𝐭𝐫𝐞𝐢𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐮𝐧𝐨

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

────────────────────────
Se valiente; parte uno.
Eren Jaeger.
────────────────────────
Año 850
Muro Ovrud.
────────────────────────

Recibía la brisa cálida que me hacía sentir el cuerpo caluroso. El día soleado se añadía a la temperatura pegajosa que me hacía malhumorar en medio del muro donde yacía parado, viendo la monstruosidad de aquel titán acercarse a rastras. Habíamos llegado primero que él, luego de que utilizara la nueva habilidad de coraza que adquirí en las tierras del mismo hombre que portaba el titán anormal que veía desde aquí con recelo. Respire hondo, girando mi mirada para ver cómo los soldados recorrían el muro en busca de contraatacar. Entre ellos podía ver a mis compañeros más cercanos, los mismos que se establecieron conmigo en aquel infierno subterráneo. Por un momento me avergonzaba, pensar en cómo mis emociones decayeron en la desesperanza me avergonzaba tanto al nivel de no poder levantar la cabeza cuando me hablaban. La brisa removía mi cabello, no entendía la pesadez que había en mi. Me sentía abatido y lo único que había en mi mente era la fría imagen de mi padre aplastando los cuerpos de esos niños. Baje la cabeza, mirando mis zapatos, llevando mis manos hasta mis ojos para restregarlos. No quería ver esa imagen más.

—Eren.—me giré para ver a Gianna aún lado de mi, ella miraba al titán.

—Creo que no está funcionando.—le dije, notándola preocupada ante la desventaja.

—No, no es eso.—dijo ella, aún cabizbaja sin mirarme, se veía extraña y por un momento vi como ella miró algún punto, haciéndome girar para ver al capitán Levi establecerse aún lado de mi, lo cual hizo que ella mirara adelante.

—Y bien, ¿funcionó?—preguntó el comandante Erwin, estableciéndose aún lado de mí con los demás, veíamos el ataque de los cañones contra el titán anormal de Rod Reiss.

—¡¡Fuego!!—exclamaron unos soldados en la primera línea del suelo, lanzando más ataques cuando notaron como el titán aún se movía.

—Los cañones de tierra resultaron menos efectivos.—comentó el comandante Erwin.

—Naturalmente. Ni siquiera los de la muralla le dieron en la nuca, ¿qué esperabas?—le preguntó el capitán Levi en un tono lleno de sarcasmo.

—Tenemos una mezcla de soldados y cañones, y una organización sin liderazgo firme en una zona norteña. Los soldados de aquí no tienen experiencia en combate, pero es lo mejor que pudimos reunir en tan poco tiempo.—calificaba el comandante con detalle, mirando el ambiente.

—Si, lo se. Al fin y al cabo la estrategia de la legión de exploración vuelve hacer una apuesta, ¿no es así? Es la única idea que se te ocurre.—afirmó el capitán Levi, a quien mire de reojo, pues yacía aún lado de mi, pero más bajo.

—¡Erwin, mira lo que traje!—exclamó la sargento Hange, a quien me giré para ver con su mano vendada; nos alentaron a ir, pero a excepción de todos Gianna pareció inclinar su cabeza.

—¿Qué tienes?—le pregunté, acercándome a ella mientras que coloqué mi mano en su espalda baja, notando que algo le molestaba.

—Me duele la cabeza.—dijo, aún cabizbaja fruncía su ceño, se veía adolorida por eso.

—Oigan mocosos, andando. Los amoríos para después, a menos que quieran morir.—comentó el capitán Levi, viéndonos, pero aún así Gianna no se movió, me aislé pero la procuré.

—Es toda la pólvora, cuerdas y redes que conseguí, aunque nosotros tenemos que armarlo.—detallaba Hange, mientras que miraba de reojo a Gianna. —¡También esto, incluso hay otro del lado opuesto! El gatillo está está atado, así que cuando lo lancen rebotara igual que el equipo de maniobras tridimensional.—nos decía.

—¿Qué le ocurre?—se preguntó Armin aún lado de mi en un tono bajo, notando a Gianna lejos.

—Solo le duele la cabeza.—respondí en el mismo tono, pues el capitán Levi nos veía seriamente.

—¿Solo eso?—me preguntó Armin, haciéndome cuestionarme de inmediato, ¿qué más sería?

