❪𝗢𝟮❫ ; 𝗮𝗻𝗼𝘁𝗵𝗲𝗿 𝗰𝗼𝗺𝗽𝗮𝗻𝗶𝗼𝗻 𝗶𝗻 𝗱𝗲𝗮𝘁𝗵.

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ARC ONE; HUMAN
*╔═══❖•ೋ°🩸°ೋ•❖═══╗*

CAPÍTULO DOS;
OTRO COMPAÑERO EN LA MUERTE
mirando al rey a los ojos❜

Si no cumplen la meta, ¡no se actualiza hasta que sea cumplida!❌
Y si, hablo por ustedes, lectores fantasmas. Dejen su voto y así sea un comentario para que tengan capitulo nuevo.🐣

┍━━━━╝✹╚━━━━┑
©Shanxlabyx
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A KAZUMI SIMPLEMENTE SE LE HACÍA DIFÍCIL Y SIN VALOR EL buscar alguna manera de entretenerse, de buscar un pasatiempo, sobre todo cuando la mayoría del tiempo requiere contacto social y no es que fuera demasiado buena en eso. En la secundaria le iba algo mal debido a que todos creían que ella miraba con odio a la mayoría, que les lanzaba miradas de muerte cuando se le acercaban para cualquier cosa; su mirada de por sí era muy intimidante e inquietante.

¿Qué tenía que hacer para poder iniciar una conversación con alguien sin que salga huyendo o termine cohibiéndose al mirarla? Ya dejó de preguntarse eso desde que varias personas se tomaban a mal sus miradas y comenzaban con problemas, llegando al punto del pleito.

A veces, simplemente se dejaba hundir en eso, sentir dolor le daba a entender la desgracia de que estaba viva, algo que hasta cierto punto le aburría, vivir no le daba interés.

Después de todo, estaba condenada a morir en el momento que abrió sus ojos por primera vez. ¿Para que se molestaba en colocarle empeño a su vida ya tomada?

—Así que, volviste a meterte en problemas, ¿eh, Ruby-chan? 

Aún recordaba ese día, en donde con sólo mirar a unas chicas por curiosidad estas se molestaron y pues, tuvo lo que tuvo que pasar; una pelea, una en donde tuvo que defenderse con la consecuencia de terminar en la oficina del director, con un par de rasguños en el rostro y su cabello suelto y algo despeinado. Observaba sin interés hacia la nada mientras tenía a Gojō Satoru enfrente de ella.

El albino mantenía una expresión un tanto seria, observando el movimiento nulo de la adolescente, quien sólo parpadeó de manera lenta. Pasaron unos segundos y se carcajeó un poco, colocando sus manos en su cintura, por fin llamando la atención de Fukui.

Aaah... ¿Fue otra vez porque creyeron que estabas mirando feo? —preguntando un tanto divertido, Kazumi desvió la mirada y asintió levemente—. Ay, pero... —suspiró entre pequeñas risas—. ¿No has puesto en práctica mirar bonito? Ya sabes, mirar de manera encantadora, así como yo.

La ojirojiza admiró como Satoru se quitó por unos segundos los lentes oscuros con una sonrisa, incluso haciendo mover su flequillo casi de manera coqueta; se quedó en completo silencio (no demasiado raro) y con expresión plana. Una vez más no hizo movimiento alguno más que tomar una pequeña respiración, expulsándola de manera pesada para concentrarse, momentos después su mirada se suavizó un poco.

—¡Hee! —el chico aplaudió un par de veces en celebración al ver el logro de la chica, bajando sus lentes en su lugar—. Eso es un avance, ¿ya entiendes que te ves más bonita sin una mirada de «quiero morir o que todos mueran»? Muy bien, muy bien.

—Lo citamos aquí porque su hija, o lo que sea, hizo disturbios una vez más en la escuela y provocó una pelea, ¿y usted la felicita? —hablaba el director con una mirada entre airada y confusa en sus ojos, incluso incrédulo ante la interacción del adulto a cargo de aquella adolescente—. Y no es sólo ella quién provoca este tipo de cosas, incluso-

—Estoy hablando con Ruby-chan aquí, no me interrumpa. —habló el de cabello blanquecino con una sonrisa, siendo tan tranquilo a la hora de hablar que inquieto al director, sobre todo cuando lo volteó a mirar a travé de sus gafas oscuras—. Tiene suerte de que ella misma me diga que no los demande, desde hace mucho ya lo habría hecho por permitir este tipo de cosas a mis retoños, así que mejor cierre la boca antes de que me arrepienta.

El contrario se estremeció ante sus palabras, sabiendo a que se refería, sintiendo un perfecto escalofrío pasar por todo su cuerpo al tener su atención puesta en su cuerpo, tragó saliva y desvió la mirada hacia abajo. Satoru continuó mirándolo de manera fija por varios segundos mientras Kazumi se iba levantando de la silla de la oficina del director, jalando levemente de su camisa.

Ahí la sonrisa del más alto volvió a aparecer, alzando su mano de manera de despedida a la par que se dirigía hacia la puerta. —¡Okey!~ ¡Gracias por el aviso! —dijo sin más, saliendo de aquel despacho.

Mientras aquel trabajador para la educación trataba de devolver oxigeno para los pulmones, la conocida (o más bien, reencarnada) como la bruja de hingabana, caminó sin problema alguno fuera del lugar, asomándose un poco por las ventanas que daban por la zona exterior de aquella escuela secundaria, pareciendo refrescarse a si misma con el aire de aquel día.

Lo primero que se le vino fue comer algo, debido a que no había logrado almorzar por el mismo problema por el cual se encontraba allí, sobándose un poco su estomago plano por encima de su uniforme, mirando hacia la nada, pensando en comer algún mochi o ramen, aprovechando que su tutor estaba allí.

Un pequeño jalón a uno de los mechones de su cabello la hicieron fruncir el ceño, mirando inmediatamente hacia la persona que hizo ese gesto, para que luego su cara impactara con un pañuelo húmedo, dejándola tiesa.

—Toma, para que te limpies la heridas en la cara. Tienes rasguños más que nada, pero también tienes la mejilla algo roja y sigue viéndose feo, ew—fue lo que le dijo el chamán de jujutsu, obedeciendo mientras colocaba su propia mano encima de tal pañuelo para colocarlo sobre su mejilla.

—Mhm... —movió un poco su cabeza en señal de agradecimiento, recibiendo una sonrisa del contrario.

