❪𝗢𝟲❫ ; 𝘃𝗮𝗿𝗶𝗼𝘂𝘀 𝘁𝗵𝗼𝘂𝗴𝗵𝘁𝘀 𝗮𝗻𝗱 𝗺𝗮𝗻𝘆 𝗳𝗲𝗲𝗹𝗶𝗻𝗴.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

ARC ONE; DESTINY
*╔═══❖•ೋ°🌹°ೋ•❖═══╗*

CAPÍTULO SEIS;
VARIOS PENSAMIENTOS Y DISTINTOS SENTIMIENTOS
❛Constante cambio en pensar y sentir❜

┍━━━━╝✹╚━━━━┑

©Shanxlabyx
━━━━━━━━━━━


ABRIÓ SUS OJOS LIGERAMENTE EN CUANTO sintió como alguien movía levemente su hombro. Podía ver su entorno borroso mientras iba aclarando de a poco su vista, pestañeó un par de veces de manera confundida y desorientada de no saber en dónde se encontraba precisamente. Levantó de apoco su cabeza de la mesa teniendo varios cabellos pegados en la parte izquierda de su rostro al tenerlo recostado en aquella superficie.

Tenía sus ojos todavía medio cerrados como si siguiera durmiendo, incluso habían pequeñas burbujitas que explotaban a su alrededor tal cual en un manga cuando un personaje está somnoliento. Volteó ligeramente su cabeza de derecha a izquierda.

—¿Uhm? ¿qué día es?... —murmuró de manera arrastrada y sin sentido alguno como si hubiera dormido tal cual un oso en su cueva por días.

—Kiyoko-chan, ya terminó la clase.

Volteó a mirar confundida hacia la jovencita de su salón en cuanto habló. Finalmente pudo distinguir en dónde estaba; en su secundaria, aquello era claro por el aula de clases y los uniformes femeninos y masculinos que pudo ver en sus compañeros y compañeras. Justo ahora tenía enfrente a una que tenía el cabello anaranjado sostenido por un broche.

Volvió a parpadear un par de veces desconcertada hasta que sus ojos se abrieron abruptamente casi saliéndose de sus cuencas ante el shock que sintió ante aquella información impactante para ella. Miró nerviosa de un lado a otro con sus ojos rasgados y espantados viendo como efectivamente ya varios salían del aula y la maestra ya no se encontraba en el escritorio y eso que antes de recostar su cabeza un momento en el escritorio de su asiento todavía estaba allí, explicando algo referente a la clase.

Procesó un poco mejor la situación y casi sintió su alma salir por su boca lentamente y palidecer aún más de lo normal, con sus ojos blancos.

¡Se había quedado dormida en medio de una clase!.  Apenas podía recordar el buenas tardes de su maestra y como decía el tema que iban a llevar el día de hoy, pero de ahí en adelante no recuerda para nada que era lo que fue la clase por lo que tomando en cuenta eso significaba que desde el punto dónde no tiene recuerdo alguno se durmió. Dios, quería darse al menos unos cien millones de jalones a sus orejas por tremenda imprudencia que había hecho.

¿Ahora que haría? Se perdió una clase entera y para agregar era la última clase del día y casi siempre era cuando sucedía o decían algo sumamente importante. Debió de haber quedado mal ante la maestra, seguro sería un punto malo para ella quedarse dormida en clase. Pero ahora que lo piensa, apenas tiene recuerdos de las demás clases.

Palideció -si es que era posible, ya que por naturaleza era pálida- al pensar en que se había dormido varias veces en otras clases porque no por nada tenía era escasos y vagos recuerdos y conocimientos de las otras clases. Ni siquiera sabía que hicieron en deporte ese día ¡y eso que era una de sus materias preferidas!. ¿Será que hasta se durmió en medio de educación física?.

—Kiyoko-chan, ¿Kiyoko-chan?...

—A-ah, si... —rápidamente volvió a reaccionar un poco más en aquel mundo. Estaba temblando como un témpano de hielo y en sus ojos bajaban lágrimas tal cual cascadas y tenía una sonrisa temblorosa—. Gracias por decirme, agradezco tu aviso, Ayane-chan...

Su compañera asintió un poco confundida y con una pequeña sonrisa en sus labios. Se despidió con una reverencia para después irse dando un par de saltos hacia su grupo de amigos dejando a la pobre apellidada Kiyoko en el aula prácticamente sola ya que casi todos se habían ido. Bueno, técnicamente todos se habían ido y sólamente quedaba ella allí.

Con sus ojos sin brillo alguno y como un peso muerto dejó caer con brusquedad su cabeza contra el escritorio escuchándose perfectamente el estruendo que provocó pero ella no se quejó, si no comenzó a llorar de manera cómica debido a la forma en la que seguían bajando las lágrimas por sus mejillas y sus orbes rosas parecían dos manchas borrosas, brillosas y llorosas en sus ojos, se lamentaba hasta la médula el haberse quedado dormida en toda en esa clase y seguramente en las demás también.

Lo peor era que ya días atrás sentía que no había sucedido nada en su aula de clases; no recordaba nada de nada y eso que tenía buena memoria y lo que veía en clase se quedaba en su cabeza inmediatamente. Agregando que ya un par de veces una compañera o compañero la despertaba cuando acaba la clase y peor aún, que ya algunos profesores han sido los que la despiertan.

Se golpeó la frente algunas veces contra la mesa en frustración quejándose en un pequeño lamento mientras bañaba la madera del escritorio con sus lágrimas. Estaba quedando mal en la escuela, se dormía en clases varias veces y ya la han regañado. ¿Cómo es que ha llegado a suceder algo así?. Lloriqueó nuevamente dándose otro golpe en la frente.

—Oye, Mimi, deberías dejar de hacer eso. Tú mamá se preocupara nuevamente si llegas ahora con un chichón en la frente.

Levantó su cabeza confundida y con sus ojos todavía llorosos cuando escuchó aquella voz masculina llamar su atención. Miró hacia la entrada de su salón de manera confundida mientras que sorbía su nariz un poco para que no se le bajarán los mocos también y quedará como una llorona allí. Aunque de verdad quería llorar ahora.

Parpadeó un par de veces, apretando sus labios de forma temblorosa y tragando saliva mientras buscaba distinguirlo y no ser que estaba alucinando por las lágrimas. Aunque no fue así.

—¿S-shin'ichirō-kun?

—El mismo. —respondió él entrando con pasos calmados al aula y acercándose a ella, mantenía las manos en sus bolsillos. Sus orbes rosados lo observaron desde abajo viendo como le daba una sonrisa—. ¿Problemas en clase?

Nuevamente parpadeó ante su pregunta pero sinceramente lo que más le llamaba la atención ahora era que... estaba allí. Osea, no le molestaba sinceramente; Shin'ichirō era alguien bastante agradable, amigable y demás, que le caía bastante bien, de algún manera sentía que era como su hermano mayor y todo pero, era algo demasiado repentino que se apareciera en su secundaria.

También se preguntaba cómo rayos sabía que estudiaba allí y que aquel era su salón.

—S-shin'ichirō-kun... —dijo de manera algo dificultuosa debido al nudo en su garganta teniendo leves agitaciones e hipeos por el llanto. Lo miró súper perdida pero con ganas de llorar nuevamente—. ¿C-como... cómo estás aquí?... ¿por qué?... —dijo de forma pausada la menor de la manera más tranquila posible.

—¿Hmm? Pues estoy aquí por qué camine y recordé que por aquí era que estudiabas. —respondió mientras enumeraba con uno de sus dedos, levantando seguidamente otro—. Y ¿por qué?; Pues... Quería visitarte y ver que tal estás. —se encogió de hombros el chico jugando un poco con la cadena en su cuello para verla nuevamente. Con total confianza se sentó en una de las sillas vacías que habían, a su lado—. Al parecer bien no estás.

Se quedó mirándolo con una expresión tranquila y expectante en su rostro pestañeando unas dos veces seguidas mientras tenía su nariz un poco roja al igual que sus mejillas debido al llanto. Lo observó con atención notando que tenía su clásica camiseta blanca y pantalones negros; aunque por lo menos no tenía manchas de aceite. Aunque percibía un ligero olor de éste mismo.

Volvió a mirarlo al rostro con su mentón elevado ligeramente del escritorio. Poco a poco su expresión fue quebrándose; sus labios temblaron y el inferior fue saliendo hacia afuera en un puchero y sus ojos temblaron también mientras que comenzó a lagrimear de manera un poco exagerada -tomando en cuenta la razón por la que se encontraba sensible y sentimental, pero sabiendo cómo es de sensible era obvio que se colocaría así por esa pequeñez- y sollozó un poco.

—M-me dormí en clase. —chilló recostando el costado de su rostro en el escritorio con una mirada perdida en algún punto, teniendo cascadas de lágrimas en sus mejillas—. T-todo el día, todas las clases, c-con todos los profesores... Me va a ir m-mal en clases...

Shin'ichirō se quedó observándola en su lugar con sus ojos un poco más abiertos de lo normal ante su declaración de porque razón es que estaba llorando. Lo tomó ciertamente desprevenido, pensó que sería cosas de adolescentes, siendo hasta ahora dos que se le ocurrieron; tuvo un examen y salió fatal y la segunda, de la cual lo tomaría como vieja experiencia; alguien la rechazó sentimentalmente. No se esperó demasiado que fuera porque se durmió en clase.

La observó varios segundos todavía con desconcierto y después suavizó su rostro de impresión con una pequeña sonrisa en sus labios observándola un poco vacilante pero a su vez comprensivo con ella. Con notar que era alguien sensible y se colocaba así por dormirse en clase, logrando pasarle a cualquiera, significaba que era alguien aplicada a clase y no le gustaba perderse nada. Bien, ahí pudo tachar que estaba frustrada más que nada.

Mientras tanto, en la puerta del salón se asomó ligeramente la cabeza de una chica de cabello negro -estudiante de allí- con curiosidad. —¿Quién es ese chico? Es muy lindo... —murmuró impresionada y a su vez confundida.

Seguidamente una rubia también se asomó con el mismo interés que su contraria, estando en una posición más baja que ella.

—Se ve adulto... ¿Es familia de Kiyoko-chan?... —dijo esta misma en susurro, ahora se asomó otra pelinegra debajo con una expresión acusadora.

—Kiyoko-chan no tiene más familia aparte de sus hermanitas y sus papás. Aparte, no se parecen. —susurró ella también y después se iluminó—. ¿¡Será que tienen un romance!? —chilló exageradamente en un susurro provocando que sus contrarias se asombrarán de igual manera.

—¡Nunca creí a Kiyoko-chan estar con alguien mayor! —dijo en susurro la rubia con sus ojos tal cual unos platos, cubriendo su boca mientras temblaba violentamente—. ¿Será un Sugar Daddy?

—Pero no parece muy mayor, tal vez sea de unos veintitantos.

—Kiyoko-chan tiene doce años ¡eso cuenta! ¡se doblan la edad! —soltó la rubia nuevamente, en forma de chisme—. Aparte, recuerden la situación de Kiyoko-chan, tal vez lo hace por eso...

—Cierto, cierto.

Las chicas temblaron y chillaron en el momento que el mayor se volteó a mirarlas. Rápidamente se escondieron en la puerta o quizás hasta se fueron corriendo por ser descubiertas. Aunque hayan susurrado; Shin'ichirō escuchó todo lo que dijeron esas jovencitas al parecer del mismo salón de Masumi porque la conocían. Se avergonzó un poco con el primer comentario que dijeron y ya lo demás le causó gracia que estuvo por reírse.

Masumi mientras tanto estaba en su pequeño lago de lágrimas y frustraciones de que saldría mal el clases y eso que sólo habían empezado hace unos meses atrás y ya iba en la cuerda floja. Shin'ichirō la volvió a mirar en su pequeña burbuja aún teniendo ganas de reírse por la escena de aquella chicas pero aguantándose para no darle ideas de que estaba burlándose.

No le pareció extrañó que sacarán raras conclusiones respecto a quien era, si fue cómico de que sacarán inventos de quién sabe dónde, más bien pensó en lo último que dijeron sobre «la situación de Masumi». Fue la cosa que más le llamó la atención, y aunque no estuviera del todo consciente de como era su vida, se hizo una idea.

Miró hacia el techo unos segundos y bajó la mirada hacia la pequeña azabache llorosa que estaba haciendo una cascada de lágrimas en el mesón con las cascadas que ya bajaban por sus mejillas. Estaba rojita, cosa que lo hizo sonreír de lado aún un tanto pensativo.

—¿Qué te parece un helado? —propuso de la nada llamando su atención casi de forma inmediata como si le hubiera dicho que era mágico. Vio como Masumi levantaba apenas su rostro de la mesa soltando un pequeño «¿Eh?» así que habló—. Así te despejas de todo. No comprendo por qué reaccionas así por quedarte dormida en clase, sinceramente es normal, a todos nos pasa —rio suavemente para después inclinarse hacia ella como si fuera a contarle un secreto—. Entre nosotros; Manjirō es peor, según sé. A veces simplemente se duerme en medio de una clase o haciendo las tareas. Así de repente.

Masumi parpadeó un par de veces por aquella revelación, sus ojos estaban tal cual dos puntitos en su rostro con pequeñas gotas de lágrimas en ellos. Soltó un pequeño «¿Huh?» ante lo desprevenido que fue escuchar eso de parte de Shin'ichirō, aunque de cierta manera se sintió menos tensa por el pequeño relato que le había dado, le dió incluso un poco de risa pero a su vez se preocupó del hecho de que a Manjirō le fuera también mal en clases.

Aunque en parte no se sorprendía, al menos no demasiado; con lo poco que lleva conociéndolo -aunque si ha convivido continuamente con él debido a que siempre aparecía en su trabajo para hablar, y casi siempre llevársela, o cuando llegaba a su casa para llevársela también, aunque algunas veces se colaba cuando había comida hecha por su madre- notó que era un tanto dormilón. Cuando menos se daba de cuenta se quedaba dormido de la nada; hace unos días cuando volvió a templo Musashi él se durmió recostado a ella de repente; lo tomó como alguien dormilón.

A pesar de todo, Manjirō aún seguía siendo un enigma sin resolver o que seguía sin comprender del todo: era medio desinteresado con su alrededor, supo que sólo habla con las personas que captan su atención, le gusta demasiado los dulces -gusto que comparten-, es bastante glotón, puede llegar a hacer berrinches por algo pequeño, es demasiado confiado y hablador, puede ser distante o cortante -lo vio pero con otros niños, los ignoraba o les respondía mal o muy levemente-, puede sacar pelea por cualquier cosa, puede no tomarle importancia a cosas graves, y muchas cosas más. Para ella Mikey era confuso; como una sopa de letras.

Pero... le agradaba.

No lo niega, por mucho que sea considerado -incluso por ella- alguien medio raro, si le agradaba, le agradaba bastante. Seguía teniendo aquel aire o presencia que de alguna manera la atraía, como si quisiera saber más de él pero sinceramente, su compañía le gustaba. Al igual que la de los demás chicos.

Les agradaba.

¿Y bien? —parpadeó un poco por escuchar devuelta la voz de Shin'ichirō por lo que se enderezó ligeramente aunque después sintió como él le revolvía el cabello y a su vez se lo acomodaba. Pequeñas burbujitas imaginarias aparecieron a su alrededor ante la linda sensación que sintió por su gesto—. ¿Qué sabor de helado te gusta? —preguntó con una sonrisa mientras se levantaba de la silla.

Masumi se quedó mirándolo varios segundos con cierta sorpresa hasta que comenzó a ruborizarse; parte de su rostro estaba cubierto por su cabello ya que era algo "escurridizo" que se movía por nada y le tapaba la cara porque si, cubría lo ligeramente roja que se puso. Apretó levemente sus labios y se encogió un poco en su lugar. Se veía emocionada.

Poco a poco comenzó a sonreír tímidamente mientras bajaba y tomaba su mochila ya con sus cosas dentro y levantándose. Mantuvo su cabeza agachada mientras jugaba con sus dedos. Le daba pena irse con él así; no tenía el permiso de sus padres aunque ya conocían a Shinichiro y -más su mamá le tenía confianza que su papá, quien seguía casi siempre a la defensiva con mirada acusadora con un zapato- le tenían cierta confianza, aparte de que era confiable pero le daba cierto revoltijo en su estómago irse así pero bueno, tampoco podía rechazarlo. Además, era helado, tampoco podía rechazar el helado.

—Me gusta el de chocolate... también el de fresa... el de vainilla... el de uva... el de coco... el de frutas...

Shin'ichirō rio un poco por ver cómo la menor comenzaba a divagar entre sus opciones pero la dejó ser. —Pues vamos, Mimi. Así te relajas hoy y mañana estarás despierta y con energía.

SHIN'ICHIRŌ-KUN... ME VOLVÍ A dormir... —balbuceó entre lloriqueos la azabache mientras sostenía su mochila desde los tirantes y caminaba con pesadez por los pasillos para ir hacia la puerta e irse a casa.

Ayer había sido agradable ir a comer helado con el Sano, fue un momento bastante cómodo ya que él era como la figura del hermano mayor que nunca va a tener; hasta ahora ella sólo ha hecho el papel de la hija mayor y de la hermana mayor, nunca se le pasó por la cabeza como sería ser por una vez la hermana menor. Con Shinichiro podía experimentar el sentimiento de tener un hermano mayor, después de todo... por muy obvio y tonto que suene, él era un hermano mayor.

Había sido algo rápido, no más de treinta minutos y después de eso él mismo la llevó a su casa y se despidió para irse a su taller. Su mamá la recibió como de costumbre al igual que sus hermanitas; Hikari se tomó bien que haya estado con Shin'ichirō y haya tomado la molestia de traerla, sus hermanas se alegraron de verla y casi se aferran como koalas a Shin'ichirō para que no se fuera ya que les había caído bien, su padre no lo supo hasta la noche que llegó del trabajo. Casi se pone a llorar ahí mismo de lo dramático y sensible que era de que se estuviera viendo así con un muchacho mayor, que la buscara a clases y la trajera a la casa, diciéndole que podría ser malo y un montón de cosas. Aún recordaba a su padre con pose de susto y después tirado en el suelo abrazándola.

En fin, su padre si era alguien sumamente dramático.

—Me va a ir mal...

Volviendo al presente, Masumi tenía sus ojos rasgados y todavía aguados por el descuido que estaba haciendo al quedarse dormida en clase o no prestar casi atención... por estar medio dormida. Ya no entendía como era su cuerpo. Se consideraba alguien con buen rendimiento físico y tampoco se dormía tarde, haciendo las tareas atrasadas...

Lágrimas tal cual cascadas bajaron por sus mejillas casi arrastrando sus pies en el proceso que caminaba ya saliendo de su secundaria. Lloraba en silencio por su propia desgracia y como su vida se estaba volviendo un desastre, más que nada su vida escolar; desde que entró no ha hecho ni un amigo allí (a excepción de aquel inquieto grupo de chicos que ellos ya los conoce fuera de la escuela y aparte ellos todavía están en el último grado de primaria) y se colocaba como roca cuando alguien se le acercaba, apenas iba comenzando el segundo semestre ¡y ya estaba en la cuerda floja!. Dios, era tan difícil; hace meses atrás estaba todavía en primaria en dónde todo era más fácil y había comenzado ya la difícil secundaria.

Todo era confuso y complicado. Quería llegar a su casa a dormir; aprovecharía que era jueves, tenía día libre del trabajo con Kira por lo que podría desplomarse en su camita para dormir un poco más antes de seguir con sus tareas.

Si, sus tarea.

—Sé que soy bonita ¡pero no eres la Kiyoko Masumi que busco, así que o me dices dónde está o te pateo!

Parpadeó varias veces cuando escuchó tal cosa a lo lejos. Se enderezó algo nerviosa por aquella amenaza y a su vez confusa en el momento que escuchó que la nombraban y sólo... la súper confundió, incluso aún más; había apenas salido por la puerta y eso fue lo que escuchó, cuando se encaminó un poco pudo ver a unos niños medio espantados y llorando, mientras que otro había sido empujado con desgana hacia un lado por una... niña, de cabellos rubios y con algunos mechones rosas (obviamente teñidos), aunque andaba con una mochila en su espalda. Le gustaba su cabello, esos mechones rosas fue lo que más le llamó la atención...

❛No, esperen ¿por qué me busca?❜ Se detuvo abruptamente ante aquel hecho que debería ser en el que se fijara y no en su apariencia; había una niña, quizás de su edad, buscándola y intimidando a los compañeros de su secundaria que medio salían corriendo. Seguía sin comprender para nada ese asunto en el que estaba involucrada, al parecer. Tembló un poco como un témpano de hielo pensando que era una busca pleitos que supo de ella quien sabe cómo y quiere golpearla. Masumi no sabía pelear, sabía dar golpes al azar y tenía muy mala cordinación y agilidad. No creía que podría afixiarla o algo así como aquel ladrón.

Observó medio espantada cuando aquella niña de cabello corto se volteó por sobre su hombro, inspeccionando su alrededor, y seguidamente la observaba; el color rosa claro de sus ojos se conecto con un color verde olivo; se veía efectivamente de su edad aunque quizás era de secundaria y simplemente se ha cambiado, o era de primaria del último grupo, pero de que parecía alguien de su edad parecía. La niña se le quedó mirando varios segundos provocándole tensión a su cuerpo, sobretodo cuando vio como achinaba sus ojos con sospecha a su dirección.

—¡Oh! —exclamó de la nada aquella niña provocándole un sobresalto, mucho más cuando la señaló y luego se lanzó a correr hacia ella y se inclinó hacia su cuerpecito. Había una diferencia de estatura. La rubia la veía con emoción y su vez de forma analítica, desde muy cerca; el espontáneo color del verde olivo finalmente se encontró con el suave rosa claro. Se tensó cuando ella la tomó del rostro—. Cabello bonito y oscuro, cara bonita y ojos... ¡Ah, rosas! ¡tú eres Kiyoko Masumi-chan! —chilló con emoción que incluso pequeños brillos de corazones aparecieron en sus ojos—. De verdad no creí en un principio que existieras cuando Mikey habló de ti, ya que, siéndote sincera, no creí que ya se fijaría en las mujeres como para decir y considerar que conoció a una niña y dijera que es linda. —soltó su rostro e hizo unos gestos con sus manos, dejándola medio paralizada en su lugar por la sorpresa—. Literalmente dijo cuando le pregunté cómo eras ❛es linda❜ y yo como ❛que❜ y no fue hasta que los demás vagos, excepto Mitsuya porque él es casi como un papá luchón, me contaron que si era verdad y me desparrame porque quería ser la primera en conocerte... —hizo un gesto como un robot descompuesto hasta que se reincorporó, haciendo una pose alegre—. ¡Pero ya te conocí!

—Ah... —murmuró con una pequeña gota de sudor en su cabeza ante tanta habla. Seguía todavía en shock por todo lo que le había dicho y por tanta palabrería a la vez, apenas pudo reaccionar con un sonrojo en vergüenza cuando mencionó que tenía cara bonita o que Manjirō pensó que era así. Agitó un poco su cabeza y rascó su mejilla—. S-si... yo soy Masumi... —susurró la de mayor grado mientras que suspiraba nerviosa y con una sonrisita, apenas contestando a todo lo que ella dijo y a su vez ya había respondido—. M-mencionaste a Manjirō-kun y a Mitsuya-kun. —comentó un poco más tranquila, recordando como la rubia había mencionado sus nombres. Pensó un poco lo de "papá luchón" referente a Mitsuya pero luego preguntaría. Ahora quería saber... quién era—. ¿Eres una conocida suya?

La contraria de mechas rosas pestañeó un par de veces cuando Masumi comentó aquello, miró con sus orbes verdosos hacia su contraria por varios minutos como si analizara lo que dijo. Las comisuras de sus labios se levantaron y colocó sus manos en su cintura mientras que asentía con orgullo, seguidamente alzó su puño en el aire y sonrió en grande. Tenía piel clara y sus mejillas eran medio ruborizadas; era alguien sumamente linda.

—¡Si, lo soy! Para mi fortuna o mi desgracia soy amiga de esos dos, y de los demás. —dijo con burla sonriendo y cerrando sus ojos con orgullo, bajó su extremidad para levantar su pulgar de aquel puño y señalarse, abriendo sus ojos con determinación—. Soy la maravillosa y bella Asami Hana, conocida como Cherry. Dime por mi nombre, mi querida Kimi, también puedes decirme cariño o mi vida. —pestañeó varias veces mientras entrelazaba sus dedos.

—¿Kimi?... —repitió confundida la de orbes grandes y rosáceos por la forma en que la había llamado, sobretodo con lo último que le había dicho y notó como la contraria había reído y reincorporó su posición.

Yes! —dijo la rubia con una sonrisa bastante espontánea, asintiendo con firmeza—. Kimi: el comienzo de tú apellido y el final de tú nombre; Ki de Ki-yoko y Mi de Masu-mi. —explicó haciendo pequeños movimientos con sus falanges al levantarlos y juntarlos cada tanto. Después juntó sus palmas y las balanceó como si hiciera un arcoiris invisible—; ¡Kimi!

La siguió mirando desconcertada y sorprendida por aquello; ya era la tercera persona que la llamaba por un apodo, primero Shin'ichirō con el Mimi, Manjirō que realmente le ha dicho por dos apodos, Angel y Masu, y ahora... ¿Hana? La había puesto un nuevo apodo; Kimi. Sinceramente era un apodo... repentino, aunque no lo negaba, le gustaba. Sonaba bastante bien, era un juego de palabras para comprender de dónde y cómo había surgido. Aún lo estaba procesando: nuevamente conocía a una persona repentinamente, ésta misma se le acercaba y la saludaba con total confianza, le colocaba un apodo...

La verdad, seguía sorprendida por completo por como ha estado socializando. No esperó hacerlo de aquella manera, en si, no esperó hacerlo con exactitud. Había llegado a pensar que sería el cero a la izquierda en su escuela a la que nadie se le acercaría para ser amigos y convivir. Ahora había conocido ya a un grupo de niños de su edad y podría decirse que se habían vuelto amigos cercanos; seguía siendo algo que todavía digería, pero aún así, agradecía experimentar. Por haber tenido la oportunidad de hacer amigos.

Asintió lentamente aún pensando en lo que dijo, seguía metida en sus pensamientos mientras que tenía una mirada pensativa aunque atenta a la linda chica que tenía en frente. Quizás tenía doce años de igual manera, ni que decir que ya tenía cierta cintura y ya tenía un poco abultado el pecho. A Masumi apenas se le estaba haciendo las curvas de la cintura y ni se notaban hasta este punto.

Bueno, en fin, no iba a deprimirse por su físico por conocer a alguien con uno mejor. De todas maneras, cuando le dijo a su mamá que por qué su cuerpo no había "cambiado" como decían que sería el cambio de niña a preadolescente ella le dijo que estaba en proceso de crecimiento y que en su momento ya se convertiría en una mujer y que sólo debía esperar. Pero bueno, de por sí ya estaba en la secundaria y el sentirse inevitablemente intimidada por tener a las de tercer años cerca alardeando sus cuerpecitos era algo inevitable. Cómo dijo su mamá; etapa adolescente.

—Oh... —fue lo único que pudo decir la azabache mientras tenía sus mejillas bastante ruborizadas ante el gran desconcierto que aún poseía y a su vez la vergüenza. Jugó un poco con sus pulgares con algo de timidez con su cabeza agachada aunque después la levantó y sonrió con un poco de vergüenza—. C-creo que es lindo ese apodo, Hana-chan.

—¡Eres demasiado linda!~ —canturreó mientras se sacudía en su lugar de manera enternecida y alegre con sus manos en sus mejillas, con pequeños corazoncitos a su alrededor mientras que Masumi ladeó su cabeza inocente de su reacción—.¡Wah, me encantas! Te voy a conservar. Vamos vamos, ¡hay que ir a comer panecillos!

Cuando menos se dió de cuenta había sido tomada de la mano y levemente jalada haciéndola medio tropezarse con sus pies en el proceso y casi caerse ante aquel descuido por la torpeza que tuvo al caminar, aunque más que nada porque fue jalada repentinamente. Observó a Hana todavía sorprendida viéndola bastante contenta.

Ahora cayó en cuenta de que se la estaba llevando a quien sabe a dónde y tenía que irse a su casa.

—¡O-oye, espera, Hana-chan! ¡Tengo q-que ir a mi casa!

EL AIRE GOLPEABA CON FUERZA SU ROSTRO balanceando su cabello a la par que avanzaban. En este caso estaba aferrada a su bolso con uno de sus delgados brazos mientras que el otro estaba rodeando parte de la cintura curvilínea de la rubia con mechones teñidos. El ambiente era emocionante, relajante, agradable en varios sentidos; Hana mantenía una enorme sonrisa en su rostro, mostrándose confiada y contenta.

—¿¡No es emocionante, Kimi-chan!? ¡Siempre adoro esta sensación! —exclamó en voz alta la de ojos verdosos mientras se enderezaba un poco y casi se levantaba, pero manteniendo su límite de alejarse del asiento.

—¿¡P-por qué todos y ahora la mayoría que conozco t-tienen una moto!?

A comparación de la Asami, Masumi estaba espantada, asustada al punto de lloriquear, quejarse de la velocidad de ir en tales vehículos del demonio que sólo hacían que quisiera rezar diez Padre Nuestro, ocho Aves María y cualquier cosa de rezos al sentir que iba a morir en cualquier momento por la velocidad implementada en la motocicleta y aún tener miedo de ir en ellas. Seguía siendo primeriza en pasajera de motos y aún le asustaba demasiado.

Hasta ahora, sólo ha ido un par de veces más que nada con Draken al ser quien la busca y lleva en ella, en su mayoría con Mikey y si no está inmediatamente siempre van a su casa a visitarlo o a buscarlo para pasear o ir al santuario Musashi, y seguía sin acostumbrarse. Había apodado a las motocicletas como «criaturas de tortura» ya que las pocas veces que aquel alto chico la ha llevado le ha hecho maldades en ir más rápido de golpe o descender con rapidez por colinas bastante inclinadas. Jura haber perdido la consciencia algunos segundos cada vez que lo hace.

—¡Ya, no te preocupes, Kimi-chan! ¡Mikey y Draken me dijeron que te aterra la velocidad, no soy malvada como ellos! —decía nuevamente en voz alta la de mechas rosas por la potencia del sonido del aire y la velocidad. Su cabello danzaba con el viento y encima de la cabeza de Masumi quien abrió y levantó temerosa sus ojos—. ¡No te dejare sentir miedo, te haré sentir emoción, Kimi-chan!

Escuchó cada una de esas palabras, sus ojos se abrieron al expandirse al punto de que sus pupilas se contrajeron al opacarse con las palabras de la más alta. Sintió un extraño cosquilleo recorrerla de golpe por sus palabras y al notar que estaba preocupándose por ella, literalmente se habían acabado de conocer. ¿Qué tenía ella como para que las personas que conocía se preocuparan así por ella? No le molestan, sinceramente era aliviante conocer personas así de consideradas e increíbles, sólo que se preguntaba cómo es que la tomaban en cuenta así y por qué, sobre todo cuando la llevaban en motocicletas, casi siempre Ken le dice lo mismo al igual que los demás masculinos (aunque como tal ninguno la ha llevado a pasear en sus motos todavía).

En fin, si iban a ser sus amigos de tal manera debería irse acostumbrando, incluso ellos mismos se lo han dicho ya que si no tenía intención de tener una moto -y cosa que era verdad, ni loca iba a tener una de esas para ella sola. Ya se imaginaba cayéndose al apenas subirse o encendiéndola- que él y los demás la iban a llevar. Hasta ese punto iba preparándose. El que más lo ha dicho es el Sano, quien ha insistido en que pronto tendrá una tal CB250T, que según Ken y los demás es una moto con la cual sueña tener, la llevara a todos lados. Eso la espanta sinceramente, más la moto que estar con él. Puede recordarlo muy bien.

«—Sigue pareciendo un pequeño muñeco desinflado. —había dicho el apodado Draken con sus manos en sus bolsillos viendo con atención a la azabache balancearse desconcertada luego de otro recorrido en su moto. Mikey estaba a su lado luego de bajarse igualmente de aquel vehículo motorizado, él observaba entretenido y atento hacia Masumi. Manjirō no evitó reírse en pequeñas carcajadas seguramente al recordar dicho muñeco inflable de las tiendas que se balancea de un lado a otro por el aire.

Volviendo con Masumi, ella buscaba sostenerse de algo. Si no lo hacía, sabía que se iba a caer y pegarse o hacerse algún raspón, hasta ese punto volvería a tener alguno y preocuparía a sus padres ya que, más que nada por su torpeza, ha estado últimamente con raspones y golpes al caerse por estar mareada. Era alguien sumamente torpe, pero no sabía controlarlo. Siempre ha sido así, y ya la avergüenza serlo.

Ya esperaba caerse nuevamente, ya tropezándose ligeramente, si no fuera porque alguien la sostuvo con sus brazos, poco a poco dejó de estar tan desorientada y lo primero que pudo observar fueron unos apagados ojos oscuros observarla fijamente junto con una sonrisa. Pestañeó varias veces tratando de aclarar su vista.

—Eres bastante torpe, Angel. —dijo de manera infantil el rubio más pequeño; Ken se había fijado en algún punto que le pareció interesante y los ignoró. Masumi lo observó atenta viendo como le daba una enorme sonrisa—. Tendrás que acostumbrarte, por qué apenas tenga mi CB250T ¡te llevaré a todos lados!, conmigo.»

Su cuerpo dejó de estar tan tenso mientras que cerraba su ojos con fuerza y después los entreabría ligeramente pensativa ante aquel pequeño recuerdo de su bajito amigo. Le insistía mucho con que se acostumbrara por esa razón, no sabía nada de motos y no tenía idea de aquel mundo, pero lo que si sabía era el deseo que tenía Mikey en poseer una de esas. Lo notaba con ver la emoción en sus ojos al mencionarlo con tal determinación, lo que la dejaba pensando es que quisiera compartir tal emoción con ella.

Apretó sus labios y curvó sus cejas ligeramente ante el sabor de la confusión que apareció en su cavidad bucal. De verdad era algo que la confundía de sobremanera, la actitud de Mikey era algo que seguía sin comprender y era claro ya que no llevaban muchísimo conociéndose y tal vez se dé la oportunidad de conocerlo lo suficiente, seguía sin entender tal interés de ser su amiga. Ella no era interesante, era torpe, llorona, entre otras cosas, no se consideraba especial.

❛¿Que ve en especial en mi?❜ Un pequeño destello apareció en sus orbes claros, seguía teniendo su tensión en su cuerpo por la velocidad en la que iba, seguía aferrada por instinto a Hana y seguía consciente de que estaba con ella, pero era inevitable pensar en tantas cosas a la vez y cambiar tan rápido sus sentimientos, sobretodo en eso. Lo que menos entendía de Mikey era que había visto de especial en ella, que era lo interesante que le veía como para querer ser su amigo. Cómo dijeron Ken y Baji; Manjirō sólo convive con quienes le llaman la atención. Entonces ¿que le pudo llamar la atención de ella?

—Manjirō-kun... está rodeado de increíbles personas... —susurró la más baja mientras que apretaba sus labios ligeramente. Era algo que se preguntaba constantemente; ¿por que conocía personas así de asombrosas? Las consideraba así a plena vista, a cada una de ellas al conocer así sea una fracción de su personalidad pensaba lo mismo. Se sentía afortunada de conocerlos, pero se cuestionaba cómo es que tuvo tal suerte.

—Insegura ¿eh? —habló repentinamente la Asami haciéndola abrir sus ojos y enderezarse ligeramente, pero estando bastante apegada a ella por el constante miedo de caerse. En aquel ángulo no alcanzaba a ver su rostro, sólo veía su cabello rubio junto con sus mechones rosas revolotear con el viento—. Lo noto por tu lenguaje corporal. Parece que te decaiste de repente... —mencionó suavemente—. No te atrevas a pensar de forma insegura sobre ti, sé lo que piensan las personas que dicen eso que dijiste. Sé que soy increíble, pero también sé qué piensas o te preguntas si tú lo eres.

Se quedó plasmada por lo que dijo, incluso pensó por un segundo que se trataba de una maga que leía la mente o tenía rayos X que veía a través de ella como para caer en esa conclusión. Se espantó por eso, pensó que estaba leyendo sus pensamientos justo ahora. Era increíble que cambiará de pensamiento tan repentinamente. Su mente era muy activa en ese sentido; podía pensar en una cosa en particular en un principio, después pensar en algo más y termina pensando en otra cosa, pero ya era otra cosa que la situación le provoque tantos pensamientos a la vez.

La de mechones teñidos se quedó en silencio, su expresión ajena al punto de vista de Masumi era relajado, ahora tenía una suave sonrisa en sus labios. Había sentido por su parte como sus gestos cambiaban, la sentía retorcerse ligeramente contra su espalda y como su agarre cambiaba con los minutos. Habiendo estudiado en libros lenguaje corporal en las personas supo que estaba inquieta, más porque estuviera en un entorno que la asustaba como estar en una moto, inquieta al punto de llegar a estar decaída. Eso lo notó cuando su agarre se aflojaba y cuando escuchó aquellas palabras con aquel tono de voz lo confirmó.

Resopló suavemente mientras expandía sus labios en una sonrisa sin mostrar los dientes, bastante leve, un gesto cálido hasta mirar con cierta severidad a su más baja quien la veía todavía sorprendida con aquellos grandes ojos rosas. Pensaba en que Mikey tenía razón, sus ojos eran peculiares y llamativos, no se comparaban a los suyos que simplemente eran de unos simples colores verdosos. Los ojos de Masumi eran puros en varios sentidos, incluso en el color.

—Así que deja de pensar así, Kimi-chan. —dijo severamente la de mechas rosas para voltear su cabeza nuevamente hacia adelante—. La verdad no te conozco bien, ni yo, ni Draken, ni Mikey, ni lo demás tontos te conocen bien. Puede que parezcas un libro abierto y se sabe hasta que piensas, pero sé que sólamente son páginas de muchas que aún no se leen —se quedó en silencio unos segundos—. No sé si eres confiable tan siquiera, pero lo que si sé, es que si Mikey se interesó en ti es por algo. Parece un tonto pero realmente es un enigma —rio en un tono bajo—. Realmente nadie conoce con totalidad a los demás, pero quiero que sepas que podremos hacerlo y llegar a tal confianza. ¡Yo ya lo estoy haciendo pero no importa! Sólo no quiero volver a darme de cuenta que andas de insegura.

Su corazón se agitó por sus palabras, era una manera de demostrar su preocupación o eso parecía. La dejó sumamente pensativa en demasiados sentidos, pensaba todas y cada una de sus palabras en silencio. Seguía impresionada. Al menos no era la única que pensaba que Manjirō era un enigma a pesar de mostrar fragmentos de como es, la inseguridad casi la consume más al pensar que Asami le diría algo malo ya que pensó haber sentido tensión en el aire pero no fue así... Eso de verdad la dejó confundida, ahora sí sus pensamientos estaban revueltos e inquietos como nunca.

Pensó nuevamente en la preocupación que daba a entender Hana, eso le provocaba una calidez en su pecho. Saber que alguien se preocupaba de esa manera, aunque fuera indirecta, le provocaba ganas de llorar pero prefería no hacerlo y demostrar lo llorona que podría ser. Ya dió una intensa impresión con Ken, no quería hacerla con Hana.

—¡Bueno, dejemos la seriedad! —exclamó la de orbes verdes—. ¡Vamos por panecillos! Y no llevemos para los demás porque el que se los termina comiendo son Mikey y comienzan a pelearse —bufó cómicamente.

—Debo ir a casa, Hana-chan... —murmuró desconcertada la pelinegra de que la nombrada estuviera haciendo tantos planes y ella teniendo que ir a su casa. A lo mucho que llega y pueda tardar son veinte minutos, a lo mucho y si pasa de esa cantidad de tiempo, ya su papá estará preparando la llamada a la policía de desaparecidos. Suspiró ligeramente pero después sonrió ligeramente, y sintiéndose relajada con lo que dijo se aferró más a ella—. Pero... ¡b-bien, creo!

—¡Así se habla!

→S H A N X L A B Y X←

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro