𝐯𝐞𝐢𝐧𝐭𝐢𝐮𝐧𝐨

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❛La única opción.❜
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Eren Jaeger
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Había un gran silencio en este salón privado. Nunca vine aquí, ni siquiera una vez. Las personas me admiraban, pero la policía militar siempre se creyó superior y era algo que me aborrecía desde que era un niño. Mire la ventana, observando cómo varios hombres que me seguían con la esperanza de volar lejos, inmovilizaban a las personas alrededor del dichoso restaurante. Me aislé en cuanto oí el balbuceo de Elian. Lo miré detenidamente, su cabello se veía revuelto e incluso más alargado. Verlo gozar mi presencia, era algo que hacía a mi corazón recobrar un pálpito más común y pacifico. Sostenía ese peluche fuertemente, aquel que aguarde conmigo en una amarga travesía. Retirándome de su lado, mi mano ensangrentada continuó a manchar el mantel blanco de esa mesa donde ponía la firme línea de no atravesar mis límites, los cuales no estaban muy firmes en este punto. Cada uno de ellos me miraba, sin contar a la niña de cabello castaño que temblaba y sudaba, esa que mató a Sasha, podía decir que Armin y Mikasa me miraban de una manera detenida. Sentían la tensión, porque inclusive yo podía sentirlo, más aún cuando Gianna igual me estaba mirando.

—Quería hablar con los tres. No necesitamos pelear para resolver los problemas de Eldia.—esclarecí, manteniendo mi mirada en Armin, él sería el único que me oiría.—Hange y los demás estarán bien, simplemente van a trasladarnos.—avise, en un tono bastante sutil.

—Eren, nosotros también queríamos hablar contigo. Queremos saber que fue lo que te orilló atacar a Marley por tu cuenta, ¿en verdad Zeke y Yelena te persuadieron para que te unieras a ellos?—me preguntó Armin, acertando a mi pensamiento, él me oía.

—Ahora soy libre.—articule, de una manera fría a su pregunta.—Tanto las cosas que hago, como lo que elijo. Todas mis desiciones se basan en mi voluntad.—afirme, mirando a Gianna arquear su espalda.

—¿Lo que hiciste después de verte con Yelena también fue tu voluntad?—cuestiono, con una actitud prepotente.

—Así es.—afirme, en un tono similar para colocar la autoridad más sobre la mesa donde estábamos sentados.

—No es cierto, fuiste manipulado por ellos. Aunque se trataba de un país enemigo, tú nunca hubieras involucrado a niños ni personas inocentes.—infirió Mikasa, impotente.—Además, siempre nos has apreciado más que nadie en el mundo. ¿No es así?—me preguntó, afligida en su sentimiento para sostener esa bufanda.—Tú me rescataste cuando esos hombres me secuestraron, ¡y me diste esta bufanda, eso demuestra que eres bueno!—exclamó levantándose aún lado de Armin.

—¡Mikasa, deja las manos sobre la mesa! ¿No se los dije?—le grite, haciéndola sobresaltar por mi actitud arrogante e intimidante, una que la hizo bajar la cabeza como una subordinada.

—Lo asustaste.—musitó Gianna, cruzada de brazos para hacerme ver como Elian abrazaba su peluche, mirando desde el suelo a la mesa, esa mirada de miedo me hizo sentir una presión, lo menos que quería era que mi hijo me viese como un monstruo, aunque quizás lo fuera.

—Escuchen, tuve una plática con Zeke en Liberio. Hablamos de hermano a hermano. Zeke tiene grandes conocimientos sobre los titanes, más de lo que Marley podría imaginar.—conté, bajando mi tono para verlos delante de mi.—Armin, incluso ahora sigues visitando a Annie. ¿No es cierto? ¿Acaso lo haces por tu voluntad?—le pregunté, haciéndolo sobresaltar.—Si la memoria es un factor que define una persona, se podría decir que una parte de ti se volvió Berthold. Eres un enemigo parcial de nosotros, enamorado de otra enemigo. Armin, Berthold terminó adueñándose de tu cerebro.—culmine en un mascullo, él dudaba y su expresión se asombraba por completo.

—¡Eren que...

—¡Es igual para ti, Mikasa!—interrumpí, levantando la voz de manera inconsciente cuando Mikasa se dirigió a mi.—Incluso para Gianna.—afirme, haciendo que ambas me miraran.—La familia Ackerman fue creada específicamente para proteger al rey de Eldia, quiero que recuerdes Mikasa, en aquella situación extrema en donde casi enfrentamos la muerte, escuchaste mi orden: "pelea".—le recordé, fríamente.—En ese instante, despertaron tus instintos Ackerman, y solo por mera casualidad decidiste que yo era el amo que debías proteger.—detalle, viéndola negar con desesperación.

—Te equivocas.—denegó de inmediato, mientras que la vaga expresión de Gianna me hizo entender que era consiente de aquella información.

—¿Me equivocó? ¿En qué cosa?—le pregunté, mi actitud, la manera tan fría y cortante le hacía retorcerse, Mikasa me desconocía.

—No fue casualidad.—respondió Mikasa, apenada, desilusionada mientras buscaba lo que algún día conoció de mi, pero no había nada que buscar.

—Cuando un Ackerman despierta su poder, es bastante común que sufra intensos dolores de cabeza. Quizás ese dolor se deba a que su personalidad original intenta rechazar el instinto que lo obliga a proteger a su amo, ¿eso te suena?—le pregunté, viendo a Gianna tensarse, mientras que me dirigía aún a Mikasa.

—No es cierto, yo solo... —Mikasa intentó de hablar, su voz se entrecortaba, la ponía nerviosa y mi determinación por continuar, era imprudente.

—Tú familia es un clan creado para seguir órdenes. En resumen, esclavos.—expresé, cruzando los límites de sus emociones tan vulnerables.

—¡No, ya basta Eren!—le pidió Armin, en un grito desesperado que empezó a preocupar a Elian, su balbuceo me hizo ver como Gianna respiraba hondo para contener sus emociones.

—Mikasa, sabes lo que más odio en este mundo. Aquellos que no son libres, los que son como ganado. Siento una repugnancia enorme con tan solo mirarlos, y al fin pude comprender la razón. Jamás he soportado a quienes se comportan como simples esclavos, siguiendo órdenes sin vacilar.—mi corazón empezó a palpitar, viendo los ojos de Mikasa humedecerse de inmediato.—Por un tiempo, desde que era niño, Mikasa, siempre te he odiado.—articulo Eren, viendo su pecho subir y bajar, ella soltó una bocanada de aire, con las lágrimas que se resbalaron por sus mejillas.

—¡Eren! ¿¡Como le dices eso a Mikasa?!—Gianna se sobresaltó, al igual que Mikasa cuando Armin se levantó hacía con brusquedad, pero sentado sutilmente, vi cómo Mikasa se interpuso para inmovilizarlo de inmediato.

—¿Mikasa?—Gianna la miró incrédula, para así ella denegarse confundida y avergonzada, soltando a Armin con sus manos temblorosas.

—No, no.—denegaba ella, llorosa y con las lágrimas escurriendo por sus mejillas, estaba de pie y miraba sus manos como si fuera un monstruo.

—Escucha con atención Mikasa, toda tú vida has vivido siguiendo los impulsos de tu sangre Ackerman.—continué expresando, hasta que Gianna plasmó sus manos bruscamente contra la lesa.

—Cállate. No lo tolero más.—masculló Gianna, creando un silencio cuando Elian derivó un llanto que me alarmo, pero contenido no hice nada más que levantar mi mano ensangrentada.

—Siéntate. Ahora.—le pedí, con una mirada fulminante la hice dudar en su próxima acción, Gianna no rompía contacto visual conmigo, yo no la intimidaba.

—Dale a su hijo.—indicó Armin, de una manera seria y fría, mientras me miraba.

—Es mi hijo también, Armin.—articule ofendido, pero podía entenderlo, Armin quería proteger a Elian y más cuando estaba llorando detrás de nosotros sin poder entender nada.

—Eren escúchame, podemos...

—Nunca te dije que podías hablar.—masculle, interrumpiéndola, sin saber maldita sea, sin saber que podía haberme dicho en esa oración con su hermosa voz.

—Que estés ahí sentado y nos amenaces con esa asquerosa mano no significa que deba mantenerme en silencio.—justificó, aún de pie pero en cuanto mi silencio continuó, Gianna no tuvo opción que sentarse.

—Estás desesperada. Te tengo contra la espada y la pared.—indique, haciéndola ver a Elian, quien continuaba llorando, asustado.—Lo mismo qué pasa con Mikasa, es igual para ti.—le dije, para verla negar.

—No estoy entrelazada contigo.—afirmó, riéndose en un bufido.

—No. De hecho, tú vínculo no es conmigo y lo descubrí hace poco.—respondí.—Crees que tú vínculo es con tu hermano, que tú poder trascendió de él, te ha sido incapaz abandonarlo y por eso volviste a Marley.—articule, fríamente para verla mirarme detenidamente mientras Mikasa se mantenía cabizbaja.—El día que me abandonaste, lo hiciste porque era tu única posibilidad de volver a estar con tu hermano. Él era el amo que debías proteger, o al menos, eso es lo que has creído.—añadí, cínico.

—Y lo abandone, por ti.—afirmó entre dientes.—Rompí ese vínculo porque te amaba, porque quería estar contigo.—volvió a decirme, con esa mirada que empezaba a derretirme por completo, no quería hacer esto.

—No tienes un vínculo con tu hermano.—expresé, seguro de mis palabras.

—Te equívocas Eren.—denegó ella, aún con esa misma impotencia y rabia, sin saber el balde de agua fría que le lanzaría.

—¿Me equivocó?—le pregunté, frunciendo el ceño.—Gianna, solo eres un recipiente de alguien que no puede ser libre y que ha sido esclavizada desde hace dos mil años.—recitaba, causando tensión en ella.—Está persona hizo trascender tu alma con la suya, con el propósito de guiarme hasta mi camino, pero ahora que no puede salir de tu alma, te ha estado impulsando. Tu alma está partida en dos, la de Ymir y la tuya. Dos almas en una.—afirme, viendo a Gianna abrir sus ojos grandemente.

—Eso no es cierto.—denegó, su pecho empezaba a subir y bajar de una manera alterada, ya no canalizaba sus emociones, ahora se corrompería delante de mi.

—Te desmayas. Cada vez que Ymir intenta salir, te desmayas y pierdes conciencia. Tus ojos cambian de color y tu cabeza duele tanto que no puedes soportarlo. Tu vínculo no es conmigo, tampoco con tu hermano. Todo este tiempo tu vínculo ha sido con Ymir, la primera fundadora de los titanes.—continué explicando, logrando asombro en Armin.

—Eren, ¿qué estás diciendo?—se preguntó, mientras que la niña de cabello castaño oía con la misma impresión, Gianna cerraba sus nudillos.

—Ella te ha impulsado a pelear e inconscientemente tu poder vino de ella, nunca le has obedecido a alguien, solamente a ella y eso te hace igual o peor que cualquiera que vive como el ganado.—masculle, con arrogancia.—Ymir te ha utilizado con el fin de ser libre, de poder romper ese ciclo de sufrimiento en la que ha vivido como una cadena perpetua. Tú no volviste porque me amabas, volviste porque ella necesitaba que lo hicieras.—afirme, para verla alterarse frente a todos los presentes.

—¡Nadie me ha hecho amarte, eso nació de mi!—exclamo, señalando su corazón.—Todo lo que he hecho por ti, cada una de las cosas fue porque te he amado desde... siempre.—murmuro, bajando la cabeza.

—Los sueños. ¿Los recuerdas?—le pregunté, baje mi mano ensangrentada, la cual empezó a temblar por ver su expresión, por ver sus ojos azulados empezar a humedecerse.—Ymir me mostró en tus sueños para que ya estuvieras afligida a mi, como si fuera una estrella que debías alcanzar. Lo mismo hizo conmigo, pero la única diferencia es que yo siempre entendí el mensaje.—musité, seriamente.—Gianna, desde el momento en que te conocí, siempre me has sido repugnante. Una persona que ni siquiera tiene identidad propia, porque alguien más se ha adueñado de ella. No sabes quien eres, tampoco sabes lo que quieres. Has avanzado en la vida sin propósito y soy incapaz de tolerar algo como eso.—decía, ella movía su cabeza negando.

—Basta, por favor.—me pidió, apretando sus labios cuando no podía evitar que sus ojos continuaran humedeciéndose mientras que Elian lloraba.

—Te necesitaba, para poder llegar a Marley y tener un escape de la legión. Lo hice con el fin de planear cada una de mis próximas hazañas.—detallaba, mirando sus ojos detenidamente.—Gianna, nunca te he amado. Ni siquiera cuando te conocí, ni a este punto. Te odio, con cada parte de mi ser como aquellos que me han traicionado y se han conformado con vivir como tú has vivido. Esclava de Marley, siguiendo sus reglas. Viniste aquí para destruir todo lo que quería, así que estoy aquí dándote la cara y diciéndotelo de una vez, te odio Gianna y desearía no haberte conocido jamás. Aborrezco tu rostro cada día, aborrezco todo lo que hicimos. Eres el único error, que sin duda no volvería a repetir jamás.—sus lágrimas bajaron, su boca estaba entre abierta y su ceño se frunció para llorar, todo en mi se decayó.

Continué mirándola con detenimiento y seriedad, ella llevo por un momento la mano a su pecho como si el aire se le hubiese escapado con todo lo que le derive encima sin vacilar. Un gran silencio se esparció, mis palabras se desvanecieron como todas las ilusiones que habitaron en ella desde que empezó a quererme. Me quemaba tanto, que tenía que parpadear varias veces para impedir que mis ojos se humedecieran por igual cuando realice que destruí todo el amor que alguna vez hubo entre nosotros, con una sola afirmación que no fui capaz de creerme ni en un solo momento desde que lo pensé. El pecho de Gianna se volvió entrecortado y sus manos cubrieron su rostro por completo para evitar que no la mirara en su punto de quiebre. Oí su sollozo, tan profundo y silencioso, que me hizo sentir todo el dolor de su corazón en el calentón de mi mejilla cuando Armin tuvo la valentía de levantarse de su asiento, golpeando mi rostro con un limpio puño. Mi cuerpo cayó hacia atrás, conjunto a la silla quebrada que causó más pánico en Elian, en cuanto me levante, toda esa furia y rabia que yacía en mi, esa impotencia que me mantenía el corazón como piedra, fue lo que me hizo retener los próximos golpes de Armin.

—¡Señor Jaeger!—me llamaron los soldados que se adentraron cuando oyeron el leve bullicio que se causó.

—No hay ningún problema.—afirme de pie, viendo a Gianna caer al suelo arrodillada enfrente de Elian para poder abrazarlo y calmar su llanto, ella no me miró, ni por un solo segundo desde que se pudo poner de pie.—Escucha Armin, desde que nos conocemos, nunca he peleado contra ti. ¿Sabes por qué no lo había hecho?—le pregunté, devolviéndole un amargo golpe.—¡Porque al hacer esto, no hay forma de que sería una pelea justa!—grite, golpeándolo constante hasta dejarlo derivado en el suelo, sin aire.

—¡Eren, basta!—me pidió Gianna, me miró de una manera en que jamás lo había hecho y eso fue lo que hizo detenerme, Gianna me miró con miedo en sus ojos humedecidos al igual que mi querido hijo.

—Si me dicen la localización del lugar donde tienen a Zeke, no tendremos la necesidad de pelear.—dije, mirando a Armin ser sostenido pro una anonadada Mikasa.—Llévenselos, y también a la mocosa que mato a Sasha.—ordene, viendo a los soldados acercarse a ellos.

—Entonces, ¿solo viniste para decirnos eso?—me preguntó Armin desde el suelo, ensangrentado.—¿Herirnos era parte de la libertad que tanto buscabas? Al final, ¿quién es el esclavo que se sucumbió ante un bastardo?—entre dientes lo miré, gruñendo.

—¿A quién le dices esclavo? En marcha.—le pedí, incitando a los soldados a encaminarlos, pero se detuvieron en cuanto vieron a Gianna, esperando una orden.

—¿A donde vamos?—pregunto Mikasa, siendo inmovilizada conjunto a la niña castaña, al igual que Armin.

—A donde todo inició. El distrito ShingaShina.—respondí fríamente, mirando a Gianna.—Llévenselos.—ordene nuevamente, para ver a Armin removerse cuando analizó que Gianna y Elian se quedaban.

Me acerqué a la ventana, para ver nuevamente a los soldados continuar inmovilizando a las personas. Pude verlos, a cada uno de ellos. Mis compañeros y amigos estaban ahí, todos retenidos como si fueran unos animales, pero ninguno podía entender el simple mensaje de mis acciones y para mi en este amargo punto, era mejor. Me giré, caminando lentamente hacia la manta blanca de la mesa. Pase mi mano de manera sutil, sintiendo el ardor de mi cortada. Baje la mirada para ver cómo Elian pareció llevar gateando a mi en cuanto Gianna lo soltó, sus pequeñas manos se aferraron en mi pantalón y balbuceaba mirándome con sus mejillas humedecidas por las lágrimas que soltó. Cuidadoso y sutil me incliné ante él para ver desde ahí como Gianna tenía sus dos manos en el suelo, dejando todo el peso de su cuerpo en ellas. Su cabello ondulado cubría su rostro, pero aún era capaz de ver las lágrimas caer de manera fría y amarga. Me acerqué, dejando a Elian aún lado de nosotros. Solo éramos nosotros tres, como lo fuimos en aquella cabaña. Gianna levantó su mirada para dejarme ver su rostro enrojecido y su tristeza inevitable.

—Entonces, todo este tiempo ella ha estado dentro de mi.—indicó, asimilando lo que le había dicho de una manera amarga y fría.—¿Por qué?—me preguntó.

—No es algo que sepa.—respondí, siendo honesto y sincero con ella, después de todo, les había mentido demasiado.

—Supongo que después de todo lo que te hice, me lo merezco.—musitó, mirándola baje la cabeza un momento, viendo a Elian intentar de retener partes de su cabello ondulado.

—Por supuesto que no.—respondí, acariciando el cabello de Elian.—No es como quería que te sintieras, pero se me salió de las manos.—admití, sin mirarla.

—Golpeaste a Armin.—comentó ella, aún asombrada por mi acción, miré mis manos y asentí, fríamente.

—Tenía que hacerlo.—justifique, mis manos estaban condenadas a continuar dañándolo todo a mi alrededor, todo.

—Se que me amas.—afirmó, un balde de agua fría me recorrió, sin hacerme poder despegar mis ojos de los suyos cuando decidí verla, esa mirada, esos ojos que me enamoraban.

—Tienes razón.—afirme.—Aún así no hay nada que puedes hacer para que me detengas.—indique, haciendo que ella bajara su mirada hacia Elian.—No quería asustarlo. Lo lamento.—me excuse, él nos miró a ambos, con sus grandes azulados ojos.

—Todo lo que nos dijiste, ¿es verdad?—me preguntó, volviendo su mirada a mi, se veía más calmada, pero aún herida.

—No todo.—dije, sintiendo la debilidad recorrerme, sintiéndome tan tonto y absurdo.—Hay algo que no dije.—indique, mirando sus labios.—No te dije cuanto te amaba antes de dejarte ir.—articule, con mis ojos humedecidos.

Lleve mis manos a sus mejillas y acercando su rostro para plasmar mis labios en los suyos. No mentía. Verla de esta manera, me hacía vulnerable e incapaz de poder mentirle. Era lo que sucedía cuando dejabas que alguien enmarcara sus huellas, tan profundas que era imposible borrarlas para poder seguir avanzando. Por eso cruce el mar, no solo para conocer la amarga realidad, si no para poder tener el amor que Gianna me dio, ese que me hizo conocer. La amaba tanto, que ese sentimiento que sentía hace cuatro años, aún seguía aquí, en medio del beso que continuaba entre nuestros labios. Aunque no había manera de revertir mis acciones, esto me daba un alivio. Éramos fuerte, pero éramos nuestra debilidad. No podía sin ella y ella no podía sin mi, pero necesitaría que esto la hiciera poder continuar y dejarme atrás sin importar cuanto la quemara, porque incluso para mi era difícil seguir mi camino sin sostenerla de la mano. Gianna me entendía, se que mis amigos también, pero no podía dejar que cargaran con el odio del mundo que ellos no merecían. La verdad de todo esto, es que su alma y la mía, son dos en una.

—Elian.—lo llama Gianna cuando él se sujeto de la manga de su brazo, intentando ponerse de pie para acercarse.

—No estés celoso campeón.—dije cuando me desprendí de Gianna, reteniéndolo contra nosotros.—Esta es la última vez que seremos nosotros tres.—afirme, chocando mi frente con la de Elian, al igual que Gianna.

—Eren.—me llamo Gianna, llevando su mano a mi chaqueta para apretarla con fuerza e impotencia.

—Lo lamento.—indique, besando la frente de Elian para levantar a Gianna del suelo con él en mis brazos.

—Déjanos ayudarte. No tienes... no tienes porque hacer todo esto.—musitó en mi oído cuando lleve mi mano hasta su cintura, acercándola a mí para abrazarla fuertemente.

—Ya lo decidí. No intervengan.—pedí de manera sutil.—Seguiré avanzando, e Ymir se encargará de que no puedas recordar esto. Los recuerdos de los Ackerman no pueden ser borrados, pero sí manipulados. Y si Ymir me está oyendo y quiere que llegue a ella, le conviene cumplir mis peticiones.—expresé, pasándole en brazos a Elian para verla negar y en sus ojos, en sus ojos se vio el destello de mis palabras convertirse realidad.

—¡Eren!—me llamo ella, reteniendo mi brazo fuertemente, pero baje la cabeza sometido al destello de sus ojos.

—Es la única opción.—indique, haciéndola ver volver a la realidad desconcertada.—¡Floch!—lo llame, la puerta no tardó en abrirse para mostrarme a ese fiel compañero.—Llévala con los demás y luego encárgate de encontrar la localización de Zeke.—pedí.

—Espera, Eren... —Gianna se dirigió a mi confundida, pero Floch de manera sutil la removió, así que le di la espalda sin poder verla, todas mis palabras fueron en vano, se desvanecerían en su mente como un lejano sueño.

Pero al menos, tuve ese abrazo y beso que deseé tener la ultima vez. Al menos pude estar con mi hijo y Gianna, como esas noches frías que nos rodeaban en la cabaña donde creamos memorias que jamás se olvidarían. Encamine con las manos en mi bolsillo, todo mi cuerpo se recostó en la ventana cuando el balde de agua fría seguía cayéndome encima. Observe cómo ella era sacada de este lugar, con Elian en brazos se giró como si me hubiera sentido. Ella era tan hermosa, que aún estando lejos me debilitaba con su mirada tan detenida. La brisa del viento removió su cabello, ya no lucía llorosa. Su temperamento fuerte se recobró en cuanto realizó que mis palabras eran honestas, esto era una simple despedida. Restregué mis ojos llorosos. Yo también soy fuerte, tan fuerte que puedo resistir este dolor solo. La avaricia no me ha llevado hasta aquí, el amor si lo ha hecho y es por amor que seguiré, seguiré sin importar que. Me despegué de la ventana, encaminándome a mi destino. Aquella que la encadenaba no haría que fuera para siempre, me aseguraré que Gianna sea libre y que todos los demás también. Por ella, por Armin y Mikasa, cumpliré con mi misión.

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