🦋Capítulo 8- Familia política🦋

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Min Yoongi le indicó al mayordomo que abriera la puerta y la señora Kim Ruyu entró a la casa. Iba sola, vestía un vestido púrpura que complementaba su figura elegante, lentes oscuros que añadían un aire de misterio y calzado elegante que marcaba cada paso con confianza. Era hermosa, se parecía bastante a Seokjin, podría ser su versión femenina, pero claro más vieja y con una sabiduría que solo el tiempo puede dar.

—Hola cariño, ¿eres el padre? —preguntó y Yoongi sonrió.

—No, soy el tío. ¿No conoce a Jungkook?

La señora Ruyu se quitó los lentes para mirar a Yoongi directo a los ojos, revelando una mirada penetrante y cálida.

—No, Jimin ha tenido muchas parejas pero solo me he interesado en esta relación porque me dijo Jinny que soy abuela.

—¿Jinny?

—Mi hijo mayor, el hermano de Jimin. Él es quien me ha contado tantas historias sobre su vida y sus amigos. Y ahora, aquí estoy, buscando conocerlos en persona.

—Oh...

—¿Y el padre de los niños?

—Trabajando.

—¿Y los niños?

—En su habitación.

—Bueno, he venido a verlos. ¿No vas a traerlos?

Yoongi asintió pero no dijo nada, simplemente se encaminó a las habitaciones de los niños para llevarlos con su abuela. El par de hermanos se encontraban armando un rompecabezas, sus rostros iluminados por la satisfacción de cada pieza que encajaba en su lugar. Yoongi sintió un pinchazo en el corazón al verlos, una mezcla de alegría y nostalgia. Cerró la puerta de la habitación poniéndole seguro, queriendo preservar ese momento de inocencia y felicidad.

Tal vez no era muy inteligente pero cuando de vibras se trataba Yoongi era el mejor descifrando y algo en la señora Kim Ruyo le pareció extraño. Quizás su forma de hablar, con un tono que oscilaba entre la seriedad y la ternura, o quizás su porte, que era elegante pero con una rigidez que no se esperaba en una abuela. Pero había algo más, algo que resonaba en el fondo de su ser, algo que le decía que esta mujer no era solo otra persona más en la vida de los niños.

Quizás era el hecho de que ella no había estado presente en sus vidas hasta ese momento, o tal vez era la manera en que lo miraba, con una intensidad que parecía penetrar el alma.

Sacó el teléfono de su bolso y lo vio inundado de llamadas perdidas, cada una una nota de desesperación que resonaba en su alma. Había llamadas de Jimin, urgentes y llenas de preocupación, y otras de Jungkook. Suspirando, le marcó a Jungkook porque era a quien más confianza le tenía.

No tardó ni dos segundos cuando Jeon le contestó, su voz un bálsamo para su espíritu agitado.

—¿Y los niños? —Su voz estaba acelerada.

Jungkook iba conduciendo a gran velocidad hacia la mansión.

—En su habitación. Vino la madre de Jimin a visitarlos y...

—¡No los dejes solos con ella! —gritó, pisándole al acelerador con fuerza, su voz llena de urgencia y miedo.

—Por eso te llamo, la señora... Hay algo en ella que me parece extraño. No puedo explicarlo, pero siento que no es lo que parece.

—Yoongi, la familia política de Jimin son los Kim que esclavizaban a mi familia. Por favor, mantén a los niños a salvo, yo voy para allá.

Yoongi sintió que su estómago se revolvía, en ese momento la puerta de la habitación de los niños fue golpeada un par de veces y del otro lado de la puerta se escuchaba la voz petulante de la señora Kim. Era una voz que no conocía, una voz que parecía venir de otro mundo, una voz que le recordaba a las historias de terror que solía escuchar en su infancia.

Una voz que no sonaba amable, que llevaba consigo la promesa de traer a tu vida el infierno.

La tensión en el aire era palpable, como si cada segundo fuera un precioso tesoro que podía ser robado en cualquier momento. Yoongi sabía que tenía que actuar rápido, tenía que proteger a los niños a cualquier costo. Con un corazón lleno de determinación y un poco de miedo, se preparó para enfrentar lo desconocido, para proteger a aquellos que más amaba.

—Te seguí porque no pude contener las ganas de ver a esos hermosos... Niños.

—No hagan ruido —susurró Yoongi y los niños lo miraron asustados—. Quiero que se vayan a la terraza —añadió señalando la terraza de la habitación.

Los niños se fueron a la terraza y Yoongi cerró la puerta dejándolos del otro lado. Chunhee cruzó los brazos molesto y Chunmae estaba asustado.

Yoongi regresó a la puerta que seguía siendo tocada incansablemente. Estaba sudando apretando el picaporte con la mano.

Jimin llegó a la mansión en ese momento, se bajó de su lamborghini dejando las puertas abiertas y entró con pasos largos a la casa.

—¿Dónde están los niños? —le preguntó al mayordomo.

