𝐭𝐫𝐞𝐢𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐝𝐨𝐬.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

La batalla del cielo y la tierra.

───

Era amargo. Era sumamente amargo como todos esos titanes estaban ahí peleando en contra de nosotros. Estábamos entre el cielo y la tierra, demonios peleando para detener a otro demonio. No podíamos escapar, no había manera. Mi titán se elevó en el cielo, como un muñeco y fue lanzado nuevamente, desprendiendo parte de mis músculos, esos que me cubrían, ella era invencible, o simplemente me había vuelto débil. Recordaba su titán, podría reconocerlo donde fuera. Después de todo, era mi madre quien lo portó, pero esto era algo que no perdonaría. El que usen a mi madre, el que Berthold esté encima de nosotros atacando mientras que el titán de Marcel y Porcco Galliard estén rondando entre Reiner y los demás, era algo imperdonable. Los usaban como marionetas en nuestra contra, nos debilitaban porque sabía el gran impacto de esas personas en nuestras vidas, para mi, era impredecible decir que pasaría, solo se que yo estaba siendo brutalmente por su titán. No podía moverme, aunque quisiera, no podía dejar de pensar en lo lejos que has llegado, Eren. Estoy segura que ese día, si te hubieras quedado, todo habría sido diferente. Estaríamos viviendo nuestros últimos suspiros, juntos. Aunque esa decisión, me llevo a formalizar más mi mente, estoy segura que hubiera sido una vida más grata de la que hoy día tengo. Sacrificar todo, inclusive a ti mismo, ¿para que?

Aún estábamos aquí, Eren. Aún seguíamos luchando, porque tenemos la esperanza de que podremos recuperarte. Cambiaste todo lo que tenías en la vida, para llegar a este punto tan atroz. No podía culparte, el mundo era muy cruel, era demasiado cruel para verlo bonito y floreciente. Quizás, tú más que nadie entendías que se debían hacer grandes sacrificios para resultados específicos, pero no podía cuestionar el hecho de que quieras hacer esto, para cuidarnos y protegernos, cuando una parte de nuestras vidas, lo único que hemos hecho es protegerte a ti. Nos devuelves el favor, pienso que solo haces eso, pero no tienes porque Eren. Cada una de estas personas que están aquí, luchando para recuperarte, no es porque esperaban algo a cambio, no es porque esperaban que sacrificaras tu libertad para regalarnos las de nosotros, si no, porque te apreciamos más que nada en este mundo. Estamos todos juntos en esto, desde el principio, desde mucho antes nuestras vidas se habían entrelazado para llegar hasta acá, tú más que nadie entendía que queríamos ser esos viejos camaradas de una base de reclutas, charlando casi entre los huesos por todos los años que habían pasado, por esa larga vida que queremos que vivas con nosotros, Eren. No queremos decirle adiós al niño que buscaba su libertad, así que, si una parte de ti Eren está escuchando mis pensamientos, por favor, no dejes de pelear hasta que vuelvas con nosotros para vivir una larga vida.

-¡Amaya!-abrí mis ojos grandemente, ni siquiera me había dado cuenta que me expulsé del cuerpo de mi titán, Mikasa me sostenía con sus manos, yo estaba al vacío de caer y ser aplastada por cientos de titanes colosales, pero ella aún me sostenía.

-¿Pieck?-preguntaba, observando al titán de mi hermana estar aún clavado del arma de aquel titán martillo, al igual que Reiner estaba siendo sostenido por Jean, el capitán Levi estaba casi inconsciente en brazos de Connie y aún no habían rastros de Armin, perdíamos.-¡Mikasa, lo siento tanto!-le expresé, mientras que sus grises ojos me miraban.-Todo este tiempo, fuiste tan valiente. Has tenido que soportar en silencio, todo este desorden que Eren ha hecho, inclusive el que me amara. ¡Lamento mucho que hayas tenido que sufrir tanto por Eren!-le expresé, apenada, viendo como ella me sostenía con fuerza.-¡No quisiera estar en tu posición, pero, te admiro demasiado! ¡Quiero salvar a Eren igual que tú, pero no tengo fuerzas para hacerlo!-le decía, a lo que el viento movía mi cuerpo, no sabía cómo ella aún me sostenía.

