𝟬𝟬𝟬. prologue

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*。 𝐒𝐀𝐏𝐏𝐇𝐈𝐑𝐄.💙 。˚
000.┊PRÓLOGO
La Ceremonia de Selección
ೃ ‧₊˚ೃ ‧₊˚ೃ ‧₊˚ೃ ‧₊˚ೃ ‧₊˚


En una hilera, Matilda siguió a la profesora McGonagall hasta el Gran Comedor. Llevaba esperando once años para tener por fin la experiencia de la ceremonia de selección que tenía lugar en el Gran Comedor. Estaba iluminado por miles y miles de velas, que flotaban en el aire por encima de cuatro grandes mesas, donde los demás estudiantes ya estaban sentados. En las mesas había brillantes platos, cubiertos y copas de oro. Al fondo del comedor había otra gran mesa, ante la que se sentaban los profesores. La profesora McGonagall condujo hasta allí a los alumnos de primer año y los hizo detener y formar una fila delante del restro de los estudiantes, con los profesores a sus espaldas. Los cientos de rostros que los miraban parecían pálidas linternas bajo la luz brillante de las velas. Situados entre los estudiantes, los fantasmas tenían un neblinoso brillo plateado. Maravillada con todo lo que veía, los ojos de Tilly recorrieron la gran sala y se posaron sobre el techo de terciopelo negro, salpicado de estrellas. El techo había sido hechizado para que se pareciera al cielo de fuera.

Matilda bajó la vista rápidamente mientras, en silencio, la profesora McGonagall ponía un taburete de cuatro patas frente a los de primer año. Encima del taburete colocó un sombrero puntiagudo de mago. El sombrero estaba remendado, raído y muy sucio. Si no fuera por la ceremonia, Tilly tendría mucho que decir sobre ponerse un sombrero sucio en la cabeza.

Matilda sabía lo que le esperaba al llegar a la ceremonia de selección. Sus padres junto con toda su familia habían ido a Hogwarts, o al menos habían llegado a ir. Su hermana mayor, Harper, había sido colocada en la casa Hufflepuff y actualmente estaba cursando su tercer año. Harper y sus padres le habían dicho lo que podía esperar, y por eso, cuando el sombrero comenzó a cantar, ella fue una de los pocos estudiantes que no se sorprendió.

Oh, podrás pensar que no soy bonito,
pero no juzgues por lo que ves.
Me comeré a mí mismo si puedes encontrar
un sombrero más inteligente que yo.
Puedes tener bombines negros,

sombreros altos y elegantes.
Pero yo soy el Sombrero Seleccionador de Hogwarts
y puedo superar a todos.
No hay nada escondido en tu cabeza
que el Sombrero Seleccionador no pueda ver.
Así que pruébame y te diré dónde debes estar.
Puedes pertenecer a Gryffindor,
donde habitan los valientes.
Su osadía, temple y caballerosidad

distinguen a los de Gryffindor.
Puedes pertenecer a Hufflepuff,
donde son justos y leales.

Esos perseverantes de Hufflepuff
de verdad no temen el trabajo pesado.
O tal vez a la antigua sabiduría de Ravenclaw,
si tienes una mente dispuesta,
porque los inteligentes y eruditos
siempre encontrarán allí a sus semejantes.
O tal vez en Slytherin
harás tus verdaderos amigos.
Esa gente astuta utiliza cualquier medio
para lograr sus fines.
¡Así que pruébame! ¡No tengas miedo!
¡Y no recibirás una bofetada!
Estás en buenas manos (aunque yo no las tenga).
Porque soy el Sombrero Pensante.

Todo el comedor estalló en aplausos cuando el sombrero terminó su canción. Éste se inclinó hacia las cuatro mesas y luego se quedó rígido otra vez.

La profesora McGonagall se adelantó con un gran rollo de pergamino.

—Cuando yo os llame, deberéis poneros el sombrero y sentaros en el taburete para que os seleccionen —dijo—. ¡Abbott, Hannah!

Una niña de rostro rosado y trenzas rubias salió de la fila, se puso el sombrero, que la tapó hasta los ojos, y se sentó. Un momento de pausa...

—¡HUFFLEPUFF! —gritó el sombrero.

La mesa de la derecha aplaudió mientras Hannah iba a sentarse con los de Hufflepuff. Matilda vio al fantasma del Fraile Gordo saludando con alegría a la niña.

—¡Bones, Susan!

—¡HUFFLEPUFF! —gritó otra vez el sombrero, y Susan se apresuró a sentarse al lado de Hannah.

—¡Boot, Terry!

—¡RAVENCLAW!

Esta vez aplaudió la segunda mesa a la izquierda. Varios Ravenclaws se levantaron para estrechar la mano de Terry cuando se reunió con ellos.

Brocklehurst, Mandy, también fue a Ravenclaw, pero Brown, Lavender, resultó la primera nueva Gryffindor, y la mesa más alejada de la izquierda estalló en vivas. Matilda pudo escuchar unos silbidos provenientes de dos chicos pelirrojos de esa misma casa.

—¡Bulstrode, Millicent!

Entonces se convirtió en la primera Slytherin del día.

Matilda estaba cada vez más y más impaciente. Cada día de sus once años, había estado esperando el momento de ser seleccionada. Soñaba con ser una Ravenclaw. Sabía que ése era su lugar, aunque, como su madre siempre decía lo mucho que se parecía a su padre, también era candidata a Slytherin.

—¡Finch-Fletchley, Justin!

—¡HUFFLEPUFF!

Para algunos estudiantes, el sombrero gritaba el nombre de la casa de inmediato, pero para otros tardaba un poco en decidirse.

Finnigan, Seamus, un muchacho de cabello arenoso con el que Matilda había hablado brevemente en el tren, estuvo sentado un minuto entero antes de que el sombrero lo declarara un Gryffindor.

Lo más probable es que el sombrero se debatió entre Gryffindor o Hufflepuff. Por su breve presentación, Matilda pudo verle siendo un Hufflepuff, ya que era muy observadora.

—Granger, Hermione.

Hermione casi corrió hasta el taburete y se puso el sombrero, muy nerviosa.

—¡GRYFFINDOR! —gritó el sombrero.

De todas las casas, Tilly nunca se vio como una Hufflepuff. No porque no le guste la casa, sino porque nunca se ha visto capaz de encajar con los Hufflepuff. Además, ella y su hermana, que es de esa casa, eran polos opuestos.

Cuando Neville Longbottom, el chico que perdía su sapo, fue llamado, se tropezó con el taburete. El sombrero tardó un largo rato en decidirse. Cuando finalmente gritó: ¡GRYFFINDOR!, Neville salió corriendo, todavía con el sombrero puesto, y tuvo que devolverlo, entre las risas de todos, a MacDougal, Morag.

Draco Malfoy se pavoneó hasta el taburete al oír su nombre y de inmediato obtuvo su deseo: el sombrero apenas tocó su cabeza y gritó: ¡SLYTHERIN!

Malfoy fue a reunirse con sus amigos Crabbe y Goyle, con aire de satisfacción.

El padre de Matilda le había advertido de los Malfoy. Trabajaba con Lucius Malfoy en el Ministerio, así que podía contarles a sus hijas con toda certeza lo malos que podían ser y que, en un momento dado, habían hecho daño a mucha gente.

Quería que Matilda mantuviera las distancias con el pálido y rubio de Malfoy.

Después de Malfoy vino Morgensten, Daisy. Otro nombre que había oído hablar a su padre, pero que decía que disfrutaba mucho más de su madre que de su padre. Y por el aspecto de la chica de pelo rubio oscuro que se movía nerviosa en la tarima, no era como el "imbécil" de su padre, como lo llamaba su propio padre.

Esta fue otra decisión difícil para el sombrero. Susurró a la chica alrededor de unos treinta segundos, y durante ese tiempo, la muchacha apretó los lados del taburete con tanta fuerza que sus nudillos empezaron a tornarse blancos.

Finalmente, después de esos treinta segundos el sombrero gritó:

—¡SLYTHERIN!

Cuando Daisy Morgenstern se desprendió del sombrero, su primera reacción pareció ser de decepción. Pero fue rápidamente enmascarada por una sonrisa, que Tilly pudo ver a través de ella, mientras se dirigía hacia un orgulloso Draco Malfoy y el resto de la animada mesa de Slytherin.

Ya no quedaba mucha gente.

Moon... Nott... Parkinson... Después unas gemelas, Patil y Patil... Más tarde Perks, Sally-Anne... y, finalmente:

—¡Potter, Harry!

Todo el mundo había estado aguardando con muchas ansias a que McGonagall pronunciara ese nombre. Matilda, sin embargo no había estado tan interesada en el chico como los demás. Estaba más preocupada por ella misma, y cuándo sería llamada para subir al taburete.

Mientras Harry se adelantaba, los murmullos se extendieron súbitamente como fuegos artificiales.

—¿Ha dicho Potter?

—¿Ese Harry Potter?

Todo el mundo estaba al borde de sus asientos. El sombrero le estaba diciendo algo al chico Potter, pero en voz demasiado baja para que nadie lo oyera. Incluso Matilda tenía curiosidad por saber por qué estaba tardando tanto. Incluso más que Seamus y Neville, juntos.

—¡GRYFFINDOR!

Con sumo nerviosismo, Harry se quitó el sombrero de su cabeza repleta de pelo azabache alborotado y anduvo, algo mareado, hacia la mesa de Gryffindor. Estaba tan metido en su cabeza que era como si no se diera cuenta de que recibía los saludos más calurosos hasta el momento.

Y ahora ya quedaban solamente cuatro alumnos para seleccionar. Zabini, Blaise, se unió a Daisy en la mesa de Slytherin. A Turpin, Lisa, le tocó Ravenclaw, y después le llegó el turno a Weasley, Ron. Tenía una palidez verdosa. Un segundo más tarde, el sombrero gritó: ¡GRYFFINDOR!

Matilda sería la última en ser seleccionada.

Subió a la tarima llena de orgullo y se sentó en el taburete con una sonrisa llena de confianza en los labios. Pudo ver a su hermana sentada con los Hufflepuff y, a pesar de sus constantes peleas, Harper le dio un pulgar hacia arriba en señal de apoyo.

Y de pronto, cuando el sombrero fue colocado en su cabeza, Matilda vio su oscuro interior.

—Hum —susurró la vocecita del sombrero en su oreja—. Muy segura de sí misma, autosuficiente, y muy inteligente...

El sombrero continuó susurrando a Matilda.

—Encajarías bien con los Slytherin, pero veo algo más, otra casa en la que triunfarás... ¡RAVENCLAW!

Matilda suspiró, una sonrisa de felicidad se dibujó en sus labios mientras se quitaba el gran sombrero de la cabeza. Dio las gracias a McGonagall mientras salía de la tarima y se dirigía a la mesa de Ravenclaw, donde todos la recibieron con amplias sonrisas y muchos aplausos.

En ese momento, Matilda se prometió que llegaría a ser la Ravenclaw más inteligente, sorprendente y posiblemente la más exitosa que Hogwarts ha visto en mucho tiempo.


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