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「 ¿sᴇʀ ᴇɴᴄᴀɴᴛᴀᴅᴏʀ? 」


Aún me parece imposible de creer que Brenda y yo nos hemos pasado cuatro horas en la presentación con Effie Trinket. Nos ha enseñado nuestras posturas y cómo debemos comportarnos, sin duda, todo ese tiempo ha sido muy cansino y agotador. Por fin ella se despide gritando al cielo que espera que tomemos en cuenta sus consejos y nos apresuramos a reunirnos con Haymitch. Llevamos ropa ligera, ya que lo que vamos a llevar en las entrevistas, está siendo realizado por nuestros distintos equipos de preparación. Dudo que Janson esté de por medio. Mi estilista es... un tío extraño, sin duda.

Nos dirigimos al salón y después de mirarnos con detenimiento, nos dice que no sabe realmente qué hacer con nosotros. Le entiendo a la perfección.

—Bueno..., Ahora que lo pienso, Brenda puede mostrarse feroz, ya que pienso que es lo que va más acorde con tu personalidad. En cambio —me observa de arriba a abajo—, tú eres diferente, Newt. ¿Puedes ser encantador? ¿Hosco? ¿Altivo? Por ahora nadie te conoce, simplemente saben que pudiste detener a Minho en la cosecha, que lanzaste tu identificación de minero al aire en respuesta a dejarlo todo atrás, que tu prueba fue con la perfecta nota del 12, pero..., ¿qué más hay de ti? Todos sienten curiosidad. Y depende de cómo te muestres mañana tu supervivencia en los Juegos, chico. 

Y le doy la razón: si le gustas al público, te llevas su favor.

—Sabemos que eres muy bueno con las palabras, y que en muy pocas ocasiones te muestras enfadado a lo que te sucede en la realidad, como sucedió en tu prueba. Así que, ¿por qué no pruebas a... —Brenda lo interrumpe.

—¿Por qué no pruebas a ser tu mismo? 

Haymitch cierra la boca, sin saber qué decir y me parece qué eso es mejor que fingir ser otra persona.

—Es decir, ¿mostrando mi claro odio hacia ellos?

Haymitch se ríe y niega.

—Me gusta la idea, pero más bien muestra tu otro lado, el que conocemos nosotros. Intenta imaginar que hablas con tus familiares, o Minho, o yo mismo, ¿está bien? Esa es la mejor opción a la que podemos arriesgarnos. —Pienso en la idea y no me parece inaccesible. 

—¿Te refieres a mostrar mi humildad? —El hombre asiente y decido hacerle caso.

Las siguientes horas nos pasamos haciendo entrevistas falsas y no tardamos en darnos cuenta de que no somos realmente malos con esto. Haymitch sale contento de la sala, y dice que va a buscar una bebida para celebrarlo. Lo dejamos estar por un día, y Brenda y yo nos mostramos emocionados ante la idea de lo que nos espera mañana, de los trajes y demás.

—Descansa bien, Brenda. Nos veremos mañana —le digo, mientras me marcho hacia el cuarto a dormir lo mejor que me permitan los nervios.

En el cuarto me encuentro con el mismo avox que me atormenta desde hace día, el de los ojos azules y cierro la puerta con lentitud. No sé que se trae conmigo, pero me da nervios pensar en que lo he conocido en algún momento de mi vida y no soy capaz de recodarle. Lo peor que te puede pasar es que nadie te recuerde. Mantiene su mirada en la mía y termina de tender la cama. ¿Se irá pronto? No es por ser malo, pero su presencia me da incomodidad.

Decido decir algo, porque el silencio entre ambos me molesta.

—Hola de nuevo, eh... —Genial, la he cagado nada más empezar. Ni siquiera puede decirme su nombre y yo aquí queriendo saberlo.

Con sorpresa, se acerca a mí, invadiendo mi espacio personal y mientras se mete la mano en el bolsillo de su uniforme, me pasa el pensamiento de que me va a matar. Me alejo un poco, pero lo que saca no es un arma, es un papelito. Me lo tiende y lo cojo; me indica que lo abra y lo hago. Ya estoy aquí, tampoco es que pueda hacer nada más.

Leo el papelito y me doy cuenta de que es su nombre.

—¿Alby? ¿Ése es tu nombre? —Si piel oscura se camufla en la oscuridad, pero la alegría invade sus ojos azules y su sonrisa deslumbra. Quizás ahora no me daba tanto miedo.

Se marchó después de ello, y me quedé con el papelito. Me recosté en la cama, y pensé en quién habría sido en su vida antes de avox y en qué me gustaría verle de nuevo.

En la mañana es mi equipo de preparación quienes me despiertan, y por lo que parece tienen consigo una llave de mi habitación. Bellamy me acaricia el cabello como si me diera mimos al despertarme. Me restriego uno de los ojos, somnoliento, y me encuentro con su enorme sonrisa y con que debajo de sus ojos tiene un delineador azul. Está más que decir que le queda espectacular. Deseo en el fondo que me pueda ver como él.

El equipo de preparación trabaja conmigo hasta la tarde, y a pesar de que llevo encima una bata negra, han conseguido que mi piel reluce como una estrella, que mis uñas estén decoradas de negro con los bordes dorados y que mi cabello esté más sedoso que nunca. Me han puesto un delineado bajo los ojos, casi parecido al de Bell, pero dorado y brillante. Los labios poseen un tono pálido de rosa claro. Por último, me cubren de polvo dorado ya que parece que les encanta que tenga encima. Entonces, Terence y Raven abandona la sala para que me quede a solas con Bellamy; el desconcierto me invade. 

—¿No deberías irte con ellos?

Me dice que tomará el lugar de Janson, ya que el hombre les dijo en la mañana que lo dejaría todo en sus manos. No me extraña la desaparición del hombre; me he acostumbrado.

—Bueno, me parece mejor que estés conmigo. Entre tú y yo, te prefiero a ti. —El hombre de cabello azulado se ríe contento y me trae el traje que debo llevar.

Me pide que cierre los ojos y siento como me lo pone. La tela suave y de terciopelo la reconozco a la primera, y dejo escapar una sonrisa cuando me coloca el chaleco y acaricia unos mechones de mi cabello. Me da cosquillas. Me agrega algo en el borde del pantalón y no es hasta que abro los ojos que descubro qué es. Todos contienen el aliento y hago lo mismo.

El ser que se muestra el espejo es..., No puedo creer que sea yo. Deslumbro más que cualquier estrella en el mundo y mi cabello parece de oro puro. Mis ojos brillan y no creo que sea solamente por el delineador que me han puesto. Mi traje es negro con una mezcla dorada y roja, parece que ardo en llamas y me sorprende gratamente el resultado final.

Veo lo que me ha colocado en el borde del pantalón y descubro que es una pequeña insignia de alas doradas. Me imagino lo alto que se puede volar con ellas y me encanta.

—Gracias, Bellamy, en serio. Es..., No tengo palabras —puedo decir por fin.

—Todo es gracias a ti, eres un modelo perfecto para nuestras creaciones. —Habla en plural, dando por sentado que no todo el mérito se lo lleva él.

Después de ello, me dio un beso en la frente, con cuidado de no mancharme el rostro. Después de ello, agarra mi mano y con un movimiento suave abandona la habitación. Me ha parecido extraña la situación y pienso que no quiero que se vaya. Me siento tranquilo con él y realmente me gusta su compañía. Me pregunto en si tengo que hacer algo, cuando Haymitch se da paso al cuarto y me sorprende verle allí. ¿No se suponía que debía de salir ya?

Entra con paso lento mientras sus ojos me escudriñan de arriba a abajo, con una sonrisa. No me siento incómodo de que lo haga, porque confió en él. Cuando se sienta en la silla enfrente de mí, comprendo que ha venido para decirme algo, y sé qué quiere saber.

Me adelanto y sólo su brazo hace que me detenga.

—Por favor, sé que aquel día empezamos con mal pie, pero... Quiero pedirte perdón. No tenías por qué explicarme nada y entiendo que la quieres llevar contigo. 

Su brazo aun se mantiene conmigo, pero menos tenso. Relajo los hombros, y le contesto: —Siento que aun está conmigo, ¿sabes? Qué no estoy solo y que al menos Minho permanece a mi lado. Sé que suena como una tontería, pero así es como lo siento.

Haymitch me suelta el brazo y cuando me giro a mirarle, me da un abrazo. Se lo regreso con la misma fuerza, no quiero apartarme de su lado. Aunque huele a alcohol, incluso recién temprano, me he acostumbrado a todo de él. No quiero pensar en que ya lo considero alguien de mi familia, pero en el fondo sé que es así. Cuando nos separamos, me mira con emoción y simplemente dice: —Les vas a encantar tanto como me encantas a mí, chico.

Después de ello, nos reunimos con el resto del equipo del Distrito 12 en el ascensor. Alita y su equipo se ve que se han pulido con su trabajo: Brenda está increíble con su vestido dorado y con bordes negros, como si estuviese sido consumido por este. Me gusta mucho; también tiene una diadema dorada, o bueno, se parece más bien a una corona de laurel: parece una diosa. Me gusta como destacamos cada uno a nuestra manera.

—Estás espectacular, Newt —me halaga, mientras tomo asiento con ella y le digo que ella está igual de deslumbrante. Me golpea el hombro sin creer en lo que digo, como siempre.

 Haymitch y Effie también se han arreglado para laocasión. Ambos llevan algo dorado ahora que me fijo con más atención y pienso en lo bien que le quedan. Se abren las puertas del ascensor y vemos que los demás tributos se ponen en filapara subir al escenario. Los veinticuatro nos sentamos formando un gran arcodurante las entrevistas. Ya no estoy seguro de si seré el último debido al numerito de la noche anterior. Sin embargo, lo seguro es que nos tocará esperar al turno del Distrito 12. Antes de que formemos fila con los demás tributos, Haymitch se agarra de mis hombros con cuidado y me susurra: —¡Sé tú mismo!

Después de ello, caminamos deuno en uno hasta nuestros asientos y ocupamos nuestros sitios. La respiración se me atora y pienso en que ver a tanta gente hace que me hiervan las venas, como si fuéramos un show. Algo que somos, por supuesto, pero me gustaría que el público fuera más comprensivo y más humano: como mi equipo. Todo parece pasar muy deprisa, tanto en que pienso que el día de la cosecha a quedado muy atrás.

Caesar Flickerman, el hombre que se encarga de las entrevistas desde hace casi ya siete años, entra en el escenario. Tiene un peinado de tono azulado y el traje es del mismo color. Lleva brillantinos por todo el cuerpo. Esta vez posee poco maquillaje y le queda bien. El presentador cuentaalgunos chistes para animar a la audiencia y después se pone manos a la obra. Sabe que ya es hora de empezar. Las entrevistas duran tres minutos, pasados los cuales suena un zumbido y sube el siguiente tributo.

—¡Brianne, Lucinda! —La chica del Distrito 1 sube al centro del escenario.

No pongo realmente mucha atención de lo que hablan o sus chistes, porque ahora mismo los oídos me zumban. ¿Son los nervios? Probablemente. Los tributos pasan deprisa y ni siquiera pongo atención a las entrevistas ni de Teresa y Thomas. Sin embargo, con sorpresa me doy cuenta de que es la hora de Heather Jackson y escucho con claridad cerca del final.

—¿Estás preparada para estos Juegos, Heather? —le preguntó Caesar con tono amable.

Ella mira con seriedad a todos los presentes y simplemente dice: —No creo que nadie esté realmente preparado para esto, pero daré lo mejor de mi parte.

—¡Todos estamos seguros de eso, nena! ¡Con ustedes, Heather Jackson! —La gente grita emocionada y me permito aplaudir. Sin darme cuenta, me graban las cámaras y sonrío para ella.

No estoy seguro de cómo se lo tomarán los demás, pero me parece que por los gritos del público, joviales, les ha gustado. Pasan el rostro de Heather y me parece que me devuelve la sonrisa. ¿Considerará ser mi aliada?

La entrevista de Ethan pasa volando, al igual que las demás y pronto llega la hora de nuestro distrito. Llaman a Brenda, y me sorprende que esta vez si hayan decidido seguir las reglas. Ella sube al escenario con la mejor sonrisa que puede, y cuando toma asiento con el entrevistador, la borra. Tiene que mostrar su ferocidad y sé que lo hará muy bien.

Mi idea principal era poner atención a lo que diría, cómo le iría, pero una mano en mi hombro me distrae y cuando me doy la vuelta es el chico del 3. ¿Qué demonios hace aquí? No habla, simplemente me da un papelito (¿otra vez?), y sale despedido por el pasillo. Antes de irse, me fijé en sus ojos castaños relucientes y pensé en lo mucho que me gustaba que estuvieran mostrando otra emoción que no se tratase del miedo. Abrí el papelito y se leía con claridad: "Búscame cuando se acabe todo este estúpido show". Alcé una de mis cejas, sospechando seriamente ante su invitación y me dije que tenía todo mi presentación para pensar sobre ello.

La gente aplaude y me siento mal al no haber visto la entrevista de mi compañera. Supongo que tendré la oportunidad después. Ahora llaman a Newton Grey y me siento como si estuviera en una pesadilla, una de la cual quiero despertar y darme cuenta de que en todo ese tiempo he estado en mi cama, y que me despertaré con los gritos de Lizzy. Mis piernas las siento como un flan mientras me acerco al escenario central. Las luces me ciegan y si no hubiese sido por el hombre de cabello azul, podría haberme caído. La gente se ríe y siento que es una buena manera de empezar con el programa.

—¿Estás bien? —me pregunta el hombre, negándose a soltar mi mano.

Gracias al cielo no me sudan las manos, pero noto que la suya es suave y pienso en si la mía es áspera y molesta. Le respondo que estoy bien y finalmente suelta mi mano para que ambos tomemos el asiento. En mi cabeza suena el hermoso reloj de tiempo atrás; son sólo tres minutos, seguro que pasa rápido.

—Y bueno, Newt, dime que te parece este hermoso lugar en el que estamos. ¿Hay algo que te haya llamado mucho la atención y te demuestre lo diferente que es estar de tu casa?

Siento que mis labios están resecos y pienso muy bien antes de hablar. No sé que decirle, porque realmente no hay mucho que me haya gustado de este lugar. Incluso en el tema de la comida, varias veces la sensación de vomitar me solía invadir. Carraspeo en un intento de encontrar mi voz y sonrío suavemente. Mucha gente del público suspira ante mi acción y me pregunto si es porque están aburridos, o si realmente están encantados con la imagen que les doy.

—Ejem. Bueno, supongo que podría decir que lo que más me ha atraído han sido las hermosas luces del lugar. Hay de muchos colores, muchos de ellos eran imposibles para mí el imaginármelos hasta que llegué, y me demuestra que es una de las muchas bellezas que posee el Capitolio. Me demuestra que este lugar está vivo de verdad. —Sinceramente, el último comentario se salió sin esperarlo y creo que Caesar entendió el claro mensaje de la injusticia que es que este lugar tuviera todo, y los demás distritos no. 

El presentador me guiña un ojo y grita que tengo mucha razón. Por un momento pensé que me delataría, pero no fue así.

—¿No es el Capitolio el lugar más deslumbrante del mundo? —Se oyen voces vitoreando a coro con él, y comprendo que es un hombre que siempre está dispuesto a ayudarte.

—Bueno, Newton —continua, en un tono confidencial y no quiero pensar en lo que me molesta que me llamen por mi nombre entero—, cuando hiciste tu numerito de la presentación en el Círculo, ¿en qué estabas pensando? ¿Qué querías demostrar con ello?

—¿Qué querías que hiciera? Ese traje estaba realmente trillado y hacía un calor de demonio. Solo pensé en quitármelo para que la gente viera mi hermoso cabello, ¿no ves como brilla? —Él se ríe mientras asiente complaciente. La gente aplaude encantada con mi comentario.

Las voces se callan cuando se fijan que Caesar recupera su rostro serio.

—Pero, chico, ¿qué fue esa mirada que les diste a los presidentes de nuestro querido Panem? 

Un nudo se forma en mi garganta y recuerdo las palabras de Haymitch antes de separarnos. Tengo que ser yo mismo, ¡pues allá vamos!

—Quería que supieran que no me ando con juegos, ¿sabes, larcho? No estoy dispuesto a dejarme vencer con tanta facilidad y quería que se dieran cuenta.

Caesar asiente, como si de verdad estuviera analizando lo dicho y comenta de vuelta con humor: —¿Larcho? ¿Qué clase de vocabulario es ése? ¿Acaso he regresado a la época de los trogloditas y no me he dado cuenta?