-¡Eres mi mejor amiga!-exclamo, de una manera tímida y apenada, Mikasa siempre fue tan reservada como sus sentimientos.-Además, nadie me dijo que ocultara mis sentimientos. No puedes culparte, ni siquiera Eren. ¡Para mi, era un honor ver que amaba a alguien como tú y viceversa! ¡Eres una de las mejores personas que he conocido, y a diferencia de mi, te admiro por el dolor que has tenido que sobrellevar sobre tus hombros como una gran carga! ¡Solo te pido, que una vez más, tengas la fuerza para ayudarme a alcanzar a Eren como siempre lo hiciste!-me pidió, elevándome hasta ella con fuerza.-¡Juntas somos más fuertes!-expreso, mientras que me agarre con uno de los huesos, mirándola fijamente.

-Hasta el final.-dije, estrechando mi mano para que ella la cogiera, y así, aguantarme de su cuerpo.-¡Juntas!-exclamamos ambas a la vez cuando nos lanzamos al vacío para pelear.

-¡Se están comportando un poco locas!-sorprendida por a quien escuche, me quede sostenida del cuerpo de Mikasa hasta que ambas caíamos encima de esa gran y extraña ave, junto al cuerpo de los demás compañeros que cayeron.-No es momento de llorar, ¡es momento de pelear!-indicó Annie, frente a nosotros, a lo que todos quedamos sumamente sorprendidos.-No sabía que este titán volará, y ya que vuela, no tenía otra opción que venir. Además, estoy contenta de haber venido.-expresó ella, mirándonos detenidamente; mientras que yo asimilaba el hecho de que tanto Falco como Gaby, estaban aquí junto a nosotros.

-¡Gaby! ¿Qué están haciendo aquí?-preguntó Reiner antes que todos nosotros, quienes estábamos confundidos por su repentina aparición.

-¿Qué esperaban cuando nos dejaron atrás de ese modo? ¡Sabes que también podemos pelear!-expresó Gaby, pero Reiner desconcertado se dirigió hacia Annie, buscando una respuesta más adulta y madura.

-El barco de los Azumabito se hundió.-respondió Annie, creando dudas en Mikasa quien la miró.-No pudo soportar la transformación de Falco. Ni siquiera estábamos seguros de que pudiera volar, pero Kiyomi estaba de acuerdo y nos dejó ir.-contó Annie, mirando a Reiner.

-¡Por eso debemos detener el retumbar! ¡Debemos corresponder su amabilidad!-volvió a exclamar Gaby, pero el viento removía mi cabello, por lo cual me impedía verla, de por si; estaba más enfocada en encontrar a Pieck entre aquellos huesos donde estábamos volando.

-¿Como está Armin y Pieck? ¿Cuáles son sus estados?-preguntó Annie, dirigiéndome una mirada, podía descifrar que esos dos estaban ausentes en este alrededor.

-Pieck parece estar en problemas allá, el titán martillo de guerra la tenía incrustada en su arma.-le indique a Annie, desconcertada me miró ante mencionar aquel titán.

-Armin fue capturado por los titanes, su vida está en peligro. El titán que se llevó a Armin debe estar por los huesos de la cola.-contó Mikasa, observando a Annie.-Annie, por favor, ayúdanos.-pidió, a esa fría rubia con quien no tuvo nunca una estrecha relación.

-... A tus amigos de la infancia les gusta ser secuestrados, ¿no?-se preguntó, a lo que sonreí de lado en negación, era una verdad que no se podía negar.-Claro. Los ayudaré a traerlo de vuelta, porque si no, no habrá boda.-musitó, mirándome con una sonrisa, por lo cual agradecida, sonreí.

-¿Qué hay de Pieck?-preguntó Gaby, a lo que le mire, ella había escudado lo que dije, pero parecía preguntar por su rescate.

-Trató de volar la nuca, pero el titán martilló la detuvo.-contaba Reiner, creando dudas en Gaby ante la mención de los explosivos.-Envolvimos explosivos alrededor de la nuca, pero no pudimos presionar el detonador.-indicó Reiner.

-Ambos, haremos ambos.-interfirió el capitán Levi, mirándonos a todos.-Un grupo rescatará a Armin, podemos usar la explosión del titán colosal. Los demás van por Eren y atacan la nuca al mismo tiempo. Nos separaremos en dos equipos, y lo haremos simultáneamente.-ordenó el capitán, sin esperar aprobación, él solo lo dijo y ya.-Hay que rescatar a Pieck.-añadió, afligido mientras observaba los huesos de la nuca, esperando poder verla como yo.-Mikasa, ya no estamos en una posición para preocuparnos por Eren. No... para empezar, nunca lo estuvimos.-le decía Levi a la joven pariente suya, aun lado de mi, Mikasa entristecida le miraba.

-Pero... pero ¿qué?-le cuestionaba Connie ante ver a Mikasa en negación, pero no tarde en fulminante observar a Connie, no había empatía.-¡Habríamos muerto de no ser por por el milagro volador sobre el que estamos!-indicó Connie, mirándome agitado ante ver como mi intención fue defender la postura de Mikasa.

-Había tanto que quería decirle a ese idiota. Pero... maldición.-afligido, Levi yació cabizbajo.

-¡Yo igual! ¡No quiero renunciar a Eren! Pero... ¡por mi culpa el capitán no puede pelear!-expresó Connie.-Es más, ¡estamos contra el mismo titán fundador! ¿Creen que la tenemos fácil?-se preguntaba, a lo que yo tan solo mordía mis labios y bajaba la cabeza, me estremecía por completo ante lo que decía.

-Mikasa... necesitamos... matar a Eren.-indicó Jean, con gran dificultad en sus palabras; le dolía decirlo, incluso admitir que debía renunciar al impulsivo que tanto detesto por muchos años.

-¡Mikasa, solo concéntrate en salvar a Armin!-pidió Annie, agarrando a Mikasa por la camisa, quien estaba aturdida observándome, esperando que dijera algo que no fuese renunciar a Eren.-¡Ustedes dos no necesitan pensar en nada más!-nos dijo ella, mirándonos a ambas, para así estar pasando entre encima de los huesos nuevamente.

-¿¡Siguen queriendo matarse!?-se preguntó Jean ante escuchar leves disparos, pero yo estaba enfocada en esos titanes que lanzarían sus proyectiles hacia nosotros.

-¡Falco, cuidado con los proyectiles! ¡Ahora, ahí vienen! ¡Más rápido!-pedia Reiner a ese niño, ese niño tan especial que nos llevaba en su lomo, él obedeció y con fuerza sobrepasó los proyectiles.-Bien, ¡vamos, ayudemos mientras recuperan a Armin, distraigamos a los titanes!-me pidió Reiner, a lo cual asentí, para así observarlos a todos.

-¡Suerte!-grite, en ese momento en que Reiner y yo nos lanzamos contra el viento para volver a sobresalir en los huesos, con la transformación repentina de nuestros titanes nuevamente; ambos estábamos uno al lado del otro.

-¡Jean, Reiner, Amaya! ¡Por favor, no mueran!-pidieron ellos en cuanto se vieron obligados a partir hacia la nuca, con la esperanza de volar todo este lugar, pero en si, de recuperar a Pieck; y los demás para recuperar a Armin.

