𝐬𝐢𝐞𝐭𝐞

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El tren de la vida.
Adeline.

Parpadeé, observando aquel techo. Sentía mis párpados pesados, por lo cual, los entre abría y cerraba constante, hasta que pude mantenerles abiertos. Estire mi mano, queriendo sentir su cuerpo junto a mi, pero solo acaricie la suave y blanca sabana. Giré mi cabeza, el espacio a mi lado estaba vacío. Me levante, quedándome sentado para observar como en el borde de la cama, Levi yacía sentado, inclinado, sosteniéndose el rostro con sus manos. Mire detenidamente su espalda, lo flexionada que estaba por los arduos años de entrenamientos, pero no importaba que tan fuerte se viera por fuera, estaba hecho añicos por dentro. Levi no era un hombre de dormir largas horas, de hecho, no recordaba que durmiera tan profundo, si no era a mi lado, como si lograra sentir seguridad por mi presencia, pero no era suficiente, él aún no sentía paz. Se mantuvo inclinado, por la cual sentado me quede viéndole. Esa pesadez podía sentirla, yo también sentía que mis hombros cargaban con algo tan fuerte, que el caminar me dificultaba. Pero, lo más que anhelaba ahora, era que Erwin pudiera susurrarle al oído unas disculpas por hacerlo cargar con esa promesa que lo agobiaba. Jamás había visto a Levi, tan cansado como en este pasar de tiempo. Era como si parte de él, se hubiera ido, pero fue un costo muy grande, todos perdimos el sol que nos iluminaba en los días más grises.

Y ahora, aunque me duela, aunque no pueda mirar a Grace ni siquiera un segundo, no me arrepentía de haber luchado por salvar a Armin. Me recosté, observando las cortinas flotar en el aire por la brisa que entraba desde el exterior de la ventana. Podía ver la claridad, empezaría amanecer. Levi, yo también te entendía. Al cerrar los ojos, podía ver a nuestros camaradas. Como a ti, me preguntaban si el qué consagraran sus corazones haya sido vano. Te entiendo, porque también podía sentir que Erwin esperaba que fuéramos más sucesibles, por eso siempre nos tuvo a su lado, porque confiaba en nuestra fuerza, pero, ahora tú debes entender que tampoco Eren es capaz de susurrarme en el oído para pedirme perdón por la promesa con la que me hace cargar. Y es que, no quiero una disculpa de mi hermano, quiero que viva como todos nosotros. Detuve mi mirada en Levi, quien se había levantado de la cama para mirar a través de la ventana, pero solo cerré los ojos, sintiendo como el colchón se hundía y su respiración chocaba con la mía.—Despierta, ya amaneció. Debemos ir con esos mocosos.—musitó, con una voz ronca, así que asentí lentamente, sintiendo un suave roce de sus labios con los míos. Esos mocosos, te habían robado el corazón, pero eras muy duro para aceptarlo. Ellos ahora, te hacen vivir con más propósito, porque aún los sigues guiando. Aún seguimos llevándolos de la mano.

Dejamos que el agua nos cayera encima, que humedeciera nuestra piel, mientras que me acariciabas por completo. Sabías que cada parte de mi te pertenecía, por eso besabas mis hombros, hasta llegar a mi cuello y hacerme suspirar. Eras tú la única persona capaz de erizarme por completo, el sentir que estabas aquí conmigo, era una llama de vida que me acaloraba. Levi, el que me besaras, me hacía flotar en un abismo de paz del que no quería escapar, pero como tú, continuábamos avanzando. Deje que me colocaras en la pared, mi rostro pegado mientras me embestías, haciéndome sentir tanto placer, que solo quería gritar, dejar salir esos gruesos suspiros, y es que se sentía tan bien tenerte, se sentía tan bien amarte. Te sujetaste a mi, me aferraste a ti, mientras tus suspiros chocaban en mi oído. Te lo juro, era una sensación que nunca quería dejar de sentir. Nos dejamos rendir por ese escalofrío que nos recorrió, nos alistamos juntos, como nunca pensamos hacerlo. Los meses seguían pasando, jamás nos sentí tan juntos como en estos tiempos de oscuridad. Te vestiste frente a mi con una hermosa camiseta manga larga de color azul, de un azul tan suave. Te veías hermoso, para mi eras perfecto. Esos grisáceos ojos, esa mirada fría y decaída, hacia qué mi corazón palpitaba con rapidez. ¿Estaba a tiempo para lidiar con esto? ¿Debería seguir avanzando? ¿Debería abandonar mi deseo de salvar a Eren? No lo sabía, pero cada ves que te miraba, deseaba no haber visto nunca lo que vi, tomarte de la mano e huir como queríamos, y maldita sea, no podía hacerlo. Porque yo guié a Eren hasta aquí, yo lo traje hasta aquí.

—¿Adeline? ¿Estás bien?—parpadee, levantando mi mirada, observando a Mikasa, ambas bajo el sol, un sol cálido e intenso, mientras que sostenía aquellos trozos de madera.—Adeline.—Mikasa me volvió a llamar, esperando una respuesta, estaba afligida, todos estaban trabajando fuertemente, pero yo me sentía enferma, ¿por qué sentía esta tristeza en mi interior?

—Si, solo que, hace mucha calor.—expresé, pasándole esos trozos de madera, construíamos una vía alterna de transporte con los materiales que los voluntarios nos habían traído, eran las vías de un tren, capaz de cargar con suministros y transportar personas a cualquier lugar de un distrito, estábamos evolucionando.

—¿Segura?—me preguntó, su mirada podía recordarme a la de Levi, sin duda, ambos tenían un fuerte entrelazo sanguíneo, podía ver que sus facciones eran similares, incluso expresiones.—Te veo pálida.—comentó, soltando las maderas, mientras que me examino, hasta que ella giró la mirada, por lo cual la dirigí hacia donde ella, viendo cómo Eren y Leandra estaban inclinados juntos, uno al lado del otro, martillando unos clavos en la madera.

—Mikasa.—la llame, para querer responderle, pero cuando volví a mirarla, vi como cabizbaja se inclinó para recoger la madera del suelo, su expresión cambió, decayó.—Espera.—le pedí, apretando su hombro en cuanto se levantó.—Quiero pedirte unas disculpas.—le dije, viendo como me miró.—Sin importar que, sigues siendo mi hermana. Perdóname por haber estado ausente tanto tiempo.—le dije cabizbaja, viendo como ella denegaba.

—Durante cinco años, te encargaste de nosotros, incluso sin Armin y yo ser tu obligación, nos cuidaste más a nosotros que a ti. Ahora, ya no somos unos niños. Que sigas viva y aún aquí, me hace estar agradecida contigo. Mientras que yo, solo quise proteger a Eren, y olvide que Armin, e incluso tú, necesitaban a alguien quien los protegiera. Yo soy quien lamenta no haber estado ahí, sabiendo que lo necesitabas. Te pusimos en una posición en donde lo único que veías, era que debías protegernos a toda costa.—musitó, con esa voz cortante y fría.—Adeline, ahora solo quiero comportarme como la hermana que necesitas.—me decía, dejándome anonadada por escucharla de esa forma tan suave y madura.

—Vamos, déjame ayudarte.—le pedí, viéndola pasar por mi lado con la madera en sus hombros.—Aún estamos aquí, nos necesitamos, ambas.—musité, quitándole peso de sus hombros, viéndola mirarme afligida y es que, ¿en que momento ellos crecieron?—Soy tu hermana mayor, yo debo ayudarte.—le decía, denegando a su deseo de dejarlos ser, pero es que no podía, ese amor que yacía en mi por ellos, era gigante.

—Gracias... —murmuró, mientras que colocaba la madera aún lado de Eren, quien levantó su mirada para mirarme, pero fríamente rodee los ojos cuando los azulados ojos de aquella chica de cabello oscuro me miró detenidamente.

—¿Cuando lo vas a superar?—me preguntó, con ese tono tan frío y lleno de burla, incómodamente, deje las maderas a su lado, dejándole ver todo mi desprecio.

—Cuando te mueras.—le desee fríamente, viendo como Eren quedó desconcertado por lo que dije, pero lo que ella había hecho, siempre sería imperdonable para mi, no la veía como aliada.

—Primero te mueres tú.—respondió sarcásticamente, mientras que me aísle, levantando la vista para ver las mejillas coloradas de Armin.

—¿Qué pasa?—le pregunté sonriente, acercándome a él para darle un beso en su mejilla.—Tú puedes.—le alenté, viéndole a sentirme sonrojado para levantar las maderas.

—Ay, que envidia... —me giré, observando a Connie mirarme mientras que las gotas de sudor bajaban por su frente, a lo cual Jean le dio un zarpe en la nuca.

—Imbécil, ella y el capitán están juntos... pero, ¡entiendo tu sentimiento!—le dijo, rascando su nuca, por la cual sonreí, acercándome a ellos para ponerme entre medio y llevar mis brazos a sus hombros, aferrándolos a mi.

—Venga chicos, ustedes son apreciados para mi.—les dije, dándoles un beso en la mejilla de cada cual, viendo como abrían la boca grandemente asombrados.—¿Contentos?—les pregunté.

—Oigan, ¡no hagan eso!—pidió Eren, levantándose del suelo avergonzado y cabizbajo.—¡Es mi hermana, idiotas!—les decía, pero ellos se aferraban a mí risueños.

—¡Yo también quiero un abrazo!—comentó Sasha y de un momento, sentí como ella me abrazó fuertemente por la espalda, por lo cual sonreí.

—¡Hola!—levante la mirada, observando aquellos tres caballos acercarse a nosotros, Hange nos exclamaba con entusiasmo su presencia junto a Levi, y Grace, quienes yacían cabalgando a su lado.—Oh, Adeline, no sabía que estarías aquí.—indicó, cuando me acerqué para verles llegar.

—¿Puedo cargarlo?—mire fijamente a Grace, ella con sus azulados ojos me miraban impresionada ante mi repentina cercanía, viéndome extender mis manos para poder coger al bebé que ella mantenía aferrado a ella.—Por favor.—le pedí, viendo a ese pequeño mirarme extrañado, pero es que maldita sea, parecía ser que Erwin reencarno en él.

—Adelante.—alentó, sonriendo para yo recoger en mis brazos a Elian, quien pareció no confiar en mi agarre, pero se sostuvo, y en esa sonrisa acogedora que di, me giré para observar cómo Levi me miró fijamente.

—Esa cara me dice que, nada salió bien.—le musité, viéndole serio, por lo cual él denegó.

—Lo lamento.—murmuro, bajándose del caballo, para quedarse detenido frente a mi.—Te queda bien.—me dijo, haciéndome pasmar por verme sostenida como Elian, dando una referencia a una buena maternidad.—¿Qué?—me preguntó ante mi repentino silencio, dirigiendo su mano al cabello de Elian para despeinarlo, viendo como el bebé pareció sobresaltarse ante ese brusco tacto.

—Levi.—le reprendí.

—Es un mocoso muy ruidoso.—comentó a mi lado, mientras que se cruzaba de brazos, caminando adelante, a donde estaban los chicos.

—Pienso que es precioso, y que se parece a su padre... —musité yo, para mirarle detenidamente.

—Si, así es.—afirmó Grace, a quien decidí pasarle a su bebé, quien con confianza se sujeto a ella con comodidad, abrazándola, pero sonreí ante ver como Armin se paraba atrás suyo, para hacerle una mueca, creando que Elian estrechara los brazos para que Armin lo sostuviese.

—¡Vaya, me sorprende que ustedes puedan trabajar tanto con este calor!—opinó Hange, mirando a Jean y Eren, quienes sudaban a gota gorda.

—Si, de hecho. Nuestra única misión era cuidar de este idiota.—comentó Jean, observando a Eren, quien bajaba la cabeza apencado.

—Siguen igual de idiotas. Lo único que tienen desarrollado aquí es su cuerpo.—interfirió Levi, cruzado de brazos mientras que los miraba fruncido, con ese tono arrogante y modesto.

—¿Nos hablarán sobre Hizuru?—preguntó Eren, refiriéndose a ese lugar donde residía un clan que recibimos meses atrás, uno que tenía una relación sanguínea con Mikasa, y su familia.

—La familia Azumabito nos acaba de dar su respuesta.—indicó Hange, haciendo que ellos se acomodaran en una línea delante suyo.

—¿¡Qué dijeron!?—se preguntó Eren, exclamando su curiosidad y preocupación.

—Nada bueno. Parece que no vamos a poder contar con Hizuru. Tenía razón, el país de Hizuru quiere monopolizar todos los recursos de la isla Paradis. No nos ayudará a comercializar con las otras naciones, ademas, el mundo entero quiere que Paradis sigue siendo la raíz de todas las desgracias. Porque creen que eso ayuda unir a sus países, y se mantiene la estabilidad global.—respondió Hange detalladamente, dejándonos a todos sumamente desconcertados, pero para mi, no era nada de esperarse.

—Entonces, los únicos que nos queda es depender del retumbar, y que tendremos que sacrificar a Adeline.—expresó él, mirándome fijamente afligido, por lo cual yo, solo me quede en silencio.

—Difiero de eso.—musitó Levi a mi lado, inexpresivo.—Historia puede sacrificarse por Adeline.—dijo transparentemente, dejando a los chicos abatidos por su comentario tan frío.

—Eso no fue muy lindo de tu parte, Levi.—infirió Grace, quien sin parecer sorprenderle, le reprendió a este, pero tan solo relaje mis músculos.

—Él tiene razón.—indique yo, cabizbaja.—Esta vez depende de Historia.—les esclarecí, sabiendo que me cuestionarían mi comentario.

—¿Por qué dices eso?—pregunto Hange a mi lado, mientras que levante la vista para mirar a esos chicos, por un momento sentí todo temblar, mis manos, mis piernas; quería tomar el valor, así que respire hondo y suspire.

—Estoy embarazada.—dije, sintiendo toda esa tensión desvanecerse, como si mis músculos se aflojaran, pero todos estaban boquiabiertos, mirándome con una gran impresión, pero levante la mirada para ver cómo Levi estaba con sus ojos abiertos grandemente.—Así que, en estos momentos, no hay nada que pueda hacer para ayudar. Lo lamento.—añadí.

—Adeline... —Eren me miró detenidamente, con sus ojos abiertos grandemente.—¿De verdad, estás embarazada?—se preguntó, pero me quede anonada cuando vi sus ojos humedecerse.

—¿Estas sordo?—le preguntó Levi, pero esto le había por sorpresa, nadie lo sabía, a penas me había enterado hace días, y no tenía el valor para contarlo.

—Eso es, es genial.—comentó Hange a nuestro lado, para mirarme con ese semblante de emoción.—Es más que genial.—musitó, sonriente, para removerme con sus manos.—¡Levi, vas a ser padre!—volvió a exclamar, por lo cual me giré, viendo a Levi aturdido, pero con sus mejillas coloradas, yacía cabizbajo.

—Le he escuchado, Hange.—expresó Levi, apretando sus dientes, esto era un momento conmovedor, porque, Eren estaba realmente llorando, mientras que los chicos aún no sabían cómo movilizarse hacia mi, y Levi tan solo parecía querer...

—¿¡Está sonriendo!?—se preguntó Connie exaltado.—¡El capitán va ser papá!—exclamo, por lo cual Levi tembloroso soltó un bufido, uno envuelto en una sonrisa ante el emocionante comentario de Connie.

—Eren, ¿estás llorando?—le preguntó Jean a su lado.—¡Idiota! ¿Qué se supone que hagamos en esta situación? ¡No llores!—le exigió Jean, y es que, fue tan repentino que no sabían cómo debían actuar.

—Es que, mi hermana va tener un bebé.—expresó cabizbajo, limpiando sus lágrimas, y esa, esa vez fue una de las últimas en que vi a Eren mirarme sonriente, con sus ojos empapados.—Y eso es, muy emocionante para mi. Lo lamento.—se disculpó, mientras que lo miré afligida, porque Mikasa y Armin tampoco parecían procesarlo.

—Es increíble.—dijeron a la ves, mirándome, mientras que podía sentir mis mejillas calentarse.

—Basta.—pidió Levi, aún cabizbajo, y dándose una media vuelta para que no vieran su rostro.—Esto es algo que ambos resolveremos, dejen de mirarnos de esa manera. Compórtense.—les pidió, y yo sonreí, limpiando las lágrimas de mis ojos cuando vi a Levi con sus mejillas aún sonrojadas.—Hange, ¿qué haremos si los Azumabito no quieren cooperar?—se preguntaba él, desviando el tema.

—No puede ser, entonces, ¿ellos deciden por su cuenta que somos unos demonios?—se preguntó Armin, mirando a Hange.—¿Por qué no pueden considerar un camino donde todos podamos estar en paz?—volvió a cuestionarse, cabizbajo.

—Creo que ellos, no saben cómo hacer eso. No saben nada de nosotros, y es por eso mismo que nos temen.—opinó Mikasa a su lado, pareciendo tener el entendimiento.

—Exacto. El mundo no puede confiar en unas personas que nunca han mostrado sus rostros. Por eso debemos conocerlos, si ellos no saben de nosotros, entonces iremos a decírselos.—exclamó ella, haciendo que Levi suspirara asombrado, al igual que todos nosotros.—Después de todo, ¿no es eso lo que hace la legión?—se preguntó ella, dejándonos en asombro.

Era increíble, no por el hecho de que el atardecer cayera mientras cabalgaba ese caballo y sabía con claridad de que iríamos a un lugar ajeno a nuestro país, no, no era ese hecho de que lo hacía sentir increíble. Era el saber que estaba sujetada a Levi en su cabello, aferrada a él con esa seguridad y confianza, viéndole mirar el cielo. Él estaba agradecido, y se sentía mágico ver su cabello revolverse con el viento, a través de esas nuevas emociones que nos albergaba en el interior. Se sentía emocionante, el hecho de saber que había en tu interior una gran muestra del amor que tenías con otra persona y desde que lo supe, parecía soñar con ese increíble momento de saber cómo sería cuando este sueño se hiciera realidad. Levi Ackerman continuaba mirando el cielo, el tono de esos colores anaranjados, donde su puesta hacía que nuestras mejillas estuvieran sonrojadas. Me aferré más a él, sintiendo como llevo su mano a mi mano para acariciarla, eran esas cortas muestras de amor repentinas que provocaban un emocionante revolcón en todo mi interior. Porque, Levi no dejaba de hacerme sentir amada, deseada, y a su vez, privilegiada de tener al soldado más fuerte de la humanidad a mi lado. Y el ahora saber que Levi sería el padre del bebé que estaba desarrollándose en mi interior, se sentía como un lejano sueño que nunca creí vivir. Él detuvo el caballo, observando la finalidad de las vías del tren, donde aquel transporte se detenía, con los chicos que le guiaban, bajándose de el todos agotados.

—Me quedare un momento.—le anuncié a Levi, quien intentó de girarse para observarme.

—Bájate con cuidado Adeline, por favor.—me pidió, examinando cómo me bajaba del caballo.—Adeline.—Levi me llamo, mirándome fijamente desde el caballo.—¿Quieres que te espere?—me preguntó, con un tono suave y relajado.

—No, esta bien.—le dije, viendo como asentía.—Yo llegaré a ti.—le indique, él no tardó en jalar la cuerda del caballo, impulsándolo a continuar con su cabalgata, por lo cual le vi yéndose.

—Eren, ¿vienes?—escuché a Mikasa dirigirse a este, quien yacía sentado en un cajón, denegando.—Eren.—ella volvió a llamarle, mientras que me baje del caballo, para caminar hacia ellos.

—Yo me quedo con él, Mikasa. Vayan a descansar.—le pedí a ella, dudosa me miró, pero acepto, observando cómo Eren se quedaba cabizbajo, estaba cansado, igual que todos.

—Bien... —susurro ella, agotada para aislarse junto a los demás, quienes terminaban de reorganizar todo para poder irse cada quien a sus hogares.

—Hola.—le salude en un tono suave, sentándome a su lado en aquel cajón, donde le vi levantar la mirada para observar a la chica qué pasó adelante, hablando con Sasha.—Entonces, ¿Leandra?—le pregunté en un tono bajo, curiosa.—Vaya, parece ser que los Ackerman tienen una gran bruma de atracción.—comente, viéndole asentir.

—No creo ser el único que se sienta atraído a un Ackerman. ¿No es así?—me preguntó.—Me alegra que tú y el capitán tendrán un bebé.—musitó, con ese tono tan suave y cálido suyo.—Aunque, lo noto a más inexpresivo en estos días ¿Por eso estás así? ¿Estás preocupada? No debes preocuparte Adeline, escuché que eso afecta al bebé, debes estar tranquila.—decía él, seguidamente con un tono rápido y preocupante.

—Levi vive con un vacío igual que con el que nosotros vivimos, él intenta seguir adelante, pero llega un punto en la noche que debe levantarse porque no puede dormir por la pesadez en su corazón.—le contaba, mirando junto a él la puesta del sol.—Él también vive con ese vacío que jamás podrá ser llenado, con un corazón roto e impotente, lleno de dolor. Levi vive con la ausencia de su madre, como nosotros. La última vez que él durmió por horas, fue cuando ella aún vivía. Luego de eso, ya no podía dormir porque consecutivamente tiene esa pesadilla donde ve a su madre tendida en la cama, muerta, porque ella se aseguró que lo poco que tenía, lo tuviera él. Y es por eso, que Levi siempre carga con ese trozo de traje que le arrancó de su ropa y lo convirtió en un pañuelo, para asegurarse de no olvidar el amor que sintió alguna vez. Gracias a eso, él es capaz de amarme, porque sabe lo que uno sacrifica por amor. Eso fue lo que le enseñó ella.—musité.—Estoy segura que gracias a eso, Levi sabrá ser un gran padre.—comente.

—¿Como se llamaba?—me preguntó Eren, curioso.

—Si no mal recuerdo, se llamaba Kuchel.—respondí.—Levi dice que era una hermosa mujer de cabello negro, largo y lacio. Que sus ojos eran unos grisáceos azulados, de seguro, él debe ser su viva imagen.—comentaba, mientras que Eren asentía.

—Como tú eres la viva imagen de mamá. La forma de tus ojos, su color y tus gruesas cejas, son de ella.—opinó.—Pero, hay algo más allá en ti. Tú nariz, la forma de tus labios, son parecidos a los de tu hermana Frieda, incluso la estructura y color de tu cabello.—indicó, tocando mi coleta.—Te pareces a tu hermana Frieda. La viste cuanto me tocaste junto a Rod Reiss, ¿no es así?—me preguntó, por lo cual asentí.—Yo también la vi. He visto muchas cosas Adeline.—me tense, sintiendo negatividad en esas palabras que me abrumaron.

—Basta. Por favor.—le pedí, con mis ojos abiertos grandemente, sabía lo que estaba haciendo.

—No quiero que sufras. No quiero hacerte sufrir. Eres mi hermana.—musitaba, tan tranquilamente a mi lado, pero mi corazón palpitaba quebrante.—Y, ahora tendrás un bebé. Se que mamá estaría orgullosa.—expresó, y solo vi cómo restregó sus humedecidos ojos.—Quiero vivir para poder verlo crecer.—expresó, dejándome anonada.—El mundo es cruel, pero no hay nada más real que haya conocido que el amor de tu y Levi.—comentó. El mundo los volvió a unir como los separo, y es por eso que debes prometerme, que seguirás avanzando.—observe las estrellas, cada una de ellas.

—No puedo hacerlo sin ti, Eren.—interferí, negando, había toda una vida por delante, no imaginaba una en donde él, estuviera ausente.

—Adeline, te amo.—me dijo él, con ese tono tan suave y apagado, uno que me tenso la piel, tanto que no pude mirarlo a los ojos.—Gracias por ser mi hermana mayor.—murmuro, acercándose a mi y besando mi cabeza, para verlo levantarse de mi lado.

Debí haberlo seguido. Abrazado fuertemente y nunca soltarlo, pero no lo hice. Me quede sentada en ese banco, observando cómo él se iba lejos. Baje la cabeza, llevando las manos a mi rostro, sintiendo como mis ojos se humedecían, me escondí en mi misma, para dejar que las lágrimas se escurrieran. Desearía que todo fuera diferente. Aunque quisiera, no podía renunciar a Eren. No importaba que debiera lo incorrecto, antes que lo correcto, era el amor de mi hermano que me mantenía perseverante a su larga vida junto a todos nosotros. Y eso me hacía afirmarlo, no lo iba abandonar. Así que me mantuve cabizbaja, sollozando fuertemente, era el hecho de seguir avanzando que me aterraba. Me sobresalte, sintiendo ese tacto en mi espalda. Despeje las manos de mi rostro, mirando los grisáceos ojos que me miraron con detenimiento y asombro por mi repentino punto de quiebre. Él se sentó a mi lado, llevando su brazo por encima de mi hombro. Sentí como me aferró a él, abrazándome de lado y con bastante precaución. El atardecer se desvaneció en la noche, en cómo aún habían rastros de tonos rosados pálidos. Pero, las estrellas y la gran luna llena, estaba delante de nosotros.—Adeline.—me llamo Levi, mientras que me limpie las lágrimas y observe su gran expresión, esa en donde parecía estar analizando la situación, conocía sus facciones, cada una de ellas, aún parecía anonadado. Levi estaba procesando el gran hecho de que, nuestras vidas cambiarían por completo.

—Todo cambiará ahora, ¿no es así?—le pregunté, viéndole mirarme afirmativo, asintiendo.

—Y como estoy ansioso de que así sea.—me tense, viéndolo cabizbajo, y en cómo su mano acaricio con suavidad mi vientre.—Jamás había estado tan feliz, Adeline.—expresó, por lo cual mire al cielo sonriente y como las lágrimas se escurrían por lo que este hombre me hacía sentir.—Gracias.—murmuro, y solo solloce, sintiéndolo abrazarme por el costado, dejando su oído en el vientre, está iba ser la mejor aventura de mi vida, hasta que mi vida, tornaría gris por completo.

──

Próximo capítulo: Más allá del mar.
La legión de exploración se avecina a Hizuru, dispuestos a conocer el exterior de su isla, se aventurarán en lo desconocido.

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