Gojō se quedó mirando por varios segundos su perfil en lo que sostenía aquel pañuelo sobre su mejilla, no pudo evitar fijarse en la mirada un tanto decaída que poseía en aquellos inquietantes pero peculiares ojos rojizos, como si estuviera triste o con los ánimos en el suelo. No era la primera vez.

Con un pequeño suspiro, volvió a alzar la comisura de sus labios al volver a embosar una sonrisa despreocupada, elevando una de sus manos y dándole una palmada en la cabeza, Kazumi cerró sus ojos por ese gesto y luego volvió a mirarlo con atención.

—Quita esa cara larga, ya te agarraste de las greñas, ahora estás con tú maravilloso casi papá. —alardeó con diversión, echando su cabeza hacia atrás con una sonrisa, colocando sus brazos en forma de jarra al momento de colocar sus manos en su cintura—. Oh, verdad que siempre estás con esa cara, así como los caballos.

Kazumi se le quedó mirando un largo rato con una expresión casi aburrida por su intento de hacerla reír o quizás explotar su burbuja de mal humor, observándolo reírse de su propio chiste que en realidad no le hizo nada de gracia, sobre todo por lo que le insinuó por su nula expresión.

—Ay, no me mires así. No tienes cara de caballo, sólo bromeaba. —tomó su hombro y la agitó ligeramente de un lado para otro. Era algo sorprendente la forma tan amena en la que Satoru se dirigía hacia ella sin recibir respuesta alguna más que miradas—. Mira, mejor mira el cielo para que te despejes, está boni... Está nublado, pero eso significa que tal vez haga frío, eso es bueno también.

La adolescente frunció su nariz por unos segundos al verlo parlotear, como casi siempre; aunque la mayoría de su vida se haya comportado de esa manera, incluso a veces haciendo tonterías y ella de alguna manera siguiéndolas para hacerlo feliz, era realmente impredecible. Ambos era completamente incompatibles en todo lo que dicta la palabra, pero ahí estaba, bajo su custodia.

Dirigió su mirada hacia la ventana justo como él le dijo, aunque ya anteriormente haya estado observando a esa dirección. Y tal como dijo, no estaba despejado, habían nubes oscuras por todo el cielo, sólo dejando algunos lugares con paso al sol, y en realidad no era mucha luz que digamos. Kazumi sólo vio un día nublado mientras Satoru vio la ventaja de que no haría calor.

Miraba al cielo cuando estaba pensativa, estaba con sus problemas, estaba afrontándolos e incluso sólo para olvidarse de todo, centrarse en pequeñas cosas como que tan nublado estaba o si haría demasiado calor, sólo para despejarse.

Un largo resoplido salió de entre sus labios mientras observaba por la ventana de la Escuela Secundaria Municipal Sugisawa, un cielo completamente oscuro y nublado; era un día frío y húmedo, pero sentía de alguna manera mucho calor, al menos en esa área. Abrió un poco uno de los ventanales para que entrara algo de aire.

Alzó una de sus manos, y en menos de un parpadeo su arma atravesó una pequeña maldición que había tenido al intención de lanzarse encima de ella, siendo sólo un segundo más que pasó para que la terminara exorcizando. Miró de reojo los restos de la maldición e hizo una mueca, agitó la cuchilla de aquel abanico para que cayera aquellos restos al suelo.

No quitó su mueca hasta el momento que unos aullidos característicos de los lobos de Megumi, eso la hizo volver a recobrar la consciencia del presente, recordando que estaban en una misión bastante importante, así que se espabiló y aceleró rápidamente el paso para poder continuar subiendo al piso donde se supone estaban aquellos chicos jugando con aquel objeto maldito.

—¿Dices que nos separemos? —había dicho Megumi una vez estuvieron dentro de la escuela, Kazumi asintió mirando directamente hacia arriba donde se concentraba más la energía maldita.

El de cabello puntiagudo hizo una pequeña mueca un tanto dudoso por  separarse, pero notar como la más alta no cedía en ningún momento y no hacía más que mirar hacia arriba lo hizo suspirar, centrándose en que ese tipo de cosas no importaban en nada cuando había un peligro palpable en el aire, y era literalmente hablando. Había un ambiente demasiado pesado y denso alrededor de todo el parámetro de la escuela, y por dentro de esta era aún peor.

—"No te preocupes, así llegaremos más rápido" —como si le hubiera leído la mente, Fukui le dijo con sus manos esas palabras, haciéndolo desviar la mirada.

—No sé de qué hablas, no estoy preocupado. —bufó con un poco de fastidio, Kazumi alzó una de sus cejas.

"Dí lo que quieras. No puedes mentirme a mi, a nadie en realidad.»

—Ugh, no la mencio... ¿Mm? —murmuró cuando la vio mover sus manos, fijándose en que querría decirle—. Quién sabe... tal vez hoy por fin me mue... ¡Oye! —Megumi replicó cuando comprendió lo que dijo con aquella señas—. ¡Deja de estar haciendo bromas de ese tipo!

—"Era broma, pero si ella quiere no es broma"

—¡Kazumi!

La aludida hizo un pequeño gesto de amor y paz mientras trotaba en reversa, para hacerle un gesto de «okey» y comenzar a correr lo más rápido posible por las escaleras del otro lado de la escuela y poder llegar lo más rápido posible al piso donde Yūji les había dicho donde se encontraban sus compañeros con aquel objeto maldito que por nada en el mundo podían permitir que fuera abierto.

Y estaba más que claro para Kazumi que ya lo habían abierto.

❛¿Qué adolescente en su sano juicio se pone a jugar con cosas prácticamente satánicas en medio de la noche?❜ se cuestionó con aburrimiento mientras avanzaba corriendo, deshaciéndose con facilidad de cada maldición que se le acercara, aunque recordó que en la películas sucedía todo el tiempo.

«Tú también eres adolescente, y estás muy cerca de hacerlo también, prácticamente como trabajo». —la mueca de Kazumi creció al escuchar esas palabras, pero ahora que lo pensaba, era cierto. Le dió la razón por esta vez—. «Gracias, siempre la tengo. No sé cómo no te das de cuenta, Mi-Mi.»

Retiraba lo dicho.

Sus pasos se detuvieron con cierta brusquedad al momento que chocó con una maldición mucho más grande, era enorme y claramente muy repugnante. Podía ver brazos y bocas por todos lados, al igual que ojos que no tardaron en fijarse en su figura a lo largo del pasillo, aunque su atención llegó hasta las piernas humanas que estaban colgando hacia afuera débilmente, dándose de cuenta que era parte de un cuerpo, de una persona real. Pudo darse de cuenta que estaba devorando a alguien, y no sólo a uno, aparte de que una fuerte corriente eléctrica la recorrió cuando llegó a percibir una energía maldita bastante fuerte concentrada en alguna parte de aquella maldición, apresurándose a correr lo más rápido posible hacia allí.

Pero, en un segundo, pudo jurar que pasó en cámara lenta cuando los cristales de la ventana se rompieron, volando de un lado a otro. Ver la figura de Itadori Yūji lanzándose por allí fue algo que no se esperó, mucho menos que en un movimiento certero golpeara a la maldición. Se sintió en un pequeño shock ver a un humano, aparentemente corriente, lanzarse a algo tan horrible como una maldición, donde la mayoría sólo buscaba huir, mientras que él iba hacia él.

Poco tiempo pasó para que Itadori con una velocidad sorprendente tomó a dos de sus compañeros de la maldición para dejarlos en un lugar seguro, cayendo justo a los pies de Kazumi quien observaba con cierto asombro la escena. Distinguió poco después los lobos Jade de Megumi lanzarse hacia la dirección de la maldición, relajándose al ver como comenzaban a devorarlo, al menos ya tenían un problema menos.

—¿Eso es una maldición? No es lo que imagine. —dijo el chico una vez dejó a salvo a sus compañeros, parpadeando un poco cuando sintió una presencia detrás de él, girando la cabeza—. ¿Fukui-senpai? ¿Estaba aquí? —cuestionó Yūji con cierta sorpresa al notar su presencia, pero se sobresaltó un poco ante la mirada casi de repugnancia que le estaba lanzando, o más bien, la mirada extremadamente juzgadora que tenía en sus ojos.

Alzó la mirada con apremio hacia Megumi para luego observar varias veces hacia Yūji aún postrado en el suelo, el pelinegro suspiró largamente, mirando interrogante hacia el chico que se sentía bastante intimidado por tantas miradas juzgadoras hacia su pobre persona.

—Si, yo aún sigo preguntándome porque Itadori está aquí. No eres la única. Quisiera preguntarle que hace aquí, pero lo hizo bien. —se sobó un poco la nuca con cansancio, en donde Kazumi lo miró con atención, volviendo a hacer un gesto con la mano, señalando con el pulgar hacia el de hebras rosaceas—. Si, si. Ya sé que no debería ni PENSAR en venir para acá, pero lo que pasó, pasó. Deja de quejarte. —la más alta movió sus labios en silencio, imitando lo que dijo, sólo haciéndolo fruncir el ceño.

—Siento que ustedes se leen la mente. —habló Yūji un tanto perdido al ver como con una mirada, o más bien un gesto, Megumi le entendía lo que la chica decía. Agitó un poco su cabeza y miró hacia detrás del pelinegro donde aquellos lobos se comían aquella horrible criatura—. Por cierto, ¿que son las cosas que se comen la Maldición?

—Mis Shikigami. ¿Las ves? —cuestionó con bastante calma, teniendo sus manos en sus bolsillos—. Las maldiciones no suelen ser visibles. A menos que estés muriendo o en un sitio especial como este.

—Si, tiene sentido. —Itadori asintió de manera pensativa, dándole la razón. Miró una vez más a aquellos lobos—. Nunca antes había visto un fantasma ni nada.

—¿No tienes miedo?

—Bueno, si pasé un buen susto. Pero había gente que podía morir de verdad. —decía de manera un poco pesada, agachando la mirada a su compañera en brazos—. Lo mínimo que quiero para la gente que conozco es que tengan muertes dignas. En fin, ni siquiera yo me entiendo.

"Tal vez está muriendo y no se ha dado de cuenta" —mientras tanto, Kazumi señaló ligeramente hacia el de cabellos rosa. Megumi se quedó sobrepensando un par de segundos lo que le había dicho, asintiendo y dándole la razón.

—Podría ser cierto. —mira con atención hacia el tema de conversación, tratando de verificar si no estaba desagrándose por algún otro lado o algo por el estilo, podría darle un poco más de sentido al hecho de que pudiera presenciar la situación con totalidad.

Yūji aún trataba de encontrar alguna manera de entender como es que entendía lo que la muchacha de aspecto misterioso pero atrayente decía, sólo dándose de cuenta que hacía gestos con sus manos. Hizo un pequeño puchero, preguntándose que era todo lo que estaba diciendo, pero antes de decir algo, sintió como aquel tetrico dedo se resbalaba de entre sus dedos, atajándolo al ultimo momento aún con su compañera entre brazos. —¡Casi! ¿era esto?

—Si. —luego de una pequeña pausa, Megumi carraspeó y luego volvió a retomar su seriedad—. Es el objeto maldito especial; el dedo maldito de Ryōmen Sukuna. Es un milagro que no se lo devorara. —dijo, refiriéndose del objeto maldito; un dedo de apariencia torcida y rojiza estaba apenas envuelto de aquel papel protector.

—¿Y esto se come? ¿Sabe bien?

"Creo que ahí si te vas a morir". —fue lo que dijo la muchacha de alta estatura hacia itadori, este sólo continuó mirándola casi como un tonto, tratando de decifrar que fue lo que quiso decirle.

—No seas tonto. —Megumi frunció el ceño con desaprobación—. Se hace para obtener energia maldita. Es peligroso, dámelo.

—Claro, claro...

Kazumi miró en silencio el tétrico dedo que Fushiguro iba a recibir, sin embargo, no fue la única que sintió una gran energía maldita acercarse a una velocidad sobrehumana hacia ellos. Y antes de poder reaccionar, las paredes a un lado de ellos se quebraron por completo cuando la enorme figura de una maldición se hizo presente, pasando todo nuevamente en cámara lenta cuando Fushiguro reaccionó con rapidez y empujó a los chicos lejos de él, con una mirada llena de determinación y a su vez desesperación, diciendo unas últimas palabras antes de que la maldición fuera contra él.

—¡Huyan!

La más alta apenas pudo jalar a Yūji lejos para no quedar bajo el radar de aquella maldición, sus ojos trataron de distinguir mejor su alrededor para tratar de encontrar a su amigo entre la cantidad de humo y tierra que se levantó. Un par de rayos eletrificados se hicieron presentes, no tardando en distinguir a una enorme maldición teniendo a Megumi entre sus garras; la mandibula de Kazumi se apretó observándola.

—¡Fushiguro! —exclamó Itadori con espanto luego de colocar a sus amigos relativamente seguros.

