𝐯𝐞𝐢𝐧𝐭𝐢𝐬𝐢𝐞𝐭𝐞

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

────────────────────────
❛Eren, voy por ti.❜
────────────────────────
Gianna Jaeger
────────────────────────

Abrí mis ojos. Las lágrimas se desplazaron de mis ojos tan pronto parpadeé. Lleve mi mano hasta la cabeza, oí la voz de Eren tan clara como el agua y también, sus verdaderas intenciones desde siempre. Eren se ha ido para poder ejecutar cada uno de sus planes. Se oían atroces, pero no podía ser capaz de juzgar ni siquiera el más mínimo de ellos. Aún así, eso no dejaba de atormentarme. No podía pensar claramente sin maltratar mis sentimientos. Levante mis manos y las miré. ¿No fue suficiente retenerlo cuando lo sostuve contra mi? No. No lo fue, porque sin importar cuan pesado fuera para Eren sostenerme mientras se dirigía a su hermano, él no se iba detener. Eso era lo que me dolía. Eren siempre se estuvo preparando para este momento y fue eso lo que cambió su mirada tan sutil, su mirada tan suave y esperanzada que se vio perder con el paso de sus años cuando supo la realidad del mundo cruel que vivía fuera de las murallas. Me culpaba por haber sido parte de aquellos que lo hicieron ver el mundo gris que Eren había pintado por unos libros que leyó desde niño con Armin. Era demasiado tarde para revertir las cosas. Lo supe, porque el suelo seguía temblando.

Era definitivo. El retumbar había iniciado y todo lo que conocí más allá de esta Isla desaparecería. ¿Era egoísta admitir que no me importaba? Es que, ya no tenía nada más allá, porque todo lo perdí en este lugar y al aceptar ese hecho, mis ojos no tardaron en derramar lágrimas con más impotencia de la que ya sentía. Solloce, pero muy bajo cuando recordé mis brazos apretar tan fuerte el cuerpo de mi hermano que mi herida por el disparo de Yelena ardió y no lo sentí, de tanta adrenalina que sentía. Pero, todo fue en vano. Lleve la mano a mi pecho, sintiendo el dolor quemarme todo mi interior. Murió. Mi hermano murió delante de mi, como Marcel, Porco se sacrifico para salvar a otros. Respire hondo, levantándome para quedar sentada. No podía dejar de pensar en él, en sus ojos y en cómo cuando niño siempre estrechaba su mano para que lo acompañara a caminar por toda la acera hasta llegar a casa. No pude protegerlo como le prometí a nuestra madre. Fallé como hermana, pero lo peor es que también falle como hija. Restregué mis ojos, sintiendo mi cuerpo exhausto y adolorido. Aclarando mi vista, pude ver un vendaje en mi muslo derecho y otro en mi brazo izquierdo, donde Yelena disparó.

—No te esfuerces.—giré mi cabeza para ver en mi lado izquierdo como Reiner estaba recostado de la pared, con sus ojos decaído y dedo índice apuntó hasta mi, haciéndome ver un vendaje en mi abdomen.—La transformación del titán fundador causó una detonación. Casi mueres.—esclareció, mientras que avergonzada abotoné mi camiseta cuando mi sostén estaba expuesto conjunto mis pechos.

—Supongo que fuiste partícipe de que no muriera, además de ser una Ackerman.—comente, quedándome sentada para recostar mi cuerpo contra la pared.

—Fueron quemaduras leves. El cuerpo de Eren te protegió, aunque desapareció luego de que se transformara en un horrible cien pies.—respondió, poniendo su brazo encima de la rodilla.

—¿Lo oíste?—le pregunté curiosa, viendo como pesadamente Reiner asintió.—Lo lamento.—dije para ver cómo negaba, agachando la cabeza con pena.

—¿Podía exigirle algo a Eren? Por mi culpa su amado hogar fue destruido de nuevo. Sin contar que la primera vez que derivamos el muro su madre murió.—indicó, negando nuevamente.—No puedo culpar a Eren de querer destruir el mundo, cuando claramente el mundo quería destruir su hogar. Ya nada podrá hacer eso realidad.—expresó, levantando su cabeza para verme mirarle.

—¿Entonces se acabó?—le pregunté algo abatida y desconcertada, llevando mi mano hasta mi cabeza.

—Si.—respondió, recostando su cuerpo contra el suelo.—Eren destruirá al mundo. Paradis vivirá en paz y yo estaré satisfecho de morir aquí aunque sea un completo hipócrita.—esbozo.—O tal vez cuando Gaby venga de buscar a Falco los lleve a un lugar seguro antes de que me maten.—añadió, restregando sus ojos.

—No dejaré que mueras, Reiner.—interferí, bajando mi cabeza ante admitir mi deseo de vida hacia él.—En este punto, si el endurecimiento se fue, Annie debe estar por ahí.—aclare, haciendo que él me viera.

—Tú también quieres salvarme. Luego de que tus hermanos murieran por mi. Es patético.—musitó, haciéndome levantar del suelo adolorida por el intenso dolor en mi abdomen, se sentía un ardor terrible.

—Olvídalo Reiner. Se han ido, están muertos.—expresé, mirando las ventanas tambalear, el temblor no se detenía.

—Murieron para salvarme y yo no pude hacer nada para que no estuvieras ahí. Solo fue un simple espectador.—comentó, mientras que miré las lágrimas sobresalir de sus ojos color café.

—¡No fue tu culpa que ellos quisieran salvar a otros!—dije, agachando mi cuerpo para llevar mis manos hasta las rodillas.—Es... lo mismo que Eren.—admití en un tono bajo.—Por eso, no puedo quedarme aquí y permitir que Eren quiera cargar con el odio de la humanidad solo.—dije, levantándome nuevamente para ver a Reiner mirarme.

—Gianna.—me llamo cuando me coloqué en la puerta, mirando como yacíamos en un callejón.

—Tengo que buscar a Elian, también a mi padre y a mis amigos. No puedo abandonarlos.—indique, mirándolo.—Recuéstate Reiner. No te dejaré aquí, volveré.—indique, para verlo asentir exhausto.—Buscaré la manera de que esto se detenga.—añadí, bajando la cabeza.—Incluso aunque... aunque tenga que dejarlo ir.—admití con pesadez, porque ni siquiera yo misma era capaz de creer mis palabras.

—¿De verdad puedes hacerlo?—me preguntó Reiner.—Si tuvieras una posibilidad de alcanzarlo, ¿detendrías a Eren?—cuestiono, haciéndome pensar.

—Detenerlo si.—expresé, mirando la puerta con detenimiento, perdida en mis pensamientos.

—Todos nosotros merecemos esto.—recito.—Incluso yo. No puedo dejar de odiarme por las cosas que he hecho, así que entiendo que tú también me odies.—expresó, haciéndome mirarlo de reojo.

—Escúchame Reiner, yo no te odio. Me has salvado la vida, más veces de las que crees. Mi hermano no murió por tu culpa, Marcel murió porque tú me empujaste para que ese titán no me comiera. Yo no tenía un poder, pero Marcel vio que tú podías protegerme y por eso te empujó.—le dije, mirándolo afligida.—Desde pequeña te defendí, porque sabía que eras valiente. Quizás me porte diferente porque estaba cansada de que tú creyeras más en Marley que en ti mismo. Pero ustedes eran importantes para mi. Tú, Annie y Berthold, son mis amigos. Así que por una vez, deja de culparte.—le pedí, viendo como cubría sus ojos llorosos.

—¿Por qué me dices eso?—me preguntó.—¡Soy un cobarde, deje morir a Berthold, a Marcel y a Porco!—exclamo, golpeando el suelo con su nudillo cerrado.

—¡Porque eres importante para mi!—exclame, llevando mi mano a la manecilla de la puerta, respirando hondo.—Espérame aquí. Luego volveré y te prometo Reiner, que estarás bien.—indique, abriendo la puerta.

Salí de aquella casa, cerrando la puerta a mis espaldas. Camine con vagues por las calles quebradas, llenas de escombros. Parecía estar este lugar solitario, lejos del ojo público que debía estar siendo controlado por los soldados que defendían firmemente a Eren. Crují mis dientes impotente, llevando mi peso contra una pared mediante el temblor que continuaba. Aún se veían a los titanes colosales encaminarse fuera de la Isla, eran demasiados, una multitud aterradora que aplastaría mil vidas. Buscando aire, porque ya no lo sentía. Mis pulmones debían estar destrozados, pero mentalmente me los lastimaba más. Perdí a mi hermano, también perdí a Eren. Todas las personas que he amado me han dejado atrás y ya no tengo fuerzas para seguir corriendo. No mentía. Si tuviera una posibilidad para detener a Eren lo haría, pero no tendría el valor de matarlo si él quisiera continuar. Reiner lo dijo, no podíamos culparlo y más aún cuando se trataba de proteger a la gente que amaba. Yo creo en Eren, también en su voluntad, pero el hecho de pensar que niños serían aplastados y familias inocentes, me hacía debatir. ¿Quería eso si fuera Elian quien sería aplastado? No.

¿Pero como evitar las tragedias? Si cuando aplastamos a Paradis por primera vez miles de niños murieron y no nos opusimos a eso. Era un ciclo de odio interminable que acabaría con Eren retumbando la tierra. Nadie más se atrevería a venir hasta aquí, nadie más destruiría su querido hogar, ¡pero esto no era lo que quiero para Eren! Las lágrimas cayeron al suelo. Estaba débil y sensible, me sentía como una inepta de tanto llorar, pero ya no podía detener mis sentimientos, menos cuando se trataba de Eren. Un día lo dije. Mi amor por Eren es real, sin embargo, no es egoísta. Se cuando algo está mal, sé cuando algo está bien, lo único que quiero en este momento es poder descansar de la acción. Lo único que quiero, es poder ir a esa cabaña otra vez y olvidar todas las cosas tan crueles que me dijo. Despertar en la mañana con él, abrazarnos con la calidez mientras Elian balbuceaba buscando nuestro amor. Eran días muy buenos. Como cuando pintaba aquel boceto. Significa que Eren lo destruirá, destruirá nuestra cabaña y los recuerdos se irán. No es lo que quiero. Me gustaría volver a esa cabaña y terminar el boceto. Me gustaría volver a ser tan feliz como lo fui esos días.

—Gianna.—abrí mis ojos grandemente cuando oí aquella voz dirigirse a mi, un salto de emoción me hizo destellar mi mirada contra ella, por primera vez.

—¿Estás viva?—le pregunté, alejándome de la pared con la mano en mi abdomen.—Hange.—nombre, acercándome a ella.

—Mikasa, la encontré.—observe cómo en medio del atardecer que caía, convirtiéndose en noche, Mikasa apareció.

—Te buscábamos.—indicó Mikasa, colocándose aún lado de Hange.—Que alegría.—admitió, no había sarcasmo en su tono.

—Lo mismo digo.—expresé, viendo como ellas me examinaron.—No luzco tan mal, ¿o si?—les pregunté, con sarcasmo.

—Supongo que Levi y tú estarán encantados de bromear el uno al otro con su estado físico.—musitó Hange, rasgando su nuca para hacerme abrir los ojos grandemente.—¿Creíste que moriría?—me preguntó cuando agaché la mirada, sintiendo alivio.—Ese hombre solo quiere estar en paz. No morirá hasta lograrlo, pero quedó muy mal.—admitió.

—Lo único que me importa es que siga respirando.—dije, acercándome a ellas.—Gracias.—coloqué mi mano en el hombro de Hange, viendo un destello en sus ojos nuevamente, como si se sintiera orgullosa de eso.—Mikasa, dime la situación.—pedí, dándoles espacio.

—Los Jaegeristas se han adueñado de la ciudad. Armin se ha ido para buscar a Connie, él rapto al niño que se comió a tu hermano.—musitó amargamente e incluso con pena.—Lo lamento.—añadió, mirándome detenidamente.

—Intentamos salir para buscar a Elian, pero no hallamos rastros de él.—me giré rápidamente para ver a Jean.—Me tarde porque fui al distrito Tros para ver a mi madre y encargarle un gato que cuidara con mucho amor hasta que todo esto se calme.—un bozo de alegría me recorrió, asintiéndole agradecida.

—Jean, viniste.—mencionó Hange, en Jean se veía el cansancio, todos lucíamos así, exhaustos y abatidos por completo.

—Hay que salir de aquí.—indicó Jean, alentando a que Hange pudiera moverse conjunto a Mikasa, quien nos espero.—¿Estás bien?—me preguntó Jean, examinándome.

—Sufrí unas quemaduras. Nada grave.—respondí, caminando detrás de la comandante, quien nos guiaba.—Reiner me salvó.—añadí, viendo a Jean de reojo.

—Ese idiota.—masculló, para él bajar la cabeza.—Gianna.—me llamo, en un hilo.—Lamento lo de tu hermano.—expresó, mirándome detenidamente, pero tan solo evadí su mirada de manera orgullosa.

—Nadie está preparado para la muerte de un ser querido. Pero, espero reconciliarme con la vida para entenderlo.—musité, viendo a Mikasa mirarme de reojo ante eso.—Lo bueno es que él logró poner a Elian seguro. Está con la señora Azumabito.—dije.

—De seguro debe estar en el puerto.—comentó la comandante, abriendo la puerta de una casa vacía y sin iluminación.—¿No hay nadie?—se preguntó.

—Está despejado.—dijo Jean, cerrando la puerta a nuestras espaldas para ver a Hange colocarse frente a una mesa.

—Ten, siéntate.—pidió Mikasa sutilmente, pasándome una silla que acepté para sentarme, mi cuerpo estaba mal.

—Mikasa logró ponerme al día. Lamento no haber podido estar en el campo, hicieron un gran trabajo en esta agotadora situación.—expresó al comandante, murándome a mi y a Jean.—En cuanto a Levi, no está bien, pero vive. Como le dije a Mikasa no podrá luchar al menos por un tiempo. Además, hemos unido fuerzas con los Marleyanos rezagados, incluyendo al titán carreta.—añadió, dejando a Jean desconcertado, mientras que la mención de Pieck me hizo sentir un balde de agua fría, ¿sabrá lo de Porco?—Esto es para detener a Eren, no deberíamos masacrarnos entre nosotros.—esclareció, tensando a Jean, quien se cruzó de brazos inmediatamente.

—¿Como vas a detenerlo?—se preguntó Mikasa, mirándola detenidamente.

—Primero reuniéndolos a todos. Ellos serán los que decidan que es lo que podemos hacer. Pero estamos indefenso sin la ayuda de ustedes o de los nueve titanes, la estructura militar que conocemos fueron aniquiladas. Ya no soy su superior.—esclareció al comandante Hange, abatida.—Pediré esto a sabiendas pero...

—Yo lo haré.—le interrumpió Mikasa, mirándola aún con detenimiento.—No quiero que Eren enfrente más ataques indiscriminados. Incluso si su intención es protegernos o a esta Isla, quiero detener a Eren.—afirmó ella, con seguridad para así mirarme.

—Incluso si realmente podemos detener a Eren, ¿luego qué?—se preguntó Jean, mirando a Mikasa.—Si Eren es capaz de mantener el poder del titán fundador, solo le quedan cuatro años. ¿Qué le pasará a la Isla después de esto? El odio que nos tiene el mundo no desaparecerá de la noche a la mañana. Debemos enfrentarlos por décadas. Para detener a Eren, hay que destruir esta Isla.—afirmó, pero no sabía claramente quien tenía razón o no.

—Yo pienso que Marley verá la situación y asumirá que el retumbar podría iniciar en el momento en que intenten atacar la Isla. O al menos no los imagino acercándose a este lugar por un buen tiempo.—opinó Hange, infiriendo en la opinión respectiva de Jean, me coloqué cabizbaja y les oí.

—Pensarán que el mundo va acabar en cualquier momento a menos que borren esta Isla del mapa. ¡Eso encenderá aún más el discurso de Willy Tybur!—exclamó Jean, en un tono alterado y en desacuerdo con ella.

—Puede que tengas razón, pero tenemos tiempo, incluso en la situación hipotética que planteas. Deberíamos ser capaces de conseguir unos pocos años de tiempo, incluso si vienen a destruir esta Isla.—continuó diciendo Hange, planteando un punto de supervivencia.

—¡La ultima vez que buscamos una solución, nos quedamos sin tiempo y seguimos con las manos vacías! ¡Por eso Eren decidió borrar al resto del mundo...

—¡No voy aceptar un genocidio! ¡No lograrán que apoye eso por ningún motivo!—levante la mirada ante el brusco palmeo de Hange contra la mesa en el momento que interrumpió a Jean, impotente.—Lo lamento, no debí gritar. Tienes razón Jean, fue mi idealismo cobarde lo que convirtió a Eren en esto. Y aunque esté gritando, también fui yo quien quería huir para dejar todo atrás, para poder sobrevivir.—musitó avergonzada.—Pero, todavía soy la 14º comandante de la legión de exploración. Dedique mi corazón a la libertad de la humanidad, se siente como si pudiera ver a todos mis camaradas. La gran mayoría de ellos murieron sin saber que la humanidad existía fuera de los muros, aún así, "traer la libertad a esta Isla es suficiente para mi".—decía, en un tono más bajo.—¿Creen que alguno de ellos sería tan cerrado de mente para decir eso? Solo tenemos una oportunidad y es ahora.—expresó.

—Hange, aún sigo siendo parte de la legión de exploración. Creo que, no tengo opción para desertar.—musitó Jean, mirando a Hange con detenimiento para así, ver como ella me miró a mi.

—No te dejaré sin opciones esta vez.—admitió, mirándome.—Decide si vendrás con nosotros, o no. Cualquier cosa que decidas, lo aceptaré.—expresó, haciéndome sentir una fuerte presión que me hizo levantar de la silla.

—Si me quedo aquí no me perdonaré no haber hecho nada.—musité, mirando el suelo.—Muchas personas han muerto. Ya no quiero que nadie mas muera, ni siquiera ustedes. Por eso puedo entender porque Eren me trajo hasta aquí. Lo hizo porque incluso él sabía que nos necesitábamos para tomar esta decisión.—admití, mirándolos.—Les ayudaré, porque no les miento. Estar lejos de la acción es aburrido, pero espero que cuando esto acabe pueda vivir mis días en paz. Solo, les pediré una cosa.—dije, viéndolos mirarme.—Detengamos a Eren, pero no me pidan que renuncie a él.—pedí, haciendo que ellos se miraran entre sí, todo, menos eso.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro