𝐜𝐚𝐭𝐨𝐫𝐜𝐞

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Aquel vino.

Aún estaba mareada, era como si sintiera el zumbido de aquella fuerte explosión en mi oído. Armin me miraba con detenimiento, él me hablaba, estaba procurando por mi, mientras que me mantenía sentada en aquella silla, sintiendo como con las gasas limpiaba el raspón encima de mi oreja, del cual brotaba sangre. Miraba algún punto de la habitación, donde la iluminación se adentraba por los faroles establecidos en la pared, pero, no podía dejar de pensar en la estruendosa imagen que visualicé horas atrás. Una explosión, fue eso lo que detonó la oficina del comandante supremo Darius Zackly, despedazando su cuerpo en añicos, donde su cabeza quedó expuesta en el exterior, frente a miles de personas. De seguro mi uniforme aún tenía rastros de polvo, incluso de escombros, pero, nada más perturbador que haber hablado con una persona una última vez, y que muriera en un instante luego de que te hayas ido. Parpadeaba, aún los azulados ojos de Armin me miraban. Él dirigió sus manos a las mías, apretándolas con fuerza, mientras que yo tan solo escuchaba lejos lo que me decía. Estaba aturdida, parecía ser que la muerte era inevitable. Lo peor, era que todo esto conducía a una misma persona, conducía a el hecho de que en la misma sintonía de esa detonación, algo debía haber pasado que pasamos desapercibido. Baje la cabeza, las punzadas en esta empezaban a molestarme. No podía respirar sin agotarme, ya no tenía fuerzas para pelear, todo esto parecía ser inevitable, más que la propia muerte.

—El comandante Darius Zackly era dueño de una silla especial, creemos que esta tenía una bomba en su interior. Incluyendo a nuestro comandante supremo, murieron cuatro personas más. Se desconoce al responsable, así como su objetivo.—expresaba un capitán de la policía militar, quien releía el informe, donde narraban lo ocurrido.

—Bueno, este hombre ha estado conmigo durante todo el día. Además, los demás voluntarios se encuentran bajo arresto.—excusaba Hange. Quien venía acompañada de Onyankopon.

—Entonces, ¿quién fue el responsable de este atentado?—se preguntó el mismo hombre que releyó aquel informe, viéndose preocupado.

—Esa silla... el comandante supremo dijo que unos cadetes fueron quien la llevaron.—informó Armin, dejando en asombro a los policías militares que yacían a nuestro alrededor, quién hizo que Niles, el comandante de la policía se cuestionaron la división de esos cadetes.—Él solo nos dijo que fueron unos cadetes, sin embargo antes de entrar a la oficina del comandante vimos afuera en la cedé a unos cadetes, estos eran de la legión de exploración.—contó, provocando más asombro entre ellos mismos.

—Hablando de la legión, escuché que unos cadetes de su división militar habían filtrado información importante sobre Eren, será que... —el comandante Niles se iba dirigir hacia nosotros, hasta que la puerta de esta gran sala se abrió estruendosa y brusca.

—¡Es una emergencia!—informó un cadete de la policía militar, estaba agitado, no respiraba bien.—¡Señores, Eren Jeager escapó de la prisión subterránea!—abrí mis ojos grandemente, sintiendo como una bocanada de aire se me fue.

—¡Reúnan a todos los soldados a su cargo, búsquenlo! ¡Rápido!—pidió rápidamente el comandante Niles, actuando a su debido momento, mientras que yo, no podía levantarme sin sentirme mareada por tanto brumo.

—Adeline, ¿qué diablos es lo que está sucediendo?—me preguntó Mikasa, aturdida aún lado de Armin, pero yo tan solo me paré, llevando mi mano a mi cabeza, sintiendo las punzadas atacarme, no podía lidiar más con esto.

—Adeline, ¿puedes sostenerte?—me preguntó Hange, llegando a mi lado para socorrerme, pero fríamente asentí.—Necesitamos ir a la planta secundaria, de seguro ahí estará Pixis con más información. ¿No es así, Niles?—se preguntó esta, dirigiéndose al hombre a su lado quien yacía igual de desconcertado que todos.

—Es correcto Hange, intentamos de avanzar. No sabemos qué más podría estar sucediendo.—indicó este, procesando a que camináramos atrás de él.