Volvía a ser impredecible que saliéramos ilesos de esto. Estaba atemorizada, aunque le daba la espalda a Reiner, aún no me atrevía a dar el primer golpe a los primeros titanes que se acercaron a nosotros, pero debí hacerlo, porque era lo que tenía que hacer. Di el primer brutal golpe. La pelea que Reiner daba, también la daba. Sacudíamos el cielo, mientras que la tierra clamaba misericordia a los jóvenes que yacían peleando por las vidas que creían no merecer, hasta ahora. Desde que nací, no había escuchado algo más que no fuera pelear, matar y luchar. Estaba cansada. Necesitaba un respiro, un largo respiro. Molesta sacudí el cuerpo de aquel titán, desprendía sus músculos como si no fuera nada, y es que, realmente no era nada, solo una marioneta controlada por otra, para que este absurdo cuento de terror, continuara emergiendo su andar, hasta el último paso de los titanes colosales antes de que se desvanecieron en vapor. Sabía que estaban peleando. Podía sentir a Pieck, podía escuchar a Annie, todos estábamos conectados, porque éramos iguales, éramos humanos de la misma línea, no unos engendros o bastardos, éramos los niños que crecimos bajo la ignorancia de un adulto que desconocía sus propias raíces. Empuje al titán que se le vino encima a Reiner, mientras que el martillo de guerra nos perseguía, continuábamos peleando. Eren, debo admitirte que jamás pensé que volveríamos a estar todos juntos reunidos.

Quizás muchos no están aquí hoy, pero deben estar observándonos. Esta era la batalla, la gran batalla entre el cielo y la tierra, porque aún contábamos con todos esos que consagraron su corazón. Estábamos aquí para demostrar que todo eso que hicieron por ti, no fue en vano. Estoy segura que Hange hubiera deseado estar peleando encima de este gran titán, por otro lado, Sasha debía estar con una hambre intensa por el miedo de contraatacarte. Quizás Historia hubiera también deseado poder estar junto a nosotros, Ymir sin duda también, solo porque Historia estaría aquí, pero en parte, ella nos estimaba. Pienso en Marco, de una manera cobarde estaría luchando aún lado de Jean, hubiese tenido miedo, pero aún así pelearía hasta el final. Muchos de ellos nos observaban Eren, observaban cómo después de todo, terminamos unidos por la misma razón que nos separamos. Erwin debía estar concentrado en que luego de tanto tiempo, su ideología de que todos éramos iguales, era correcta, porque no importa que tan pecador fuera uno más que otro... ¡estábamos luchando para salvar a la humanidad! Si, la misma que desprecio tú Isla, la misma que mando a que todo se hiciera pedazos, Eren, aún estábamos aquí, aunque no quisiéramos renunciar a ti, estaba peleando con lágrimas en mis ojos, con la esperanza de que este largo sueño pronto llegará a su gran final. Porque después de todo, éramos los mismos niños que nos observábamos de una colina a otra.-¡Ah!-grite fuertemente ante el brutal golpe de ese titán a Reiner, tumbándolo al suelo.

-¡Pieck, Jean!-eleve la mirada, podía ver a mi hermana ser sostenida por ese camarada, pero todos estábamos en apuros, inclusive Annie, incluso yo.

-¡Mierda!-gritaba, estremecida mientras que miles de flechas se enterraban en mi titán al igual que el de Reiner, no podíamos luchar más.-¡Reiner, resiste!-le pedía, aún tirada a su lado, le pedía que resistiera, mientras que vi como aquel titán martillo me despedazaría, hasta que fue empujado fuertemente.

-¡Mamá!-fue lo que escuché a lo lejos, un fuerte grito desgarrador prevenir de mi hermana, así que cuando esclarecí mi vista, pude ver aquel titán nuevamente frente a mi.-¿Mamá?-fue lo que me pregunté, mientras me levante de a poco, observando, todos esos titanes reconocidos.-Berthold, Porcco, Marcel... Ymir.-los mencioné en un susurro, mientras podía ver a Pieck entre los huesos junto a Jean, desconsolada entre lágrimas; habíamos sido salvados por el amor de un amigo, de un amado, y el de una madre.-Gracias.-dije conmocionada con mis ojos humedecidos, mientras ella tan solo siguió, empujando a otros titanes, no podía creerlo, pero al final, mi madre se redimió.

-¡Amaya!-me gritaron fuertemente, a lo que observe como un cuerpo desvanecido caía en el aire, era Armin, era él; ¡lo habían rescatado!

-Reiner, de pie. ¡Vamos!-le pedí, estrechando mi mano en cuanto vi cómo Annie pareció sostener a Armin en sus manos para que no cayera al vacío.-¡Nos ayudaron nuestros queridos camaradas!-le dije con un nudo en la garganta, para ver cómo el estrechó su mano con la mía, fuertemente levantándose.-¡Nos ayudaron!-dije aún conmocionada, observando cómo los titanes continuaban ayudándonos, pero entre observar podía ver a los chicos avanzar, se estaban preparando para la catástrofe.

-¡Vete!-me pidió Reiner, apartándome de él, mientras que un leve retumbar se sintió.-¡Andando, vamos!-pidió, persiguiéndome, pero yo me desprendí de la nuca de mi titán, sobresaliendo cuando observe un gusano de aquella nuca reventada por explosivo.

-¡Jean, Pieck, Amaya! ¡Tenemos que huir, Armin explotara esos huesos!-pude escuchar a Connie altamente, a lo que observe el pájaro de Falco sobresalir en el cielo, era el momento más duro, así que alce la mano en cuanto pasaron por mi.

-¡Te tengo!-escuché decir al capitán Levi en cuanto me levantó a su lado, sosteniéndome con fuerza.-Te dije que podría pelear en este estado.-indicó, mirándome mientras que parecía afligido.

-Capitán.-lo llame, notando en su expresión la vagues de tristeza y a la vez, satisfacción.-¿Lo hiciste?-le pregunté, reflejando la muerte de Zeke en sus ojos, pero a él solo le bastó asentir.

-¡Mierda, casi no la liamos!-con brusquedad, Jean y Pieck cayeron en el pájaro, a lo que mi hermana me miró detenidamente, asintiéndome ante mi bienestar estar bien, pero dentro de todo, aún Reiner continuaba luchando con aquel ciempiés.-Armin, es ahora o nunca.-musitó aquel joven, quien aún lado de nosotros podía sentir la tensión y adrenalina de este momento tan doloroso.

Todo se volvió lento. Inclusive, la mirada conmocionado que Mikasa me dio, fue llena de convicción, llena de tristeza y miedo. El aire removía su corto cabello, sus flequillos tapaban sus ojos humedecidos, mientras que la tensión albergaba en nuestros corazones palpitantes de un dolor que no queríamos conocer. La explosión fue detonante, el cielo se tornó grisáceo con rayos amarillentos, expulsando todo su poder en una sola posición, Armin Arlert. Tome la mano de Mikasa, con fuerza la apreté mientras le mire. Ella bajo la cabeza, mientras que con su mano libre la sostuvo, como si le doliera, pero era evidente. Le debía doler todos los huesos, todo su sentir e inclusive, lo más insensato de sus músculos debían aflojarse de la tristeza que te comía por dentro. Describía este dolor, porque no podía describir el mío propio. Todo este tiempo me he esmerado en describir a los demás, pero ni siquiera me puse a pensar en el gran impacto que provocaría en mi, la muerte de Eren. El ave empezaba a bajar de altitud, todos parecíamos estar en shock, mientras que la brisa golpeaba nuestros rostros, hasta que el pájaro con brusquedad aterrizó entre los escombros.-¡Miren, los huesos están desapareciendo, el retumbar se detuvo!-era lo que decían con alegría, pero yo no sentía nada.-¿Eren está muerto?-se preguntaban, no tenían credibilidad de que haya sido así, ni siquiera yo.

Alce la mirada, podía observar el gran vapor que sobresalía de esos cienes de titanes colosales. Todo parecía estar desvaneciéndose. Todo parecía detenerse en sí. Me sostenía de aquella malla, mientras observaba cómo todos lo que creíamos no poder detener.-No puede ser lo último que haya escuchado, Eren.-Mikasa a mi lado yacía aturdida, cabizbaja con una expresión de dolor en su semblante, mientras que una expresión tan asombrada de Gaby, me alarmo. Me giré lentamente, quedando todo en pausa. No pude levantarme sin temblar, sin perder el balance en cuanto vi a todos esos rostros que conocía desde que di mis primeros pasos. Esbocé un suspiro de alivio, un suspiro que me devolvió el aire y esas inmensas ganas de llorar. La brisa me daba, al igual que a mi hermana Pieck, ella ya había dejado sentir sus grandes y afligidas emociones ante verlos a todos allí, sanos y salvos, cuando creímos haberlo perdido absolutamente todo. Lentamente fui bajando del ave, dejando a mis compañeros atrás, Pieck no tardó en abalanzarse hacia él, no tardó en sentir los fuertes brazos de mi padre abrazarla, hacerla sentir segura después del todo terror que habíamos vivido, así que yo tan solo observe cómo él abrió sus brazos, para abrazarme con la misma fuerza que a su hija mayor.

Me escondí en su cuello, mis lágrimas bajaron y mancharon su ropa. Ambas sollozábamos, eran muchas cosas que sentíamos, que queríamos sacar. Tantas muertes rondando entre nuestra esencia, que no nos permitía caminar sin sentir dolor. Aún lado de mi, podía observar cómo Falco se abalanzó hacia sus padres en llanto. Los señores Grice, abrazaron a su hijo con fuerza mientras que me miraron ante la dificultad de aquel pequeño para poder expresar todo. Su madre, ella fue quien me miró detenidamente con una convicción en sus ojos de temor, llena de temor, pero con mucho dolor en mi corazón, negué. Esa negación, le dio la afirmación de la muerte de su hijo, aquel ángel quien no pudo regresar a sus brazos como siempre hacia. Ella se estremeció y con mucho dolor en su desgarrador sollozo, apretó a su hijo, su único hijo para demostrarle el consuelo y entendimiento de su pérdida. Solloce fuertemente, desee haber podido más, pero ese amor de hermanos era uno que podía entender, porque si hubiera sido yo, no me hubiera importado nada, daría mi vida por Pieck, aunque abandonara todo lo correcto en este mundo, en este jodido mundo. Me distancié de mi padre, podía observar a mis camaradas detenidos frente a la colina, observando cómo el titán colosal yacía en pie. Armin estaba bien, Armin estaba vivo, y eso me aliviaba.

-Papá, Noah está bien.-fue lo primero que le dije, mientras que él asentía tembloroso.-Pronto volverá con nosotros, te lo prometo.-le decía.

-Creí que habría perdido a mis dos hijas.-comentó apenado y cabizbajo.-Si ustedes no volvían, yo no hubiera podido vivir en la miseria. Prefería haber muerto.-indicó, a lo que negamos.

-Nunca nos iríamos sin ti, papá.-expresó Pieck, mirando a mi padre.-Pero, te prometí que la traería de vuelta, y así fue.-ella me miró detenidamente, sonriéndome entre lágrimas.

-¿Qué... -me giré ante la abruma de una terrible explosión, una que retumbó y tambaleó el suelo.-No puede ser.-musité, girándome para observar el horror que mis camaradas y allegados veían fijamente.

-Lo sabía. Sabía que no morirías con eso, Eren.-opinó Jean, a lo que observamos a ese gran titán colosal detrás de Armin, en forma de Eren, se acercaba a él, lo atacaría.

-Si, pero, ¿qué debemos hacer?-le preguntó Connie, quien ayudaba al capitán Levi a ser sostenido ante su dificultad física tan extrema.

-¡Esto es malo, alejen a esa cosa brillante de Eren! ¡El retumbar podría reiniciar!-exclamo Gaby con suma seguridad, mientras que yo podía observar, al gran ciempiés que aún seguía rondando con vida, Reiner a lo lejos se acercaba a eso.

-Es él... ¡debemos matar al ciempiés!-opinó Connie, desesperado mientras que el capitán negó.

-Sobrevivió a la explosión, ¿como podemos matarlo?-se preguntó Levi, a lo que yo me giré, observando a Pieck estar aún lado de mi padre; ella sabía que esto no había acabado, que aún no.-Debemos ir después. Esto no acabará hasta que él muera, hasta que Eren muera.-musitó, a lo que con dificultad, me giré hacia mi padre.

-Papá, aún hay algo que debemos hacer.-expresó Pieck, despeinada mientras lo miraba fijamente, a lo que él me miró a mi, preocupado; pero lleve mi mirada a donde yacían los Grice, para acércame lentamente con mi cabeza baja.

-Lo lamento mucho. Lo lamento... -les dije cabizbaja, mientras Falco sollozaba, aquella mujer llevó su mano a mi hombro.-Enorgulleceré a Colt, de alguna manera lo haré.-dije con mis ojos humedecidos cuando la escuché a ella sollozar en un tono bajo.

-Mi hijo ya estaba orgulloso de ti.-expresó aquella mujer, mirándome con sus ojos empapados de lágrimas.-Ahora, solo queda seguir avanzando.-indicó, a lo que asentí, para así, darle un fuerte abrazo.

-¿Qué es ese humo?-la señora Grice y yo nos distanciamos ante la mención de su entristecido esposo, por lo cual me giré, observando la bruma de ese humo elevarse hasta nosotros.

-No es... ¿No es lo mismo que villa Ragako?-se preguntó Connie, observándonos a todos, pero aquella mirada tensa del capitán Levi, me estremeció por completo en cuanto se soltó de él.

-¡Mikasa, Pieck, Amaya! ¡Suban en Falco, salgamos de aquí!-expresó aquel hombre, acercándose a mi y a Falco, para distanciarnos de los Grice, mientras que aturdida me detuve en seco, observándole.

-¿De qué hablas?-le preguntó Pieck entrecortada, parada delante de él, esperando una respuesta, pero Levi con convicción la miraba para que se aislara hacia Falco.

-Ackerman y cambiantes son excepciones. Debes saber qué hacer.-fue lo único que dijo él, mirándonos a ambas, pero para cuando vi la negación en el rostro de mi hermana, no pude contenerme para ir a mi padre entre el humo.-¡Corran!-me pidió Levi, apretando mi camisa con fuerza, para así yo entre un grito, no querer irme, pero tanto él como Mikasa, nos hicieron avanzar.

-¡Pero... ! ¡No!-grite, observando tanto a mi padre como a Connie y a Jean, era imposible que los dejáramos aquí con todos ellos, hasta la pobre Gaby nos miró aturdida.-¡Capitán!-le grite con mis ojos humedecidos, mirándole detenidamente con rabia, pero él tan solo me sometió al ave de Falco que se transformó con rapidez, y me apretó entre sus brazos.-¡Pero los chicos!-exclame con mis labios temblorosos.

-Lo siento... -musitó en mi oído, mientras que Mikasa apretó con fuerza el cuerpo de Pieck, quien estrechó sus brazos para sostener a mi padre ido por nuestra huida, por nuestra injusta huida.-Adiós, chicos.

───

Próximo capítulo: Aquella montaña de nieve.
A un paso para detener a Eren. Los recuerdos de una montaña de nieve abren los ojos de Amaya, antes de que ese largo sueño llegue a su fin.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro