia del capitán delante de nosotros.

-Se emocionan demasiado.-hablo el capitán, teniendo la atención de todos.-Váyanse a dormir.-ordenó, sin más y menos, para que así, todos se esparcieran.-Y limpien todo esto.-pidió, a lo que todos crearon una altanería en negación, y yo me fui callada para evitar eso.

-Vaya, creí que esta vez le romperías el hocico.-opine, acercándome a Eren para estrechar mi mano, y levantarle junto a Mikasa.-Pero nuevamente, falle en mi apuesta.-exprese, burlándome, mientras salíamos junto a Armin hacia las afueras, percibiendo un poco del aire fresco.

-Que humillación.-opinó Armin ante mi comentario, mientras que caminábamos juntos, viendo la ciudad iluminada, se veía hermoso, y por un instante se veía como si estuviera en Marley.

-Eso dolió.-expresó Eren.-No quisiera decir esto, pero, ¿no creen que deberían cuidarle un poco más?-pregunto Eren, mientras que deje que continuara caminando con Mikasa.

-Como sabemos que sanas rápido, le reste importancia.-le respondió Armin, de manera neutral, a lo que se sentaron ambos en unas escaleras.

-Eso se escuchó muy cruel.-indicó Eren, y los tres estaban sentados juntos, mientras que yo, baje la cabeza entristecida.

-Tú fuiste el que comenzó todo, Eren.-afirmó Mikasa, de manera reprendida, a lo que él giró su cabeza, observándome.

-¿Qué pasa?-me pregunto Eren cuando noto que algo abundaba en mi expresión.-Ven, siéntate.-me pidió, pero me negué, llevando mi mano a mi brazo.

-Hay algo que debo contarles.-musité, en un hilo, con mucho temor.-Iré a buscar algo, y vendré aquí.-les dije, y los tres me miraban curiosos.

-¿Es importante para que tengas que irte un momento?-me pregunto Eren, curioso, a lo que asentí.-Esta bien, aquí te esperamos.-indicó.

Eren se volvió a dar la vuelta, quedándose junto a Mikasa y Armin, mientras que yo, retrocedí. Sentía mucha presión, no sabía si era lo correcto, pero quería hacerlo, ya no aguantaba más, ya no podía seguir así. Suspire, volteándome para adentrarme nuevamente al cuartel. Iba de manera lenta, todo mi cuerpo pesaba como si no pudiera decir o hacer nada. Mis suspiros sobresalían, era como si él aire me estuviera faltando, pero quizás, era el valor que no tuve desde un principio para frenar las cosas. Todos se habían ido, la mayoría había recogido, pero otros no. De seguro el capitán estará muy molesto en la mañana. Subí por las escaleras, había un gran silencio, me sostuve de la baranda, para luego caminar sobre los pasillos. Imaginaba todo lo que quería decirles, incluso hablaba sola para pensar en cómo podría decirlo, pero cuando vi la puerta de mi habitación entre abierta, con las luces encendidas, me quede desconcertada. Camine despacio, para que mis pisadas no se escucharan, pues iba escuchando voces masculinas, hablaban en un tono bajo, no podía distinguir quienes eran. Me detuve en seco delante de la puerta, yo la había cerrado, y estaba segura que había apagado la luz. Levemente le di un tacto a la manecilla, cabizbaja para ver cómo la puerta terminaba de abrirse, alce la mirada, cuando vi unos zapatos, y me quede quieta, al distinguirlo.

-¿Connie?-lo mire detenidamente, observándolo aún lado de mi, mirándome con frialdad y asombro en sus abiertos ojos, a lo que mire adelante, observando a Jean pero todo mi cuerpo se heló cuando estaba aún lado de mi cama con las cartas que deje bajo mi almohada.-¿Por qué sostienes esas cartas?-le pregunté, quedándome aún lado de la puerta, pero ellos estaban inmóvil y una gran tensión recorrió el ambiente.-Jean.-le llame, sintiendo mi voz temblar, pero esa mirada que pronunció en su semblante, me hizo tambalear.

-Amaya, ¿qué significa esto?-me preguntó con una voz cortante, sus manos temblaban mientras sostenía las cartas.-¿Por qué escribes aquí sobre el poder de un titán que tienes?-seguía preguntando, y yo no podía ni siquiera mover la lengua.-Pero, lo más importante, ¿por qué narras sobre la muerte de Marco? Si no mal recuerdo, tú no estuviste ahí, ¿o si?-mi pecho subía y bajaba, mi silencio me traicionó.-¡Maldita traidora!-grito, y cuando vi como se acercó a mi, de reojo, pude ver como Connie me apretó con fuerza de espaldas.

-¡Déjame explicarlo!-pedí, sintiéndome intimidada, pero Connie me apretaba con más fuerzas, y Jean había lanzado las cartas al suelo.-¡Esperen, por favor!-les pedía.

Me removí, empujando a Connie contra la puerta, creando un leve estruendo. Su espalda arremetió con la madera, lo cual le incomodó porque pude escuchar su jadeo. Sentía mi respiración gruesa, no quería pelear con ellos, pero mis nervios estaban descontrolándome. Nuevamente lo empuje contra la puerta, y en cuanto vi a Jean acercarse con brusquedad, y esa fría y tenebrosa mirada de rabia, eleve mis piernas, pateándolo con fuerza para alejarlo. Tenía que dejarlo inmóvil, debían escucharme. Pise fuerte en el suelo, atrapando el brazo de Connie para inclinarme hacia abajo, y dejar que su peso se deslizara por mi espalda, hasta que cayera con brusquedad al suelo. Su espalda nuevamente golpeó el pavimento, lo cual le incomodó, y cuando iba a dirigirme a él para que me escuchara, las manos de Jean apretaron fuertemente mi camiseta, elevándome en el aire para tirarme contra la mesa de noche, la cual se fragmentó ante ser de madera. Fue un mal estruendo, uno que molesto mis oídos por el escándalo que no deseaba formar, respire grueso, me había golpeado fuerte. Jadee adolorida, perdiendo conciencia y balance por un momento. Cuando intente incorporarme, sentí como su talón, pateo mi nariz. Gemí nuevamente, temblorosa sin querer moverme cuando pateo mi estomago.

-¡¿Por qué?!-me grito, sosteniendo mi camiseta, empujándome de atrás hacia adelante, haciendo que lo mirara fijamente, mientras que sentía mis fosas nasales líquidas, la sangre salía; se esparcía por mi boca, hasta llegar a mi mentón.-¡Lo dejaste morir como un perro!-grito fuertemente, y cuando quise amenazarlo con convertirme, me di cuenta que algo faltaba.

-¡No, dame ese anillo, por favor!-le grite, desesperada por llegar a Connie quien recogía del suelo el anillo color oro que recogió.

-¡Bótalo por la ventana!-le pidió Jean, y yo intente levantarme, cuando con su codo, me golpeó el hombro.-¡Si lo obtiene, se convertirá!-grito, y un suspiro se fue conmigo cuando aquel anillo, sobresalió por la ventana.

Todo en mi interior se detuvo. Una fuerza inmensa sobrepasó mi misericordia, ese anillo significaba una vida para mi. Cuando vi cómo sobresalió fuera de la ventana, era como si me hubieran quitado algo muy personal, algo material que era más que eso, era algo emocional, era un lazo maternal. Fue lo único que me quedaba de mi madre, lo único que podía recordar que siempre llevaba con ella. No mentía, ese anillo era la clave para rasgar parte de mi piel, y que pudiera convertirme en lo que tanto he evitado. Solo habían dos, uno plata que tenía Annie, obsequiado por mi madre, y ese otro, que le pertenecía a ella misma, pero recayó en mi, el día en que la perdí para siempre, el día en que murió, eso se hizo mío, y no podía perderlo, no podía. Jadee enojada, con rabia, y mordiendo mis labios. Jean me apretaba con fuerza, él no sabía lo mucho que estaba intentando no descontrolarme. Una fuerte energía me estaba consumiendo, y la conocía, sabía lo que significaba. Quería contenerme, estaba pateando para que me dejara ir, porque podía verlo enfrente, podía ver los rayos quemando mi piel, para regenerar una más fuerte. La expresión de Connie cambió, se sobresaltó, y gritó en alerta a Jean, pero a este no le importaba nada, quería que me soltara, porque iba a convertir este lugar en un infierno.

-¡No!-grite fuertemente, pero Jean me apretó, y me volvió a lanzar en el suelo, para ahí, mi furia prevalecía en mi tristeza, y cuando juré por un momento que me convertiría, la puerta se abrió con brusquedad, mostrando a la persona que no quería ver en este momento.

-Eren.-Connie lo nombró, ante ver en su expresión la confusión, pero más de eso, enojo cuando me vio en el suelo con mi rostro ensangrentado, y Jean aún lado de mi.

-¡Jean!-Eren grito estremeciendo la habitación, y pude ver como en un instante, jalo fuerte a Jean, para que me soltará, a lo que Connie no tardo en apretar a Armin para que no se acercara en cuanto Jean empujó a Eren, haciendo que chocara con Mikasa.-¿Qué te pasa imbécil?-le preguntó, pero Jean no quería darle paso a mi.-¡Déjala!-Eren lanzó un golpe, pero Jean lo esquivo, y volvió a empujarlo.-¡No te desquites con ella! ¡¿Por qué le haces esto?!-alterado quería arremeter contra Jean, pero Mikasa lo sostuvo para que no se formará otra pelea.

-¡Pregúntale, maldición, pregúntale!-no podía levantarme del suelo, me había golpeado tan fuerte que me dolía el abdomen, miraba la rabia en sus ojos.-¡Pregúntale que dicen estas cartas! ¡Vamos Eren!-gritaba Jean, pero Eren estaba quieto, mirándome detenidamente, a lo que me quede cabizbaja.-¡Léelas!-gritaba, mirándome con las cartas aún lado de mi, pero me quede cabizbaja, tirada en el suelo con mis ojos humedecidos.

-Jean, basta.-le pidió Armin, pero Jean recogió las cartas del suelo con brusquedad.-Podemos resolver esto de otra manera.-indicaba Armin, sereno sin saber que pasaba.

-¡Te juro Jean que.... -Eren no pudo terminar, porque Jean, había empezado a leer, detalladamente.

-"Día número uno. Pude lograr adentrarme en los muros, es de noche, y hace mucho frío. Jamás pensé que podría haber llegado, creía ser presa fácil para un titán, pero moverme de noche fue más que ingenioso".-empezaba a leer, a lo que mordí mis labios, cerrando mis ojos.-"Día tres, aún no puedo comprender lo frágil que es la vida, y en cómo Marcel murió". "Día ocho, Reiner, Berthold, Annie y yo nos enlístanos para reclutas este año. No sabemos por donde empezaremos, pero solo se que deseaba volver a casa". "Día treinta y dos, no tenemos vistas sobre el titán fundador, o inclusive quien pudiese ser. No hemos conseguido nada, hemos entrenado fuerte. Siento que estamos volviendo a empezar, pero estas personas no merecían todo lo que pasaron". "Día ciento dieciocho, los demás se han integrado bien, pero por más que quiera, no puedo hacerlo más difícil". "Día trescientos cuatro, ya no contaré los días, porque no siento cómo pasan, todo ha empezado a darme igual, quiero volver a mi hogar, ya no quiero ser un titán, tampoco un guerrero".-expresó de manera más detallada, mascullando todo lo que leía, mientras iba tirando las cartas.-"Aún puedo escuchar los huesos de Marcos crujir, o sus gritos llamándome para que lo ayudara. Nunca me voy a perdonar lo qué pasó ese día, nunca podré perdonarme el estar aquí, y saber que Marco pudo vivir. Reiner lo sabía, pero tampoco lo perdonaré por dejar que muriera.-la voz de Jean se hacía añicos, y mis lágrimas salían, derramándose en el suelo.-¡Nunca podré perdonarme que Marco pudo vivir!-gritaba, en un sollozo.

-Déjame explicarlo, por favor.-le pedí, alzando mi mirada, pero el depreció que refleja en su semblante, me hizo querer mirar a los demás, y en cómo mantenían sus bocas abiertas, pero lo más que me dolió, era ver cómo Eren ni siquiera me miraba, su expresión era una que no podía soportar, se veía desilusionado.-Eren, puedo explicarlo... -dije en un sollozo, pero él ni siquiera me miró.

-"Annie fue capturada, no pude ayudarla. Ni siquiera he podido procesar esto, pero todo se ha ido abajo. Nos descubrirán y tengo miedo, porque no quiero que sepan lo que soy. No quiero que sepan que en mi interior, soy igual que ella". -Jean se detuvo, mirándome de una manera horrible.-Tsk, eres una maldita cucaracha. Tan podrida, ¡qué dejaste sola a tu maldita cómplice!-me restregó Jean, tirando la carta al suelo, mientras que sostuve mi abdomen y solloce fuertemente.-"Abandone a Reiner y Berthold, casi morían, pero Ymir fue más valiente en huir junto a ellos para salvarlos, se que aún viven. Aunque no pudieron llevarse a Eren, se que la próxima vez que nos encontremos será peor. Tendré que convertirme para pelear contra Eren, es la única manera".-mascullaba, tirándome las cartas en la cara, a lo que yo continué sollozando.

-¡Léelo completo imbécil!-dije, escupiendo la sangre.-¡Estás leyendo lo que te conviene!-seguía gritando, enfadada entre lágrimas, intentando levantarme, pero no pude.

-¡Hipócrita de mierda! ¡Siempre supe que algo traías, siempre lo supe!-me grito fuertemente, nuevamente sosteniendo mi camisa, a lo que cerré los ojos sintiendo mis lágrimas caer.-¡Marco era mi mejor amigo, me arrebataron una parte de mi!-solloce abriendo los ojos cuando Jean me soltó de manera brusca, pero me quede aturdida cuando vi cómo Mikasa estaba parada frente a mi, lo había empujado, aislándolo.-¿Sabes cuantas veces me cuestione él no haber estado ahí? ¿Él no poder salvarlo?-me preguntaba.-¡Yo viví con culpa todos estos meses por no poder salvarlo, pero tú fuiste quien no lo salvo!-me gritaba.

-No vuelvas a tocarla, se acabó.-exclamó ella con frialdad, sin ni siquiera mirarme, y aunque eso me doliera, lo que más me dolía era que al final, Eren se había quedado parado donde estaba, pero quizás era lo que merecía.

-¡Lo dejaste morir!-continuaba exclamando con tristeza, en un terrible sollozo.-¡Dejaste morir a Marco!-tapaba su rostro, pero estaba enfurecido, y la puerta se abrió nuevamente con brusquedad, mostrándolos.

-¿Qué carajos pasa aquí? ¿No saben dormir?-pregunto el capitán Levi, aún lado de la teniente Hange, y del comandante, quien yacía con ellos era Armin, en compañía de Sasha, él se había ido a buscarles.

-¿Qué pasó?-pregunto Hange, pasando sobre los demás con prisa, haciendo que Mikasa se moviera, ella se inclinó, mirándome mientras sollozaba, y por instinto, la abracé con miedo.-¡Hice una pregunta!-habló ella, en tensión.

-Mierda.-suspiro Jean con molestia, aún mirándome con desprecio.-Ustedes ya lo sabían, sabían que ella era un titán, que era parte de esos ¡malditos traidores!-gritaba.-Yo los escuché en el pasillo hace días, hablaban sobre eso. ¡Tú hablabas sobre eso!-le gritaba a la teniente, quien se levantó de mi lado, mirándolo, mientras que él comandante Erwin cerró la puerta a sus espaldas, mirando la situación.

-Si. Ya lo sabíamos, Jean.-exclamó él, mirando al joven que estaba parado frente a Mikasa, sin moverse para no arremeter contra ella.-Y no hay porque darles explicaciones de que hace su compañera aún aquí con nosotros.-añadía, mientras que Jean denegaba.-Necesito que te calmes.-le pidió, y esté negó.

-¡Merecemos una explicación! ¡Merecemos una jodida explicación!-Jean hablaba, de esa manera alterada, y yo estaba cabizbaja, no podía mirarlos, no me atrevía hacerlo.

-Está no era la manera.-opinó el capitán Levi, quedando también frente a Jean.

-¿Y cuál?-pregunto Connie.-Llevamos durmiendo con el enemigo tres años, ¿como podemos sentirnos cuando ella también es parte de todo eso?-alce la mirada, observando a Connie, y en cómo me señalaba, no me movía de donde estaba, mi piel temblaba.-Confiamos en ti.-restregó, mirándome sin importancia, se veía afectado.-Hemos vivido en una mentira.-Connie llevaba su mano a su rostro, negando mientras me miraba.

-No entiendo nada... -suspiro Sasha, llevando su mano a la cabeza.-Por favor, esto debe ser solo un mal entendido.-decía ella mirándome con sus ojos esperanzados, pero denegué, viendo como se humedecían, igual a los de Armin a su lado, quien me miraba fijamente, a diferencia del que estaba delante suyo, con sus nudillos cerrados y cabeza baja.

-¡Dinos que aún haces aquí! ¡Cucaracha!-me grito Jean, intentando acercarse, pero Levi apretó su brazo con fuerzas, con tanta que Jean se quedó inmóvil, y yo solo sollocé con fuerza.-¡Dime porqué debería dejarte vivir! ¡Dime una razón para justificar que Marco haya muerto!-continuaba gritándome.-¡¿Disfrutaste escuchar sus huesos crujir maldita demente?!-me preguntó, sollozando.

-¡Cállate!-grite estruendosamente, a lo que Hange me sostuvo cuando intente incorporarme.-¡Ninguno de ustedes saben todo lo que tuve que pasar! ¡Yo no pedí estar aquí!-les grite, cabizbaja mientras que mis lágrimas continuaban cayendo en el suelo.-Era solo una niña, a penas y empezaba a entender la vida cuando todo pasó.-toda mi mente se esclareció en esos recuerdos, en esos amargos recuerdos mientras sollozaba.-¡Yo no quería ser lo que soy, se los juro! ¡Mi mamá hizo lo posible para salvarme, ella no quería que la convirtieran en lo que era! ¡Pero no pudo, no pudimos escapar, nos encontraron!¡Nos atacaron, la dejaron tan herida que creí que había muerto, pero no fue así!-dije, respirando entrecortadamente, y tosiendo ante la falta de respiración.-¡Tuve que matar a mi mamá, y ni siquiera lo recuerdo! ¡La devore como una maldita!-grite, tocando mi abdomen y sollozando mientras que un gran silencio invadía la habitación, solo se escuchaba mi dolor.-¡Cuando desperté, ya era así, y ella se había ido. Así que lo que continúo, fue el que me enviaran aquí para robar al titán fundador, pero no pude hacerlo! ¡He intentado de salvarlos infinitas veces, porque nada ha sido mentirá para mi!-exclame, levantando la mirada y observándoles a cada uno.-¡Lo que ven, es lo que soy! ¡Y no pude hacer nada para evitarlo, así que lo siento, pero no les quise mentir! ¡No tuve elección, ninguno de ellos! ¡Esto es una guerra de la que no podemos escapar!-solloce fuertemente, observándolos.-Estoy aquí para protegerlos, porque me enamore de Eren. ¡Porque se convirtieron en la familia que perdí! ¡Yo los elegí!-exclame, señalándolos.-No me iré de aquí hasta que todo acabe, así que... ¡vas a tenerme que ver la maldita cara te guste o no!-le gritaba, mirando a Jean.

-Que cínica.-expresó, mientras que yo mordía mis labios para contener los sollozos.-Te veré la cara todo el tiempo que permanezcas aquí, pero jamás te volveré a ver como te veía, ¡jamás!-exclamo.

-¡Me importa un carajo!-le dije, ambos nos mirábamos detenidamente.-Es fácil cuando toda tu vida te han dado todo, es fácil juzgar, sin analizar o entender, para ti siempre ha sido muy fácil ver lo que los demás hacen, pero jamás te has visto en un espejo, y juzgas el vacío que llevas por dentro. Por lo tanto Jean, me importa una mierda que tú o cualquiera piense que soy una cucaracha, traidora, mentirosa; no me importa, porque yo no les estoy pidiendo perdón, yo no les pido que me perdonen, ¡pido que alguien me entienda!-dije en medio del llanto.-¿Acaso no pueden? ¿Que de diferente tenemos cuando hemos perdido tanto?-pregunte, sin saber que más decir.

-Que no nos mentíamos.-opinó Connie, mirándome entristecido.

-Ella no les mintió.-expresó Erwin, mirándoles.-Los protegió. Todo este tiempo, los ha protegido. Pero parece que por más que intentemos enmendar los errores, nunca podremos complacer a las personas que desean vernos reprimir nuestros errores.-musitó él.-Es por eso que yo, la perdone hace mucho.-añadió, mirándome, dándome un suspiro de aliento.

-Yo te perdono.-la voz de Hange se esclareció en la habitación, a lo que ella me miró detenidamente, y me ayudó a levantarme.

-Yo ya lo hice.-alce la mirada, observando a Levi, a quienes todos miraron por lo que dijo.-Llévatela Hange, es mejor que no pase la noche aquí, aún son críos, no entienden muchas cosas.-expresó Levi.

-Yo te ayudo.-los pasos de Armin se escucharon fuertes en el suelo, él se acercó con cuidado y me ayudó a levantarme del suelo junto a Hange.-Vamos.-pidió, para que camináramos, pero aún estaba aturdida.

-Eren... -lo llame con una voz temblorosa, pero él no se movía, ni siquiera me miró cuando intente detenerme a su lado.-Eren, lo siento.-intente acercarme mientras me sostenían, pero mi corazón se quebró en mil pedazos cuando se distanció de mi, serio, no había expresión en su rostro, así que mis lágrimas bajaron fríamente por mis mejillas cuando baje la cabeza.

-Camina.-me pidió Hange cuando noto como me quede aturdida por su acción, pero tan solo continué caminando, para así observar de reojo como todos ellos estaban cabizbajo, a lo que Erwin cerró la puerta, y me detuve un momento a tomar aire, era como si Eren me lo hubiera robado cuando pase por su lado, y ni me miró.

-¿Van a dejarla aquí?-preguntaba Connie.-¡Qué tal si nos traiciona como Reiner y Berthold! ¡Inclusive como Annie o Ymir!-exclamaba él, y yo tan solo llevé mis manos a mis oídos, no quería escuchar.

-¡Nos engaño todo este tiempo! ¡Uno de nosotros murió, y ella estaba ahí!-pude escuchar como Jean exclamaba con molestia, podía escuchar su enojo.

-Ella no lo mato imbécil, siéntate a leer las cartas. Explica todo. Y lo dejo específicamente detallado para cuando un curioso como tú las encontrara, pero a diferencia, no las analizaste.-decía Levi, quería quedarme y escuchar más, pero Armin intentaba que me moviera.

-Aún así, por más que quiera justificarlo, nos mintió.-la voz de Eren se esclareció, dejándome más aturdida, así que Hange colocó más fuerza, y continuó removiéndome.

Me deslicé por la pared del pasillo, quedándome sin fuerzas. Para así, dejar que mis lágrimas bajaran. Hange y Armin me soltaron, quedando cabizbajos. Restregué mi rostro, no quería llorar, pero no podía detenerme, me dolía tanto lo que estaba pasando que no podía asimilarlo. Mi cuerpo temblaba, continuamente y no podía detenerlo. Armin se inclinó, quedando frente a mi, mirándome con sus azulados ojos. Llevo su mano a mi hombro, y se fue acercando de a poco. Sus brazos me socorrieron, me abrazo fuerte, intente recuperar el aliento, pero no entendía como aún me abrazaba. Así que lo aferre a mi. Su gesto me hizo sentir segura, después de todo Armin me hizo sentir segura y que no tenía culpa de lo que pasaba. Solloce en un tono bajo, viendo el resplandor de luz en el pasillo cuando aquella puerta se abrió. Mi cabeza estaba en el hueco del cuello de Armin, sintiendo como acariciaba mi espalda. Viendo cómo ella camino lentamente, con cuidado Mikasa se resbaló por la pared, sentándose aún lado de mi, no me miró, pero ahí se quedó, junto a Armin. No entendía que significaba, solo se que, nunca me sentí tan acorralada y atemorizada, como hoy.

───

Próximo capítulo: Un corazón puro.
Amaya narra su origen, mientras que muchos deciden mantener su lazo con ella, pero otros como Eren, deciden lo peor.

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