━ chapter twelve: universe

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༻ 𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐃𝐎𝐂𝐄 ༺
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' UNIVERSO '
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ME SENTÍA TAN INSIGNIFICANTE como una minúscula hormiga; una simple partícula de polvo, víctima del caos que se desencadenaba en medio de aquel universo.

Aunque me encontraba allí, con mis oídos siendo atiborrados por el insoportable zumbido de los golpes que volaban a mi alrededor, eran mis huesos y mi carne los únicos que no parecían aterrados.

Mi cuerpo se hallaba frío, firme, como una máquina programada para esquivar golpes, pero ni siquiera era capaz de sentir el suelo bajo mis pies, o mucho menos los sollozos que soltaban mis cansadas articulaciones. En cambio, con mi verdadera esencia elevada sobre los cielos, me identificaba más como una marioneta que como una heroína: manejada por un comando y no por un juicio propio.

Bucky Barnes enfrentándose contra T'Challa, Clint esquivando los golpes de Natasha después de que esta derribase a Scott Lang, James Rhodes y yo intentado que Sam Wilson se estrellase contra el suelo, Tony y Steve luchando con ferocidad, Peter Parker saltando ágilmente sobre los objetos que le arrojaba Wanda con sus poderes, Elissa atacando a todo aquel que perteneciese al equipo contrario; todos girábamos sobre la misma órbita de pelea, pero yo solo quería desaparecer antes de perder el control, porque tarde o temprano el impacto de tantas sensaciones juntas terminarían desatando al lado salvaje de mis habilidades.

Mis defensas habían formulado un nuevo mecanismo para protegerme de mis propios pensamientos. Aquella rutina —una sucesión de golpes, patadas y ganchos— me mantenía distraída de eso a lo que verdaderamente quería prestarle atención.

Y es que mi forma física obviaba el hecho de que Peter Parker y Elissa Monroe no hacían ademanes de atacarse incluso cuando se hallaban frente a frente, pero mi alma, ese espectro que observaba desde algún lugar distante, era plenamente consciente de la impotencia que pretendía interferir con mi misión y del dolor de apreciar que, de alguna manera, Peter estaba protegiendo a la misma persona que se encargaba de hacerme trizas día tras día.

A pesar de que me repetía que estaba exagerando, no servía de mucho, pues mi piel ardía con más intensidad y mis extremidades seguían temblando por la furia.

Decidí concentrarme en lo primordial; debía volver a ser una con mi cuerpo, luchar con más ímpetu y no suponer cosas que tal vez no eran reales.

Ajusté mi antifaz. Apreté los puños. Volví a adueñarme de mis acciones para seguir luchando.

Era el momento de hacer valer a la Chica Fuego.

Me había dado cuenta de que la mayor amenaza del equipo de Steve Rogers era Wanda Maximoff. Para ella, era fácil salvar a cualquiera de sus compañeros cuando estuviesen en aprietos; solo debía usar una décima de sus poderes y lo tenía prácticamente ganado. Quería ponerle las cosas difíciles, así que opté por acercarme a Wanda desde la espalda.

Sin embargo, al ver de reojo que el Capitán América cortaba con su escudo una de las telarañas del Hombre Araña, supe que comenzaría un enfrentamiento entre ellos dos. Mi primer impulso fue desviar mis pasos para dirigirme hacia Peter; mi compañero, mi amigo, y el chico que me había salvado en incontables ocasiones, sin importar las estupideces que alguno de los dos cometiese.

Y fue entonces cuando un cuerpo se arrojó en mi dirección.

Dimos un par de vueltas sobre el concreto mientras mi atacante intentaba sujetar mis manos y yo luchaba por escapar de su peso. Las pequeñas piedras esparcidas por el suelo se clavaban en mi espalda mientras mis nervios aumentaban. Finalmente, una rodilla asestándose en medio de mi estómago fue suficiente para hacerme soltar un jadeo, presa bajo nada más y nada menos que Elissa Monroe.

«Vaya suerte»

—¿En serio es tan sencillo derribarte? —Los ojos de Elissa brillaban con diversión. Por instinto, mis manos se encendieron en llamas mientras intentaba dominar al fuego que corría por mis venas, avivado por la impotencia de tener que ver su rostro. Intente escapar, pero a pesar de que Elissa era más ligera que yo, su técnica a la hora de sujetarme era tan pulcra que ni siquiera podía mover mis piernas bajo de su peso—. Prometí que no iba a hacerte daño, —Puso los ojos en blanco y chasqueó la lengua en un gesto aburrido—, pero puedo hacerte la cosa más... difícil.

Sus uñas se encajaron en la piel de mis muñecas, las cuales sostenía a los costados de mi rostro. Me sentí débil, inservible, inútil.

Aún así, en esa ocasión, no tenía lágrimas amenazando con salir de mis ojos, ni mucho menos ganas de quedarme callada.

No planeaba dejarme intimidar; no de nuevo.

—Pues yo no dudaría en mostrarte lo que soy capaz de hacer, Elissa. Aléjate de mí —escupí con rabia—, y ni se te ocurra hacerle daño a Peter.

En un movimiento rápido, escapé del agarre de Elissa. Sujeté sus muñecas tal y como ella lo había hecho, sin reparar en que el calor de mis manos le quemaba la piel.

Era como si el fuego, arañando las paredes de mis entrañas, estuviese luchando por salir a través de mis palabras. Una oleada de poder atacaba a mi consciencia y me permitía ejecutar acciones que nunca me atreví a hacer.

Esa no era yo. No era mi voz, no eran mis movimientos, ni mucho menos mi propia voluntad.

Pero no se sentía mal.

Lastimosamente, esa faceta amenazante se vio corrompida por la rodilla de Elissa clavándose una vez más sobre mí, directamente en mi diafragma.

—Parker me dijo que la condición era que no te tocase ni un pelo.—Con la mandíbula apretada, afianzó la presión en mi diafragma. Abrí la boca, buscando un poco de aire, pero mi vista comenzaba a nublarse y el calor de mi cuerpo a descender—. Aunque si sigues agotando mi paciencia, no me molestará romper el trato.

Soltó su agarre con brusquedad. Se levantó con gracia. Arregló su cabello. Y, finalmente, me dio la espalda.

—¿Qué me están ocultando? —susurré a duras penas, observando a la silueta de Elissa sumergiéndose en el caos que se desataba en el centro de la pista.

Cerré los ojos con fuerza y apoyé la cabeza en el suelo, permitiéndome respirar con libertad por un par de segundos. Decepcionada de mí misma por haber sucumbido al terror que Elissa me causaba, con equilibrio inestable y aún sorprendida por mi repentina valentía, hice lo que mejor se me daba cuando me sentía tan frágil: ir hacia Peter Parker. 

Sin importar qué tan dolida estuviese gracias a él o cuán molesta me encontraba, me dirigí a Peter con la mayor rapidez que pude. Noté que estaba sumergido en la batalla con el Capitán América, por lo que aceleré el ritmo de mis zancadas.

Contra hombres como Steve Rogers, quien parecía tan cegado por lograr su cometido, no podía arriesgarme a que Peter saliese herido.

Porque si caíamos, caeríamos juntos. Y si triunfábamos, triunfaríamos juntos.

Arribé a mi destino para encontrarme que Peter había atrapado cada una de las manos de Steve con un par de telarañas mientras este intentaba alcanzar su enigmático escudo, el cual se hallaba en el suelo, a algunos pasos de distancia.

Lo primero que hice fue rodear al escudo con un anillo de fuego para dificultarle a Steve la tarea de recuperarlo. Sin embargo, cuando el Capitán se zafó de la pegajosa sustancia y arrojó a Parker lejos por medio de una ágil voltereta, mi atención fue directamente hacia él.

Batallé con la voz interna que me impulsaba a correr hacia Peter para comprobar que se hallaba bien, obligándome a establecer una posición de combate.

Tragué en seco. Apreté los puños frente a mí. Me repetí que Peter era capaz de arreglárselas a solas mientras yo distraía al Capitán.

—Tendrá que pasar sobre mí si quiere recuperar su escudo, Cap.

Enarqué las cejas, intentado que mi firme fachada no se viera afectada por lo amenazada que me sentía bajo su mirada.

Steve copió mi postura, estirando sus puños frente a él: —Ya le dije a tu amigo: hay cosas que ustedes no entienden.

He estado esperando todo el día a que alguien me las explique. —Suspiré. Escuché el tronar de mis nudillos cuando tensé aún más mis manos—. Tengo tiempo.

No supe cuándo ni cómo, pero me atreví a dar el primer golpe.

Cuando mi puño chocó contra la superficie dura de su mandíbula, logrando que el impacto recorriera como una corriente eléctrica a cada uno de los huesos de mi brazo, me percaté de que el combate cuerpo a cuerpo no era la mejor opción a la hora de pelear con un hombre tan corpulento. Intenté tomar distancia, deslizándome debajo de su cuerpo cuando trató de encestar una patada en mi costado, pero en cuanto me preparé para arrojarle una esfera de fuego, caí en que había cometido el primer error: dejar casi al descubierto su escudo.

El Capitán, con una habilidad que jamás creí presenciar en vivo, dio un salto mortal sobre el ardiente círculo que protegía a su escudo, tomándolo antes de caer del otro lado con suma precisión.

«Esto será más difícil de lo que pensé»

—Yo también tengo tiempo —murmuró con una sonrisa ladeada.

Mientras hacía ademán de acercarse a mí, una telaraña fue disparada directamente al escudo de Steve. Rogers fue más rápido, atrapando los hilos con un movimiento maestro y jalando a Peter en el proceso, cuyo rostro se estrelló contra el duro metal del escudo.

Hice una mueca al imaginar el dolor que debía de sentir Peter a la par que este se acercaba hacia a mí, gateando con rapidez.

—Gracias, Parker. —Evité mirarlo, todavía incómoda por el tema de Elissa. Aún así, me fue imposible que mis traicioneros ojos no se deslizaran instantáneamente a su perfil, tragándome un preocupado "¿estás bien?".

—Ho-hola, Rae. —Escuché el tan común tartamudeo nervioso en su bajo tono de voz.

—Me encargaré de él. Tú... trata de idear la forma de quitarle el escudo, es como otra parte de su cuerpo; será muy difícil enfrentarlo con él encima.

—Lo sé, ¡es genial! —Puse los ojos en blanco ante su emoción. Una sonrisa se asomó en mis labios por más que intenté reprenderla. Peter aclaró su garganta—. Lo siento... no es momento de pensar en eso, supongo —divagó para después sacudir la cabeza—. Esto será mejor que pelear en Queens.

» El Hombre Araña y la Chica Fuego; luchando juntos, de nuevo.

Algo en su voz me delataba que, aún debajo de su máscara, Peter Parker esbozaba una de sus deslumbrantes sonrisas.

En contra de mi orgullo, no pude evitar dibujar una pequeña sonrisa, con el corazón latiéndome en una mezcla de adrenalina y felicidad; una insignificante —y casi invisible— sonrisa.

Siempre juntos. —Se me escapó en un suspiro tembloroso. Ignoré el nudo que se había apretado alrededor de mis cuerdas vocales, con el pensamiento de que Peter estaba ocultándome algo tatuado en la mente—. Ahora, concentrémonos en lo importante, Parker.

Peter asintió: —Estaré vigilando que estés bien. Solo... recuerda tener cuidado.

A partir de ese momento, no me fijé en qué hacía Peter, aunque sabía que no me había abandonado. Mis ojos estaban plenamente enfocados en los de Steve; azul con marrón chocando en un torbellino de emociones, ambos queriendo defender una causa.

Pero, ¿cuál era la suya? ¿Cuál era la mía, verdaderamente, si ni siquiera me lo habían aclarado?

Steve inclinó la cabeza hacia un lado para esquivar una de mis esferas de fuego: —¿Qué más les dijo Stark?

—Que te equivocas, pero crees tener razón. —respondió Peter desde algún lugar en las alturas. Yo me arrojé hacia Steve, quien cubrió otra bola de llamas con su escudo—. Eso te hace peligroso.

—Quizás no se equivoca.

Observé una telaraña volando en dirección al escudo. Una vez más, la agilidad del Capitán América le había permitido interrumpir el balanceo de Peter por los aires con un solo movimiento, haciéndolo caer al suelo con un gruñido. Sentí mi sangre arder con furia al verlo luchar por recuperar el equilibrio, mis ojos tomando el inusual color del fuego mientras me acercaba con más ferocidad a Steve.

—¿Por qué lo hace, señor Rogers? —pregunté cuando su mano detuvo mi puño, apretándolo con fiereza. Mis interiores ardieron con más enojo y pude sentir al fuego acumulándose en mis iris con más intensidad. El calor en mi piel aumentó instintivamente y, aunque lo vi dibujar una mueca de dolor por primera vez en toda la pelea, no me soltó— ¿Por qué no se rinde? ¿Por qué no evita destruir este lugar? ¿Por qué luchar, si sabe que no está haciendo lo correcto?

La fuerza de su agarre disminuyó considerablemente. Su semblante se suavizó, su mirada se perdió. La vulnerabilidad que emanaba de cada poro de su piel era tan abrumadora que mi estado furioso se vio reducido en instantes; mis ojos volvieron a la normalidad, mi piel dejó de arder y mi ceño se frunció con confusión.

Steve Rogers suspiró. Suspiró tan pesadamente que incluso pude sentirlo en mi pecho.

—Las agallas que tienes para proteger a tu amigo, yo también las tengo. Protejo a mi propio compañero, porque es lo único que me queda para conmemorar el pasado. —Sonrió con tristeza—. Las ganas que tienes de ayudar, también. No quería que nos controlaran, no quería ser otro esclavo del Gobierno, así que no firmé los Acuerdos, y no pienso hacerlo. —Se encogió de hombros con tranquilidad—. No somos demasiado diferentes; me di cuenta de ello en cuanto te vi.

» Y la próxima vez que Tony te diga algo, pídele que te cuente la versión completa. Él conoce mis razones, y sabe mucho más que eso.

Tambaleé en mi posición. Di un par de pasos hacia atrás, con los labios entreabiertos en busca de una reacción lógica.

Supe en ese preciso momento, cuando me dejó por un par de segundos al aflojar completamente su agarre, que él estaba sufriendo tanto como Tony Stark.

De pronto, la adrenalina abandonó a mi sistema. El dolor de mis músculos comenzaba a hacerse presente, pero me hallaba tan perdida en mis pensamientos que ni siquiera sentía el abrasador ardor que recorría a mi carne. No tenía ánimos de luchar y, aún así, conociendo la causa y el universo propio de Steve Rogers, sabía que tendría que seguir batallando contra él, porque no me veía con el valor suficiente de decepcionar al señor Stark y, con él, a Peter Parker.

Me encontraba en medio de una guerra donde ambas partes eran inocentes. Una que quería luchar por el bien común, y otra que estaba dispuesta a sacrificar todo con tal de salvar a su amigo, su compañero, un hombre con el que quizás tenía más de mil historias. Posicionarme en una de las caras de la moneda era la decisión más difícil que alguna vez se me había presentado.

Y aunque en cuestión de segundos debí correr hacia un lado de la balanza antes de desestabilizar el peso, en silencio, la pregunta de que si estaba haciendo lo correcto con continuar al lado de Tony seguía atormentándome.

—¿Y qué hay con el resto del mundo? —cuestioné con la voz ahogada—. ¿Va a sacrificarlo por su amigo, señor Rogers? ¿Está dispuesto a abandonarlo todo?

—¿No estarías tú dispuesta a hacerlo por el chico araña si estuvieras en mi posición?

Guardé silencio.

Sus ojos reflejaban la misma preocupación y el cariño que, sabía, me envolvía cada vez que pensaba en Peter Parker.

La respuesta era "sí". Estaría dispuesta a convertirme de una criminal, a sacrificar mi vida, siempre y cuando eso mantuviera a Peter a salvo.

Y entonces todo se complicó aún más dentro de mi mente.

Fueron los millones de pensamientos que rondaban por mi cabeza los culpables de que no me percatase que Peter, colgando en una de sus telarañas, apuntaba las piernas en dirección al escudo del Capitán. Justo cuando quise interferir, Steve estiró su brazo mientras los pies de Parker hacían contacto con el metal. Tanta fue la fuerza de su movimiento que el chico terminó impactando contra el soporte de uno de los túneles de embarcación que se hallaban en el aeropuerto.

Steve lanzó su escudo hacia el soporte. El túnel se tambaleó sobre la cabeza de Peter y yo sentí un balde de agua fría cayendo sobre mí. Ahogué un grito mientras la pesada estructura caía sobre mi amigo, pero cuando Peter la detuvo con sus manos recordé de lo que era capaz debido a sus poderes arácnidos.

Nunca imaginé agradecerle mentalmente a una araña radiactiva, mas en ese momento le daba las gracias a la que había picado a Peter Parker por salvar su vida.

—Ve a ayudarlo, no voy a detenerte. —Steve señaló al chico, ajustando su escudo cuando este regresó hacia él.

Y no necesité de más para correr hacia Peter.

—¿Puedes salir de ahí? —pregunté en cuanto llegué a su lado.

—No te preocupes, lo tengo con–

Cortó sus palabras cuando perdió el equilibrio bajo tanto peso, pronto logrando estabilizarse con un gruñido.

—Tienes corazón —habló Steve, mirando a Peter específicamente. Sus ojos se trasladaron a mí mientras yo lo observaba de reojo—. Y tú tienes mucho valor —continuó, refiriéndose a mí—. ¿De dónde vienen?

Peter tensó los músculos de sus brazos: —Queens.

—Brooklyn. —Suspiré, resistiendo las ganas de colarme debajo del túnel para intentar quitarle un poco de carga a Peter.

—También de Brooklyn —respondió con una pizca de sorna en su voz, mirándome por un par de segundos extras antes de escapar con un trote ligero.

Observé a Steve alejarse. Una molesta sensación me revolvía el estómago, haciéndome aún más consciente de todas las dudas que había plantado Steve en mi cabeza.

Incluso cuando Peter tomó mi mano para salir de debajo del túnel, yo no podía despegar mis ojos de la silueta del Capitán.

—Luchaste bien, Parker.

—No más que tú.

✧✧✧

En los siguientes minutos, todo lo que pude ver a mi alrededor era destrucción.

De un momento a otro, Scott Lang había aumentado su tamaño en proporciones descomunales, distrayendo a mi equipo con cada movimiento torpe y lento que hacía.

Por lo que había visto, el señor Rhodes había sido víctima de uno de los manotazos de Scott y Peter había hecho la excelente tarea de atraparlo antes de que su cuerpo chocase contra uno de los aviones que habían en la pista.  Recordaba que todos se hallaban alrededor de Scott, ya fuese protegiéndolo o intentado derribarlo; aún así, yo tenía la mira puesta en otro objetivo.

No se me había escapado que el crecimiento de Scott había sido parte de un plan para dejarle el camino libre a Steve Rogers y a Bucky Barnes, quienes corrían hacia el helicóptero que finalmente les permitiría escapar.

Fue por eso que, después de prometerle a un preocupado Peter que regresaría a salvo mientras el resto de mi equipo luchaba contra Scott, yo castigaba a mis piernas con otra carrera más, corriendo detrás de Steve y Bucky y haciendo uso del poco combustible que le quedaba a a mi cuerpo.

Tuve que recurrir a la ignorancia para dejar en el olvido cada una de las palabras que me había dicho Steve cuando luchábamos. Era difícil, tan difícil como obviar el tema de Elissa y Peter, pero, sin saber cómo y con algunos baches en el camino, podía decir que me las había apañado para lograrlo.

Steve y Bucky casi alcanzaban su destino, así que tuve que acelerar el paso. Preparé un par de bolas de fuego en mis manos, lista para lanzárselas en caso de que necesitara retenerlos un poco más.

Visión, sin embargo, tenía planes diferentes para detener al Capitán y a su compañero.

Un rayo saliendo de la gema que llevaba en la frente bastó para tumbar una torre que se ubicaba a un lado de la zona de aparcamiento para los helicópteros. La estructura despedazada amenazaba con bloquear la entrada hacia el destino de Steve y Bucky.

Mis manos se apagaron en un instante, pensando que, quizás, ese movimiento era el que nos había dado una parte de la victoria.

