𝐝𝐢𝐞𝐜𝐢𝐧𝐮𝐞𝐯𝐞

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

────────────────────────
❛El principio del fin.❜
────────────────────────
Gianna Jaeger
────────────────────────

Veía mi cabello detenidamente. Me recordaba en esos días donde salía de expedición junto a la legión de exploración cuando siempre solía peinarme, ha pasado mucho desde esos días. Suspire, quite el elástico y deje mi cabello suelto luego de desenredar unas trenzas. Cabizbaja miré el lavado, sintiendo una presión en mi interior. No podía dejar de pensar en Eren. Ni siquiera había un momento en el día donde no podía pensar en él, me estaba quebrando al intentar de entenderlo, pero lo único que temía es que Eren moriría en algún momento. Fruncí el ceño, llevando mi mano hasta la cien de mi cabeza. Gruñí, cayendo arrodillada para sostenerme del lavado cuando sentí como si me saliera de mi propio cuerpo. Por un momento, solo por un momento estaba en un suelo arenoso. Respire hondo, estabilizando que yacía en el baño. El llanto de Elian me desbordó, haciéndome levantar para salir luego de ese transe tan vago y extraño que heló todo mi cuerpo. Camine por el pasillo, llegando hasta la sala, donde vi a Elian de pie, sosteniéndose de la baja mesa que yacía ahí de adorno. Sonreí por verlo sostenerse de sí mismo, más aún de pie, pero me acerqué desconcertada por su constante llanto en estos largos días.

—No está aquí, Kruger. Ni el capitán Levi, ni Eren.—musité, sosteniendo a Elian mientras veía a Kruger raspar la puerta de mi padre.—Si, yo también los extraño demasiado.—añadí, acariciando la espalda de Elian.

—Mhm.—oigo el balbuceo de Elian, curiosa lo distancié para ver su rostro, notando que babeaba un pañuelo.

—¿Y ese pañuelo?—le pregunté, quitándoselo de la boca para verlo, era imposible no reconocerlo.—Ya veo.—expresé, era el pañuelo del capitán Levi, aquel pañuelo que siempre llevaba en su cuello por algún motivo.

—Pa... pa... —camine en círculos por la limpia y organizada casa, oyendo aquel nombramiento entrecortado de Elian.

—Papá volverá pronto con nosotros. No te preocupes.—dije, acariciando el rostro lloroso de Elian para peinar su cabello, el cual estaba algo largo como el de Eren.—Eres tan hermoso. Como él.—afirme sonriendo.

—¿Gianna?—la puerta resonó, detrás de ella se oía la voz de Jean.

—Pasen.—accedí, acercándome a la puerta, abriéndola para ver a Jean y Connie mirarme.—Llegaron antes.—indique.

—Si, Armin viene en camino. Creíamos que quizás podíamos adelantarnos por si necesitabas alistarte.—respondió Jean, entrando mientras que acaricio el cabello de Elian.

—Oye tú, cabeza de apio. ¿Te quedarás ahí?—le pregunté a Connie, notando como rascaba su nuca algo nervioso.

—El capitán Levi me prohibió entrar luego de que rompiera una colección de tazas de té.—respondió, sintiéndome tímidamente.—Pero ya que él no está...

—No.—interrumpí, cerrándole la puerta en la cara.

—¡Gianna!—oí a Jean, me giré para verlo mirarme desconcertado y con una ceja levantada.—Creí que también intentarías llevarte bien con nosotros.—añadió.

—¿Qué culpa tengo yo de que sea un morón?—le pregunté a Jean.—Además, a mi gato no le gustan los desconocidos.—justifique, viendo a Kruger mirar a Jean detenidamente desde el suelo sentado.

—El capitán Levi no está, se que quieres respetar sus reglas, pero no romperemos o tocaremos nada, lo juro.—aviso él, levantando sus manos mientras que Elian sacudía aquel blancuzco pañuelo.

—Connie, juro por mi hijo que si tocas o ensucias algo, volverás a tu época de calvicie.—amenace con mi voz ronca y cortante, abriendo la puerta para ver a Connie entrar.

—¿Y si puedo beber de ese vino?—se preguntó emocionado cuando vio aquel vino en la mesa del comedor.

—Connie.—lo llamo Jean, tapándose los ojos avergonzado y apenado.

—¿Y este gato qué? Esta muy gordo.—opinó, mirando al naranjal gato que maulló ante su repentina presencia.

—Se llama Kruger. Eren me lo regalo.—respondí con una voz opaca.—Siempre esta conmigo.—añadí, viendo a Connie acariciarlo.

—Oye Gianna, ve alistarte. Connie y yo nos quedaremos con Elian.—indicó Jean, levantándose del sofá para estirar sus manos hacia Elian.

—Vamos pequeño Eren, vamos a ver qué puedes hacer.—musitaba Connie, acercándose a Jean cuando sostuvo a Elian.

—Ya regresó.—avise, acariciando el cabello de Elian con sutilidad, mientras veía a Connie y Jean sonreírle.

Me aleje, con un poco de recelo al dejar a Elian. Me tardé varios minutos, hasta que me adentré a la habitación de invitados para poder cambiarme. Me coloqué una camisa de botones manga larga azul oscuro. Al hacerlo, el azul de mis ojos se veía más profundo. Armin insistió que utilizará el uniforme estándar, pero me sentía tan extraña. Era como si algo dentro de mi me advirtiera que nada, absolutamente nada estaría bien. Visualicé mi equipo de maniobras tridimensionales, si lo dejaba, podía ser una desventaja si llegase a necesitarlo, pero si lucía insegura, podría ocasionar una sospecha en mí que no necesitaba. Suspire gruesamente, me coloqué por encima el uniforme estándar de la legión de exploración. Mi padre me trajo esta camiseta, no sé cuánto la ha guardado, solo se que pertenecía a mi madre. Si me viera, si tan solo me viera en ella, apuesto que pudiera volver a ver en él una expresión de melancolía. Deje mi cabello suelto, pero en caso de que necesitara amarrarlo me lleve un elástico. Coloqué mis zapatos y sentada en el borde de la cama, podía oír a Jean, mientras que veía detenidamente el retrato de mi foto con Eren. No podía dejar de extrañarlo, necesitaba a Eren.

—Míralo. Es idéntico a Eren.—afirmó Jean, a quien vi sonreír.—Aunque, tiene los ojos azules de Gianna.—detalló, poniendo de pie a Elian.

—¿Crees que Eren lo eche de menos?—se preguntó Connie, mientras que yacía parada en el pasillo, ellos no me veían.

—Es su hijo Connie. Debe echarlo de menos, más que a cualquiera de nosotros.—respondió Jean.

—Oye Jean... ¿qué pasará cuando Eren muera?—Connie miró a Jean detenidamente, quien bajo la cabeza.—De solo pensar que no lo verá crecer, me llena de impotencia.—añadió, haciéndome mirar al suelo.

—Nosotros estaremos aquí para él. Se lo debemos a Eren.—indicó Jean, mirando a Elian.—No es así, ¿pequeño Eren?—le preguntó, haciéndole reír en un balbuceo.

—Si, es un poco llorón como su padre.—comente al adentrarme en la sala de brazos cruzados, mientras que la puerta resonó de manera delicada.

—Debe ser Armin.—dijo Jean, levantándose del suelo para ver por la ventana.—Si es él.—afirmó, abriendo la puerta para saludar.

—Chicos, ¿se quedarán a cuidarlo?—preguntó Armin, inclinándose rápidamente en el suelo para llegar a Elian; Mikasa observó desde la puerta.

—Si, nos quedaremos aquí. Ustedes vayan.— aseguró Jean, me incliné al suelo para recoger a Elian, abrazándolo.

—Oye, pórtate bien. ¿Si?—le pedí, haciéndole cosquillas en su barriga para oírlo reír.

—Lo cuidaremos.—afirmó Jean, sentí algo, una sensación amarga y mis emociones se alteraron cuando volvió a sujetarlo luego de que plasmara un beso en su linda mejilla.—Si nos necesitarán mi madre no vive tan lejos, estará a salvo con ella.—añadió, asentí, mirando detenidamente a Elian.

—Lo dejó en tus manos.—indicó Armin, extendiendo su mano hacia Elian, acariciando su cabello.—Adiós, pequeño.—se despidió.

—Espera, espera.—pidió Connie sonriendo.—Elian, "mamá".—le incitó a decir, creando un silencio mientras Elian aplaudía balbuceando.

—Ma... ma... —solté una risa asombrada, Connie y Jean chocaron manos, pero yo sentí como si todo mi mundo dependiera de oírlo decirme eso nuevamente.

Nos asombramos. Era la primera vez que Elian intentaba de decir una segunda palabra. Desde que Eren se fue, Elian ha sentido su ausencia y podía jurar que por eso su llanto constante. Estaba desesperado por ver a su papá, o oírlo. Yacía en esa carreta, viendo los árboles removerse por la ventisca fresca. Suspire. No sabía si esto valdría la pena, si había una manera de que Armin y Mikasa pudieran hablar con Eren, solo se que estaban confiando en que fuera así y se que como Elian, ellos necesitaban a Eren. Me preguntaba... ¿si lo necesitaban más que yo? Todos éramos parte de la vida de Eren, aunque de una manera diferente y con significados distintos. Lo único común que teníamos, era que queríamos proteger a Eren sin importar el costo y si eso algún día llegaba a cambiar, por un momento todo mi mundo se detendría. Aún era el día y la hora en que no podía pensar en eso sin que me doliera. Yo no estaba preparada para perder ahora. No lo estuve cuando lo conocí y me enamoré de él sabiendo que debía ser mi enemigo, pero Eren se convirtió en mi amigo y no hubo manera de revertir el amor que nació en mi cuando sus verdosos azulados ojos me veían como si fuera lo más mágico que habitaba en este maldito y cruel mundo.

—Gianna, hay un revuelo afuera. Será mejor que vayamos con el comandante antes de que no pueda atenderlo.—comentó Armin, mientras que yo yacía sentada en esa silla, mirando detenidamente a Annie.

—Iré en un momento.—musité, notando que Armin no salió de la habitación, de hecho se quedó en ese sótano conmigo mirando el endurecimiento que la retenía desde hace cuatro años.

—Yo le he contado todo.—indicó Armin, haciéndome mirarle de reojo.—Incluso lo más insignificante.—añadió, cabizbajo e incluso algo pasmado.

—Supongo que debe estar agradecida. Sería aburrido no tener con quien hablar, ¿o si Annie?—pregunte, sabiendo que no había manera de que ella me respondiera.

—Dime algo Gianna, el día en que planeamos todo para retener al titán hembra, tú llegaste golpeada como si hubieras peleado con alguien. ¿Fue con Annie?—me preguntó, dejando un silencio en la habitación.

—Siempre creí que de todas las personas que podrían descubrirme, tú eras la única, pero subestimé a la tuerta y me acorraló.—esbocé, aún sentada en la silla.—Y se que en el fondo, aún no me equivoco.—añadí, para mirarlo.

—No lo pensé hasta que no quisiste pelear contra Reiner y Berthold.—afirmó él, llevando su mirada al suelo.—Supuse que por eso llegaste tarde a la expedición para contraatacar al titán hembra, todo podía encajar a la perfección, pero te quedaste con nosotros y cuando veía como mirabas a Eren, e incluso nos protegías junto al capitán Levi, entendí que si le hubiéramos dado una oportunidad a todos ellos, hubiese sido diferente.—detalló, levantando su mirada para verme.

—No fue tu culpa que los demás no lo entendieran, ni siquiera el mismo Eren.—comente, levantándome de la silla.—Aún así, te agradezco por siempre querer defenderme de lo indefendible, Armin.—afirme agradecida, acercándome a él para ver a Annie.—Sin embargo, no pude proteger a Annie.—añadí.—Ese día, en ves de advertirle, la lleve a su destino y decidí por Eren. Traicione a mis amigos por él. No lo supe, hasta que estaba sola y solamente tenía a Eren, pero de todo lo que he hecho, no me arrepiento. No lo hice por rencor a Marley, lo hice por amor.—expresé, mirando el endurecimiento.—Así que no me disculpare por eso. Pero si por no haberme quedado contigo.—articule, tocando el endurecimiento.

—Tenemos que irnos.—giré mi mirada para ver a Mikasa, mirándonos fijamente desde el margen de la puerta.—Hay mucho revuelo afuera.—comentó ella cuando salimos del sótano, oyendo un fuerte bullicio.

—Hitch informó que llevan así toda la mañana. Es una huelga, pelean para que liberen a Eren.—dijo Armin, caminando aún lado de mi y de Mikasa, él quedaba entre medio.

—¿Nuevos cadetes del la legión? ¿Qué están haciendo en la cedé principal?—giré la mirada, observando con Mikasa a los cadetes de la legión pasar, mientras que Armin tocaba la puerta de la oficina sutilmente.

—Pasen.—escuché desde el otro lado, Armin abrió la puerta, dándonos paso.—Oh, son ustedes.—musitó el comandante supremo al vernos, él estaba de espalda, observando la ventana.—Oigan eso.—pidió, luego de mirarnos de reojo.

—¡Liberen a Eren Jaeger! ¡Liberen al salvador de Eldia!—se oía, de una manera repetitiva y constante.

—Hange sigue corriendo de un lado a otro, ¿no es así?—se preguntó, manteniéndose firme frente a la ventana, sin aún darnos la cara completamente.

—Si. Supongo en este momento que quiere comprobar algo.—respondió Armin, dirigiéndose frente al escritorio junto a Mikasa.

—Si, de hecho, le permití que se llevara a uno de los voluntarios.—nos contó él, girándose para observarnos a todos.—No puedo permitirles que se reúnan con Eren Jaeger.—artículo, mirando a Armin y Mikasa.—Permití que se reuniera con Gianna, porque tienen un hijo en común. Concluyendo con que están casados.—afirmó, mirándome cruzarme de brazos para bajar la cabeza y contraer mi cuerpo contra la puerta.

—¿Por qué no señor?—se preguntó Armin, alterado cómo Mikasa.

—Porque se reveló que uno de los voluntarios estuvo en contacto con él.—respondió, seriamente.—Eren permaneció en total silencio respecto a su reunión secreta. La cual terminó desembocando en el asalto a Marley. En este preciso instante, estamos investigando a todos los que intervinieron en esa reunión secreta. Eren no ha dicho ni una sola palabra desde que la verdad salió a la luz, y tampoco sabemos nada sobre el tiempo qué pasó operando solo en Marley.—decía, mirándolos.—Es bastante probable que Eren esté siendo manipulado por Zeke Jeager.—comentó, por lo cual lo miré detenidamente.—Lo mencione porque se trata de ustedes, pero quiero que mantengan esto en secreto.—pidió, mirándonos a todos.

—¡Disculpe señor! ¿Qué pasará con Eren?—pregunto Mikasa, sobresaltada, hasta que observó al comandante pararse aún lado de una extraña silla—¿Qué es eso?—se preguntó ella, anonadada, mientras que observe detenidamente lo que había abajo de la silla.

—Nada importante, solo es algo que no sabemos dónde guardar. Unos cadetes lo trajeron.—informó él, neutralmente.

—Comandante supremo, si Eren se está resistiendo en hablar, tal ves nosotros que lo conocemos desde niño, podamos ser de utilidad.—decía Armin.—No puedo asegurar que confirmaremos las intenciones de Eren, pero no perderemos nada con intentar.—añadió, esperanzado.

—Está conversación término.—afirmó el comandante, abrí la puerta con vagues y sin rogar, incitando a que Armin y Mikasa salieran, con vagues no cuestionaron y frustrados salieron de la oficina.

—El comandante supremo te está investigando. Vi en los nombres tachados de los voluntarios que habían capturado el tuyo, era el único que no estaba tachado.—contó Armin, en un tono bajo cuando cerré la puerta de la oficina, quedando anonada.—Estamos acabados.—afirmó.

—¿Por qué? ¿Por qué?—se cuestionaba Mikasa, abrumada.—Armin tiene razón, no perdemos nada con intentar. ¿Por qué no nos permitió verlo?—se preguntó ella, impulsándose a caminar detrás de mi.

—Una explicación podría ser que el gobierno militar haya decidido deshacerse de nuestro amigo Eren.—murmuró Armin, me detuve en seco, llevando mis manos a los bolsillos.—Significaría, que utilizaran a Historia para este mandado. La usaran como recipiente.—añadió, mirándonos.

—Con su permiso.—miramos atrás, observando sigilosamente como unos cadetes yacían tocando la puerta de la oficina por la cual salimos, estos no tardaron en adentrarse.

—Voy escuchar lo que están diciendo.—comentó Mikasa, a lo que vi como empezó avanzar.

—Detente.—le pedí, apretando su brazo fuertemente.—Eren está en una posición difícil. Incluso yo, ahora mismo no hay nadie que pueda cubrirme las espaldas. Si me encierran junto a los voluntarios que faltan, Elian quedará a su suerte y no puedo permitirlo. Tienen que ayudarme, ya los ayude.—pedí, entre dientes.—Mikasa, entiendo lo desesperada que estás por querer salvar a Eren, pero no es el momento de estar infringiendo las reglas.—dije, fríamente.

—Por lo contrario, en esta situación debemos averiguar que está planeando el ejército. Sin importar lo que pase, estoy aún lado de Eren y estar de su lado, significa estar de tu lado.—afirmaba Mikasa, intentando de soltarse.

—Espera.—pidió Armin, mirándome.—Gianna, ¿qué está sucediendo?—me preguntó, mientras que solté a Mikasa para mirar a la oficina del comandante supremo.

—¿Qué no viste lo que había en la silla?—le pregunté impulsándome a caminar contra Armin.—No lo entienden, ¿verdad?—les cuestione, mirándolos de una manera incrédula cuando ninguno respondió.—Habían... —me quede corta de palabras, mi único impulso fue empujar a Mikasa contra Armin cuando oí ese zumbido que hizo caer los escombros encima de nosotros, fue demasiado rápido para analizarlo pero siempre estuvo ahí... Es aquí y ahora que empieza. El principio del fin.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro