Te entregué mi cuerpo
y me hiciste tuya.
Te entregué mi alma
y me hiciste poema.
Te entregué todo,
y me hiciste daño.
Te entregué mis lágrimas,
me hiciste poeta.
Al menos por eso...
gracias.
PD: Es inevitable que ahora todos mis poemas lleven un "para ti" con tu nombre y de remitente, un corazón hecho astillas.
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