Estuve equivocada, claro.

Una fuerza sobrenatural sostuvo en el aire las piezas del edificio antes de que cayesen, y no me hizo falta darme la vuelta para saber que era Wanda Maximoff la encargada de arruinar la acción de Visión.

Aunque sabía que no alcanzaría a Steve y a Bucky por más que lo intentara, empecé a correr de nuevo, sabiendo que Wanda no podría detenerme al tener que sostener tanto peso.

Lo que no me esperaba era que, mientras cruzaba debajo de los escombros en levitación de la torre, algo hiciese que Wanda perdiese el control de sus poderes y que la mitad de mi cuerpo quedase atrapado debajo de una pila de concreto, vigas destrozadas y cristales quebrados que caían en picada.

Todo se tornó borroso; la imagen de Steve girándose a verme con una expresión contrariada, Bucky poniendo una reconfortante mano sobre su hombro, Natasha Romanoff en frente del par y, por último, Elissa Monroe parada a un lado de su prima, deteniendo mis intentos de escapar al lanzar una oleada de fuego sobre los escombros que me mantenían cautiva.

—Señorita Romanoff... —Usé todo el aire que quedaba en mis pulmones, rogándole con labios temblorosos para que me sacase de allí. Sin embargo, ella solo me miró con pena, pero no hizo ningún intento por ayudarme—. Natasha, por favor...

Abrí la boca, pero nada más salió de mis labios.

Y nadie me ayudó.

Quise gritar. Quise sollozar hasta quedarme sin voz, hasta que mi garganta terminara completamente dañada. Quería perder mis sentidos, quería que mis nervios no me castigaran al esparcir el dolor por todo mi esqueleto. El polvo se colaba por mis vías respiratorias y no podía toser para apartarlo, nublaba el panorama frente a mí y me recordaba que jamás en mi vida me había sentido tan débil como en ese momento.

Temblé bajo las toneladas de peso, temerosa de lo que, sabía, se avecinaba. Sentí lenta y dolorosamente la manera en la que mis músculos perdían la vida y las ganas de luchar.

Me rendí ahí mismo, con el fuego que por tanto tiempo me había acompañado abandonando a mi torrente sanguíneo, saliendo por mi piel y dejándome completamente sola.

No podía respirar. No podía moverme. No podía llorar. No podía zafarme del pitido que atacaba a mis oídos, ni ignorar las puñaladas que se clavaban en mi cráneo y en mis costillas.

No podía hacer nada aún estando consciente, y quizás eso era lo peor de todo.

Mis recuerdos pasaron por delante de mis ojos en diapositivas inconclusas que solo lograban marearme. Pensé en Jonas, en Riley, pensé en mi difunto padre y en una madre cuyo paradero desconocía.

Pensé en Peter Parker y en que no pude confesarle mis sentimientos.

Lo último que pude observar, fue a aquella abominable silueta cubierta de fuego que tiempo atrás había visto a través de mi ventana, acercando unas flamantes y filosas garras en mi dirección mientras un infernal calor se adueñaba de todo mi ser.

Entonces, caí al vacío.

Y todo se volvió negro.

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❮ 𝗡𝗢𝗧𝗔 𝗗𝗘 𝗔𝗨𝗧𝗢𝗥𝗔❯
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No tengo palabras para este capítulo, sinceramente.

Solo espero de todo corazón que hayan disfrutado de la bárbara longitud de esta parte y que no vayan a asesinarme después de esto; aún queda mucho de esta historia, no se preocupen.

Este capítulo está especialmente dedicado a spideyshawnx, quien durante este último tiempo de ha mantenido como una fiel lectora de esta novela.

Les doy las gracias por haber llegado hasta aquí, por haberme acompañado a lo largo de tantas fases en esta historia, por impulsarme a mejorar mi escritura y por regalarme más de nueve mil lecturas.

Coméntenme aquí sus pensamientos acerca del capítulo. (Que sepan que yo he llorado escribiéndolo y que ha sido sumamente difícil terminarlo) (;

¡Los quiero muchísimo! ¡Espero que las casi cuatro mil palabras no les haya aburrido, linduras!

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