Otro fuerte estruendo se hizo presente cuando la maldición azotó el cuerpo de Megumi contra la pared, agrietándola y sacándole algo de sangre en el proceso. Kazumi se encrispó al ver esa escena, viendo de reojo como sus Shikigamis se comenzaban a deshacerse, sólo dándole a entender que su energia maldita vaciló por el golpe. Todo había pasado demasiado rápido para su gusto al ver como la maldición lo lanzaba contra la pared, rápidamente yendo hacia el crater que quedó hacia el aire libre.

«Vaya, que desastre.». —dijo la bruja de Hingabana en su cabeza mientras observaba a la maldición ir contra su amigo. Kazumi gruñó, mostrando una mirada de molestia.

Itadori observó aún aturdido como la más alta comenzaba a retroceder, pero no mostraba algún signo de miedo o de querer escapar, mostrando una mirada completamente impasible en esos peculiares ojos rojos, los cuales estaban fijos en un objetivo. Cuando tomó la suficiente distancia que necesitaba, para sorpresa de ambos (más de Yūji), comenzó a correr hacia el enorme agujero que había en la pared y en un dos por tres se lanzó.

—¡Se mató! —exclamó nuevamente Yūji, observando luego como aquella maldición se elevaba con Kazumi colgando de este, quien se había aferrado con una de sus armas—. ¡Sigue viva!

Lanzarse de esa manera era una acción bastante llena de adrenalina, incluso para ella lo era. El nudo que se había hecho en el estómago al momento que se lanzó fue una sensación bastante inevitablemente, que fue empujada hacia otro lado cuando se centró en todos los sonidos que se hacían presente a su alrededor, retumbando en sus oídos, junto con el brusco movimiento en su cuerpo, logrando aferrarse a la maldición cuando clavó su arma en su cuerpo. Una profunda respiración hizo que inflara sus pulmones para poder concentrarse, subiéndose lo suficiente cuando la maldición fue hacia arriba.

Agarrando el filo de su arma con fuerza en su palma, lo apretó con fuerza alrededor de esta hasta que la carne se cortó y la sangre comenzó a salpicar por doquier, haciendo que su ceño se tensara sutilmente por el dolor, pero alzando esta misma la estampó y clavó sus dedos en la piel de la maldicion, viéndose la misma circulación adherirse y casi en un momento expandirse hasta provocar una mancha violácea y rojiza. Pudo observar como de manera casi inmediata hizo un movimiento más brusco y casi pareció chillar ante aquel efecto, alzándose con fuerza hacia arriba, así que aprovechó para poder lanzarse, agarrándose con uno de los barandales rotos y evitando caer al suelo, buscando rápidamente a su compañero con la mirada.

No tardó en visualizarlo cayendo de la maldición que parecía casi agonizar cuando hizo contacto con su sangre, con la sangre de la bruja de Hingabana, así que se apresuró para poder atajarlo y evitar que cayera varios metros del suelo, agarrándolo del brazo desde aquel borde en donde ella habia quedado para jalarlo. Se olvidó unos momentos de la maldición y se fijó en él, mostrando una mirada preocupada al ver cómo sangraba de la cabeza, aunque continuaba consciente, tosiendo y pronto fijándose en ella.

Fushiguro observó un tanto adolorido hacia la muchacha de cabello negro quien lo ayudó a llegar al suelo sin golpearse, esta se vio con el rostro algo sucio y con un par de raspones en este mismo, pero, como siempre, se veía bastante tranquila.

—¿Estás bien? —Kazumi alzó una de sus cejas por su pregunta, pareciéndole un poco irónico tomando en cuenta que incluso él estaba sangrando, cosa que señaló—. Ah, ¿eso...? No es nada. Estoy bien.

Kazumi entrecerró sus ojos por aquel señalamiento, para luego mirar hacia la dirección de la maldición que continuaba contorneándose de un lado a otro por el dolor. Su cabeza dolía mientras observaba el efecto de la sangre de la bruja de hingabana cubrir a la maldición, aunque más bien era como un escalofrío electrizante recorrerla por la técnica maldita detrás de este. Era sorprendente y aterrador, sobre todo por lo que realmente conllevaba en usarla. Miró la palma de su mano con un poco de dudas, observando como la carne abierta que ella misma se había hecho en la palma comenzaba a juntarse, no dejando ningún rastro de herida. Bufó.

«¿Qué pasa? ¿Te molesta ver el efecto de mi poder? Tu fuiste quien lo activó». —canturreaba la bruja en su cabeza casi con dulzura, señalando la pequeña incomodidad en el cuerpo de ella.

Su ceja tembló con ligereza, dejando salir un pequeño suspiro al escucharla hablar una y otra vez, aunque no era sólo ella. Agitó un poco su cabeza y dirigió su mirada hacia Megumi quien respiraba con algo de pesadez tanto por la agitación como por el mismo dolor que habría en su cuerpo, queriendo hacer algo para poder aliviarlo, aunque no era momento para eso. Así que, buscó cualquier manera de concentrarse en la adrenalina en carne viva que tenían enfrente.

La maldición, luego de recomponerse lo suficiente fue directamente a su dirección, aún retorciéndose, pero estando bastante dispuesto a ir hacia ellos. Kazumi se colocó enfrente del más bajo con una mirada algo frívola en sus ojos, colocándose en posición, más que lista para atacar. Pero, antes de tan siquiera poder hacer algo, alguien más saltó encima de la cabeza, dejando un fuerte golpe sobre esta, distrayéndola.

—¡Itadori! —exclamó Fushiguro por ambos, en donde Fukui observaba casi en shock como este se había lanzado a atacar la maldición así sin más—. ¿¡Por qué no huyes de una vez con esos dos!?

—¡Ustedes también están en problemas! 

—¡Sólo una Maldición exorciza otra Maldición! ¡No puedes ganar!

—¿¡Cómo puedes decirme eso!? —se quejó luego de salir volando por uno de sus ataques, esquivándola sorprendentemente en cada uno de sus ataques—. ¡Ambos corren el riesgo de morir! 

Yūji observaba alerta a la maldición que no dejaba de moverse hacia él, sobre todo al tener aquel tetrico dedo en su palma. Y cuando iba a lanzarse nuevamente, una afilada cuchilla salió volando hacia uno de los tantos ojos de esa cosa dejó salir un chillido de dolor, sobre todo cuando lo que parecían raices carmesines se instalaban en toda su piel.

Observó más que confundido eso, pero antes de poder reacciónar, sintió como era jalado con brusquedad de la capucha de su chaqueta, siendo empujado hacia los barandales; cerró sus ojos con cierta fuerza por el pequeño choque de su espalda, abriéndolos de inmediato y quedándose nuevamente paralizado al ver aquellas dos grandes y penetrantes pupilas rojas verlo desde arriba, casi juraba que resplandecían. Kazumi lo observaba fijamente y de manera penetrante, provocándole un enorme escalofrío por todo su cuerpo.

Se sintió sin palabras, perdiéndose un momento en su presencia más que en la situación, respirando agitado por la enorme adrenalina que estaba sintiendo en todo su cuerpo. Miró fijamente hacia la reencarnación de la bruja de Hingabana mirarlo con atención, casi sin parpadear; se sintió hipnotizado por unos momentos, hasta seguir como alzaba su mano, sorprendiéndolo al ver como esta chorreaba sangre, pero como si no se inmutara por el dolor, lo señaló.

—¿Y-Yo...? —balbuceó aún algo desconcertado por su cercanía presencia, viéndola tocar su pecho con su dedo y señalar hacia el suelo—. ¿Qué...? Aquí... ¿que yo me quedé... ¡Pero...!

El ceño de ella inmediatamente se frunció al ver el amago de levantarse, pero con más brusquedad lo empujó del pecho y volvió a hacer la misma seña; señalarlo y luego hacia el lugar en dónde se encontraba, volviendo a repetir la mismas palabras. «Tú-Aquí». Itadori se sintió casi como un niño pequeño por aquel gesto, sintiendo un escalofrío pasar por su cuerpo ante los largos segundos en dónde lo miró, en dónde volvió a alzar su mano y señalarlo a él, luego hacia la maldición, para por último pasar su dedo su cuello de lado a lado.

«Vas hacia ella y te mueres»

Yūji apretó sus labios al mismo tiempo que apretaba su entrecejo con impotencia. En esa situación situación lo que menos quería hacer era quedarse sin hacer nada, claro que estaba más que asustado, una situación así lo llenaba de adrenalina pura... pero también con la incertidumbre de ver a alguien al borde de la muerte, rozando esta misma. Apenas entendía todo lo que estaba sucediendo, pero lo que quería era ayudar, ayudar en algo.

Observó con enorme incertidumbre como la muchacha de alta estatura se levantaba una vez más y le daba la espalda, observando su cabellera oscura. Le dolió extrañamente la cabeza por ver su silueta, sólo pensando que debe ser por el mismo estrés de la situación; estaba estresado, nervioso, atemorizado por lo que sucedió, pero no quería quedarse sin hacer nada. Tenía que hacer algo, lo necesitaba.

Se colocó rápidamente en posición antes de que la Maldición no tardara en atacar hacia ella, rápidamente actuando para saltar y esquivarlo con gran agilidad. Era un poco torpe en sus movimientos, siendo quizás una de las únicas veces en donde se encontraba a una maldición de esa magnitud; irónicamente la llevaban siempre a misiones de alto nivel, pero no lo suficiente, sobre todo si tenía que dar mucho esfuerzo en su técnica maldita.

Porque mientras más la usara, más chance le estaría dando a la bruja. Y eso era lo que menos querían.

Gruñó cuando la maldicón fue enloquecida hacia ella, atacando con uno de sus brazos, en donde agilmente cortó dicha extremidad con su arma maldita, pero casi de inmediato usó su otro brazo para sostenerla y alzarla en el aire para estamparla con el suelo. Un quejido algo seco salió de entre sus labios y rápidamente abrió sus orbes rojizos hacia él, observándolo con fijación en donde la maldición pareció estremecerse y casi de inmediato, como si la quemara, la lanzó contra una pared, derribándola con facilidad.

La estructura comenzó a agrietarse y fácilmente se desmoronó debajo de ella, cayendo en uno de los tantos pisos del edificio. Podía escucharse el sonido de los escombros crugir, dejándose ver a duras penas su cuerpo entre los escombros. Dejó salir un pequeño estornudo, seguido de una vaga queja.

«Vaya, que lastima. Ya caiste». —el ceño de Kazumi tembló mientras dejaba salir un pequeño gruñido, alzando sus ojos hacia el cielo nocturno que estaba sobre ella, en consecuencia del ataque de la maldición, en donde el techo se caía a pedazos—. «Si no te sientes ya capaz de continuar...»

Casi de inmediato Kazumi dejó salir un pequeño gruñido buscando levantarse, usando su cuerpo y sus piernas para volver a estar de pie. Claro, se fue hacia un lado un poco desorientada, sintiéndose mareada por unos segundos, llevando una de sus manos hacia su cabeza para poder apaciguar el dolor que había en esta, apoyando su otra mano en la pared.

«Oh, si pudiste levantarte. Aburridaaa». —la ojirojiza rodeó sus ojos con un poco de fastidio ante su voz, bufando y dándose un par de palmaditas en las mejillas, tratando de espabilarse.

Observó en silencio la manera en la que un pequeño hilo de sangre resbaló por un costado de su rostro y caía hacia el suelo, frunció y tensó un poco su entrecejo por ver como efectivamente le habían hecho daño, por lo que no hizo más que bufar. Agitó nuevamente su cabeza para poder estar concentrada, caminando de manera un poco apresurada, aunque se extrañó cuando dejó de oir tanto escandalo.

Se quedó analizando un poco el ambiente y rápidamente se apresuró, a tropezones, a volver en donde estaban Itadori y Fushiguro, no evitando preocuparse por lo que sea que haya sucedido para que todo de repente se colocara silencioso. Pudo salir al fin de aquel ambiente algo espeso y humedo, llegando nuevamente hacia el aire libre, en donde echó su cabello fuera de su rostro para distinguir mejor la figura de Yūji.

Aunque, mientras bajaba nuevamente a la azotea, se confundió un poco cuando lo comenzó a oir carcajearse casi como un maniático. Detuvo por unos segundos sus pasos, volviéndose ahora más lentos; analizó rápidamente su alrededor, dándose de cuenta de los restos de la maldición que habían, volviendo a mirar hacia el pelirrosaceo que no dejaba de reir, de una manera escalofriante.

—¡Lo sabía! —decía sin dejar de reir con dicha, una dicha bastante aterradora, mirando directamente hacia la enorme luna llena que estaba sobre ellos—. ¡Que bien se siente la luz contra la piel! —declara, llevando sus manos hacia la sudadera y rompiéndola sin más, revelando más de aquellas marcas en su piel.

Las cejas de Kazumi se alzaron un poco al momento que vio su enorme espalda, aunque le llamó bastante la atención las marcas que habían en sus brazos, en su piel en general, además de desprender una energia maldita bastante... fuerte, incluso escalofriante. Le dolió el cuello mientras lo observaba, quedándose paralizada por unos segundos, incluso sorprendida de que la bruja se haya quedado callada tan de repente.

Definitivamente las cosas habían cambiado.

—La carne de una especie no tiene gracia. ¿Donde está la gente? ¿¡Y las mujeres!? —mira de un lado a otro con ansia, yendo hacia el barandal y apoyándose en ese, respirando y disfrutando el dulce olor de la libertad—. Pero que buena epoca. Mujeres y niños se arrastran por doquier como gusanos. ¡Qué maravilla! ¡Será una masacre!

Kazumi se había estado posicionando cautelosamente para poder atacarlo al darse de cuenta de lo que había sucedido, pero antes de poder haber hecho algo, se detuvo a si mismo, agarrándose el rostro con una de sus manos, en donde tenía unas oscuras y largas uñas. Todo se quedó en silencio y por un segundo pudo reconocer la voz de Itadori.

—¿Qué haces con mi cuerpo? Devuélvemelo.

Espera, ¿qué?

Kazumi observó aún más que confundida aquella escena, pensando seriamente si estaba hablando consigo mismo y había enloquecido, pero aquellas curiosas marcas en su rostro y las distintas caracteristicas que tenía por todos lados le daba a entender que todo era mucho más serio de lo que parecía. Caminó con un poco de dificultad hacia ellos, mirando un poco cautelosa a Itadori Yūji.

—¿Cómo puedes moverte? —definitivamente esa no era la voz de Yūji, tenía un tono muy diferente, como si fuera el de otra persona. Llevó su mano a su nuca entre sus largos cabellos y alzó sus cejas por el simple y rápido pensamiento que pasó por su cabeza.

Ryōmen Sukuna.

—Es mi cuerpo, ¿no? —otra vez Yūji.

Esto es confuso...

—No te muevas. Ya no eres humano. —la voz de Megumi la sacó de sus pensamientos, observando la posición que optaba con sus manos, en donde Yūji no hizo más que mirarlo algo confundido—. Itadori Yūji, conforme con las normas de Jujutsu, ¡te exorcizare como una Maldición!

Yūji se queda unos segundos procesando, dándose de cuenta que estaba hablando en serio. Rápidamente alza sus manos en son de paz. —¡Espera! ¡Ya estoy bien! Además, los dos acabamos bastante golpeados. Deberíamos ir a un hospital. —decía, en donde podía admirarse como las marcas oscuras en su piel se desvanecían—. Fukui-senpai también fue herida, ¿cierto? 

Un par de pasos detrás de él lo sacan de sus pensamientos, mirando la alta aunque cautelosa postura de la aludida acercarse hacia él, mirádolo fijamente. Observó como habían algunos rotos en su vestimienta así como pequeños rapones en su rostro y ligeras heridas, se veía aún bastante desorientada.

—¡Fukui-senpai! ¿Estás bien? Por un momento pense que habías muerto. —dijo el chico con bastante preocupación, sobresaltándose cuando casi de inmediato ella se colocó en posición, alzando una de sus armas a la defensiva. Nuevamente alzó sus manos—. ¡Juro que soy yo!

—¿Cual es la situación?

Rápidamente la situación terminó disipándose cuando una voz ajena a las que estaban presentes se escuchó; la mirada de los tres adolescentes fue a parar a la alta figura de cabello blanquecino que de un momento apareció, portando una sonrisa curiosa mientras esperaba respuesta. Yūji definitivamente no lo conocía, pero Megumi y Kazumi si, expresando su sorpresa.

—¿Gōjo-sensei? ¿Qué hace aquí? —cuestionó el pelinegro con sorpresa, viendo a su tutor. Kazumi relajó considerablemente su expresión.

—Buenas. —alza su mano con una sonrisa en un saludo amigable, teniendo en una de sus manos una bolsa—. No tenía previsto venir, pero te dejaron hecho polvo. Unas fotos para los de segundo. —saca su telefono y comienza a cegarlo con el flash de una gran cantidad de fotos—. ¡Uy, Ruby-chan! ¿También echa un desastre? A ver, dame una pose.

Kazumi entrecerró un poco sus ojos cuando sintió las luces cegadoras del telefono inteligente contra su rostro, pero haciéndole caso a su petición simplemente alzó una de sus manos haciendo el signo de amor y paz en donde Satoru comenzó a tomar fotos de distintos angulos entre tontas risitas.

—Los peces gordos estaban inquietos con el objeto maldito especial perdido. —contesta a su pregunta luego de unos minutos, enderezándose, tecleando con su pulgar algo en su telefono—. Además, ya sabes que tengo que estar moritoneando a Ruby-chan para que no se salga de control y esas cosas. Así que vine tras hacer algo de turismo. ¿Y bien? ¿lo encontraron?

Gōjo gira su cabeza hacia Kazumi y Megumi, esperando respuesta, el de cabello de puercoespin agacha la cabeza con una mirada sombría, asi que Gōjo miró hacia la muchacha de alta estatura que se veía atenta, encogiéndose de hombros. Se mostró bastante curioso y atento a lo que sus estudiantes, y de cierta maneras sus hijos, le fueran a decir, obviamente intrigado de porque escapaban de su mirada.

—Este... —su atención ahora va directamente hacia Yūji cuando este habla, alzando una de sus manos—. Perdón, pero me lo comí.

Silencio.

—¿En serio?

—En serio. —dicen los dos adolescentes, aunque Kazumi se quedó procesando.

Otro silencio.

Satoru se inclina para poder mirar hacia el de cabello rosaceo, detallándolo con sumo cuidado. Se encaminó con confianza hacia él, acercando su rostro bastante al del menor, quien se tensó un poco. Megumi y Kazumi esperaban cualquier próximo movimiento de su maestro y tutor, mirándose mutuamente hasta volver a olocar su atención al momento que este se rio en la cara de Yūji el cual se alejó de él algo nervioso.

—Es ciero, se fusionaron. —dice en una pequeña risa, alejándose al fin del pelirrosáceo, luego dándole unos juguetones codazos a la única chica presente—. Que graciosa situación, ¿verdad, Ruby-chan? —la muchacha no dice nada a su clara insinuación a la situación en la que ella estaba, así que el albino vuelve a hablar—. ¿Sientes el cuerpo raro?

—Para nada. —contesta luego de tocarse el pecho y mover sus piernas.

—¿Puedes hacer salir a Sukuna? —cuestiona con una sonrisa, en donde el ahora contenedor se mostró un poco confundido—. La Maldición que te comiste.

—Ah, si. Tal vez pueda. —todos observaron como este comenzó a estirar su cuerpo, sin quitar en ningún momento la sonrisa en sus labios.

—Danos diez segundos. Regresa cuando hayan pasado. —decía en medio de sus estiramientos, escuchando la pequeña duda de Itadori, en donde soltó una pequeña risita en respuesta—. Tranquilo, yo soy el más fuerte. —responde con bastante confianza, enderezándose y luego lanzando la bolsa que colgaba de uno de sus brazos—. Megumi, sosten esto. —el aludido recibe la bolsa un poco confundido, sintiendo un olor dulce venir de él. Frunció un poco el ceño.

—¿Y esto? —no tarda en cuestionar.

—Kikufuku de Kikusuian. La sabrosa especialidad de Sendai. Recomiendo el de endame con crema. —canturrea casi con hambre por aquel dulce, estirando sus brazos hacia arriba—. No son recuerdos. Me los comeré en el tren cuando vuelva a ca-. —rápidamente Kazumi lleva su mano dentro de la bolsa y saca uno de aquellos dulces—. ¡Hey! Pero si habia dicho que eran para mi.

Megumi observaba la bolsa aún un poco confundido, alzando luego la mirada hacia su maestro, escrispándose cuando vio una silueta alzarse rápidamente en el cielo, alertándolo. —¡Detrás! 

—Los había pedido sólo para mi, Ruby-chan. —iba diciendo hacia la única chica presente con un poco de reproche, sin dejar de sonreir—. Los kikufuku son mejores que cualquier-

Y de un momento a otro, un fuerte estruendo se hizo presente en el lugar, en donde una enorme cortina de humo se alzó entre ellos. Kazumi por mero instinto se colocó enfrente de Megumi y trató de protegerlo de cualquier cosa, cerrando sus ojos con algo de fuerza al sentir algo de tierra entrar en sus ojos, teniendo que frotarlos cuando la tierra se disipó, queriendo saber que sucedió en un segundo a otro, aunque una pesada respiración cerca de su rostro la hizo levantar la mirada rápidamente.

Y ahí fue donde pudo mirar al rey de las maldiciones directo a los ojos.

Kazumi miraba fijamente hacia aquellos curiosos ojos rojizos, que casi parecían brillar. Le recordaba un poco a los suyos, pero al mismo tiempo eran tan distintos que no hizo más que continuar observando los ojos de Sukuna, este parecía casi en shock, sobre todo por el hecho de que en un segundo Gōjo Satoru estaba sobre su espalda.

Pestañeó un par de veces al tenerlo tan cerca, era claro que su energía maldita era algo abrumadora, provocándole incluso un escalofrío. Pero la manera casi penetrante en la que parecía observarla, detallando sus propios ojos y su rostro no hicieron más que mantenerla atenta a cada pequeño gesto o movimiento que fuera hacer, se sintió incluso sin aliento o con más pesadez. No hizo más que fruncir un poco más las cejas mientras tenía al rey de las Maldiciones enfrente de su rostro.

Sukuna miraba fijamente a la reencarnación de la bruja de hingabana, perdiéndose un momento de la situación y quedándose absorto en ella, pero no pasó mucho para que la voz del hechicero más fuerte resonara en sus oidos.

—Los rellenan con una crema esquisita. —decía Satoru con bastante tranquilidad, sentado sobre su espalda.

El Rey de las Maldiciones no tardó en dejar salir un pequeño gruñido para volver a abalanzarse hacia él, dejando salir una pequeña risa emocionada y llena de enojo, antes de ser fácilmente desviado por el tipo de los ojos vendados. La escena para ambos estudiantes de Jujutsu era bastante intrigante, sobre todo para la bruja de hingabana quien mantenía sus ojos completamente fijos en cada movimiento veloz de su maestro, y del rey de las maldiciones, como no. Era la primera vez que ella lo presenciaba desde tan cerca, su energía maldita era bastante curiosa, incluso atrayente.

Más atrayente de lo que le gustaría. Y lo que más le sorprendía era que la bruja estuviera tan callada en ese momento y no haya dicho nada al respecto, pero quizás estaba igual de sorprendida que ella.

Mira hacia su costado a Megumi que continuaba casi abrazando la bolsa de recuerdos contra su pecho, en donde la sangre aún continuaba resbalando por su rostro. Kazumi frunció un poco el ceño por pensar en el largo descanso que tendría que sobrellevar hasta poder sanar lo suficiente, algo que claramente ya veía con él quejándose de que estaba bien y no necesitaba descansar. Agitó la cabeza y volvió a mirar hacia la escena, en donde, a pesar de todos sus esfuerzos, el Rey de las Maldiciones no podía ni tocarlo. Le tocó un par de veces el hombro a su compañero, quien se espabiló y la miró señalar la escena.

"¿Y sí lo mata sin querer?" —le pregunta dejando su dedo extendido hacia él, Megumi pestañea un par de veces hasta volver a mirar a la escena.

—Gōjo es un idiota, pero no creo que vaya a hacer tal cosa. —fue su respuesta, aún un tanto desorientado por todo lo que sucedió y había sucedido.

Kazumi lo miró por algunos segundos y luego volvió a colocar su atención en la escena. Sukuna buscaba atacar a Satoru y este lo esquivaba con facilidad, claro, destrozando su alrededor. Tuvo que cerrar sus ojos cuando un ataque fue directamente hacia ellos, aunque realmente no llegó nada, aunque si llegó a destruir la pared detrás y que nuevamente la tierra se levantara. Abrió poco a poco sus ojos, observando a su maestro a un lado de ellos con uno de sus dedos levantado y un par de escombros levitando.

Tuvo que frotar uno de sus ojos cuando sintió algo de tierra entrar en ellos, mientras Megumi suspiraba un poco a su lado.

—Debería pasar pronto. —y tal como dijo el portador de los seis ojos, Sukuna no tardó en perder el control del cuerpo poco a poco, desapareciendo las marcas en el cuerpo de Itadori, quien alzó su rostro, mostrando como volvía a ser él.

—¡Oh! ¿Todo bien? —cuestiona este con normalidad, una normalidad un poco... extraña, sobre todo por la situación en la que estaba, actuaba bastante normal.

—Que sorpresa. —dice impresionado, sonriendo y dejando que los escombros que flotaban a su alrededor cayeran al suelo—. ¡De verdad puedes controlarlo! 

—Pero es bastante molesto. Aún oigo su voz. —se queja, dándose un par de golpes en la cabeza.

—¿Verdad que es impresionante, Ruby-chan? Aún escucha su voz. —vuelve a hacer insinuación hacia ella, en donde colocó cara de aburrimiento—. Pues eso ya es un milagro. —Gōjo comienza a caminar hacia él, dándole un pequeño golpecito en la frente.

Megumi y Kazumi no tardaron en observar como la expresión del ahora contenedor comenzaba a mostrarse adormilada, cayendo inconsciente en un dos por tres, aunque el hechicero más fuerte no dudó en sostenerlo entre sus brazos, evitando su caída. Ambos pudieron ver cómo este había sido adormecido, aparentemente, en un sólo segundo, incluso de manera sorprendente.

—¿Qué le hizo? —cuestionó Megumi, curioso.

—"¿Lo mataste?" —fue lo que formuló Kazumi, mirando fijamente hacia el ahora inconsciente Itadori Yūji.

—No, sólo lo noqueé. —responde con simpleza, sosteniéndolo mejor contra él, sintiendo la pesadez de su cuerpo inconsciente—. Si no está poseido por Sukuna cuando despierte, tendrá gran potencial como recipiente. —sonrie, girando su cabeza hacia ellos—. He aquí una pregunta para ambos. ¿Qué deberíamos hacer con él?


El ojiazul se mira con la ojirojiza con un poco de curiosidad, en donde volvieron a mirar hacia el suelo mientras pensaban la verdadera respuesta. Kazumi no tardó en fruncir un poco el ceño al sentir aquella sensación jodidamente familiar, alzando la cabeza y pasando su dedo índice de lado a lado por su cuello, dando a entender una respuesta bastante clara: la muerte. Y sabía muy bien esa respuesta porque ella estaba en esa misma situación. Fushiguro la miraba en silencio en aquel gesto, decayendo por unos segundos su mirada al entenderlo, pero aún así habló por su cuenta, con sus propias palabras.

—Así como dice Kazumi. —comienza ahora Megumi luego de ver a su compañera—. Aunque sea un recipiente, hay que ejecutarlo según las normas de la hechicería. —responde un poco pensativo, luego endureciendo y alzando su mirada con seguridad—. Pero no quiero que muera.

Satoru sonríe un poco más, inclinando su cabeza hacia un lado. —¿No quieres?

—No. Haga algo, por favor. —vuelve a decir con seguridad—. Si pudiste hacer algo con Kazumi, haz algo con él.

La aludida pestañea un poco por sus palabras, dirigiendo su mirada hacia el perfil de él un poco sorprendida de que tocará aquel tema, pero no diciendo, o más bien no haciendo ningún gesto para replicarlo. Se quedó pensando unos segundos, viendo una de sus manos en donde aún tenía sangre chorreante, apretándola con algo de fuerza, concentrándose ahora en el dolor apenas presente en su articulación. Se sintió con muchos sentimientos encontrados que no sabía que expresar en concreto, dejando salir un pequeño suspiro.

Así que iba a tener un nuevo compañero hacia la muerte, ¿eh?

—¿Y tú, Ruby-chan? ¿Qué opinas? ¿Tampoco quieres que muera? —escucha como le pregunta su tutor, dejándola pensando unos segundos.

«Vivo». —su ceño se frunció un poco cuando comenzó a escuchar -nuevamente- la voz de la bruja comenzar a decir sin parar, casi como una niña pequeña.

Dejó salir un profundo suspiro, tratando de ignorarlos a todos y concentrarse en el presente, en donde alzaba su rostro y sus orbes rojizos parecían resplandecer naturalmente. Fijó estos en el cuerpo inconsciente de Yūji y volvió a sentir un pequeño apretón en su corazón, suavizando su mirada, así que mirando hacia su tutor con seguridad, asintió, para poder hablar en su propio idioma.

—"También lo quiero vivo". —fue lo que ella dijo con sus manos, haciendo que él albino extendiera un poco más su sonrisa.

—Si me lo piden mis queridos estudiantes. ¡Dejenmelo a mi! —dice, echando el cuerpo de Yūji sobre su hombro—. Bueno, Kazumi. —escucha como su tutor vuelve a hablar—. Parece que ahora tendrás un nuevo compañero que te va a entender muy bien.

Ew, esto está más muerto que Kazumi

mentira (a no ser)

¡Buenas, mis bellos amores de mis vidas! Ya sé, ya sé. Sé muy bien que he tenido esta historia ABSOLUTAMENTE ABANDONADA por casi un año, recuerdo que la última actualización fue para octubre y ya estamos llegando para ese mes nuevamente y apenas les subí capitulo cuando ya la meta estaba cumplida.

¿Alguna razón? Pues había entrado en un enorme bloqueo, y no fue sólo con esta historia, si no que dure con otra historia que hace poco actualice después de mucho tiempo. Tuve bloqueo con varias aparte de estar pasando por distintas situaciones, clases, pasantías, graduación y así.

PERO NO VOY A ABANDONAR ESTA HISTORIA, la he tenido muy presente conmigo y siempre trataba de continuarla, pero el bloqueo de escritor si est bastante feo 👹

Así que, como digo, mejor tarde que nunca 🤸🏻‍♀️

Y UN CAPITULO LARGO

¿Que les puedo decir? Cómo apenas la historia esta iniciando, podría decirse que los primero capitulos siempre van a ser sencillos, tocar el tema del anime y así, aunque traté de mostrar un poco como es la relación de Gōjo (adiós, no diré nada) con nuestra nena Kazumi y así.

Les digo que me tiene muy emocionada esta historia, todo lo que tenga que ver con la bruja de hingabana es algo que me encanta. Incluso a veces no aguanto y quiero contarles todo, pero como toda historia, tiene que haber suspenso, y aquí claramente lo hay.

Tranquilos, que yo voy a tratar de actualizar continuamente. Puede que los caps tarden en llegar, pero lo importante es que lleguen 🙏🏻

Kazumi viendo como Satoru no dejaba de hacer insinuaciones sobre que era la misma situación que vivía con la bruja:

NEW SECTION!
📚❫',·curiosity's zone

#Kazumi bromea demasiado con su muerte, diciendo cosas como "tal vez hoy me muera por fin" cada que irá a alguna misión semi peligrosa con Megumi.

#A él le molesta ese tipo de bromas, ya que bromea con algo que es delicado y que en realidad si podría pasar.

#Kazumi tiene el hábito de concentrarse mucho al mirar a alguien, por eso la mayoría creen que está mirando feo por la forma fija en la que lo hace. Eso le ha traído muchos problemas.

→S H A N X L A B Y X←

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