❪𝟭𝟭❫ ; 𝗹𝗶𝘁𝘁𝗹𝗲 𝗯𝗲𝗮𝘁𝘀.

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ARC ONE; DESTINY
*╔═══❖•ೋ°🌹°ೋ•❖═══╗*

CAPÍTULO ONCE;
PEQUEÑOS LATIDOS
❛inesperado❜

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©Shanxlabyx
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LIMPIÓ SUS DEDOS CON EL PAPEL QUE LE HABÍAN DADO con su bollo Nikuman, retirando los restos de este mismo y la sensación de la masa, pero sintiéndose realmente satisfecha por lo bien relleno que estaba y con lo rico que era. Varias veces cuando iban al santuario observó como estaban vendiendo de esos bollos rellenos de carne, atrayéndole el delicioso aroma, teniendo la suerte de que le sobró dinero luego de comprar el amuleto y que esos manjares no eran tan caros. Así que había que aprovechar.

—¿Me da otro, por favor? —se escuchó la petición de Sano Manjirō hacia la persona que atendía, recibiendo una sonrisa y un asentimiento tomando un pañuelo para sostener el mango de la tapa de la olla para levantarlo, dejando que el vapor de los nikuman volviera a aparecer e invadir sus fosas nasales.

—¿Es en serio, Mikey? Ya llevas tres. —lo regañó Draken sentado con tranquilidad y observando con cierta incredulidad a su amigo enano volver con otro bollo entre sus manos, al cual le había dado ya un gran mordisco, dejando a relucir su relleno—. Deja de abusar de que Masu nos está comprando a todos.

—Oh, realmente no me importa. Tengo suficiente, así que no te preocupes. —respondió con sencillez y sinceridad la de mechas oscuras, pasando sus manos por sus shorts para quitar cualquier superficie grasosa o chiclosa en sus dedos, para lanzar el papel hecho bolita en un tacho de basura—. Me lo espere viniendo de Manjirō-kun, en realidad. —rio, recordando su gran apetito.

—Yo ya me llene... —dijo con pesadez Hayashida, acostado con pereza en el suelo del santuario, teniendo sus brazos y piernas estirados hacia los lados, en la posición de estrella, teniendo una expresión satisfecha—, y soy más grande que Mikey, que es un enano y todavía sigue comiendo. Apuesto a que querrá otro después de ese.

—Estoy en crecimiento. Cállate. —fue el argumento algo fulminante del rubio, dándole un mordisco a su nikuman y quitando su expresión de reproche, volviéndolo una de satisfacción, dejándose caer sentado en el suelo—. Dhico...

—No hables con la boca llena. —refutó Hana con una mueca de desagrado y tranquilidad en su rostro, sentada cerca de Kazutora quien estaba terminando de degustar su propio bocadillo en silencio.

Manjirō no le prestó atención alguna, sólamente disfrutando aquel nikuman con gran satisfacción, siendo el más glotón presente al ir por su tercer bollo nikuman, mientras que todos no pasaban del segundo al quedar más que satisfechos con aquel bocadillo repentino en celebración por crear aquella pandilla de la cual su nombre la mayoría seguía dudando enormemente, pero que lo dejarían ser. Así que, Mikey comió su bocadillo casi en un dos por tres, teniendo sólamente un pedazo que se iba en una mordida o incluso menos.

Disfrutaba en silencio aquel ambiente, manteniendo sus ojos cerrados con una gran sonrisa en sus labios. Se acomodó en su lugar y, teniendo en cuenta de que persona tenía a su izquierda, se arrimó hasta dejarse caer en su hombro, sintiendo inmediatamente como ella se tensaba y sobresaltaba, sintiendo el temblor que aparecía en su cuerpo de aquella forma tan graciosa, como en una caricatura.

—Gracias, Masu-chan~. —canturreó de forma infantil y melosa el de ojos oscuros y opacos, casi frotando su mejilla contra hombro mientras que se terminaba su tercer nikuman.

Masumi mantenía sus ojos bien abiertos mientras que sus pupilas estaban dilatadas como las de un gato en la noche, teniendo sus labios tan apretados y contraídos que pareciera que su boca había desaparecido por unos segundos, temblando notoriamente por la repentina acción del más bajo. Sentía sus cabellos rubios rozarle en su mejilla ante el ángulo que estaba. Tuvo que tomar una profunda respiración tratando de calmarse por aquella cercanía que a pesar del tiempo, no terminaba por acostumbrarse.

Tragó un poco de saliva con su corazón yendo a mil, sintiendo claramente como palpitaba con fuerza como si en cualquier momento tratara de salirse de su pecho o estuviera a punto de darle un infarto, sintiéndose aún conmocionada y nerviosa. Sus mejillas estaban bastante ruborizadas mientras apretaba sus manos contra sus piernas, sintiendo claramente como el rubio seguía arrecostado en su hombro, moviendo ligeramente su cabeza y luego dando un pequeño y cómodo bostezo.

Cerró sus ojos de manera rasgada a su par que su cabeza caí con dificultad hacia un lado, siendo el lado contrario de Manjirō quien parecía bastante dispuesto a quedarse allí recostado, sintiendo claramente la calidez que él desprendía. Abrió luego sus orbes rosados aún ruborizada volviendo a suspirar y esta vez, mirando hacia arriba notando como el sol seguía sin ocultarse, tratando de que ese fuera su tema de pensamiento y no colocarse tan nerviosa con él al lado.

—Ni te atrevas a quedarte dormido, enano, porque no pienso cargarte. —habló Draken de manera acusatoria hacia el más bajo entre todos, manteniendo sus ojos entornados hacia su dirección al notar la somnolencia en los gesto del rubio de ojos carbón.

—Nadie lo hará. —dijo Pah aún recostado en el suelo, mirando hacia la nada con tranquilidad.

—Si, eso es cierto. —dijo Mitsuya con una expresión relajada y una postura calmada, entrecerrando sus ojos con calma.

—Eres muy pesado. —dijo ahora Kazutora con aburrimiento.

—¡Uy, ya entendí! —exclamó con cierta indignación y fastidio el de ojos oscuros, teniendo un signo de enojo en su cabeza y sus ojos blancos de la molestia. Se cruzó de brazos mientras inflaba sus mejillas con enojo, apegándose más a la femenina de cabellos oscuros quien tuvo que cerrar sus ojos para calmarse a si misma—. No me voy a dormir, tontos. Sólamente estaba cómodo con Masu-chan.

—Querrás decir, encima de Masu. —corrigió Pah de forma vaga, soltando un gran bostezo mientras cerraba sus ojos con fuerza ante la fuerza pulmonar que ejecutaba.

—Eso sonó raro. —murmuró Hana entrecerrando sus ojos ante lo dicho por el más robusto presente. La mayoría se quedó pensando en silencio y con más detenimiento lo dicho por Hayashida.

Masumi observó simplemente con atención las expresiones pensativas de sus compañeros, ladeando su cabeza por el hecho de que no comprendía que había sido lo raro al hablar, ya que técnicamente había dicho y rectificado la posición que tenía el cenizo, prácticamente recostándose encima suyo. Entonces ¿que había sonado raro en sus palabras? Parpadeó un poco para volver a levantar la mirada hacia el cielo, pero luego respiró con profundidad, pensando en cualquier cosa trivial al no sentir que fuera la gran cosa lo que sea que haya sonado raro.

Mantuvo sus grandes orbes rosáceos en el cielo, pensando cada vez con más detenimiento en la situación en la que estaban actualmente todos; habían formado una pandilla. Puede que si, ni siquiera tenían uniformes o un aspecto oficial, pero al menos lo habían formado de palabra. Algo le decía que aquella pandilla que estaban formando entre ellos iba en serio, así que no se preocuparía de que sea sólo un decir y a la semana ya tendrían otra cosa en mente, dejando completamente de lado lo que habían formado.

Miró luego a Baji, observando que se encontraba en su misma situación; confundido respecto a lo dicho por la de mechas rosáceas y orbes verdosos, mirando de hito en hito a todos en busca de alguna respuesta. Sonrió inevitablemente al ver la expresión de desconcierto que tenía, pudiendo comprender su posición sobre no entender que tenía de raro lo dicho por Haruki, o en dónde se había escuchado raro. Lo escuchó como una aclaración. Aunque sabía que Baji si sabía cosas raras por medio de un libro que le mostro que eran... efectivamente raras.

Continuó observando al joven de los colmillos, recordando la linda expresión que había puesto apenas le cedieron el amuleto que era una señal más grande de la pandilla que formaron. Sintió un pequeño nudo en su garganta por el sentimiento tan fuerte que la rodeaba hasta conmoverla con tanta intensidad al punto de querer y hacerla llorar. Tragó saliva agachando la mirada y aguantando volver a llorar como lo había hecho rato atrás apenas escuchó la honestidad y el sentimiento de seguridad que usó Keisuke al momento de decir que cuidaría el amuleto como un tesoro. Un tembloroso suspiro salió de entre sus labios, abultando sus labios en el proceso, sintiéndose avergonzada para si misma y sobre si misma por ser tan sensible. Pero bueno, por mucho que trate de controlarlo nunca resultaba.

Sus cejas se elevaron poco a poco cuando sintió un tacto en su mano, sintiendo inmediatamente como sus mejillas se ruborizaban y su pulso de igual manera se aceleraba, alzando y tensando sus hombros por aquel pequeño tacto que sintió en su extremidad derecha. Bajó la mirada aún algo consternada, observando como Manjirō había comenzado a tocar su mano con sus dedos, tomándolos entre los suyos y haciendo un muy leve y hasta distraído jugueteo, como si sólo buscara distraerse. Se quedó viendo fijamente como su mano seguía jugando con sus dedos, observando luego de soslayo su expresión, viéndolo tranquilo, con un pequeño puchero en sus labios.

Siguió observando sus facciones con atención y apretó sus labios, volviendo a mirar la manera en la que estaba tomando y jalando ligeramente sus dedos, sin hacer fuerza alguna que no sea la suficiente para que hiciera aquel accionar. Tragó saliva con ligereza mientras sus mejillas estaban algo rojizas para desviar la mirada hacia donde se encontraban sus rodillas unidas en aquella postura. De manera voluntaria movió con ligereza sus propios dedos pero para cerrarlos, moviendo un poco su extremidad para contraerla hacia ella y zafarse de su agarre.

—No, mía. —escuchó el enfurruñado murmuro del rubio de orbes oscuros quien metió sus dedos en medio del espacio de los de su extremidad dejando sus dedos entrelazados haciéndola quedar rígida por aquel atrevimiento que estaba haciendo el más bajo, sintiendo que su corazón saldría de su pecho ante los enormes nervios que tenía en esos momentos.

Sus orejas ya habían llegado al extremo del sonrojo que se había expandido hasta allí, sentía como su pulso estaba palpitando y yendo a mil por minuto debido al nerviosismo que le provocaba aquella cercanía que, aunque el chico usualmente tenía con ella al ser a veces bastante meloso, aún seguía sin acostumbrarse por completo. Le provocaba cosas extrañas, cosas que no comprendía del todo y no sabía cómo comprender pero había algún tipo de manera que no le molestaba aquello, simplemente no podía acostumbrarse; Masumi aspiró por su nariz para poder relajar todos los músculos de su cuerpo que se habían puesto rígidos.

Agachó su cabeza observando el cruce de sus manos bastante cohibida, sintiendo la palma de su mano sudar y tener ligeros espasmos en la zona de sus dedos los cuales estaban temblorosos sin provocar la misma firmeza que él tenía al momento de mantener sus extremidades entrelazadas. Desvió su mirada hacia sus desgastados zapatos moviéndolos un poco, golpeando las puntas de estos mismo entre si. Buscaba alguna forma de calmar aquellos constantes latidos que golpeaban contra su pecho con fuerza, como si en algún momento fuera a salirse de su lugar sintiendo incluso un pequeño nudo en su garganta que no comprendía si es que quería llorar o algo por el estilo, no se sentía alterada, muy asustada o algo por el estilo; en realidad se sentía nerviosa, demasiado nerviosa. No recordaba querer llorar de los nervios alguna vez.

—Tu mano se puso caliente y sudorosa, iugh. —dejó de sentir el tacto de Manjirō en su mano el cual comenzó a sentirse fría como si le estuvieran arrebatando la circulación aunque si sentía que estaba sudando aunque no comprendía lo dicho del rubio de orbes oscuros de que su mano se calentó cuando ella la sentía fría. Eso sí, ahora sentía un revoltijo en su estómago y en su abdomen, como una presión; ¿¡ahora quería vomitar!?

—Creo que perdimos a Kimi-chan. Se está derritiendo... —escuchó como Hana mencionaba pero en esos momentos trataba de calmar verdaderamente sus signos vitales los cuales estaban enloquecidos. Se sentía incluso ida, queria vomitar, quería tirarse a una piscina, lanzarse a una cama y ocultarse entre las sábanas de la vergüenza de tener las manos sudadas y que el más bajo lo haya notado, queria gritar...

Pero lo que más quería ahora era calmar los latidos contra su pecho.

MIRABA UNA VEZ MÁS EL MENSAJE QUE LE HABÍA LLEGADO A su celular de parte del hermano mayor de los Sano repentinamente cuando estaban pasando el rato, mencionando rápidamente que tenía que irse a casa (agregando de que ya comenzaba a anochecer y que, aunque su madre confiaba en ella y a su vez depositaba su confianza de los demás, desde aquel asalto a su hogar a estado más cautelosa, dándole una hora de llegada) y luego de una disputa entre Mikey y Cherry de quién la llevaría, siendo una discusión algo extraña que a pesar de eso mismo ya se había acostumbrado; la de mechas rosáceas terminó llevándola aunque incluso Draken dijo que la llevaría devuelta al ser quien la trajo.

A veces estar un día con ellos era presenciar una que otra discusión sin sentido. Suspiró largamente mientras pasaba disimuladamente sus manos por el material imitando el cuero en la motocicleta de la rubia de mechas rosadas y orbes verdosos; recordó perfectamente lo sudadas que estaban sus manos hace rato atrás al sentirse tan alterada físicamente. Seguía preguntándose cómo es que en esos momentos el Sano de orbes oscuros y cabellera rubia la había puesto tan nerviosa por aquella cercanía que solía a llegar a tener, siendo a veces muy infantil y de alguna manera melosa, como el niño pequeño que aún era.

Pensaba en que, si era sincera, usualmente se colocaba nerviosa por ese tipo de cercanías, aún. Puede que ya haya pasado por lo menos un año desde que se conocieron y desde entonces incluso sentía nervios del simple hecho de, y no sólo con él, tener a chicos cerca. Tenía tres hermanas menores y la que estaba mayormente en casa era su madre, con las personas que llegó a convivir en clases eran mujeres por lo que era entendible que no supiera tratar con chicos de su edad, pero que al menos ya podía manejarlo mejor. Pero el hecho de que Sano Manjirō se atreviera a tener más libertades con ella parecerá que enloquecía cada parte de ella, por una razón que aún trataba de procesar.

¿Quizás era su mecanismo de reacción desde que el día anterior le dijo que tenía de misión ser pareja cuando fueran más grandes? No le había dado muchos giros al asunto al pensar en lo sucedido con Kazutora. Quizás era eso y eran simples nervios de escucharlo decir tal cosa. Si, esa era la respuesta que sólo podía pensar.

—¿Dijiste que Shin-kun te escribió por un mandado de tu mamá... que le dijo a él y no a ti directamente? —la voz de la de orbes verdosos y de un tono olivo la sacó de sus propios pensamientos haciendo que mirara hacia ella, observando su rostro sobre su hombro que había girado un poco su rostro para dejarlo de perfíl. La Kiyoko parpadeó un par de veces y luego asintió mientras hacía un pequeño sonido de afirmación—.  Oh~... Vaya, vaya; tu mamá le tiene mucha confianza a Shin-kun entonces... —luego resolló con espanto y a su vez asombro—. ¿¡Tendrán algo en secreto!?

Masumi se balanceó de un lado a otro al perder el equilibrio por tremendo desenlace que le ha dicho la chica tan repentinamente y tan extremista, casi se ahoga con su propia saliva por el hecho de que llegara a esa conclusión. La miró con espanto y miedo de que pensara algo como eso, sintiendo ahora el corazón en la boca ante su tan fuerte respuesta de la confianza que le tenía hacia el primogénito mayor de los Sano. —C... ¿c-cómo puedes suponer tal cosa?... Shin'ichirō-kun está con Mai-chan y mi mamá está con mi papá... ¡aparte de que mi mamá es mayor que él; dudo mucho que sea esa respuesta!

—¡Es que tu mamá es bastante bonita y parece de su edad! Tu mamá tiene como veintiocho, veintinueve años... ¡La edad no importa en el amor prohibido! —y continuó con sus conspiraciones al respecto de la confianza que le tiene su madre con Shin'ichirō. Masumi veía con espanto e incluso acusación a su amiga por estar concluyendo la pregunta de ambas de la confianza que tiene Hikari hacia el azabache. Justo no tardaron en detenerse enfrente de la tienda del mismo chico del que hablaban parcialmente—. Y ya llegamos al trabajo de tu futuro padre. Ve a buscar lo que tienes que buscar, yo quiero ir comer algo mientras.

—Me aterras... —murmuró Masumi con la misma expresión de espanto mientras bajaba con cuidado de su vehículo, moviendo pierna por pierna hasta colocar sus dos pies en la acera observando como la de orbes verdosos aparcaba alegremente su moto haciéndola suspirar para girarse hacia la entrada de S.S. MOTORS, la tienda en donde trabajaba el Sano mayor. Prosiguió a acercarse mientras abría la puerta escuchando una pequeña campana al momento de abrirlo, observó el lugar con atención mientras se adentraba—. Con permiso... ¿Shin'ichirō-kun?

Observó en que parte de la tienda podría estar, llamándole la atención los sonidos de herramientas que se alcanzaban a escuchar así que suponía que era él. Por lo que se guió por el sonido a pasos algo dudosos, llegándole un aroma a pinos y a su vez a aceite de motor en el aire, continuó caminando hasta divisar a quien buscaba quien aún no parecía consciente de su llegada.

—Shin'ichirō-kun... ¿Shin'ichirō-kun? —llamó hacia el azabache a quien ya tenía enfrente suyo, observándolo sentado de una manera algo encorvada, pareciendo estar muy concentrado—. Uhm..., Shin'ichirō-kun ¿estás bien?

Observó como el pelinegro se sobresaltaba ligeramente luego de que lo encontrara en su taller con la mirada perdida en una de las tantas motos que usualmente reparaba teniendo su caja de herramientas a un lado suyo mientras entre sus manos tenía una llave de tuercas, teniendo los dedos llenos de un poco de aceite al igual que su camisa. Masumi ladeó su cabeza un poco preocupada al verlo tan perdido en sus pensamientos, enderezando su cabeza al momento que el primogénito Sano mayor volteó su cabeza a su dirección luego de pestañear varias veces, como tratando de salir de sus propios pensamientos.

Shin'ichirō la observó varios segundos sin decir nada viéndolo tomar una pequeña respiración para que luego ladeara una sonrisa en sus labios mientras que dejaba la herramienta a un lado mientras tomaba un pañuelo grisáceo el cual comenzó a tener una tonalidad más oscura al momento que comenzó a limpiar la grasa y el aceite de sus manos.

—Hola, Mimi. Me da gusto verte. —saludó de manera afable viéndola con atención unos segundos para volver a observar el motor del vehículo, analizándolo con atención en un gesto pensativo para agarrar un destornillador—. ¿Que te trae por aquí?

—Uhm... bueno... —balbuceó Masumi jugando un poco con sus dedos, mirando unos segundos hacia la entrada de S.S Motors viendo la moto de Hana y sin rastro de ella. Parece que realmente fue a comprar algo. Seguidamente volteó a mirar de nueva cuenta hacia el mayor—. Shin'ichirō-kun fue quien me escribió diciendo que viniera. Según que por un pedido que mi mamá le dejó por estar atareada o algo así.

—¿Lo hice?... —dijo un poco somnoliento mientras rascaba su nuca, luego suspiro dejando salir una pequeña sonrisa—. Creo que me he concentrado tanto en este pedido que pierdo la noción del tiempo. En fin, no importa. Estrés de trabajar tanto. Tengo algo de sueño. —y soltó un pequeño bostezo, revolviendo su cabello. Masumi sonrió un poco más tranquila recordándole a Manjirō—. Bueno, realmente fue por eso. Me la encontré cuando salí unos momentos a la tienda y como dijo que tenía que regresarse urgentemente, me lo dejó a mi cuidado y que si te encontraba, pasaras por él.

—Oh, ya veo... —murmuró la de orbes rosáceos observando hacia arriba. Shin'ichirō sonrió de costado observando su expresión pensativa y sus orbes brillosos y peculiares, continuando con observar estos mismos con atención como queriendo guardarselos en su memoria. Sin notarlo, él dejó salir un suspiro nostálgico—. Bueno, supongo que fue urgente. De todas maneras ya me iba a casa. —y seguidamente sonrió un poco.

El de cabellera oscura prosiguió a mostrar una sonrisa de lado al ver aquel gesto de ella; luego de eso apoyó uno de sus pies del suelo para irse reincorporando poco a poco tomando aquel pañuelo lleno de aceite e irse limpiando las manos que estaban llenas de aquel líquido grasoso para vehículos. Masumi juntó sus manos enfrente de ella observando como este buscaba algo con la mirada hasta dirigirse hacia un estante en dónde se encontraba una bolsa con lo que alcanzaba a ver desde allí cosas para la casa, alcanzando a ver un pote de aceite. El mayor se acercó a ella para inclinarse un poco y entregárselo haciendole sonreír cuando la menor lo tomó.

—Bueno, aquí tienes, Mimi. —mencionó tranquilo el de cabellera oscura mientras metía una de sus manos en su bolsillos. Alzó la otra para rascar su nuca mientras desviaba la mirada unos momento para volver a observarla y dedicarle una sonrisa de costado—. Ten cuidado, ¿de acuerdo? Ya se está haciendo tarde.

La Kiyoko asintió varias veces teniendo en claro eso mientras sostenía mejor la bolsa de papel, revisándola unos momentos y observando algunas latas. Levantó su mirada y le sonrió al más alto. —Está bien, Shin'ichirō-kun. Igual Hana-chan me está llevando. Ya debe haber vuelto. —y efectivamente, al momento de girarse un poco hacia el ventanal que daba hacia afuera del local, la de mechas rosáceas estaba sentada en su querida Honda mientras comía takoyaki con felicidad. Masumi rio mientras el de ojos oscuros sonreía de lado—. Bueno, mejor me voy ya. Muchas gracias por cuidar esto, Shinichiro-kun.

—No hay problema. Tengan cuidado en el camino. —fue lo que dijo el azabache enderezándose y metiendo una de sus manos en los bolsillos de su pantalón. Masumi asintió varias veces al escucharlo decir eso y luego le sonrió para sostener mejor la bolsa y proseguir a girarse hacia la entrada. Shin'ichirō permaneció siguiéndola con la mirada mientras su sonrisa disminuía un poco y su ceño se frunció ligeramente. Había abierto sus labios de forma tenue pero luego los cerró, dejando salir un suspiro—. Cuídate, Mimi. Y también de... e igual tu mamá y tu papá, y también tus hermanitas...

Kiyoko lo volteó a ver apenas escuchó sus palabras, a duras penas debido a que lo había dicho en un leve murmuro. Aún así, debido a la soledad y el muy ligero eco del lugar es que lo había alcanzado a escuchar. Lo miró por sobre sus hombros con sus orbes de aquel color tan claro y puro, luego de eso sonrió dulcemente y asintió nuevamente, mandándole una mirada de gentileza y cariño hacia el chico quien no evitó sonreír nuevamente, ahora con tranquilidad y alivio pero aún teniendo aquel toque de nostalgia.

—Lo haré, Shin'ichirō-kun. Tu también cuídate; nos vemos. —canturreó la menor con sinceridad. Luego de decir eso y volver a dedicarle una dulce sonrisa para salir por la tienda de motos dejando a un Sano en su lugar en total silencio, con ambas manos en sus bolsillos y una mirada perdida; observaba como desde detrás del vidrio a Hana le decía algo con diversión a Masumi y esta le reclamaba de alguna forma para subirse en aquel vehículo. Terminó viendo a la de mechas rosas para luego ver a la de cabellera completamente negra.

❛Espero que le vaya bien❜ pensó tensando un poco su sonrisa a su par que agachaba la mirada, alzó un poco su mano para observarla en silencio luego de ver cómo ambas jovencitas avanzaban a través del cristal de su tienda. Observó sus dedos que se cerraron para hacer un leve puño, su sonrisa volvió a aparecer con un poco más de seguridad. ❛Y que siga así de bien❜

KIYOKO MASUMI AGITABA SU MANO EN DESPEDIDA HACIA HANA, QUIÉN AGITABA SU BRAZO DE manera eufórica mientras volvía a arrancar su Honda con entusiasmo y se iba por el lado contrario al cual había llegado recien en lo que era su hogar. Suspiró con una dulce sonrisa en sus labios mirando la calle de forma ensimismada, luego en su campo de visión llegó los productos para el hogar y la cocina que había comprado su madre quien al parecer había tenido tanta urgencia al respecto para regresar a quien-sabe-donde como para dejárselo al hermano mayor de Emma y Manjirō. Suspiró un poco mientras se encogía algo de hombros; no le molestaba mucho, desde que Shin'ichirō llegó a su anterior casa con su pierna lastimada parecían llevarse bastante bien.

Su ceño se frunció un poco mientras se volteaba pasando a un lado de la moto que estaba parqueada enfrente de su casa, para luego abrir la rejilla del patio de entrada a su hogar, cerrándola detrás de ella y comenzar a caminar para llegar a la puerta. Le molestaba un poco que Hana insinuara que su madre tendría algo con Shin'ichirō, le parecía una tontería. Su mamá estaba casada y era fiel, eso le enseñó ella y su papá; ser fiel a su pareja, y su progenitora no era la excepción. Simplemente se llevaban bien como cualquier persona, aparte de que el hermano mayor del pequeño rubio que tenía de amigo y la linda rubia que de igual manera era su amiga de por sí era agradable, era imposible no llevarse bien con Shin'ichirō. O al menos eso pensaba.

❛Sólo cosas de Hana-chan. Siempre tiene sus momentos conspiranoicospiensa negando con su cabeza y manteniendo sus ojos un tanto cerrados luego de haber entrado a su casa y retirarse los tenis que tenía, buscando luego entre las zapatos de su papá y las botas negras que habían a un lado, haciendo todo mientras sostenía con agilidad la bolsa. Caminó con sus pantuflas con tranquilidad hacia donde escuchaba la voz de su padre colocándose en el marco de la sala mientras abría su boca emitiendo una pequeña sílaba para anunciar su llegada pero fue interrumpida por la propia voz de su padre.

—Yo soy el hombre de la casa, y se hace lo que el hombre de la casa dice... —dice con molestia Kaito mientras Masumi lo veia sorprendida y expectante. Aun tenía su ropa de trabajo; observó como le lanzaba una mirada airada a quien tenía enfrente y luego lo señalaba con reclamo—. ¡Así que te exijo inmediatamente, que bajes los pies del sofá, vago!

—El hombre de la casa ya ha llegado, hace unos quince minutos. —contestó el chico rubio a quien replicaba su padre, aunque el primer mencionado aún estaba recostado en el sofá como si fuera el dueño, dando un largo bostezo que sólo hacía pensar que realmente tenía sueño junto con sus párpados caídos de forma cansada—. Y soy yo, además, estoy cansado...

—¡Yo soy el hombre de la casa! —replicó Kaito con una ceja temblorosa y una vena marcándose en su cuello de la tensión que tenía junto con la ira. El chico que parecía más joven simplemente volvió a bostezar, mirando hacia otro lado.

—¿Todavía sigues siendo delicado, Kai-chan? Sólo vine de visita, sobretodo a darle de manera atrasada el regalo a mi florecita. —contestó con calma el de ojos violetas estirándose como un gato a lo largo del sofá siendo con un movimiento que se sentó, revolviendo un poco su cabello largo amarrado de forma simple. Luego, levantó una bolsa de plástico—. Y también a que mi hermana me ayude con el cabello. Onee-chan, ¿podrías ayudar a teñirmelo?

—Ahora que me fijo las mechas se te ven menos oscuras de lo normal. Aunque no era necesario venir hasta aquí, podrías haber ido a algún salón. ¿No tenías un barbero al que ibas constantemente? —mencionó Hikari con tranquilidad limpiando sus manos húmedas con una ligera sonrisa en sus labios.

—Trasladó su barbería a otra zona, creo que en otro distrito. Puede que no me quedé lejos o difícil de ir, sobretodo con mi moto, pero sería demasiado camino y estaba de paso; me gusta igual cuando tú me lo tiñes. Aparte de que ya eres experta en eso, me gusta que sea gratis lo que costaría yo-que-sé cuántos yenes por sólamente colocar el mismo color en el mismo lugar. —murmuró con simpleza el de cabellos rubios, encogiéndose un poco de hombros—. La última vez me cobraron más que la vez antes que esa, por hacer el mismo procedimiento. A veces no comprendo los negocios.

—Trabajas en un gimnasio, eso es un negocio. Siempre llega un momento en el que le suben el precio a las entradas y membresías porque mujeres y hombres hagan lo mismo de todos los días.

—No comprendo, sigo sin comprender. No me enredes la cabeza.

—¡No me ignoren! —exclamó indignado el de cabellos alborotados observando hacia el de mirada cansada con acusación, señalándolo con el dedo de manera acusadora, teniendo sus ojos blancos del enojo mientras una aura rojiza de ira lo rodeaba—. ¡Y no me llames «Kai-chan»; para ti soy «Señor Kiyoko»!

—Suena mejor Imaushi, ¿no lo crees? ¿Y si le devuelves el apellido a mi Onee-chan y ambos usan el Imaushi?

—¡Deja de ser tan exasperante!

—He... ¿vuelto? —Masumi finalmente tomó acto de presencia, aunque realmente estaba más que confundida observando la escena siendo que al momento en el que habló todos miraron a su dirección y quedarán en completo silencio.

Su atención fue luego a la persona demás en la casa que había conectando con unos orbes violetas como los de su madre quienes la miraban con aquel atisbo de sueño. Sus cejas se alzaron poco a poco de sorpresa al reconocer quién era observando como el chico de cabellera rubia y larga se sentaba mejor en su lugar apoyando sus brazos en sus rodillas, él prosiguió a sonreír de lado y de forma leve; los ojos de Masumi comenzaron a brillar poco a poco y casi a cristalizarse del asombro y la emoción que estaba comenzando a surgir al ver nuevamente aquella cara conocida. Hikari sonrió ligeramente al ver la expresión de su hija mientras que Kaito simplemente cruzaba sus brazos con su expresión más relajada al ver a su hija ya llegar, aunque seguía teniendo su ceño fruncido ante la estadía del que según él, era un intruso.

El rostro de Masumi se iluminaba y a su vez se ruborizaba al momento de que las ganas de llorar se intensificaron siendo un detalle desde siempre que al momento de llorar sus mejillas y su nariz se colocaban rojas, y aquel momento no era la excepción.

—¿T-tío Wakasa?... —balbucea a duras penas la menor presente en la sala de forma temblorosa al verlo después de quién sabe que tanto tiempo.

El aludido entrecerró un poco sus ojos fuera de lo normal mientras alzaba un poco la comisura de su labio dejando ver una leve sonrisa; inclinó un poco su cabeza hacia un lado soltando una pequeña risita.

—Hola, florecita.

Han pasado 84 años.jpg desde que escribí aquí
Lo más gracioso es que cuando me metí a terminar de escribir el cap sólo faltaban unas 1000 palabras para terminar el cap, sorry

Pidoperdon por no actualizar pero, siendo sincera, cuando acabó el manga me explotó el cerebro y luego se me apagó y esfumó la inspiración para escribir aquí. No sé porque, fue muy extraño.

Pero no se preocupen, no voy a abandonar o borrar está historia. Sobre mi cadáver 😾, me parece hasta factible para mí que el manga haya terminado porque así puedo planear mejor las cosas, si señor. Simplemente no he escrito porque me puse a analizar.
En fin, ¿alguien se acordaba del tío "perdido" de Mimi? ¿se esperaban que fuera Waka?;)
A todo esto, ¡espero que la hayan pasado super en navidad y en este año nuevo!❤️
Muchísimas gracias por llegar hasta aqui, ¡los amo muchísimo!❤️

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