𝐯𝐞𝐢𝐧𝐭𝐢𝐨𝐜𝐡𝐨

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Pelear a muerte.

Reabrí mi ojo con pesadez. Mi párpado pesaba, me era inevitable mantener mi ojo abierto por rato. Parpadeé varias veces, mi trasfondo derecho estaba oscuro, aún no me acostumbraba. Ese maldito, me había dejado ciego de un ojo. Suspire, observando el cielo a través de las ramas que se removían. El amanecer estaba llegando, pero este era diferente a cualquier otro que haya vivido. Quería levantarme, pero me mantuve acostado. Intente observar a mi alrededor, pero en este estado, me fui imposible. Había un gran silencio, lo que me hacía deducir que todos estaban durmiendo realmente. Intente girar mi cabeza cuando sentí como apretaron mi camiseta manga larga con fuerza. Solamente pude observar cómo Adeline me intentaba aferrar a su cuerpo. Ella tenía sus ojos cerrados, aunque estaba frunciendo su ceño. Su cuerpo se removía, como también su cabeza. Una pesadilla debía estar acorralándola en ese profundo sueño, no me quedó más que apretarla contra mi cuerpo con la fuerza que me restaba. Lo que más me asombro, fue el hecho de ver cómo de sus ojos aún cerrados salían lágrimas. Me sobresalte, recordando ese amargo día donde creí haber perdido parte de mi vida en un momento, un solo momento. Mire con detenimiento como aquella lágrima manchó mi camiseta, hasta que sus ojos se abrieron, mostrándome sus ojos color avellana.

Ella no me miró, se quedó postrada a mi lado sin percatarse que la miraba. Sus ojos aún yacían soñolientos, veía la pesadez en ellos. Durante toda nuestra vida, hemos visto y conocido a la muerte como una vieja amiga, pero ahora, parecía ser que escapara de nosotros como presagio de nuestras decisiones. De ser una gran élite, pasamos a esto. La mayoría de nuestros camaradas estaban muertos, creyeron creer que la esperanza estaba en nuestras manos, pero, ahora que Eren ha seguido avanzando, ¿sigue siendo la esperanza? No quiero aceptar un genocidio en masa. Me denegaba a que fuese así, aunque a esta altura, ya no me importaban las decisiones de los demás, lo único que quería era apretar la mano de Adeline y volver, quería por primera vez mirar atrás y abandonarlo todo. ¿Pero de que valdría? Ser un cobarde jamás fue una opción en lo que ha sido de una larga vida. Desistir y abandonar a estos niños que guiamos al mundo exterior, tampoco lo era. Ellos creían en nosotros, por eso estaban aquí, tenían la esperanza de que aún los cogiéramos por la mano y les hiciéramos creer que había esperanza. Fuimos nosotros los que vendimos ese sueño. Ahora, habían despertado y no sabían cómo recuperarlo. Porque como yo, también creí en un sueño idealizado con un mundo sin titanes. Solo quedábamos no arrepentirnos de nuestras próximas decisiones.

-Hay mucho silencio, ¿no es así?... -me preguntó Adeline en un tono bajo, recostada a mi lado, por lo cual vagamente asentí.

-Disfrútalo, durará hasta que esos idiotas despierte.-comente en el mismo tono.-Siguen siendo unos inmaduros, no importa que tan altos sean, sus neuronas siguen pequeñas.-añadí, bufando por el terrible escándalo que provocaron anoche.-No los soporto.-articule.

-Mientes.-expresó ella, levantándose de mi lado, estiró sus brazos, mirando alrededor.-Aún así, se siente vacío.-añadió, haciéndome cuestionarme las ausencias que no pudimos evitar, si Eren estuviese aquí, si tan solo no tuviera que ser así, no se sentiría ese vacío, mucho menos el de Sasha, quien hubiese estado sentada aún lado de Grace.-Parece ser que, ellos eran parte de todo.-artículo entristecida.

-Adeline.-la llame, viendo como amarraba su cabello en una alta coleta, aún había rastro de ese color claro en ella, hacía resaltar sus ojos color avellana.-No pude dormir esperando una respuesta de tu parte, necesito saberlo.-me dirigí a ella, con mi tono frío y hostil, viendo como me miraba detenidamente, ella suspiro mirando al cielo.

-Soñé con el día en que mi madre murió. Es irónico que recuerde ese día en este momento, pero aún sigo viendo el sufrimiento de Eren que nadie vio. Me preguntó, ¿debo salvar al mundo que sello el destino aquel día?-se preguntó, fríamente, la ventisca removió su coleta.-Si, desde ese día el destino se selló. Fue el mundo quien lo puso en esa posición y aún así, queremos protegerlo porque somos humanos, y nacimos en el, en el cruel mundo.-me levante, quedando frente a frente con ella, lleve mi mano a su cuello para acercarla a mi, su respiración chocó con la mía y cerró sus ojos apenada para no mirarme.

-Nuestro destino se selló cuando nos conocimos. Y ahora, no podemos permitir que nuestro hijo crezca en el mismo mundo que nosotros. Salvaremos el mundo, aunque tengamos que renunciar a Eren. Mírame y dime que lo entiendes.-le pedí, siendo frío, pero era la única manera de hacer caer a Adeline en tierra firme.

-Despierta, es hora de irnos.-giré mi mirada, observando cómo Jean estaba inclinado delante de aquella niña a quien removía con suavidad, los demás también empezaban a levantarse.

-¿Vas ayudarnos?-le preguntó aquella impulsiva mocosa, quien por alguna razón, me recordaba a Eren cuando lo conocí siendo un niño.

-Si, por supuesto.-afirmó Jean, levantándose del suelo para dirigirse al colchón donde dormía Reiner Braun.-¡Oye, ¿hasta cuando vas a dormir?!-vi como sujeto a Reiner por la camiseta, levantándolo del colchón, esa acción me dio tanta satisfacción, que quería sonreír.-¡Ya debes estar curado!-articulo.

-Capitán Levi, ¿necesitas ayuda para levantarte?-alce mi mirada, observando cómo Connie me miraba con un semblante decaído.-¡No estoy diciendo que no pueda, solo quiero ayudar porque usted es...! Es muy importante para nosotros.-expresó apenado, bajando su cabeza y aunque me avergonzara, estreche mi mano.

-Ayúdame mocoso.-le pedí, viendo como este sonrió ampliamente, por lo cual fue la primera ves en que actuó de manera insensata cuando me sostuvo para socorrerme.-Y que alguien traiga mi colchón, o, o estaré muy molesto.-expresé.

-Parece ser que alguien está más mandón.-por mi lado, una fulminante Hange me miró, dirigiéndose hacia el colchón donde dormir, viendo como Adeline doblaba las sábanas y se las pasaba; Connie me sujetaba aún lado de la carreta.

-Ya está, mocoso. Puedo resistir.-le indique, viéndole asentir, mientras que aún así, él se quedó a mi lado.-Gracias.-agradecí, llevando mi mano hasta su hombro, mi brusco movimiento le peso, pues se removió quejándose.-Oye, oye, levanta las sábanas, si tocan el suelo pegándose a la suciedad, voy a romperte los espejuelos.-me dirigí a Hange, viendo como rodeaba su ojo con molestia, pasando por mi lado para acomodar el colchón dentro de la carreta.-Oye cuatro ojos.-la llame, viendo como me miró.-Gracias por cuidarme.-le indique, se sorprendió por mi sutil voz.

-No fue nada Levi, después de todo somos camaradas, ¿no?-me preguntó, acomodando las sábanas aún lado del colchón, para yo subirme a la carreta.-Además, Liam debe saber quien fue su tía Hange, y como cuido a su papá del horrible titán bestia.-decía ella, sonriente.

-Oye, oye, eso no fue así.-le interrumpía, ella sonrió, viendo como me sentaba en la carreta.-Pero si, le diremos quien fue su extraña tía cuatro ojos.-musité, continuó sonriendo, parecía agradecida.

-Hange, muchas gracias.-visualicé a Adeline pasar aún lado de ella, le sonrió en su intento de verse que estaba bien.-Por cuidarlo.-esclareció, por lo cual Hange colocó las manos en sus caderas y denegó, su ego resaltaba en sus acciones, por lo cual bufé.

-Si, estamos agradecidos que ambos estén bien.-observe cómo Armin se asomó en la carreta, mirándome con detenimiento, su mirada me reflejó el rostro de Grace, tanto que un escalofrío me recorrió.-Sin el capitán Levi, no seríamos la mitad de lo que hoy somos.-artículo, por lo cual conmovido continué mirándole, mi única muestra de afecto fue estrechar mi mano.-¿Capitán?-me miró extrañado, cerré mi puño esperando que él pudiera chocarlo con el mío; Adeline sentada a mi lado, nos observó, hasta que Armin chocó su mano con la mía.

-Te dire algo que nunca he tenido el valor de decirte.-él me miró, sus ojos se abrían grandemente, mostrándome el azulejo en su mirada.-No me arrepiento de haberte escogido, Armin.-expresé, él soltó un suspiro, y sin duda se había quedado sin palabras, pero realmente no esperaba nada a cambio, solo quería que lo supiera.

Me recosté, arropándome con esas sábanas para ocultarme del sol que se apegaría a mi piel. Aún despierto, visualizaba como los demás parecían moverse alrededor, a excepción de Adeline. Ella se mantuvo cabizbaja, jamás la había visto tan abatida y debía admitirlo, me ardía el corazón verla de esa manera. Porque aunque fuera inexpresivo, y también inaccesible para los demás en descifrar mis sentimientos, yo era sumamente sensible. Más de lo que todos podrían creerlo. La carreta se removía, tambaleaba por el suelo, pero me mantuve recostado. La ventisca era escasa, y el sol estaba en todo su poderío, pero descansaba. Prefería que fuese así, porque sé que llegaría el momento en que debería luchar, llegará hoy o más tarde, lo tendría que hacer por el bien de los demás, porque ellos aún me necesitaban, más que nada. Sabía que Adeline aún estaba a mi lado, suponía que ese sentimiento en lo profundo de su ser también la comenzaba abrumar. Pero, era ese mismo sentimiento que aún nos teníamos aquí, el hecho de que fuéramos padres de un niño varón a quien debíamos salvarle de un frío destino, nos mantenía respirando. Con la poca ventisca, mis músculos se relajaban. Pensaba e imaginaba que él debía estar en algún porche, observando las nubes mientras escarba con algunos juguetes.

Desde que nació, Liam sin duda era el reflejo de mi clan Ackerman. Él era un bebé bastante callado, hasta en sus momentos donde la necesidades lo agobiaban. Cuando lloraba, era porque lo más probable sentía nuestra ausencia y debía ser así en donde estuviera en este momento, pero imaginarlo de esa manera, me deprimiría lo suficiente como para desistir de mi camino. Extrañaba su calidez tan única y genuina, donde sus pequeñas manos rodeaban mi cuello buscando la seguridad, aunque al final del día, Liam prefería el calor de su madre, yo disfrutaba verlo de manera melancólica, porque sin duda, el calor de una madre era lo más puro que podíamos tener. Era por eso que, una parte de mi, podía entender el vacío de Eren. Y quizás, mi mayor anhelo y deseo es que si me quedase con fuerzas para pelear, que Adeline volviera para seguir dándole esa calidez a Liam. Quien con sus grisáceos ojos la buscaba cuando la veía, la amaba como una gran luz brillante para él. Por eso cuando nació, le prometí jamás apartarlo de su madre, como él mundo me apartó de la mía. Abrí mi ojo, suspirando gruesamente. Viendo a Adeline cabizbaja, pensaba en que ahora dentro de algún momento habitaría otra criatura rondando en nuestra vida, me hacía sentir una energía indescriptible. La única manera de que pudiera visualizar eso, era resistir y mantenerme con vida hasta el final.

-Así que, ¿la hermana de Eren Jaeger?-escuché la voz de aquel hombre, Theo Magath se dirigía cortantemente a Adeline, quien levantó la cabeza para mirarle.-Imagino que es difícil estar aquí, sabiendo que la única intención de esta alianza es la detención de tu hermano. ¿O me equivoco?-le preguntó.

-Aunque suene irreal, ya estoy familiarizada con tener que estar en esta posición, Theo Magath.-respondió ella, sentada a mi lado.-Siempre me cuestione, "¿por qué no fui yo la que aquel titán devoró?" Me hacía esa pregunta una y otra vez. Pero, fue mi madre la que debió ser devorada, para que yo estuviera hoy aquí. Después de tantos años, he entendido el propósito de mi vida.-esclareció, fríamente.

-No lo había visto de esa manera.-expresó él, no podía verlo, pero debía estar sentado en el banco donde Adeline si podía observarle.

-Porque jamás han querido ponerse en nuestros zapatos. Pero, ahora que lo ves así, ¿puedes entenderlo, general Magath?-le preguntó ella, escuché un suspiro escaparse de él, pero no respondió.

-¿Realmente podemos confiar en los Azumabito?-se preguntó él, desviando el tema.

-¿Tenemos otra opción?-le preguntó Hange, mientras que la carreta empezó a disminuir su velocidad, podía sentirlo aún recostado en este colchón.

-El titán carreta.-informó Connie, con un tono preocupante.

-Alto. Parece que sucede algo.-pidió el general Magath, por lo cual sentí como la carreta en si dejo de moverse, con dificultad intente levantarme, viendo como Adeline me ayudó.

-¡El puerto, los Jaegeristas lo han tomado! ¡Llegaron antes por la máquina de vapor!-la voz de aquella mujer se escuchaba desesperante, Pieck nos hablaba, aún sobresaliendo de su titán.-¡Están preparados para la batalla, el lugar está lleno de soldados con el equipo anti titanes! ¡Descubrieron que tendremos el retumbar, y quieren detenernos antes de que lo hagamos!-expreso, dejándonos atónicos.

-General, ¿que sugiere?-Hange le miró con detenimiento, viendo como él analizaba la situación.

-Hange, ese muelle sería nuestro último recurso para poder alcanzar el retumbar. Supongo que no nos queda más remedio que pelear, si así es como se nos presentan los Jaegeristas.-respondió él, no tarde en bufar, sarcásticamente.

-Con todo respeto, no creo que nos estén esperando con tazas de té. Las cuales gustosamente aceptaría.-musité, viendo como me miró con una vaga expresión.

-Es mejor que nos pausemos, observemos el perímetro, con eso, podemos establecer un plan. Además, les daremos ventajas a los chicos en prepararse, a excepción de Falco, Gaby y el capitán Levi Ackerman.-esclareció, levantándose de la carreta junto a Hange.

-Bien, me parece lo más lógico posible. ¡Prepárense!-pidió ella, ambos se bajaron de la carreta, por lo cual observe a Adeline mirar a la nada.

-Adeline.-la llame, viendo como giró su mirada, observándome con detenimiento.-Debes prepararte.-le pedí, por lo cual ella cabizbaja recogía sus equipos, estaban aún lado en esta misma carreta, vagamente se ponía las correas.-¿Qué pasa?-le pregunté.

-Me quedaré contigo.-artículo, sujetándose las correas fuertemente contra sus cadenas, incluso se colocaba las coderas, me abastecí en responder para ver su rostro decaído; estaba exhausta.

-Usaremos el poder de nuestros titanes y sus armas para pelear contra ellos. ¿Está bien?-levante la mirada, observando aquella incrédula joven de azulados ojos y cabello rubio suelto.

-Espera... un momento.-le pidió Connie, mirando a Annie seriamente.

-Si atacamos el muelle indiscriminadamente, los Azumbito se verán envueltos.-musitó Mikasa, con un tono suave y sereno.

-Annie, si los Azumbito mueren, tendremos un problema. ¿Estoy en lo cierto?-se preguntó Pieck, estando frente a ellos en su forma de titán, ella se dirigió a Onyankopon quien se mantenía sentado aún lado de Yelena.

-Estás en lo cierto. Aún así, podría encontrar un modo para pilotear la nave por mi mismo. Pero sin los trabajadores de los Azumbito, sería solo barcos sin alas. Los aviones están hechos de tal modo que las alas están dobladas, para tener tracción sobre el mar. No volarán mágicamente si solo desplegamos las alas. De acuerdo a cómo funcionan se necesitan llevarlo al hangar, y hacer unos chequeos que requeriría a esos trabajadores.-detalló él, mirándoles.

-¿Cuánto tomará eso?-preguntó Reiner, manteniendo contacto visual con él, la mayoría estaban preparándose.

-No sé, depende los Azumabito.-le respondió Onyankopon, cruzado de brazos con bastante tranquilidad.

-Ya veo... necesitamos ganar tiempo para preparar las naves mientras las protegemos, y a los Azumbito. Encima, no queremos dañar a los Jaegeristas que nos atacaran. ¿Es lo que intentan decir?-les preguntó Annie, quien observó a la carreta en cuanto vio a Adeline levantarse.

-No queremos lastimarlos, estuvimos juntos cuando éramos reclutas.-infirió Jean, hablando sin duda por todos ellos, porque para mi excepción, no me molestaba en lo absoluto mancharme las manos de sangre.

-Aquí vienen. Otra vez harán un escándalo.-masculle, viendo la vaga expresión de Annie Leonhart en su semblante.

-¿Qué van hacer entonces?-pregunto ella.-Solo dime... ¿como ganaran tiempo necesario para prepararnos mientras evitan dañar a un enemigo que nos atacara, todo mientras protegen las naves y a los Azumbito?-esclarecía, haciendo una pausa para observar con detenimiento a Armin.-Dime Armin. Tal como esa vez que me perseguiste , dime tú plan.-pidió, fríamente, ganándose el silencio de su parte.

-No tenemos un plan. A menos que hagamos uno ahora, o lo arruinamos y perdemos las naves.-comentaba Pieck, mirándolos a todos.

-¡Esperen! ¡¿Estamos aquí para salvar gente! ¡Pero porque lo primero que haremos será una matanza de todos aquellos en la Isla?! ¿¡Por qué debe ser o así?!-se preguntaba Connie, anonadado por lo que decían.

-Si... ustedes no están obligados a hacer esto en primer lugar, y tener que tomar una decisión así. Si hubieran sido ustedes, ese día no habrían decidido romper el muro a diferencia de nosotros.-expresó Annie, serenamente.

-Para ustedes cuatro... o cinco, esta bien si no lo hacen.-indicó Reiner.-Vean junto a Gaby y Falco en un lugar seguro. Si los Jeageristas los encuentran, serán forzados a tomar una decisión que no quieren. Como sea... no interfieran.-comentó él, hasta que visualicé cómo de la montadura de arena, Theo Magath y Hange se deslizaban, bajando hasta ellos.

-No tengo intenciones de ser un espectador. Los Jaegeristas ya han matado a cuatro de nosotros, y más importante aún, ya no hay más tiempo para la humanidad. Vi a muchos titanes caminando mientras dejaban vapor detrás de sí por sobre el mar. Esos titanes ya han llegado al continente Marley.-indicó Hange, dejando atónicos a los chicos.-Basada a su velocidad tal vez ya aniquilaron una ciudad en el noreste de Marley que está cerca de aquí. No creí que pudieran atravesar el mar así de rápido, de ese modo, llegarán en un parpadeo. Me preguntó cuánta gente ha muerto.-se cuestionó Hange, pero tan solo observe cómo Magath se giraba, tirando bruscamente a Yelena al suelo, tapando su boca mientras que llevó su pierna a su brazo izquierdo, rompiéndole un hueso, sonó tan repugnante que lo disfruté.

-¡Dinos donde está Eren Jeager! ¡O seguiré rompiendo cada articulación de tu brazo!-la alta mujer se retorcía, las gotas de sudor bajaban por su frente mezclándose con sus gritos ahogados.-No tengas miedo. No te matare.-él la soltó ante el quejido de Hange, observando el llanto desprenderse por el dolor en su brazo, el cual estaba disfrutando.

-Que alivio... -expresó Yelena, temblorosa, observándolo con detenimiento.-Cambie de opinión, no quiero morir hasta ver dónde llega esto. Si me llevas contigo, te diré dónde está.-dijo ella, era insensata, un maldito estorbo.

-Primero debemos asegurarnos del bote volador.-comentó Hange, intentando de distanciarle, hasta que él levantó la vista para observar aquella niña de cabello castaño mirarle asustada.

-Connie, Armin, Mikasa, Jean, Leandra, quiero disculparme con ustedes, estábamos equivocados.-él observó a los chicos con detenimiento, hablándoles de una manera suave.-Hablar tan imprudente de justicia estando aquí y yo aun así trate escandalosamente de probar que teníamos razón. Porque tenía miedo de verme a mi mismo, como un despreciable Marleyano. Ustedes no tienen la culpa.-expresó, apenado.-Pieck, Annie, Reiner, no hay razón para que se agobien con el odio del mundo. Pero, tenemos la responsabilidad de asegurarnos que las futuras generaciones sepan sobre esta historia tonta y manchada de sangre. Eren Jaeger intenta destruir el mundo, no puedo permitirlo, eso es imperdonable. Si seguimos ignorando nuestro tonto comportamiento, este infierno nunca terminará.-levantó su mirada, observando a la firma mujer parada aún lado de mi.-Puedo decirte ahora, que realmente no entiendo tu posición, pero es valiente de tu parte escoger al mundo antes que la familia. Así que por favor, solo por ahora, ignoren mis malas acciones.-pidió, doblegándose delante de los chicos, mientras que Adeline se tenso.

-Me niego.-murmuró Adeline, mirándole con detenimiento y valentía.-Lo has dicho, tenemos la responsabilidad de asegurarnos que las próximas generaciones sepan sobre esta tonta historia. Quiero que mi hijo sepa, que decidimos salvar al mundo, antes de destruirlo con la intención de hacerlo un lugar menos cruel.-decía ella, firmemente.-He visto morir personas a mi alrededor con una gran frecuencia. Hoy, decidí que ya no quiero perder a nadie más. Es por eso que, yo protegeré esta alianza, aunque tenga que mancharme las manos.-musitó, respirando hondo, dejando atónicos a los demás.

-Nosotros, también nos ensuciaremos las manos.-expresó Armin, mirando detenidamente a Adeline, por lo cual ella aliviada asintió.-Por el bien del mundo, por el bien de las próximas generaciones, lo haremos.-añadió Armin, por lo cual conmovido ante sus palabras, me detuve en ver cómo Hange bajaba la cabeza.

-Me apena, me apena realmente tener que volver a ponerlos en esta situación tan difícil como la ideología de salvar al mundo. No saben cuanto lamento que hayan tenido que tomar esta decisión tan abrupta.-musitaba ella, cabizbaja.-Quiero decirles que, estoy dispuesta a sacrificar mi vida por ustedes si es necesario. Porque he sido yo quien hoy, los ha guiado hasta aquí.-expresaba ella, levantando la cabeza para luego girarse y mirarme, un escalofrío me recorrió, otra vez ese mal presentimiento cuando una sonrisa se esbozó.-Levi, tú no podrás luchar. ¿Lo entiendes?-me preguntó, con una neutral mirada, mientras que la miraba fijo y atónico.

-Oye cuatro ojos, pregúntale a la barbuda de allá lo mucho que le debió haber dolido esa articulación rota.-musité fríamente, viendo como Hange me miró con su ojo abiertamente, mientras que Yelena era socorrida por Onyankopon.-No lucharé, no ahora. Pero, los observaré. Creo en ustedes y en su determinación. Se que pueden salvar al mundo.-expresé, mirando a todos esos chicos con vagues, viéndoles asentir.-Oye, Adeline.-la llame, viendo como ella se inclinaba, para llegar a mi.

-Por favor, no dejes que nadie más muera.-le pedí, viéndola fijamente a sus ojos color avellana, era un peso que no quería someterle, pero raramente sentía un gran peso en mi pecho.-Por favor... -le murmure, para llevar mi mano a su cuello y chocar mi frente con la suya, hasta que rozó delicadamente sus labios por los míos envueltos en el vendaje, asintiéndome en medio de un suspiro.

──

Próximo capítulo: Los demonios.
La alianza se dirige al campo de batalla para encontrarse cara a cara con los Jaegeristas.

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