Consigue sacarme una carcajada, y quiero pensar en que suena dulce, y no sarcástica y falsa.

—Es..., Bueno, una especie de lenguaje que me enseñó cuando era crío mi mejor amigo.

El presentador coloca una de sus manos en mi pierna, pero de una manera cautelosa.

—¿Hablas del chico que se intentó ofrecer como tributo a cambio de ti?

La mirada se me vuelve nostálgica y veo como el público comienza a llorar falsamente. Pero es cierto, pensar en él me trae muy buenos recuerdos y temo que no regresen. No me gusta mucho la idea de hablar sobre él, pero debo hacerlo si quiero ganarme el favor del público.

—Si, el mismo. Es mi amigo... desde tiempos que casi no puedo recordar. Como mi alma gemela, ¿entiendes? —Señalo con un tono apenado—. El día de la cosecha hablamos de que después de ella, me enseñaría algunos consejos sobre lo que tendría que hacer el próximo año en mi trabajo de minería. Me gustaba estar a su lado, sentía que todo desaparecía y que podía ser yo mismo, ¿me entiendes? —No espero que lo haga y sigo hablando como si alguien me tirase de un hilo—. Es la persona que más me entiende en este mundo y de verdad que cuando estoy con él, siento que hay algo más esperándome, algo que puedo compartir a su lado.

—Entiendo lo qué quieres decir, entonces, ¿es una persona qué te gustaría que estuviese aquí?

Asiento sin pensarlo, mientras siento que una presión melancólica se apodera de mí.

—Quizás por suerte pueda estar aquí está noche. 

Ah, no. Bromas de este tipo no me gustan un pelo. Me tiemblan las manos y estoy a punto de decirle que no juegue conmigo de esa manera, pero sonríe con encanto.

—¡Más bien, está aquí esta noche! ¿Quieren verlo, gente? ¿Les gustaría ver su reencuentro momentáneo? —La gente se enloquece y no puedo evitar mirar a todos lados sin saber que ocurre. Encuentro en las gradas a mi mentor y está incorporado. No sabe que sucede y tiene miedo, se nota que lo tiene.

—¡Bueno, pues señoras y señores, Minho Kahn! —Una puerta se abre detrás de él y por ella sale mi mejor amigo arreglado hasta la punta de los zapatos. Lleva un traje azulado y el pelo se brilla como si se hubiera puesto gomina hasta los dientes.

Me parece que es un sueño, algo que no es real, que es una ilusión y cuando veo a Haymitch no tiene ni idea de lo que ocurre. Pero eso no me detiene, porque aún siendo una mentira, quiero verlo más de cerca. Me incorporo con lentitud y voy hacia él; sin darme cuenta, comienzo a correr y él también. De la misma forma, me parece que la distancia es enorme, pero eso desaparece cuando nuestros brazos se encuentran. Se unen con fuerza y sólo siento como me levanta del suelo, apretándome con fuerza. No quiere soltarme y yo menos. Quiero mantenerlo cerca, conmigo siempre.

La gente se vuelve loca y nos tiran rosas, lloran emocionados por nuestro reencuentro. Sin embargo, cuando me separo, sin soltarnos, observo sus ojos oscuros y no quiero apartar la mirada de la suya en ningún momento. Volvemos a unirnos, pero me niego a dejar caer las lágrimas. No puedo dejar que el hermoso maquillaje de Bellamy se pierda.

—¿Qué haces aquí? —le pregunto, casi sin encontrar la voz. Suena como la de un niño pequeño.

—Quería verte y no tienes ni idea de lo que ha pasado en todos estos días. Tengo muchas cosas que contarte, pero... —Caesar se levanta y manda a unos guardias a separarnos. Lo dejo estar, porque no se comportan hoscos, más bien amables. Prefiero no alterarme.

—Podéis hablar en privado más tarde, pero Newton, tenemos una conversación pendiente, ¿recuerdas? —Asiento, mientras me lleva de nuevo al sillón en el que estaba y veo como se llevan a Minho tras las cortinas. Ruego porque no le hagan daño y de verdad que intento concentrarme en lo que sucede a mi alrededor.

—¡Esta reunión ha sido espectacular, pero queremos saber más de lo que sientes, Newton! Luego podrás hablar de todo con él —me asegura en bajo, y la gente abuchea por lo corto que ha sido. 

Muevo mis piernas ansioso de que todo llegue a su final, pero recupero mi comportamiento de antes. Haymitch ha desaparecido de la sala, y quiero que la sensación de mi estómago desaparezca. Todo me da vueltas y aún el tacto de mi mejor amigo permanece en mi piel.

—¿Qué más quieres saber, Caesar?

Este sonríe gustoso y me pregunta sobre mi puntaje. Sabía que lo haría.

—Bueno, digamos que hice lo que creía correcto y lo demás no te lo puedo decir. —La gente quiere saber más, pero se conforman con mi sonrisa divertida.

—Está bien, entiendo que es un secreto. Pero bueno, entonces dime que es lo que más te gustaría hacer cuando regreses a casa.

Eso me toma por sorpresa, pero pasando una mano por mi cuello, respondo con sinceridad.

—Lo que me gustaría al volver a casa, lo primero... Sería abrazar a mi hermana con fuerza, decirle que estoy en casa y que jamás volveré a apartarme de su lado. —Al público le gusta mi respuesta; porque están paralizados y atentos a cada palabra—. Supongo que no me rendiré hasta cumplirlo de verdad. Quiero ganar, o al menos intentarlo y volver a a verla. He tenido la oportunidad de poder ver de nuevo a mi mejor amigo gracias a ustedes, así que, ayúdenme otra vez a reunirme con ella, con mi querida Lizzy que me espera impaciente en casa con su hermosa sonrisa de ardilla.  —He sido realmente sincero con esa última petición y cuando suena el pitido, sólo quiero salir corriendo en busca de Minho.

Caesar me aprieta de nuevo la mano, y me suelta: —Seguro que lo harás. Así que te deseo la mejor de las suertes, Newton Grey, tributo del Distrito 12.

Después de eso, me dejan marchar y salgo escopetado en busca de mi mejor amigo. Cruzo pasillos interminables hasta llegar a la sala grande en la que hablaba con mi mentor antes, y no encuentro a Minho en ningún lado y pienso en si me he imaginado todo lo anterior y ahora la gente me toma por un loco. Pero pronto se deja escuchar un carraspeo a mi espalda, y la emoción se desborda por toda mi piel. estoy de los nervios, pero con unas ganas tremendas de sostenerle ese cabello y decirle que es un loco por venir hasta aquí. Sin embargo, al darme la vuelta, me encuentro con Thomas Stephen Williams. Recuerdo que quería verme antes, pero muestro mi decepción con su entrada. Quiero ver a Minho y estoy seguro de que lo sabe, porque me detiene antes de que desaparezca por la puertas con unas simples palabras que hacen que todo mi cuerpo se congele.

—El Minho con el que te has encontrado no es real.

Lo miro furioso porque no sabe con quién está hablando; y no puedo evitarlo. Me acerco a él y agarrándolo de la camisa, le estrelló contra la pared. El calor me quema y crece por momentos al pensar en que es verdad lo que me dice.

—¿De qué demonios hablas, pingajo?  —No parece asustado y me explica que el Minho de antes era una ilusión realista sólo para emocionar el público. Que me lo puede asegurar, porque él mismo lo creó en compañía de Teresa para darme una lección.

No puedo creer lo que oigo y deseando dejar toda esa pantomima atrás, salgo corriendo del lugar. No estoy seguro de a dónde voy y mucho menos en dónde voy a acabar, pero quiero alejarme de la odiosa crueldad que me afecta con constancia este lugar. Pronto escuchó que alguien me llama, y sin poder evitarlo, fuertes brazos me agarran por el torso y me impiden seguir. Mis piernas se doblan y en ese momento, si puedo sentir que las lágrimas caen sin control por cómo han jugado conmigo. No obstante, no son de rabia ni de dolor, están más bien llenas de impotencia y de odio. Grito con fuerza queriendo pensar que es verdad, que Minho está conmigo, que no estoy solo. Lo último que recuerdo es ver el cabello azulado de Bellamy y todo se vuelve negro. 

(...)

→ ¡Bueno, aquí les traigo otro capítulo nuevo! Espero y les guste mucho, de verdad.

Ya quiero ver lo que opinan, sus dudas y teorías, los amo demasiado ;3.

Se despide xElsyLight.

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