—¡Comandante!—levante la mirada, pudiendo observar en el margen de la puerta a Jean, quien venía acompañado de Connie, se veían abrumados.—¿¡Ya lo oyeron!? ¡Ese idiota se escapó!—exclamó este, mirándonos.

—Necesito que estén todos conmigo. Por favor, compórtense lo más que puedan.—pidió Hange, sintiendo toda esa bruma que yo sentía, pero no podía dejar de verle, verle tan cansada.—Hace unos años, ustedes dependían de nosotros, pero ahora con todo esto, soy yo quien los necesita.—ella se detuvo, recostándose en una pared, donde soltó una gran bocanada de aire.—No puedo dejar de preguntarme, ¿en que momento dejo de ser excitante el descubrir el mundo?—se preguntaba, anonadada.—Creo, que nos esmeramos tanto en averiguar qué había dentro de aquel sótano, que olvidamos prepararnos para eso. Desearía poder cambiarlo todo, y volver a esa noche donde conocí a Eren, y él me escuchó toda la madrugada hablar de titanes sin decir nada. Quizás, si volviera a ese día, no lo abrumaría y le diera un fuerte abrazo, ¿eso podría cambiar al menos algo en esta historia?—ella llegó su mano a la cabeza, denegando.—Quizás si, porque en esos días, no sabíamos nada. Y lo único excitante era que, teníamos a un aliado de los titanes a nuestro lado, pero ahora, Eren sigue avanzando. Dímelo Adeline, ¿en qué momento todo esto pasó sin que nos diéramos cuenta?—me miró detenidamente, mientras que yo tan solo baje la cabeza.

No sabía en que momento todo pasó sin que nos diéramos cuenta, lo único que sabía, es que Eren siempre había sido así, solo que jamás fuimos capaces de verlos, o aceptarlo. Ella estaba recostada de la pared, podía ver la frustración en su mirada como la de todos esos chicos a nuestro alrededor. Ellos esperaban un aliento de esperanza que pudiera sacarlos de esa nube grisácea que les caía encima como una tormenta, pero, yo de igual manera tenía esa nube grisácea desde antes de llegar aquí. Levante la mirada y suspire hondo, se que todos ellos me miraban. No estaban esperando depender de mi, pero ser hermana de Eren Jeager me hacía obligarme a tomar decisiones que yo no quería tomar. Lo único que si, es que podía analizar lo que aquella mujer delante de mi, con la que he estado tantos años, describía. A mi también me parecía curioso e excitante estar enfocado en solo volver a ese sótano y descubrir la verdad del mundo, pero desde antes de llegar ahí, todo ya parecía estar manchándose de sangre. No puedo ser masoquista, y aunque quisiera volver a ese tiempo donde no sabíamos nada, y nos abastecíamos con lo que teníamos, no puedo desear volver ahí. Porque una parte de Eren, aún vivía con esos impulsos que corregíamos a diarios, pero su otra parte, ya estimulaba lo que él era hoy en día, lo que nunca precedimos, él ya lo había preparado. Porque Eren nació en este mundo, en este mundo tan cruel como todos nosotros, y a diferencia de nosotros, él seguiría avanzando.

—Estamos contigo, Hange.—articule, viendo como ella levantó la mirada, para mirarme.—¿Puedes verlos? ¿A nuestros compañeros?—le pregunté, ella abrumada me escuchaba.—Ellos aún están contigo.—le dije.—Están esperando que demostremos que sus muertes no fueron en vano. Así que, por favor levántate.—le pedí, estrechando mi mano para ayudarle, viendo como con esa solidaridad, ella estrechó su mano para atrapar la mía y levantarse.

—Gracias, Adeline.—murmuró ella agradecida, enfocándose en proseguir en subir los escalones junto a los demás, quienes nos seguían.

—Esperen.—me detuve en seco, para girarme y observar cómo Leandra nos miraba.—Si Eren ha escapado, significa que su propósito en este momento es encontrar la ubicación de Zeke Jeager.—contaba, dejándonos pensativos.—Él quiere activar al fundador, quiere hacer retumbar la tierra.—articulo, preocupada.

—Ese bastardo suicida... —musitó Jean, mirando a Leandra detenidamente como a los demás.

—Significa que irá tras Levi.—murmuré, tensándome por completo.—No puedo continuar esta reunión, debo buscar a Levi.—indique, bajando los escalones viendo como todos ellos me miraron abrumados, pero fue el brazo de Leandra quien me apretó con fuerza.—Suéltame.—le pedí fríamente, esa tensión entre ambas pareció esclarecerse en un solo parpadeo.

—Adeline, te necesitamos aquí. Entiendo lo desesperante que es este momento, pero debemos saber cuales son los otros informes antes de tomar una decisión.—me indicó Hange, pero aún mi mirada estaba puesta en los azulados ojos de Leandra.—Adeline.—me llamo con un toque de seriedad, por lo cual apreté mis dientes y baje la mirada, dejando de hacer fuerza con Leandra.

—Adeline, no nos dejes ahora. Te necesitamos.—levante la mirada, observando cómo Leandra se dirigió a mi con una voz serena.—No me hagas arrepentirme de haberlo dicho, por favor.—añadió, soltándome.

—Bien.—asintió Hange, adentrándose junto a nosotros a esa gran sala, donde todas las miradas de aquellos superiores se dirigieron a nosotros.—Lamentamos la demora, ¿qué han podido recopilar?—se preguntó Hange, mientras que observe aquellas grandes ventanas por donde se introducía la iluminación del sol.

—Incluyendo a Floch Foster, más de cien soldados desaparecieron de sus celdas. Junto con sus vigilantes, por lo cual todos nosotros creemos que ellos planearon desertar justo después del escape de Eren Jeager. No cabe duda que fue maniobra suya el asesinato del comandante supremo, ahora mismo, representan un gran problema.—expresó primordialmente el comandante Nile, quien se dirigió a Hange.—Está organización supervisa anti militar, será conocida como los Jeageristas. Y el objetivo que ellos persiguen, ¿lo conocen?—se preguntó este, mirándome a mi, y a Hange a mi lado, pero por preferencia de la realeza, preferí guardar silencio.

—Su objetivo principal es poner en contacto a Zeke y Eren Jeager, posteriormente reformarán a todas las divisiones militares entorno a Eren. La prueba de su determinación fue el asesinado del comandante supremo, el catalizador que detonó sus acciones, fue la decisión de querer tener a su hermana Adeline como sucesora para el titán fundador de Eren. Ni siquiera la legión estaba al tanto.—respondió ella, ocasionando que todos me mirasen a mi.

—Nosotros sabíamos bien lo que hubiera sucedió al informárselo, cabe mencionar que muchos Jeageristas provienen de la legión. Además de esto, Adeline aún formaliza parte de la élite, por lo cual se vio obligada a que fuera un tema confidencial. ¿Como planea hacerse responsable comandante Hange?—le preguntó a ella, mirándola con detenimiento.

—Aceptaré cualquier castigo que me den. Sin embargo, en este momento sería muy irresponsable que me expulsaran de la legión, además no sabemos cuántos Jeageristas siguen infiltrados dentro del ejército.—comentó, recreando que todos se alertaran ante nosotros.

—Es verdad, podría haber varios de ellos aquí presente, no me extrañaría que alguien explotara en este momento.—recalcó uno de sus hombres, quienes nos miró arisco.

—No seas estúpido.—le hablé, viéndole como ofendido abrió sus ojos.—Están siendo imprudentes.—articule, mirándoles a todos.

—Eres hermana de Eren Jeager, es evidente que serás defensora de sus acciones. ¡No has dicho ni una sola palabra acerca de esta desesperante situación!—me justificaron, por lo cual me crucé de brazos, respirando hondo.

—¿Tú estás desacreditándome como reina?—le pregunté, mirándole con frialdad, él se tornó dudoso y bajo la cabeza ante la mirada penetrante que Niles, su comandante le dirigió.—Corro el mismo peligro que todos ustedes, cerdos. Y aún así, estoy aquí en contra de mis principios.—añadí, viéndole sumamente ofendida.—¿Dudas de mi lealtad? Acabo de abandonar a mi hijo para llevar a cabo mis papeles en este gobierno tan absurdo.—indique, viendo como un gran silencio se esclareció.

—Lamentamos el innecesario comentario, alteza—se disculpó Niles, avergonzado por el comportamiento tan impulsivo de sus subordinados.—Pero, no dejemos de cuestionarnos una información que recibimos sobre qué usted, había logrado intervenir en la reunión secreta que Eren Jeager tuvo con Yelena antes del asalto a Marley.—se preguntó, creando que todos me miraran, por lo cual fruncí el ceño y apreté mis dientes.

—¡Es suficiente, acaban de llegar unas visitas!—interfirió el comandante Pixis, dejando la tensión entre aquel hombre y yo en el aire.—¡En este momento tenemos temas más importantes de los que debemos discutir, concluyendo con que Yelena no describió la presencia de la reina en la dichosa reunión, comandante Niles!—comento Pixis, mirándome a mi y aquel hombre frente a nosotros, con todos sus policías militares a la defensiva.—¡Hange! ¿¡Quienes saben el paradero de Zeke!?—se preguntó este altamente.

—Lo saben el capitán Levi, con treinta guardias que lo vigilan. Tres soldados encargados de los suministros, y por último, yo señor.—confirmó ella, observando a Pixis asentir.

—¡En ese casi, traigan a esos tres!—pidió él, por lo cual sus soldados de las tropas de guarnición no tardaron en moverse ante su mandado.—Adeline, ¿enviaste a tu hijo hacia la residencia de la reina Historia?—se preguntó este, por lo cual asentí rápidamente.—¡Niles! ¿La residencia de la reina es seguro?—se dirigió hacia el próximo comandante establecido en esta sala.

—Un grupo selecto sabe su localización, junto a Grace Arlert. Pero, lo confirmaré de nuevo.—respondió este, no tardando en dirigir a sus soldados hacia sus órdenes, quienes asintieron.

—Lo primero que hará Eren será conectarse con Zeke.—comentaba Pixis.—Seguido de esto, se encargará de inmovilizar a la reina Historia, concluyendo contigo, Adeline.—baje la cabeza, sintiendo ese agobio entrometerse en mi.—Soldados, ¡nuestra prioridad es proteger a esos objetivos!—alertó el comandante.—Adeline, debido a tu alto mandado, te ves obligada a renunciar tus movilidades con la legión y establecerte en el campo de la reina Historia.—musitó este, pero yo tan solo me abastecí en permanecer callada.

—Comandante Pixis, el único que puede guiarnos luego de la pérdida del comandante supremo, es usted. Por favor díganos, ¿tiene un plan a largo plazo?—se preguntó Armin, dirigiéndose a él.

—Bueno, supongo que perdimos la batalla. Tendremos que rendirnos ante Eren.—aviso, dejando a todos sumamente asombrados.—Si hay enemigos.—Si hay enemigos dentro del ejército no podemos hacer nada. Aunque pudiéramos realizar una purga contra los culpables, ¿cuánta sangre vamos a derramar? De pensarlo, la idea me horroriza, no tenemos tiempo para tal insensatez. Nuestras decisiones provocaron que esos soldados nos abandonaran, esa es la verdad de nuestra derrota.—expresó, abatido.

—Con su permiso.—me excuse, distanciándome de la sala, para salir prudente de ahí sin faltarle el respeto a nadie por mi impulsiva salida.

No sabía quien tenía razón, yo nunca podré saberlo, solo se que las cosas pudieron haber sido diferentes para todos nosotros en algún punto de esta trayectoria. Con prisa, baje los escalones pero de reojo observe cómo yacían varios soldados pasando aún lado de mi. Sostenían grandes cajas, donde podía ver la etiqueta de aquel vino rojo que pude probar tiempo atrás. Era extraño, el hecho de que solo la policía militar como los grandes líderes de las tropas de guarnición pudieran ser de los únicos en beber de ese vino de alto rango proveniente de la nación enemiga. Ese vino no fue acatado para todos, solo para un sin número de hombres con las mismas etiquetas de un nivel superior, lo que se me hacía más extraño. Me detuve en seco, analizando, pero no había nada imprudente que pudiera determinar de aquel vino. De reojo, pude ver como me miraron esos soldados extraños ante mi actitud, por lo cual continué bajando las escaleras con esa dichosa prisa. El estómago se me estaba revolcando, eran las náuseas que me estaban molesto en este momento, como mi sensible actitud de no soportar las ofensas a mi alrededor. Salí, logrando obtener un poco de aire fresco, pero en esa primera esquina que me detuve, abrí la boca en una gran bocanada donde pude vomitar. Maldije, escupiendo los pocos restos del líquido. Me deshidrataría, porque ni siquiera estaba comiendo como correspondía, sabiendo que debía estar en un formato saludable.

—Eso es asqueroso.—levante la mirada, viendo como Leandra me miraba fijamente.

—Le prometiste a Levi que me cuidarías, ¿no es por eso que me estás siguiendo?—le pregunté, quedando frente a frente con ella.—No necesito una niñera, es lo menos que necesito ahora.—esclarecí, pisando el césped para acercarme a los caballos.

—¿Crees que quiero hacer esto?—me preguntó ella, caminando atrás de mi, con esa voz tan fría.

—¿Y por qué lo prometiste entonces, Leandra?—me cuestione, parándome delante de ella.—Si crees que por ser una Ackerman, tienes una brutal fuerza contra mi, no es así. Estoy loca, así que si te cruzas en mi camino otra vez, no lo dudaré como hace años. ¿Lo entiendes?—le pregunté, viendo como ella me miraba desconcertada.

—No te hagas la importante, no lo hago por ti. Lo hago por Levi, y por Liam. Es el único motivo por el cual estoy aquí parada delante de ti.—indicó, mirándome fijamente.—Además, hay algo que no nos has dicho.—musitó, acercándose a mi, por lo cual esa tensión nuevamente se detonó en el aire.—¿Qué hacías en la reunión secreta que Yelena tuvo con Eren?—me preguntó, por lo cual fulminante le mire.

—Te lo voy a repetir nuevamente... —susurré, mirando sus ojos y como esa electricidad chocaba entre ambas.—Si te cruzas en mi camino, no lo dudaré como hace años.—articule, viendo como ella de igual forma me miró fulminante, sin despegarse de mi.

—Tú has sido quien todo este tiempo a...

—¿Tenemos que ayudar a Eren aunque fue él quien mato al comandante supremo?—levantamos la mirada, observando a Jean, y en cómo se dirigía hacia acá con los demás; Leandra se distanció de mi, molesta y con rudeza en su andar.

—Todavía no se ha confirmado que él fue el responsable.—vi a Mikasa, quien le respondió incómoda, mientras se acercó a los caballos.

—Oye, baja la voz Mikasa, sabes que sospechan que pertenecemos a los Jeageristas, ¿verdad?—le preguntó este nuevamente a ella, y está se mantuvo seria hacia Jean.

—Dinos de qué lado estás Mikasa. Se sincera.—le preguntó Connie, a lo que abrí mis ojos grandemente observándole con mucha incomodidad por dicha pregunta.

—Connie, ¿qué acabas de preguntar?—me dirigí a él, viendo como abría sus ojos grandemente.

—Ya les dijimos que estuvimos apunto de morir en esa explosión, ¿ni así lo entiendes Connie?—le preguntó Mikasa, pero para mi, Connie era sumamente torpe, por lo cual no parecía fiarse de las palabras que Mikasa decía.

—Ya basta. Es como dijo el comandante Pixis, pelear entre nosotros solo nos llevará a la derrota.—nos pidió Hange, para así llevar su mano a mi hombro, por lo cual me miró.—Adeline, ¿por qué sigues aquí aún?—me preguntó, pero tan solo baje la cabeza suspirando gruesamente.

—Hange por favor, necesito que me confirmes la ubicación donde tienen a Zeke.—le pedí, viendo como me miró fijamente.—Necesitamos avanzar, antes de que Eren lo haga.—indique, viéndola asentir.

—Por eso antes de que nos vuelvan a ver la cara de tontos, necesitamos descubrir las intenciones de Zeke y por supuesto me encantarían que todas mis sospechas estuvieran equivocadas.—comentó ella, acercándose a los caballos, igual que los demás, mientras que nos cuestionábamos su pensar.—Yelena trabajo para la nación Marleyana, no solo con los voluntarios, también trabajo para otros lugares, por ejemplo, los restaurantes.—nos comentó, impulsándonos a montarnos en el caballo al igual que ella, pues este día aún no terminaba.

──

Próximo capítulo: Una trágica verdad.
El escuadrón se dirige al restaurante más aclamado del distrito Trost, mientras que se verán en vueltos en fulminantes verdaderas que conducirán al apagón de varias vidas.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro