𝐝𝐢𝐞𝐜𝐢𝐨𝐜𝐡𝐨

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Decirle adiós al sol.

Las frías gotas de lluvia caían en todo mi cuerpo, me mantenía cabizbajo, las gotas sobresalían de mi cabello, cayendo en su pálido rostro junto a mis lágrimas. No podía levantarme del suelo, aún la estaba sosteniendo en mis brazos, aferrada a mi. Toda la sangre que su cuerpo expulsó desde el interior, se había desbordado por la lluvia. Ella estaba humedecida, su cabello suelto y mojado. Lo acaricie con suavidad, mientras la miraba. Sus labios perdieron color, también sus mejillas. Mis manos ya no temblaban, mi cuerpo tampoco. Ni siquiera estaba sollozando como hace un rato, estaba anonadado, observándola. Dirigí mi mirada a su mano, mi corazón se apretó en cuanto vi aquella argolla en su dedo. Con suavidad, toque su mano, la cual no volvería apretarme cuando la entrelazará conmigo en esas noches que la hacía mía. Esa sensación, de sus labios rozar los míos, donde besaba cada parte de mi piel. En que sus manos acariciarán mi cabello, lo apretarán y se dirigieran lentamente por mi espalda. Fui sacando la argolla de su dedo, recordando el rostro de impresión que expresó en su semblante cuando se lo presente. No tuvimos el tiempo que queríamos, pero el que tuvimos fue grato. Como cuando su piel se adueñaba de la mía, donde sentía su calidez cuando ponía su cabeza en mi pecho. Mi corazón latía fuertemente, pero el de ella, ya no más. Deslicé su cuerpo, lo deslicé con mucho pesar. Esto me dolía, más que nada en el mundo.

Deje de esconder mi cabeza en el hueco de su cuello, besando fuertemente su mejilla. Para así, recostarla en aquel césped frondoso e humedecido. Suspiré, levantándome del suelo, mientras la miraba recostada, con sus ojos cerrados. Levante la mirada al cielo, las frías gotas de lluvia aún tocaban mi rostro, lo enfriaban como todo mi interior. Toda mi vida he tenido que ver a cientos de soldados morir, he sacrificado a mis compañeros con un propósito mayor, pero hoy, lo que siempre temía pareció suceder sin previo aviso, era por eso que no podía respirar sin que me doliera. Apreté mis nudillos con fuerza, no podía repetir este suceso, no quería volver a ver esto, nunca más. Esto se sentía como un sueño, como un largo sueño del que no podría despertar nunca más. La observe, la observe con detenimiento, cada esperanza que habitaba en mi ser, había caducado hoy con su vida. El precio de la salvación, se convirtió en una perdición. Me giré, fríamente. Yo siempre he sido fuerte, mis habilidades extraordinarias, mi inteligencia suprema, pero de emociones era igual de frágil que cualquiera, y no podía caminar sin sentir la pesadez de mi andar alejarme de ella. La ame, la protegí, la hice mía, pero al final, veníamos de la vida misma que nos traía, y Adeline, maldita sea, Adeline se me fue de las manos.

¡Ma-mamá...!—abrí mis ojos grandemente, sintiendo ese pesar decaer, haciendo que me detuviera en seco, cayendo de rodillas. La voz de Liam retumba en mi oído, la voz de mi hijo de un año me estaba pidiendo que no le hiciera ese daño de crecer sin una madre como yo.—Eres todo de mamá, mi pequeño.—su voz, la voz de Adeline me penetraba fuertemente erizando mi piel, recordándome que falle, nuevamente he fallado.

La imagen de Adeline sosteniendo a Liam en sus manos, llevándolo a una vuelta en el aire mientras que él sonreía ampliamente, dejando caer su chupete para mostrar la dentadura que empezaba a esclarecerse en su boca. Yo estaba observando desde el interior, a través de aquella ventana como ella sonreía, abrazándolo a su ser. Acaricio su mejilla contra la suya, Liam tocaba su rostro, lo acariciaba pegajoso a su madre como él ser de luz que veía en ella. Mis decisiones, habían llevado a este trágico momento. Le había arrebatado a mi hijo, el privilegio de crecer amando a su madre vivamente, como el mundo me lo quitó a mi. Mi piel se erizaba, chasqueaba mi lengua hasta apretar mis dientes con fuerzas. Lleve mis manos a mi cabeza, bajo esa lluvia, viéndolo a él. Viendo sus ojos grisáceos abiertos, mientras Adeline estaba dormida a su lado, él estrechaba sus manos para que lo cargara, porque era inocente, y lo único que necesitaba, era el calor de sus padres abrazándoles en las noches. Cada imagen era una tortura, donde Adeline me miraba con esos ojos color avellana que ya no volveré a ver. Donde estaba parada, sosteniendo a Liam, mientras que él balbuceaba y babeaba toda la hombrera de Adeline. Yo me acercaba, acariciando su cabello, mientras que besaba fuertemente la mejilla de su madre que lo cargaba. ¿Qué pasará ahora? ¿No podré revivir esos momentos?

—Grace... —hablé entre dientes, denegando ante la imagen de la rubia en mi mente.—¿También te perderé a ti?—me cuestionaba, imaginándola con esa risueña risa mientras que Elian estaba sentado a su lado, tan obediente como siempre.—¿Erwin, te he fallado?—me preguntaba, apretando mis dientes.

Levi, debes confiar en nosotros.—no, no podía pensar en él en este momento, no podía recordar a Furlan mirándome sentado en aquella columna.—¡Te lo dejamos a ti, hermano!—esa voz, esa vieja voz me erizo por completo, la voz de Isabel, fue lo último que escuché el día en que murió.—¡Capitán, Levi, vamos!—podía verlos, Petra y Auruo, Gunther, Conan y Erd, me miraban con esa sonrisa, alentándome a avanzar, mi escuadrón, mi primer escuadrón.

Entonces, te doy las gracias por haberte manchado las manos de sangre para que ella viviera.—Armin, sabía porque te escuchaba en este momento, sabía porque estaba pensando en ti, y es que, no debía desistir de mi decisión a pesar de haber llevado a Erwin a la muerte como a estos compañeros.—Vamos a pelear. Los dos somos fuertes. Somos Ackerman.—Mikasa, no podía permitir que sufrieras no puedo abandonarte tampoco.—Lo lamento, Levi. Lamento no haber sido el padre que necesitaste.—Kenny, ¿tú también?—Gracias Levi. Ahora dejo todos mis sueños en tus manos.—Erwin, también podía escucharte, también estabas aquí, me estabas dando la fuerza para pelear en esta batalla tan dolorosa.

Eres mi amigo, Levi. Mi amigo más fiel.—no podía permitirlo, no podía permitir que Grace terminara aquí de esta manera.—
Vamos Levi, ¡era una broma!—Hange, siempre tan inapropiadas, pero sin ti, no podría resistir en este mundo.—Lo único que quiero es volver a sentirme viva.—Leandra, tú también me has llevado hasta aquí.—¡Boda, boda, boda!—Connie, Jean, lamento tanto él no haberles podido salvar a Sasha, pero ella también me daba fuerzas para pelear.

Estoy embarazada.—esa memoria, ese día soleado donde estabas parada aún lado de mi, sonrojada y cabizbaja igual que yo, Adeline, mi eterno amor.—Te amo, Levi Ackerman.—apreté mis hojas con fuerzas, mi corazón recobraba esa energía, esa fuerza.—Dile adiós a papá.—mis ojos se abrieron, las lágrimas se escurrieron, por lo cual gruñí fuertemente.—Gracias, capitán Levi.—mi corazón continuó latiendo, latiendo ante visualizarte ese día aún lado de mi, Eren, era por ti que aún seguíamos aquí.

Me erice, me erice por completo ante ese balde de agua fría caerme con las gotas de la lluvia. Todos esos recuerdos tenían un significado, cada una de esas personas que recordé, eran el significado de mi corazón aún latiendo. Soy un soldado. Es eso lo que soy, lo que siempre he sido. El soldado más fuerte de la humanidad, el demonio de la Isla Paradis que todos temen. Por eso, no podía desistir. Aunque doliera, aunque sintiera no poder más, no podía renunciar a lo que soy. No quería vivir este momento, nunca más.—¡Nunca más!—exprese, dejando mi corazón en el suelo, toda mi pureza y alma del amor que tenía, lo dejé en ese estruendoso grito cubierto de lagrimas impotente. Aunque mis alas cayeran, aunque las alas de un soldado como yo, ardieran, no iba perder. Nadie más iba morir, me negaba a ver a mis soldados morir. Camine, camine con la fuerza interior que se sucumbía en la oscuridad de mi rencor. Me incliné, enganchándome el peso de esos lanza relámpagos. Esto no había terminado, no terminaría hasta que yo decidiera. Porque aunque debiera morir aquí hoy, al menos pelee una última ves. Yo cumpliría mi promesa, despedazaría a ese maldito, lo haría sin dudarlo. Porque, esta vez no habría un infierno adelante que me tuviera, yo era el infierno ardiente. Con pesadez me impulsé en el cielo, sabiendo que dejaba atrás lo más que amaba.

Cuando esto acabe, cuando esto termine, si salgo vivo, volveré por ti, porque te llevaré a ese lugar que siempre quisiste, a esa colina en donde viste crecer a esos niños. Armin, Mikasa e incluso Eren estarán siempre agradecidos por la vida que les entregaste. Se que estarán devastados y prefiero morir antes que decirles la trágica historia de que te me escapaste de las manos, pero tengo que vivir para poder llevar de la mano a mi hijo, si no es así, al menos él sabrá quienes fueron su padre y madre. Unos soldados, los soldados más fuertes de la humanidad que con el amor tan grande que se tenían, lo trajeron a él. Gruñí, utilizaba aquel gas como nunca antes lo había usado, como si fuera un novato, pero ponía todo ahí para poder llegar hasta aquel mono, no iba dejar escaparlo, no después del sufrimiento tan grande con el que me está haciendo cargar. No era una despedida, a penas esta pelea iniciaba. Aún con la sangre de mis compañeros, aún con toda la sangre de la mujer que amaba encima de mi, lance aquel gancho para traspasar al titán que iba andando. Lo sabía, los encontraría, porque yo conocía este bosque mejor que nadie. Lo fragmente en el mismo núcleo de su nuca, el primer titán que yacía en su lado derecho, lo tumbé, con esa misma facilidad que lo tumbaría a él, porque podía ver desde aquí el rostro de furor que su semblante estableció cuando me vio llegar sombrío.

—¡A él!—grito fuertemente, enviándome al titán de su izquierda, pero no eran títeres, eran los compañeros que consagraron su corazón, entre gruñidos me impulsé hacia el brazo que iba capturarme, rodeándolo por completo para cortarlo en pedazos, lo desprendí con tanta facilidad que no me lo podía creer, dándome el acceso en poder llevar mi gancho a la nuca del titán que sostenía a Zeke Jaeger.—¿¡Qué!? ¿¡Pero que demonios, volveremos a pelear!?—aún en la altitud, pude escucharlo gruñir con molestia, viendo como su mano se mordió, esta era la pelea justa que necesitaba, batallar contra el titán bestia.—¡¿En donde estás?! ¡No te escondas de mi, Levi!—se preguntaba agitado, se veía desesperado por haberlo frenado, pero tomé bastante altitud, dirigiéndome hacia encima de los altos árboles, intentando rodearle.—¡Ahí estas!—articulo, lanzándole aquellas viseras del titán que desprendió en sus brazos, pero ágilmente logre esquivarle.—¿¡Qué hiciste con tus queridos subordinados!? ¿¡No me digas que los mataste!? ¡Qué lástima!—decía, con esa voz tan gruesa y bufona, haciéndome mantener un semblante inexpresivo, él me estaba buscando.—¿¡Qué pasó con tu esposa!? ¡Ya no habrá boda si no hay una!—exclamo, haciéndome tensar, con la imagen de Adeline en mi mente, su imagen estruendosa en donde la sangre brotaba fuera de ella.

—Tsk.—chasquee la lengua, sintiendo mi corazón apretarse, cortando ramas con mis hojas para ver cómo el titán bestia le lanzaba viseras, no había logrado tumbarme.—¡Estás desesperado maldito barbudo! ¡Pensar que solo debías leer ese estúpido libro!—le decía alteradamente, cortando más ramas para camuflarme entre ellas.—¿¡Qué carajos te hizo creer que podías escapar de mi!?—le pregunté, apretando con fuerza mis hojas para bajar de altitud como un rayo.—¡¿Transformaste a mis amigos y esposa pensando que no los mataría siendo titanes?! ¡No tienes la menor idea de cuantos compañeros he tenido que sacrificar! ¡No tienes la menor idea de cuantas veces tuve que sacrificar a mi mujer!—grite en aquel gruñido, logrando verlo entre las ramas.—¡Agh!—con fuerza, esquivando cada uno de esos trozos de carne que me lanzó, pude ser capaz de contraatacar con los lanza relámpagos, los cuales se incrustaron en su nuca, causándole pánico.

—¡Ah!—grito, desde el interior de su titán se pudo sobresalir aquel grueso grito lleno de pánico y desesperación, era aquí y ahora donde decidía acabar esta pelea, porque era yo quien lideraba, era yo el soldado más fuerte de la humanidad.

—Cae, titán bestia... —musité, deteniéndome en el suelo para escuchar su estruendoso grito, y ver el destello amarillento de la explosión, al punto de que su cuerpo se desprendió del interior del titán, haciéndome caminar hasta él.—Hola, barbudo.—salude sarcásticamente, apretando su cabello con fuerza, toda su piel estaba desprendida, la sangre sobresalía de él como sucedió con Adeline, lo hice explotar por dentro como él con ella.—Infeliz. Maldito pedazo de mierda, repugnante e inmunda, das asco.—le decía, viendo todo su rostro sangriento y como expulsaba la sangre, exclamaba por respirar bien.—Bueno, tranquilízate. No voy a matarte, al menos no por ahora.—le dije, arrastrándole por todo el césped.—Pero lo haré.—articule, sintiendo la pesadez en mi cuerpo.

Levi.—lleve la mano a mi cabeza, denegando en cuanto escuché su voz en mi oído.—Adeline, mi amor... —le llame afligido a ese nombramiento, no podía dejar de pensar en ella.

Sus ojos color avellana me miraban. Me miraban con ese detenimiento. En cada imagen, en cada memoria que veía de ella, siempre me enfocaba en su mirada. En cómo sus ojos se achicaban cuando sonreía, o incluso, en medio de un sonrojo. No entendía como mi corazón podía ablandarse ante tanta nobleza, pero siempre fue así, desde que la conocí, estuve a su merced. Era por el hecho de que me miraba como nadie más. Esa mirada que no mentía en lo absoluto, que siempre me rodeaba en cualquier rincón sin salida. Parpadeaba, el atardecer caía sobre mi. Pero, era desgarrador tener que decirle adiós al sol. Me mantenía sentado en esta carreta, abatido. Mis manos estaban dolidas, de tanto esfuerzo y apretón, las sentía ásperas. Estaba cabizbajo, intentando de tapar mis oídos. Inexpresivo, era como si no dejara de escucharla. Su voz se retumbaba en mi oído, como presagio de que debía vivir con su muerte, intentando de evadir esos pensamientos solo volvía a esa imagen. La sangre desbordaba de su nariz, abruptamente de sus oídos y boca. Permití que esto sucediera, y no hubiese sucedido si me hubiera quedado en casa con mi esposa e hijo. Levante la mirada, el hueco de mi corazón se agrandaba observando a ese hombre despedazado. El vapor estaba encima suyo, al igual que ese mecanismo de los lanza relámpagos que fragmente encima suyo. Si se movía, moriríamos los dos, pero ahora en esta situación tan solitario, ¿importaba si moría? De por si, estaba desconsolado, viendo como él empezaba a removerse.

—¿Ah?—él se removía, incómodo, veía como se empezaba arquear por el dolor, si piel tenía que arder, se estaba regenerando.

—Al fin has despertado.—musité, viéndole.—Oye, no barbudo. Mejor no te muevas. El detonador del lanza relámpagos está bien atado a tu cuello.—le impedí, viendo como asombrado se inmovilizaba, intentando de visualizar el lugar.—Si haces un movimiento en falso, detonarás, terminarás partido a la mitad o algo peor. Seguramente en tu estado debes desear la muerte, pero no siento ninguna lástima.—le dije, levantándome con brusquedad, sacando mis hojas.—Maldito, pisoteaste el honor y la vida de mis compañeros, pero, no solo eso. Mataste a la mujer que amaba, frente a mi. Lo hiciste sin excepciones, !¿ahora estar llorando aún lado de tu vomito lo hacía parte de tu plan?!—le pregunté en aquel grito, cortando sus pies, escuchándole gritar de dolor —¡Cállate, me quitaste lo más que amaba en este mundo! ¡Debo despellejarte de esta manera, si no, te convertirás en ese asqueroso titán!—la sangre sobresaltaba, cayendo en mi ropa, pero, más sangre de la que tenía en mis manos no sería nada.—¡La perdí nuevamente, la perdí por tu culpa!—impotente seguía cortando sus piernas como si fueran pedazos de jamón, escuchándole sollozar en dolor.—Y no pude hacer nada para evitarlo... —masculle, sacudiendo la sangre de mi espada, para ver cómo Zeke respiraba gruesamente en medio de un estado ido.

—¿En donde... en donde están mis... mis gafas?—me preguntó, con dificultad en su hablar, pero realmente no sentía pena en verle de esa manera.

—¿Qué? Tsk, ya no importa.—le dije, desconcertado por lo que me preguntó.—No te preocupes, ya no vas a necesitarlas.—articule.

Me giré, dándole la espalda. Levante la mirada al cielo, dándome cuenta que el cielo empezaba a tornarse grisáceo. Suspire hondo, sintiendo las primeras gotas de aquella lluvia caer en mi. Limpiarían mi sangre, limpiarían la sangre de esas personas a las que vi morir en medio de un sacrificio al que yo mismo les conduje, pero no importaba cuan limpio estuviera, el montón de cuerpos seguiría siendo pisados por mis talones. Las lágrimas se mezclaron con la lluvia, las vagas lágrimas que esclarecían la profunda tristeza que me sometía a continuar impotente en este rumbo sin salida. Baje la cabeza, dirigiéndome hacia encima de aquel caballo, a quien tome de las riendas, procediendo a continuar vagando fuera de estos bosques, con el único propósito de llevarlo nuevamente al distrito, a pesar de que atrás, había parecido dejar mi juicio. La lluvia se intensificó, haciéndome colocar la capucha, bloqueando el acceso a mi rostro, quería cubrirme. ¿Pero, por qué? Ya había pisoteado y manchado el corazón de las personas que amaba, ¿por qué ocultarme del dolor? Me pregunté, sosteniendo fuertemente las sogas. No podía huir, en algún momento mi razón nublara mi juicio y volveré a decaer en la tristeza. Creía que esta ves sería diferente. A pesar de que Adeline haya tomado sus decisiones a mis espaldas, ¿quién diría que llegaríamos aquí?

Esperaba que los años nos pesaran, a tal punto que nuestra memoria faltaría, podía olvidarme de todo, menos que ella fue mía. Ahora, solo serían recuerdos que me acompañarían a una vida amarga y trágica. Ella era el amor de mi vida. Amaba verla, en todos los ángulos que la vida podía mostrarme y, trágicamente me mostró el peor ángulo de ella, no fue su traición, fue como ella aún así fue hasta mi, porque me necesitaba. Las lágrimas continuaban bajando, la pesadez se adueñaba de mi cuerpo. Tanto que ya no apretaba las cuerdas, simplemente dejaba que el caballo andara por si solo. ¿Realmente la había perdido? Denegué, era imposible que esa imagen estruendosa fuese lo último que viera de ella. Estaba conmovido, estaba aún aturdido y desconsolado, por eso estaba rumbo a la perdición de mis emociones, todo es reciente, pero no podía dejar de preguntarme, ¿si me hubiera quedado, la hubiera salvado? No, era así como debían ser las cosas, pero me estaba martillando el corazón saber que, en mis días ya el sol no saldría, porque ella era la única mujer que me pisoteaba el suelo, que me hacía entrar en locura con su ausencia, pero esta ves era diferente. Adeline se había ido para siempre. Abrí mis ojos grandemente, para siempre era una palabra muy larga, demasiado de extensa y llena de un acogedor dolor que no podré soportar. Si tanto me dolía, ¿por qué seguía aquí?—Papá.—apreté las cuerdas con fuerza, sus grisáceos ojos me buscaban en medio de la habitación. Liam, no podía desistir, mi hijo me necesitaba.

—La eutanasia, es la eutanasia de los Eldianos.—me giré de reojo, en medio de la lluvia podía escucharle, podía escuchar a Zeke.

—¿Qué dijiste?—le pregunté sombrío e inexpresivo, las lágrimas se desvanecían con las gotas de lluvia.—¿La eutanasia?—me levante del banco, girándome cuando detuve el caballo para verle acostado en el suelo, húmedo y aturdido.—Maldito barbudo, terminarás en la boca de un titán y morirás escuchando el sonido de tu asqueroso cuerpo siendo devorado. Si lo piensas, tú muerte será demasiado piadosa, comparadas con las vidas que le robaste a mis compañeros e esposa. Dime Zeke, ¿qué le dire a mi hijo cuando me pregunte por su madre?—me dirigí a él fríamente, viendo como me miraba desde el suelo.

—No las robé, yo salvé esas vidas. Como puedo salvar a tu hijo. Salve a sus niños para que no terminaran naciendo en este mundo tan cruel, si Levi, Adeline estaba embarazada. Fue lo primero que me dijo cuando llego hacia mi.—me tense, ese escalofrío me recorrió por completo.—Por eso quería saber si había alguna manera de poder detener la transición.—denegué, ese golpe y agua fría se mezclaron en la ira de lo que dijo.

—Veo que te quieren volver a crecer las piernas.—musité observando cómo el vapor se regeneraba en esas extremidades, sacando mis hojas, pero él se sobresaltó de una manera altanera, impidiendo que pudiera dirigirme a él para cortar sus piernas nuevamente.

—¡Señor Ksaver! ¡Mire mi glorioso final!—todo mi cuerpo se tenso por ese grito y brusco movimiento, todo de mi se heló en la frialdad de aquellas gotas de lluvia caer, lo único que pude escuchar fue el gancho del lanza relámpago sobresalir en cuanto intente hacer un movimiento, un destello de luz me cubrió. 

No sentí dolor en ese instante, no sentí absolutamente nada. Fue como si la brisa me atrapara en medio de ese calentón que se aferró a todo mi cuerpo, debió haber sido la adrenalina, solo se la oscuridad en la que me aferré, me mostró una silueta de imágenes placenteras de toda mi vida, pero siempre conducían al mismo día. Y es que, ese día la brisa era fresca, el amanecer a penas llegaba con todos esos mocosos ebrios, lo recuerdo, no podían sostenerse de sí mismos. Estaban aferrados a mi, me abrazaban con tanta fuerza que no podía resistirme ni aunque quisiera. Fue la primera ves en mucho tiempo que me sentía vivo alrededor de tantas personas, era por eso que quería aferrarme a Jean, que quería seguir abrazando a Connie para sentir como Sasha junto a Leandra nos lanzaban zancadas de agua. Lo sabía, lo recordaría siempre en los días más grises, porque ellos eran la determinación de mis últimas fuerzas. El verlos, ver cómo Hange abrazaba con fuerza a Elian quien solo buscaba quitarle sus anteojos, mientras que Grace sonreía ampliamente en medio de sus tristezas. Estaba detenido, porque sabía que Eren se había marchado, pero veía fijamente a la mujer que amaba doblegarse en dolor, era el día más importante de nuestra vida. Adeline apretaba con fuerza a Mikasa y me miraba, me miraba sabiendo que nuestra vida cambiaría. No quería morir, pero el dolor hueco que sentí y la oscuridad que deterioraba la imagen, me hizo temer que quizás este sería mi último suspiro.

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Próximo capítulo: Las alas caídas de un soldado.
La legión de exploración fue retenida por los Jaegeristas, pero el soldado más fuerte de la humanidad seguirá peleando hasta retomar las fuerzas.

Nota: Hola, el último capítulo de AOT me conmocionó demasiado. Es una lástima que tengamos que esperar un año más para ver este final, pero se que MAPPA se la rifará como siempre. Lo emocionante es que aún tendremos más para ver a nuestra legión de exploración. También, pasaba avisarles que he sacado mi última obra sobre AOT, espero que puedan darle su apoyo, pues como dije es de las últimas ondas que estaré realizando de este magnífico mundo.

Estoy súper agradecida que me apoyen, muchos vienen desde Beyond, la cual fue mi primera obra, algunos de Pain, una obra magnífica e humano que muchos amaron. No importa de donde vengan, les agradezco que sigan mi historia desde el punto del soldado más fuerte de la humanidad. Realmente no sé si estoy haciendo un buen trabajo, pero créanme, me esfuerzo para que esta historia les guste, que les cautive y se enganchen a ella como en las demás. Les digo esto, porque he recibido varías críticas de cómo escribo mis libros.

Encuentro que todos escribimos de manera diferente, por eso por una sola ves me preguntó si realmente lo estoy haciendo bien, lo cual espero que si. Solo busco que sea así, que se sientan atrapados, que están viviendo en esa realidad. Me disculpo, porque sé que a veces cometo errores, o hay cosas que no entienden, pero ya saben que amo los misterio. Les aprecio como no tienen idea, el apoyo que recibo es inmenso. Siempre se que dentro de lo malo está lo bueno, y creo que es esto.🤍

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