02: cuatro meses.

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◟❝Estoy obteniendo lo que es mío

Jungkook llegó a la conclusión de que se había perdido horas más tarde, y resignado volvió al que ahora tomaba como su lugar de partida: el nido donde había dormido hasta la aparición de aquél ser. Y hablando del muchacho de la piel brillosa y violácea, cuando despertó luego de su desmayo no estaba; le agradeció mentalmente por retirarse o tal vez continuaría dormido en el suelo.

Notó las antorchas encendidas iluminando la cueva y pensó que quizá habían quedado encendidas desde que salió a intentar regresar a la nave. Se sentó en el nido con la espada apoyada en la pared, y suspiró.
Si bien estaba cansado, física y mentalmente, se sentía un poco mas tranquilo. Podía respirar sin tener que escuchar a los escandalosos de sus compañeros.

Cerró los ojos, dejándose envolver por el silencio de la naturaleza que le rodeaba. No planeaba dormir, sin embargo la falta de ingesta de alimento le provocaba estar más cansado de lo normal.

Tal vez, solo tal vez, si se terminó dormitando diez cortos minutos; cuando abrió los ojos, se encontró con unos completamente de color verde que le miraban curiosos desde el otro lado a la misma altura.

—¡Oh, no, no!—gritó poniéndose de pie de un salto por el susto, queriendo moverse hacia atrás, cosa que claramente no pudo hacer por la pared—, ¿otra vez tú?

—Jungkook, yo vivo aquí—se puso de pie acomodándose la tela blanca que cubría ciertas partes de su cuerpo, haciendo al humano temblar de miedo a pesar de que pensaba que él lucía como una especie de... dios griego con aquella ropa. La diferencia de altura que tenían no era más que cinco centímetros, pero se sentía intimidado.

—Está bien, pero "aquí"—dibujó comillas en el aire—, es bastante extenso. Tu planeta es gigante.

El de cabellos brillosos y castaños soltó un resoplido antes de hablar.

—Ese de ahí—señaló bajo el humano—, es mi nido. Esos de afuera son mis árboles de frutos, y también tengo Lumpies por el jardín.

—¿Tu casa?—dudó.

—Si.

—Oh.

Ahora las cosas tenían sentido. Y se sintió un tonto por no haberlo pensado antes, por que siendo sinceros, encontrar un nido tan cómodo y que no hubiera nadie habitando el lugar sería extraño.

—Jungkook, ¿cómo haces para comer con esa cosa?

El humano suspiró, cerrando los ojos.

—Tengo las gomas masticables—a decir verdad estaba hablando consigo mismo, había olvidado que en algún bolsillo de su ropa tenía la dichosa bolsita. Se alejó un poco de la pared y bajo la atenta mirada de unos ojos verdes quitó una mano de la manga del traje espacial y buscó en su bolsillo hasta dar con las gomas. A pesar de que el orificio entre el traje y el casco de material no identificable (seguramente plástico mezclado con vidrio) era pequeño, la mano de Jungkook cabía perfecta.

» —Y listo—murmuró, comenzando a masticar—. Por cierto, ¿cómo es tu nombre?

—Kth.

—¿Solo Kth?—frunció el ceño, el contrario asintió—. Me suena a Kim Taehyung.

—Eso es... suena lindo—una tímida sonrisa se dibujó en sus labios—, entonces me llamo Taehyung para ti.

(...)

La hierva bajo sus pies se veía tan suave, y la brisa que movía las hojas de los árboles le pareció refrescante. Pero no podía sentir nada de eso sobre su piel, aunque no pareciera peligroso. Namjoon se lo había dejado claro a él y a cada uno de sus compañeros.

No te quites el traje.
No toques nada con la piel.
No te separes del grupo.

—Mi planeta no es tóxico—Jungkook lo miró, Taehyung le estaba enseñando los colmillos. Se sentía ofendido.

Jeon, solo por llevarle la contraria, se cruzó de brazos.

—¿Por qué debería creerte?

—No te pondría en peligro nunca, humano.

La bestia era más cursi de lo que aparentaba. Jungkook le sonrió, algo tenían de ciertas sus palabras por que de lo contrario ya... Un momento. ¿Y si todo era parte de un plan para convertirlo en la cena? Tenía que buscar la manera de huir cuanto antes.

—¿Podemos salir a dar un paseo? Muéstrame tu mundo.

Taehyung sonrió emocionado puesto que, para ellos, muéstrame tu mundo era similar a insinuarse o a hacer una invitación para conocerse más a fondo.

—Claro, pasaremos por la casa de mi amigo Suga para que me ayude a sacarte los órganos y me comeré tus ojos.

El humano tembló del miedo. Ciertamente las palabras de Taehyung fueron "Claro, y de paso iremos a saludar mi amigo Suga, ¿te parece?"

—C-como tú digas—se puso de pie y salió de la cueva, evitando sostenerle la mirada al otro muchacho.

La claridad habia bajado, sin embargo, el camino seguía siendo visible. Eso si; podía sentirse una temperatura fría. Jungkook presionó un par de botones situados entre la muñeca y el codo de la manga metálica mas gruesa, uno manejaba un sistema dentro del traje que poporcionaba calor y lo mantenía en una temperatura ideal mientras que, el otro, le mostraba un holograma donde podia ver un reloj y sus redes sociales. Al no tener señal de wifi ni satélite, nada mas que el reloj funcionaba correctamente.

Eran pasadas las ocho de la noche.

Suga resultó ser un lindo muchacho de cabello esmeralda que brillaba al igual que su piel, callado, mas tirando a tímido, que a diferencia de Kim tenía su casa sobre un árbol. Cuando bajó mediante una rama y vió a Jungkook se asustó bastante, no dejó de gruñirle hasta que Taehyung le reprochó por su actuar.

Como los lugareños manifestaron tener hambre, los tres muchachos caminaron hasta un lugar rodeado de árboles de dónde podían tomar con sus manos algunos frutos jugosos, eran de diferentes tamaños y colores dependiendo de los árboles, y estos también variaban en altura y frondosidad. El único que por obvias razones no consumía nada, era el humano.

Había algo en Kim que desesperaba a Jungkook, por alguna razón, cuando sentía su cuerpo demasiado cerca al propio una corriente eléctrica le recorría por dentro. Por ello, cada que el peli-marrón intentaba poner las manos sobre el traje metálico Jeon se volvía esquivo.

—Que arisco eres, solo toqué tu hombro metalizado—Taehyung bufó y se alejó a buscar una manzana para comer. Suga les miraba en silencio a la vez que pelaba una mandarina sentado bajo el mismo árbol.

El humano no supo qué contestar ante aquello, por lo que se dedicó a mirar las ovejas, o al menos con ese nombre las conocía el. Eran idénticas a las que veía en libros de cuentos o películas en su mundo, con la unica diferencia que todos los animales poseían de los terrestres; o tenían un solo ojo o tenían seis, pero nunca dos.

Un gatito de tres ojitos -o Lumpie, como Taehyung les llamaba-, se acercó curioso y se restregó en las piernas del humano, él pasó una de sus manos recubierta en aluminio y demás materiales por su lomo. Y suspirando, consideró eso que tanto quería hacer desde que bajó de la nave.

—¿Estás seguro que no moriré si respiro el mismo aire que ustedes?—a pesar de que no se estaban mirando, Taehyung sabía que la pregunta iba para él.

—Lo prometo—dijo con firmeza.

Jungkook cerró los ojos, decir que no estaba aterrado por lo que pudiera pasar era mentir. Pero si había desobedecido una de las tres reglas, ¿qué más daba romper una o dos más?

Contó hasta el número diez... quince. Quizá cincuenta o cien. Y presionó al fin un botón verde con un logo que indicaba "abrir", el cual hizo que el casco de vidrio se desprendiera del traje. Cuando puso la esfera a un lado de su cuerpo e inhaló por la nariz, se asombró.

—Siempre creí que si los humanos respirabamos el... ¿aire, supongo?, del planeta marte, colspsariamos.

Según Chungha y sus estudios, aquello era probable en un noventa y siete sobre cien.

—No sé que cuál sea el planeta marte—habló bajito, pero audible, el de cabellera esmeralda.

El más pequeño –tanto en complexión física como edad–, alternó la mirada entre sus dos nuevos amigos.

—¿Cómo?

—Estamos en Purpuria, Jungkook.

◟❝Te cautivo, estás hipnotizado

Al día siguiente cuando Jungkook despertó en el cómodo y caliente nido, se encontró con Suga y Taehyung hablando, sentados afuera de la cueva en una especie de bancos mesa de roca y troncos que no habia notado. Suga preparó un desayuno para los tres en unos recipientes de madera, que Jeon dudó entre probar o no.

Confiaba más en Tae, sinceramente, pero su estómago rugió demandado alimento y no le quedó de otra que llevarse a la boca el contenido espeso con una cuchara, también de madera.

—¿Cómo dijiste que se llama esto?—señaló el contenido amarillento que muy al contrario de su "idea inicial", estaba delicioso.

—En realidad no lo sé—Taehyung hizo una nueva con los labios—, mi madre lo hacia para nosotros. Solo usé esencia de sanaab, leche de Cava, y azúcar.

Cava... Suga les tenía mucho miedo, pero Taehyung se las había mostrado al humano y las veía bastante inofensivas. Eran bastante grandes y lanudas, pero ni siquiera tenían cuernos, solo se la pasaban andando y comiendo.

—En mi planeta le llamamos licuado, solo que ponemos la fruta en una máquina que tiene cuchillas. O bueno, yo continúo haciéndolo así, sino están otras... máquinas que te ayudan un poco más.

—¿Ustedes no hacen nada por cuenta propia, verdad?—Taehyung se burló mientras metía los vasitos y las respectivas cucharas en un cesto tejido para lavarlos luego.

El humano se río junto a los dos purpurianos, no sabiendo cómo llevarle la contraria. Porque tenía toda la razón.

Los humanos, esos que Jungkook conocía, no hacían cosas que requiriese desgaste físico. Las maquinas remplazaban la mano de obra en todo sentido, ¿limpiar, cocinar, ir de compra? Estaban los robots, ¿las fábricas, restaurantes, maestros? Robots, y mas robots para lo mas básico que se te pueda ocurrir. Rara vez verías a una persona cocinando, acomodando su habitación, o siendo mesero. Solo los doctores, la seguridad, los abogados y los políticos se mantenian bajo el cargo de los seres humanos por que de tan egoístas que se volvieron, esos puestos –ironicamente– no los podían confiar a una máquina.

—¿Qué planean?—les preguntó el humano cuando los otros dos mientras caminaban cuchicheaban entre sí, el también queria saber.

Iban de camino a un lugar donde los purpurianos solian reunirse a redir honor a sus dioses. Según Suga le había explicado, siendo breve como siempre, llegarían a un claro del bosque mediante un sendero que en el centro había un árbol sagrado.

» —Esperen, creo que oí algo—susurró, deteniéndose a mirar a través de unas grandes hojas rojas. Pudo ver a alguien caminando, llevaba el mismo traje que él ya se había quitado—. ¡Oh! Es mí amigo.

Taehyung y Suga se tomaron de las manos rápidamente cuando evidentemente, la voz de una cuarta persona se escuchó con más claridad

Jimin envuelto en su traje blanco parecía ganar algo de altura, pero Jungkook sabía de sobra que no era así. Lucía molesto y maldecía en voz baja, renegando en su soledad.

—Maldito idiota, yi ni quirii pigirli, y le dejó el ojo morado—Jeon quiso reírse en ese momento pero se contuvo. Supuso que estaba renegando por alguna pelea entre Félix y Jisung.

—Voy y vuelvo—se volteó a ver a Kim—, ¿está bien? No tardaré.

Jungkook por alguna razón esperó hasta que Taehyung asintiera con la cabeza, y cruzó las plantas tratando de no ser demasiado ruidoso. Claro que eso le fue imposible, y Park se giró asustado por el ruido de pisadas.

No estaba preparado mentalmente para ser atacado por alguna criatura no identificada.

—¿Quie- ¿Jungkook? ¡¿eres tú?!—sin salir de su asombro lo tomó por los hombros para sacudirlo un par de veces, antes de apretarlo contra su pecho frío y metálico—, niño tonto. ¿Sabes lo triste que he estado por ti, maldito idiota?

Oh, ¿en verdad alguien lo habia extrañado?.

—Me perdí, hyung, y no tenía muchas ganas de regresar—se encogió de hombros—. De todos modos no es para tanto, encontré con quien más pelear.

Si Jungkook era testarudo, Taehyung peor. En la noche peleaban hasta por quién debía ocupar cual parte del nido, por si la carne asada estaba en su mejor punto, o si el cielo era azul o verdoso por las noches.

—¿Tan rápido me reemplazaste?—se puso una mano sobre el corazón. Cuando el menor rió, Park se percató de un detalle que por alguna razón había estado ignorando y su mandíbula cayó—, ¿cómo diablos? ¿Puedes respirar bien?

—Incluso mejor que en nuestro planeta.

—Jungkook—suspiró, negando con la cabeza, y finalmente le sonrió.

Jimin le creía, porque de otra manera, debería estar muerto.

—Quiero que conozcas a alguien, ven—lo tomó de la muñeca y lo guió, sin darle tiempo a negarse o algo por el estilo. Sin embargo, Jimin no opuso resistencia aguna.

Taehyung tras las hojas rojas vio las manos unidas de ese peli-rubio con Jeon y gruñó bajo, mostrándole los colmillos como una amenaza en cuanto ambos estuvieron parados frente a él. Suga se adelantó a su amigo, lo suficiente como para pararse frente al recién llegado humano, amigo de Jungkook.

Jimin estaba asombrado por lo que veían sus ojos, ¿qué eran ellos y porque sus pieles eran violetas por completo? Lucian igual que los humanos, solo con aquella bonita diferencia. Sin embargo, tras su asombro, no hizo comentario alguno, no quería ofenderlos ni nada por el estilo.

Y tampoco sintió nervios ni mucho menos miedo cuando Jungkook se alejó de su lado unos pasos y el muchacho de cabello color esmeralda terminó de acercarse a el para tocar tímidamente el vidrio que le protegía del exterior.

—Hola, YoonGi-ah—saludó, ladeando un poco la cabeza.

Tae y Jungkook se miraron confundidos. ¿Qué estaba pasando? Parecían haber entrado en una especie de trance, era como si solo existieran ellos dos.

—Te estuve eperando por mucho tiempo, humano.

Jimin se quedó inmóvil en su lugar, dejando que el curioso muchacho inspeccionara el traje con curiosidad. Estiró el brazo con botones de colores, y por alguna razón, uno de color verde y el más grande que el resto, llamó la atención del peli-esmeralda. Suga lo presionó, asustandose un poco por el sonido extraño. Volvió a mirar al humano, notando que esa cosa redonda que cubría su cabeza estaba fuera de lugar, por lo que se acercó de nuevo y con seguridad tomó con sus manos el cristal para quitarle aquello al humano.

Jimin respiró profundamente, pero nada de lo que creía que podía pasar, ocurrió. Mientras Suga dejaba el casco del traje en el suelo, Park se acercó a su amigo y al chico a su lado, siendo seguido de cerca por Suga.

—¿Estás bien, Jiminie hyung?

—¿Qué demonios acaba de pasar?—y ante su propia pregunta se rió, negando con la cabeza.

Jungkook solo sonrió, pues parecía que su amigo estaba de vuelta con los pies en Purpuria y no en el espacio.

—¿Estás muy ocupado?—peguntó Kim, aún mirándolo con recelo—, vamos de camino a la fuente ancestral para estirar un poco el cuerpo.

Jimin negó.

—No tengo más nada qué hacer.

Sin decir mucho más, los cuatro caminaron al rededor de una hora en silencio mediante un sendero que no estaba muy bien marcado.

Jimin estaba fascinado con los insectos, eran enormes y con cada aleteo podía sentir una brisa de aire chocando con su rostro. En realidad, cada cosa que sus ojos veían era impresionante. Suga también, por supuesto, porque a diferencia de Taehyung su cabello verdoso también brillaba  y hasta se movía suavemente como si tuviera vida propia. Y hablando del muchacho, jugaba enfrascado en su propia burbuja, haciendo volteretas por simple gusto, e incluso alguna que otra ave extraña había volado hacia él tras un simple silbido.

—¿Por qué no hay más como ustedes, Taehyung?—Park le preguntó en cuanto frenaron para esperar al de cabello esmeralda, que había trepado un árbol metros atrás en busca de un par de frutos blancos.

Kim se volteó, aún cargando a Jungkook sobre la espalda. Taehyung le había tenido que cargar por que el menor era un caprichoso y no quería caminar más, sin embargo, tampoco es como que le molestara tanto el tener que hacerlo.

—La aldea queda a un kilómetro hacia arriba, en la parte de las montañas. La fuente sagrada o la fuente de la vida, es lo que divide los dos territorios. Lo sagrado de lo profano. Lo bueno de lo malo.

Jungkook con una mano acarició la mejilla del chico que le llevaba en la espalda, observandolo con un poco de angustia. Aunque el chico no lo había dicho, Jeon entendía que tanto el y Suga pertenecían al lado de lo profano. Ellos habían sido desterrados por alguna razón, y seguro por ello que eran los únicos de ese lado.

—Bueno, creo que es mejor—Jimin suspiró, dando una mirada panorámica al lugar, como si no lo hubiera hecho antes—, tienes todo este paraíso para tí y tu amigo.

Los árboles exageradamente altos, con sus hojas verdes casi grisáceas, formaban una especie de barrera que ellos acababan de cruzar, y en medio, un árbol gigante y precioso que parecía tener brillo propio en cada una de sus ojos, se encontraba justo en medio del extenso claro al que habían llegado. No solo eso, sino que el árbol prácticamente respiraba, expandiendo su tronco y encogiéndose, con finas líneas desde sus raíces hasta perderse en sus ramas se extendían como si estuvieran en constante movimiento de arriba a abajo.

Las pisadas de Suga en las ojas a espaldas de los tres chicos, solo llamaron la atención del rubio, quien volteó su cuerpo para mirarlo. Suga corría con rapidez con las frutas entre las manos, pero su expresión no era relajada.

—¿YoonGi-ssi?—frunció el ceño, confundido. El chico se lanzó a sus brazos sin soltar el alimento, casi que temblando, pero el humano seguía sin comprender que sucedía—, ya, estás bien. Estás conmigo, ¿sí?. No pasa nada.

—Suga, ¿fue Mumi otra vez?—Taehyung le preguntó con desinterés, comenzando a avanzar hacia el árbol—. No puedes tenerle miedo a esa cosa, es solo una bola de pelos lechera.

Jimin creyó entender de lo que estaban hablando.

—¿Te asustó una... Vaca?

—S-se llama Cava—lo corrigió—, pe-pero en verdad, dan miedo.

—No te preocupes, hoy no te hará daño—le aseguró, viendo como poco a poco el chico se alejaba de su cuerpo—. ¿Vamos con los otros dos?

Suga asintió, y se adelantó con rapidéz. Ese humano tenía algo que descontrolaba sus sentidos, lo mejor sería mantenerse alejado. Mientras pudiera.

En cuanto estuvieron a centímetros del árbol, los muchachos de piel violácea se arrodillaron entre las raíces e invitaron con un ademán a los humanos a hacer lo mismo.

—Siempre venimos aquí para purificar nuestras almas, pedir algún deseo o simplemente conectar con nuestros ancestros—explicó Taehyung—. Si tocas sus raíces, puedes conectar contigo mismo,  recordar cosas bienas: te sientes fresco y libre.

Suga mantenía los ojos cerrados, tocando con ambas manos una raíz grande y sobresaliente, Jimin observaba extasiado como sus manos se envolvían de pequeñas líneas doradas y también quiso intentarlo. En cuanto tocó la corteza del árbol sus ojos se cerraron, viendose a si mismo en su mente siendo un pequeño niño jugando con sus difuntos padres a las escondidas, sonrió inevitablemente ante el bonito recuerdo, sintiendo una corriente fresca por dentro de todo su cuerpo.

Jungkook por su parte tocó con la yema de sus dedos la raíz más cercana, creando un destello que se convirtió en una pequeña flor amarilla que sostuvo con cuidado en su palma. Asombrado se volteó a mirar a Taehyung, quien le sonrió haciendo exactamente el mismo movimiento que el, creando una mariposa azul que salió aleteando hacía los cabellos del humano peli-negro.

» —Olvidé mencionar que eso también puede hacerse, depende de la manera en la que toques el árbol. Las almas puras siempre crean vida.

—Es como la magia—susurró.

Era simplemente hermoso. Qué suerte o bendición del destino haber llegado a Purpuria.

(...)

Jungkook se recostó junto al muchacho de piel violeta en el nido que ahora contaba con pelaje de Cava —que más bien, para el humano eran Vacas peludas—, lo cual hacía a la cama mucho más cómoda y calentita. Luego de la excursión en compañía de su amigo y del amigo de Kim, ambos estaban exhaustos. Jimin debía volver a la nave con los demás para no levantar sospechas, habían acordado que nadie podía enterarse del paradero de Jungkook.

Taehyung también había explicado que con las hojas del árbol sagrado, si las quemaban, podían crear combustible para las antorchas que tenían en las cuevas y la duración era larga, por eso mismo no las quemaban con frecuencia. Jungkook le había prestado más atención a las antorchas después de aquella explicación, y había notado que era similar al petróleo: justamente, lo que necesitaban para remontar la nave. Pero el humano era quien menos ganas tenía, por el momento, de marcharse.

No quería cambiar nada, como estaba se sentía perfectamente bien.

—Unos minutos más y ya podemos comer, Tae—sonrió mientras le miraba a los ojos.

Jungkook se había ofrecido a preparar la cena por sí mismo, no era más extravagante que carne de Cava asada que mantenían colgada a la interperie, pero para Taehyung eso era algo nuevo y extraño ya que por lo general, en su mundo la consumían cruda. Sin embargo, desde la llegada del humano se había estado acostumbrado a consumirla de esa manera, porque según el, iba a morir consumía la carne a su manera.

Taehyung pasó las yemas de sus curiosos dedos por el rostro del humano, tocando delicadamente la tersa piel del chico. Jungkook sentía cosquillas cuando los dedos se acercaban a su cuello, pero la sensación que le dejaba en todo el rostro era bonita. Se sentía amado.

—¿Qué tienes ahí?—preguntó curioso, tocando a penas aquella cosa redonda que colgaba de una oreja del peli-negro.

El humano se rió, manteniendo los ojos cerrados.

—Es un arete, hy-hyung—de nueva cuenta las yemas de los dedos del peli-castaño estaban rozando su cuello.

—¿Y para qué sirve?—siguió preguntando, mientras su mano iba cada vez más y más abajo.

—E-es... solo u-un accesorio, para verse mejor, su-supongo—abrió los ojos de golpe en cuanto el mayor detuvo sus movimientos. Jungkook tenía una cicatriz, no más grande que cinco centímetros, pero era demasiado notoria—, TaeTae...

—¿Cómo te hiciste eso, humano?

—Fue hace mucho, pero no quisiera hablar de ello ahora.

De solo pensar en como aquella cicatriz había aparecido allí sentía escalofríos, por lo general fingía que no existía, y a las demás personas parecía no importarles. Era mejor así. Pero sentía la necesidad muy en el fondo de querer compartir aquello con Taehyung, aunque quizá esa noche no era el momento indicado

—Está bien—asintió, tomándolo del rostro para que le mirara. Dejó un beso en su coronilla con cariño, y Jungkook tras la sorpresa por la acción, rodeó el cuerpo ajeno con la pierna y el brazo que tenía a disposición.

Jeon no era alguien muy cariñoso que digamos, huía del contacto físico, sin embargo, con ciertas personas hacia excepciones. Taehyung se había convertido en una de ellas.

—TaeTae, antes de que vayamos a comer... ¿Me explicas eso del cómo sabes mi nombre, y cómo mi amigo sabía el de Suga?

Taehyung asintió con la cabeza, pasando una mano por los cabellos del humano. Continuaban abrazados sobre el nido.

—Los Purpurianos y purpurianas tenemos un predestinado asignado al nacer, será nuestra pareja toda la vida, y estamos unidos al mismo por un lazo imaginario que es irrompible—Jeon le escuchaba con suma atención—. Cuando tú llegaste aquí yo pude sentirlo, y aunque no eras Purpuriano tiré ese lazo de manera involuntaria, y te traje a mi.

—Suena raro—murmuró tocando también las hebras gruesas del cabello castaño con la yema de sus dedos. Era satisfactorio por el hecho de que, a diferencia de su propio cabello, el de Tae tenía una textura un poco áspera que le provocaba cosquillas.

—Humano, hasta para mí es raro—sonrió, volviendo a mirar sus ojos negros—, no pretendo que comprendas o me creas, solo respondía tu pregunta.

Sin embargo, Jeon creía fielmente en sus palabras.

—Mi madre decía... que todos tenemos un Alma destinada, nuestra otra mitad que nos complementa. Unidos por un hilo rojo que puede enredarse, estirarse pero jamás romperse—los orbes oscuros de Jeon se posaron en los verdes de Kim.

—¿Qué me quieres decir, eh?—pegó su nariz juguetonamente a la del menor.

—Que me gusta pasar tiempo contigo, me haces reír mucho y si te soy sincero, a veces mí corazón late muy rápido solo por tí—tras la confesión, una leve pigmentación clara adornó sus mejillas.

¿Cómo podía llegar a gustarle un ser de otro planeta? Ni siquiera Jungkook lo sabía, y tampoco necesitaba responderse aquello. Tal vez era hasta enfermizo, ¿pero qué más daba? Ningún humano había podido respetarlo y cuidarlo con tanto amor como ese chico, aún si no lo conocía hace tanto tiempos.

—Jungkookie...

—¿Sí?

—¿Puedo?—susurró, observando con detenimiento los labios del menor. Algo le decía que tenían un sabor especial, quizá alguna fruta o...

¿A quemado? ¿Qué diablos...?

» —¡Un momento, la comida, Kook, se quema, se quema!

Jodida mierda. ¿Justo en ese momento?

◟❝Soy tuyo para domar


Necesitaba nicotina. La tenía en su bolsillo, pero dos cosas le impedían saciar su necesidad: primero, dentro de la nave las alarmas anti-incendios se activarian; segundo, no quería contaminar el aire puro y refrescante de Purpuria por más tonto que suene. Y se volvía un círculo vicioso que le producía estrés.

—Oh, hola YoonGi-ah—levantó la mano al notar la presencia de un curioso muchacho que llevaba una tela blanca cruzada por su torso hasta los muslos. Jimin tenía presente que era amigo, del amigo de Jungkook, o sea cual fuere la relación que mantenían los dos últimos. YoonGi y el llevaban encontrándose "por casualidad" desde hace al rededor de un mes entero—.¿Quieres una? Son mandarinas.

El muchacho estiró la mano hacia arriba, mirándolo serio, y tomó una fruta del árbol. Jimin sabía que eran idénticas a las del planeta tierra, como la que tenía en las manos, pero solo por fuera.

» —Oh, pero estas tienen algo diferente—tal como quería el humano, llamó la completa atención del otro—. Verás, esa que tienes en tú es pura cáscara; ésta que tengo yo, es solo jugo.

Bajo la atenta mirada del muchacho de piel violeta, le quitó la cáscara a su fruta. YoonGi se le acercó y se agacho a su altura, tan cerca, que Park pudo notar un lunar en la punta de su nariz cuando elevó su mirada.

—¿Por qué me llamas YoonGi?—cuestionó—. Mi nombre es Suga.

Si hubiera respondido con sinceridad, Jimin no tenía la menor idea de por qué había salido de sus labios ese nombre la primera vez. En cuanto miró sus ojos simplemente lo soltó desde el fondo de su corazón.

—Me gusta el nombre YoonGi, Min YoonGi—terminó de comer, y sonrió apretando las mejillas del chico.

—Pero es solo Suga. Son cuatro letras, humano—insistió. Era verdad que no le hacía mucha gracia el nombre que su madre había elegido para el, pero tampoco era como si quisiera cambiarlo por otro nuevo.

Mucho menos, uno que le diera aquél humano molesto con el que, en secreto, le gustaba pasar tiempo.

—YoonGi—volvió a decir, con tono burlón.

Oh, ya. Estaba molestándolo de más, y el mismísimo Park Jimin era consciente de eso.

—¡Suga! ¡Mi madre me nombró Suga!—con las dos manos le tomó por el cuello del abrigo que llevaba puesto y lo acercó a si mismo hasta que sus narices se rozaron.

Y se rió de como el color en el rostro del humano cambió a uno mas rosado, antes de soltarlo.

—E-está bien—se rindió, sintiendose acalorado por la vergüenza. Luego de "recuperarse" miró al peli-esmeralda unos cuantos segundos a los ojos y habló otra vez—. Suga... Suga es el nombre perfecto para alguien único y bonito como tú.

Pareció como si el humano saboreara las letras de su nombre. ¿Así de bien se oía? Por que hasta ese momento, jamas le habia gustado tanto escucharlo.

Aunque posiblemente, solo le gustaba escucharlo de él.

◟❝No entierres los pensamientos que realmente quieres


Desde que Park apareció aquél día sin el traje que los protegía de aquél mundo desconocido, Namjoon tuvo sus sospechas con respecto al porqué de aquello. Conocía a cada miembro del escuadrón tanto como a sí mismo, y si bien es cierto que nunca sabemos todo del otro, Jimin era una persona muy transparente.

Según el joven astrónomo, su idea principal era quitarse la vida. Namjoon hasta ahí le creyó, sin Jungkook rondando cerca para molestarlo Jimin no le veía sentido a su vida. Pero todos los dias siguientes, ciento veintitrés en total -cuatro meses exactos- Jimin desaparecía a la misma hora con la excusa de estirar las piernas y fumar un cigarro, y de paso intentar encontrar algo que les ayudase a poner en marcha la nave nuevamente.

Sin embargo... ¿Tan rápido se había olvidado la existencia de Jeon? Namjoon lloraba todas las noches por el niño, y lo buscaba como un desquiciado junto a Chungha y Lalisa. ¿En verdad fumaba? Por que Jimin salía con una cajetilla cerrada, y al regreso estaba igual. Ademas le había oído decir que no pensaba contamiar el aire puro del lugar con sus adicciones.

Y otra cosa aún mas extraña, ¿que demonios hacía en medio del bosque? Si las marcas que trataba de ocultar en el cuello y su espalda eran por alguna reacción alérgica o mosquitos, debería haber muerto según el análisis de Bangchan. Los insectos eran gigantes, y las flores tambien, por lo que el daño tambien se duplicaría.

Hwasa le había sugerido a Namjoon que lo siguiera cuando ella también comenzó a sospechar de su actuar, y el hombre se negó en aquél momento por que no creía correcto quebrantar esa línea de privacidad. Pero Kim estaba cansado del tema, y cuando vio con el rabillo del ojo cómo Park se despedía de Félix ese día, no lo pensó demasiado.

Mateniendo una distancia de casi ciento cincuenta metros, le siguió los pasos. Estaba realmente asombrado con cada cosa que aparecía frente a sus ojos,  a pesar de haber estado explorando un poco las tierras desconocidas, el mundo del que provenía y ese, eran muy diferentes. El hombre tenía mil millones de preguntas, su lado de científico quería tomar muestras de todo, y más específicamente, de aquella criatura de piel violeta y brillante que corrió al encuentro de su amigo astrólogo.

—¿Que ocurre, Yoonie?—susurró en cuanto el otro le echó los brazos al cuello.

Park había aprendido que a Suga no le gustaba que invadieran su espacio personal y hablaba lo justo y necesario, sin embargo, si de él tenía la iniciativa podían estar horas abrazados mirando el cielo, charlando,  peleando o... Otras cosas.

—¿Por qué nunca me dijiste que necesitan combustible para irse? Sabes que con las hojas se obtiene.

Namjoon frunció el ceño, aún mas confundido. Se supone que desde hace cuatro meses estaban en busca de combustible para marcharse, ¿acaso Park no buscaba lo mismo que todos?

—Se me pasó por alto, no lo sé.

Suga se alejó, pero no lo suficiente como para que las manos del humano dejaran de tocar la piel desnuda de su cintura.

—Mientes. Acabo de oír a Jungkook hablando con mi amigo de que tú les pediste por favor que buscaran muchas hojas sin perjudicar al árbol.

—Yoonie, yo-...

—Suga—le recordó, pero esta vez no estaba molesto. Ni por la equivocación en el nombre, ni tampoco por la ocultación de información. Solo quería entender las razones del humano.

—No te lo dije, por que no quiero irme de aquí, Suga—subió una mano a su mejilla, suspirando devoción por esos ojos verdes—. ¿Sabes cómo llegamos a Purpuria?

Un fallo en los calculos, pensó Namjoon para sus adentros, ignorando la primera parte de aquella frase.

—Dijiste algo sobre un error—habló bajito. Park negó con la cabeza, miró al cielo un segundo y suspiró rozando su nariz con la del otro.

—Una de mis compañeras se durmió en la cabina y yo tomé un camino distinto a la ruta original, lo que casi nos mata—confesó— ¿Fui egoista? Por supuesto, pero eso no quiere decir que me arrepienta de nada.

—¿Una mala decisión?—susurró con asombro, cubriéndose la boca con ambas manos.

—La mejor mala decisión que tomé en mi vida. De otra manera jamás te hubiera conocido.

Namjoon se quedó por un tiempo largo parado en el lugar en donde se ocultaba, puesto que continuaba en estado de shok. ¿Jungkook estaba bien? ¿Y Jimin ya lo sabía?

Malditos hijos de puta.

Reaccionó cuando una rama crujió bajo las botas del astrólogo, el tal "Suga" no estaba, y sin pensarlo ni un segundo Namjoon salió tras de él al ver que iba de regreso, probablemente, a la nave.

—¡Park, espera!

—Oh, capitán—dió un respingo por el susto, claramente no se esperaba encontrar a Kim ahí—. ¿Que ha-...

—Quiero ver al chico—pidió con seriedad, dando un par de zancadas hasta llegar junto al menor.

Park se rió, fingiendo demencia.

—Hyung, todos quisiera-...

—¡No me trates de idiota!—con brusquedad lo tomó del cuello de la camisa que tenía puesta—, Jungkook está vivo y lo sabes. Llévame con él ahora.

Jimin asintió, susurrando "está bien" unas incontables veces mientras observaba los ojos oscuros del mayor. Siempre había sentido respeto y admiración por el hombre, era su ejemplo a seguir; pero ese día también conoció el temor que le generaba su persona. Namjoon era un hombre mayor, claro, pero más fuerte y musculoso que sí mismo.

Kim lo soltó y se dejó guiar por entre los árboles, pudiendo notar como algunos curiosos seres violetas les observaban desde bastante lejos, del otro lado de una especie de valle.  Los humanos no presentaban peligro para los purpurianos, ellos tenían un sentido de persepción más desarrollado y podían distinguir las feromonas que emanaban los humanos y relacionarlas con emociones; siempre estaban un paso más allá. Sin embargo, y a pesar de que seguían siendo intrusos, Jimin sabía que no cruzaría más allá del árbol sagrado.

En el momento en que llegaron y Namjoon vio los gatos, los frutales, las cabras y la cueva, se sintió un niño de cuatro años de repente. Recordó que él jugaba en lugares similares, muchos años antes que el humano comenzara a evolucionar en el planeta tierra y a acabar con él al mismo tiempo.

—Lamento interrumpirlos, tortolitos—habló con un tono burlón al ver como Jeon y Taehyung compartían babas en el nido, en palabras poco sutiles. Rapidamente los chicos tomaron distancia y miraron a Park confundidos por la repentina visita—, vengo acompañado.

Los ojos de Jungkook cambiaron repentinamente de tamaño. ¿Qué y cómo demonios, hacia Namjoon ahí parado? El peli-negro sintió que su corazón había subido hasta su garganta, y la mirada seria del hombre no dejaba que su órgano volviera a estar en su lugar.

Por toda reacción, Kim simplemente suspiró mientras se cruzaba de brazos, cubriéndose bien con la tela blanca que siempre llevaba en su cuerpo.

—¿Eres consciente de tus actos, Jungkook? ¿Pensaste una sola vez en nosotros, en mí?

No estaba enojado, por supuesto que no, pero se sentía traicionado por Park y Jeon. Él siempre se preocupaba por todos, estaba a la orden de su equipo, ¿Y así le estaban pagando? ¿O qué otra cosa había hecho mal?

—Pe-perdón, hyung—bajó la mirada, avergonzado en la máxima potencia. Le temblaba la voz y el cuerpo, por lo que se tomó su tiempo para continuar hablando. No le temía, ni mucho menos, pero sabía que había traicionado su confianza—. No fue mi intención causar problemas. Yo... me encontré a Taehyung y, a-aunque suene egoísta, dejé d-de esforzarme por regresar por qué me sentía agotado de todo.

Estimaba a sus compañeros, sentía gran admiración por cada uno de ellos, pero él era el problema. Sentía que ese no era su lugar, al lado de todos ellos, Jungkook se sentía nadie. Era el menor de todos, el que no tenía una carrera universitaria, y al que querían solo por ser un chiquillo que daba ternura, y ese al que algunos lo detestaban solo por el hecho de ser protegido por el líder.

Jungkook se sentía una carga, inútil e inservible, con un pasado desastroso, y muchas veces hundido en su tristeza había pensado en terminar definitivamente con todo, pero le faltaba valor para hacerlo.

—¿Has estado bien?—preguntó con calma. El menor asintió, cohibido por tanto buen trato, algo en él necesitaba que lo reprendiera, que le gritara y le repitieran lo imbécil que era, pero Namjoon nunca sería capaz—, me alegra, chico— se acercó unos pasos para  revolverle los cabellos y, sin poder evitarlo, rodeó con sus brazos el cuerpo más pequeño—. Te extrañé, de verdad. No vuelvas a hacerle eso a este pobre viejo, ¿bien?

—Yah, hyung—se rió con suavidad, apretando a Kim mayor con fuerza. Él también lo había extrañado.

Jimin y Taehyung cruzaron miradas, algo incómodos con la situación. En el buen sentido de la palabra, estaban en medio de un conmovedor reencuentro, pero no sabían qué hacer con exactitud.

Namjoon no se separó demasiado del peli-negro, lo abrazaba por los hombros. Miró al muchacho de piel violeta y brillante, se había concentrado más en Jeon que en aquél otro ser vivo tan extraño.

—Un gusto, Taehyung-ah. Soy Namjoon—saludó, haciendo levemente una inclinación con la cabeza—. Gracias por cuidar de este niño travieso.

El peli-castaño sonrió, haciendo una reverencia de perfectos noventa grados, tal como le había enseñado Jungkook una tarde que se encontraban aburridos, sin más nada que hacer que pasar tiempo juntos haciendo tonterías–ya que, casi a diario, Taehyung acostumbraba a salir a recolectar comida para sobrevivir–.

—Es un placer, sunbaenim—he ahí, por ejemplo, una palabra de tantas enseñadas por Jeon; Taehyung esperaba estar usandola correctamente—. Creo que nadie se lo dijo aun, pero... Bienvenido a Purpuria.

—Muchas gracias, tu planeta es asombroso—sonrió—. ¿Te molestaria que viniera a visitarlos más seguido, Taehyung? Sé que Jungkook—movió al chico entre sus brazos de manera juguetona—, no regresará hasta que nos marchemos definitivamente.

—No hay problema, señor—asintió—. Y ya que habla de "regreso", tengo buenas noticias. Sin perjudicar la fuente sagrada es posible conseguir el combustible necesario para la nave

¡Oh, qué gran noticia! Aunque solo para algunos.

Dato: por cada frase, es un mes. Son  cuatro frases lo que quiere decir, que han pasado cuatro meses en total desde que los humanos llegaron a Purpuria. 💜

Perdón si encuentran algún error, lo leí mil veces pero es tan largo que tal vez no me doy cuenta jijiji ojalá les guste.

©ʏᴏᴏɴɴɪᴇxᴊɪᴍɪɴɪᴇ5

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