𝐭𝐫𝐞𝐢𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐝𝐨𝐬

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La batalla del cielo y la tierra.

La ventisca se sentía fresca en esta altitud, mi cuerpo estaba inmóvil, retenido por los brazos de Adeline que me sostenían contra su cuerpo. Ella tenía su cabello amarrado en una coleta, de reojo podía mirarla por mi lado visual. Miraba con detenimiento aquel lugar, donde debía en alguna parte yacer el cuerpo de su hermano. Había tristeza en su mirada, estaba abrumado como aturdida. La valentía que había en ella, la admiraría hoy y el resto de mis días. Lo decidió, firmemente decidió algo de lo que no podíamos tener control y aunque sus ojos estuvieran humedecidos, ella me sujeto contra su cuerpo, dándome esperanza. Mirándola, note algo que no había notado hace mucho. Adeline ha cambiado, tanto físicamente como mentalmente, pero algo que no ha cambiado, son sus facciones tan perfectas. Quizás no era momento para examinarla, pero me era melancólico ver cómo aún estábamos aquí peleando, juntos. Ella me miró, sus ojos color avellana me miraron con detenimiento. De pasar a ser una niña que conocí, a la mujer más fuerte que he amado. Quería besarla en medio de este vuelo, aferrarla a mi cuerpo como mi regalo más puro de este mundo. En su mirada tan penetrante, me daba aún la fuerza para mantenerme consiente. Por ella, por esos chicos que aún estaban aquí, es que yo aún quería pelear.

—¡Gaby! ¿¡Que estás haciendo aquí!?—Reiner se cuestionó la presencia de esa niña, quien con su cabello amarrado, me daba un amargo recuero de Sasha, la misma a quien mato.

—¡¿Qué esperabas cuando nos dejaste atrás?! ¡Sabes que podemos pelear también!—articulo la niña, con suma valentía y determinación en ella.

—¡¡Annie!!—Reiner la llamo preocupado, esperando una respuesta justa de aquella joven, mientras que Leandra lo socorría.

—El barco Azumabito se hundió.—informó Annie, dejando a Mikasa desconcertada.—No pudo resistir la transformación de Falco. Ni siquiera estábamos seguro de que podía volar, pero Kiyomi estaba bien con ello, nos dejó ir.—expresaba, mirándonos.

—¡Es por eso que tenemos que detener el retumbar, hay que que devolverle su amabilidad!—exclamó Gaby, dejando impotente a Reiner, quien se inclinó, dirigiéndose a Falco personalmente, en unas palabras personales.

—Entonces, ¿como está Armin? No... ¿cómo está Pieck?—se preguntaba Annie, visualizando a Mikasa aún lado de ella.—¿Cual es su estado?—añadió.

—Armin ha sido capturado por los titanes. El titán que lo tomó debe estar por el coxis. Annie, ayúdanos.—pidió Mikasa, mirando detenidamente a la joven de azulados ojos.

—Tus amigos de la infancia les gusta ser secuestrados, ¿cierto?—se preguntó ella con sarcasmo, uno al que no accedí.—Por supuesto, lo traeré de vuelta.—afirmó ella, aliviando a Mikasa.

—¿¡Qué hay de Pieck!?—se cuestionaba Gaby, mirando a Annie con detenimiento.

—¡Ella está en el craneo!—informó Reiner.—Intentamos explotar la nuca, pero el titán martillo nos detuvo.—articulaba, dejando a Annie algo desconcertada por lo que expresó.—¡Colocamos explosivos alrededor de la nuca, pero no pudimos detonarla!—decía él, por lo cual me sostuve del ave para poder hacer que Adeline se pudiera sostener por sí misma.

—Ambas, haremos ambas cosas.—musité, llamando la atención de todos.—Un grupo rescatará a Armin, así podemos usar la explosión del titán colosal. Mientras que otro grupo irá tras Eren, y atacara la nuca al mismo tiempo. Nos separaremos en dos equipos y lo haremos simultáneamente.—detalle, viendo cómo Mikasa se giró para mirarme abrumada, al igual que una desconcertada Leandra quien yacía boquiabierta.

—Capitán...

—Ya no estamos en posición para preocuparnos por Eren.—le interrumpí a Mikasa, sabiendo que Adeline a mi lado se retorcía.—No, para empezar, nunca lo estuvimos.—articule fríamente.

—Pero...

—¡¿Pero?! ¡¿Pero qué?!—de una manera insensible Connie se dirigió a Mikasa, interrumpiéndola antes que denegara, porque inclusive Adeline apretaba sus puños para no desistir de su última decisión.—¡Hubiésemos muerto si no hubiera sido por este milagro volador!—esclarecía él, con impotencia.

—Cierto, sin haber hecho nada... —musitaba Jean, entre dientes mientras que Mikasa le llamó abatida en sus sentimientos tan agonizantes.

—Había mucho que quería decirle a ese idiota, pero... mierda, al menos conoció a Liam... —murmure, cabizbajo mientras que la ventisca golpeaba mi cabello, yo me giré para ver cómo Adeline miraba al cielo, con las lágrimas desbordándose por sus mejillas.

—¡Yo igual! ¡No quiero renunciar a Eren! ¡Pero por mi culpa el capitán Levi no puede pelear!—exclamaba Connie, con impotencia y culpa.—¡Además, nos enfrentamos al titán fundador! ¡¿De verdad que crees que somos capaces de hacerlo con calma?!—se preguntó él, mirando cómo Mikasa empezaba a denegarse.

—Mikasa, Adeline, lo siento. Tenemos que matar a Eren.—artículo Jean con dificultad, provocando que Mikasa abriera sus ojos grandemente, a diferencia de Adeline quien se inclinó, llevando sus brazos hasta el costado, se abrazaba a sí misma.

—Por favor... por favor... —la escuchaba entrecortadamente entre su desespero, por lo cual a la ves que Annie sujeto a Mikasa con fuerza, yo levante a Adeline con brusquedad, haciendo que me mirara detenidamente.

—¡Mikasa, solo concéntrate en salvar a Armin! ¡No debes pensar en nada más!—le pidió Annie.

—No puedo. Simplemente, no puedo.—Adeline desistía de su decisión, mirándome apenada con sus ojos humedecidos, por lo cual apreté su camiseta para atraerla a mi, verla denegando.

—Si puedes. Siempre has podido.—le decía con autoridad en mi voz, viéndola abatirse.—Dilo, dímelo otra vez, por favor. Necesito que me lo digas otra vez.—le pedí, uniendo mi frente con la suya, todos ellos nos miraban, miraban nuestro amor sobrepasar cualquier otro límite.

—Voy a renunciar a Eren.—artículo con dificultad, por lo cual bese fuertemente su mejilla, para sostenerla en un abrazo y evitar que los demás miraran como agonizaba de dolor.

—Cuando la cabeza de Eren salió volando... —Gaby se dirigió a nosotros, siendo llamando nuestra atención.—Yo le dispare a Eren con un rifle ante titán justo antes del toque al señor Zeke. Cuando lo hice, algo salto de la columna de Eren. Parecía un cien pies brillanté o algo así. Y se conectó a la cabeza de Eren.

—Que asco.—expresaba Annie y era la primera vez, que me sentía de acuerdo con ella.

—Ese es el titán fundador... no. Si esa es la verdadera naturaleza del poder de los titanes, la podríamos ver de nuevo si la decapitamos.—indicaba Gaby, mientras que pasando por aquella embajada, pude escuchar varios disparos.

—¿Aún siguen matándose?—se preguntó Jean, desconcertado por la sonora de disparos.

—¡Falco, cuidado con los misiles!—pidió Reiner, visualizando como varias flechas se avecinarían a nosotros.—¡Aquí vienen! ¡Ahora, acelera!—anuncio, por lo cual apreté el cuerpo de Adeline y Leandra contra el mío, protegiéndolas de ese movimiento tan abrupto.

—¡Vamos!—enuncio Jean, levantándose cuando llegamos nuevamente al área del fundador, en medio de esos huesos.

—¡Ustedes vayan ayudar a Armin! ¡Volveremos después para respaldar a Falco!—grito Gaby, viendo como Reiner también se levantaba, peleará con Jean y Leandra, los demás se encargarían de ir a la nuca, pero Adeline no se movía, ya no iba a pelear.

—¡Jean, Reiner, Leandra!—les llamó Mikasa, captando su atención, viendo como sus compañeros le miraron detenidamente.

—¡¡Por favor, no mueran por nosotros!!—pidió Connie, viéndoles marcharse sin poder escucharles decir lo mismo, solo desee suerte.

—Adeline, levántate.—le pidió Annie, mirándola seriamente, mientras que Adeline tan solo denegó.—Por favor, te necesitamos.—insistió.

—Necesito un momento, por favor.—musitó Adeline, respirando hondo mientras que la miré.

—Imperdonable, incluso está utilizando a Berthold como marioneta.—mascullaba Annie.

—¡Allí!—señalaba Mikasa hacia los huesos.—¡Ese mismo... el cerdo o lo que sea ese titán! ¡Por ahí! ¡Espera, allá!—decía, confundiendo a Annie.

—¡Mikasa, tomate esto en serio!—le pidió la rubia de azulados ojos, mientras que Mikasa se defendía, Adeline aún lado de mi se levantó.

—¡Allí, solo ese está huyendo!—indico Adeline a la ves que Connie señaló, pero desde aquí no podía ver.—¡No sé lo que es eso!—decían.

—¡Ve Falco! ¡Acorralemos a ese cerdo o lo que sea que sea! ¡Luego lo detendremos!—pidió Annie, por lo cual el titán mandíbula de aquel niño nuevamente se removió con brusquedad, haciéndonos sentir la ventisca fuertemente.—¡Traigamos de vuelta a Armin!—grito ella, lanzándose al vacío junto a Connie y Mikasa, haciéndome ver un destello de transformación, correspondiendo al titán hembra.

—Puedo cubrir con este rifle anti titán.—me indicó la mocosa aún lado, mientras que yo miraba cada uno de los huesos, desesperado.

—No matarás a ningún titán con eso.—dije fríamente, evadiendo la mirada de esa imprudente niña que aún estaba aquí.

¿Donde está Zeke? ¿Donde está Él? Aunque, incluso si lo encuentro, solo seré una carga. Mi pierna ha quedado inmóvil por la mordedura de aquel titán, por más que resista, me dolía moverla. Mierda, por alguna razón, la visualización de Erwin llegó hasta mi mente. Agobiándome con su mirada, a gritos me pedía que cumpliera mi promesa, y eso, me hacía agonizar lentamente en mi interior. Suspire, nunca falle ninguna de sus órdenes, ni una sola vez desde que le conocí. Aún así, por alguna razón su última orden es la única que no he podido cumplir. Sentí la ventisca, reflejando aquel día en donde me despedí de Erwin para siempre. Tal ves, nuestro rol termino ahí. Llevamos a esos mocosos al mar, si, ese fue el alcance de nuestro rol.—Díganme, cuando se entregaron, ¿fue para pisotear el corazón y la vida de los demás?—me preguntaba a mi mismo, aún sosteniéndome de esa ave, la cual nos mantenía en el aire, encima de aquel titán fundador. No, estoy seguro que cuando soñamos un mundo sin titanes, estoy seguro de que fue absurdamente un inocente mundo ideal. Porque si no lo fuera, no hubiera valido la pena lo que entregaron. Apreté mis dientes, sosteniéndome con más fuerza de esa ave. Viendo como todos esos chicos estaban peleando, peleando firmemente para salvar el mundo que les quitaron.

Porque, aun estábamos aquí, dandole sentido a sus muertes. Esos chicos estaban peleando a muerte con el único objetivo de recuperarlo todo, la paz, la esperanza que perdimos por el cruel mundo, la misma que nos la devolvía aquel joven, a quien estimo y decidí proteger con mi fuerza. Erwin, yo no te elegí, y no me arrepiento de eso. Con respecto a confiar el mundo a un chico con tu misma mirada. Por eso, ansiado estaba esperando el momento en que lo recuperáramos. Porque la humanidad necesitaba a alguien como él, la humanidad necesitaba la viva llama de Armin Arlert. Observe afligido entre los huesos, no había aún ventaja sobre nuestros enemigos. Aún lado de mi, nuevamente veía como la ventisca removía su coleta. Ella estaba boquiabierta, viendo como esos chicos que guiamos hasta aquí, peleaban por el mañana. No querían morir, no querían hacerlo. Y se que en el fondo, tampoco querían que Eren lo hiciera. Tanto como Adeline para los demás, era difícil tener que renunciar a él. Lo supe en su mirada tan abatida, en cómo ella lucía deprimida. Lamentaba el hecho de que ella tuviera que elegir entre el mundo y Eren, porque como ella, muchas veces lo escogimos a él por encima de nuestros compañeros caídos. Era el día del juicio final, y aunque las llamas ardieran, esperaba alcanzarlo con mis alas una última vez. Tengo esperanza de verlo, aunque así sea muerto.

—Pelearé.—la miré con detenimiento, viendo como amarraba su coleta aún más fuerte.—Me duele, no puedo mentir, me duele mucho, pero, soy fuerte.—mascullaba, mirándome.—Eren siempre me necesito, pero ahora, el mundo me necesita. Ya no quiero pelear, así que, renunció a mis sueños. Aunque sufra.—articulaba, por lo cual me acerqué a ella para aplastar mis labios con los suyos.

—Me enamore de ti, porque siempre creí que eras valiente. Pero ahora, me enamoro más de ti al saber que no solo eres valiente, eres fuerte.—le decía, distanciándome de sus labios humedecidos.—Adeline te amo. Te juro que jamás lo he hecho con nadie más, así que si hoy esta será nuestra última batalla, entonces que así sea.—le dije, sujetándome a ella.—Pero antes, debo matar a ese maldito mono.—le dije, pues entre todos, ese era mi mayor objetivo.

—¡¡Lamentó interrumpir este hermoso momento, pero ahí está el cerdo!!—esclareció Gaby, haciéndome girar para ver con detenimiento como ella apuntaba a la dirección donde estaba.—¡¡Le di!!—enuncio.

—¡¡Lo rescató, Annie lo atrapó!!—enmarco Adeline, mientras que la miré con detenimiento.

—¿Qué pasa? ¿Los titanes los están ayudando?—se preguntaba Gaby aún lado de nosotros.

—Eso parece... —musité, hasta que todo mi cuerpo se heló cuando un grito destello desde alguna parte de este mortal lugar de batalla.

—¡Oye, oye! ¡Por aquí!—con detenimiento observe aquel hombre sobresalir de los huesos, nos llamaba, era él, Zeke Jaeger estaba ahí.

—No puede ser.—articule, viéndole mirarme con detenimiento, mi cuerpo sentía escalofríos que me adormecían por completo cada extremidad.

—¡¡Querías encontrarme!! ¡¿O no, Levi?!—decía, dirigiéndose a mí en sus palabras desesperantes.—¡No puedo decir que quería lo mismo!—articulaba, estaba fragmentado con los huesos.

—Zeke... —lo llame en un suspiro, quedándome atónico mientras me levantaba del ave, toda la fuerza resurgió en mi, toda la que había perdido.

—¡¡Levi!!—me llamo Adeline en cuanto me impulsé del ave, aún con mi pierna torcida, aún con este desgaste, yo no podía fallar.

La ventisca era fresca, la misma que él debía estar disfrutando una última ves. Así que, lo hice. Apreté con fuerza las hojas que saqué de mis estuches, para impulsarme con mi gas justo cuando la nuca de Eren detonó con los explosivos, yo me fragmente por el vapor para verlo. Sus ojos me miraron, con desesperanza. Los mismos que me hizo ver cuando perdí a todos mis camaradas aquel día, cuando me obligué a pedirle a mi amigo que abandonara su sueño. Esa misma mirada de desesperanza que mi esposa colocó cuando vio morir a mi amiga, a nuestra amiga. Tú los mataste, pero hoy, tú te vas. Un solo roce, solo uno bastó para sentir el placer en mi interior cuando traspasaron su cuello, corte por completo su cabeza la cual desvanecería y nadie jamás hallaría. En este momento, el sentimiento que habitaba en mi interior era tan fuerte, que no podía estabilizar con lo que sucedía. Mi cuerpo se aferró a otro, abriendo mi mirada decaída, Leandra me sostenía, hasta que me tumbo bruscamente encima de aquella ave, donde todos se establecían. Levante la mirada, nadie podía sentir lo que sentía. El alivio recorrer en mi, era inmenso. La mirada de Adeline se dirigió a mi, ella me hablaba, creía que fui un imprudente mientras que Mikasa se sostenía de mi espalda, yo solo sentía el sabor de venganza establecerse en mi paladar.

No podían entenderlo. El sufrimiento que se hombre me hizo vivir, fue inmenso. Tan inmenso, que me había quitado el sueño, porque solo soñaba con el día en que pudiera cumplir mi promesa. Suspire aliviado, tan aliviado que me incliné, manteniéndome arrodillado. Ya mi espalda descansaba de ese peso, ya mis hombros no se sentían huecos por las piedras fragmentados un peso mayor con el que mi cuerpo no podía caminar. Mire al cielo, hoy, después de cuatro años de un vacío perpetuo, cumplí mi promesa. Erwin, ya puedes valer que tu sacrificio no fue en vano. Como también, pude sin duda sanar mi herida, aquella donde aguardaba a Grace con mucha melancolía. Chicos, después de tantos años, lo hice. Levante la vista, visualizando aquella fuerte detonación. Armin le hizo, lo había hecho, pero esa evaporación era muy perfecta para ser real. En aquel vuelo, bajábamos de altitud, mientras que Adeline no dejaba de mirar hacia la explosión, cómo Mikasa se mantenía inclinada sosteniendo su cabeza, Leandra seriamente miraba algún punto ajeno a ese. Todos de alguna manera, estábamos sufrimiento con nuestra guerra interior. La altitud bajo, hasta que pasamos por un montón de personas exhaladas por la brusquedad del ave que aterrizó, aterrizó por fin.

—¿Eren está muerto?—se preguntó Jean, mientras que mirábamos allá cómo los cientos de titanes colosales se detenían, se evaporaban.

—No puede ser, lo último que haya escuchado... —murmuraba Mikasa, mientras que Connie me sujetaba aún lado, Adeline bajo cabizbaja sosteniendo su codo entristecida y abatida.

—Al menos, los trajimos de vuelta a casa.—visualicé como Leandra observó aquellos chicos de esta nación correr hacia sus parientes, era conmovedor ver que estaban vivos, que estaban aquí.—Después de todo, los salvamos.—articulo.

—Tenemos remordimientos, pero sin duda, detuvimos el retumbar.—indicó Connie sosteniéndome, yo miraba con detenimiento como Adeline aún seguía cabizbaja, para así girarme junto a Connie y observar que más allá, Reiner yacía tirado en el suelo, mientras que Armin sobresalía del hueco que creó por la detonación.

—Adeline.—la llame, visualizando como ella lentamente se acercó a mi.—Quédate conmigo, mi amor.—le pedí, viendo como Connie dejó de sostenerme para que ella hiciera, la observe, su rostro está sudado y sus flequillos se pegaban ahí.

—Aún el cien pies sigue vivo... —musitó Adeline a mi lado, al igual que ella, los demás a nuestro alrededor se alborotaban por dicha presencia, pero el fuerte destello de luz que venía atrás del titán colosal, nos hizo perder la esperanza.

—Sabía que no morirías con eso, Eren.—murmuró Jean, observando cómo todos aquel gran esbelto titán colosal con un alargado cabello negro, era sin duda el titán fundador.

—Si, pero, ¿qué debemos hacer?—se preguntó Connie, mientras que levante la mirada para ver cómo Adeline brotaba suspiros, desesperada.

—¡Esto es malo, alejen a Eren de esa cosa brillante! ¡El retumbar podía reiniciar!—avisaba Gaby en un grito, quien yacía frente a sus padres.

—¡Es él! ¡Debemos matar al ciempiés!—gritaba Connie a mi lado, haciéndome chasquear la lengua por su escándalo tan imprevisto.

—Sobrevivió a la explosión, ¿como podemos matarlo? Debemos ir después.—expresaba, agotado, sosteniéndome de Adeline.—Eren, no terminará hasta que él muera.—articule.

—Si tan solo, me hubiera quedado en la ciudad subterránea, no tendría que haberme enamorado de él... —escuché a Leandra en un tono bajo, intente buscarla, pero un brote de humo empezó a sobresalir, haciéndonos toser.

—¡Viene de esa cosa brillante!—informaba Gaby, tapando su rostro, pero yo tan solo pensé en una cosa, un paralelismo de la situación con Zeke cuando destruyó al pueblo de Ragako. ¿Era posible que esto fuese igual?

—Está muerto, ¿no? Huele a titán muerto.—esbozaba Connie, mientras que me incliné aún lado de Adeline quien desconcertada olía.—¿No es lo mismo que en el pueblo Ragako?—me tense, él también lo había descifrado, me lamenté.

—¡Mikasa, Leandra, Pieck, Adeline! ¡Suban en Falco!—pedí, levantándome del suelo con mucha pesadez ante no poder culminar la lista de nombres, me retorcía, me estaba retorciendo.

—¿De qué habla?—me preguntó Pieck desconcertada, mientras que Mikasa y Leandra se acercaban a mi con la misma actitud, mierda.

—¡Ackerman y cambiante son excepciones! ¡Debes saber que hacer!—les gritaba fríamente ante verles heladas, ella me cuestionó, pero la evadí.—¡¡Corran, es una orden!!—volví a gritar fuertemente, viendo como Leandra apretó con fuerza a Pieck, para yo apretar la mano de Adeline, pero su detenido en seco, me hizo detener con brusquedad.—¡¡Adeline!!—la llame, viendo como quedó entre medio de Connie y Jean, sonriéndome con sus labios temblorosos.

—Pero Levi, yo solo soy una Jaeger.—esbozó, haciéndome tensar por completo.—Lo siento.—ella soltó mi mano, en una suavidad de la que no pude soportar cuando Leandra me apretó con una brutal fuerza de la que no pude escapar.

Observe sus ojos color avellana mirarme, aún en esta ave, me quede atónico y serio cuando vi cómo ella estrechó sus manos para ambos lados de Connie y Jean. Era egoísta, el hecho de tener que irme y dejarles ahí, era sumamente egoísta. Aquella mujer me sollozaba en el oído, desesperada por abandonar a su padre, mientras que Leandra clamaba los hombres de los que dejamos atrás, Mikasa se resistía en sostener mi camiseta para que no me cayera de aquel titán. Entonces, ¿significaba que este era el fin? Ella se quedó ahí, mirando como me iba de su lado. No la bese, no la abrace, ni siquiera la sostuve. Me resistía en expresar mis emociones, me resistía para no exclamar el agobio tan fuerte en mi garganta, pero es que, estaba aturdido por el hecho de haber dejado a la mujer que amo atrás. Entre el vapor y el grito del titán mandíbula, toda la bruma de vapor se volvió con escombros. Me quede sin suspiros cuando visualicé como Adeline trascendía como uno de ellos, era grande, era feroz y escalofriante. Me volteé, sintiendo la agonía de mi corazón dejarme sin aire, no podía respirar, no podía ser este nuestro cruel final. Ni siquiera estreche mi mano para detener a esa mujer, ella se lanzó para destellar su transformación en medio de la rabia y el dolor. Debía ser fuerte, aunque me estuviera muriendo. Esto no terminaría hasta que Eren muera.

—¡No puede ser, Adeline... —Mikasa sollozaba en medio de una tortura, aturdida por lo que sucedía, todo era intenso, agonizante y doloroso.

—¡Mikasa, Leandra! ¡Prepárense, somos los únicos que podemos matar a Eren!—les dije, pero ellas estaban anonadada, mucho más Mikasa.—¡Por favor Mikasa, somos la única esperanza!—le gritaba, viendo como sostenía su cabeza.

—¡Maldita sea, otra vez tengo que ver morir a mis compañeros!—grito Leandra en un fuerte sollozo que ahogo cada uno de mis suspiros, las lágrimas se desprendían impotente de sus ojos azulados, llegó a su punto de quiebre más alto.—¡Que irónico que seamos nosotros los que tengamos que detener a ese imbécil!—exclamo, sollozando.—¡No podré decirle que lo ame! ¡No podré despedirme! ¿¡Realmente tiene que acabar así!?—se preguntaba, agonizando en su dolor.

—¡¡Si!!—le grite, dirigiéndome a ella para sostener su camiseta con fuerza.—¡¡Nosotros somos fuertes, es por eso que estamos aquí!! ¡¡Somos los únicos capaces de acabar esto!! ¡¡Deja de llorar y salva al maldito mundo!!—le pedí entre medio de aquel grito, viendo como se quedaba helada por la exclamación de mi dolor.—¡¡Mikasa!!—la llame, viendo como abría su camiseta para sacar de allí aquella bufanda roja.

—Eren está en la boca, lo matare. ¡¡Ayúdenme!!—me pidió ella, visualizándonos, por lo cual con mi ojo humedecido, por tener a Adeline en mi mente; asentí.—¡¡Ven conmigo, Leandra!!—Mikasa se levantó en aquel pájaro, observando cómo Leandra limpiando sus lágrimas denegó.

—No lo haré.—afirmó, dejando a Mikasa desconcertada.—Está historia empezó con Eren y contigo, así que, tú la vas a terminar.—expresó, levantándose a la ves que yo para sostener sus lanza relámpagos y ver cómo Mikasa agradecida asentía, viéndola con detenimiento.—¡¡Ahora!!—exclamó Leandra, visualizando cómo Armin detenía al titán colosal de Eren, era nuestra única oportunidad, la última que teníamos.

—¡¡Hagámoslo juntos!!—exclame, levantándome en el aire junto a ellas.—¡¡Hazlo ahora, Mikasa!!—le pedí, en medio de la esperanza cuando utilice mi última fuerza junto a Leandra para destrozar la abertura de la boca de Eren, ella se adentro.

—¡¡Levi!!—me llamo Leandra cuando mi cuerpo desvaneció en el vacío, porque, todo se deterioró en un leve segundo, absolutamente todo.

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