—En su habitación, señor...

—¿Y la mujer?

—Acaba de subir, no pidió permiso.

—Hija de perra.

Jimin apretó la quijada y subió las escaleras corriendo, su corazón latiendo a un ritmo descomunal. Cuando llegó al pasillo de la habitación de los niños, no dudó en acercarse violentamente, tomando a su madre adoptiva por los hombros y pegándola en contra de la pared con una fuerza que revelaba su desesperación.

—¡¿A qué vienes?! —exclamó, su voz temblorosa pero llena de ira y confusión.

Ella dejó caer su bolso debido a la impresión, sus manos temblorosas y sus ojos llenos de miedo. No sabía qué había pasado, pero la presencia de Jimin en ese momento era tan inesperada y agresiva que no podía procesar lo que estaba sucediendo.

Jimin se detuvo por un momento, su respiración agitada y su mirada fija en ella. Luego, con un gesto repentino, se alejó, dejándola allí contra la pared, confundida. No había palabras para explicar lo que había pasado, pero sabía que algo había cambiado entre ellos.

—Jimin... Vine a ver a mis nietos —dijo en un hilo de voz.

—¡Ellos no llevan tu sangre! ¡¿Qué cojones haces aquí?!

—Jimin... Soy tu madre.

—No, yo soy un Park. Así lo decidí cuando me adoptaste y así lo permitiste. ¿Qué mierdas haces aquí?

—¿Por qué me hablas de esa manera? —preguntó, su voz llena de dolor y confusión.

—No seas mustia, Ruyu —le respondió, tratando de suavizar el tono de su voz.

Ambos se miraron fijamente. Si los ojos pudieran disparar balas ya se habrían asesinado, pero en ese momento, la tensión se mantuvo suspendida en el aire, una batalla silenciosa que solo ellos podían entender.

Jungkook llegó por el pasillo corriendo y respiró aliviado al ver a Jimin, después se acercó con paso más calmado tratando de regular la respiración.

—¿Y los niños? —preguntó con preocupación.

—Eso quiero saber, vine a conocerlos y al parecer eso está causando controversia —dijo la señora Kim—. Un gusto, soy Kim Ruyu, tú debes ser el padre de los niños.

—Vete de aquí, Ruyu —dijo Jimin apretando la quijada, su voz firme pero con un temblor que no podía ocultar.

—¿Por qué? —Alzó las cejas ofendida, buscando una explicación que no venía.

—Tú bien sabes porque —respondió Jimin, su mirada evasiva revelando más miedo que ira. Sabía que había herido a Ruyu, pero también sabía que no podía permitir que ella interfiriera en la vida de sus hijos.

Ella sonrió de lado y luego se relamió los labios, un gesto que revelaba su confianza y su deseo de controlar la situación. Se agachó para tomar la bolsa que se le había caído al suelo, alzó la barbilla y con una mezcla de autosuficiencia avanzó hacia Jungkook, mirándolo a los ojos con una determinación que no podía ser ignorada.

—Que apuesto eres, en otra ocasión conoceré a mis nietos —dijo con una voz que resonaba con esperanza y un toque de desafío.

—Solo si Jimin lo permite —contestó Jungkook, su tono firme pero respetuoso.

—Veremos —dijo ella, avanzando a las escaleras de la mansión con pasos seguros y decididos.

—Me aseguraré que se vaya, ve con los niños —dijo Jimin y Jungkook asintió.

Yoongi le abrió la puerta de inmediato y Jungkook corrió a la terraza abrazando a los mellizos con fuerza, como si quisiera protegerlos de todo mal. Ellos ni siquiera sabían la clase de peligro en la que estaban, pero sospecharon que algo extraño sucedía cuando notaron las lágrimas de su papá. Sus pequeños rostros reflejaban confusión y miedo.

Yoongi se quedó en la puerta de la habitación esperando a Jimin, su corazón latiendo con preocupación por lo que había ocurrido. Cuando Jimin regresó, fue a abrazar a los niños con fuerza, como si quisiera absorber su miedo y darles seguridad. Sus brazos los envolvieron con amor y protección, y aunque no podía explicarles lo que había pasado, su presencia era un consuelo para ellos.

En ese momento, la mansión parecía un refugio contra el mundo exterior, un lugar donde podían estar seguros y amados. Y aunque el peligro aún estaba cerca, la familia se unió en un abrazo de amor y fuerza.

—Jungkook, esto es grave.

—Lo sé. —Las lágrimas no dejaban de resbalar por el rostro de Jungkook.

—No llores, yo te cuido. Te dije que no permitiré que nadie les toque un solo cabello y voy a cumplirlo.

Esa noche, Jimin se quedó a dormir en la mansión de los Jeon, un lugar que se sentía tanto familiar como extraño. Los cuatro durmieron en la habitación principal, pero los tres adultos no pudieron pegar el ojo durante toda la noche. La tensión estaba en el aire, y cada ruido parecía magnificado en el silencio.

Yoongi daba vueltas por su habitación, su mente llena de pensamientos y preocupaciones. Se paraba a revisar el pasillo de vez en cuando, como si esperara encontrar una respuesta a las preguntas que giraban en su cabeza. La oscuridad de la noche era su única compañía, y aunque intentaba encontrar la calma, el miedo persistía.

Mientras tanto, Jimin y Jungkook se veían mutuamente a los ojos en el silencio de la noche. No hablaban, pero sus miradas decían más que palabras. Había una conexión entre ellos, una comprensión mutua que trascendía las palabras. Aunque estaban separados por la distancia física ya que los niños se encontraban en medio de ellos, estaban unidos por un lazo invisible que los mantenía cerca.

Ellos no tenían la menor idea del peligro que los acechaba.

La fiesta de aniversario de Golden Busan era al día siguiente. Jimin ordenó que le llevaran las cosas necesarias a la mansión Jeon para vestirse, incluso pidió trajes color vino para que los gemelos combinaran. Uno azul rey para Jungkook que hacía juego con el suyo y uno negro para Yoongi porque sabía que también era parte de la familia. Aunque ellos podían costearse ese tipo de vestimenta de todos modos quiso darles el obsequio.

Todos estaban apresurados vistiéndose cuando Jimin se acercó a la habitación de Jungkook cerrando la puerta con seguro para que nadie los interrumpiera.

—Que guapo —dijo Jimin cuando notó que Jungkook se estaba mirando en el espejo.

—Me queda bien el traje. —Sonrió—. ¿Sabes si los niños ya están listos?

—Escuché al mayordomo correr detrás de ellos pero casi terminan.

—¿Por qué tienes esa cara? —preguntó Jungkook.

—¿Qué cara? —Jimin sonrió.

—Esa, escondes algo. ¿Qué es?

—Me atrapaste. —Jimin sacó de su bolsillo una caja envuelta en terciopelo, la puso encima de la cama y dejó ver un collar de oro blanco con incrustaciones de zafiro alrededor. Las piedras eran discretas, tanto que solo se podían ver si te acercabas mucho—. Tengo un regalo para ti, ya sabes... Porque regresamos.

—No tienes que hacerlo... Me es suficiente con que estés con nosotros. —Sonrió.

—Bueno, ya sabes que me gusta comprar cosas —dijo Jimin—. Siéntate, quiero ponértelo.

Jungkook se sentó en la orilla de la cama porque Junín era más bajito que él. Le puso el collar alrededor del cuello y después lo escondió abajo de la camisa porque no se vería elegante si se lo ponía por fuera.

—Yo tengo uno igual y a los niños les compré unos brazaletes que combinan. —Jimin suspiró—. Nuestras primeras joyas familiares...

—Me encantas —dijo Jungkook tomando a Jimin por la cintura mientras se ponía de pie y este le rodeó el cuello con suavidad.

Sus cuerpos encajaban perfectamente, lo único que les estorbaba era la ropa pero ya era hora de marcharse y aunque quisieran no podían desvestirse para probar sus pieles.

—Jungkookie... —Jimin se puso de puntillas para lamerle el labio inferior.

—Mmm... —gimió Jungkook y en seguida tomó a Jimin de las mejillas con ambas manos devorando sus labios con un beso salvaje que le robó el aliento.

Acalorados se separaron mirándose con deseo, con ganas, pero sin tiempo.

—Prepárese señor Park, porque la próxima vez que estemos solos no se va a escapar de mí —gruñó Jungkook y Jimin sonrió al ver el bulto que estaba formado en el pantalón de Jk.

—Entonces procuraré estar a solas con usted, señor Jeon.

Se miraron con deseo, con lascivia e iban a darse otro beso pero fueron interrumpidos por Chunmae y Chunhee.

—¡Ya estamos listos!

Se fueron juntos a la fiesta de celebración de diecisiete años de Golden Busan. Deseando que esa noche fuera entretenida, pero el destino tenía trazados otros planes.

¿Qué creen que va a pasar?

Se vienen problemitas pero nada que no se pueda solucionar con una noche pasional🫦o con un disparo directo en la cabeza del causante😈

Ya en serio, quiero matar a alguien JAJAJJAJA pero los personajes no se dejan. Así que bueno, si muere alguien no me juzguen, júzguenlos a ellos porque ellos toman vida propia conforme voy escribiendo.

Aprovecho para invitarlas al grupo de WhatsApp para quienes siguen de cerca esta historia. Les estaré mandando ahí el link cuando haya actualizado para que no se lo pierdan. ¿Y por qué no? Platicar, conocernos y chismear acerca del regreso de Jin.🥰

Ese es el Qr del grupo, también dejaré el link aquí, en comentarios (si es que se puede hacer que se enlace directo y en mi tablero de conversación)

https://chat.whatsapp.com/DLMKFQHhxRw6vO9QnxC8qY

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