—Escuchen, ¡Levi, Sasha, Connie y Jean! Les encargo ese flanco.—ordenó Erwin, haciendo que los chicos asintieran rápidamente para acatar sus órdenes.—Ustedes, ayuden a armar lo demás.—nos pidió a los restantes, entre ellos me encontraba yo, por lo cual asentí sumiso.

—Gianna.—la llame acercándome a ella con una cuerda que recogí del suelo, los soldados se movilizaban con rapidez para trabajar.—¿Solo es eso?—pregunte, refiriéndome a su cabeza.

—Yo... —me miró y sus labios temblaron, como si quisiera decirme algo, pero bajo la cabeza rápidamente.—Olvídalo, solo es eso.—dijo para moverse, me quede mirando como se acercaba a los superiores, se veía sin energía.

—Hay que construirlo por favor, háganlo con mucho cuidado como si su vida dependiera de esto.—pedia Hange, levante la mirada cuando Mikasa me lanzó una cuerda, mirándome.

—Eren, ya la oíste.—comentó Mikasa, refiriéndose al llamado de Hange, bufé.

—Sargento Hange, ¿puedo hablar con usted?—oí a Gianna, quien se interpuso frente a Hange.

—A menos que sea algo para detener al titán, si no es así supongo que no puedo ayudar ahora.—respondió Hange, palmeando la espalda de Gianna para continuar caminando, ignorándola.

—Historia, supongo que Levi te lo dijo.—me incliné en el suelo para así por al comandante Erwin, mientras que Gianna bufo cayendo frente a mi, continué oyendo.—Cuando salvemos a esta gente te convertirás en la reina de las murallas.—dijo él, con mucha seguridad, haciéndome levantar la vista para ver a una tensa Historia.

Historia, sin duda te has vuelto muy fuerte. Siempre te considere una persona débil, en cambio, el débil soy yo. En algún momento de mi vida creí que era especial, por eso cuando un soldado moría por ayudarme lo veía como algo normal, lo mismo pensaba de mi poder como titán. Solía odiar a los titanes, pero cuando me convertí en uno, ni siquiera lo tome como un privilegio. Llegue a creer que toda esa fuerza era mía, pero solo los débiles piensan así. ¿Y ahora que sigue? Era lo único que me preguntaba estando arrodillado, mientras que envolvía las cuerdas. Aunque logre tapar el agujero de la muralla, ¿eso salvará a la humanidad? Después de todo yo no tengo nada especial. Levante la mirada, veía como Gianna se había acatado a las instrucciones y de una manera muy precavida trabaja todo. Se mantenía en silencio, su rostro estaba con un semblante inexpresivo, era como si ella no estuviera aquí, porque incluso sus azulados ojos se veían perdidos en lo que estaba haciendo. La miraba y me preguntaba miles de cosas por igual, ¿acaso la merecía? Esta chica, ella es terriblemente estupenda y no creía que era lo suficientemente valiente para estar con ella.

Era terrible para mi pensar en que Gianna no se quedaría conmigo. Ni siquiera entendía porque pensaba esto, como si temiera el perderla como a personas que he perdido. Como las que han muerto, como las que me han traicionado. Temía perderla y no poder recuperarla, porque una parte de mí estaba encajado en su ser por completo. Me enamore de Gianna, me enamore como un loco. ¿Eso estaba mal? No lo sabía. No se si estaba mal querer de esta manera, solo se que si luego de recuperar el muro María esto se acaba por completo, lo único que desearía es tener lo que crecí viendo en mis padres con Gianna, amor. Me sonroje cuando vi la brisa remover su cabello suelto, era tan hermosa como si la hubiesen pintado tan delicadamente con un pincel. Sus ojos eran el cielo que no se acaba, esta chica era el amor que me hacía vivir y saborear la libertad que no conocía. Suspire. Me levante del suelo mientras los demás continuaron trabajando. Armin me miró, pero lo evadí encaminándome al borde del muro para ver todas las casas establecidas allí. Me compadecía de la mala suerte que tenían los humanos.

—Ya que soy su única salvación.—musité, observando a esos tres niños jugar felizmente.—Oye.—llame a Armin.—Cuando veo a los niños de esta ciudad, me recuerdan a nosotros aquel día.—añadí, entristecido por la fuerte melancolía.

—Si, nadie se hubiera imaginado que hoy nos atacaría un titán más grande que las murallas. Verán lo mismo que vimos nosotros cuando éramos unos niños, pero lo que lo hace diferente es que ahora hay soldados dispuestos a enfrentarlo. Y esos soldados somos nosotros.—aclaró Armin, continuando con la organización de los barriles repletos de pólvora.

—¡Eso es, apílelos hasta el borde!—indicaba Hange, pasando por la línea donde estábamos, para así recordar la fría imagen de mi madre estando enterrada bajo los cimientos de nuestra casa; en aquel entonces no habían soldados que estaban dispuestos a salvar.

—Sargento, de verdad necesito hablar con usted.—nuevamente me levante, para ver a Gianna dirigirse hacia Hange, quien la miró.

—Gianna, estoy segura que podremos hablar luego.—musitó Hange, sosteniendo el hombro de Gianna, para verla a ella desanimada.

—Eren, sigue trabajando. No hay tiempo que perder.—me pidió Mikasa frente a mi, para hacerme ver mis manos y así golpearme a mi mismo con fuerza, tanta que la saliva salió.—¡Eren!—llamo Mikasa, pero hice caso nulo.

—¡¿Qué haces?!—se cuestionó Gianna, levantando sus manos cuando intentó retenerme y me golpee.—Eren.—me llamo, horrorizada.

—¡Alto, detente! ¿Qué te pasa?—se preguntó Armin preocupado cuando me vio golpearme bruscamente hasta que Mikasa me retuvo.—¿Te heriste? No te desesperes.—me pidió Armin llegando hasta a mi, para sentir la sangre salir por mi nariz.

—No.—respondí cabizbajo, viendo los zapatos de Gianna.—Le estaba dando una golpiza a un mocoso inútil, aunque preferiría haberlo matado.—masculle agitado, sintiendo a Mikasa sostenerme oí un quejido de su parte cuando una bocanada de aire se me escapó en el momento que Gianna golpeó mi estómago tan fuerte que me hizo caer arrodillado.

—¿Por qué carajos hiciste eso?—se cuestionó Mikasa, decayendo en el suelo conmigo para hacerme mirar como Gianna también se inclinaba.—Eren, ¿estás bien?—me preguntó.

—¿Morir?—me preguntó Gianna fríamente.—Después de todo, ¿quieres morir?—cuestiono.—No, no creo que quieras morir Eren.—afirmó.—Se valiente.—me pidió Gianna, estando frente a mi pude verla, aún destruida físicamente podía sostenerse de sí misma; era fuerte.

—Gianna, ¿tú crees que puedo ser valiente?—le pregunté, mirando detenidamente sus ojos.

—Idiota, ¿qué clase de persona soporta todo lo que has tenido que soportar?—me preguntó.—¿Qué clase de persona sigue andando si sabe que al final... —su voz se entrecortó, Gianna pareció caer en un estado de shock que no entendí cuando bajo su cabeza.—Eres muy valiente.—dijo, su tono de voz cambió, se oyó fría.

—No tenías que golpearlo.—comentó Mikasa fulminante , permaneciendo aún lado de mi.

—¿Tenía que pedir tu aprobación?—le preguntó Gianna, levantando una ceja con incomodidad.

—Oigan chicas, creo qué debemos preocuparnos por otra cosa en este momento.—dijo Armin, haciendo que me girara para ver como el titán anormal de Rod Reiss se encaraba a la muralla.

Abrí mis ojos grandemente cuando la brisa calurosa nos azoto de una manera brusca. Sentía el ardor en mi piel, la pegajosidad del calor arremeter contra nuestros cuerpos. Oía el bullicio de los soldados, incluso de los superiores estableciendo órdenes que iban contra el titán. Los cañones exhalaron sus golpes, continuamente le oí hasta que el muro tembló. Me lance encima de Gianna en cuanto Mikasa refugio a Armin, girándolo para que le diera la espalda a los escombros quebrados del muro. Levante la mirada, oyendo la agitada respiración de Gianna pude percatarme que estábamos a centímetros de la mano del titán. La levante, pegándola a mi pecho cuando el polvo continuó en el aire, continuo a los gritos de los soldados ante ver una imagen que disgustaba a cualquiera. El titán de Rod Reiss se levantó, la mitad de su cuerpo se había desgarrado, incluso su rostro. Sus órganos se veían, los mismos que decayeron en la muralla de una manera viscosa y asquerosa. La sangre rebotó contra la brea para ocasionar el pánico de las personas en el interior del muro.

—Eso es asqueroso.—comentó Gianna, llevando la mano a su boca, como si fuera a vomitar.

—¡Si te atreves a vomitar te lanzaré de la muralla!—le advirtió el capitán Levi, para ella parecer...

—Gianna, que asco, ¿te tragaste el vomito?—le preguntó Armin, sacudiendo los cimientos de suelo en su camiseta azul.

—Él realmente me iba lanzar de la muralla.—justificó ella, haciendo que Armin colocara un semblante de disgusto, mientras que reí para verlo arrastrar un balde de agua.—Quebró la muralla.—dijo Gianna, mirando junto a mia como la gente corría, para así ella sobresaltarse cuando Armin le lanzó una cubeta de agua que me salpicó.—¡Armin!—exclamó Gianna, tomándolo bruscamente por la camiseta.

—¡Lo siento, solo quería ayudar, supongo que no es tan agrio como el vomito!—justificó él, para así yo recoger un balde de agua, lanzándomelo en el cuerpo para refrescarme, riéndome de ellos.

—Imbécil, no tengo mi equipo de maniobras tridimensionales aún. ¿Tú ibas a saltar para buscarme?—le cuestiono Gianna, soltándolo de manera brusca, Armin quería reírse.—Con lo cobarde que eres lo dudaría mucho.—añadió.

—Oye, no hay que llegar tan lejos con las ofensas Gianna.—pidió Armin, rascando su nuca.

—Parece un pollo mojado.—comentó Mikasa aún lado de mi, con un semblante serio y frío.

—Oye Mikasa, ¿cuál es tu problema?—le pregunté en un tono neutral, pero Mikasa me evadió para lanzarse de igual manera el balde.

—Bien Eren, es tu turno.—indicó Armin, haciéndome calentar los músculos para asentir.

—Gianna, ve con los demás—pedí, ella no tardó en mirarme para asentir, Gianna no estaba en una condición física para continuar peleando.

—Oye, Armin.—le llame a mi amigo, quien se giró en seco mientras que Gianna y Mikasa continuaron encaminándose a sus posiciones.—Hay algo más que hará la diferencia.—dije.—Quizás no sea la mejor opción, pero la humanidad tiene un haz bajo la manga.—añadí, para morder fuertemente mi mano.

Los rayos del cielo fragmentaron en mis músculos, el poder que creía no merecer se estableció con rapidez en mi cuerpo hasta hacerme estallar de manera enorme. Los músculos se pegaron en mi mejilla, dándome la conciencia del titán que podría manipular. Los demás se preparaban, se alistaban para combatir para poder salvar esta parte del muro. La bengala roja sobresalió por los aires, dándome la señal de continuidad. Pude verlos, retuvieron el gancho en ambas manos del titán para lanzar los barriles repletos de pólvora que detonaron en sus dedos para hacerlo soltar el muro. El humo se esparció al igual que las llamas, el titán perdió el equilibrio y eso hizo que el comandante Erwin aclamara mi presencia para continuar el ataque. Emprendí mi corrida, conjunto a eso sostuve fuertemente la red repleta de pólvora que iría en la boca del titán para detonarlo por completo. Con eso, la nuca explotaría y tendrían que los demás atacar los fragmentos que queden para evitar una posible regeneración que nos haría haber actuado en vano. Tenía que ser valiente, tenía que tener esperanza y confiar en los demás como en mi mismo. Gruñí cuando abrió la boca, dándome la ventana de poder lanzarle la red.

La explosión detalló en mi rostro de manera fuerte, sentí el calentón atravesar las capas de pieles del titán que me protegían, para así ver cómo las partes de la nuca trascendían en el cielo. Sobresalí de mi titán, el vapor se refugió en mi, haciéndome cerrar los ojos por un momento, pero cuando los abrí pude verlo. Vi la esperanza pintada en el atardecer que perseguía a mis amigos. Ni una vez pude ser un espectador y presenciar como luchaban valientemente para hacer lo correcto. Todos, cada uno de ellos iba tras la carne del titán que se rasgó, la misma que podía regenerarme. No dudaban. Eran valientes, no tenían miedo y por eso estaban aquí. Los músculos de mi titán aún se retenían en mi, porque podía ver a las personas de este muro mirarme y señalarme con alegría, llenos de gratitud aplaudían. Sonreí. Era como Gianna había dicho, debía ser valiente. Tenía que creer en mi, porque la única manera de recuperar la libertad que nos pertenecía era avanzar. Aunque una parte de mi se heló al pensar en eso, pensar en la libertad a la que debía pelear. Puedo obtener la libertad, ¿pero a qué costó? Fue lo único que le pregunté, quedando aturdido.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro